Menú
Inicio
Visitar el Sitio Zona Militar
Foros
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Qué hay de nuevo
Nuevos mensajes
Última actividad
Miembros
Visitantes actuales
Entrar
Registrarse
Novedades
Buscar
Buscar
Buscar sólo en títulos
Por:
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Menú
Entrar
Registrarse
Inicio
Foros
Area Militar General
Historia Militar
199 años de Bailén
JavaScript is disabled. For a better experience, please enable JavaScript in your browser before proceeding.
Estás usando un navegador obsoleto. No se pueden mostrar estos u otros sitios web correctamente.
Se debe actualizar o usar un
navegador alternativo
.
Responder al tema
Mensaje
<blockquote data-quote="JQ01" data-source="post: 284682" data-attributes="member: 40"><p>La llegada de ambos partes debió producir una tremenda decepción en el cuartel general de Castaños. Las dos divisiones han iniciado la misión que se les había encomendado, pero ninguna la ha terminado. Por el contrario, ambas han regresado a la situación inicial, es decir, a la línea del Guadalquivir. Por lo tanto, no se puede esperar la aparición inmediata de estas unidades sobre la retaguardia de Dupont. Es de suponer que tal situación debió contrariar sumamente a Castaños, que vería en peligro cualquier punto de su despliegue ante la concentración de fuerzas que ya tenía el enemigo. No puede sorprendernos que apremiara a Reding y Coupigny a completar sus acciones con la máxima urgencia. Pero también éstos, dada la hora, tendrían que esperar al día siguiente.</p><p></p><p> Coincidiendo con la llegada de las últimas unidades de la columna de Vedel, debió llegar al campamento de Dupont el correo con el parte de Dufour. El alborozo de la llegada del refuerzo se transforma en alarma. Si hubo alguna intención de tomar la iniciativa con una acción ofensiva, se desvaneció instantáneamente con la noticia de que en la zona de Bailén-Mengíbar, había aparecido una fuerte división capaz de barrer las fuerzas de Liger-Belair y Gobert juntas. La muerte de este último general, además del impacto afectivo (era muy amigo de Dupont), confiere un mayor dramatismo a la derrota. Si a esto añadimos la información de que un fuerte contingente de fuerzas españolas se dirige al desfiladero con la intención de cortarles las comunicaciones con Madrid, queda justificada la alarma. Pero aún hay algo más: el repliegue y la desaparición de Reding, después de derrotar a los defensores de aquel flanco, crean una notable confusión en cuanto a la situación, intenciones y número de las fuerzas españolas que operaban en aquella zona. El único dato concreto que pudieron aportar los que habían combatido, sería que habían sido atacados por una división muy fuerte y numerosa. Casi con toda certeza identificarían al general Reding y con él a su división.</p><p></p><p> Según parece, y es muy verosímil, se produjo una gran tensión entre Dupont y Vedel. Parece que el primero reprochó al segundo la imprudente iniciativa de dejar desguarnecida o insuficientemente guarnecida aquella importantísima posición. Ese reproche equivale a culparle del descalabro. La acusación de su jefe debió zaherir profundamente a Vedel, pero es posible que aun le produjera mayor dolor la elocuencia de los hechos.</p><p></p><p> La reacción de Dupont es la que podía esperarse: ordena a Vedel que regrese a Bailén lo más rápidamente posible y que recupere esta posición si está ocupada por el enemigo. Pero además, que compruebe si hay enemigo en la carretera de Mengíbar, también en la zona de Linares; después, que vaya al desfiladero para averiguar qué fuerzas españolas se aproximan a La Carolina y Santa Elena y atacarlas en su caso; y por último regresar para cooperar en la defensa de Andújar. Lo cierto es que esto, más que una misión, nos parece un correctivo.</p><p></p><p> Vedel aconsejó a Dupont que levantara el campo y que se fuera con él a Bailén (así lo afirma el primero en sus memorias), pero éste no quiso aceptar la sugerencia. No podemos saber con certeza los motivos que tuvo el general francés para rechazar este plan que hubiera supuesto la salvación de su ejército; tan sólo podemos imaginarlos según nuestros propios criterios, o bien eligiendo entre las numerosas opiniones que se han emitido sobre el tema. Parece ser que Napoleón consideraba (desde Bayona), que la posición de Andújar era muy adecuada. También es muy comprensible que Dupont se resistiera a retroceder más porque era tanto como aceptar el fracaso de su oportunidad, ya perdida en parte, de llegar a Cádiz y conquistar Andalucía. Sí parece evidente que se sentía con suficientes recursos para resistir hasta que le llegaran los refuerzos, que con tanta insistencia había solicitado. </p><p></p><p> Con las sombras de la noche, Vedel sale de Andújar al frente de su división en dirección a Bailén. La noche anterior hizo cuarenta kilómetros, ahora debe recorrer con rapidez otros treinta para recuperar las posiciones perdidas. Podemos suponer el estado de ánimo de este general que con su mejor espíritu de lucha había acudido al punto más amenazado (según Dupont), y que por su ausencia la situación se había torcido de forma tan peligrosa. Seguramente le embargaría un acuciante deseo de alcanzar pronto al enemigo y desquitarse del error. Para aumentar su ansiedad hay que recordar que esta división también había recibido la misión primordial de asegurar las comunicaciones con Madrid y, por lo tanto, la alarmante noticia de que fuerzas españolas amenazaban el desfiladero le comprometía directamente. </p><p></p><p>* * *</p><p></p><p> El día 17 de julio resulta curiosamente vacío de actividades conocidas en los dos campamentos rivales. Parece que, exceptuando la marcha de Vedel, las unidades de ambos bandos permanecieron en sus posiciones intercambiando fuegos y realizando algún amago. Es muy posible que hubiera algo más, pero no lo conocemos porque no existen documentos de este día, excepto el oficio de Castaños a Reding, cuya fotocopia adjuntamos y que creemos que ha permanecido inédito hasta que la autora Luiselle de Riedmatten lo descubrió en los archivos de la familia Reding. Hoy podemos ofrecer la fotocopia de este documento gracias a la amabilidad del Archivo Cantonal de Schwytz.</p><p></p><p> Al analizar este oficio, se descubre a primera vista que hace referencia y contesta a otro que Reding le ha dirigido ese mismo día, pero que no conocemos ni sabemos a qué hora. También menciona una información obtenida por Coupigny, sobre la salida de la II División, aunque la descarta rotundamente. Esto último constituye un evidente error de valoración sobre el enemigo, pero al parecer tenían sus indicios para pensar de esa manera.</p><p></p><p>El párrafo que nos interesa resaltar es :...es preciso que luego que V.S. entre en Bailén, venga con la División de Coupigny unida a la suya sobre Andújar y luego... Estas palabras nos confirman que es en ese momento cuando le agrega la II División. Tal cambio en la articulación de sus fuerzas lo tenemos que inscribir en lo que se conoce como La conducción de la batalla, y no puede servir de argumento para descalificar el Plan de Porcuna pues, como todos los planes, se hizo con arreglo a unos datos más o menos conocidos en el momento: datos que luego el enemigo se encarga de variarlos según su conveniencia. Por esta razón, siempre se hace inicialmente una preparación de la batalla, para posteriormente llevar la conducción de la misma.</p><p></p><p> En nuestra opinión, Castaños acertó concediendo esta agregación que seguramente le reclamaba el propio Reding, por ser necesaria para poder enfrentarse a aquellas dos divisiones que se movían por el Camino Real. Tenemos que considerar que la división de Vedel, incluyendo a Liger-Belair, más las unidades que quedaban disponibles de la división de Gobert, con el destacamento de Linares, sumaban más de once mil hombres. También hay que incluir en el cómputo de las unidades que los franceses podían presentar, en el recorrido que se exigía a Reding, la división de Caballería, la cual podía presentarse en Bailén en unas tres horas. La preparación e instrucción de estas tropas nos las define el propio Castaños en el mismo oficio: ...V.S. sabe el numº y calidad de las tropas de estas divisiones... </p><p></p><p> Por último, el oficio está firmado a las siete de la tarde, lo que nos dice que durante todo el día se debió de tratar este tema entre los generales. </p><p></p><p>A continuación, el mismo Castaños escribe al presidente de la Junta, y dice: ...he dado orden para que reunan sus divisiones dichos Grals. cuyas fuerzas son respetables para cualquiera..., lo que nos confirma la fecha de la agregación.</p><p></p><p> El coronel Nazario de Reding, en carta a un amigo, dice: Dueños de todas las alturas de Mengíbar y del Pueblo, así como del paso del río, permanecimos el 17 para saber las ulteriores órdenes del General Castaños, así como de ver realizado, que la división de Coupigny se uniera a la nuestra, lo que se realizó la noche del 17 al 18. Queda claro que esta I División permaneció inactiva durante todo este día, esperando órdenes. Tenemos la certeza de que hubo un oficio de Reding a Castaños, porque lo menciona éste, pero ¿hubo otros más? No tenemos noticia de ello, aunque echamos en falta un nuevo escrito de Castaños a Coupigny para ordenarle que se ponga a las órdenes de Reding. Suponemos que durante todo el día tuvieron que tener contactos, ya escritos o personales, para tratar este tema que era muy urgente. Sobre la división de Coupigny tampoco tenemos noticias, pero realizaron alguna acción puesto que hicieron prisioneros.</p><p></p><p> Como decimos antes, el tono del oficio es apremiante pues más adelante dice: Esperamos que V.S. nos de aviso sin pérdida de tiempo del resultado de su ataque a Bailén y del modo con que se proponga marchar sobre Andújar, que deberá ser lo más pronto posible,... Esto nos da cuenta de la inquietud que embarga al General en Jefe.</p><p></p><p> Esa misma noche comienza la reunión de las dos divisiones en la zona de Mengíbar. La de Coupigny se desplaza al otro lado del río donde ya se encuentra la de Reding, el cual toma el mando de las dos.</p><p></p><p>* * *</p><p></p><p> La única acción importante en el día es la marcha de la II División francesa. A primera hora de la mañana llegaron a Bailén tras una marcha rápida y forzada. Con gran desencanto y alarma se encuentran con que no hay enemigo a quien batir y que, según los informes de los paisanos, las fuerzas de Dufour han salido a defender Despeñaperros, que estaba amenazado por las fuerzas españolas. Vedel tiene que dar un descanso a sus soldados. Por la tarde continua la marcha para reunirse con Dufour, que se encuentra en Guarromán. Cuando llega, sobre las veintiuna horas, como los informes siguen coincidiendo en señalar el peligro en el desfiladero, manda a Dufour que se adelante a Santa Elena, mientras él da a su división un nuevo descanso. La división, en este momento, ha cubierto unos ochenta y cinco kilómetros desde las nueve horas del día 15. En este corto plazo de tiempo no hubo verdaderos descansos, porque las dos noches han sido de marcha. Se puede decir que tan sólo ha habido grandes altos, en los que la distribución de las comidas, la atención al ganado y la preparación de la siguiente marcha, dificultarían el necesario reposo para reponer fuerzas. </p><p></p><p> El general Vedel sigue obsesionado con el peligro que le anuncian en el desfiladero. El estado de ánimo, que antes hemos intentado describir, le condiciona para evitar por todos los medios un nuevo descalabro y buscar el desquite. Esa noche envía un correo a Dupont informándole de la situación, anunciándole su próxima marcha hasta La Carolina y asegurando que buscará al enemigo donde esté para batirlo.</p><p></p><p> El general Dufour parece que no estaba tan convencido de aquel peligro pero, obedeciendo a Vedel, emprende la marcha a Santa Elena, que dista cerca de treinta kilómetros de Guarromán.</p><p></p><p>* * *</p><p></p><p> El día 18 de junio en las proximidades de Mengíbar, en la orilla norte del río, las dos divisiones españolas al mando del general Reding inician su marcha a las primeras horas de la mañana. En el parte del día 19, el general Castaños dice: ... da parte el general Reding de haber entrado en Bailén a las 9 de la mañana, con su división y la del Marques de Coupigny reunidas de mi orden y que se retiraban los enemigo de dicha villa a Guarromán, dejando solo una gran guardia que fue arrollada. Esa gran guardia, que probablemente sería un escuadrón, se retiraría mandando aviso, en ambas direcciones, de haber sido cortado el Camino Real por la presencia de una fuerza importante (seguramente no tendría tiempo para ver toda la columna). En ese momento las comunicaciones entre los dos generales franceses han quedado cortadas.</p><p></p><p> Reding, después de comunicar a Castaños la llegada a Bailén, se queda esperando a la madrugada siguiente para dirigirse a Andújar. Como le han informado del paso de Vedel el día anterior, envía un reconocimiento para averiguar la situación de los franceses en el norte. La información que obtiene a mediodía es que están en Guarromán y se dirigen más hacia el norte. Establece su campamento al oeste de Bailén, en los alrededores de la noria, y pone una guarnición al otro lado del pueblo en previsión de una sorpresa por aquella dirección.</p><p></p><p>* * *</p><p> A primera hora de este día, Vedel inicia con su división la marcha desde Guarromán a La Carolina. La distancia de unos quince kilómetros que separa a estas dos poblaciones es la justa para completar los cien kilómetros que la división había recorrido desde el día 15 por la mañana (o sea, tres días). Era pues necesario darle un verdadero descanso allí mismo, si no aparecían enemigos a quien batir. El propio general se va hasta Santa Elena para hacerse cargo de la situación en los desfiladeros, ante las fuerzas españolas que se aproximaban. Dufour le espera desde unas horas antes, y juntos hacen las averiguaciones y reconocimientos. Pero los resultados les conducen a descubrir que todo era una alarma injustificada, pues únicamente se detectaron partidas de guerrilla. Ésto, nos parece, debió ser un motivo de tranquilidad para los franceses: es posible que para Vedel representara un doloroso golpe en su amor propio. Con el estado de ánimo que, hemos supuesto, tendría al salir de Andújar, le sentaría muy mal llevarse este chasco con los guerrilleros. Tal vez se sintiera fracasado ante sus propios subordinados; pero lo cierto es que decide darle a su división un necesario descanso de un día casi completo. Es posible que pensara tocar diana sobre las cinco horas, para que las tropas pudieran recuperarse.</p><p></p><p> En Andújar, el general Dupont recibe, por la mañana, el parte de Vedel. Las primeras noticias son tranquilizadoras ya que no ha encontrado enemigo por ninguna parte, pero el anuncio del desplazamiento de todas aquellas unidades a las proximidades de Despeñaperros, le tuvo que producir cierta inquietud. Es posible que ya considerara la idea de retirarse. Pero la amenaza de los Visos y la inconveniencia de realizar la salida a la luz del día, le hicieron mantenerse en espera. </p><p></p><p>* * *</p><p> Por su parte, el general Castaños también queda a la espera de acontecimientos, manteniendo su actividad ofensiva sobre el campamento de Dupont. </p><p></p><p> La noticia de la ocupación de Bailén por Reding debió llegar a los tres generales casi simultáneamente, pues las distancias a recorrer son similares.</p><p></p><p>Castaños contestó inmediatamente que cayera sobre Andújar sin demora, y suponemos que daría las órdenes para preparar, a la mañana siguiente, un verdadero ataque en fuerza sobre los franceses.</p><p></p><p> Dupont, al enterarse de la maniobra de Reding, comprende que se encuentra en una situación sumamente peligrosa. En su estudio sobre el enemigo, cree que el mayor peligro está en los Visos y calcula que en Bailén se encuentra sola la división de Reding, que es la que había actuado dos días antes en esa zona. Con sus dos divisiones se considera con fuerza para arrollar a esa unidad. No puede imaginar que en Bailén le van a cerrar el paso las dos mejores y más fuertes divisiones españolas. Con estos informes se decide a levantar el campo y marchar a reunirse con las otras unidades, pero quiere hacerlo por la noche y en silencio para eludir o retrasar la segura persecución de las fuerzas de Castaños. Lo que no puede es advertir a Vedel del cambio de planes.</p><p></p><p> Esta decisión debió costar a Dupont un gran esfuerzo, pues representaba reconocer ante sus propias tropas que no iba a llevarlas a la victoria, sino a una retirada silenciosa.</p><p></p><p> En la oscuridad va saliendo la columna con la Brigada Chavert en cabeza, la cual destaca la vanguardia al mando del mayor Taulet. A continuación el largo tren de víveres, equipajes, enfermos, familias y funcionarios, flanqueado por la Brigada Schramm y la caballería. En cola y retaguardia marcha la Brigada Pannetier y los marines de La Garde. Su misión es detener a las fuerzas españolas que puedan salir en su persecución. </p><p></p><p>En lugar de volar el puente romano sobre el Guadalquivir, prefieren barrearlo silenciosamente con carros y maderos. Para evitar que algún vecino del pueblo salga a dar el aviso a Castaños, se queda durante un tiempo en la población una unidad de Caballería que mantiene el toque de queda.</p><p></p><p> En La Carolina, suponemos que Vedel también recibiría la noticia de la presencia de Reding en Bailén. Quizás pensó que era la oportunidad que buscaba para dar un escarmiento al enemigo que se le escurría entre las manos. En todo caso, o con mayor razón ante la perspectiva de un combate, su división debía continuar su descanso hasta la mañana siguiente. Se nos ocurre que el horario previsto para el día siguiente pudo ser: diana a las cinco, iniciar la marcha a las siete, llegar a Guarromán sobre las once, dar allí un gran alto a las horas de calor más fuerte, y continuar por la tarde hasta Bailén. Este supuesto plan de marcha se basaría en la creencia de que el enemigo que había en Bailén sería el mismo que se retiró ante su sola presencia el día 15 en Mengíbar. No tenía ningún indicio para sospechar que ahora había dos divisiones en lugar de una, y además muy fuertes. Ha quedado incomunicado con Dupont y las últimas órdenes que había recibido eran de que regresara a Andújar, luego no puede saber ni sospechar que su jefe ha levantado el campo y quiere reunirse con él. Considera que tiene tiempo para descansar y debe tomárselo, para llegar a Bailén en las mejores condiciones y poder batir a aquel enemigo que estaba buscando con tanto afán.</p><p></p><p>* * *</p><p></p><p> El 19 de junio es el día D, el día que se van a producir los grandes acontecimientos que culminan la batalla de Bailén. Sin embargo, es posible que ninguno de los protagonistas llegue a suponer la trascendencia de lo que va a suceder. </p><p></p><p> A las cero horas la vanguardia de Dupont se encuentra a la mitad del camino entre Andújar y Bailén. La cola es posible que aún no haya salido. El general Dupont va con la cabeza del grueso. Nada se opone a su marcha en aquella cálida noche que anuncia un día de sol radiante, como han sido los anteriores. En sus pensamientos seguramente está, en primer lugar, la intención de desalojar con rapidez a esa incómoda división que le corta el camino. Después, todo sería fácil, en la seguridad de aquella fuerte posición que con sus cuatro divisiones y una brigada pensaba establecer desde Bailén hasta los desfiladeros.</p><p></p><p> A las dos, en el cuartel general español en los Visos, se recibe la noticia de que ... los enemigos evacuaron a Andújar huyendo con precipitación por el camino de Madrid. El general Castaños ordena a De la Peña, que con su división emprenda la persecución del enemigo. Es preciso dejar expedito el puente romano para pasar las unidades, especialmente la artillería, y en esos preparativos pasan las horas inmediatas.</p><p></p><p> En el campamento de Reding han tocado diana a las tres, y las unidades se preparan a adoptar el orden de marcha. El brigadier Venegas está al mando de la vanguardia, y para asegurarse la puntualidad en su cometido, ha levantado una hora antes a sus unidades y las ha adelantado a las proximidades del río Herrumblar. A las tres y media aparecen los primeros elementos de la columna francesa y se inicia el primer tiroteo del combate definitivo de la batalla de Bailén.</p><p></p><p> No detallaremos el desarrollo de este encuentro, que es bien conocido. Los franceses lanzaron reiterados ataques sobre el centro y las alas de la línea española, que fueron rechazados siempre. Por otra parte la intención de este trabajo es analizar las decisiones que se adoptaron en función de la información que se disponía. Cuando ya se inicia el combate, las decisiones son puramente tácticas y la información es de contacto, o sea, por observación directa. Tan sólo queremos señalar la decisión de Dupont de emplear sus fuerzas por separado, en acciones sucesivas. El propio Napoleón censuró agriamente esta actuación táctica. Sin embargo, en nuestra opinión, sí que intentó el general francés un ataque de conjunto sobre el centro de la línea española. Cuando todas las unidades francesas habían pasado al este del Rumblar, serían las seis de la mañana, Dupont decidió entonces un ataque por el centro con la Brigada Chavert, los suizos y una brigada de Caballería en cada flanco de esta columna de Infantería. La Brigada Pannetier quedó en el Rumblar protegiendo la retaguardia y los trenes del previsible ataque de las fuerzas de Castaños.</p><p></p><p> Esta acción de Dupont no pudo prosperar porque Reding, viendo la inminencia de tal ataque en fuerza, hizo adelantar sus dos alas para amenazar los flancos enemigos. Por ello Dupont tuvo que desviar la brigada de Privé hacia el Cerrajón y la de Dupré al Zumacar Chico. Estas decisiones de ambos generales parecen las más dignas de destacarse en el conjunto de aquella gloriosa jornada donde se prodigaron los hechos heroicos. Como sabemos, la última decisión de Dupont fue pedir la suspensión de armas sobre el mediodía, cuando sus fuerzas ya no podían seguir combatiendo. Convinieron en iniciar conversaciones sin moverse del lugar donde se encontraba cada unidad. Reding remitió a Dupont ante Castaños para tratar la capitulación.</p><p></p><p> La División De la Peña apareció sobre las dos de la tarde, y tomó posiciones para cercar y amenazar a las fuerzas francesas que ya habían pedido capitulación.</p><p></p><p> El general Castaños ha tenido, a nuestro parecer, una muy acertada actuación desde que tomó el mando del ejército español. Pero no acabamos de entender su decisión de quedarse en Andújar. En un parte que escribe el mismo día 19 a las ocho horas, dice ... ordené al Gral. de la Peña que con su división reforzada, le picase la retaguardia..., Con la div. del Gral. Jones ocupo esta ciudad (Andújar) donde he tomado posición adaptable a las ocurrencias ...</p><p></p><p> En nuestra opinión, su lugar estaba en Bailén, donde se encontraba todo su enemigo y casi todas sus propias fuerzas. Su presencia en el campo de batalla hubiera podido reordenar la situación, enviando al general De la Peña al norte de Bailén donde los defensores del cerro San Cristóbal y el del Ahorcado esperaban la llegada de Vedel, y donde hubiera representado un papel más brillante que el de quedarse amenazando a un enemigo que ya se había rendido. El general Castaños, con la división de Jones y la del coronel Cruz Murgeón, hubiera podido cercar a Dupont para asegurar su inmovilidad.</p><p></p><p> Por último, nos queda una decisión a considerar: la del retraso de Vedel. Probablemente el lector habrá observado que hemos intentado entrar en el estado de ánimo de este general desde que salió de Andújar. Intentábamos reconstruir los pensamientos y los sentimientos que le embargaron por la acción de Mengíbar y, luego, con la decepción de Santa Elena. Lo hemos hecho por creer que esas emociones tuvieron que influir en sus decisiones de este día. De esta manera hemos tratado de preparar al lector para que él mismo formule sus propias conclusiones.</p><p></p><p> Se acusa unánimemente a este general de haber llegado tarde a Bailén para prestar auxilio a su jefe antes de que se rindiera. Se aduce que desde el amanecer estaba escuchando el cañón y, en lugar de acelerar la marcha, dio a sus tropas un largo descanso de más de dos horas en Guarromán, cuando ya se escuchaba con claridad el intenso cañoneo. </p><p></p><p> Para intentar comprender la conducta de Vedel es preciso entrar en la situación en que se encontraba. El día 18, cuando ya ha dejado su división en La Carolina y se ha convencido de que allí no hay enemigo, recibiría la noticia de la ocupación de Bailén por los españoles. Las últimas órdenes que recibió de Dupont eran de despejar todo el Camino Real y regresar a Andújar. No ha podido recibir ninguna nueva información porque se había cortado la comunicación. En consecuencia, considera que el ataque a las fuerzas españolas que se han metido en Bailén es asunto suyo. Seguramente creyó que eran las mismas fuerzas que habían atacado a Liger y a Gobert, es decir, la división de Reding. Para ello decide dar una noche de descanso a su división y agregarse a la de Dufour, que estaba en Santa Elena, para emprender la marcha a Bailén y batir a ese enemigo.</p><p></p><p> Debemos hacer un cómputo de tiempo detallado para poder valorar por nosotros mismos estos acontecimientos. Los primeros cañonazos que se dispararon en Bailén serían después de las cuatro de la mañana porque a esa hora comienza a clarear el día y, en reducida cantidad, porque fueron contra la vanguardia francesa que no pudo sostener el ataque mucho tiempo. El cañoneo intenso comenzaría sobre las cinco de la mañana, cuando inició el ataque la Brigada Chavert.</p><p></p><p> No hay que olvidar que toda la batalla se desarrolló en una hoya del terreno, y que la dirección de La Carolina (que está a veinticinco kilómetros en linea recta), queda apantallada por el cerro de San Cristóbal. Como es sabido, los sonidos se propagan muy bien por la noche, pero los primeros cañonazos los pudieron confundir con una tormenta eléctrica los pocos individuos que estuvieran levantados en el campamento de Vedel. Cuando se confirmara la naturaleza de aquellos lejanos estampidos y se decidieran a comunicárselo al general serían las cinco y media, y mientras éste da las órdenes y se hacen los preparativos, la división rompe la marcha sobre las siete y llega a Guarromán a las once. Aquí se escucha claramente el fragor del combate, cuya intensidad y duración ya no pueden dejar dudas de que allí está Dupont con todas sus fuerzas. Vedel necesita dar un alto para atender las necesidades más perentorias: alimentación, abrevar el ganado, curas y descanso para entrar en combate. Sus oficiales le apremian para acudir al cañón, pero antes de una hora cesa totalmente el cañoneo: posiblemente antes de que entrara la cola de la columna en Guarromán. Vedel se tranquiliza y prolonga el alto hasta las trece horas. Cuando llega ante las posiciones españolas de los cerros San Cristóbal y El Ahorcado son las cinco de la tarde. Vedel se justificó diciendo que su división necesitaba un descanso, y a nosotros nos parece cierto, aunque pudo ser más corto. Pero aunque hubiera dado un alto de media hora, que era imprescindible, hubiera llegado después de las catorce horas, cuando todo estaba igualmente acabado.</p><p></p><p> Se ha dicho que por resentimiento u otras motivaciones similares no quiso acudir en socorro de su jefe. Incluso este mismo llegó a decir: ¡Vedel me la ha jugado! A nosotros nos parece inconcebible que este general actuara conscientemente para provocar un desastre que le iba a afectar necesariamente a él mismo. Dejamos al lector, al que hemos aportado cuantos datos conocemos, la tarea de componer su propia interpretación.</p><p></p><p> Finalizan en este punto las decisiones de orden táctico o estratégico que configuraron el desarrollo de la batalla, y por ello se termina este trabajo que, como dijimos al comienzo, pretende dar una interpretación objetiva de esas decisiones, partiendo de la información que tuvieron los protagonistas según se desprende de los documentos originales que se han utilizado en la investigación historiográfica.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="JQ01, post: 284682, member: 40"] La llegada de ambos partes debió producir una tremenda decepción en el cuartel general de Castaños. Las dos divisiones han iniciado la misión que se les había encomendado, pero ninguna la ha terminado. Por el contrario, ambas han regresado a la situación inicial, es decir, a la línea del Guadalquivir. Por lo tanto, no se puede esperar la aparición inmediata de estas unidades sobre la retaguardia de Dupont. Es de suponer que tal situación debió contrariar sumamente a Castaños, que vería en peligro cualquier punto de su despliegue ante la concentración de fuerzas que ya tenía el enemigo. No puede sorprendernos que apremiara a Reding y Coupigny a completar sus acciones con la máxima urgencia. Pero también éstos, dada la hora, tendrían que esperar al día siguiente. Coincidiendo con la llegada de las últimas unidades de la columna de Vedel, debió llegar al campamento de Dupont el correo con el parte de Dufour. El alborozo de la llegada del refuerzo se transforma en alarma. Si hubo alguna intención de tomar la iniciativa con una acción ofensiva, se desvaneció instantáneamente con la noticia de que en la zona de Bailén-Mengíbar, había aparecido una fuerte división capaz de barrer las fuerzas de Liger-Belair y Gobert juntas. La muerte de este último general, además del impacto afectivo (era muy amigo de Dupont), confiere un mayor dramatismo a la derrota. Si a esto añadimos la información de que un fuerte contingente de fuerzas españolas se dirige al desfiladero con la intención de cortarles las comunicaciones con Madrid, queda justificada la alarma. Pero aún hay algo más: el repliegue y la desaparición de Reding, después de derrotar a los defensores de aquel flanco, crean una notable confusión en cuanto a la situación, intenciones y número de las fuerzas españolas que operaban en aquella zona. El único dato concreto que pudieron aportar los que habían combatido, sería que habían sido atacados por una división muy fuerte y numerosa. Casi con toda certeza identificarían al general Reding y con él a su división. Según parece, y es muy verosímil, se produjo una gran tensión entre Dupont y Vedel. Parece que el primero reprochó al segundo la imprudente iniciativa de dejar desguarnecida o insuficientemente guarnecida aquella importantísima posición. Ese reproche equivale a culparle del descalabro. La acusación de su jefe debió zaherir profundamente a Vedel, pero es posible que aun le produjera mayor dolor la elocuencia de los hechos. La reacción de Dupont es la que podía esperarse: ordena a Vedel que regrese a Bailén lo más rápidamente posible y que recupere esta posición si está ocupada por el enemigo. Pero además, que compruebe si hay enemigo en la carretera de Mengíbar, también en la zona de Linares; después, que vaya al desfiladero para averiguar qué fuerzas españolas se aproximan a La Carolina y Santa Elena y atacarlas en su caso; y por último regresar para cooperar en la defensa de Andújar. Lo cierto es que esto, más que una misión, nos parece un correctivo. Vedel aconsejó a Dupont que levantara el campo y que se fuera con él a Bailén (así lo afirma el primero en sus memorias), pero éste no quiso aceptar la sugerencia. No podemos saber con certeza los motivos que tuvo el general francés para rechazar este plan que hubiera supuesto la salvación de su ejército; tan sólo podemos imaginarlos según nuestros propios criterios, o bien eligiendo entre las numerosas opiniones que se han emitido sobre el tema. Parece ser que Napoleón consideraba (desde Bayona), que la posición de Andújar era muy adecuada. También es muy comprensible que Dupont se resistiera a retroceder más porque era tanto como aceptar el fracaso de su oportunidad, ya perdida en parte, de llegar a Cádiz y conquistar Andalucía. Sí parece evidente que se sentía con suficientes recursos para resistir hasta que le llegaran los refuerzos, que con tanta insistencia había solicitado. Con las sombras de la noche, Vedel sale de Andújar al frente de su división en dirección a Bailén. La noche anterior hizo cuarenta kilómetros, ahora debe recorrer con rapidez otros treinta para recuperar las posiciones perdidas. Podemos suponer el estado de ánimo de este general que con su mejor espíritu de lucha había acudido al punto más amenazado (según Dupont), y que por su ausencia la situación se había torcido de forma tan peligrosa. Seguramente le embargaría un acuciante deseo de alcanzar pronto al enemigo y desquitarse del error. Para aumentar su ansiedad hay que recordar que esta división también había recibido la misión primordial de asegurar las comunicaciones con Madrid y, por lo tanto, la alarmante noticia de que fuerzas españolas amenazaban el desfiladero le comprometía directamente. * * * El día 17 de julio resulta curiosamente vacío de actividades conocidas en los dos campamentos rivales. Parece que, exceptuando la marcha de Vedel, las unidades de ambos bandos permanecieron en sus posiciones intercambiando fuegos y realizando algún amago. Es muy posible que hubiera algo más, pero no lo conocemos porque no existen documentos de este día, excepto el oficio de Castaños a Reding, cuya fotocopia adjuntamos y que creemos que ha permanecido inédito hasta que la autora Luiselle de Riedmatten lo descubrió en los archivos de la familia Reding. Hoy podemos ofrecer la fotocopia de este documento gracias a la amabilidad del Archivo Cantonal de Schwytz. Al analizar este oficio, se descubre a primera vista que hace referencia y contesta a otro que Reding le ha dirigido ese mismo día, pero que no conocemos ni sabemos a qué hora. También menciona una información obtenida por Coupigny, sobre la salida de la II División, aunque la descarta rotundamente. Esto último constituye un evidente error de valoración sobre el enemigo, pero al parecer tenían sus indicios para pensar de esa manera. El párrafo que nos interesa resaltar es :...es preciso que luego que V.S. entre en Bailén, venga con la División de Coupigny unida a la suya sobre Andújar y luego... Estas palabras nos confirman que es en ese momento cuando le agrega la II División. Tal cambio en la articulación de sus fuerzas lo tenemos que inscribir en lo que se conoce como La conducción de la batalla, y no puede servir de argumento para descalificar el Plan de Porcuna pues, como todos los planes, se hizo con arreglo a unos datos más o menos conocidos en el momento: datos que luego el enemigo se encarga de variarlos según su conveniencia. Por esta razón, siempre se hace inicialmente una preparación de la batalla, para posteriormente llevar la conducción de la misma. En nuestra opinión, Castaños acertó concediendo esta agregación que seguramente le reclamaba el propio Reding, por ser necesaria para poder enfrentarse a aquellas dos divisiones que se movían por el Camino Real. Tenemos que considerar que la división de Vedel, incluyendo a Liger-Belair, más las unidades que quedaban disponibles de la división de Gobert, con el destacamento de Linares, sumaban más de once mil hombres. También hay que incluir en el cómputo de las unidades que los franceses podían presentar, en el recorrido que se exigía a Reding, la división de Caballería, la cual podía presentarse en Bailén en unas tres horas. La preparación e instrucción de estas tropas nos las define el propio Castaños en el mismo oficio: ...V.S. sabe el numº y calidad de las tropas de estas divisiones... Por último, el oficio está firmado a las siete de la tarde, lo que nos dice que durante todo el día se debió de tratar este tema entre los generales. A continuación, el mismo Castaños escribe al presidente de la Junta, y dice: ...he dado orden para que reunan sus divisiones dichos Grals. cuyas fuerzas son respetables para cualquiera..., lo que nos confirma la fecha de la agregación. El coronel Nazario de Reding, en carta a un amigo, dice: Dueños de todas las alturas de Mengíbar y del Pueblo, así como del paso del río, permanecimos el 17 para saber las ulteriores órdenes del General Castaños, así como de ver realizado, que la división de Coupigny se uniera a la nuestra, lo que se realizó la noche del 17 al 18. Queda claro que esta I División permaneció inactiva durante todo este día, esperando órdenes. Tenemos la certeza de que hubo un oficio de Reding a Castaños, porque lo menciona éste, pero ¿hubo otros más? No tenemos noticia de ello, aunque echamos en falta un nuevo escrito de Castaños a Coupigny para ordenarle que se ponga a las órdenes de Reding. Suponemos que durante todo el día tuvieron que tener contactos, ya escritos o personales, para tratar este tema que era muy urgente. Sobre la división de Coupigny tampoco tenemos noticias, pero realizaron alguna acción puesto que hicieron prisioneros. Como decimos antes, el tono del oficio es apremiante pues más adelante dice: Esperamos que V.S. nos de aviso sin pérdida de tiempo del resultado de su ataque a Bailén y del modo con que se proponga marchar sobre Andújar, que deberá ser lo más pronto posible,... Esto nos da cuenta de la inquietud que embarga al General en Jefe. Esa misma noche comienza la reunión de las dos divisiones en la zona de Mengíbar. La de Coupigny se desplaza al otro lado del río donde ya se encuentra la de Reding, el cual toma el mando de las dos. * * * La única acción importante en el día es la marcha de la II División francesa. A primera hora de la mañana llegaron a Bailén tras una marcha rápida y forzada. Con gran desencanto y alarma se encuentran con que no hay enemigo a quien batir y que, según los informes de los paisanos, las fuerzas de Dufour han salido a defender Despeñaperros, que estaba amenazado por las fuerzas españolas. Vedel tiene que dar un descanso a sus soldados. Por la tarde continua la marcha para reunirse con Dufour, que se encuentra en Guarromán. Cuando llega, sobre las veintiuna horas, como los informes siguen coincidiendo en señalar el peligro en el desfiladero, manda a Dufour que se adelante a Santa Elena, mientras él da a su división un nuevo descanso. La división, en este momento, ha cubierto unos ochenta y cinco kilómetros desde las nueve horas del día 15. En este corto plazo de tiempo no hubo verdaderos descansos, porque las dos noches han sido de marcha. Se puede decir que tan sólo ha habido grandes altos, en los que la distribución de las comidas, la atención al ganado y la preparación de la siguiente marcha, dificultarían el necesario reposo para reponer fuerzas. El general Vedel sigue obsesionado con el peligro que le anuncian en el desfiladero. El estado de ánimo, que antes hemos intentado describir, le condiciona para evitar por todos los medios un nuevo descalabro y buscar el desquite. Esa noche envía un correo a Dupont informándole de la situación, anunciándole su próxima marcha hasta La Carolina y asegurando que buscará al enemigo donde esté para batirlo. El general Dufour parece que no estaba tan convencido de aquel peligro pero, obedeciendo a Vedel, emprende la marcha a Santa Elena, que dista cerca de treinta kilómetros de Guarromán. * * * El día 18 de junio en las proximidades de Mengíbar, en la orilla norte del río, las dos divisiones españolas al mando del general Reding inician su marcha a las primeras horas de la mañana. En el parte del día 19, el general Castaños dice: ... da parte el general Reding de haber entrado en Bailén a las 9 de la mañana, con su división y la del Marques de Coupigny reunidas de mi orden y que se retiraban los enemigo de dicha villa a Guarromán, dejando solo una gran guardia que fue arrollada. Esa gran guardia, que probablemente sería un escuadrón, se retiraría mandando aviso, en ambas direcciones, de haber sido cortado el Camino Real por la presencia de una fuerza importante (seguramente no tendría tiempo para ver toda la columna). En ese momento las comunicaciones entre los dos generales franceses han quedado cortadas. Reding, después de comunicar a Castaños la llegada a Bailén, se queda esperando a la madrugada siguiente para dirigirse a Andújar. Como le han informado del paso de Vedel el día anterior, envía un reconocimiento para averiguar la situación de los franceses en el norte. La información que obtiene a mediodía es que están en Guarromán y se dirigen más hacia el norte. Establece su campamento al oeste de Bailén, en los alrededores de la noria, y pone una guarnición al otro lado del pueblo en previsión de una sorpresa por aquella dirección. * * * A primera hora de este día, Vedel inicia con su división la marcha desde Guarromán a La Carolina. La distancia de unos quince kilómetros que separa a estas dos poblaciones es la justa para completar los cien kilómetros que la división había recorrido desde el día 15 por la mañana (o sea, tres días). Era pues necesario darle un verdadero descanso allí mismo, si no aparecían enemigos a quien batir. El propio general se va hasta Santa Elena para hacerse cargo de la situación en los desfiladeros, ante las fuerzas españolas que se aproximaban. Dufour le espera desde unas horas antes, y juntos hacen las averiguaciones y reconocimientos. Pero los resultados les conducen a descubrir que todo era una alarma injustificada, pues únicamente se detectaron partidas de guerrilla. Ésto, nos parece, debió ser un motivo de tranquilidad para los franceses: es posible que para Vedel representara un doloroso golpe en su amor propio. Con el estado de ánimo que, hemos supuesto, tendría al salir de Andújar, le sentaría muy mal llevarse este chasco con los guerrilleros. Tal vez se sintiera fracasado ante sus propios subordinados; pero lo cierto es que decide darle a su división un necesario descanso de un día casi completo. Es posible que pensara tocar diana sobre las cinco horas, para que las tropas pudieran recuperarse. En Andújar, el general Dupont recibe, por la mañana, el parte de Vedel. Las primeras noticias son tranquilizadoras ya que no ha encontrado enemigo por ninguna parte, pero el anuncio del desplazamiento de todas aquellas unidades a las proximidades de Despeñaperros, le tuvo que producir cierta inquietud. Es posible que ya considerara la idea de retirarse. Pero la amenaza de los Visos y la inconveniencia de realizar la salida a la luz del día, le hicieron mantenerse en espera. * * * Por su parte, el general Castaños también queda a la espera de acontecimientos, manteniendo su actividad ofensiva sobre el campamento de Dupont. La noticia de la ocupación de Bailén por Reding debió llegar a los tres generales casi simultáneamente, pues las distancias a recorrer son similares. Castaños contestó inmediatamente que cayera sobre Andújar sin demora, y suponemos que daría las órdenes para preparar, a la mañana siguiente, un verdadero ataque en fuerza sobre los franceses. Dupont, al enterarse de la maniobra de Reding, comprende que se encuentra en una situación sumamente peligrosa. En su estudio sobre el enemigo, cree que el mayor peligro está en los Visos y calcula que en Bailén se encuentra sola la división de Reding, que es la que había actuado dos días antes en esa zona. Con sus dos divisiones se considera con fuerza para arrollar a esa unidad. No puede imaginar que en Bailén le van a cerrar el paso las dos mejores y más fuertes divisiones españolas. Con estos informes se decide a levantar el campo y marchar a reunirse con las otras unidades, pero quiere hacerlo por la noche y en silencio para eludir o retrasar la segura persecución de las fuerzas de Castaños. Lo que no puede es advertir a Vedel del cambio de planes. Esta decisión debió costar a Dupont un gran esfuerzo, pues representaba reconocer ante sus propias tropas que no iba a llevarlas a la victoria, sino a una retirada silenciosa. En la oscuridad va saliendo la columna con la Brigada Chavert en cabeza, la cual destaca la vanguardia al mando del mayor Taulet. A continuación el largo tren de víveres, equipajes, enfermos, familias y funcionarios, flanqueado por la Brigada Schramm y la caballería. En cola y retaguardia marcha la Brigada Pannetier y los marines de La Garde. Su misión es detener a las fuerzas españolas que puedan salir en su persecución. En lugar de volar el puente romano sobre el Guadalquivir, prefieren barrearlo silenciosamente con carros y maderos. Para evitar que algún vecino del pueblo salga a dar el aviso a Castaños, se queda durante un tiempo en la población una unidad de Caballería que mantiene el toque de queda. En La Carolina, suponemos que Vedel también recibiría la noticia de la presencia de Reding en Bailén. Quizás pensó que era la oportunidad que buscaba para dar un escarmiento al enemigo que se le escurría entre las manos. En todo caso, o con mayor razón ante la perspectiva de un combate, su división debía continuar su descanso hasta la mañana siguiente. Se nos ocurre que el horario previsto para el día siguiente pudo ser: diana a las cinco, iniciar la marcha a las siete, llegar a Guarromán sobre las once, dar allí un gran alto a las horas de calor más fuerte, y continuar por la tarde hasta Bailén. Este supuesto plan de marcha se basaría en la creencia de que el enemigo que había en Bailén sería el mismo que se retiró ante su sola presencia el día 15 en Mengíbar. No tenía ningún indicio para sospechar que ahora había dos divisiones en lugar de una, y además muy fuertes. Ha quedado incomunicado con Dupont y las últimas órdenes que había recibido eran de que regresara a Andújar, luego no puede saber ni sospechar que su jefe ha levantado el campo y quiere reunirse con él. Considera que tiene tiempo para descansar y debe tomárselo, para llegar a Bailén en las mejores condiciones y poder batir a aquel enemigo que estaba buscando con tanto afán. * * * El 19 de junio es el día D, el día que se van a producir los grandes acontecimientos que culminan la batalla de Bailén. Sin embargo, es posible que ninguno de los protagonistas llegue a suponer la trascendencia de lo que va a suceder. A las cero horas la vanguardia de Dupont se encuentra a la mitad del camino entre Andújar y Bailén. La cola es posible que aún no haya salido. El general Dupont va con la cabeza del grueso. Nada se opone a su marcha en aquella cálida noche que anuncia un día de sol radiante, como han sido los anteriores. En sus pensamientos seguramente está, en primer lugar, la intención de desalojar con rapidez a esa incómoda división que le corta el camino. Después, todo sería fácil, en la seguridad de aquella fuerte posición que con sus cuatro divisiones y una brigada pensaba establecer desde Bailén hasta los desfiladeros. A las dos, en el cuartel general español en los Visos, se recibe la noticia de que ... los enemigos evacuaron a Andújar huyendo con precipitación por el camino de Madrid. El general Castaños ordena a De la Peña, que con su división emprenda la persecución del enemigo. Es preciso dejar expedito el puente romano para pasar las unidades, especialmente la artillería, y en esos preparativos pasan las horas inmediatas. En el campamento de Reding han tocado diana a las tres, y las unidades se preparan a adoptar el orden de marcha. El brigadier Venegas está al mando de la vanguardia, y para asegurarse la puntualidad en su cometido, ha levantado una hora antes a sus unidades y las ha adelantado a las proximidades del río Herrumblar. A las tres y media aparecen los primeros elementos de la columna francesa y se inicia el primer tiroteo del combate definitivo de la batalla de Bailén. No detallaremos el desarrollo de este encuentro, que es bien conocido. Los franceses lanzaron reiterados ataques sobre el centro y las alas de la línea española, que fueron rechazados siempre. Por otra parte la intención de este trabajo es analizar las decisiones que se adoptaron en función de la información que se disponía. Cuando ya se inicia el combate, las decisiones son puramente tácticas y la información es de contacto, o sea, por observación directa. Tan sólo queremos señalar la decisión de Dupont de emplear sus fuerzas por separado, en acciones sucesivas. El propio Napoleón censuró agriamente esta actuación táctica. Sin embargo, en nuestra opinión, sí que intentó el general francés un ataque de conjunto sobre el centro de la línea española. Cuando todas las unidades francesas habían pasado al este del Rumblar, serían las seis de la mañana, Dupont decidió entonces un ataque por el centro con la Brigada Chavert, los suizos y una brigada de Caballería en cada flanco de esta columna de Infantería. La Brigada Pannetier quedó en el Rumblar protegiendo la retaguardia y los trenes del previsible ataque de las fuerzas de Castaños. Esta acción de Dupont no pudo prosperar porque Reding, viendo la inminencia de tal ataque en fuerza, hizo adelantar sus dos alas para amenazar los flancos enemigos. Por ello Dupont tuvo que desviar la brigada de Privé hacia el Cerrajón y la de Dupré al Zumacar Chico. Estas decisiones de ambos generales parecen las más dignas de destacarse en el conjunto de aquella gloriosa jornada donde se prodigaron los hechos heroicos. Como sabemos, la última decisión de Dupont fue pedir la suspensión de armas sobre el mediodía, cuando sus fuerzas ya no podían seguir combatiendo. Convinieron en iniciar conversaciones sin moverse del lugar donde se encontraba cada unidad. Reding remitió a Dupont ante Castaños para tratar la capitulación. La División De la Peña apareció sobre las dos de la tarde, y tomó posiciones para cercar y amenazar a las fuerzas francesas que ya habían pedido capitulación. El general Castaños ha tenido, a nuestro parecer, una muy acertada actuación desde que tomó el mando del ejército español. Pero no acabamos de entender su decisión de quedarse en Andújar. En un parte que escribe el mismo día 19 a las ocho horas, dice ... ordené al Gral. de la Peña que con su división reforzada, le picase la retaguardia..., Con la div. del Gral. Jones ocupo esta ciudad (Andújar) donde he tomado posición adaptable a las ocurrencias ... En nuestra opinión, su lugar estaba en Bailén, donde se encontraba todo su enemigo y casi todas sus propias fuerzas. Su presencia en el campo de batalla hubiera podido reordenar la situación, enviando al general De la Peña al norte de Bailén donde los defensores del cerro San Cristóbal y el del Ahorcado esperaban la llegada de Vedel, y donde hubiera representado un papel más brillante que el de quedarse amenazando a un enemigo que ya se había rendido. El general Castaños, con la división de Jones y la del coronel Cruz Murgeón, hubiera podido cercar a Dupont para asegurar su inmovilidad. Por último, nos queda una decisión a considerar: la del retraso de Vedel. Probablemente el lector habrá observado que hemos intentado entrar en el estado de ánimo de este general desde que salió de Andújar. Intentábamos reconstruir los pensamientos y los sentimientos que le embargaron por la acción de Mengíbar y, luego, con la decepción de Santa Elena. Lo hemos hecho por creer que esas emociones tuvieron que influir en sus decisiones de este día. De esta manera hemos tratado de preparar al lector para que él mismo formule sus propias conclusiones. Se acusa unánimemente a este general de haber llegado tarde a Bailén para prestar auxilio a su jefe antes de que se rindiera. Se aduce que desde el amanecer estaba escuchando el cañón y, en lugar de acelerar la marcha, dio a sus tropas un largo descanso de más de dos horas en Guarromán, cuando ya se escuchaba con claridad el intenso cañoneo. Para intentar comprender la conducta de Vedel es preciso entrar en la situación en que se encontraba. El día 18, cuando ya ha dejado su división en La Carolina y se ha convencido de que allí no hay enemigo, recibiría la noticia de la ocupación de Bailén por los españoles. Las últimas órdenes que recibió de Dupont eran de despejar todo el Camino Real y regresar a Andújar. No ha podido recibir ninguna nueva información porque se había cortado la comunicación. En consecuencia, considera que el ataque a las fuerzas españolas que se han metido en Bailén es asunto suyo. Seguramente creyó que eran las mismas fuerzas que habían atacado a Liger y a Gobert, es decir, la división de Reding. Para ello decide dar una noche de descanso a su división y agregarse a la de Dufour, que estaba en Santa Elena, para emprender la marcha a Bailén y batir a ese enemigo. Debemos hacer un cómputo de tiempo detallado para poder valorar por nosotros mismos estos acontecimientos. Los primeros cañonazos que se dispararon en Bailén serían después de las cuatro de la mañana porque a esa hora comienza a clarear el día y, en reducida cantidad, porque fueron contra la vanguardia francesa que no pudo sostener el ataque mucho tiempo. El cañoneo intenso comenzaría sobre las cinco de la mañana, cuando inició el ataque la Brigada Chavert. No hay que olvidar que toda la batalla se desarrolló en una hoya del terreno, y que la dirección de La Carolina (que está a veinticinco kilómetros en linea recta), queda apantallada por el cerro de San Cristóbal. Como es sabido, los sonidos se propagan muy bien por la noche, pero los primeros cañonazos los pudieron confundir con una tormenta eléctrica los pocos individuos que estuvieran levantados en el campamento de Vedel. Cuando se confirmara la naturaleza de aquellos lejanos estampidos y se decidieran a comunicárselo al general serían las cinco y media, y mientras éste da las órdenes y se hacen los preparativos, la división rompe la marcha sobre las siete y llega a Guarromán a las once. Aquí se escucha claramente el fragor del combate, cuya intensidad y duración ya no pueden dejar dudas de que allí está Dupont con todas sus fuerzas. Vedel necesita dar un alto para atender las necesidades más perentorias: alimentación, abrevar el ganado, curas y descanso para entrar en combate. Sus oficiales le apremian para acudir al cañón, pero antes de una hora cesa totalmente el cañoneo: posiblemente antes de que entrara la cola de la columna en Guarromán. Vedel se tranquiliza y prolonga el alto hasta las trece horas. Cuando llega ante las posiciones españolas de los cerros San Cristóbal y El Ahorcado son las cinco de la tarde. Vedel se justificó diciendo que su división necesitaba un descanso, y a nosotros nos parece cierto, aunque pudo ser más corto. Pero aunque hubiera dado un alto de media hora, que era imprescindible, hubiera llegado después de las catorce horas, cuando todo estaba igualmente acabado. Se ha dicho que por resentimiento u otras motivaciones similares no quiso acudir en socorro de su jefe. Incluso este mismo llegó a decir: ¡Vedel me la ha jugado! A nosotros nos parece inconcebible que este general actuara conscientemente para provocar un desastre que le iba a afectar necesariamente a él mismo. Dejamos al lector, al que hemos aportado cuantos datos conocemos, la tarea de componer su propia interpretación. Finalizan en este punto las decisiones de orden táctico o estratégico que configuraron el desarrollo de la batalla, y por ello se termina este trabajo que, como dijimos al comienzo, pretende dar una interpretación objetiva de esas decisiones, partiendo de la información que tuvieron los protagonistas según se desprende de los documentos originales que se han utilizado en la investigación historiográfica. [/QUOTE]
Insertar citas…
Verificación
Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
Responder
Inicio
Foros
Area Militar General
Historia Militar
199 años de Bailén
Este sitio usa cookies. Para continuar usando este sitio, se debe aceptar nuestro uso de cookies.
Aceptar
Más información.…
Arriba