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<blockquote data-quote="Shandor" data-source="post: 1028665" data-attributes="member: 50"><p>Los extremistas de ultraderecha existen desde hace años en Noruega, pero fueron ignorados</p><p>Aunque a las naciones escandinavas se las considera como modelos de sociedad, muchos conocen su lado más oscuro a través de los libros de Stieg Larsson </p><p></p><p>La llovizna que caía desde el oscuro cielo reflejaba el ánimo de las miles de personas que hacían fila ayer para firmar un libro de condolencias en la Universidad de Oslo. “Noruega cambió para siempre”, señaló Susanne Jørgenstuen, una estudiante que esperaba para agregar su nombre. Más tarde, se podía ver a una multitud acercando flores en silencio, a la gente llorando abrazada en la calle recordando a aquellos que murieron en la masacre del viernes.</p><p>En medio de la profunda pena y el enojo, también hay confusión, y no sólo entre los noruegos. Noruega y las otras naciones escandinavas también son a menudo consideradas como modelos de sociedad. Ahora muchos se preguntan si bajo esa brillante superficie no existe un lugar oscuro y lleno de odio. O ¿esos ataques son igualmente posibles en cualquier otro lugar?</p><p>Para Jørgenstuen, “probablemente la mayor sorpresa” fue que Anders Behring Breivik, el atacante, es un conciudadano. “Pero quizás sea lo mejor, porque las consecuencias habrían sido mucho peores si hubiera sido un terrorista islámico. Me alegra que haya sido un noruego”, afirmó.</p><p>Para la líder del principal partido noruego de oposición, Partido del Progreso, no existe esa sensación de alivio. El sábado a la mañana, ella fue informada de que Breivik entre 1999 y 2006 fue miembro de su partido y desempeñó funciones de liderazgo. En una emotiva conferencia de prensa, Jensen describió el “horror” que sintió al conocer esa conexión.</p><p>Al mismo tiempo, buscó restar importancia al anterior función de Breivik. “Era un hombre callado que no hablaba mucho”, aseguró. “No había indicios de su extremismo y si hubiese habido alguno, no se le habría permitido pertenecer al partido”.</p><p>Partido de Progreso, que es el segundo bloque más grande en el parlamento, insiste en que es diferente a los partidos nacionalistas y anti-inmigración que vienen avanzando en toda la región nórdica y otras partes del Europa. Asegura que su visiones “liberales clásicas” tienen más en común con el partido conservador del Reino Unido que con los demócratas suecos de ultraderecha, el populista True Finns o el partido Danish People.</p><p>Jensen aseguró que lo peor que podría pasar después de los atentados del viernes sería que Noruega pusiera fin al debate sobre inmigración y otras cuestiones sociales difíciles. “La mejor manera de combatir las malas ideas y el radicalismo es manteniendo un debate abierto. Para defender la libertad de expresión hay que aceptar que la gente dice cosas malas, pero creo que es mucho mejor que se digan cosas malas a que se hagan cosas malas”.</p><p>El hecho de que Breivik haya sido miembro del Partido del Progreso encendió el debate sobre si la dura postura del partido en cuanto a la inmigración ayudó a crear las condiciones para que prospere el extremismo de ultraderecha. Interrogantes similares surgieron en toda una región frecuentemente asociada a la tolerancia y la democracia social, mientras trata de resolver las tensiones sociales y políticas provocadas por la mayor inmigración proveniente del mundo musulmán.</p><p>Más allá de los partidos demócratas de la derecha populista, Escandinavia tiene un margen extremista más problemático. Si bien muchos saben sobre el lado más oscuro de la vida moderna escandinava por lo que escribía Stieg Larsson, el autor sueco que murió en 2004 y dedicó su carrera a seguir de cerca a la ultraderecha como director de Expo, una revista antirracismo. Cuando Expo fue creada en 1995, la extrema derecha era considerada la mayor amenaza violenta para Suecia. De hecho, durante los años siguientes, los neonazis perpetraron una serie de atentados, incluyendo una bomba contra un periodista que había investigado al movimiento supremacista blanco.</p><p>Después del atentado de septiembre de 2001 en los Estados Unidos, la atención giró hacia el extremismo islámico. Una serie de complots ideados por terroristas musulmanes en la región nórdica reforzó el cambio en el foco. Sin embargo, según Johannes Jakobsson, reportero de Expo, la amenaza proveniente de la ultraderecha nunca desapareció. “Durante años tratamos de decirle a la gente que el peligro todavía estaba allí. Desafortunadamente, teníamos razón</p><p>cronista comercial</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Shandor, post: 1028665, member: 50"] Los extremistas de ultraderecha existen desde hace años en Noruega, pero fueron ignorados Aunque a las naciones escandinavas se las considera como modelos de sociedad, muchos conocen su lado más oscuro a través de los libros de Stieg Larsson La llovizna que caía desde el oscuro cielo reflejaba el ánimo de las miles de personas que hacían fila ayer para firmar un libro de condolencias en la Universidad de Oslo. “Noruega cambió para siempre”, señaló Susanne Jørgenstuen, una estudiante que esperaba para agregar su nombre. Más tarde, se podía ver a una multitud acercando flores en silencio, a la gente llorando abrazada en la calle recordando a aquellos que murieron en la masacre del viernes. En medio de la profunda pena y el enojo, también hay confusión, y no sólo entre los noruegos. Noruega y las otras naciones escandinavas también son a menudo consideradas como modelos de sociedad. Ahora muchos se preguntan si bajo esa brillante superficie no existe un lugar oscuro y lleno de odio. O ¿esos ataques son igualmente posibles en cualquier otro lugar? Para Jørgenstuen, “probablemente la mayor sorpresa” fue que Anders Behring Breivik, el atacante, es un conciudadano. “Pero quizás sea lo mejor, porque las consecuencias habrían sido mucho peores si hubiera sido un terrorista islámico. Me alegra que haya sido un noruego”, afirmó. Para la líder del principal partido noruego de oposición, Partido del Progreso, no existe esa sensación de alivio. El sábado a la mañana, ella fue informada de que Breivik entre 1999 y 2006 fue miembro de su partido y desempeñó funciones de liderazgo. En una emotiva conferencia de prensa, Jensen describió el “horror” que sintió al conocer esa conexión. Al mismo tiempo, buscó restar importancia al anterior función de Breivik. “Era un hombre callado que no hablaba mucho”, aseguró. “No había indicios de su extremismo y si hubiese habido alguno, no se le habría permitido pertenecer al partido”. Partido de Progreso, que es el segundo bloque más grande en el parlamento, insiste en que es diferente a los partidos nacionalistas y anti-inmigración que vienen avanzando en toda la región nórdica y otras partes del Europa. Asegura que su visiones “liberales clásicas” tienen más en común con el partido conservador del Reino Unido que con los demócratas suecos de ultraderecha, el populista True Finns o el partido Danish People. Jensen aseguró que lo peor que podría pasar después de los atentados del viernes sería que Noruega pusiera fin al debate sobre inmigración y otras cuestiones sociales difíciles. “La mejor manera de combatir las malas ideas y el radicalismo es manteniendo un debate abierto. Para defender la libertad de expresión hay que aceptar que la gente dice cosas malas, pero creo que es mucho mejor que se digan cosas malas a que se hagan cosas malas”. El hecho de que Breivik haya sido miembro del Partido del Progreso encendió el debate sobre si la dura postura del partido en cuanto a la inmigración ayudó a crear las condiciones para que prospere el extremismo de ultraderecha. Interrogantes similares surgieron en toda una región frecuentemente asociada a la tolerancia y la democracia social, mientras trata de resolver las tensiones sociales y políticas provocadas por la mayor inmigración proveniente del mundo musulmán. Más allá de los partidos demócratas de la derecha populista, Escandinavia tiene un margen extremista más problemático. Si bien muchos saben sobre el lado más oscuro de la vida moderna escandinava por lo que escribía Stieg Larsson, el autor sueco que murió en 2004 y dedicó su carrera a seguir de cerca a la ultraderecha como director de Expo, una revista antirracismo. Cuando Expo fue creada en 1995, la extrema derecha era considerada la mayor amenaza violenta para Suecia. De hecho, durante los años siguientes, los neonazis perpetraron una serie de atentados, incluyendo una bomba contra un periodista que había investigado al movimiento supremacista blanco. Después del atentado de septiembre de 2001 en los Estados Unidos, la atención giró hacia el extremismo islámico. Una serie de complots ideados por terroristas musulmanes en la región nórdica reforzó el cambio en el foco. Sin embargo, según Johannes Jakobsson, reportero de Expo, la amenaza proveniente de la ultraderecha nunca desapareció. “Durante años tratamos de decirle a la gente que el peligro todavía estaba allí. Desafortunadamente, teníamos razón cronista comercial [/QUOTE]
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