"San Martín, el cruce de los Andes": la epopeya del Libertador
07:00Rodrigo De la Serna interpretó al prócer tras practicar equitación y esgrima durante meses. En la precordillera sanjuanina hubo un despliegue inusitado, con 300 extras. Dirigido por Leandro Ipiña, es una ficción histórica basada en hechos. Coproducción con España, se estrenará entre los festejos por el Bicentenario
De Padre de la Patria a ganador de El Gen Argentino, de masón a Libertador de América, de tapa obvia de Billiken a nombre obligado de plaza de pueblos y ciudades, la figura de José de San Martín concentra la preferencia casi unánime en el ranking de los personajes de la historia argentina.
En esa línea, Canal Encuentro, con Canal 7, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, TVE Televisión Española, la Gobernación de San Juan y la Universidad de San Martín finalizó el lunes el rodaje de San Martín. El cruce de los Andes, cuyo estreno está previsto para el Bicentenario, y en el que Rodrigo de la Serna se mete en la piel del Gran Capitán.
"Es milagroso estar terminando este proyecto, con las dificultades que existen para hacer cine en este país. Pero muchas cosas más confluyeron para que esto suceda. El clima, con su nevada previa a nuestra llegada, que vistió a la cordillera de blanco; con el Zonda sin soplar ni siquiera un minuto; el apoyo de los actores sanjuaninos, los baqueanos, los extras. Pequeños milagritos que ayudan". Tras repetir una docena de veces la toma de la arenga al ejército libertador antes de su partida, en una de las dos enormes carpas que rompen la monotonía de la precordillera sanjuanina, De la Serna resume una sensación compartida por todo el equipo de filmación: una centena de técnicos y asistentes que minutos antes rodeaban con cámaras, pantallas reflectoras e islas de control de sonido y edición a más de 150 actores y extras en formación de tropa.
Acá, el Regimiento 8. Más allá, el Batallón 1 de Cazadores. De frente, los Granaderos a caballo. Al costado, dos cañones. Y en el medio, un De la Serna que grita: "Seamos libres, que lo demás no importa nada. Viva la Patria".
Van casi tres semanas de filmación en un paraje cercano a Tamberías, en la región de Calingasta, San Juan, y quedan aún otras tres en el predio de lo que alguna vez fue la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se rodarán las escenas de interiores.
Pero la realización del telefilme arrancó mucho antes, con una investigación histórica encabezada por el director del filme, Leandro Ipiña, con historiadores. Sin embargo, el cineasta se aleja del documental, formato de San Martín. La batalla de San Lorenzo, primera producción de la saga, que Encuentro estrenó el año pasado. "Es una ficción histórica basada en hechos que conocemos, tratados con rigor histórico, pero que tienen un giro dramático tal que permite narrar una historia", advierte. "Libertades artísticas", agrega De la Serna, condicionadas por un marco temporal de 90 minutos, que también acotó el período histórico que abarca el relato, que va desde la previa del cruce hasta la Batalla de Chacabuco. Gran final que integra el podio de las escenas más difíciles. "Es posible que sea la parte más compleja de filmar, por la cantidad de planos que se necesitan para lograr una batalla bien real", reconoce Ipiña.
La escena vuelve a empezar. Sobre su caballo, el San Martín de De la Serna vuelve a pasar frente a sus soldados. "Ustedes son la última esperanza de América", arenga una vez más. "Viva la Patria", repite. Y el eco decae. "Con este ejército no ganamos ninguna guerra", dice, y aborta la toma. Con el sol cayendo de punta sobre los actores, sin más reparo que el paso de alguna nube, cada pausa sirve para refrescarse y retocar maquillaje y vestuario. Toma 12. "Viva la Patria", insiste el protagonista. Y la respuesta, esta vez, atrona. Tanto que uno de los caballos decide deshacerse de su jinete y huir de la escena.
Minutos después, fuera de su traje de jefe militar, De la Serna confiesa estar transitando un papel para el que se preparó toda la vida. "A San Martín uno lo vibró desde chico. En los actos de la escuela, cuando a uno le tocaba hacer de árbol y puteaba a quien era elegido para interpretarlo", dice.
A pocos metros, caminando entre cables, y sables y fusiles de utilería, Tristán Bauer reprime su instinto de cineasta, y asume su cargo de Presidente del Sistema Nacional de Medios para darle contexto a la propuesta. "Nuestro planteo es asumir nuestra historia, la argentina y la de América latina. De allí parte la idea de hacer producciones especiales en torno a distintas biografías", explica, antes de recalcar la importancia de San Martín en el proyecto. "Cuando estás acá y ves esas montañas, y pensás que pasó por este mismo lugar, hace 200 años, te das cuenta de que era un ser excepcional", dice.
Hombre de carne y hueso, sus logros distinguieron a San Martín del resto de sus contemporáneos, y la historia lo encaramó en un pedestal del que más de una vez se lo intentó bajar para "humanizarlo". Sin embargo, Ipiña prefiere evitar el verbo. "Cada vez que se lo aborda a San Martín es para humanizarlo. Pero si uno lee su primera gran biografía, que es la de Bartolomé Mitre, encuentra que ahí está extremadamente humanizado. Lo que nosotros buscamos es, en cambio, tratar de entender el porqué de ciertas cosas y de ciertas decisiones que tuvo que tomar", aclara Ipiña.
Un intento de abordar al prócer desde una nueva perspectiva. "En un punto, es volver a tratar de interesar a la gente en nuestra historia. Y también mostrar algunas cosas que se obviaron, algo que tiene que ver con la construcción deformada de la historia que hizo la Generación del '80. La película funciona, en este caso, como una metáfora de todas las revoluciones. La revolución era de toda América. Y América era todo un conjunto. No eran países separados", explica el director.
"Es que el San Martín del Billiken se cae solo. Es una construcción muy superficial. Yo mismo, de chico, sabía que había algo más detrás de esa fachada", acuerda De la Serna, ya en Buenos Aires. No obstante, a pocos días del final del rodaje, asegura que aún no cree estar capacitado para encarnar a Don José de San Martín. "No le llego ni a los talones. Es un hombre de los que aparecen cada dos mil años" señala el actor, quien atravesó varias etapas antes de calzarse el uniforme. "Pero cuando te ponés ese traje, ya no te parás igual. Es impresionante", se entusiasma. "Además, estuve practicando esgrima durante varios meses, equitación. Y, de pronto, me veo ahí", sigue, y corta la frase de golpe.
FUENTE:
http://www.clarin.com/diario/2009/07/15/um/m-01958443.htm
VIDEO:
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07:00Rodrigo De la Serna interpretó al prócer tras practicar equitación y esgrima durante meses. En la precordillera sanjuanina hubo un despliegue inusitado, con 300 extras. Dirigido por Leandro Ipiña, es una ficción histórica basada en hechos. Coproducción con España, se estrenará entre los festejos por el Bicentenario
De Padre de la Patria a ganador de El Gen Argentino, de masón a Libertador de América, de tapa obvia de Billiken a nombre obligado de plaza de pueblos y ciudades, la figura de José de San Martín concentra la preferencia casi unánime en el ranking de los personajes de la historia argentina.
En esa línea, Canal Encuentro, con Canal 7, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, TVE Televisión Española, la Gobernación de San Juan y la Universidad de San Martín finalizó el lunes el rodaje de San Martín. El cruce de los Andes, cuyo estreno está previsto para el Bicentenario, y en el que Rodrigo de la Serna se mete en la piel del Gran Capitán.
"Es milagroso estar terminando este proyecto, con las dificultades que existen para hacer cine en este país. Pero muchas cosas más confluyeron para que esto suceda. El clima, con su nevada previa a nuestra llegada, que vistió a la cordillera de blanco; con el Zonda sin soplar ni siquiera un minuto; el apoyo de los actores sanjuaninos, los baqueanos, los extras. Pequeños milagritos que ayudan". Tras repetir una docena de veces la toma de la arenga al ejército libertador antes de su partida, en una de las dos enormes carpas que rompen la monotonía de la precordillera sanjuanina, De la Serna resume una sensación compartida por todo el equipo de filmación: una centena de técnicos y asistentes que minutos antes rodeaban con cámaras, pantallas reflectoras e islas de control de sonido y edición a más de 150 actores y extras en formación de tropa.
Acá, el Regimiento 8. Más allá, el Batallón 1 de Cazadores. De frente, los Granaderos a caballo. Al costado, dos cañones. Y en el medio, un De la Serna que grita: "Seamos libres, que lo demás no importa nada. Viva la Patria".
Van casi tres semanas de filmación en un paraje cercano a Tamberías, en la región de Calingasta, San Juan, y quedan aún otras tres en el predio de lo que alguna vez fue la Escuela de Mecánica de la Armada, donde se rodarán las escenas de interiores.
Pero la realización del telefilme arrancó mucho antes, con una investigación histórica encabezada por el director del filme, Leandro Ipiña, con historiadores. Sin embargo, el cineasta se aleja del documental, formato de San Martín. La batalla de San Lorenzo, primera producción de la saga, que Encuentro estrenó el año pasado. "Es una ficción histórica basada en hechos que conocemos, tratados con rigor histórico, pero que tienen un giro dramático tal que permite narrar una historia", advierte. "Libertades artísticas", agrega De la Serna, condicionadas por un marco temporal de 90 minutos, que también acotó el período histórico que abarca el relato, que va desde la previa del cruce hasta la Batalla de Chacabuco. Gran final que integra el podio de las escenas más difíciles. "Es posible que sea la parte más compleja de filmar, por la cantidad de planos que se necesitan para lograr una batalla bien real", reconoce Ipiña.
La escena vuelve a empezar. Sobre su caballo, el San Martín de De la Serna vuelve a pasar frente a sus soldados. "Ustedes son la última esperanza de América", arenga una vez más. "Viva la Patria", repite. Y el eco decae. "Con este ejército no ganamos ninguna guerra", dice, y aborta la toma. Con el sol cayendo de punta sobre los actores, sin más reparo que el paso de alguna nube, cada pausa sirve para refrescarse y retocar maquillaje y vestuario. Toma 12. "Viva la Patria", insiste el protagonista. Y la respuesta, esta vez, atrona. Tanto que uno de los caballos decide deshacerse de su jinete y huir de la escena.
Minutos después, fuera de su traje de jefe militar, De la Serna confiesa estar transitando un papel para el que se preparó toda la vida. "A San Martín uno lo vibró desde chico. En los actos de la escuela, cuando a uno le tocaba hacer de árbol y puteaba a quien era elegido para interpretarlo", dice.
A pocos metros, caminando entre cables, y sables y fusiles de utilería, Tristán Bauer reprime su instinto de cineasta, y asume su cargo de Presidente del Sistema Nacional de Medios para darle contexto a la propuesta. "Nuestro planteo es asumir nuestra historia, la argentina y la de América latina. De allí parte la idea de hacer producciones especiales en torno a distintas biografías", explica, antes de recalcar la importancia de San Martín en el proyecto. "Cuando estás acá y ves esas montañas, y pensás que pasó por este mismo lugar, hace 200 años, te das cuenta de que era un ser excepcional", dice.
Hombre de carne y hueso, sus logros distinguieron a San Martín del resto de sus contemporáneos, y la historia lo encaramó en un pedestal del que más de una vez se lo intentó bajar para "humanizarlo". Sin embargo, Ipiña prefiere evitar el verbo. "Cada vez que se lo aborda a San Martín es para humanizarlo. Pero si uno lee su primera gran biografía, que es la de Bartolomé Mitre, encuentra que ahí está extremadamente humanizado. Lo que nosotros buscamos es, en cambio, tratar de entender el porqué de ciertas cosas y de ciertas decisiones que tuvo que tomar", aclara Ipiña.
Un intento de abordar al prócer desde una nueva perspectiva. "En un punto, es volver a tratar de interesar a la gente en nuestra historia. Y también mostrar algunas cosas que se obviaron, algo que tiene que ver con la construcción deformada de la historia que hizo la Generación del '80. La película funciona, en este caso, como una metáfora de todas las revoluciones. La revolución era de toda América. Y América era todo un conjunto. No eran países separados", explica el director.
"Es que el San Martín del Billiken se cae solo. Es una construcción muy superficial. Yo mismo, de chico, sabía que había algo más detrás de esa fachada", acuerda De la Serna, ya en Buenos Aires. No obstante, a pocos días del final del rodaje, asegura que aún no cree estar capacitado para encarnar a Don José de San Martín. "No le llego ni a los talones. Es un hombre de los que aparecen cada dos mil años" señala el actor, quien atravesó varias etapas antes de calzarse el uniforme. "Pero cuando te ponés ese traje, ya no te parás igual. Es impresionante", se entusiasma. "Además, estuve practicando esgrima durante varios meses, equitación. Y, de pronto, me veo ahí", sigue, y corta la frase de golpe.
FUENTE:
http://www.clarin.com/diario/2009/07/15/um/m-01958443.htm
VIDEO:
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