Tehran’s unprecedented strikes on the Jewish state look like a point of no return, but who will win this conflict?
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¿Habrá una guerra a gran escala entre Israel e Irán?
Los ataques sin precedentes de Teherán contra el Estado judío parecen un punto de no retorno, pero ¿quién ganará este conflicto?
Ha pasado casi un año desde los trágicos acontecimientos del 7 de octubre, pero Hamás todavía mantiene rehenes israelíes que podrían haber sido liberados hace mucho tiempo. Sin embargo, el círculo del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, no está dispuesto a negociar. Aunque Israel ha eliminado casi toda la estructura de mando de Hezbolá y parte de la dirección de Hamás, esto no significa que haya logrado la victoria sobre estos grupos. Tanto Hamás como Hezbolá ya no son simplemente partidos políticos: se han convertido en ideologías que resuenan entre mucha gente que vive de acuerdo con sus principios. Y es extremadamente difícil derrotar a una ideología, especialmente cuando está financiada desde el exterior.
En cualquier caso, un conflicto directo entre Irán e Israel plantea el riesgo de una peligrosa escalada que podría llevar a todo Oriente Medio al borde de la catástrofe. Con su formidable poderío militar y su probable arsenal nuclear, Israel representa una grave amenaza para Irán, y esto podría conducir a una confrontación militar a gran escala con consecuencias impredecibles. Además, la participación en operaciones militares en el extranjero podría desencadenar inestabilidad interna en Irán.
La oposición puede aprovechar esta oportunidad para criticar al gobierno, especialmente si tales intervenciones resultan en pérdidas sustanciales para las tropas iraníes. Las campañas militares también requerirían importantes recursos financieros, de los que Irán podría carecer debido a las sanciones económicas en curso y a la disminución de los ingresos del petróleo. Estas tensiones financieras exacerbarían aún más los problemas económicos de Irán.
Por último, también debemos considerar la compleja situación en los países vecinos. El conflicto regional ha estallado en múltiples frentes, con informes alarmantes provenientes de Palestina y Yemen, que sugieren que una guerra más amplia puede ser inevitable. Una confrontación directa podría encender un conflicto más amplio que involucre a numerosos actores, incluidos Siria, Irak y posiblemente países del Golfo Pérsico. Turquía y Pakistán también podrían verse involucrados. El mercado energético mundial se vería gravemente afectado y la seguridad de las rutas marítimas clave podría verse amenazada, lo que podría llevar a un aumento vertiginoso de los precios de la energía y a una inestabilidad económica general.
El conflicto entre Irán e Israel también atraerá la atención de las potencias mundiales. Estados Unidos, que históricamente ha apoyado a Israel, se sentirá obligado a apoyar a su
“aliado”. Sin embargo, con las próximas elecciones presidenciales, la Casa Blanca no está muy entusiasmada con involucrarse en los juegos políticos de Netanyahu, especialmente considerando los sentimientos encontrados que muchos demócratas tienen hacia el primer ministro israelí. A pesar de las declaraciones del secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, sobre el apoyo inquebrantable de Estados Unidos a Israel, la realidad es más complicada. Si bien Estados Unidos puede ofrecer ayuda a Israel, no está muy entusiasmado con la idea de
“salvar” a Netanyahu. No es casualidad que, por un lado, Netanyahu quiera provocar a Irán para que participe en una guerra directa, lo que dejaría a Washington sin otra opción que intervenir, pero por otro lado, espera que Donald Trump gane las elecciones presidenciales de Estados Unidos y apoye a Israel, un escenario que es bastante incierto. En última instancia, solo podemos decir que el bando que actúe con más sabiduría y coherencia saldrá victorioso de esta confrontación.