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<blockquote data-quote="goc" data-source="post: 368084" data-attributes="member: 7399"><p>Nora Bär </p><p>LA NACION </p><p>Si todo se cumple como está previsto, hoy, a las 13.45, aterrizará en el aeropuerto de Bariloche un avión C17 de la fuerza aérea de los Estados Unidos. ¿Su misión? Transportar a Brasil un "tesoro" tecnológico: un nuevo satélite argentino, diseñado y construido por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) con la empresa Invap SE como contratista principal. Entre otras funciones, el aparato medirá la salinidad de los mares y permitirá estimar su importancia para el cambio clímático.</p><p>Mañana, después de completar las operaciones de carga, el avión contratado por la NASA despegará con destino a las instalaciones que el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil tiene en São Jose dos Campos, a unos 100 kilómetros de San Pablo.</p><p>Se inicia así, una década después del lanzamiento de su antecesor (el SAC-C, puesto en órbita el 21 de noviembre de 2000), el examen final del cuarto aparato de la serie de satélites de aplicaciones científicas, el SAC-D/Aquarius, el más avanzado que se haya construido en el país, y que será sometido a ocho meses de pruebas rigurosísimas antes de su lanzamiento desde la Base Vandenberg, en los Estados Unidos, el próximo 1° de abril a bordo de un cohete Delta.</p><p>"En cierto sentido, con esta operación se podría decir que empezamos la cuenta regresiva del SAC-D -afirma el ingeniero Fernando Hisas, gerente de gestión tecnológica de la Conae-, porque en el INPE vamos a poner a prueba todos los sistemas electrónicos y de comando emulando las condiciones que encontrará en el espacio, como altos niveles de radiación y bruscos cambios de temperatura."</p><p>En São Jose dos Campos hay varios centros, pero el más importante es el Laboratorio de Integración y Tests (LIT), un edificio de hormigón de unos 1600 metros cuadrados de planta y alrededor de 15 metros de alto, que alberga varias estaciones de prueba que los técnicos llaman «facilidades».</p><p>"Una de ellas es la de interferencia electromagnética -cuenta Hisas-, con una gran cámara «anecoica», un recinto con paredes forradas con conitos que absorbe toda la energía electromagnética, de modo tal que no ingresa ninguna señal y tampoco rebotan las que el satélite emite, que es lo que ocurre en el espacio. Allí uno verifica que los niveles de interferencia están dentro de lo aceptable."</p><p>Otra muy importante es la de termovacío, que permite llevar al satélite de cien grados bajo cero a cien sobre cero, una variación como la que soportará cuando esté al sol y cuando entre "en eclipse" (cuando pase por el cono de sombra que arroja la Tierra). "Y eso, en el vacío -subraya Hisas-, lo que agrega otra dificultad, porque en el ambiente terrestre los equipos electrónicos despiden calor por convección, moviendo el aire, pero allá arriba, al no haber aire, no tienen como disipar... Por eso, el satélite utiliza otros dos mecanismos: la radiación y la conducción desde los mismos materiales."</p><p>Una tercera prueba es la de vibraciones. El satélite completo se pone en un shaker , algo así como una coctelera que simula los violentos movimientos que soporta cuando el lanzador abandona la superficie terrestre.</p><p>Según explica la doctora Sandra Torrusio, investigadora principal de la misión, "hasta ahora, cada uno de los sistemas electrónicos y de comando que viajan a bordo del SAC-D fueron probados en escala de modelo o parcialmente, pero los ensayos en Brasil ofrecerán la primera oportunidad en que los ingenieros, técnicos y científicos de la Conae podremos chequear el aparato completo, como una unidad".</p><p>Un club selecto</p><p>Con 1405 kg (el triple del que lo precedió), el SAC-D/Aquarius es considerado un verdadero observatorio espacial. Estará dedicado al estudio del océano y la atmósfera terrestres, y tendrá además la capacidad de generar alertas tempranas de incendios e inundaciones.</p><p>Para esto, lleva ocho instrumentos a bordo. El de mayor envergadura es el Aquarius, provisto por la NASA a un costo de unos doscientos millones de dólares, que es el que medirá la salinidad del mar. La Agencia Espacial Italiana aporta el ROSA, que extrae perfiles atmosféricos. La Agencia Espacial Francesa, el Carmen 1, que analizará el efecto de la radiación cósmica sobre componentes electrónicos, micropartículas o micrometeoros (basura espacial).</p><p>Los restantes cinco fueron construidos por la Conae: un radiómetro de microondas, para estimar la velocidad del viento, la concentración de hielo en el mar, el contenido de agua en las nubes y el vapor de agua en la atmósfera; una cámara de barrido en el infrarrojo (en colaboración con Canadá) para medir la temperatura superficial del mar, y detectar focos de incendio o erupciones volcánicas; otra cámara de alta sensibilidad para observación nocturna y estudio de fenómenos atmosféricos; paneles solares y un sistema de demostración tecnológica que en el futuro se utilizará para determinar la órbita, posición y velocidad angular del satélite.</p><p>Los datos que ofrecerá el SAC-D son esperados ansiosamente por científicos de todo el mundo. "No hay más de una decena de países capaces de construir satélites de este nivel de complejidad -se enorgullece Hisas-. Hay muchas universidades que tienen aparatos que nunca volaron, pero éste es de las «ligas mayores»."</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="goc, post: 368084, member: 7399"] Nora Bär LA NACION Si todo se cumple como está previsto, hoy, a las 13.45, aterrizará en el aeropuerto de Bariloche un avión C17 de la fuerza aérea de los Estados Unidos. ¿Su misión? Transportar a Brasil un "tesoro" tecnológico: un nuevo satélite argentino, diseñado y construido por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) con la empresa Invap SE como contratista principal. Entre otras funciones, el aparato medirá la salinidad de los mares y permitirá estimar su importancia para el cambio clímático. Mañana, después de completar las operaciones de carga, el avión contratado por la NASA despegará con destino a las instalaciones que el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil tiene en São Jose dos Campos, a unos 100 kilómetros de San Pablo. Se inicia así, una década después del lanzamiento de su antecesor (el SAC-C, puesto en órbita el 21 de noviembre de 2000), el examen final del cuarto aparato de la serie de satélites de aplicaciones científicas, el SAC-D/Aquarius, el más avanzado que se haya construido en el país, y que será sometido a ocho meses de pruebas rigurosísimas antes de su lanzamiento desde la Base Vandenberg, en los Estados Unidos, el próximo 1° de abril a bordo de un cohete Delta. "En cierto sentido, con esta operación se podría decir que empezamos la cuenta regresiva del SAC-D -afirma el ingeniero Fernando Hisas, gerente de gestión tecnológica de la Conae-, porque en el INPE vamos a poner a prueba todos los sistemas electrónicos y de comando emulando las condiciones que encontrará en el espacio, como altos niveles de radiación y bruscos cambios de temperatura." En São Jose dos Campos hay varios centros, pero el más importante es el Laboratorio de Integración y Tests (LIT), un edificio de hormigón de unos 1600 metros cuadrados de planta y alrededor de 15 metros de alto, que alberga varias estaciones de prueba que los técnicos llaman «facilidades». "Una de ellas es la de interferencia electromagnética -cuenta Hisas-, con una gran cámara «anecoica», un recinto con paredes forradas con conitos que absorbe toda la energía electromagnética, de modo tal que no ingresa ninguna señal y tampoco rebotan las que el satélite emite, que es lo que ocurre en el espacio. Allí uno verifica que los niveles de interferencia están dentro de lo aceptable." Otra muy importante es la de termovacío, que permite llevar al satélite de cien grados bajo cero a cien sobre cero, una variación como la que soportará cuando esté al sol y cuando entre "en eclipse" (cuando pase por el cono de sombra que arroja la Tierra). "Y eso, en el vacío -subraya Hisas-, lo que agrega otra dificultad, porque en el ambiente terrestre los equipos electrónicos despiden calor por convección, moviendo el aire, pero allá arriba, al no haber aire, no tienen como disipar... Por eso, el satélite utiliza otros dos mecanismos: la radiación y la conducción desde los mismos materiales." Una tercera prueba es la de vibraciones. El satélite completo se pone en un shaker , algo así como una coctelera que simula los violentos movimientos que soporta cuando el lanzador abandona la superficie terrestre. Según explica la doctora Sandra Torrusio, investigadora principal de la misión, "hasta ahora, cada uno de los sistemas electrónicos y de comando que viajan a bordo del SAC-D fueron probados en escala de modelo o parcialmente, pero los ensayos en Brasil ofrecerán la primera oportunidad en que los ingenieros, técnicos y científicos de la Conae podremos chequear el aparato completo, como una unidad". Un club selecto Con 1405 kg (el triple del que lo precedió), el SAC-D/Aquarius es considerado un verdadero observatorio espacial. Estará dedicado al estudio del océano y la atmósfera terrestres, y tendrá además la capacidad de generar alertas tempranas de incendios e inundaciones. Para esto, lleva ocho instrumentos a bordo. El de mayor envergadura es el Aquarius, provisto por la NASA a un costo de unos doscientos millones de dólares, que es el que medirá la salinidad del mar. La Agencia Espacial Italiana aporta el ROSA, que extrae perfiles atmosféricos. La Agencia Espacial Francesa, el Carmen 1, que analizará el efecto de la radiación cósmica sobre componentes electrónicos, micropartículas o micrometeoros (basura espacial). Los restantes cinco fueron construidos por la Conae: un radiómetro de microondas, para estimar la velocidad del viento, la concentración de hielo en el mar, el contenido de agua en las nubes y el vapor de agua en la atmósfera; una cámara de barrido en el infrarrojo (en colaboración con Canadá) para medir la temperatura superficial del mar, y detectar focos de incendio o erupciones volcánicas; otra cámara de alta sensibilidad para observación nocturna y estudio de fenómenos atmosféricos; paneles solares y un sistema de demostración tecnológica que en el futuro se utilizará para determinar la órbita, posición y velocidad angular del satélite. Los datos que ofrecerá el SAC-D son esperados ansiosamente por científicos de todo el mundo. "No hay más de una decena de países capaces de construir satélites de este nivel de complejidad -se enorgullece Hisas-. Hay muchas universidades que tienen aparatos que nunca volaron, pero éste es de las «ligas mayores»." [/QUOTE]
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