Alemania.
1-Fusil Kar 98K El fusil «Mauser Karabiner 98 Kurz».
fue el arma más famosa del ejército alemán durante toda la Segunda Guerra Mundial. También fue el fusil de cerrojo (es decir, que se amartillaba de forma manual mediante un mecanismo tras cada disparo) básico de la «Wehrmacht». Contaba con una recámara que podía albergar hasta cinco cartuchos y era famoso por su precisión. No obstante, su lenta velocidad de recarga y cadencia hacían que no fuera el arma idónea para enfrentarse a un enemigo con un fusil ametrallador (al menos en las distancias cortas).
El modelo K era una evolución de un fusil de la Primera Guerra Mundial, pero modificado para que fuera más corto (lo que lo convertía en idóneo para la guerra relámpago). Era, con todo, un arma construida a la alemana: eficiente y resistente. Destacó sobre todo por su precisión. De hecho, era la herramienta predilecta de los francotiradores germanos debido a que apenas había que implementar modificaciones en ella para que pudiera cubrir grandes distancias. Tenía un calibre de 7,92 mm, el mismo que otras tantas armas usadas por los alemanes (lo que lo hacía muy versátil y permitía reciclar su munición).
Estuvo en producción hasta el final de la contienda, cosa que sucedió con pocas armas. Pero no era para menos, pues muchos expertos han confirmado que ha sido el mejor fusil que se ha creado en la historia. La falta de liquidez y de materiales, no obstante, provocó que se elaborara con materiales cada vez más baratos y se omitieran determinados elementos accesorios como los enganches para las bayonetas.
Contaba con un cargador de 5 cartuchos, que podían ser disparados a una distancia máxima de 2.800 metros, aunque era efectivo a unos 750.
2-Fusil semiautomático G 43
El «Gewehr 43» fue una auténtica revolución dentro de las armas alemanas, ya que no era necesario accionar manualmente una palanca por cada disparo. Ofrecía una gran cadencia de fuego debido a que era semi automático; era alimentado por un cargador de 10 cartuchos y se podía amunicionar mediante peines.
La empresa «Walther» fue quien orquestó esta arma después de desbancar con sus diseños a la todopoderosa «Mauser». En principio, allá por los años 40, ideó el «Gewehr 41», demasiado pesado y sensible para el Frente Oriental, donde arribó por primera vez. Sin embargo, el hallazgo en la Unión Soviética de los fusiles semiautomáticos Tokarev permitió a la compañía implementar una serie de mejores que derivaron en la creación del «Gewehr 43». Meses después, se abarató su fabricación al incluir materiales tan curiosos como plásticos utilizados para elaborar muebles.
3-Subfusil MP 40
La «Maschinenpistole 40» era otra de las armas básicas del soldado alemán. Era un subfusil con gran cadencia de fuego que disparaba hasta 600 balas por minuto, pero contaba a sus espaldas metálicas con una ingente cantidad de contratiempos.
Para empezar, no era nada precisa. Además, su estriado interior solía dañarse con las balas de punta de plomo, fabricadas en Alemania cuando la escasez de hierro se convirtió en un verdadero problema. Eso redujo todavía más su capacidad de impactar en el blanco. En la práctica se podía dar el caso de que, aunque los militares apuntaran a la barriga del enemigo, el primer tiro fuera al pie y el segundo a la cabeza.
La MP-40 estaba basada en el diseño de una versión anterior, la MP-38, un arma que fue sustituida para abaratar costes. Y esa sí fue una de sus grandes bondades: su reducido precio. A su vez, otorgaba una considerable cadencia de fuego, su culata plegable la hacía fácil de transportar y estaba elaborada en parte con plástico (algo revolucionario entonces). La idea de un arma «low cost» se redondeaba con los cartuchos de 9 mm, que eran más económicos. Todo ello hizo que, al final de la Segunda Guerra Mundial, se produjeran un millón de ellas.
Es curioso que los Aliados se refirieran a ella como la «Schmeisser», cuando este ingeniero no colaboró en su diseño.
4-STG 44
La «Maschinenpistole 44» fue un arma revolucionaria para la época. Considerada por muchos como la precursora de los fusiles de asalto modernos, destacaba porque podía disparar en tiro automático y semiautomático. A su vez, tenía una gran cadencia de fuego y un considerable alcance (aunque no tanto como el Kar). En la práctica, era idóneo para combatir en campo abierto, algo que no permitía su hermana pequeña, la MP-40. Se probó por primera vez en Rusia y su uso fue determinante. Después de la guerra, de hecho, se siguió utilizando en los países del Este.
5-Ametralladora MG 34
La ametralladora «Maschinengewehr 34» fue toda una revolución para la infantería alemana de la Segunda Guerra Mundial, pues permitió a los soldados disponer de una ametralladora que podía ser utilizada tanto para acompañar a unidades de forma ligera, como para ofrecer fuego apoyada desde un trípode o un bípode. Con un peso de más de 10 kilos, era relativamente ligera para la época.
Fue puntera. Cuando salió de las fábricas, el resto de ejércitos contaba todavía con ametralladoras de la Primera Guerra Mundial. Valgan como ejemplo las Maxim soviéticas, obsoletas, pero utilizadas durante una buena parte del conflicto. En la práctica, Alemania revolucionó la contienda con ellas.
Disparaba entre 800 y 1.000 cartuchos por minuto dependiendo del cañón. Su mayor problema radicaba en que era muy cara de fabricar, por lo que, en el año 1942, se ideó la MG-42, mucho más económica.
6-Ametralladora MG 42
La «Maschinengewehr 42» fue conocida como la «segadora» del ejército nazi. Nació como una evolución de la MG-34 debido a su alto coste de producción y, como demostró en múltiples casos, significó todo un avance con respecto a su antecesora. Disparaba nada menos que de 1.200 a 1.800 cartuchos por minuto. Una muralla de munición ante la que los soldados aliados poco podían hacer.
Con todo, y como ninguna arma es perfecta, el alto número de disparos que hacía provocaba que su cañón se recalentara e, incluso, que su munición de 7,92 mm Mauser se acabara con celeridad. Pesaba diez kilos, más bien ligera para la Segunda Guerra Mundial.
La MG-42 fue el terror de los aliados por su capacidad para escupir balas. El sonido que hacía al ser disparada le granjeó un apodo a la altura del temor que imbuía: «motosierra». Sin embargo, autores como el historiador James Holland son partidarios de que su leyenda ha sido exagerada hasta la extenuación: «Su velocidad originaba varios problemas. Se calentaba mucho y sus cañones tendían a derretirse. Además, a diferencia de la Maxim soviética o de la Bren inglesa, no tenía ningún mecanismo que pudiese reducir las altas temperaturas». En todo caso, era muy superior a su equivalente norteamericana.
7-Granada modelo 24
La «Stielhandgranate Modelo 24» fue una de las granadas más reconocibles de la Segunda Guerra Mundial, aunque ya se había utilizado de forma previa en la Gran Guerra. El modelo final de la misma arribó a Alemania en 1924, aunque no estuvo exenta de modificaciones a lo largo de los años.
Más seguras que las norteamericanas, estaban ideadas para acabar con el enemigo mediante su potencia, al disponer su punta de una fina capa metálica que rodeaba al explosivo. Por el contrario, las estadounidenses buscaban esparcir metralla. A su favor contaban con un mango de madera que hacía que pudiesen ser lanzadas a grandes distancias (30-40 metros, por los 15-20 de los EE.UU.) y una buena capacidad para aturdir al contrario.
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