Las raíces históricas de Israel son reales
- Jeremy Sharon - The Guardian
Imágenes de la Tumba de Raquel, de la web RachelTomb
Los discursos y observaciones formuladas por Binyamin Netanyahu en los últimos tiempos han sido bastante fuertes en sus referencias bíblicas e históricas. En su discurso en la Universidad Bar-Ilan de junio pasado, declaró: " La conexión entre el pueblo judío y la tierra de Israel ha durado más de 3.500 años... Esta es la tierra de nuestros antepasados " . Y en una entrevista con el anfitrión del talkshow Charlie Rose, en septiembre, mencionó un anillo y sello encontrado cerca del Muro Occidental en Jerusalém, de hace unos 2.700 años y que llevaba su nombre "Ben-Netanyahu Yoash " inscrito en hebreo antiguo.
El contexto de estos comentarios y la motivación para el reciente anuncio de Netanyahu de un plan de rehabilitación de los sitios del patrimonio nacional son una misma cosa: los israelíes consideran que aquellos elementos que tratan de borrar los lazos históricos del pueblo judío con su tierra forman parte de una gran estrategia destinada a deslegitimar al Estado de Israel. Dirigentes políticos y T hink Tanks han identificado este fenómeno como una grave amenaza para el país, y el proyecto de restauración del patrimonio es un ejemplo de la reacción israelí a este reto.
Desafortunadamente, la inclusión en el plan de restauración de dos de los lugares de culto más sagrados judíos, la Cueva de los Patriarcas y la Tumba de Raquel, ha provocado disturbios en Cisjordania y Jerusalém en los últimos días, y ha llevado a los dirigentes palestinos supuestamente moderados a estallar en una preocupante retórica inflamatoria. Mahmoud Abbas incluso planteó el espectro de una " guerra religiosa " a causa de la inclusión de estos dos lugares de culto. La comunidad internacional también intervino, como el Departamento de Estado de EEUU y el secretario general de la ONU, ambos criticando a Israel por su decisión.
¿Por qué el anuncio aparentemente inocuo de actualizar la lista de lugares de restauración y conservación del patrimonio, y que incluía a estos dos lugares de culto, ha obtenido una respuesta tan desabrida ? Los musulmanes tienen pleno acceso a la Cueva de los Patriarcas y el papel del Waqf islámico en su administración no ha cambiado. La Tumba de Raquel, en la actualidad, sólo es accesible a través de Israel, pero este ha sido el caso desde finales de 1990, debido al alto número de ataques palestinos contra el lugar en los últimos años.
Lamentablemente, parece que este último escándalo, al igual que los disturbios del pasado otoño sobre el Monte del Templo, es otro ejemplo de la falta de voluntad palestina a la hora de aceptar y reconocer las profundas raíces históricas del pueblo judío en la región.
Esto se evidencia en las numerosas declaraciones de los líderes políticos y religiosos palestinos en los últimos días, como las del Jeque Muhammad Hussein, el gran muftí de Jerusalém y máxima autoridad islámica en Tierra Santa. Él jeque ha dicho que Israel " ha dedicado todos sus esfuerzos a robar los lugares sagrados islámicos en Jerusalém, Hebrón y otras ciudades palestinas para así cambiar su carácter árabe e islámico y poder probar que el país es judío " . El tema de que Israel está " robando " los lugares sagrados islámicos para sus propios fines culturales y políticos también fue mencionado explícitamente por Abbas, así como por el líder de Hamas, Ismail Haniyeh ( que también llamó a una nueva intifada ) .
Lo que se afirma es que la Cueva de los Patriarcas no tiene nada que ver con el pueblo judío, y ha sido el gobierno israelí quien ha fabricado esa historia con fines políticos. Pero este santuario se menciona en la Biblia y ha sido el foco de peregrinaciones judías durante más de 3.000 años. Es el segundo sitio más sagrado del judaísmo y es fundamental para la identidad nacional judía como lugar de sepultura de tres de sus antepasados ( Abraham, Isac y Jacob y las madres de la nación, Sarah, Rebeca o Rivka, Lea y Raquel ).
Los disturbios y denuncias generadas por la lista para la restauración de lugares del patrimonio, así como las sucedidas sobre el Monte del Templo en Jerusalém y en muchos otros lugares, ilustran la continua y reiterada batalla que libra el liderazgo político y religioso palestino para conseguir una desconexión de los símbolos nacionales del estado judío de Israel. Y esta táctica es sólo una parte de una estrategia mucho más amplia para deslegitimar la propia noción de un estado-nación para el pueblo judío, una campaña que está orquestada tanto por los palestinos de Cisjordania y Gaza, como por sus simpatizantes en Occidente.
Las campañas a favor de una solución de un único Estado ( y por lo tanto la destrucción de Israel y la negación de la soberanía y la autodeterminación para el pueblo judío ) , como la anunciada por el negociador palestino Saeb Erekat la semana pasada, así como las investigaciones sesgadas sobre la conducta del IDF, los embargos de armas y todo tipo de boicots contra Israel, son vistos como una estrategia unitaria que pretende socavar la legitimidad del país y, por extensión, la necesidad de su existencia.
Esta campaña de deslegitimación ha adquirido un impulso significativo a raíz de la Segunda Guerra del Líbano en el 2006, irónicamente durante un mandato cada vez más conciliador del gobierno de Israel. Sin embargo, a pesar del desmantelamiento de los asentamientos y la retirada de Gaza en 2005, del plan de retirada de Cisjordania previsto por el partido ganador de las elecciones de 2006 (Kadima), y la propuesta de paz sin precedentes de Ehud Olmert a Abbas en diciembre de 2008, la campaña de deslegitimación ha continuado e incluso se ha intensificado.
Parece que los israelíes no pueden hacer nada bien. No es de extrañar, por lo tanto, que en el 2009 el electorado echara al gobierno pro-paz de Kadima, el cual ( a pesar de su tendencia favorable a los esfuerzos dedicados a unas negociaciones de paz ) no había mejorado la posición internacional y política de Israel ni un ápice, y votara a unas fuerzas políticas que prometieron impulsar y galvanizar la potencia nacional en contra de esas fuerzas militares y políticas unidas en su contra.
La restauración y conservación de esos dos santuarios centrales para la historia judía en ningún modo pone en peligro las ambiciones políticas de Palestina. Lo que sí representa por el contrario, es un serio obstáculo para aquellos que quieren borrar la historia judía de la región, lo cual describe el objetivo central palestino tras esta ola de críticas en particular. La mentalidad de asedio israelí, engendrada por la presión incesante de las campañas políticas en contra del país, sólo se reforzará si Israel es condenado por identificarse con los símbolos históricos judíos. Si los líderes palestinos, habilitados por la comunidad internacional, siguen poniendo en entredicho las raíces históricas de Israel y su legitimidad en última instancia, el estado de ánimo en la región sólo podrá empeorar.
Anexo: Un muy buen artículo de Ana Jerozolimski que resume muy bien el problema y que bajo ningún concepto sería esperable (ni algo parecido) de la mayoría de los corresponsales basura del país del buen rollito.
La acusación respecto al peligro de una "guerra religiosa" llegó este martes de boca del presidente palestino, Mahmud Abbas (Abu Mazen), al criticar un anuncio formulado dos días antes por el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Este dijo el domingo que había resuelto incluir en la lista de sitios que son "patrimonio nacional" de Israel, también a la Tumba (o Cueva) de los Patriarcas en Hebron y la Tumba de Raquel, en las inmediaciones de Belén, cerca de Jerusalem.
En la terminología musulmana, estos sitios llevan otro nombre: Mezquita Ibrahimie y Mezquita Bilal Ibn Rabah, respectivamente.
En un discurso que pronunció ante el Parlamento europeo en Bruselas, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina dijo que "Israel intenta robar el legado palestino". Y desde Gaza, el jefe de Hamas Ismail Haniyeh exhortó a los palestinos a "levantarse en una tercera intifada contra Israel, por atacar los santuarios del Islam".
En un comunicado publicado por la oficina del jefe del Ejecutivo israelí, se acusa a los palestinos de lanzar "una campaña llena de mentiras y actitudes hipócritas", recordando que "Israel está comprometida para con la libertad de cultos". Pero más que nada, se ataca la reacción palestina que presentó el anuncio israelí como intento de apropiarse de santuarios islámicos.
"La Tumba de Raquel y la Cueva de los Patriarcas, que datan de hace más de 3.500 años, son los sitios en los que están sepultados los patriarcas de Israel Abraham, Isac y Jacob y las Madres de la nación, Sarah, Rebeca (Rivka), Lea y Rajel, y por ende son dignos de ser preservados y renovados", dice el comunicado.
Lo que es indudable e inevitablemente estaba claro de antemano que despertaría polémica, es la ubicación de ambos santuarios: en el territorio disputado de Cisjordania (Judea y Samaria en términos bíblicos judíos), reivindicado por los palestinos como parte de la tierra en la que quieren crear su estado independiente. Es territorio ocupado y bajo control militar de Israel.
Sin embargo, la polémica política parece estar siendo aprovechada aquí para azuzar tensiones religiosas. Hay una diferencia entre la discusión política y el argumento palestino según el cual Israel se está intentando apropiar de "santuarios islámicos".
Según expertos en el tema de los Lugares Sagrados, mientras la Cueva de los Patriarcas es sagrada tanto para el judaísmo como para el Islam ya que ambos veneran la figura de Abraham que según la tradición está allí sepultado, la Tumba de Raquel es reconocida sólo como santuario judío, a pesar de que los musulmanes le llaman ahora de "mezquita".
Ambos santuarios están vinculados a la práctica religiosa y tradición judías ya mucho antes del nacimiento del Islam como religión en el siglo VII, Noam Arnon, portavoz de la comunidad judía de Hebron, declaró que "los judíos oraban en la Tumba de los Patriarcas cuando el Islam aún no existía", agregando que "siglos después, cuando la conquista islámica, convirtieron parte del lugar en una mezquita y luego prohibieron a los judíos orar en el lugar". Durante siglos, los judíos podían orar únicamente en el séptimo escalón de la escalinata de afuera del santuario, que conduce al mismo, y recién en 1967, cuando Israel conquistó Cisjordania en la guerra de los Seis Días, pudieron volver a entrar al santuario, considerado el segundo más sagrado para el judaísmo, después del Monte del Templo de Jerusalem y su único remanente, el Muro de los Lamentos.
La conquista israelí de la zona en la que se halla este sitio sagrado, hizo posible el regreso de los judíos a orar en el lugar, pero no sacó a los musulmanes.
El lugar está dividido en un sector para la oración judía (que es el de menor tamaño) y uno más amplio para los musulmanes. Desde la Matanza de la Cueva, el 25 de febrero de 1994 cuando Baruj Goldstein, un colono del asentamiento de Kiryat Arba, abrió fuego hacia musulmanes que rezaban en el lugar, matando a 29 e hiriendo a aproximadamente 100 más. El santuario está dividido en dos partes totalmente separadas, sin conexión alguna entre ambas. Cada uno tiene sus horarios y lugares de rezo. En días de fiesta musulmana, algunas veces al año, el santuario está abierto únicamente para los musulmanes, mientras que en algunas fiestas religiosas judías, está abierto exclusivamente para los judíos.
Los palestinos no sólo Hamas, sino también exponentes de la posición palestina considerada moderada, como el propio presidente de la ANP y otras figuras de al Fatah suelen acusar a Israel de intentar "judaizar" sitios que "pertenecen a Palestina", dando a entender que son parte de su legado cultural.
Parte del problema se origina en el hecho de que las raíces del pueblo judío están justamente, según lo indica claramente la Biblia, en Judea y Samaria, los términos bíblicos referentes a la zona que hoy se conoce como Cisjordania. Por la evolución política de los hechos a lo largo de las últimas décadas, es el territorio en el que los palestinos exigen construir su Estado independiente.
Sin embargo, esa es sólo parte de la explicación. No sólo políticos sino también rabinos, intelectuales y diferentes formadores de opinión en Israel, inclusive de diversas posiciones políticas, han criticado repetidamente las acusaciones palestinas que dan a entender que no existe un vínculo histórico judío con la tierra de Israel. A ojos de Israel, eso es un intento de quitar legitimidad a la presencia judía en Israel, presentándola como fruto de una "ocupación" que usurpó territorios palestinos, y no como una realidad natural que responde a orígenes milenarios.