Más allá de la capacidad técnica de todo el personal involucrado en la operación de la flota presidencial, llama la atención la conducta en general. En tiempos de dependencia de la FAA, no había vuelos rasantes, acrobacias con jets de pasajeros o muchas de las cosas que se ven en estos tiempos. De hecho, cuando personal militar directamente relacionado a Presidencia terminó involucrado en alguna clase de sospecha o acusación (haciendo memoria rápida, recuerdo un edecán que llevó un arma sin declarar en su equipaje, o un caso de denuncias por sobreprecios o facturación apócrifa de catering del entonces T-01), se los removió en el momento.
Queda claro que el uso de uniforme no necesariamente es un certificado de buena conducta, pero evidentemente hay una actitud que se llevaba con unos, que claramente no se lleva con otros. Y como si fuera poco, al ser gente de carrera (más allá del destino temporario en la AAP), corren el riesgo de que en algún momento los detonen por hacer cosas incómodas contra el poder político (ejemplo: declarar en un juicio contra funcionarios, y luego ver bloqueado un ascenso).