Adrian Barchi
A principios de Noviembre de 1978 dos Northrop F-5E Tiger II de la Fuerza Aérea de Chile (FACh) despegaron desde la base de Pudahuel en una misión nocturna muy particular. Luego de ascender a gran altitud, adoptaron curso Este, cruzaron la Cordillera de los Andes ingresando al espacio aéreo argentino y la ausencia de radares en Mendoza impidió conocer en detalle hasta donde llegaron los F-5, pero distintos relatos coinciden en que los cazas chilenos mantuvieron un curso directo hacia Capital Federal por algo más de una hora y media antes de invertir el rumbo y regresar a Chile. Este hecho fue un duro golpe para la FAA porque dejó en descubierto una gran cantidad de falencias. También tuvo impacto en la IV Brigada Aérea ya que literalmente los F-5 habían pasado sobre sus cabezas tanto a la ida como al regreso sin ser detectados y sin que pudiera realizarse acción alguna. Mientras muchos buscaban explicaciones y otros trataban de encontrar soluciones, una semana después la FACh volvió a sobrevolar territorio argentino sin que nadie los detectara.
En esta oportunidad fueron dos Cessna A-37B Dragonfly que a plena luz del día llegaron hasta San Rafale (Mendoza) realizando un simulacro de ataque al aeropuerto. Nuevamente la ausencia de radares impidió que la FAA tuviera reacción alguna. Aunque las instalaciones del aeropuerto de San Rafael eran muy limitadas, su pista de 2.100 metros de longitud le permitía convertirse en un aeropuerto de dispersión de la IV Brigada Aérea distante a sólo 200 km o incluso una base de avanzada para misiones de ataque a Chile, especialmente por situarse a solamente 160 km de la frontera chilena. Tras conocerse éste segunda incursión, el clima en El Plumerillo era candente. Muchos se sentían humillados e incluso algunos reclamaban hacer algo parecido para “salvar el honor”. Lentamente en la cabeza de algunos pilotos se fue gestando la idea pero realizar una misión que significara devolverle la visita a la FACh no sería autorizada por la superioridad ya que el riesgo era altísimo a cuenta que la tensión entre ambos países se iba incrementando día a día.
El por entonces jefe de operaciones de la IV Brigada, el Capitán Piuma Justo tenia planificada una navegación con ataque simulado a un puente en Neuquén. Integrarían la partida el Capitán Puga, el Primer Teniente Dellepiane y el Teniente Eduardo Gonzalez. Piuma Justo ya tenía en mente modificar dicha misión y así se los transmitió a los demás integrantes. Obviamente era vital la reserva y el total hermetismo sobre el vuelo que iban a emprender. Los A-4C Skyhawk fueron preparados para la misión y el mejor modo de conocerla es ir directamente al relato del propio Piuma Justo:
Un buen día, a menos de 15 para desplegar a San Julián, tuve una idea mientras desayunaba con mi escuadrilla en el bar del Grupo 1 Caza.Fuimos a un aula para la RPV.El tema a estudiar era una navegación alta-baja-alta con ataque a un puente en Neuquén,que habíamos preparado el día antes.Allí, reunido con el 1 Ten.Dellepiane, el Cap.Puga(jefe de sección) y el Ten.Eduardo Gonzalez-alias "Pata de Lana"-, el mas moderno del Escuadrón, les dije que el vuelo iba a ser muy particular, que necesitaba un compromiso de honor y que asumía toda la responsabilidad de este pacto de caballeros; en contrapartida , me ofrecí a bautizarlos sobre las aguas del Pacífico.
Salimos en versión Bravo+50, suficiente para volar mas de 2 horas. Despegamos con rumbo sur y subimos a nivel 260, recostados sobre el límite hasta que divisé el volcán Maipo. Ordené escalonado táctico a la izquierda y descendimos siguiendo el perfil de la cordillera siempre con rumbo a esa montaña; era un día claro y aún hoy lo recuerdo como un cono perfecto. Seguimos hacia el oeste pegados al suelo. Ya en la llanura divisé a la derecha una ciudad y a la izquierda un aeropuerto con aviones en plataforma, era Temuco. Cambiamos a rumbo sudoeste hasta que de pronto apareció el Gran Océano Pacífico. Sobre sus aguas viramos al norte, paralelos y a una milla de la costa. rozando las olas durante 40 o 45 minutos.Al principio solo se veían pequeños pueblos hasta que de pronto, a la derecha, apareción un puerto importante y los típicos edificios costeros. Sin haberlo previsto, habíamos bloqueado Valparaíso y luego Viña del Mar. Reconozco que me asustó la inconsciencia, pero jugado por jugado seguimos hacia el norte hasta que, por unas playas extensas, asumí que estaba en La Serena, lateral de San Juan. Entonces pusimos rumbo este, entramos al continente y al cruzar la ruta Panamericana, observé una columna de camiones y blindados que iba hacia el sur. Rompí el silencio y ordené: "Ataque a la columna blindada", obviamente simulado. En el primer pasaje, observé que las tropas nos saludaban,comvencidos de que éramos chilenos. Alentado, ordené: ¡Reempleo¡. Al terminar empecé a tomar altura con la escuadrilla escalonada a la izquierda. Yo sabía que el único radar chileno era el de Pudahuel y si nos interceptaban, vendrían desde la derecha. Cuando estábamos formados y próximos al límite se me ocurrió hacerle una broma a mi escuadrilla y grité: "¡Bandidos a las 6¡" que es la posición que exige girar la cabeza al máximo.Ahí fué cuando el numeral 4, el "Pata de Lana", con voz angustiosa exclamó: "¡ Vistos, son dos ¡". El desparramo que se armó fué inimaginable. Cada uno dió motor a pleno tratando de cruzar la frontera lo antes posible.Informé a la Torre que la escuadrilla Grillo haría un aterrizaje individual.
día siguiente, la escuadrilla se reunió en el aula y brindamos con champagne. Recuerdo que les dije que si bien éste vuelo fué un paseo, también podíamos hacerlo con armamento.
Hoy, después de mas de 25 años, es una experiencia que rememoro con un poco de vergüenza profesional y que mantuve callada por muchos años, al igual que mis numerales, pero al relatarla, en lo íntimo, siento una gran satisfacción.
El 13 de Diciembre tres escuadrillas de A-4C realizaron sus despliegues hacia San Julián y Comodoro Rivadavia. La FACh siguió realizando vuelos sobre territorio argentino particularmente con los Learjet aerofotográficos a los cuales los A-4C intentaron dar caza en al menos dos oportunidades armados con misiles aire-aire Shafrir aunque sin éxito. Sin embargo nuevamente el Grupo IV participaría otra vez en una particular misión, ésta vez sí ordenada por la superioridad. Para entonces el conflicto se encontraba en una escalada permanente y se necesitaba conocer cuáles eran los tiempos de reacción de las unidades de la FACh estacionadas en la base de Punta Arenas. A tal efecto se dispuso que dos A-4C provocaran una alerta aérea en dicha base a fin de poder conocer el tipo y los tiempos de la reacción chilena.
malvinas
En la noche del 18 de Diciembre, el A-4C C-315 y el C-323 con el capitán Piuma Justo y el Teniente González a los mandos despegaron desde Río Gallegos adoptando rumbo sudeste. Tras 20 minutos de vuelo llegaron sorpresivamente a la vertical de Punta Arenas, provocando el estado de alerta en la base de la FACh. Los distintos medios de escucha argentinos pudieron conocer la reacción chilena, y sus tiempos. El objetivo se había cumplido a la perfección y los dos A-4C invirtieron el rumbo y se dirigieron directamente hacia su base de despliegue en San Julián. Por segunda vez los A-4C habían sobrevolado territorio chileno devolviendo de modo alguno la visita que la FACh había realizado sobre Mendoz