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Malvinas 1982
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<blockquote data-quote="Prinz Eugen" data-source="post: 49411" data-attributes="member: 8919"><p>Pude llegar a Malvinas en Enero de 2009 en la escala del Crucero Star Princess. Aunque estuve nada màs que 10 horas, puedo asegurar que la experiencia es impactante e inolvidable para todo argentino bien nacido. Tal vez sea la sensaciòn de territorio prohibido para nosotros, pero la verdad es que la noche anterior al desembarco casi no pude pegar un ojo de la ansiedad.</p><p></p><p>Es absolutamente cierto lo del "manto de neblina". A las 7 de la mañana el Star Princess amarrò fuera de la bahìa de Puerto Argentino porque el calado del buque le impedìa entrar en ella. Por ello fue necesario el trasbordo por medio de tenders que hicieron la llegada a la costa algo realmente impactante.</p><p></p><p>En el crucero nos habìan recomendado a los argentinos no hacernos notar en honor a mantener la paz y el orden. A mì ni se me pasò por la cabeza llevar banderas o distintivos, pero màs de uno quiso dar la "nota" ponìèndose una campera de Racing, con los obvios colores nacionales.</p><p></p><p>Una vez en tierra, me dirigì a la oficina de informes turìsticos pidiendo el mapa para ubicarme aunque sabìa muy bien adonde querìa dirigirme. Muchos fueron a Darwin, pero habìa un lìmite de 30 personas y llevaba como medio dìa entre ida y vuelta. Otras excursiones era el que llamaban "Battlefields" no muy lejos de la capital, pero en el crucero me aconsejaron no ir, porque el guìa era màs que localista: era un isleño mentiroso y me fueron muy sinceros: Vas a gastar U$S 100 y vas a volver furioso porque se nota que conoces la historia que no es la que cuentan ellos. Optè por hacerme entonces un city tour a pata. Hay taxis, pero salen bastante salados y no es lo mismo que pisar"nuestras" islas.</p><p></p><p>Lo primero que notas es que hay muchìsimo orden y limpieza. La primera impresiòn de los isleños es que son educados y circunspectos como todo british, pero nada màs que eso. </p><p></p><p>Es notable que casi nadie anda a pie. Hay muchìsimos Rovers, Mitsubishis, Toyotas, todo 4 x 4 hasta los taxis.</p><p></p><p>Es asì que me larguè con mi mujer por Ross Road a desafiar el viento tremendo que corre por la costa. A pesar de ser 13 de enero, hacìa no màs de 10 grados y la bruma impedìa ver los cerros aledaños.</p><p></p><p>Vimos la Christ Church Cathedral, la iglesia anglicana lindera al famoso monumento Arch Bones y nos mandamos para adentro. Eran las 8 de la mañana pero un cartel escrito en inglès invitaba a entrar y tirar fuerte de la puerta por el viento. Por dentro, la catedral, toda de piedra con madera es una belleza y la presencia de Dios que se respiraba en ese lugar nos impactò.</p><p></p><p>Los jardines estaban muy cuidados y ahì notamos el terreno esponjoso de la turba malvinense. </p><p></p><p>Con làgrimas en los ojos seguimos caminando por Ross Road pasando por el ùnico supermercado de la islas: el West Store de la Malvinas Islands Company. Màs adelante me volverè a referir a èl.</p><p></p><p>Màs adelante està la iglesia catòlica Saint Mary la cual es muy linda, pero toda de madera. El cura del lugar debe ser bastante gruñòn, porque en la urna de las limosnas pedìa que no le dejen ni pesos argentinos, ni pesos chilenos ni ninguna plata que no sean dòlares, euros o libras malvinenses: lo demàs no nos sirve! decìa en perfecto inglès.</p><p></p><p>Siguiendo por la misma avenida, uno se encuentra con el correo, el banco, el diario Penwin News que funciona junto con el sindicato de municipales de Stanley.</p><p></p><p>Todo el pueblo estaba embanderado, como sabiendo que habìa argentinos caminando por las calles. Eso no hace otra cosa que confesar la terrible inseguridad que tienen por mantener su statu quo. No se entiende de otra manera la fobia a los argentinos que estamos en decadencia hace rato.</p><p></p><p>Despuès del cenotafio a sus caìdos y la calle Thatcher Drive viene la casa del gobernador donde no se puede entrar si a uno no lo invitan. En vez de perros tienen caballos en sus jardines.</p><p></p><p>De pronto venìa un viejito caminando de frente. Pensè que debìa comportarme como en los pueblos de provincia y saludarlo. Good Morning! le dije y me contestò muy amable: Good Morning, sir...</p><p></p><p></p><p>En el Museo de Stanley nos atendieron dos viejas arpìas que cuando se dieron cuenta que èramos argentinos empezaron a hablar inglès lo màs ràpido que podìan. Eso sì, se hicieron entender cuando habìa que cobrar la entrada de 5 dòlares.</p><p></p><p>Hay muchos objetos de la guera, pero me sorprendì de ver una bandera argentina, porque creìa que no habìan logrado capturar ninguna. No lo toman como trofeo sino como parte de su historia. Tambièn comprendì porquè nos tienen tanta bronca: habìa carteles donde los militares de la època les daban la bienvenida a nuestro paìs con la protecciòn de la virgen del Rosario: si hay algo a lo que un anglosajòn le tiene aversiòn es al rito catòlico. Simplemente no lo entienden y no pueden comprender còmo una imagen los puede ayudar de alguna manera. El autor del cartel si no fue Seineldìn, pega en el palo, pero en vez de ganar simpatìa aùn hoy lo etiquetan como "Argentine Propaganda". Encima de todo, los isleños son re simplones, casi aburridos. La ùnica diversiòn es tomarse una cerveza a la tarde. De repente en 1982 se le llenò el pueblo de soldados y al mes le empezaron a caer las bombas. Si uno se pone en su lugar, la recuperaciòn les jodiò la vida diaria bastante y los que le devolvieron el aburrimiento al lugar son considerados sus libertadores. Aclaro que esto no significa que comparta su manera de pensar, pero quien haya tratado con ingleses, o sus descendientes, sabrà que son asì y punto.</p><p></p><p>Regresando al puerto por Ross Road, me encontrè con el Upland Goose Hotel, el cual es considerado "infamous" por ellos y lo estàn demoliendo. Me metì un poco adentro de la obra y cuando saliò un tipo con una carretilla le preguntè en inglès si podìa sacar una foto, a lo que me contestò en perfecto español: "¿còmo dice?". Asombrado le preguntè al tipo de dònde era que hablaba tan bien castellano y me gritò que era de Lima Perù y que lo habìan llevado a trabajar en la construcciòn y le pagaban requetebien. Me contò que habìa muchos màs trabajando en las islas y que los latinos entre uruguayos, peruanos y chilenos son unos 800, lo que echa por tierra la suposiciòn de que son todos british.</p><p></p><p>Ademàs en los negocios de souvenirs hay empleados que son morochitos, no negros que tampoco son autòctonos. Son de Santa Elena, Mauricio y otras colonias y los traen a trabajar a Malvinas, porque el crecimiento demogràfico es negativo. Los tipos que nacen y crecen en Malvinas, por lo general se van a Londres a estudiar y trabajar y vuelven cuando son viejos de 70 años para morirse en Malvinas.</p><p></p><p>O sea que de los 2400 que viven ahì, la mitad son nacidos y criados y el resto latinoamericanos y traìdos de otras colonias britànicas. Para tenerlo en cuenta cuando tengamos diplomàticos como la gente...</p><p></p><p>En el West Store de la FIC, se puede comprar desde una birome hasta un Land Rover. Son amantes de los vinos chilenos y todo lo que hay es muy caro. Tienen cervezas de todo el mundo, pero tienen una debilidad: la cerveza Budweiser. Y aquì lo màs insòlito: a pesar que dicen que nos odian, la Budweiser que toman se hace acà, en la Provincia de Santa Fe!!!!! Y le tapan el origen con la etiqueta del precio los muy chotos. Claro està que viene triangulada por Chile.</p><p></p><p>La comida es muy cara, una hamburguesa con Coca Cola vale como 15 libras. La libra malvinense equivale a 1,70 dòlares. Si uno paga con dòlares, los desgraciados te dan el vuelto con libras malvinenses. Y esas libras no las quieren ni siquiera en Londres. O sea que uno las tiene que gastar o traerselas de recuerdo. Encima, como no conocen el sistema decimal, es un martirio comprender las equivalencias: Libra, Guineas, chelines, peniques. A tal punto que cuando fui a comprar unos souvenirs, la vieja que me atendiò, perdiò la paciencia y en perfecto español me dijo abandonò la postura "kelper" y me dijo: "Señor, yo le voy a explicar", lo que realmente me regocijò. Le dì las gracias en español y me fui.</p><p></p><p>Despuès de caminar tantas cuadras nos metimos en el Glove Tavern que estaba atestado de gente. Cada crucero es una fiesta para los aburridos malvinenses. Habìa americanos, italianos, mexicanos y por supuesto nosotros argentos dispuestos a tomarnos una buena birra en nuestra tierra. Pedimos un par de cervezas y nos trajeron unos tazones enormes con Guiness y Fosters. Mucha alegrìa, dardos, risas. Se les va el embole a estos tipos cuando empiezan a chupar. Asì que hermanados por la cerveza pasamos un buen rato. Sabiendo lo caro que es todo, pedimos la cuenta esperando un tiro por la cabeza. La moza nos dijo: Ten Dollars. Le preguntè si cada una a lo que me respondiò que era por las dos cervezas. Me quedè encantado de pagar 10 dòlares por las dos birras, porque eran màs baratas que en Retiro. Y el momento y el lugar no me los va a robar nadie en el resto de mi vida.</p><p></p><p>No nos quedaba mucho tiempo. Eran las 4 de la tarde y el ultimo tender hacia el crucero salìa a las 6 en punto. Caminamos un poco mas hacia el sur y en direcciòn al aeropuerto, el que no alcanzamos porque eran muchìsimas cuadras. Sì vimos un Panhard frente a una casa, el mismo que he visto sobre tacos en algùn post, pero ahora con las ruedas puestas y en franca restauraciòn.</p><p></p><p>Màs adelante està el cementerio civil, estropeadìsimo y con unos cuervos enormes del tamaño de un hombre. Subiendo una cuesta en S muy bien llamada Snake Road, desembocamos en la Herbert Jones Road. Este tipo es realmente un hèroe para los malvinenses que no conocen la historia completa. Tambièn està la avenida en homenaje a Jeremy Moore, pero este tipo era otra clase de persona.</p><p></p><p>Durante todo el dìa busquè la oportunidad de llevarme un poco de tierra de recuerdo pero nunca conseguì el lugar apropiado, porque a pesar de que no hay mucha gente en la calle (casi nadie) pareciera que atràs de las ventanas de las casas nos estaban vigilando y observando. Es una sensaciòn nada màs, pero conociendo lo buchones que son los isleños, creo que no es infundada.</p><p></p><p>Asì que en una entrada a una cochera juntè coraje, agarrè una bolsa y le metì para adentro un buen terròn de tierra, con pasto y con piedras del lugar. Al irme, como venìa en un crucero, no habìa aduana ni nada de eso y no me revisaron la mochila. Hoy la turba se ha secado y tiene un lugar privilegiado en el living de mi casa. </p><p></p><p>Concluyendo: una experiencia inolvidable. 10 horas excitantes y me quedè con ganas de màs. Los malvinenses son aburridos algunos, correctos otros, y muy amables todos. Que debe haber imbèciles, claro que sì. Pero en Argentina continental tambièn los hay.</p><p></p><p>La gente comùn es una cosa. Los polìticos son otra (igual que aquì). Los polìticos sobreactuan demasiado su cargo y tambièn sobreactuan su "odio" hacia la Argentina. Creen que el gobierno de hoy es como la Junta Militar y no saben diferenciar a la gente comùn de nuestro paìs de los polìticos.</p><p></p><p>Sinceramente creo que se puede hablar con ellos. Son muy pocos y con una cerveza en la mano no son tan diferentes a nosotros. No me jode que piensen que son britànicos, porque los que viven en Gaiman, Trevelin o algùn otro enclave de descendientes britànicos tambièn se sienten orgullosos por sus raìces, pero sin olvidarse que son argentinos. Estos tipos son argentinos, pero no lo quieren admitir. Si ellos son felices asì, habrìa que dejarlos tranquilos pero recordàndoles que en algùn momento nuestro paìs va a retomar la senda de un paìs normal y respetable. Tal vez en ese momento se les vaya la fobia a nosotros y estemos en condiciones de recuperar nuestras islas.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Prinz Eugen, post: 49411, member: 8919"] Pude llegar a Malvinas en Enero de 2009 en la escala del Crucero Star Princess. Aunque estuve nada màs que 10 horas, puedo asegurar que la experiencia es impactante e inolvidable para todo argentino bien nacido. Tal vez sea la sensaciòn de territorio prohibido para nosotros, pero la verdad es que la noche anterior al desembarco casi no pude pegar un ojo de la ansiedad. Es absolutamente cierto lo del "manto de neblina". A las 7 de la mañana el Star Princess amarrò fuera de la bahìa de Puerto Argentino porque el calado del buque le impedìa entrar en ella. Por ello fue necesario el trasbordo por medio de tenders que hicieron la llegada a la costa algo realmente impactante. En el crucero nos habìan recomendado a los argentinos no hacernos notar en honor a mantener la paz y el orden. A mì ni se me pasò por la cabeza llevar banderas o distintivos, pero màs de uno quiso dar la "nota" ponìèndose una campera de Racing, con los obvios colores nacionales. Una vez en tierra, me dirigì a la oficina de informes turìsticos pidiendo el mapa para ubicarme aunque sabìa muy bien adonde querìa dirigirme. Muchos fueron a Darwin, pero habìa un lìmite de 30 personas y llevaba como medio dìa entre ida y vuelta. Otras excursiones era el que llamaban "Battlefields" no muy lejos de la capital, pero en el crucero me aconsejaron no ir, porque el guìa era màs que localista: era un isleño mentiroso y me fueron muy sinceros: Vas a gastar U$S 100 y vas a volver furioso porque se nota que conoces la historia que no es la que cuentan ellos. Optè por hacerme entonces un city tour a pata. Hay taxis, pero salen bastante salados y no es lo mismo que pisar"nuestras" islas. Lo primero que notas es que hay muchìsimo orden y limpieza. La primera impresiòn de los isleños es que son educados y circunspectos como todo british, pero nada màs que eso. Es notable que casi nadie anda a pie. Hay muchìsimos Rovers, Mitsubishis, Toyotas, todo 4 x 4 hasta los taxis. Es asì que me larguè con mi mujer por Ross Road a desafiar el viento tremendo que corre por la costa. A pesar de ser 13 de enero, hacìa no màs de 10 grados y la bruma impedìa ver los cerros aledaños. Vimos la Christ Church Cathedral, la iglesia anglicana lindera al famoso monumento Arch Bones y nos mandamos para adentro. Eran las 8 de la mañana pero un cartel escrito en inglès invitaba a entrar y tirar fuerte de la puerta por el viento. Por dentro, la catedral, toda de piedra con madera es una belleza y la presencia de Dios que se respiraba en ese lugar nos impactò. Los jardines estaban muy cuidados y ahì notamos el terreno esponjoso de la turba malvinense. Con làgrimas en los ojos seguimos caminando por Ross Road pasando por el ùnico supermercado de la islas: el West Store de la Malvinas Islands Company. Màs adelante me volverè a referir a èl. Màs adelante està la iglesia catòlica Saint Mary la cual es muy linda, pero toda de madera. El cura del lugar debe ser bastante gruñòn, porque en la urna de las limosnas pedìa que no le dejen ni pesos argentinos, ni pesos chilenos ni ninguna plata que no sean dòlares, euros o libras malvinenses: lo demàs no nos sirve! decìa en perfecto inglès. Siguiendo por la misma avenida, uno se encuentra con el correo, el banco, el diario Penwin News que funciona junto con el sindicato de municipales de Stanley. Todo el pueblo estaba embanderado, como sabiendo que habìa argentinos caminando por las calles. Eso no hace otra cosa que confesar la terrible inseguridad que tienen por mantener su statu quo. No se entiende de otra manera la fobia a los argentinos que estamos en decadencia hace rato. Despuès del cenotafio a sus caìdos y la calle Thatcher Drive viene la casa del gobernador donde no se puede entrar si a uno no lo invitan. En vez de perros tienen caballos en sus jardines. De pronto venìa un viejito caminando de frente. Pensè que debìa comportarme como en los pueblos de provincia y saludarlo. Good Morning! le dije y me contestò muy amable: Good Morning, sir... En el Museo de Stanley nos atendieron dos viejas arpìas que cuando se dieron cuenta que èramos argentinos empezaron a hablar inglès lo màs ràpido que podìan. Eso sì, se hicieron entender cuando habìa que cobrar la entrada de 5 dòlares. Hay muchos objetos de la guera, pero me sorprendì de ver una bandera argentina, porque creìa que no habìan logrado capturar ninguna. No lo toman como trofeo sino como parte de su historia. Tambièn comprendì porquè nos tienen tanta bronca: habìa carteles donde los militares de la època les daban la bienvenida a nuestro paìs con la protecciòn de la virgen del Rosario: si hay algo a lo que un anglosajòn le tiene aversiòn es al rito catòlico. Simplemente no lo entienden y no pueden comprender còmo una imagen los puede ayudar de alguna manera. El autor del cartel si no fue Seineldìn, pega en el palo, pero en vez de ganar simpatìa aùn hoy lo etiquetan como "Argentine Propaganda". Encima de todo, los isleños son re simplones, casi aburridos. La ùnica diversiòn es tomarse una cerveza a la tarde. De repente en 1982 se le llenò el pueblo de soldados y al mes le empezaron a caer las bombas. Si uno se pone en su lugar, la recuperaciòn les jodiò la vida diaria bastante y los que le devolvieron el aburrimiento al lugar son considerados sus libertadores. Aclaro que esto no significa que comparta su manera de pensar, pero quien haya tratado con ingleses, o sus descendientes, sabrà que son asì y punto. Regresando al puerto por Ross Road, me encontrè con el Upland Goose Hotel, el cual es considerado "infamous" por ellos y lo estàn demoliendo. Me metì un poco adentro de la obra y cuando saliò un tipo con una carretilla le preguntè en inglès si podìa sacar una foto, a lo que me contestò en perfecto español: "¿còmo dice?". Asombrado le preguntè al tipo de dònde era que hablaba tan bien castellano y me gritò que era de Lima Perù y que lo habìan llevado a trabajar en la construcciòn y le pagaban requetebien. Me contò que habìa muchos màs trabajando en las islas y que los latinos entre uruguayos, peruanos y chilenos son unos 800, lo que echa por tierra la suposiciòn de que son todos british. Ademàs en los negocios de souvenirs hay empleados que son morochitos, no negros que tampoco son autòctonos. Son de Santa Elena, Mauricio y otras colonias y los traen a trabajar a Malvinas, porque el crecimiento demogràfico es negativo. Los tipos que nacen y crecen en Malvinas, por lo general se van a Londres a estudiar y trabajar y vuelven cuando son viejos de 70 años para morirse en Malvinas. O sea que de los 2400 que viven ahì, la mitad son nacidos y criados y el resto latinoamericanos y traìdos de otras colonias britànicas. Para tenerlo en cuenta cuando tengamos diplomàticos como la gente... En el West Store de la FIC, se puede comprar desde una birome hasta un Land Rover. Son amantes de los vinos chilenos y todo lo que hay es muy caro. Tienen cervezas de todo el mundo, pero tienen una debilidad: la cerveza Budweiser. Y aquì lo màs insòlito: a pesar que dicen que nos odian, la Budweiser que toman se hace acà, en la Provincia de Santa Fe!!!!! Y le tapan el origen con la etiqueta del precio los muy chotos. Claro està que viene triangulada por Chile. La comida es muy cara, una hamburguesa con Coca Cola vale como 15 libras. La libra malvinense equivale a 1,70 dòlares. Si uno paga con dòlares, los desgraciados te dan el vuelto con libras malvinenses. Y esas libras no las quieren ni siquiera en Londres. O sea que uno las tiene que gastar o traerselas de recuerdo. Encima, como no conocen el sistema decimal, es un martirio comprender las equivalencias: Libra, Guineas, chelines, peniques. A tal punto que cuando fui a comprar unos souvenirs, la vieja que me atendiò, perdiò la paciencia y en perfecto español me dijo abandonò la postura "kelper" y me dijo: "Señor, yo le voy a explicar", lo que realmente me regocijò. Le dì las gracias en español y me fui. Despuès de caminar tantas cuadras nos metimos en el Glove Tavern que estaba atestado de gente. Cada crucero es una fiesta para los aburridos malvinenses. Habìa americanos, italianos, mexicanos y por supuesto nosotros argentos dispuestos a tomarnos una buena birra en nuestra tierra. Pedimos un par de cervezas y nos trajeron unos tazones enormes con Guiness y Fosters. Mucha alegrìa, dardos, risas. Se les va el embole a estos tipos cuando empiezan a chupar. Asì que hermanados por la cerveza pasamos un buen rato. Sabiendo lo caro que es todo, pedimos la cuenta esperando un tiro por la cabeza. La moza nos dijo: Ten Dollars. Le preguntè si cada una a lo que me respondiò que era por las dos cervezas. Me quedè encantado de pagar 10 dòlares por las dos birras, porque eran màs baratas que en Retiro. Y el momento y el lugar no me los va a robar nadie en el resto de mi vida. No nos quedaba mucho tiempo. Eran las 4 de la tarde y el ultimo tender hacia el crucero salìa a las 6 en punto. Caminamos un poco mas hacia el sur y en direcciòn al aeropuerto, el que no alcanzamos porque eran muchìsimas cuadras. Sì vimos un Panhard frente a una casa, el mismo que he visto sobre tacos en algùn post, pero ahora con las ruedas puestas y en franca restauraciòn. Màs adelante està el cementerio civil, estropeadìsimo y con unos cuervos enormes del tamaño de un hombre. Subiendo una cuesta en S muy bien llamada Snake Road, desembocamos en la Herbert Jones Road. Este tipo es realmente un hèroe para los malvinenses que no conocen la historia completa. Tambièn està la avenida en homenaje a Jeremy Moore, pero este tipo era otra clase de persona. Durante todo el dìa busquè la oportunidad de llevarme un poco de tierra de recuerdo pero nunca conseguì el lugar apropiado, porque a pesar de que no hay mucha gente en la calle (casi nadie) pareciera que atràs de las ventanas de las casas nos estaban vigilando y observando. Es una sensaciòn nada màs, pero conociendo lo buchones que son los isleños, creo que no es infundada. Asì que en una entrada a una cochera juntè coraje, agarrè una bolsa y le metì para adentro un buen terròn de tierra, con pasto y con piedras del lugar. Al irme, como venìa en un crucero, no habìa aduana ni nada de eso y no me revisaron la mochila. Hoy la turba se ha secado y tiene un lugar privilegiado en el living de mi casa. Concluyendo: una experiencia inolvidable. 10 horas excitantes y me quedè con ganas de màs. Los malvinenses son aburridos algunos, correctos otros, y muy amables todos. Que debe haber imbèciles, claro que sì. Pero en Argentina continental tambièn los hay. La gente comùn es una cosa. Los polìticos son otra (igual que aquì). Los polìticos sobreactuan demasiado su cargo y tambièn sobreactuan su "odio" hacia la Argentina. Creen que el gobierno de hoy es como la Junta Militar y no saben diferenciar a la gente comùn de nuestro paìs de los polìticos. Sinceramente creo que se puede hablar con ellos. Son muy pocos y con una cerveza en la mano no son tan diferentes a nosotros. No me jode que piensen que son britànicos, porque los que viven en Gaiman, Trevelin o algùn otro enclave de descendientes britànicos tambièn se sienten orgullosos por sus raìces, pero sin olvidarse que son argentinos. Estos tipos son argentinos, pero no lo quieren admitir. Si ellos son felices asì, habrìa que dejarlos tranquilos pero recordàndoles que en algùn momento nuestro paìs va a retomar la senda de un paìs normal y respetable. Tal vez en ese momento se les vaya la fobia a nosotros y estemos en condiciones de recuperar nuestras islas. [/QUOTE]
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