Vuelve el submarino nuclear brasilero
Algunos días después de que el Presidente Chávez viajará a Rusia para negociar la compra de nueve submarinos convencionales, el Comandante de la Armada de Brasil, Almirante Julio Moura expresó que el proyectado submarino nuclear de ataque (SNA) brasilero estaría propulsado por un reactor que permitiría su uso dual, con capacidad para generar electricidad a pequeñas ciudades de no más de 10.000 habitantes.
La construcción del SNA forma parte un programa de la Armada brasilera iniciado en 1979 y cuyo progreso ha trascendido públicamente con frecuencia irregular, sufriendo de limitaciones presupuestarias y de oscilaciones de prioridades en las políticas militares, sin embargo cabe remarcar, que sucesivos gobiernos, de distintos partidos nunca cancelaron este proyecto, por coincidir todos ellos, en la importancia estratégica que el mismo significa para la seguridad del país.
Entre 1979 a 1991 Brasil gastó en el desarrollo del proyecto del SNA, unos USD 405 millones, de los cuales USD 180 millones fueron asignados en el desarrollo del ciclo de combustible nuclear y USD 225 millones en el desarrollo del reactor y sus componentes. El SNAC II, como se lo denomina oficialmente, tendrá entre 2900 a 3500 toneladas, con una longitud de 70 metros y diámetro mayor de 8 metros, equipado con un reactor de 48 Mega Watts, que le permitirán navegar a 28 nudos de velocidad. Con el reducido aporte de asignación presupuestaria actual, de tan solo USD 26 millones por año, provenientes exclusivamente del presupuesto de la Armada Brasilera, no se podría concluir el mismo antes del 2015/2020. Se aprecia que el costo de cada submarino nuclear oscilaría entre USD 350 a 400 millones, pero sumado el proceso de investigación y desarrollo previo que necesariamente requeriría una primera unidad, este costo ascendería aproximadamente a USD 1200 millones.
El principal problema es el diseño y construcción de un reactor nuclear de pequeñas dimensiones, que quepa dentro del casco del submarino y que requiera de mínimas transferencias tecnológicas del extranjero como condición necesaria. Los costos de investigación y desarrollo no son precisamente baratos, en este momento faltarían algo más de USD 500 millones para concluirlo, pero tampoco sería sencillo superar algunas presiones políticas de las grandes potencias con capacidad nuclear, que objetarían que un país sudamericano cuente con un submarino nuclear. El SNA podría operar no solo en aguas costeras o jurisdiccionales, sino en cualquier otro lugar del mundo por tiempo ilimitado, por no requerir prácticamente reabastecimiento de combustible. Pero Brasil está ubicado en una posición ante la comunidad internacional como país sudamericano que lo diferencia y es posible que sea beneficiado por la excepción, omitiendo así la cuestión más obvia, cual es que el principal empleo operativo de un submarino, convencional o nuclear, no es otra que la de hundir a buques enemigos con discreción.
El mismo presidente Lula da Silva afirmó el mes pasado "que la conclusión de ese reactor nos permitiría ingresar en el selecto grupo de países con capacidad de desarrollar submarinos a propulsión nuclear", otorgando así un apoyo político definitorio al proyecto.
Anteriormente Lula otorgó un nuevo impulso al proyecto nuclear al poner en marcha una planta enriquecedora de uranio en 1989, como parte integral del mismo programa, lo que ocasionó un aún no bien aclarado incidente con la Comisión Internacional de Energía Atómica, a la cual se le restringió la libertad de inspeccionar esas instalaciones localizadas en Rosende, a un centenar de kilómetros al sudoeste de Rio de Janeiro, argumentando que así preservaban el "secreto industrial". De alguna manera la actitud de Brasil puede aproximarse a la de Israel, respecto a la negativa de admitir inspección alguna de organismos internacionales, ante la mirada distraída de los Estados Unidos y sus aliados.
El tema nuclear ha sido un aspecto permanentemente controversial para Brasil, en lo que respecta a la construcción de una bomba atómica, como reacción de los desarrollos de Argentina en esa misma dirección y que fueran oficialmente desactivados por el presidente Sarney en 1985, aunque algunas versiones indican que los militares y científicos brasileros continuaron con investigaciones asociadas hasta 1990.
En 2003 el tema se volvió agitar, cuando el entonces Ministro de Ciencia y Tecnología Eduardo Campos expresó, que Brasil debería continuar la búsqueda de, "toda forma de conocimiento científico, sea este el genoma, el ADN o la fisión nuclear". Si bien el gobierno brasilero negó enfáticamente, que suscribiera a otro uso de la energía nuclear, que no fuere el pacífico, muchos asociaron estas declaraciones con la bomba y el ministro renunció inmediatamente para aclarar aún mejor las cosas.
Brasil es uno de los pocos países que cuenta con la capacidad para fabricar submarinos bajo licencia alemana en los astilleros del Arsenal de Marina de Rio de Janeiro (AMRJ). Entre 1989 y 1999 se armaron 3 denominados clase "Tupi", que son tipo 209 de 1400 toneladas, y un cuarto entregado en 2006 con mejoras importantes en sus prestaciones, que ha sido denominado clase "Tikuna". En el futuro inmediato se proyectaría comenzar con la construcción del moderno tipo 214, habiéndose suspendido ya hace algunos años la construcción de hasta tres 3 unidades 209 adicionales.
Brasil dispone de cinco submarinos para vigilar una extensión marítima jurisdiccional de 3,6 millones de Km2, bautizada significativamente como "Amazonia Azul", además de reclamar ante las Organización de las Naciones Unidas de 900.000 Km2 correspondiente a su plataforma continental.
El Almirante Moura manifestó que los medios navales con que cuenta son escasos, dada la importancia que el mar tiene para Brasil, que extrae el 80 % de su petróleo de plataformas offshore y por el cual navegan el 95 % de su intercambio comercial internacional. El programa de reequipamiento de la Armada en el largo plazo, hasta el 2025, requeriría en sus primeros siete años de USD 2600 millones, que incluye la construcción de un submarino convencional y la modernización de los otro cinco ya en servicio, en el AMRJ, además de la construcción de nueve buques patrulleros oceánicos.
El tranquilizador razonamiento del Almirante Moura es, que de cumplirse ese plan de reequipamiento naval, no hay por que preocuparse por la ruptura del equilibrio regional. El claro mensaje del submarino nuclear tiene muy claramente como destinatario a Venezuela, ya que agregó, "Venezuela tiene un programa de reequipamiento, tal como nosotros tratamos de hacerlo en Brasil", y refiriéndose a la compra de los submarinos rusos agregó, "no me parece que sea un riesgo" y que, "Venezuela tiene relaciones diplomáticas cordiales con Brasil y sus Marinas tienen muy buenas relaciones."
Las declaraciones referidas al desarrollo del SNA brasilero tanto en el nivel político como en el militar, coincidentes con fricciones en las relaciones con Venezuela, en el contexto de creciente adquisición armas, entre los que se contarían submarinos rusos, y el no muy convincente argumento comunicacional brasilero con el cual se reinstaló nuevamente el tema, como es el de brindar apoyo a la comunidad, además de las contemplativas justificaciones del rearme venezolano, sugiere que el proyecto del SNA contaría con un renovado impulso eficiente, tanto político como presupuestario, lo que acortaría significativamente los plazos que estaban vigentes hasta ahora, y que consecuentemente contribuiría para que Brasil mantenga una incuestionable superioridad estratégica militar regional en el mediano plazo y que respecto a su componente naval volcaría todos sus esfuerzos, ya no para competir por un objetivo cuantitativo de submarinos convencionales, sino que, cambiando las reglas de juego, conquistar un objetivo cualitativo en lo material y psicológico, como es el contar con un SNA operativo.
Por Ignacio J. Osacar
18/07/07
NUEVA MAYORIA