Más de medio siglo de pruebas nucleares

Vi nukes de los EEUU y de Rusia . . . Acá vienen las chinas. Primer test de una bomba nuclear en China (1964) -->>



De la película "Trinity and beyond: The Atomic Bomb Movie".


Cordiales Saludos
 

Las explosiones nucleares pueden afectar de varias maneras la capa superior de la atmósfera y lo hacían cuando las potencias nucleares como EE.UU. llevaron a cabo una larga serie de pruebas de sus armas de destrucción masiva. El daño es comparable con el impacto de algún meteorito u otros eventos solares y terrestres que liberan una enorme energía, pero en ningún caso es permanente, afirma este martes un artículo publicado por The Conversation.

Un efecto a corto plazo de aquellas explosiones fueron los apagones temporales de las comunicaciones a larga distancia por radio de alta frecuencia en el área circundante. Sin embargo, los autores descartan que dichos apagones se debieran a una destrucción de la ionósfera y que el despliegue de los múltiples satélites de enlace estuviera relacionado con las consecuencias de la carrera armamentista de la Guerra Fría.


Este análisis popular fue preparado en respuesta a una pregunta al respecto de un lector, que se basó en la lectura de un estudio viejo, que se remonta a los años 1960 y denunció, en medio de las pruebas desenfrenadas de las bombas cada vez más potentes, un importante daño atmosférico. Contrariamente, sostiene este nuevo artículo, las detonaciones nucleares aumentaron temporalmente el nivel natural de la ionización en la atmósfera superior.

Los problemas que experimenta la tecnología moderna de comunicaciones tienen un origen natural. Los canales de transmisión de las señales de radio que utilizan los servicios de emergencia y de vigilancia marítima aprovechan el rebote de las ondas entre dos capas superiores de la ionósfera, por un lado, y la superficie del planeta, por el otro. Este mecanismo solo funciona bien cuando no prevalezcan los efectos de la capa inferior, la cual es absorbente y obstaculiza la propagación de la señal.

De día y especialmente durante una tormenta solar, esta capa baja a menudo debilita la intensidad de las ondas de radio en la región más baja del espectro de alta frecuencia y así se convierte en un obstáculo. Sin embargo, al cambiar a frecuencias más altas, se puede recuperar la comunicación interrumpida.

Explosión de bombas frente a otros impactos en la atmósfera​



Las pruebas como aquellas que EE.UU. llevaron a cabo sobre los atolones del Pacífico producen la radiación en rayos X igual que las tormentas solares, algo que aumenta la ionización en todas las capas de la ionósfera. Esta radiación hace que la capa superior, comprendida entre los 200 y 300 kilómetros sobre la Tierra, sea más reflectante para las ondas de radio de alta frecuencia, pero asimismo la capa más baja se vuelve más absorbente.

Ambos efectos pueden ser observados poco después de cada detonación, pero la ionósfera permanece intacta. Las llamadas ondas de gravedad atmosférica son otra respuesta a la explosión nuclear. Estas ondas viajan en todas direcciones y provocan unas 'perturbaciones ionosféricas viajeras' siempre que lleguen a la ionósfera, pero su efecto es igualmente breve.

Los autores citan la caída del meteorito de Cheliábinsk en 2013 en Rusia para demostrar que las explosiones de meteoritos y las detonaciones nucleares generan ondas con características similares en la atmósfera.

Las erupciones volcánicas, como la del monte Santa Helena en 1980 en EE.UU. y los terremotos más fuertes también son procesos de alta energía que impactan en la atmósfera superior, sostiene el medio.
 

Rober D

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Explosión de una bomba atómica de 1956.... Hermoso pero aterrador
 

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Cactus dome, el basurero nuclear más contaminante del mundo

Cactus dome, el basurero nuclear donde los Estados Unidos depositaron gran parte de los desechos radiactivos de varias pruebas nucleares realizadas en la década del 50.



Ubicado en la isla de Runit, la cual forma parte del atolón de Enewetak en las Islas Marshall, se encuentra una asombrosa estructura de concreto, plomo y acero que es el legado vivo de la peligrosidad de las pruebas atómicas a gran escala. Una de muchas estructures que hacen de basurero nuclear a las cuales iban a parar los objetos irradiados durante las pruebas nucleares y toneladas de tierra irradiada extraídas de los mucho lugares de pruebas nucleares.



El Cactus dome, como su nombre en inglés lo indica, es un domo que hoy en día sirve de contenedor a la enorme cantidad de desechos radiactivos generados a causa de la serie de pruebas atómicas llevadas a cabo en las islas de la zona -principalmente en los atolones de Bikini y Rongelap-. La gran ironía es que el enorme pozo que cubre el domo, de unos nueve metros de profundidad por 107 de ancho, es el cráter producido por la masiva explosión atómica que tuvo lugar el 5 de Mayo de 1958 conocida como el «Cactus test».

Entre el 28 de abril y el 18 de agosto de 1958, Estados Unidos detonó 35 bombas nucleares en los atolones Bikini, Jonhson y Enewetak, como parte de su programa de pruebas en el Pacífico. El ejército tuvo que evacuar a toda persona y población situada a menos de 800 kilómetros de la detonación, ya que solo la luz del accionar podía quemar la retina de los espectadores.

La bomba más potente de todas, Cactus, de 3'8 megatones, se lanzó a 77 kilómetros de altitud sobre el extremo norte de la isla Runit, en el atolón de Enewetak. Su impacto, provocó una aurora de luz tan potente que pudo observarse desde Hawaii, a 1300 kilómetros de distancia. Además de un inmenso socavón, la explosión apagó los sistemas de comunicación en todo el Océano Pacífico.

Tras las pruebas, Estados Unidos empleó 3 años y más de 100 millones de dólares en descontaminar los atolones y se recogieron 85.000 metros cúbicos de residuos y tierra contaminada.



El domo, construido conjuntamente por la Comisión de Energía Atómica, la Agencia de Defensa Nuclear y la Guardia Costera de los Estados Unidos, entre 1977 y 1980 a un costo de 239 millones de dólares de la época (más de mil millones de dólares del año 2020 ajustados a la inflación de los últimos 43 años).



Los restos fueron mezclados con cemento de Portland y vertidos en el mismo cráter que la bomba Cactus había creado en extremo norte de la isla Runit y luego, se cubrió el lugar con una gigantesca cúpula de cemento. El cráter tiene 9 metros de profundidad y 110 de anchura, y sobre él se construyó una cúpula con 358 paneles de hormigón de 45 centímetros de espesor.

El domo guarda o almacena aproximadamente 85 mil metros cúbicos de desperdicios radiactivos, entre los que podemos encontrar restos de barcos y estructuras hasta el suelo mismo del hipocentro de las explosiones.



-de hecho una idea visual de su gran tamaño la obtenemos al darnos cuentas que esos «puntitos» que aparecen en la imagen sobre su superficie son seres humanos-



La Agencia de Defensa Nuclear de los Estados Unidos asegura que se ha limpiado la gran mayoría del material nocivo, para probarlo ha producido varios vídeos en los que se muestran las operaciones de limpieza en Enewetak. Los mismos pueden escucharse comentarios sobre los estudios de radiactividad realizados en la zona, mediante los cuales se llegó a la conclusión de que la contaminación resultó ser tan extensa que la posibilidad de vida animal o vegetal en las islas se había vuelto imposible. Sin embargo en 1980 el gobierno declaró el lugar seguro y permitió regresar a Runit y Enewetak a sus habitantes.



Pero en el año 2000, Estados Unidos tuvo que destinar 200 millones de dólares a restaurar la cúpula, descubriendo diversos problemas. Al parecer, se han producido numerosas filtraciones en esta y, para 2025, se espera que el suelo que la rodea esté más contaminado que los residuos que contiene.

Fuentes:
www.infobae.com/mix5411/2017/06/16/las-posibles-consecuencias-de-los-residuos-readiactivos-enterrados-por-ee-uu-en-runit/
www.anfrix.com/2007/09/cactus-dome-el-basurero-nuclear-peor-contaminado/
 
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