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Ministro brasileño, prohibido por Garré para funcionarios y militares
Lo que hace treinta años habría sido un delito de traición a la patria penado con el paredón, hoy es un power point que se exhibe a un público de militares retirados y ex funcionarios. El ministro de Defensa brasileño, Nelson Jobim, no tuvo empacho en mostrar -con detalles y en colores- dónde estaban los nudos estratégicos de comunicaciones y energía de su país, y dónde desplegará sus fuerzas armadas para «disuadir» a quien pensara en la peregrina idea de atacarlos.
Quizá sabía que el único funcionario del Gobierno de los Kirchner presente era el inofensivo secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, a quien está vendiéndole una flota de aviones Embraer para reequipar la deficitaria Aerolíneas Argentinas. Según trascendió, por razones difícilmente explicables, su par local, Nilda Garré, dio orden estricta de que ningún miembro de las Fuerzas Armadas concurriera a la conferencia que dio Jobim en el bello Palacio Balcarce, organizada por la revista DEF, del empresario Mario Montoto.
Este ministro «gaúcho» se mostró acérrimo defensor del servicio militar porque -dijo- «no sirve la idea de que hay un grupo del país al que otro grupo le paga para defenderlo». Lo escuchaban atentos (y asentían) el diputado Federico Pinedo; los empresarios Daniel Hadad y Marcelo Filgueras; el ministro de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro; los ex ministros Jorge Domínguez, José María Jaunarena, y los ex diplomáticos Andrés Cisneros, Enrique Petracchi y Diego Guelar, entre otros.
Después de asombrar con la visión estratégica de Brasil («Estamos hablando con las repúblicas de África del Sur por la explotación del fondo del Atlántico sur y la posible influencia británica», tema que la ONU tratará dentro de 40 años), pareció hacer una elíptica alusión a la Argentina: «En Brasil aprendimos que no sirve que cada Gobierno se pase dos años hablando mal del anterior, porque no se hace nada. Muchos piensan que su Gobierno se consolida atacando al previo, y eso no sirve». Y siguió pegando: «Nadie en Brasil piensa ya en los militares como enemigos, sino como expertos en Defensa».
También pidió una «alianza estratégica para integrar las fuerzas armadas de la región, porque tenemos problemas comunes. Venezuela quiso hacer una OTAN del Sur, pero es aún demasiado temprano y hasta peligroso. Hay que empezar integrando los cuerpos de paz para acciones humanitarias».
Y explicó que su cartera define las políticas «macro», pero no licita ni compra. Eso lo hacen los militares. «Ellos dicen qué hace falta y nosotros tomamos la decisión política de aceptar o rechazar la sugerencia», dijo.
Después explicó: «No soy militar; soy abogado y, como tal, mi defecto es basarme en la jurisprudencia, en los precedentes». Se refería a la transferencia de tecnología, un sine qua non que exige Brasil a la hora de comprar equipamiento bélico.
El ministro explicó los alcances y las novedades del plan brasileño sin dejar de argumentar a favor de la alianza con los franceses y al mismo tiempo insinuar un reproche a Washington.
¿Cuál es la razón para casarse armamentísticamente con Francia por más de u$s 12.000 millones con la adquisición de helicópteros, submarinos y 36 aviones caza? Respecto de este último rubro, en el que la Fuerza Aérea Brasileña debe expedirse técnicamente antes de fin de mes, Brasilia ya le dio un «sí político» a los Rafale de la francesa Dassault, frente a los F-18 de la Boeing de EE.UU. y los Gripen de Saab.
Para explicarlo, Jobim lo hizo desde la negativa, desde lo que EE.UU. no le dio. «En conversaciones que tuvimos con el secretario de Defensa, Robert Gates, y con el general Jim Jones (asesor en Defensa de la Casa Blanca) les dejé claro que los precedentes estadounidenses no eran buenos en materia de transferencia de tecnología», señaló.
«Hay una cosa cierta: el presidente Nicolas Sarkozy afirmó que traspasaría tecnología de manera irrestricta. En cambio, EE.UU. dijo que permitiría que la Boeing transfiriese la tecnología necesaria. El tema es quién establece hasta dónde llega lo necesario, si Brasil o EE.UU.»
Además, de resaltar la autonomía en tecnología adoptada por Francia desde que Charles De Gaulle buscó dejar de depender de EE.UU. y Gran Bretaña, Jobim volvió sobre viejas heridas infligidas por Washington: «Hugo Chávez tuvo que ir a comprar aviones a Rusia porque en 2006 le quisimos vender Supertucanos y EE.UU. no nos dejó».
Tecnología
Lo que no aclaró el ministro brasileño es que los Supertucanos de la paulista Embraer tienen piezas de tecnología estadounidense, algo que Brasil seguramente debió sopesar antes de largarse a ofrecer esos aviones. Pero los dardos de Jobim hacia EE.UU. no quedaron allí.
También tuvo algunos para la Argentina, cuando dijo que «ustedes desarmaron la fábrica de aviones de Córdoba y se la dieron a la Lockheed. Y después los norteamericanos la cerraron», concluyó.
Un consuelo, empero, hay en el alineamiento anti-Washington de Jobim: no está a favor de Teherán. «No hay ninguna posibilidad de establecer una alianza con Irán, sea tecnológica o nuclear», dijo, tajante, ante la pregunta de Ámbito Financiero sobre si podría haber cooperación en ese campo.
Fuente: Ambito Financiero