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<blockquote data-quote="Derruido" data-source="post: 1378319" data-attributes="member: 30"><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">En el terreno estrictamente profesional, es decir, en el manejo del arma naval como instrumento de guerra el responsable es el Comandante de Operaciones Navales aunque, por supuesto, bajo la supervisión de la máxima jerarquía. A su vez, el Comandante de la Flota tiene a su cargo el adiestramiento y operación de las naves que la componen. Y allí residía el problema que me tocaba enfrentar entonces: en enero de 1973 yo recibía una Flota absolutamente obsoleta ya que aún no se habían concretado los planes de modernización que se habían proyectado bajo los comandos de los almirantes Gnavi y Coda que, fundamentalmente, estaban orientados a incorporar unidades nuevas dotadas de tecnología moderna.</span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"><strong>En la situación política y económica que atravesaba el país no había mucho margen para hacerse ilusiones de que lo planificado comenzara a hacerse realidad, as í que no Quedaba otro remedio que esperar tiempos y condiciones más propicias. Por eso pasé ese año saltando de un barco al otro, tratando de levantar la moral de las tripulaciones y de aceitar el mantenimiento y el adiestramiento del personal. Y no me fue mal en la tarea, porque cuando dejé la Flota para asumir el Comando en, Jefe, gocé del más amplio respaldo por parte la oficialidad y suboficialidad naval.</strong></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"><strong>Recién al producirse mi designación como comandante, y merced a la visión que demostró tener Perón con relación a la necesidad de recuperar la capacidad operativa de las Fuerzas Armadas, fue posible iniciar el desarrollo del plan de modernización naval.</strong></span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">El mar no es un paisaje, una extensión o una distancia. Para un país como el nuestro, de interminable litoral marítimo, es más bien un ámbito, un hogar o una morada que forma parte de su patrimonio, de su superficie y de la vida de sus habitantes. </span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Cuando Perón me designó comandante naval me aseguró que tendría todo su apoyo para reconstruir el poder operativo de la Marina de Guerra. Perón era un verdadero estadista y, como tal, tenía una concepción amplia de la geopolítica. Sabía muy bien que la República Argentina es una nación cuya soberanía no se agota en sus playas y en sus costas escarpadas, y que para ejercer esa soberanía es necesario disponer de una flota marítima capaz de navegar y exhibir un poderío suficiente como para garantizar nuestra presencia y aventar la ajena.</span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Pero los componentes del poder naval son, por igual, los buques de guerra, las aeronaves, los cuerpos de infantería de marina, las bases y puertos y los astilleros y talleres de reparación de los equipos. Y a reconstruir el inventario me apliqué a partir del momento en que Perón me puso al mando.</span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Llegué con la experiencia de haber comandado de la Flota de Mar, que por entonces no era otra cosa que un conjunto de naves obsoletas las cuales, con dificultad, podían servir para instruir a las tripulaciones pero como material bélico bien podían catalogarse verdadera chatarra. Desde 1968 se habían dado algunos pasos en dirección al reequipamiento, tanto durante la gestión del almirante Gnavi como en la del almirante Coda. Pero las limitaciones políticas sumadas a los aprietes presupuestarios les impidieron avanzar más allá del trazado de una planificación correcta.</span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Lo cierto es que después de algunas alternativas complicadas para vencer resistencias dentro del gabinete ministerial, Perón suscribió el decreto 956 del 28 de marzo de 1974 por el cual se aprobó el Plan Nacional de Construcciones Navales Militares que, si bien no colmaba nuestras aspiraciones, era mucho más de lo que habíamos tenido hasta entonces. En su aspecto esencial, el programa establecía la necesidad de interesar y obtener de la industria nacional el apoyo,</span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Para participar en la construcción con la mayor cantidad posible de materiales, equipos y partes construidas en el país. Este plan tiende -decía el decreto- al aprovechamiento integral de los esfuerzos ya realizados, con lo cual se disminuirán los costos y se amortizará lo ya invertido. La premisa básica es que los buques se construirían desde el primero de la serie en astilleros del país y contendrán el máximo de mano de obra, materiales y tecnología argentinos.</span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Se agregaba, además, que para posibilitar un proyecto con materiales nacionales, resulta indispensable el lanzamiento de una serie, para hacer económica la producción de equipos y componentes que se requieren por parte de la industria nacional. Entre los considerandos de ese decreto suscrito por el presidente Perón -que hoy debería considerarse histórico y ser releído por quienes ocuparon y ocupan el Gobierno- se sostuvo que la Armada Argentina constituye uno de los pilares fundamentales de la defensa de la Nación y, en consecuencia, es deber irrenunciable del Estado asegurar su aptitud para cumplir eficientemente esa misión.</span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"><strong>Este decreto Nº 956 de Perón fue complementado el 5 de septiembre del mismo año por el Nº 768, firmado por su viuda y sucesora. En éste se establecían mecanismos, de rutina para el financiamiento y puesta en marcha de los trabajos de construcción de unidades y, entre otras cosas, se facultaba al Ministerio de Defensa a través del Comando General de la Armada a contratar y/o asociar los Talleres Navales de Dársena Norte (Tandanor) con una firma del exterior con experiencia en la construcción de submarinos. Así fue como se dio origen al Astillero Domecq García, que no era ningún proyecto fantasioso ni faraónico de los jefes de la Armada, sino que respondía a una concepción militar moderna y nacional compartida por el general Juan Domingo Perón.</strong></span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"><u><strong>Traigo a colación los textos de esos decretos para recordar - después de la agresión alfonsinista a las Fuerzas Armadas y, hoy, cuando la discusión de los presupuestos militares sigue estando a la orden del día - que fue merced a la comprensión del tema evidenciada por Perón y su mujer, que pudimos reequipar a nuestra fuerza naval, aeronaval y de infantería de marina, para hacerla capaz de una operatoria adecuada a las necesidades de la defensa nacional.</strong></u></span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Gracias a ellos, incorporamos los destructores Brown, La Argentina, Heroína y Sarandí y las corbetas Drumond, Guerrico, Granville, Espora, Rosales, Spiro, Robinson, Gómez Roca y Parker. También sumamos a la Flota el BDT Cabo San Antonio y las lanchas patrulleras Clorinda, Concepción del Uruguay, Barranqueras y Baradero, así como los buques hidrográficos Puerto Deseado y Comodoro Rivadavia, el rompehielos Almirante Irizar, el transporte polar Bahía Paraíso y los transportes San Blas, Canal de Beagle, Cabo de Hornos e Isla de los Estados.</span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Pero, no fue todo lo que pudimos hacer: finalmente se inició la construcción de los submarinos San Juan, Santa Cruz, SaIta y Santa Fe (hundido en Sándwich)</span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">El plan nos permitió sacar a la aviación naval de su estado de postración y, en poco tiempo, pudimos incorporar un número interesante de unidades de tipo BE-200 Super King Air, FK-28 4000 Fokker, Super Etendart y L- 188E Electra.</span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">En lo que hace a las unidades de la Infantería de Marina, recibieron importante equipamiento de obuses Otto Melara calibre 105 milímetros, plataformas de lanzamiento Marbe, vehículos de exploración Panhard, vehículos tipo Lohr y morteros de 60 y de 81 milímetros.</span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Todo ello sin excluir el importante parque de munición compuesto por misiles Exocet MM40 (mar-mar), Exocet AM39 (aire-superficie), misiles Magic 550 (aire-aire) y sistemas aéreos Albatros y Aspid.</span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Hago este recuento grosso del reequipamiento naval realizado a partir de mediados de 1974 con un doble propósito. En primer lugar, para que se _evalúe de manera concreta y desapasionada el énfasis con que la Armada adquirió material para la defensa del país en el caso de una agresión externa. Y esto, porque es un contraste con la situación actual de abandono en que se encuentran la mayoría de sus unidades, debido al escaso presupuesto, a la carencia de mantenimiento y a la flamante obsolescencia de la mayor parte del equipo. </span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Y, en segundo lugar, para remarcar que la Marina de Guerra argentina se preparó para la eventualidad de una guerra convencional y no para reprimir al terrorismo. No construimos barcos y submarinos, ni compramos aviones, cañones y cohetes Exocet para combatir contra el delirio de los Firmenich o los Santucho. Nosotros nos ocupamos de la Armada para ponerla en condiciones objetivas de defender la soberanía en una hipótesis de conflicto con un extranjero.</span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Si después fuimos llevados a una guerra interna que nosotros no desatamos ni deseábamos, contra un enemigo artero cuya confesada estrategia consistía en asesinar a nuestros camaradas y a nuestras familias [3], y que además sembraba bombas que, mataban indiscriminadamente al pueblo, no fue porque tuviésemos planes ni vocación para hacerlo.</span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">De cualquier forma no me resultó tarea sencilla echar a andar el plan de reequipamiento naval. Hubo que vencer mucha resistencia, y no precisamente del área de las finanzas estatales sino del sector militar y, en particular, de la Fuerza Aérea. </span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">De los tres comandantes, el general Anaya era el más antiguo y el que se manifestaba más abiertamente peronista. De hecho, actuaba con respeto de la verticalidad jerárquica y política, que es como decir que respondía a Perón.</span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Además, él no ponía la proa para el desarrollo de nuestro programa porque entendía que al Ejército no le afectaba la modernización del material aeronaval o el de la Infantería de Marina, puesto que apuntaban a atender tareas militares diferenciadas de la de su Fuerza. Mientras el general estuvo al frente del Comando mantuvimos frecuentes reuniones y contactos fluidos acerca de todos los temas que podían interesarnos.</span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Otra, cosa fue con el brigadier Fautario. El sí que literalmente ponía proa, popa, babor y estribor para obtener su espacio presupuestario.</span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Y aquí me voy a permitir otra disgresión, porque quizás sirva para la comprensión de quienes entienden ciertos códigos que se manejan entre militares.</span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">Yo soy de la misma promoción que Fautario, aunque en la Escuela Naval ingresábamos unos meses antes que los que lo hacían en el Colegio Militar (de allí salían los aviadores en aquella época), de modo tal que también era más antiguo que él. Aunque fuese muy distraído, el brigadier no podía ignorar quién era yo, que pertenecía a la promoción 73 o cuál había sido mi carrera profesional. Y menos aún si los dos habíamos llegado a la jerarquía de comandantes generales: aunque más no sea por curiosidad, uno trata de averiguar quien es el otro que está a su mismo nivel.</span></span></p><p></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'"></span></span></p><p><span style="font-size: 10px"><span style="font-family: 'Tahoma'">El caso es que Fautario, después de un par de reuniones protocolares, pareció darse cuenta de que habíamos iniciado la carrera con el mismo orden de campana y, me dijo, en tono de sorpresa: - Pero usted entró conmigo al Colegio Militar!</span></span></p><p></p><p><a href="http://www.harrymagazine.com/200507/peronmassera.htm">http://www.harrymagazine.com/200507/peronmassera.htm</a></p><p></p><p>Dejando de lado quien escribió ésto. Se notaba que el ARA venía de capa caída, con pérdida de capacidades, de cierto relajo. En el 82´ la agarró en plena transición, entre equipos viejos trastos a equipos por recibir.</p><p></p><p>Salute</p><p>El Derru</p><p>PD: No quita que su análisis del estado de situación, sea realista.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Derruido, post: 1378319, member: 30"] [SIZE=2][FONT=Tahoma]En el terreno estrictamente profesional, es decir, en el manejo del arma naval como instrumento de guerra el responsable es el Comandante de Operaciones Navales aunque, por supuesto, bajo la supervisión de la máxima jerarquía. A su vez, el Comandante de la Flota tiene a su cargo el adiestramiento y operación de las naves que la componen. Y allí residía el problema que me tocaba enfrentar entonces: en enero de 1973 yo recibía una Flota absolutamente obsoleta ya que aún no se habían concretado los planes de modernización que se habían proyectado bajo los comandos de los almirantes Gnavi y Coda que, fundamentalmente, estaban orientados a incorporar unidades nuevas dotadas de tecnología moderna.[/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] [B]En la situación política y económica que atravesaba el país no había mucho margen para hacerse ilusiones de que lo planificado comenzara a hacerse realidad, as í que no Quedaba otro remedio que esperar tiempos y condiciones más propicias. Por eso pasé ese año saltando de un barco al otro, tratando de levantar la moral de las tripulaciones y de aceitar el mantenimiento y el adiestramiento del personal. Y no me fue mal en la tarea, porque cuando dejé la Flota para asumir el Comando en, Jefe, gocé del más amplio respaldo por parte la oficialidad y suboficialidad naval.[/B] [B]Recién al producirse mi designación como comandante, y merced a la visión que demostró tener Perón con relación a la necesidad de recuperar la capacidad operativa de las Fuerzas Armadas, fue posible iniciar el desarrollo del plan de modernización naval.[/B][/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] El mar no es un paisaje, una extensión o una distancia. Para un país como el nuestro, de interminable litoral marítimo, es más bien un ámbito, un hogar o una morada que forma parte de su patrimonio, de su superficie y de la vida de sus habitantes. [/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] Cuando Perón me designó comandante naval me aseguró que tendría todo su apoyo para reconstruir el poder operativo de la Marina de Guerra. Perón era un verdadero estadista y, como tal, tenía una concepción amplia de la geopolítica. Sabía muy bien que la República Argentina es una nación cuya soberanía no se agota en sus playas y en sus costas escarpadas, y que para ejercer esa soberanía es necesario disponer de una flota marítima capaz de navegar y exhibir un poderío suficiente como para garantizar nuestra presencia y aventar la ajena.[/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] Pero los componentes del poder naval son, por igual, los buques de guerra, las aeronaves, los cuerpos de infantería de marina, las bases y puertos y los astilleros y talleres de reparación de los equipos. Y a reconstruir el inventario me apliqué a partir del momento en que Perón me puso al mando.[/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] Llegué con la experiencia de haber comandado de la Flota de Mar, que por entonces no era otra cosa que un conjunto de naves obsoletas las cuales, con dificultad, podían servir para instruir a las tripulaciones pero como material bélico bien podían catalogarse verdadera chatarra. Desde 1968 se habían dado algunos pasos en dirección al reequipamiento, tanto durante la gestión del almirante Gnavi como en la del almirante Coda. Pero las limitaciones políticas sumadas a los aprietes presupuestarios les impidieron avanzar más allá del trazado de una planificación correcta. Lo cierto es que después de algunas alternativas complicadas para vencer resistencias dentro del gabinete ministerial, Perón suscribió el decreto 956 del 28 de marzo de 1974 por el cual se aprobó el Plan Nacional de Construcciones Navales Militares que, si bien no colmaba nuestras aspiraciones, era mucho más de lo que habíamos tenido hasta entonces. En su aspecto esencial, el programa establecía la necesidad de interesar y obtener de la industria nacional el apoyo,[/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] Para participar en la construcción con la mayor cantidad posible de materiales, equipos y partes construidas en el país. Este plan tiende -decía el decreto- al aprovechamiento integral de los esfuerzos ya realizados, con lo cual se disminuirán los costos y se amortizará lo ya invertido. La premisa básica es que los buques se construirían desde el primero de la serie en astilleros del país y contendrán el máximo de mano de obra, materiales y tecnología argentinos.[/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] Se agregaba, además, que para posibilitar un proyecto con materiales nacionales, resulta indispensable el lanzamiento de una serie, para hacer económica la producción de equipos y componentes que se requieren por parte de la industria nacional. Entre los considerandos de ese decreto suscrito por el presidente Perón -que hoy debería considerarse histórico y ser releído por quienes ocuparon y ocupan el Gobierno- se sostuvo que la Armada Argentina constituye uno de los pilares fundamentales de la defensa de la Nación y, en consecuencia, es deber irrenunciable del Estado asegurar su aptitud para cumplir eficientemente esa misión.[/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] [B]Este decreto Nº 956 de Perón fue complementado el 5 de septiembre del mismo año por el Nº 768, firmado por su viuda y sucesora. En éste se establecían mecanismos, de rutina para el financiamiento y puesta en marcha de los trabajos de construcción de unidades y, entre otras cosas, se facultaba al Ministerio de Defensa a través del Comando General de la Armada a contratar y/o asociar los Talleres Navales de Dársena Norte (Tandanor) con una firma del exterior con experiencia en la construcción de submarinos. Así fue como se dio origen al Astillero Domecq García, que no era ningún proyecto fantasioso ni faraónico de los jefes de la Armada, sino que respondía a una concepción militar moderna y nacional compartida por el general Juan Domingo Perón.[/B][/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] [U][B]Traigo a colación los textos de esos decretos para recordar - después de la agresión alfonsinista a las Fuerzas Armadas y, hoy, cuando la discusión de los presupuestos militares sigue estando a la orden del día - que fue merced a la comprensión del tema evidenciada por Perón y su mujer, que pudimos reequipar a nuestra fuerza naval, aeronaval y de infantería de marina, para hacerla capaz de una operatoria adecuada a las necesidades de la defensa nacional.[/B][/U][/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] Gracias a ellos, incorporamos los destructores Brown, La Argentina, Heroína y Sarandí y las corbetas Drumond, Guerrico, Granville, Espora, Rosales, Spiro, Robinson, Gómez Roca y Parker. También sumamos a la Flota el BDT Cabo San Antonio y las lanchas patrulleras Clorinda, Concepción del Uruguay, Barranqueras y Baradero, así como los buques hidrográficos Puerto Deseado y Comodoro Rivadavia, el rompehielos Almirante Irizar, el transporte polar Bahía Paraíso y los transportes San Blas, Canal de Beagle, Cabo de Hornos e Isla de los Estados.[/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] Pero, no fue todo lo que pudimos hacer: finalmente se inició la construcción de los submarinos San Juan, Santa Cruz, SaIta y Santa Fe (hundido en Sándwich)[/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] El plan nos permitió sacar a la aviación naval de su estado de postración y, en poco tiempo, pudimos incorporar un número interesante de unidades de tipo BE-200 Super King Air, FK-28 4000 Fokker, Super Etendart y L- 188E Electra.[/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] En lo que hace a las unidades de la Infantería de Marina, recibieron importante equipamiento de obuses Otto Melara calibre 105 milímetros, plataformas de lanzamiento Marbe, vehículos de exploración Panhard, vehículos tipo Lohr y morteros de 60 y de 81 milímetros.[/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] Todo ello sin excluir el importante parque de munición compuesto por misiles Exocet MM40 (mar-mar), Exocet AM39 (aire-superficie), misiles Magic 550 (aire-aire) y sistemas aéreos Albatros y Aspid. Hago este recuento grosso del reequipamiento naval realizado a partir de mediados de 1974 con un doble propósito. En primer lugar, para que se _evalúe de manera concreta y desapasionada el énfasis con que la Armada adquirió material para la defensa del país en el caso de una agresión externa. Y esto, porque es un contraste con la situación actual de abandono en que se encuentran la mayoría de sus unidades, debido al escaso presupuesto, a la carencia de mantenimiento y a la flamante obsolescencia de la mayor parte del equipo. [/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] Y, en segundo lugar, para remarcar que la Marina de Guerra argentina se preparó para la eventualidad de una guerra convencional y no para reprimir al terrorismo. No construimos barcos y submarinos, ni compramos aviones, cañones y cohetes Exocet para combatir contra el delirio de los Firmenich o los Santucho. Nosotros nos ocupamos de la Armada para ponerla en condiciones objetivas de defender la soberanía en una hipótesis de conflicto con un extranjero.[/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] Si después fuimos llevados a una guerra interna que nosotros no desatamos ni deseábamos, contra un enemigo artero cuya confesada estrategia consistía en asesinar a nuestros camaradas y a nuestras familias [3], y que además sembraba bombas que, mataban indiscriminadamente al pueblo, no fue porque tuviésemos planes ni vocación para hacerlo. De cualquier forma no me resultó tarea sencilla echar a andar el plan de reequipamiento naval. Hubo que vencer mucha resistencia, y no precisamente del área de las finanzas estatales sino del sector militar y, en particular, de la Fuerza Aérea. [/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] De los tres comandantes, el general Anaya era el más antiguo y el que se manifestaba más abiertamente peronista. De hecho, actuaba con respeto de la verticalidad jerárquica y política, que es como decir que respondía a Perón.[/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] Además, él no ponía la proa para el desarrollo de nuestro programa porque entendía que al Ejército no le afectaba la modernización del material aeronaval o el de la Infantería de Marina, puesto que apuntaban a atender tareas militares diferenciadas de la de su Fuerza. Mientras el general estuvo al frente del Comando mantuvimos frecuentes reuniones y contactos fluidos acerca de todos los temas que podían interesarnos.[/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] Otra, cosa fue con el brigadier Fautario. El sí que literalmente ponía proa, popa, babor y estribor para obtener su espacio presupuestario. Y aquí me voy a permitir otra disgresión, porque quizás sirva para la comprensión de quienes entienden ciertos códigos que se manejan entre militares.[/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] Yo soy de la misma promoción que Fautario, aunque en la Escuela Naval ingresábamos unos meses antes que los que lo hacían en el Colegio Militar (de allí salían los aviadores en aquella época), de modo tal que también era más antiguo que él. Aunque fuese muy distraído, el brigadier no podía ignorar quién era yo, que pertenecía a la promoción 73 o cuál había sido mi carrera profesional. Y menos aún si los dos habíamos llegado a la jerarquía de comandantes generales: aunque más no sea por curiosidad, uno trata de averiguar quien es el otro que está a su mismo nivel.[/FONT][/SIZE] [SIZE=2][FONT=Tahoma] El caso es que Fautario, después de un par de reuniones protocolares, pareció darse cuenta de que habíamos iniciado la carrera con el mismo orden de campana y, me dijo, en tono de sorpresa: - Pero usted entró conmigo al Colegio Militar![/FONT][/SIZE] [url]http://www.harrymagazine.com/200507/peronmassera.htm[/url] Dejando de lado quien escribió ésto. Se notaba que el ARA venía de capa caída, con pérdida de capacidades, de cierto relajo. En el 82´ la agarró en plena transición, entre equipos viejos trastos a equipos por recibir. Salute El Derru PD: No quita que su análisis del estado de situación, sea realista. [/QUOTE]
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