Proyecto Pitbull. 1ra parte.
Artículo de Maikel Mederos Fiallo.
Desde hace mucho tiempo la fotografía del MiG-17AS No. 216 portando el misil aire – aire K-13 AA-2 “Atoll” ha sido objeto de análisis y opiniones. Hay algo completamente cierto que hemos afirmado y que se ha corroborado por veteranos pilotos de 17 y el personal técnico que atendía estos aviones. Los MiG-17 de la DAAFAR se equipaban con armamento aire – tierra.
Pero la foto ahí está y la misma tiene su historia. La reciente adquisición y lectura del libro del General del Pino “9050 horas” nos acaba de esclarecer el asunto completamente. Sucede que una vez más se demuestra que hay que leer de todos los autores, porque lamentablemente, prevalece el hábito de escribir lo “conveniente” y no mencionar cuestiones “incómodas”. Eso en detrimento total de la verdadera historia.
Antes de entrar en el análisis de lo que fue el proyecto Pitbull, hay que recordar una experiencia anterior ocurrida fuera de Cuba.
El General del Pino fue miembro de una de las varias comisiones DAAFAR desplegadas en Vietnam para obtener experiencias de la guerra y para aportar a sus colegas vietnamitas. Estando allí fue partícipe de la controversial actitud de los pilotos vietnamitas que preferían el MiG-17F al MiG-21.
Expresa el General del Pino:
“Para mí el MiG-21, era en ese momento el mejor avión de que disponían para luchar contra la aviación norteamericana, en términos de aerodinámica y armamento aire-aire de mísiles. La aviónica o sistemas electrónicos y de radio del avión eran una basura. Los vietnamitas habían rechazado el MiG-21 y la mayoría de los derribos hasta ese momento lo habían realizado con los viejos MiG-17F empleando los cañones.
Lo más triste del caso es que esta desafortunada opinión del mando vietnamita, encontró eco en los burócratas al frente de la Defensa Antiaérea y Fuerza Aérea de Cuba. Burócratas que jamás habían puesto sus fondillos en un avión de combate. Su miopía fue tan grande que estos burócratas llegaron al extremo de solicitar un regimiento (36 aviones) de MiG-17, en lugar de los MiG-21PFM, que los soviéticos estaban despachando para Cuba.
Por suerte, el contrato ya había sido despachado y los nuevos aviones (se refiere a MiG-21PFM) estaban camino de Cuba. Esto hubiera sido el error más garrafal que hubieran podido cometer nuestros superinteligentes estrategas.
Durante mi visita a varias bases aéreas y mis largas charlas con los pilotos vietnamitas descubrí que el sistema aplicado por los soviéticos era en realidad el causante de la poca asimilación del MiG-21. Simplemente, era imposible explicarles fórmulas de trigonometría a personas que eran mayormente analfabetas. Mucha calidad humana pero poca base de comprensión. Además, los soviéticos no tuvieron las agallas de hablarle claro a los vietnamitas diciéndoles que su aviónica, como dije antes, era una basura.
Le pedí al segundo jefe de la fuerza aérea, que me diera un voto de confianza y me dejara hablar con los pilotos, otra vez después que se fueran los asesores soviéticos. El coronel dio el visto bueno y programó una serie de reuniones donde pudiera contarles a los vietnamitas, algunas de nuestras experiencias con el MiG-21”.
Haciendo uso de sus extraordinarias dotes de comunicación, el General del Pino abordó el complicado tema:
“Trate de reconstruirles lo más exacto posible, mis explicaciones a los pilotos y para mi satisfacción profesional las charlas significaron un viraje total en la forma de pensar de aquellos hombres.
—Amigos, para sacarle al MiG-21, el máximo de sus posibilidades combativas, tenemos que empezar echando todos estos manuales de teoría de combate, trigonometría, y fórmulas matemáticas que están sobre esta mesa en el latón de la basura y empezar de nuevo desde cero.
Mi audiencia se había quedado con la boca abierta y noté cierta incredulidad, pero continué inmutable.
—La otra cosa que tenemos que reconocer y aceptar es esta: la mira de radar y todos los otros sistemas electrónicos de los MiG-21 (se refiere al RP-21), son una basura. Y segundo, el motor consume más combustible que los cuatro motores de los B-52, juntos, y, por lo tanto, es una basura también.
—Como resultado de este análisis objetivo de nuestro “Talón de Aquiles”, nosotros debemos descubrir y analizar el lado positivo de la máquina que volamos hoy.
Con esta disyuntiva resalté que aerodinámicamente el MiG-21, era el mejor avión de combate en el mundo en ese momento y que poseía un excelente sistema de armamento aire-aire guiado térmicamente, con un tipo de misil muy fácil de operar y muy efectivo, el K-13 (R3S en los manuales soviéticos).
Los sensores instalados en el cabezal de esos mísiles envían una señal auditiva al casco del piloto, cuando detectan la irradiación de calor emitida por los motores del avión enemigo.
Al acortarse la distancia entre el MiG-21 y el avión enemigo, la señal que envía el misil al casco del piloto aumenta en intensidad, indicando que está en “Captura” del objetivo. Después de analizar todos los pros y los contras del avión, les di mis recomendaciones finales.
—Amigos, resulta muy difícil dar consejos desde fuera del ring, pero si yo estuviera volando en los cielos de Vietnam hoy, dependería totalmente de mis ojos y me olvidaría de todos esos sistemas incompetentes.
Para determinar el momento exacto para lanzar el K-13, yo dependería en primer lugar de la máxima señal de “Captura” del objetivo que el K-13, me envía al casco de vuelo a través de su cabezal infrarrojo y sin vacilación alguna apretaría el disparador, cuando sienta la turbulencia que el otro avión deja tras de sí.
Note en los rostros de mis interlocutores que comenzaban a entender la esencia de lo que trataba de explicarles y fui a la explicación más sencilla de todas. Tomé una pequeña pelota de jugar ping-pong y le pedí a uno de los pilotos que se pusiera de pie de espaldas a mí. Tiré la pelota suavemente, le dio en la espalda al joven aviador y al rebotar se quedó a mitad de camino entre él y yo.
La pelota representa las ondas que lanza el radar de a bordo en los MiG-21, buscando al avión enemigo y que al rebotar deben llegar al caza propio para que se nos refleje en nuestra pantalla de radar en la cabina.
—Aquí viene mi pregunta, les dije. El radar del MiG-21, el RP-21, en alturas de 3,000 a 4,000 metros, que son las alturas en que más vuelan los norteamericanos, tiene un alcance efectivo de 10-12 kilómetros, aunque el manual diga que 15-18. ¿Alguien puede decirme a qué distancia visualmente un piloto puede ver al avión enemigo a esas alturas? Nadie contestó y proseguí. ¡Pues yo estoy cansado de verlos a 20, 22 kilómetros!
Si esto es así, cuando usted está tratando de detectar al avión enemigo usando el radar de a bordo, lo que está haciendo es el mismo experimento que hicimos hace unos minutos. Las ondas de sus radares chocan con el avión enemigo, pero se quedan cortas y no llegan a nuestro radar.
¿Y quién se beneficia con esto? ¡Los malos! ¿Por qué? Porque ellos tienen en sus colas los sensores que le indican desde dónde los están irradiando.
Simplemente, ellos están sabiendo, antes que nosotros, que nos estamos acercando por la semiesfera trasera y les estamos dando la ventaja de tener el tiempo necesario, para evadir nuestro ataque o avisarle a sus grupos de cobertura para que los protejan.
Uno de los jóvenes pilotos pide la palabra y dice que a él le resulta muy difícil estar cumpliendo con las órdenes que recibe desde el controlador en el radar de tierra dándoles rumbos, distancia y otras órdenes y al mismo tiempo tratar de buscar visualmente al enemigo en el aire.
Fui hasta mi maletín, extraje la cámara fotográfica Zenith que viajaba conmigo a todas partes, destapo el protector del lente, regulo el enfoque con un libro que está sobre la mesa a la distancia de medio metro y llamo al joven piloto que acababa de hablar.
—Mira, sin cambiar el foco de la cámara, cierra tu ojo izquierdo y léeme los últimos números del cartel, aquel que ves al final del aula.
—No puedo, veo todo borroso, me dice después de tratar varias veces.
— ¡Por esa misma razón es que no puedes ver los aviones enemigos cuando estás cumpliendo las órdenes de rumbo y distancia que te dan desde tierra!
—Señores, el ojo humano funciona exactamente igual que esa cámara que ustedes ven ahí. Cuando ustedes están leyendo los valores de los instrumentos en la cabina, el foco de la cámara humana, llamada ojo, está regulado a la distancia de medio metro y hasta menos, si usted cambia la vista hacia fuera para tratar de ver algún objetivo no van a ver nada debido al tiempo de retardo que demora el ajuste del foco del ojo.
(…) Creo que en nuestra misión en Vietnam ganamos todos. Conocimos mejor a los hombres que llevaban en sus hombros el peso de una guerra tan desastrosa y complicada. Llegamos a comprender el porqué de muchas de sus decisiones y evaluaciones. Aunque algunas no fueran las más apropiadas como fue la tendencia inicial de preferir los MiG-17, en lugar de los MiG-21”.
Continuará…