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<blockquote data-quote="Shandor" data-source="post: 1654312" data-attributes="member: 50"><p><a href="http://www.zona-militar.com/cultura/20141004/abci-macarthur-volvio-filipinas-201410031154.html"><u><span style="font-size: 22px">… Y MacArthur volvió a Filipinas</span></u></a></p><p><span style="font-size: 15px"><strong>Lo había prometido al abandonar las islas en 1942: “Volveré”. El 20 de octubre de 1944, el general MacArthur cumplía su promesa. Los estadounidenses desembarcaban en Leyte. Comenzaba la liberación de las Filipinas</strong></span></p><p></p><p>Sin duda, uno de los momentos emblemáticos de la Segunda Guerra Mundial fue el regreso, cargado artificialmente de dramatismo, del general Douglas MacArthur a las Filipinas. Durante la invasión japonesa de 1941, las fuerzas combinadas norteamericanas y filipinas se habían visto forzadas a retirarse de una posición a otra hasta las fortalezas de Corregidor y Bataan, donde acabarían</p><p><strong>capitulando</strong>.</p><p>Ante lo desesperado de la situación, y al no poder socorrer a las fuerzas cercadas, se ordenó a MacArthur ceder el mando, siendo evacuado a Australia. Es el momento en el que pronuncia, descorazonado por esa decisión, la que después sería una de las citas icónicas de la contienda: «Volveré».</p><p><span style="font-size: 12px"><strong>Controversia</strong></span></p><p>Sin embargo, la campaña por la liberación de las islas fue extraordinariamente polémica. Los líderes de la US Navy no tenían ningún interés en una campaña sin significado estratégico alguno, conscientes, tras los encarnizados combates librados en las Salomón y en el Pacífico Central —Gilbert, Marshall, Marianas, Palaos—, que la lucha en tierra contra los japoneses sería muy dura y la ocupación de las Filipinas no les acercaría al Japón.</p><p>Por el contrario, confiaban en que su táctica del «salto de la rana» los conduciría de forma más rápida e incruenta hacia el corazón del Imperio Japonés. Sin embargo, MacArthur, al igual que el presidente Roosevelt y otros altos cargos militares y civiles, eran conscientes de las graves implicaciones políticas de dejar de lado a las Filipinas: militarmente, la campaña podía ser un «capricho» del general, pero la decisión estaba tomada. El pueblo americano tenía «el deber moral de socorrer a los filipinos». La invasión tendría lugar.</p><p>El 20 de octubre arribaba a Leyte la flota de desembarco estadounidense. El asalto es un éxito y el progreso hacia el interior de la isla, continuo, mientras la flota estadounidense destroza a la japonesa en la decisiva batalla naval del Golfo de Leyte. Sin embargo, a medida que las fuerzas estadounidenses se internan, la resistencia japonesa, como es costumbre, se vuelve encarnizada, y de ello darán fe los combates por las Crestas Kilay o los librados en el valle de Ormoc y su bahía. Pero, a finales de diciembre, la batalla por Leyte está terminada y las fuerzas de los EEUU cuentan con las necesarias bases aéreas y de suministro para pasar a una nueva fase de la campaña.</p><p>Mindoro es el nuevo objetivo y el 15 de diciembre las fuerzas americanas desembarcan en la zona, tomando por sorpresa a las japonesas, que esperan el ataque en Negros o Panay. En un mes la isla es conquistada, paso previo al objetivo principal: Luzón y la capital de las Filipinas, Manila.</p><p><span style="font-size: 12px"><strong>Más desembarcos</strong></span></p><p>El 9 de enero de 1945 las tropas de los EEUU desembarcan en Lingayen, cogiendo desprevenidas de nuevo a las fuerzas enemigas. La resistencia filipina —de las más numerosas de toda la contienda y muy activa, tanto a lo largo de este periodo como en toda la guerra— y las medidas de «despiste» llevadas a cabo tienen un éxito total y los desembarcos se realizan con una oposición testimonial, poniendo pie en Luzón más soldados que los desembarcados el <a href="http://www.zona-militar.com/20100609/archivo-historia-abc/desembarco-normandia-segunda-guerra-201006091832.html"><u>Día D en Normandía</u></a>.</p><p>Mientras, los japoneses se concentran en el interior, sin apoyo naval y con el aéreo reducido a su mínima expresión. El general Yamashita dividirá sus fuerzas en dos, un grupo de combate en la zona montañosa del norte y otro destinado a la defensa de Manila, intentando que los aliados, estadounidenses y filipinos, se estrellen contra sus posiciones y alargar así la campaña lo máximo posible.</p><p><span style="font-size: 12px"><strong>Combates callejeros</strong></span></p><p>La defensa articulada por Yamashita es excepcional. Los aliados se verán obligados a realizar un esfuerzo mucho mayor de lo previsto para conquistar Luzón. Al desembarco inicial en Lingayen, le siguen otros en diversos puntos de la isla —San Antonio, Nasugbu, etc…— y, a pesar de las pérdidas y de la dureza de la lucha, el avance y el cerco sobre la capital se completa.</p><p>El 3 de febrero comienza la Batalla de Manila, que se prolongará durante un mes en una serie de intensos combates callejeros totalmente atípicos en la guerra del Pacífico. Un mes más tarde, los aliados pueden anunciar que la conquista de la ciudad es total, aunque las operaciones en el resto de Luzón, hacia el sur y norte de la isla, continuarían hasta junio.</p><p>Mientras tanto, en marzo, se produce un nuevo desembarco en Mindanao, si bien el fin de las operaciones de limpieza de esta isla —una campaña de nuevo muy contestada por su poco sentido estratégico— y la capitulación oficial de las fuerzas de Yamashita no serían efectivos hasta después de la rendición incondicional del Japón el 15 de agosto de 1945.</p><p><span style="font-size: 15px"><strong>La Batalla de Manila</strong></span></p><p>Durante un mes, las fuerzas estadounidenses y filipinas se enfrentaron a la fortificada guarnición japonesa de Manila en una fiera lucha casa por casa, similar a los combates urbanos que, excepcionales en el Pacífico, fueron norma en el frente europeo y que acabaron con la destrucción de la ciudad y sus edificios, rica herencia cultural hispano-filipina. El salvajismo de las fuerzas niponas durante la lucha tiene únicamente parangón con su comportamiento en la ocupación de Shanghai en 1937. Los cálculos de bajas civiles, tanto las ocasionadas por los combates como por los asesinatos premeditados ejecutados por los japoneses, oscilan entre 90.000 y 100.000, un número de víctimas similar al que causaría la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima.</p><p>abc.es</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Shandor, post: 1654312, member: 50"] [URL='http://www.zona-militar.com/cultura/20141004/abci-macarthur-volvio-filipinas-201410031154.html'][U][SIZE=6]… Y MacArthur volvió a Filipinas[/SIZE][/U][/URL] [SIZE=4][B]Lo había prometido al abandonar las islas en 1942: “Volveré”. El 20 de octubre de 1944, el general MacArthur cumplía su promesa. Los estadounidenses desembarcaban en Leyte. Comenzaba la liberación de las Filipinas[/B][/SIZE] Sin duda, uno de los momentos emblemáticos de la Segunda Guerra Mundial fue el regreso, cargado artificialmente de dramatismo, del general Douglas MacArthur a las Filipinas. Durante la invasión japonesa de 1941, las fuerzas combinadas norteamericanas y filipinas se habían visto forzadas a retirarse de una posición a otra hasta las fortalezas de Corregidor y Bataan, donde acabarían [B]capitulando[/B]. Ante lo desesperado de la situación, y al no poder socorrer a las fuerzas cercadas, se ordenó a MacArthur ceder el mando, siendo evacuado a Australia. Es el momento en el que pronuncia, descorazonado por esa decisión, la que después sería una de las citas icónicas de la contienda: «Volveré». [SIZE=3][B]Controversia[/B][/SIZE] Sin embargo, la campaña por la liberación de las islas fue extraordinariamente polémica. Los líderes de la US Navy no tenían ningún interés en una campaña sin significado estratégico alguno, conscientes, tras los encarnizados combates librados en las Salomón y en el Pacífico Central —Gilbert, Marshall, Marianas, Palaos—, que la lucha en tierra contra los japoneses sería muy dura y la ocupación de las Filipinas no les acercaría al Japón. Por el contrario, confiaban en que su táctica del «salto de la rana» los conduciría de forma más rápida e incruenta hacia el corazón del Imperio Japonés. Sin embargo, MacArthur, al igual que el presidente Roosevelt y otros altos cargos militares y civiles, eran conscientes de las graves implicaciones políticas de dejar de lado a las Filipinas: militarmente, la campaña podía ser un «capricho» del general, pero la decisión estaba tomada. El pueblo americano tenía «el deber moral de socorrer a los filipinos». La invasión tendría lugar. El 20 de octubre arribaba a Leyte la flota de desembarco estadounidense. El asalto es un éxito y el progreso hacia el interior de la isla, continuo, mientras la flota estadounidense destroza a la japonesa en la decisiva batalla naval del Golfo de Leyte. Sin embargo, a medida que las fuerzas estadounidenses se internan, la resistencia japonesa, como es costumbre, se vuelve encarnizada, y de ello darán fe los combates por las Crestas Kilay o los librados en el valle de Ormoc y su bahía. Pero, a finales de diciembre, la batalla por Leyte está terminada y las fuerzas de los EEUU cuentan con las necesarias bases aéreas y de suministro para pasar a una nueva fase de la campaña. Mindoro es el nuevo objetivo y el 15 de diciembre las fuerzas americanas desembarcan en la zona, tomando por sorpresa a las japonesas, que esperan el ataque en Negros o Panay. En un mes la isla es conquistada, paso previo al objetivo principal: Luzón y la capital de las Filipinas, Manila. [SIZE=3][B]Más desembarcos[/B][/SIZE] El 9 de enero de 1945 las tropas de los EEUU desembarcan en Lingayen, cogiendo desprevenidas de nuevo a las fuerzas enemigas. La resistencia filipina —de las más numerosas de toda la contienda y muy activa, tanto a lo largo de este periodo como en toda la guerra— y las medidas de «despiste» llevadas a cabo tienen un éxito total y los desembarcos se realizan con una oposición testimonial, poniendo pie en Luzón más soldados que los desembarcados el [URL='http://www.zona-militar.com/20100609/archivo-historia-abc/desembarco-normandia-segunda-guerra-201006091832.html'][U]Día D en Normandía[/U][/URL]. Mientras, los japoneses se concentran en el interior, sin apoyo naval y con el aéreo reducido a su mínima expresión. El general Yamashita dividirá sus fuerzas en dos, un grupo de combate en la zona montañosa del norte y otro destinado a la defensa de Manila, intentando que los aliados, estadounidenses y filipinos, se estrellen contra sus posiciones y alargar así la campaña lo máximo posible. [SIZE=3][B]Combates callejeros[/B][/SIZE] La defensa articulada por Yamashita es excepcional. Los aliados se verán obligados a realizar un esfuerzo mucho mayor de lo previsto para conquistar Luzón. Al desembarco inicial en Lingayen, le siguen otros en diversos puntos de la isla —San Antonio, Nasugbu, etc…— y, a pesar de las pérdidas y de la dureza de la lucha, el avance y el cerco sobre la capital se completa. El 3 de febrero comienza la Batalla de Manila, que se prolongará durante un mes en una serie de intensos combates callejeros totalmente atípicos en la guerra del Pacífico. Un mes más tarde, los aliados pueden anunciar que la conquista de la ciudad es total, aunque las operaciones en el resto de Luzón, hacia el sur y norte de la isla, continuarían hasta junio. Mientras tanto, en marzo, se produce un nuevo desembarco en Mindanao, si bien el fin de las operaciones de limpieza de esta isla —una campaña de nuevo muy contestada por su poco sentido estratégico— y la capitulación oficial de las fuerzas de Yamashita no serían efectivos hasta después de la rendición incondicional del Japón el 15 de agosto de 1945. [SIZE=4][B]La Batalla de Manila[/B][/SIZE] Durante un mes, las fuerzas estadounidenses y filipinas se enfrentaron a la fortificada guarnición japonesa de Manila en una fiera lucha casa por casa, similar a los combates urbanos que, excepcionales en el Pacífico, fueron norma en el frente europeo y que acabaron con la destrucción de la ciudad y sus edificios, rica herencia cultural hispano-filipina. El salvajismo de las fuerzas niponas durante la lucha tiene únicamente parangón con su comportamiento en la ocupación de Shanghai en 1937. Los cálculos de bajas civiles, tanto las ocasionadas por los combates como por los asesinatos premeditados ejecutados por los japoneses, oscilan entre 90.000 y 100.000, un número de víctimas similar al que causaría la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima. abc.es [/QUOTE]
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