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1975: el Grupo de Batalla "Foxbat": Frente a frente con los cubanos en Angola
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<blockquote data-quote="SuperEtendard" data-source="post: 1366261" data-attributes="member: 128"><p>Y si de acciones militares cubanas hablamos no puedo dejar de hablar del "Zorro del Desierto" cubano: el General Ochoa. (Aunque Ochoa signifique "lobo")</p><p></p><p>EL GENERAL OCHOA</p><p></p><p>El resultado fue rápido e impresionante; un arsenal de equipos bélicos, en el que se incluyen aviones, tanques y artillería, comienza a volcarse en Etiopía junto a una multitud de instructores yemenitas y otro conglomerado adicional de 200 cubanos. En abril de 1977, el general Ochoa traslada al Ogadén las divisiones etíopes Gessit y Tercera, para hacer frente a la embestida de los eritreos. La decisión del general Ochoa debilita en extremo el frente sur, pero logra ganar tiempo mientras espera la logística soviética que luego usará para pertrechar a los etíopes, y organizar las fuerzas cubanas que van llegando.</p><p></p><p>El 3 de mayo de 1977, Mengistu parte hacia la URSS para concretar varios acuerdos, entre ellos la compra de armas que será financiada por Libia. A mediados de mayo, comienzan a llegar los cargamentos de armas soviéticas, que expide de inmediato a los bastiones enclavados en Eritrea. En junio, varias brigadas etíopes tienen que retroceder en tórrido Ogadén; un mes después ya las acciones se tornan críticas en esa región con la entrada de 80 000 efectivos más de la milicia regular somalí, apoyados con 280 tanques, 300 carros blindados, 500 piezas de artillería, 50 cazas MiGs y un escuadrón de bombarderos IL-28. Por su parte, el general Ochoa sólo dispone a estas alturas de 5 divisiones etíopes, alrededor de 1200 soldados cubanos defendidos por 30 tanques, algunos vehículos blindados y piezas de artillería y un par de escuadrones aéreos de cazas.</p><p></p><p>El empujón somalí en el Ogadén, que se realiza como dos puntas de una tenaza, logra alcanzar, no sin apuros, los bordes de la meseta central etíope. Acantonadas en estas escabrosas cordilleras, las huestes somalíes, constantemente reforzadas, dominarán el enorme valle que constituye la parte central del país, donde están acantonadas los bisoños batallones del general Ochoa. La sorpresa de la penetración somalí logra interrumpir las comunicaciones y el tránsito por ferrocarril y carretera, manteniendo las unidades etíopes clavadas en puntos fijos. El general Ochoa concentra sus hombres y su puesto de campaña en los poblados de Jijiga, Harar y Diredawa, que son sostenidos con tenacidad.</p><p></p><p>La URSS y Cuba ganarán tiempo para agrupar tropas y equipos, y poner a punto la técnica de combate que se recibe. En el paradero militar de Tatek cerca de la capital, los instructores del general Ochoa fabrican aceleradamente 5 nuevas divisiones etíopes ante la amenaza de los ejércitos invasores somalíes que ya sobrepasan los 300 000 hombres. Preocupada por el volumen logístico que del bloque soviético recibe Mengistu, Somalia asume la iniciativa y desata la tormenta sobre la gran planicie del frente de batalla, lanzando sus brigadas acorazadas contra Jijiga, Harar y el valioso nudo ferroviario de Diredawa. En esa localidad son rechazadas por las divisiones del general Ochoa, que hacían tronar sus baterías de grueso calibre.</p><p></p><p>A mediados de agosto de 1977 pasa secretamente por Addis Abeba, el ministro de defensa cubano Raúl Castro, luego de una visita a Argel. Lo acompaña una nutrida diputación militar que incluye el vicealmirante Santamaría, jefe de la marina de guerra, los generales Francisco Cabrera, Pedro García Peláez, Carlos Fernández Gondín, y Carlos Aldana, miembro del comité central del Partido Comunista Cubano (PCC). El objetivo principal es coordinar con el general Ochoa la llegada de 9,000 soldados cubanos y el material bélico soviético. A cambio, Mengistu queda en concederle a la URSS instalaciones en el puerto de Massawa.</p><p></p><p>Tras haber conquistado el Ogadén y en un intento último por resolver el litigio y detener la edificación del aparato de guerra etíope, Barré se encamina a la URSS el 21 de agosto. Los soviéticos le plantean como ultimátum extraer sus tropas del Ogadén e integrarse a la federación propuesta por Castro, so pena de enfrentar un incremento del conflicto.</p><p></p><p>A mediados de septiembre el general Ochoa y el presidente etíope dirigen personalmente la retirada de Jijiga, no sin ser desbordados por este cataclismo sin precedentes. Días después, Mengistu realizará relampagueantes visitas a La Habana y a Moscú para apresurar un segundo refuerzo, que incluye 4 escuadrones de MiG-21, nuevos contingentes de cubanos, 200 tanques adicionales, cohetería antiaérea y antitanque, y baterías coheteriles móviles.</p><p></p><p>Mientras transcurre este período de acumulación de medios humanos y materiales, los eritreos procuran un acuerdo temporal de cooperación entre sus diferentes facciones armadas y en diciembre asestan golpes contundentes en las inmediaciones del puerto de Massawa. El mando cubano y soviético se ve ante la crucial necesidad de traer apresuradamente batallones blindados del Yemen, que amparados por la sombrilla de cohetes y el cañoneo de dos buques de guerra soviéticos, consiguen contener el empuje de los eritreos. Tras la campaña somalí a mediados y fines de 1977, la configuración de la línea del frente era sumamente desfavorable a las legiones del general Ochoa. Los esfuerzos por recuperar posiciones claves no fructifican; por el contrario, el grueso de los contingentes etíopes y de asesores cubanos se halla peligrosamente semicercado en la vecindad de Harar, en un amplio bolsón: el saliente de Gorey. Es allí donde el mando somalí decide jugarse su carta más valiosa, tratando de quebrar el centro del frente, y cercar las tropas del general Ochoa.</p><p></p><p></p><p>La URSS y Cuba deciden que Etiopía debe vencer de forma aplastante en esta guerra, y a los efectos deciden recuperar con rapidez el Ogadén. El puente aéreo iniciado por la URSS y Cuba el26 de noviembre dura hasta bien entrado el mes de enero de 1978 y desafía la imaginación de casi todos los servicios de inteligencia de Occidente. El masivo movimiento logístico de recursos humanos y materiales realizado desde la URSS, Cuba y Europa Oriental empleará múltiples países africanos como trampolín y será supervisado personalmente por los ministros de defensa de la URSS y de Cuba, Dimitri Ustinov y Raúl Castro. La URSS abre las compuertas de sus arsenales militares en Tashkent y Alma Ata, y pone además en función de tal operación una buena parte de sus sistemas ferroviarios, sus radas portuarias y bases aéreas. Alrededor de 225 transportes aéreos se utilizaron en esta operación. La porción mayoritaria del transporte civil y militar soviético, ponen a disposición de la “Operación Baraguá” más de 61 000 toneladas de material bélico valorado en $1,000 millones. Tan sólo en las primeras diez horas del puente aéreo el general Ochoa recibirá medios suficientes para armar tres divisiones motorizadas. Para coordinar la campaña la URSS empleará un satélite militar, el Cosmos-964.</p><p></p><p>Un contingente de 17 000 soldados cubanos de los destacados en Angola fue aerotransportado, y otros 15 000 de los mejores entrenados, viajaron directamente desde Cuba. El cuerpo expedicionario se complementa con 4 000 asesores polacos, alemanes, búlgaros y húngaros, así como con 2 500 yemenitas. El acuerdo de esta operación multinacional cristaliza en una reunión en Moscú a principios de1978 a la que concurren Brezhnev y Kosigyn por la URSS, Raúl Castro y el general Ochoa, por Cuba y el premier sudyemenita Alí Nasser Mohammed.</p><p></p><p>Se elige un estado mayor dirigido formalmente por el presidente etíope Mengistu, en el que figuran oficiales etíopes, soviéticos, cubanos y sudyemenitas. El centro estratégico estará en manos del mariscal Petrov, el general Koliakov, comandante de las fuerzas soviéticas en Libia, y Grigori Barisov ex-asesor militar en Somalia. El mando de todo el teatro de operaciones recaerá sobre el general Ochoa demostrándose así la confianza de los soviéticos en sus habilidades militares. El general Ochoa tendrá bajo su dirección más de 30 generales del bloque comunista. Entre los cubanos figuran los generales López Cubas, Leonardo Andollo, Gustavo Chuí y Rigoberto García. Las tropas élites cubanas estarán formadas por una brigada de tanques y dos brigadas mecanizadas. Esta maquinaria superará en volumen de fuego a la emplazada con anterioridad en Angola. De inmediato, el general Ochoa ubica su Afrika Korps en el triángulo de Diredawa, Hargeisa yJijiga, con la perspectiva de desatar una contraofensiva a fondo hacia el norte de Somalia.</p><p></p><p>El 22 de enero de 1978, después de una intensa preparación y con diversas brigadas de infantería protegidas con artillería de campaña, el ejército somalí embiste desde dos direcciones el único bastión del general Ochoa en el Ogadén: la ciudad de Harar. Pero el general cubano tenía reservada una sorpresa: un intenso barraje coheteril y artillería de largo alcance, matizado con golpes aéreos de cazas MiGs y de F-5, que harán estragos en las filas somalíes, permitiéndole evolucionar sus tropas exitosamente en la dirección del ataque principal. Con esta electrizante reacción el general Ochoa alcanza así recuperar en los días siguientes decenas de kilómetros, ocasionando a los somalíes incontables bajas y destrucción de medios de guerra.</p><p></p><p>Ya sobre los terraplenes del Ogadén, el general Ochoa dispone de recursos excepcionales. En la primera semana de febrero y sin dar respiro al enemigo, ensambla un ariete blindado de 120 tanquesT-62 secundados con escuadrillas aéreas de MiG, y se abalanza sobre las fortificadas localidades de Harewa y Gildesa que están en manos somalíes. Esta misión es consumada con un movimiento envolvente donde el general Ochoa, valiéndose de los gigantescos helicópteros MIL, efectúa un sorpresivo desembarco aéreo, de tropa y tanques, franqueando la retaguardia enemiga y diezmándola. Las puertas del macizo central caen en poder del general Ochoa en una relampagueante blitz.</p><p></p><p>Sin conceder tiempo a reponerse y con las tropas a mano, el general Ochoa arrolla las unidades somalíes atrincheradas en Haraghe el 5 de febrero. En los días 8 y 9, serían fértiles en sorpresas para los somalíes cuando las tropas cubanas recobran el territorio situado al nordeste de Harar, y ocupan varias localidades, con lo cual cambia radicalmente toda la línea del frente. Pese a que ya a estas alturas, los somalíes han soportado cuantiosas pérdidas humanas y materiales, la imponente cordillera de 2,000 metros que se levanta en mitad de la meseta entre Harar y Jijiga es un obstáculo que parece impracticable de salvar.</p><p></p><p>Los somalíes se hallan atrincherados en su único acceso: el estrecho cuello de botella del Paso de Kara-Marda. El general Ochoa concebirá un plan de diversión donde algunas de sus fuerzas inician un amplio rodeo, para convencer al enemigo que se intenta atravesar por otro paraje: el paso de Sebele. El Estado Mayor somalí muerde el anzuelo al estimar que por allí se desataría la borrasca, ya que se consideraba un suicidio cualquier otra acción contra la intrincada faja montañosa de Kara-Marda. Esta idea parece confirmarse cuando el 24 de febrero, una columna combinada cubano-etíope se acerca finalmente a las cercanías de Sebele, para provocar el más deplorable desorden. Mientras sus generales presionan por Sebele, el general Ochoa avanzará sin descanso con el grueso de sus batallones y tanques, para explotar el progreso de la Brigada 69 de infantería.</p><p></p><p>Once días y once noches durará esta odisea bajo lluvias intensas, con tanques que se atascaban constantemente en el fango, arrastrando cañones por estrechos y traicioneros senderos montañosos. Los soldados y oficiales cubanos que los acompañaron relatan cómo a todo lo largo de la columna de soldados y equipos militares que serpenteaba los barrancos de la cordillera, el general Ochoa se desplazaba constantemente en un incansable ir y venir, dominando con su voz de mando este escenario de máquinas y hombres, lo mismo empujando una pieza de artillería atascada, que imprecando a un soldado tirado en el camino, que manejando un tanque, o bien ensimismado en sus mapas y compases. A fuerza de voluntad, tenacidad y carácter, el general Ochoa logrará infiltrarse por un punto intermedio entre los difíciles desfiladeros de Sebele y de Kara-Marda, saliendo el 28 de febrero al otro lado de la imponente cordillera. Luego girará hacia el sur para acometer en plena retaguardia enemiga.</p><p></p><p>EL PASO DE KARA-MARDA</p><p></p><p>El 1 de marzo, en una encrucijada vital, los somalíes reúnen tropas auxiliares en Jijiga para demoler el ataque que desde la retaguardia inicia la columna cubana. La embestida de los antillanos se realiza con considerables pérdidas pese a la protección de la artillería. En los días siguientes el general Ochoa ordenará a los batallones cubanos y etíopes que amplíen y fortifiquen sus posiciones, para rechazar los fieros contraataques enemigos; quiere dar la impresión a los somalíes de que había estabilizado un frente y que en lo adelante la guerra sería de posiciones fijas. El general Ochoa sorprende nuevamente con otro movimiento inesperado que inicia el 4 de marzo, arrojando contra Jijiga desde la retaguardia a la 69 Brigada reforzada con unidades de paracaidistas. Este cruce, aparentemente suicida y que a primera vista podía antojarse absurdo, dada las elevaciones del macizo central, era más juicioso de lo que parecía debido a la concentración de tropas que lleva a cabo. El cruce era sólo un regalo envenenado del general Ochoa puesto que su objetivo no era abrir dos frentes a los somalíes sino cerrarles la retirada. Entonces, en contra del criterio de los soviéticos, el general Ochoa inicia la fase concluyente de su plan, que guardará un toque maestro: un ataque frontal y no por la retaguardia, sino sobre la zona inexpugnable que por tal razón no estaba debidamente custodiada ¡el paso de Kara-Marda! Difícil acceso de estrechos senderos erizados de piedras cortantes y de raíces. El general Ochoa hace avanzar la 75 Brigada de infantería y con ella sorprende a la enorme guarnición que protege el paso de Kara-Marda. Los somalíes se encaminaban hacia un tremendo desastre, al quedar totalmente cercados sus 300 000 soldados, en una fulminante operación que decidió el curso de la campaña, considerada una joya de concepción estratégica en muchas academias de guerra. Al fin, los enclaves decisivos y el corazón del territorio del Ogadén son capturados por el general Ochoa. Las huestes somalíes que defienden Jijiga se retiran evadiendo el cerco que les tienden los cubanos.</p><p></p><p>Dos días después las columnas del general Ochoa atacan en todas las direcciones recuperando terreno en todo el Ogadén; sus espacios inmensos retumbaban con el rechinar de las cremalleras de las hordas conquistadoras del general Ochoa. Una cuña blindada avanza casi 200kilómetros desde Jijiga y en menos de tres días toma Dagahabur; otro avance paralelo por el oeste ocupa Fik.</p><p></p><p>En una última maniobra, la soldadesca somalí inicia un inmediato y desorganizado retroceso hacia las fronteras; sólo una pequeña fracción de los 300 000 somalíes logra escapar al círculo de blindados y artillería del general Ochoa. Sólo entonces un alarmado presidente norteamericano, Jimmy Carter, propone el cese al fuego, declarando que si el progreso de los cubanos desbordaba la frontera con Somalia, Estados Unidos se vería obligado a enviar tropas. A los ojos soviéticos, el mérito sobresaliente del general Ochoa estribaría en haber ensamblado un engranaje militar efectivo a partir del complejo armamento soviético con tropas rudimentarias, analfabetas y campesinas como eran las etíopes, mediante la utilización de los 30,000 cubanos conformados en un esqueleto central con calificación bélica que actuaría como elemento fusionante de ambos extremos. Este experimento militar en Etiopía ya había sido aplicado en Angola; luego será introducido en Nicaragua por el propio general Ochoa.</p><p></p><p>Extraído del mismo libro citado anteriormente.</p><p></p><p>Saludos</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="SuperEtendard, post: 1366261, member: 128"] Y si de acciones militares cubanas hablamos no puedo dejar de hablar del "Zorro del Desierto" cubano: el General Ochoa. (Aunque Ochoa signifique "lobo") EL GENERAL OCHOA El resultado fue rápido e impresionante; un arsenal de equipos bélicos, en el que se incluyen aviones, tanques y artillería, comienza a volcarse en Etiopía junto a una multitud de instructores yemenitas y otro conglomerado adicional de 200 cubanos. En abril de 1977, el general Ochoa traslada al Ogadén las divisiones etíopes Gessit y Tercera, para hacer frente a la embestida de los eritreos. La decisión del general Ochoa debilita en extremo el frente sur, pero logra ganar tiempo mientras espera la logística soviética que luego usará para pertrechar a los etíopes, y organizar las fuerzas cubanas que van llegando. El 3 de mayo de 1977, Mengistu parte hacia la URSS para concretar varios acuerdos, entre ellos la compra de armas que será financiada por Libia. A mediados de mayo, comienzan a llegar los cargamentos de armas soviéticas, que expide de inmediato a los bastiones enclavados en Eritrea. En junio, varias brigadas etíopes tienen que retroceder en tórrido Ogadén; un mes después ya las acciones se tornan críticas en esa región con la entrada de 80 000 efectivos más de la milicia regular somalí, apoyados con 280 tanques, 300 carros blindados, 500 piezas de artillería, 50 cazas MiGs y un escuadrón de bombarderos IL-28. Por su parte, el general Ochoa sólo dispone a estas alturas de 5 divisiones etíopes, alrededor de 1200 soldados cubanos defendidos por 30 tanques, algunos vehículos blindados y piezas de artillería y un par de escuadrones aéreos de cazas. El empujón somalí en el Ogadén, que se realiza como dos puntas de una tenaza, logra alcanzar, no sin apuros, los bordes de la meseta central etíope. Acantonadas en estas escabrosas cordilleras, las huestes somalíes, constantemente reforzadas, dominarán el enorme valle que constituye la parte central del país, donde están acantonadas los bisoños batallones del general Ochoa. La sorpresa de la penetración somalí logra interrumpir las comunicaciones y el tránsito por ferrocarril y carretera, manteniendo las unidades etíopes clavadas en puntos fijos. El general Ochoa concentra sus hombres y su puesto de campaña en los poblados de Jijiga, Harar y Diredawa, que son sostenidos con tenacidad. La URSS y Cuba ganarán tiempo para agrupar tropas y equipos, y poner a punto la técnica de combate que se recibe. En el paradero militar de Tatek cerca de la capital, los instructores del general Ochoa fabrican aceleradamente 5 nuevas divisiones etíopes ante la amenaza de los ejércitos invasores somalíes que ya sobrepasan los 300 000 hombres. Preocupada por el volumen logístico que del bloque soviético recibe Mengistu, Somalia asume la iniciativa y desata la tormenta sobre la gran planicie del frente de batalla, lanzando sus brigadas acorazadas contra Jijiga, Harar y el valioso nudo ferroviario de Diredawa. En esa localidad son rechazadas por las divisiones del general Ochoa, que hacían tronar sus baterías de grueso calibre. A mediados de agosto de 1977 pasa secretamente por Addis Abeba, el ministro de defensa cubano Raúl Castro, luego de una visita a Argel. Lo acompaña una nutrida diputación militar que incluye el vicealmirante Santamaría, jefe de la marina de guerra, los generales Francisco Cabrera, Pedro García Peláez, Carlos Fernández Gondín, y Carlos Aldana, miembro del comité central del Partido Comunista Cubano (PCC). El objetivo principal es coordinar con el general Ochoa la llegada de 9,000 soldados cubanos y el material bélico soviético. A cambio, Mengistu queda en concederle a la URSS instalaciones en el puerto de Massawa. Tras haber conquistado el Ogadén y en un intento último por resolver el litigio y detener la edificación del aparato de guerra etíope, Barré se encamina a la URSS el 21 de agosto. Los soviéticos le plantean como ultimátum extraer sus tropas del Ogadén e integrarse a la federación propuesta por Castro, so pena de enfrentar un incremento del conflicto. A mediados de septiembre el general Ochoa y el presidente etíope dirigen personalmente la retirada de Jijiga, no sin ser desbordados por este cataclismo sin precedentes. Días después, Mengistu realizará relampagueantes visitas a La Habana y a Moscú para apresurar un segundo refuerzo, que incluye 4 escuadrones de MiG-21, nuevos contingentes de cubanos, 200 tanques adicionales, cohetería antiaérea y antitanque, y baterías coheteriles móviles. Mientras transcurre este período de acumulación de medios humanos y materiales, los eritreos procuran un acuerdo temporal de cooperación entre sus diferentes facciones armadas y en diciembre asestan golpes contundentes en las inmediaciones del puerto de Massawa. El mando cubano y soviético se ve ante la crucial necesidad de traer apresuradamente batallones blindados del Yemen, que amparados por la sombrilla de cohetes y el cañoneo de dos buques de guerra soviéticos, consiguen contener el empuje de los eritreos. Tras la campaña somalí a mediados y fines de 1977, la configuración de la línea del frente era sumamente desfavorable a las legiones del general Ochoa. Los esfuerzos por recuperar posiciones claves no fructifican; por el contrario, el grueso de los contingentes etíopes y de asesores cubanos se halla peligrosamente semicercado en la vecindad de Harar, en un amplio bolsón: el saliente de Gorey. Es allí donde el mando somalí decide jugarse su carta más valiosa, tratando de quebrar el centro del frente, y cercar las tropas del general Ochoa. La URSS y Cuba deciden que Etiopía debe vencer de forma aplastante en esta guerra, y a los efectos deciden recuperar con rapidez el Ogadén. El puente aéreo iniciado por la URSS y Cuba el26 de noviembre dura hasta bien entrado el mes de enero de 1978 y desafía la imaginación de casi todos los servicios de inteligencia de Occidente. El masivo movimiento logístico de recursos humanos y materiales realizado desde la URSS, Cuba y Europa Oriental empleará múltiples países africanos como trampolín y será supervisado personalmente por los ministros de defensa de la URSS y de Cuba, Dimitri Ustinov y Raúl Castro. La URSS abre las compuertas de sus arsenales militares en Tashkent y Alma Ata, y pone además en función de tal operación una buena parte de sus sistemas ferroviarios, sus radas portuarias y bases aéreas. Alrededor de 225 transportes aéreos se utilizaron en esta operación. La porción mayoritaria del transporte civil y militar soviético, ponen a disposición de la “Operación Baraguá” más de 61 000 toneladas de material bélico valorado en $1,000 millones. Tan sólo en las primeras diez horas del puente aéreo el general Ochoa recibirá medios suficientes para armar tres divisiones motorizadas. Para coordinar la campaña la URSS empleará un satélite militar, el Cosmos-964. Un contingente de 17 000 soldados cubanos de los destacados en Angola fue aerotransportado, y otros 15 000 de los mejores entrenados, viajaron directamente desde Cuba. El cuerpo expedicionario se complementa con 4 000 asesores polacos, alemanes, búlgaros y húngaros, así como con 2 500 yemenitas. El acuerdo de esta operación multinacional cristaliza en una reunión en Moscú a principios de1978 a la que concurren Brezhnev y Kosigyn por la URSS, Raúl Castro y el general Ochoa, por Cuba y el premier sudyemenita Alí Nasser Mohammed. Se elige un estado mayor dirigido formalmente por el presidente etíope Mengistu, en el que figuran oficiales etíopes, soviéticos, cubanos y sudyemenitas. El centro estratégico estará en manos del mariscal Petrov, el general Koliakov, comandante de las fuerzas soviéticas en Libia, y Grigori Barisov ex-asesor militar en Somalia. El mando de todo el teatro de operaciones recaerá sobre el general Ochoa demostrándose así la confianza de los soviéticos en sus habilidades militares. El general Ochoa tendrá bajo su dirección más de 30 generales del bloque comunista. Entre los cubanos figuran los generales López Cubas, Leonardo Andollo, Gustavo Chuí y Rigoberto García. Las tropas élites cubanas estarán formadas por una brigada de tanques y dos brigadas mecanizadas. Esta maquinaria superará en volumen de fuego a la emplazada con anterioridad en Angola. De inmediato, el general Ochoa ubica su Afrika Korps en el triángulo de Diredawa, Hargeisa yJijiga, con la perspectiva de desatar una contraofensiva a fondo hacia el norte de Somalia. El 22 de enero de 1978, después de una intensa preparación y con diversas brigadas de infantería protegidas con artillería de campaña, el ejército somalí embiste desde dos direcciones el único bastión del general Ochoa en el Ogadén: la ciudad de Harar. Pero el general cubano tenía reservada una sorpresa: un intenso barraje coheteril y artillería de largo alcance, matizado con golpes aéreos de cazas MiGs y de F-5, que harán estragos en las filas somalíes, permitiéndole evolucionar sus tropas exitosamente en la dirección del ataque principal. Con esta electrizante reacción el general Ochoa alcanza así recuperar en los días siguientes decenas de kilómetros, ocasionando a los somalíes incontables bajas y destrucción de medios de guerra. Ya sobre los terraplenes del Ogadén, el general Ochoa dispone de recursos excepcionales. En la primera semana de febrero y sin dar respiro al enemigo, ensambla un ariete blindado de 120 tanquesT-62 secundados con escuadrillas aéreas de MiG, y se abalanza sobre las fortificadas localidades de Harewa y Gildesa que están en manos somalíes. Esta misión es consumada con un movimiento envolvente donde el general Ochoa, valiéndose de los gigantescos helicópteros MIL, efectúa un sorpresivo desembarco aéreo, de tropa y tanques, franqueando la retaguardia enemiga y diezmándola. Las puertas del macizo central caen en poder del general Ochoa en una relampagueante blitz. Sin conceder tiempo a reponerse y con las tropas a mano, el general Ochoa arrolla las unidades somalíes atrincheradas en Haraghe el 5 de febrero. En los días 8 y 9, serían fértiles en sorpresas para los somalíes cuando las tropas cubanas recobran el territorio situado al nordeste de Harar, y ocupan varias localidades, con lo cual cambia radicalmente toda la línea del frente. Pese a que ya a estas alturas, los somalíes han soportado cuantiosas pérdidas humanas y materiales, la imponente cordillera de 2,000 metros que se levanta en mitad de la meseta entre Harar y Jijiga es un obstáculo que parece impracticable de salvar. Los somalíes se hallan atrincherados en su único acceso: el estrecho cuello de botella del Paso de Kara-Marda. El general Ochoa concebirá un plan de diversión donde algunas de sus fuerzas inician un amplio rodeo, para convencer al enemigo que se intenta atravesar por otro paraje: el paso de Sebele. El Estado Mayor somalí muerde el anzuelo al estimar que por allí se desataría la borrasca, ya que se consideraba un suicidio cualquier otra acción contra la intrincada faja montañosa de Kara-Marda. Esta idea parece confirmarse cuando el 24 de febrero, una columna combinada cubano-etíope se acerca finalmente a las cercanías de Sebele, para provocar el más deplorable desorden. Mientras sus generales presionan por Sebele, el general Ochoa avanzará sin descanso con el grueso de sus batallones y tanques, para explotar el progreso de la Brigada 69 de infantería. Once días y once noches durará esta odisea bajo lluvias intensas, con tanques que se atascaban constantemente en el fango, arrastrando cañones por estrechos y traicioneros senderos montañosos. Los soldados y oficiales cubanos que los acompañaron relatan cómo a todo lo largo de la columna de soldados y equipos militares que serpenteaba los barrancos de la cordillera, el general Ochoa se desplazaba constantemente en un incansable ir y venir, dominando con su voz de mando este escenario de máquinas y hombres, lo mismo empujando una pieza de artillería atascada, que imprecando a un soldado tirado en el camino, que manejando un tanque, o bien ensimismado en sus mapas y compases. A fuerza de voluntad, tenacidad y carácter, el general Ochoa logrará infiltrarse por un punto intermedio entre los difíciles desfiladeros de Sebele y de Kara-Marda, saliendo el 28 de febrero al otro lado de la imponente cordillera. Luego girará hacia el sur para acometer en plena retaguardia enemiga. EL PASO DE KARA-MARDA El 1 de marzo, en una encrucijada vital, los somalíes reúnen tropas auxiliares en Jijiga para demoler el ataque que desde la retaguardia inicia la columna cubana. La embestida de los antillanos se realiza con considerables pérdidas pese a la protección de la artillería. En los días siguientes el general Ochoa ordenará a los batallones cubanos y etíopes que amplíen y fortifiquen sus posiciones, para rechazar los fieros contraataques enemigos; quiere dar la impresión a los somalíes de que había estabilizado un frente y que en lo adelante la guerra sería de posiciones fijas. El general Ochoa sorprende nuevamente con otro movimiento inesperado que inicia el 4 de marzo, arrojando contra Jijiga desde la retaguardia a la 69 Brigada reforzada con unidades de paracaidistas. Este cruce, aparentemente suicida y que a primera vista podía antojarse absurdo, dada las elevaciones del macizo central, era más juicioso de lo que parecía debido a la concentración de tropas que lleva a cabo. El cruce era sólo un regalo envenenado del general Ochoa puesto que su objetivo no era abrir dos frentes a los somalíes sino cerrarles la retirada. Entonces, en contra del criterio de los soviéticos, el general Ochoa inicia la fase concluyente de su plan, que guardará un toque maestro: un ataque frontal y no por la retaguardia, sino sobre la zona inexpugnable que por tal razón no estaba debidamente custodiada ¡el paso de Kara-Marda! Difícil acceso de estrechos senderos erizados de piedras cortantes y de raíces. El general Ochoa hace avanzar la 75 Brigada de infantería y con ella sorprende a la enorme guarnición que protege el paso de Kara-Marda. Los somalíes se encaminaban hacia un tremendo desastre, al quedar totalmente cercados sus 300 000 soldados, en una fulminante operación que decidió el curso de la campaña, considerada una joya de concepción estratégica en muchas academias de guerra. Al fin, los enclaves decisivos y el corazón del territorio del Ogadén son capturados por el general Ochoa. Las huestes somalíes que defienden Jijiga se retiran evadiendo el cerco que les tienden los cubanos. Dos días después las columnas del general Ochoa atacan en todas las direcciones recuperando terreno en todo el Ogadén; sus espacios inmensos retumbaban con el rechinar de las cremalleras de las hordas conquistadoras del general Ochoa. Una cuña blindada avanza casi 200kilómetros desde Jijiga y en menos de tres días toma Dagahabur; otro avance paralelo por el oeste ocupa Fik. En una última maniobra, la soldadesca somalí inicia un inmediato y desorganizado retroceso hacia las fronteras; sólo una pequeña fracción de los 300 000 somalíes logra escapar al círculo de blindados y artillería del general Ochoa. Sólo entonces un alarmado presidente norteamericano, Jimmy Carter, propone el cese al fuego, declarando que si el progreso de los cubanos desbordaba la frontera con Somalia, Estados Unidos se vería obligado a enviar tropas. A los ojos soviéticos, el mérito sobresaliente del general Ochoa estribaría en haber ensamblado un engranaje militar efectivo a partir del complejo armamento soviético con tropas rudimentarias, analfabetas y campesinas como eran las etíopes, mediante la utilización de los 30,000 cubanos conformados en un esqueleto central con calificación bélica que actuaría como elemento fusionante de ambos extremos. Este experimento militar en Etiopía ya había sido aplicado en Angola; luego será introducido en Nicaragua por el propio general Ochoa. Extraído del mismo libro citado anteriormente. Saludos [/QUOTE]
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