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“Los nazis siguen creyendo que hicieron lo correcto” entrevista a Laurence Rees
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<blockquote data-quote="Leutnant" data-source="post: 395334" data-attributes="member: 45"><p>Que unos cuantos indeseables que en realidad NO representan al pueblo alemán, digan que aún hoy piensan que lo que hicieron fué correcto, solo demuestra que no han podido superar el automatismo del odio y del miedo. </p><p></p><p><strong><u>Recomiendo leer:</u></strong> "<em>Si esto es un hombre</em>" de Primo Levi. Luego ver: "<em>Nazi Concentration Camps</em>". Solo para tener una vaga idéa de lo que estos hombres hicieron.</p><p></p><p>Hubo alemanes que lucharon por su patria, por su familia, y por sus propias vidas, a ellos mis respetos. Pero a los Comandantes de los Campos, a los Mengeles, a los Himmlers, y toda esa calaña... Mi mayor desprecio.</p><p></p><p>Me permito compartir con ustedes foristas, un ensayo que realicé para la catedra de Análisis del Discurso, en mi universidad justamente sobre la obra de Primo Levi "Si esto es un Hombre". Trata sobre todo esto.</p><p>Es mi punto de vista, es lo que vivió mi familia:</p><p></p><p>Al día de hoy, nada queda de alemán en mi familia. Mi abuela falleció, mi tío falleció, y mi madre les siguió hace ya nueve años. Todo lo que sé respecto a esos años de horror, lo sé por mi propio interés. Mi madre jamás nombro palabra, nunca me quiso decir nada al respecto, y yo preguntaba. “¿Pero por qué queres saber eso?”, me dijo una vez, “Vos no queres saber”, siguió. Nunca más volví a hablar de ese tema con mi madre. Pero de igual manera, leí, investigué, y lamentablemente: vi. Cuanta razón tenía mi madre en el momento en que me dijo que yo en realidad no quería saber. Cuando abrí los libros, vi las fotografías, vi los documentales y las películas, y leí las historias de los que allí estuvieron… Que gran pena me dio este mundo. Que gran pena me dio mi propia sangre. </p><p></p><p>Al terminar la 2da Guerra Mundial, por orden del general estadounidense Eisenhower, todos los prisioneros alemanes debían entrar a unas pequeñas salas de cine, donde se mostraron las imágenes de los campos de concentración recientemente liberados (como si quedara alguien por liberar). Todos se horrorizaron. Nadie sabia nada. Los civiles que vivían a los alrededores de los campos en Alemania, fueron invitados por el general Patton a visitar la obra del Dritte Reich. Cuando llegaron, se encontraron con cuerpos apilados unos sobre otros, montañas de cadáveres totalmente desnutridos; muertos que asomaban sus extremidades de los vagones de tren, y de las barracas…</p><p>Y nadie sabia nada. ¿Y nadie sabia nada? De los 30 millones de alemanes, al llegar los Aliados, no quedaba un solo miembro del partido nazi. ¿Y nadie sabia nada? Los aliados encontraron más de 300 campos de trabajo y de exterminio solamente en Alemania. ¿Y nadie sabia nada?</p><p></p><p>Pero bueno, ¿quién puede realmente culparlos? ¿Quién? Al terminar de recorrer los campos de exterminio, las mujeres se desmayaban, y los hombres ya decididos a salir corriendo de esos horrendos paseos turísticos, eran parados por la Policía Militar, y puestos a trabajar, removiendo los cuerpos y llevándolos a fosas comunes. Ahora si sabían. Ahora, llevando los muertos sobre sus hombros, si se les caía la cara de vergüenza, de espanto, de indignación. Los orgullosos hombres de Prusia, de Alsacia, de Silesia, del Tirol, de la Gross Deutscheland, ahora bajaban las cabezas, asqueados. </p><p>Recién ahora cuando después de haber mandado a más de 4.000.000 de sus hijos a la muerte en una guerra atroz, y de ser bombardeados día y noche en Bremen, en Munich, en Berlín. Después de pasar hambre, de vivir en ruinas, de convertirse cada mujer y cada hombre, y cada niño en soldado. </p><p></p><p>Después de haber señalado a los homosexuales, a los judíos, a los socialistas, a los deficientes mentales, a los intelectuales, como Üntermensch a los que las SS podían llevarse para no tener que convivir con ellos, ni respirar el mismo aire. </p><p>Recién después de todo esto, los alemanes se reducían a pequeñas personitas que ni podían sostener la mirada, y pedían perdón, y se ponían de rodillas, y recordaban que tenían sentimientos. Recién ahora veían su locura y su miedo. Murió el orgullo, murió la superioridad, murió el deber y la obediencia ciega, murió el Reich, murió Alemania, murió la mentira de la Germania de los 1000 años. </p><p>Ahora ya no eran dioses. Ahora eran hombres, seres humanos. Idénticos a los que estaban levantando, ya putrefactos, para enterrarlos en cal. Moviendo cadáveres de aquí para allá, en total silencio. Los alemanes ya no cantaban con la frente en alto Deutscheland Erwachen. Ya no se escuchaban victoriosas las estrofas de Die Fahne Hoch. El glorioso pueblo aleman había dejado de existir entre los alambrados y los barracones, llenos de cuerpos que los miraban reprochantes. </p><p>Poco después los criminales, responsables por todo el pueblo aleman, fueron enjuiciados en Nüremberg. ¿Pero, que podía seguir ahora? ¿Cómo se puede seguir viviendo ante tremenda catástrofe? Nadie respondió. Solamente el hombre pasó de página, y la muerte seguiría en otra parte. Es por esto que yo mismo me pregunto: ¿Quien puede juzgar a los alemanes? Y generalmente me respondo, derrotista: “Nadie, por que el hombre es así”. Y puedo darme este lujo de ser pesimista. ¿Por qué? Porque luego de todo esto, el hombre siguió con el exterminio del hombre. Los que sirvieron de jueces en Nüremberg, luego sería enemigos. Los que liberaron los campos de concentración en Auschwitz, en Dachau, en Treblinka, matarían, y violarían, y exterminarían en Vietnam, en Algeria, en Ucrania, en Sudamérica, en Afganistán, en Irak… </p><p></p><p>¿Qué ha cambiado realmente? Nada ha cambiado. Los maniacos cambian de nombre, y los ejércitos de uniforme, y las victimas de étnias. Pero el odio y el miedo del hombre por el hombre, son los mismos que el de aquellos alemanes de Hitler, de las banderas, de las marchas, las antorchas, los uniformes y las armas. </p><p>El hombre es el único ser que tropieza una y otra vez con la misma piedra. Y también es el único que puede llegar a ser además de un asesino, un perfecto hipócrita. El único, que puede ser miembro de las Waffen SS, y lucir su uniforme de muerte, y entrenas para matar, y asesinar, para luego decir: “¿Cómo poder escribir después de Auschwitz?”. Lo único de positivo en el ser humano es que al menos demuestra remordimiento. Que almenos puede darse cuenta de que fue un autómata, y asesinó y torturó sin ninguna otra razón más que el deber impuesto. Y así es como sucedió en la 2da Guerra Mundial y el Holocausto, y como sigue pasando en la actualidad. </p><p></p><p>Primo Levi, remarcó esto al relatarnos que ya nada tenían que ver el bien y el mal. Nada tenia que ver si lo que hago es justo o injusto. Es el deber. La automaticidad de las reglas y el orden del deber. No existe el porqué. Hay que hacerlo y punto. </p><p>La disciplina prusiana nos dice que: “La victoria absoluta, radica en la obediencia absoluta”. Con esto el individuo no existe. Con esto el individuo es un arma, es un número, es una herramienta. Con esto el soldado puede matar, y puede hacer cualquier cosa que sea “necesaria”. Y con esto se puede hacer de un hombre, un esclavo que puede olvidarse de su humanidad y trabajar en un campo de concentración, hasta que su cuerpo desfallezca. </p><p>Esto es lo que Primo Levi trató de compartir con el mundo. Esta visión de los hechos que nos hacen ver a un ser humano totalmente despojado de su ser. Tanto del torturador, como del torturado. Tanto del soldado aleman como del judío cautivo. Es un manifiesto del horror del hombre contra el hombre. No pura propaganda de posguerra para demonizar a un pueblo en especial, sino para entender la naturaleza del hombre. </p><p></p><p>Es muy triste ver, que tantas vidas perdidas no han ayudado en revertir esta naturaleza destructiva del hombre.</p><p>Es muy triste ver que luego de los campos de exterminio en Alemania, en Polonia, en Austria, y los muertos por los bombardeos y la metralla, las balas, el fuego, y la gente atomizada en Japón, el hombre solo haya buscado nuevas formas para destruirse. Si esas armas sirvieron para matar a tal número de personas, busquemos la forma para crear armas aún más destructivas. Si aquellos métodos de tortura funcionaron para doblegar a millones de personas, utilicémoslos para doblegar a los enemigos de ahora. Ese es el pensamiento del ser humano. Esos han sido los avances y los cambios que trajo la guerra. No ha cambiado nada… Esa es la respuesta a ¿Qué sigue después de Auschwitz? </p><p>Si ni es Auschwitz, es Abú Grahib, si no es Abú Grahib, es Guantánamo. Si no son nazis, son republicanos. Si no son judíos, son musulmanes palestinos, afgános o iraquíes. </p><p>Pareciera que Hitler nunca hubiese muerto. Que la guerra nunca hubiese acabado. Que los enemigos nunca dejan de aparecer por el mundo, y que siempre el más débil parece ser el chivo expiatorio. Pareciera que los autómatas nunca hubiesen bajado el fusil, y los prisioneros volver a ser humanos ante sus ojos. </p><p></p><p>La propaganda, introducida en las mentes de los ciudadanos alemanes desde el momento en que Hitler fue nombrado Canciller y luego Führer del Reich, en el cual se preparaba a la multitud expectante a una guerra ya próxima y totalmente necesaria para la expansión del espacio vital, parecieran nunca haber dejado de transmitir. La guerra constante, de un enemigo malévolo, infrahumano, y que no merece la vida, puede fácilmente traducirse a la situación geopolítica actual. Pasan los años, pero el hombre es el mismo. </p><p></p><p>“<em>Si esto es un hombre</em></p><p><em>Los que vivís seguros</em></p><p><em>En vuestras casas caldeadas</em></p><p><em>Los que os encontráis, al volver por la tarde, </em></p><p><em>La comida caliente y los rostros amigos:</em></p><p><em>Considerad si es un hombre </em></p><p><em>Quien trabaja en el fango</em></p><p><em>Quien no conoce la paz</em></p><p><em>Quien lucha por la mitad de un panecillo</em></p><p><em>Quien muere por un sí o por un no.</em></p><p><em>Considerad si es una mujer</em></p><p><em>Quien no tiene cabellos ni nombre</em></p><p><em>Ni fuerzas para recordarlo</em></p><p><em>Vacía la mirada y frío el regazo</em></p><p><em>Como una rana invernal.</em></p><p><em>Pensad que esto ha sucedido:</em></p><p><em>Os encomiendo estas palabras.</em></p><p><em>Grabadlas en vuestros corazones</em></p><p><em>Al estar en casa, al ir por la calle,</em></p><p><em>Al acostaros, al levantaros;</em></p><p><em>Repetídselas a vuestros hijos.</em></p><p><em>O que vuestra casa se derrumbe, </em></p><p><em>La enfermedad os imposibilite, </em></p><p><em>Vuestros descendientes os vuelvan el rostro</em>.”</p><p></p><p>En efecto, esto es un hombre. Si que lo es, cuando vivimos en mundo en que tontamente se engaña de que el holocausto fue una horrible cosa del pasado que nuca más volverá a ocurrir, mientras que impávidos en nuestras casas miramos la televisión y vivimos nuestras vidas comúnmente, al mismo tiempo que al otro lado del mundo 650.000 iraquíes ya han muerto por la guerra, y que otros se encuentran cautivos en nuevos campos de concentración. Si, esto es un hombre. Y ni siquiera tenemos que ir tan lejos para ver lo que el hombre hace por el hombre, cuando a unos metros de la puerta de nuestras propias casas un chico está durmiendo en la calle, agarrándose el estómago por el hambre. </p><p>Si, esto es un hombre. Y no me refiero al que sufre, y al que ha que por la situación y el martirio ha perdido su humanidad, sino a todos nosotros que dejamos hacer. A todos nosotros que permitimos que hoy en día esto sigua ocurriendo. Por que el hombre no ha cambiado.</p><p></p><p>Atte. José (Leutnant)</p><p></p><p></p><p>Saludos!!!</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Leutnant, post: 395334, member: 45"] Que unos cuantos indeseables que en realidad NO representan al pueblo alemán, digan que aún hoy piensan que lo que hicieron fué correcto, solo demuestra que no han podido superar el automatismo del odio y del miedo. [B][U]Recomiendo leer:[/U][/B] "[I]Si esto es un hombre[/I]" de Primo Levi. Luego ver: "[I]Nazi Concentration Camps[/I]". Solo para tener una vaga idéa de lo que estos hombres hicieron. Hubo alemanes que lucharon por su patria, por su familia, y por sus propias vidas, a ellos mis respetos. Pero a los Comandantes de los Campos, a los Mengeles, a los Himmlers, y toda esa calaña... Mi mayor desprecio. Me permito compartir con ustedes foristas, un ensayo que realicé para la catedra de Análisis del Discurso, en mi universidad justamente sobre la obra de Primo Levi "Si esto es un Hombre". Trata sobre todo esto. Es mi punto de vista, es lo que vivió mi familia: Al día de hoy, nada queda de alemán en mi familia. Mi abuela falleció, mi tío falleció, y mi madre les siguió hace ya nueve años. Todo lo que sé respecto a esos años de horror, lo sé por mi propio interés. Mi madre jamás nombro palabra, nunca me quiso decir nada al respecto, y yo preguntaba. “¿Pero por qué queres saber eso?”, me dijo una vez, “Vos no queres saber”, siguió. Nunca más volví a hablar de ese tema con mi madre. Pero de igual manera, leí, investigué, y lamentablemente: vi. Cuanta razón tenía mi madre en el momento en que me dijo que yo en realidad no quería saber. Cuando abrí los libros, vi las fotografías, vi los documentales y las películas, y leí las historias de los que allí estuvieron… Que gran pena me dio este mundo. Que gran pena me dio mi propia sangre. Al terminar la 2da Guerra Mundial, por orden del general estadounidense Eisenhower, todos los prisioneros alemanes debían entrar a unas pequeñas salas de cine, donde se mostraron las imágenes de los campos de concentración recientemente liberados (como si quedara alguien por liberar). Todos se horrorizaron. Nadie sabia nada. Los civiles que vivían a los alrededores de los campos en Alemania, fueron invitados por el general Patton a visitar la obra del Dritte Reich. Cuando llegaron, se encontraron con cuerpos apilados unos sobre otros, montañas de cadáveres totalmente desnutridos; muertos que asomaban sus extremidades de los vagones de tren, y de las barracas… Y nadie sabia nada. ¿Y nadie sabia nada? De los 30 millones de alemanes, al llegar los Aliados, no quedaba un solo miembro del partido nazi. ¿Y nadie sabia nada? Los aliados encontraron más de 300 campos de trabajo y de exterminio solamente en Alemania. ¿Y nadie sabia nada? Pero bueno, ¿quién puede realmente culparlos? ¿Quién? Al terminar de recorrer los campos de exterminio, las mujeres se desmayaban, y los hombres ya decididos a salir corriendo de esos horrendos paseos turísticos, eran parados por la Policía Militar, y puestos a trabajar, removiendo los cuerpos y llevándolos a fosas comunes. Ahora si sabían. Ahora, llevando los muertos sobre sus hombros, si se les caía la cara de vergüenza, de espanto, de indignación. Los orgullosos hombres de Prusia, de Alsacia, de Silesia, del Tirol, de la Gross Deutscheland, ahora bajaban las cabezas, asqueados. Recién ahora cuando después de haber mandado a más de 4.000.000 de sus hijos a la muerte en una guerra atroz, y de ser bombardeados día y noche en Bremen, en Munich, en Berlín. Después de pasar hambre, de vivir en ruinas, de convertirse cada mujer y cada hombre, y cada niño en soldado. Después de haber señalado a los homosexuales, a los judíos, a los socialistas, a los deficientes mentales, a los intelectuales, como Üntermensch a los que las SS podían llevarse para no tener que convivir con ellos, ni respirar el mismo aire. Recién después de todo esto, los alemanes se reducían a pequeñas personitas que ni podían sostener la mirada, y pedían perdón, y se ponían de rodillas, y recordaban que tenían sentimientos. Recién ahora veían su locura y su miedo. Murió el orgullo, murió la superioridad, murió el deber y la obediencia ciega, murió el Reich, murió Alemania, murió la mentira de la Germania de los 1000 años. Ahora ya no eran dioses. Ahora eran hombres, seres humanos. Idénticos a los que estaban levantando, ya putrefactos, para enterrarlos en cal. Moviendo cadáveres de aquí para allá, en total silencio. Los alemanes ya no cantaban con la frente en alto Deutscheland Erwachen. Ya no se escuchaban victoriosas las estrofas de Die Fahne Hoch. El glorioso pueblo aleman había dejado de existir entre los alambrados y los barracones, llenos de cuerpos que los miraban reprochantes. Poco después los criminales, responsables por todo el pueblo aleman, fueron enjuiciados en Nüremberg. ¿Pero, que podía seguir ahora? ¿Cómo se puede seguir viviendo ante tremenda catástrofe? Nadie respondió. Solamente el hombre pasó de página, y la muerte seguiría en otra parte. Es por esto que yo mismo me pregunto: ¿Quien puede juzgar a los alemanes? Y generalmente me respondo, derrotista: “Nadie, por que el hombre es así”. Y puedo darme este lujo de ser pesimista. ¿Por qué? Porque luego de todo esto, el hombre siguió con el exterminio del hombre. Los que sirvieron de jueces en Nüremberg, luego sería enemigos. Los que liberaron los campos de concentración en Auschwitz, en Dachau, en Treblinka, matarían, y violarían, y exterminarían en Vietnam, en Algeria, en Ucrania, en Sudamérica, en Afganistán, en Irak… ¿Qué ha cambiado realmente? Nada ha cambiado. Los maniacos cambian de nombre, y los ejércitos de uniforme, y las victimas de étnias. Pero el odio y el miedo del hombre por el hombre, son los mismos que el de aquellos alemanes de Hitler, de las banderas, de las marchas, las antorchas, los uniformes y las armas. El hombre es el único ser que tropieza una y otra vez con la misma piedra. Y también es el único que puede llegar a ser además de un asesino, un perfecto hipócrita. El único, que puede ser miembro de las Waffen SS, y lucir su uniforme de muerte, y entrenas para matar, y asesinar, para luego decir: “¿Cómo poder escribir después de Auschwitz?”. Lo único de positivo en el ser humano es que al menos demuestra remordimiento. Que almenos puede darse cuenta de que fue un autómata, y asesinó y torturó sin ninguna otra razón más que el deber impuesto. Y así es como sucedió en la 2da Guerra Mundial y el Holocausto, y como sigue pasando en la actualidad. Primo Levi, remarcó esto al relatarnos que ya nada tenían que ver el bien y el mal. Nada tenia que ver si lo que hago es justo o injusto. Es el deber. La automaticidad de las reglas y el orden del deber. No existe el porqué. Hay que hacerlo y punto. La disciplina prusiana nos dice que: “La victoria absoluta, radica en la obediencia absoluta”. Con esto el individuo no existe. Con esto el individuo es un arma, es un número, es una herramienta. Con esto el soldado puede matar, y puede hacer cualquier cosa que sea “necesaria”. Y con esto se puede hacer de un hombre, un esclavo que puede olvidarse de su humanidad y trabajar en un campo de concentración, hasta que su cuerpo desfallezca. Esto es lo que Primo Levi trató de compartir con el mundo. Esta visión de los hechos que nos hacen ver a un ser humano totalmente despojado de su ser. Tanto del torturador, como del torturado. Tanto del soldado aleman como del judío cautivo. Es un manifiesto del horror del hombre contra el hombre. No pura propaganda de posguerra para demonizar a un pueblo en especial, sino para entender la naturaleza del hombre. Es muy triste ver, que tantas vidas perdidas no han ayudado en revertir esta naturaleza destructiva del hombre. Es muy triste ver que luego de los campos de exterminio en Alemania, en Polonia, en Austria, y los muertos por los bombardeos y la metralla, las balas, el fuego, y la gente atomizada en Japón, el hombre solo haya buscado nuevas formas para destruirse. Si esas armas sirvieron para matar a tal número de personas, busquemos la forma para crear armas aún más destructivas. Si aquellos métodos de tortura funcionaron para doblegar a millones de personas, utilicémoslos para doblegar a los enemigos de ahora. Ese es el pensamiento del ser humano. Esos han sido los avances y los cambios que trajo la guerra. No ha cambiado nada… Esa es la respuesta a ¿Qué sigue después de Auschwitz? Si ni es Auschwitz, es Abú Grahib, si no es Abú Grahib, es Guantánamo. Si no son nazis, son republicanos. Si no son judíos, son musulmanes palestinos, afgános o iraquíes. Pareciera que Hitler nunca hubiese muerto. Que la guerra nunca hubiese acabado. Que los enemigos nunca dejan de aparecer por el mundo, y que siempre el más débil parece ser el chivo expiatorio. Pareciera que los autómatas nunca hubiesen bajado el fusil, y los prisioneros volver a ser humanos ante sus ojos. La propaganda, introducida en las mentes de los ciudadanos alemanes desde el momento en que Hitler fue nombrado Canciller y luego Führer del Reich, en el cual se preparaba a la multitud expectante a una guerra ya próxima y totalmente necesaria para la expansión del espacio vital, parecieran nunca haber dejado de transmitir. La guerra constante, de un enemigo malévolo, infrahumano, y que no merece la vida, puede fácilmente traducirse a la situación geopolítica actual. Pasan los años, pero el hombre es el mismo. “[I]Si esto es un hombre Los que vivís seguros En vuestras casas caldeadas Los que os encontráis, al volver por la tarde, La comida caliente y los rostros amigos: Considerad si es un hombre Quien trabaja en el fango Quien no conoce la paz Quien lucha por la mitad de un panecillo Quien muere por un sí o por un no. Considerad si es una mujer Quien no tiene cabellos ni nombre Ni fuerzas para recordarlo Vacía la mirada y frío el regazo Como una rana invernal. Pensad que esto ha sucedido: Os encomiendo estas palabras. Grabadlas en vuestros corazones Al estar en casa, al ir por la calle, Al acostaros, al levantaros; Repetídselas a vuestros hijos. O que vuestra casa se derrumbe, La enfermedad os imposibilite, Vuestros descendientes os vuelvan el rostro[/I].” En efecto, esto es un hombre. Si que lo es, cuando vivimos en mundo en que tontamente se engaña de que el holocausto fue una horrible cosa del pasado que nuca más volverá a ocurrir, mientras que impávidos en nuestras casas miramos la televisión y vivimos nuestras vidas comúnmente, al mismo tiempo que al otro lado del mundo 650.000 iraquíes ya han muerto por la guerra, y que otros se encuentran cautivos en nuevos campos de concentración. Si, esto es un hombre. Y ni siquiera tenemos que ir tan lejos para ver lo que el hombre hace por el hombre, cuando a unos metros de la puerta de nuestras propias casas un chico está durmiendo en la calle, agarrándose el estómago por el hambre. Si, esto es un hombre. Y no me refiero al que sufre, y al que ha que por la situación y el martirio ha perdido su humanidad, sino a todos nosotros que dejamos hacer. A todos nosotros que permitimos que hoy en día esto sigua ocurriendo. Por que el hombre no ha cambiado. Atte. José (Leutnant) Saludos!!! [/QUOTE]
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