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Belisario el primer cosmonauta Argentino
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<blockquote data-quote="ÑANCU" data-source="post: 594233" data-attributes="member: 3755"><p>Buenas gente no se si ya habra algun post de esto pero por lo que anduve buscando no vi nada si ya havia pido disculpas.</p><p>Se habla mucho de los desarrollos espaciales de argentina en los años 50 60 y 70 (va en ciertos hambitos el comun de la gente no tiene ni idea) pero pocas veces se hace mencion a las experiencias con animales vivos que se realizaron durante esos años en los que Argentina conto con sus propios astronautas/cosmonautas (ahi que ver si la rata era capitalista o comunista):biggrinjester:.</p><p>Aca les dejo una nota que encontre muy buena sobre el tema</p><p></p><p><span style="font-size: 22px"><strong><p style="text-align: center">Experiencias biológicas</p><p></strong></span></p><p></p><p></p><p></p><p>El 11 de abril de 1967, mientras los ingenieros argentinos trabajaban febrilmente en el desarrollo de un combustible 100% nacional, se concibió el denominado proyecto BIO, consistente en lanzar al espacio a bordo de cohetes telemetrados, pequeños animales de laboratorio a recuperar.</p><p></p><p>Para la denominada experiencia BIO I se seleccionó una camada de ratones blancos de raza Wistar, para los cuales se diseñaron cápsulas especiales dotadas del instrumental necesario para su análisis y control durante el trayecto. Los “astronautas” seleccionados fueron los ratones Alejo, Aurelio y Anastasio, quienes constituyeron el primer grupo, seguidos por Braulio, Benito y Belisario, en el segundo y Celedonio, Cipriano y Coco en el tercero (4).</p><p></p><p>Tras una serie de pruebas y estudios fisiológicos, el elegido para el primer vuelo fue Belisario, colocado y sujetado dentro de la cápsula, ubicada en la ojiva especialmente adaptada de un Orión II, disparado exitosamente desde la Escuela de Tropas Aerotransportadas de Córdoba, el 11 de abril de 1967. La ojiva, de 0,278 mm de diámetro, superaba en 0,072 mm a las de experiencias anteriores.</p><p></p><p>El vector, se elevó sin problemas y al cabo de un minuto separó su carga útil que, tras desplegar sin inconvenientes su paracaídas, comenzó a descender lentamente hasta tocar tierra. Los científicos comprobaron aliviados que Belisario se hallaba en perfecto estado de salud aunque sumamente nervioso y que durante el vuelo había perdido 8 gramos de peso.</p><p></p><p>El 19 de mayo de 1967 la carrera espacial argentina se cobró su primera víctima fatal. Ese día, el ratón Celedonio se elevó desde Chamical, a bordo de un Orión II que durante el trayecto funcionó correctamente, vaticinando un nuevo éxito tecnológico. Sin embargo, cuando la cápsula se separó, su paracaídas se enredó en el motor y al no poder desplegarse, provocó el desastre, impactando violentamente contra la superficie y provocando la muerte de su tripulante de manera instantánea.</p><p></p><p>Dos años después, el 30 de agosto de 1969, despegó, también desde Chamical, un nuevo Orión II llevando a bordo a la rata Dalila, del cuarto grupo de roedores espaciales, que alcanzó los 20 km. de altitud a una velocidad de 2850 km/h. Dalila viajó sedada aunque despierta, manteniendo su actividad y parámetros biológicos en perfecto estado, factor que permitió a los científicos del Instituto de Medicina Aeroespacial un minucioso análisis de su organismo en vuelo.</p><p></p><p>La cápsula que trajo a Dalila de regreso se posó suavemente en la copa de un árbol y fue rescatada 45 minutos después, a 17 kilómetros del punto de lanzamiento, por un equipo compuesto por un avión de detección y un helicóptero, ambos de la FAA, dos radares COTAL y un sistema de comunicaciones radioeléctricas de enlace (5). Esta misión, denominada Experiencia Bio II/2, presentó como particularidad una ojiva de mayores dimensiones que las anteriores (Experiencia Bio II/1) ya que su diámetro era de 0,320 mm.</p><p></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/belisario.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p>Belisario, primer astronauta argentino en el interior</p><p>de la cápsula que lo</p><p>llevó al espacio</p><p></p><p></p><p><strong><p style="text-align: center">Operación Navidad</p><p></strong></p><p>A comienzos de 1969 la Argentina comenzó a desarrollar las misiones Canopus y Rigel con el lanzamiento al espacio de cohetes de mucha mayor envergadura, de una y dos etapas.</p><p></p><p>La familia del Canopus I contaba con vectores de 4 metros de longitud por 0,278.5 de diámetro y motores mucho más sofisticados. A estos proyectiles le siguieron los Canopus II, con un largo de 4,724 metros y a éstos una versión adaptada de 5,019.5 de longitud con una ojiva de 0,320, para experiencias biológicas.</p><p></p><p>Al igual que los Beta y Gamma Centauro, los Rigel disponían de dos etapas aunque de mayores proporciones, lo que les permitió alcanzar altitudes superiores a los 400 kilómetros (6).</p><p></p><p>Estas dos familias de cohetes fueron utilizadas para la realización de experiencias tecnológicas y biológicas de mayor envergadura que colocaron a nuestro país en un plano de desarrollo que solo ostentaban, hasta ese momento, EE.UU. Rusia y Francia.</p><p></p><p>El 23 de diciembre de 1969, en horas de la noche, la Fuerza Aérea Argentina junto a técnicos y científicos de la Universidad Nacional de Tucumán efectuaron el lanzamiento de un poderoso Rigel 04 de dos etapas, en el que viajaba un mono caí misionero cazado especialmente por la Gendarmería Nacional en plena selva. El simio, de dos años de edad, 1400 gramos de peso y 30 centímetros de altura, recibió el nombre de Juan.</p><p></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/monojuan.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p>Mono misionero de raza caí. A esta especie pertenecieron Juan y otros simios utilizados en nuestras experiencias espaciales </p><p></p><p></p><p></p><p>Aquel día, ante científicos, autoridades y periodistas nacionales, los técnicos y asistentes del proyecto colocaron a Juan en el interior de la cápsula “Amanecer” y a las 06.30 de la madrugada dispararon el proyectil hacia los cielos, trepando exitosamente hasta una altura de 60 km. en un vuelo de 8 minutos de duración. El animal viajó en un ambiente rico en oxígeno y baja proporción de anhídrido carbónico y humedad; se controló su sistema respiratorio, se le efectuaron electrocardiogramas y se mantuvo la temperatura de su cuerpo en equilibrio, todo ello además de diversos controles hechos al vector mediante instrumental telemétrico de larga distancia. La cápsula y su tripulante fueron recuperadas sin problemas por un helicóptero de la Fuerza Aérea demostrando una vez más que la Argentina seguía dando pasos de gigante en el campo de la exploración espacial.</p><p></p><p>Debido al éxito alcanzado con la Operación Navidad, los científicos del Instituto Civil de Tecnología Espacial decidieron efectuar una segunda misión dentro del denominado Operativo Antropos, lanzando el 1 de febrero de 1970, desde Coronel Brandsen (PBA), un cohete Pantera X-1, a bordo del cual, fue instalada una monita hembra caí, a la que habían estado adaptando en días anteriores, a pruebas de fuerza centrífuga.</p><p></p><p>El vuelo se llevó a cabo sin problemas en lo referente al funcionamiento del vehículo y sus mecanismos de transmisión, pero al desacoplar la cápsula, el paracaídas no se abrió y la misma se precipitó a tierra, pereciendo su tripulante de manera instantánea.</p><p></p><p>Pese al parcial fracaso, la Argentina siguió experimentando sus cohetes científicos de manera exitosa por más de una década.</p><p></p><p>Del mismo modo que en 1968, en 1969 se concretaron numerosos lanzamientos de cohetes Orión, Canopus, Rigel, Centaure franceses y hasta un Nike Apache norteamericano, todos desde Chamical y con resultados satisfactorios.</p><p></p><p><strong><p style="text-align: center">Experiencias antárticas</p><p></strong></p><p>Nuestro país fue la tercer nación, después de Rusia y EE.UU, en efectuar lanzamientos espaciales desde el continente antártico.</p><p></p><p>En septiembre de 1963 el Instituto de Investigación Aeronáutica y Espacial (IIAE) de Córdoba proyectó lanzamientos desde la Antártida, motivo por el cual se comenzó a trabajar activamente en el diseño de cohetes; montaje de laboratorios de electrónica de radiaciones y túneles de viento que brindarían el soporte técnico necesario para su concreción.</p><p></p><p></p><p></p><p>Se contaba además con un equipo veterano en materia de planificación y realización de lanzamientos, tanto nacionales como extranjeros, a través de la intensa actividad realizada en Chamical, entre las que son dignas de mención las experiencias Ion-Aer y Nube de Sodio, algunas de las cuales se desarrollaron en colaboración con equipos franceses y norteamericanos.</p><p></p><p>El objetivo de la misión consistía en medir la radiación cósmica, en forma simultánea desde la Base Matienzo (Antártida) y el Centro de Experimentación y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados (CELPA) de Chamical, provincia de La Rioja, distantes a 3950 km. uno de otro. Las cargas útiles, es decir, el instrumental de a bordo, fueron desarrolladas por el Laboratorio de Radiaciones y los cohetes por el Departamento de Diseño y Producción Espacial del IIAE.</p><p></p><p>El 5 de febrero de 1965 llegó a la Base Matienzo, sobre el islote Larsen del archipiélago volcánico Munatak Foca, un avión Douglas matrícula TA-05, transportando parte del instrumental necesario para el desarrollo de la experiencia y del personal calificado que habría de llevarla a cabo, encabezado por el vicecomodoro ingeniero Miguel Sánchez Peña. El resto ya había sido trasladado desde el mes de septiembre del año anterior en un C-47 especialmente preparado para vuelos de apoyo sin escala desde Río Gallegos. El experimento consistía en un lanzamiento conjunto de cohetes y globos sonda con el objeto de estudiar las condiciones de radiación Roentgen y meteorológicas en la alta atmósfera.</p><p></p><p>El 6 de febrero de 1965 se lanzó desde Matienzo el primero de los tres Gamma Centauro transportando en su carga útil un delicado cristal plástico montado sobre un fototubo, que debía convertir la energía electromagnética de los rayos de la alta atmósfera en energía lumínica a efectos de dar mayor impulso a sus propulsantes. Ese efecto se analizaría desde tierra con un transmisor telemétrico, almacenándose en grabadores fotomagnéticos. El 7 se disparó el segundo vector y el día ocho el último, seguidos por un globo sonda con el mismo instrumental cada uno mientras la base espacial de Chamical hacía lo propio disparando en simultáneo otros dos Gamma Centauro. La operación fue coronada por el éxito (7).</p><p></p><p></p><p><strong><p style="text-align: center">Alcanzando el espacio exterior</p><p></strong></p><p>La coronación de la carrera espacial argentina llegó con el desarrollo del poderoso cohete Castor con el que los ingenieros argentinos alcanzaron las fronteras mismas del espacio exterior, a cuyo límite habían llegado, oportunamente, con los Rigel.</p><p></p><p>El Castor pesaba 280 kg, su carga útil 75 kg y su peso propulsante total 852 kg, distribuidos en 680 los de su primera etapa y 172 los de la segunda. Las dimensiones de la nave eran de una longitud total de 8,40 m, de los que 3,36 pertenecían a la primera etapa con un diámetro de 69 cm, siendo su impulso específico de 220 seg. Lo que comúnmente se dice, un cohete de envergadura.</p><p></p><p>La primera etapa del complejo estaba compuesta por cuatro poderosos cohetes Canopus y la segunda por otro similar, que en su ojiva portaba la carga útil.</p><p></p><p>El primer lanzamiento tuvo lugar el 22 de diciembre de 1969 desde Chamical, dentro del denominado proyecto “Experiencia Navidad”, unas horas antes del viaje del mono Juan, oportunidad en la que solo se utilizó la primera etapa, sin ponerse en marcha la segunda. Por ese motivo, el complejo solo alcanzó los 70 km. de altura pero con los resultados esperados, dejando conformes a los técnicos del IIAE y de la Fuerza Aérea Argentina.</p><p></p><p>Un año después, el 16 de diciembre la Fuerza Aérea disparó otro Castor X-2, en cuya ojiva llevaba instrumental fotográfico para tomas de gran altura, seguido ese mismo día por dos Canopus dentro de lo que se dio en llamar Operativo Ñahí. El vehículo trepó exitosamente hasta los 500 km de altitud, un record histórico para América Latina, superando la que en años posteriores tendrían las estaciones orbitales soviéticas y la Estación Espacial Internacional, que gira en torno a la Tierra a 354 km de altura. Solo para darnos una idea de la magnitud de la misión, vaya como referencia que los vuelos suborbitales de los dos primeros astronautas norteamericanos, Alan Sheppard y Virgil I. Grissom, solo alcanzaron los 187 kilómetros, con una duración de 15 minutos cada uno.</p><p></p><p>Una experiencia similar tuvo lugar el 22 de diciembre de 1973, con otro cohete de idénticas características lanzado también desde Chamical, para el estudio de la alta atmósfera.</p><p></p><p>Nuevos lanzamientos desde la Antártida</p><p></p><p>En 1975 se puso en marcha el Operativo Experiencia EGANI con el lanzamiento de dos Castor desde la Base Antártica Marambio, desplazándose al personal técnico, los cohetes, carga útil, rampa de lanzamiento y demás equipos desde Córdoba y Buenos Aires, en un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina. La rampa de lanzamiento fue similar a la utilizada por cohetes americanos Nike-Cajun en Chamical, adaptada en los talleres del IIAE de Córdoba. Aviones Twin Otter y una pista preparada para recibir aeronaves tipo C-130 fueron acondicionados para el proyecto, montándose un equipo de radares “Rawin set” para facilitar el seguimiento y la comunicación con los cohetes y los puestos de observación en el continente, así como también con dos aviones de observación de la NASA que sobrevolarían el Atlántico a la altura de Nueva York.</p><p></p><p></p><p></p><p>El principal objetivo de la experiencia fue el estudio de los campos eléctricos y magnéticos en altura, los puntos neutros, la temperatura y el perfil de electrones, para lo que fue empleada una carga útil desarrollada por el IIAE en cooperación con el Instituto Max Planck- MPE de Garching, Alemania, consistente en una mezcla especial que incluyó una carga hueca capaz de formar una nube ionizada que produciría un chorro de electrones viajando como en un tubo desde la Antártida hasta el punto magnético fijado en el hemisferio Norte a la altura de Nueva York. Los datos serían enviados por telemetría a la estación de recepción en tierra, en tanto la nube ionizada sería visualizada y registrada por cámaras fotográficas desde puntos de observación en Tandil (Prov. de Buenos Aires) y desde el observatorio de El Leoncito en la provincia de San Juan. Los aviones de la NASA registrarían con cámaras de TV el pasaje de la nube que, como dato de interés, fue observada directamente por su tripulación cuando volaba próxima a la isla de Manhattan.</p><p></p><p>El 30 de septiembre de 1975 se lanzó desde Marambio el primero de los vectores, seguido por el segundo el 3 de octubre del mismo año. El éxito fue rotundo y sirvió para que las potencias del mundo se interesasen en los proyectos realizados por nuestro país. </p><p></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/castor.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/castor2.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p>Fuente:www.reconquistaydefensa.org.ar</p><p></p><p>saludos</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="ÑANCU, post: 594233, member: 3755"] Buenas gente no se si ya habra algun post de esto pero por lo que anduve buscando no vi nada si ya havia pido disculpas. Se habla mucho de los desarrollos espaciales de argentina en los años 50 60 y 70 (va en ciertos hambitos el comun de la gente no tiene ni idea) pero pocas veces se hace mencion a las experiencias con animales vivos que se realizaron durante esos años en los que Argentina conto con sus propios astronautas/cosmonautas (ahi que ver si la rata era capitalista o comunista):biggrinjester:. Aca les dejo una nota que encontre muy buena sobre el tema [SIZE="6"][B][CENTER]Experiencias biológicas[/CENTER][/B][/SIZE] El 11 de abril de 1967, mientras los ingenieros argentinos trabajaban febrilmente en el desarrollo de un combustible 100% nacional, se concibió el denominado proyecto BIO, consistente en lanzar al espacio a bordo de cohetes telemetrados, pequeños animales de laboratorio a recuperar. Para la denominada experiencia BIO I se seleccionó una camada de ratones blancos de raza Wistar, para los cuales se diseñaron cápsulas especiales dotadas del instrumental necesario para su análisis y control durante el trayecto. Los “astronautas” seleccionados fueron los ratones Alejo, Aurelio y Anastasio, quienes constituyeron el primer grupo, seguidos por Braulio, Benito y Belisario, en el segundo y Celedonio, Cipriano y Coco en el tercero (4). Tras una serie de pruebas y estudios fisiológicos, el elegido para el primer vuelo fue Belisario, colocado y sujetado dentro de la cápsula, ubicada en la ojiva especialmente adaptada de un Orión II, disparado exitosamente desde la Escuela de Tropas Aerotransportadas de Córdoba, el 11 de abril de 1967. La ojiva, de 0,278 mm de diámetro, superaba en 0,072 mm a las de experiencias anteriores. El vector, se elevó sin problemas y al cabo de un minuto separó su carga útil que, tras desplegar sin inconvenientes su paracaídas, comenzó a descender lentamente hasta tocar tierra. Los científicos comprobaron aliviados que Belisario se hallaba en perfecto estado de salud aunque sumamente nervioso y que durante el vuelo había perdido 8 gramos de peso. El 19 de mayo de 1967 la carrera espacial argentina se cobró su primera víctima fatal. Ese día, el ratón Celedonio se elevó desde Chamical, a bordo de un Orión II que durante el trayecto funcionó correctamente, vaticinando un nuevo éxito tecnológico. Sin embargo, cuando la cápsula se separó, su paracaídas se enredó en el motor y al no poder desplegarse, provocó el desastre, impactando violentamente contra la superficie y provocando la muerte de su tripulante de manera instantánea. Dos años después, el 30 de agosto de 1969, despegó, también desde Chamical, un nuevo Orión II llevando a bordo a la rata Dalila, del cuarto grupo de roedores espaciales, que alcanzó los 20 km. de altitud a una velocidad de 2850 km/h. Dalila viajó sedada aunque despierta, manteniendo su actividad y parámetros biológicos en perfecto estado, factor que permitió a los científicos del Instituto de Medicina Aeroespacial un minucioso análisis de su organismo en vuelo. La cápsula que trajo a Dalila de regreso se posó suavemente en la copa de un árbol y fue rescatada 45 minutos después, a 17 kilómetros del punto de lanzamiento, por un equipo compuesto por un avión de detección y un helicóptero, ambos de la FAA, dos radares COTAL y un sistema de comunicaciones radioeléctricas de enlace (5). Esta misión, denominada Experiencia Bio II/2, presentó como particularidad una ojiva de mayores dimensiones que las anteriores (Experiencia Bio II/1) ya que su diámetro era de 0,320 mm. [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/belisario.jpg[/IMG] Belisario, primer astronauta argentino en el interior de la cápsula que lo llevó al espacio [B][CENTER]Operación Navidad[/CENTER][/B] A comienzos de 1969 la Argentina comenzó a desarrollar las misiones Canopus y Rigel con el lanzamiento al espacio de cohetes de mucha mayor envergadura, de una y dos etapas. La familia del Canopus I contaba con vectores de 4 metros de longitud por 0,278.5 de diámetro y motores mucho más sofisticados. A estos proyectiles le siguieron los Canopus II, con un largo de 4,724 metros y a éstos una versión adaptada de 5,019.5 de longitud con una ojiva de 0,320, para experiencias biológicas. Al igual que los Beta y Gamma Centauro, los Rigel disponían de dos etapas aunque de mayores proporciones, lo que les permitió alcanzar altitudes superiores a los 400 kilómetros (6). Estas dos familias de cohetes fueron utilizadas para la realización de experiencias tecnológicas y biológicas de mayor envergadura que colocaron a nuestro país en un plano de desarrollo que solo ostentaban, hasta ese momento, EE.UU. Rusia y Francia. El 23 de diciembre de 1969, en horas de la noche, la Fuerza Aérea Argentina junto a técnicos y científicos de la Universidad Nacional de Tucumán efectuaron el lanzamiento de un poderoso Rigel 04 de dos etapas, en el que viajaba un mono caí misionero cazado especialmente por la Gendarmería Nacional en plena selva. El simio, de dos años de edad, 1400 gramos de peso y 30 centímetros de altura, recibió el nombre de Juan. [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/monojuan.jpg[/IMG] Mono misionero de raza caí. A esta especie pertenecieron Juan y otros simios utilizados en nuestras experiencias espaciales Aquel día, ante científicos, autoridades y periodistas nacionales, los técnicos y asistentes del proyecto colocaron a Juan en el interior de la cápsula “Amanecer” y a las 06.30 de la madrugada dispararon el proyectil hacia los cielos, trepando exitosamente hasta una altura de 60 km. en un vuelo de 8 minutos de duración. El animal viajó en un ambiente rico en oxígeno y baja proporción de anhídrido carbónico y humedad; se controló su sistema respiratorio, se le efectuaron electrocardiogramas y se mantuvo la temperatura de su cuerpo en equilibrio, todo ello además de diversos controles hechos al vector mediante instrumental telemétrico de larga distancia. La cápsula y su tripulante fueron recuperadas sin problemas por un helicóptero de la Fuerza Aérea demostrando una vez más que la Argentina seguía dando pasos de gigante en el campo de la exploración espacial. Debido al éxito alcanzado con la Operación Navidad, los científicos del Instituto Civil de Tecnología Espacial decidieron efectuar una segunda misión dentro del denominado Operativo Antropos, lanzando el 1 de febrero de 1970, desde Coronel Brandsen (PBA), un cohete Pantera X-1, a bordo del cual, fue instalada una monita hembra caí, a la que habían estado adaptando en días anteriores, a pruebas de fuerza centrífuga. El vuelo se llevó a cabo sin problemas en lo referente al funcionamiento del vehículo y sus mecanismos de transmisión, pero al desacoplar la cápsula, el paracaídas no se abrió y la misma se precipitó a tierra, pereciendo su tripulante de manera instantánea. Pese al parcial fracaso, la Argentina siguió experimentando sus cohetes científicos de manera exitosa por más de una década. Del mismo modo que en 1968, en 1969 se concretaron numerosos lanzamientos de cohetes Orión, Canopus, Rigel, Centaure franceses y hasta un Nike Apache norteamericano, todos desde Chamical y con resultados satisfactorios. [B][CENTER]Experiencias antárticas[/CENTER][/B] Nuestro país fue la tercer nación, después de Rusia y EE.UU, en efectuar lanzamientos espaciales desde el continente antártico. En septiembre de 1963 el Instituto de Investigación Aeronáutica y Espacial (IIAE) de Córdoba proyectó lanzamientos desde la Antártida, motivo por el cual se comenzó a trabajar activamente en el diseño de cohetes; montaje de laboratorios de electrónica de radiaciones y túneles de viento que brindarían el soporte técnico necesario para su concreción. Se contaba además con un equipo veterano en materia de planificación y realización de lanzamientos, tanto nacionales como extranjeros, a través de la intensa actividad realizada en Chamical, entre las que son dignas de mención las experiencias Ion-Aer y Nube de Sodio, algunas de las cuales se desarrollaron en colaboración con equipos franceses y norteamericanos. El objetivo de la misión consistía en medir la radiación cósmica, en forma simultánea desde la Base Matienzo (Antártida) y el Centro de Experimentación y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados (CELPA) de Chamical, provincia de La Rioja, distantes a 3950 km. uno de otro. Las cargas útiles, es decir, el instrumental de a bordo, fueron desarrolladas por el Laboratorio de Radiaciones y los cohetes por el Departamento de Diseño y Producción Espacial del IIAE. El 5 de febrero de 1965 llegó a la Base Matienzo, sobre el islote Larsen del archipiélago volcánico Munatak Foca, un avión Douglas matrícula TA-05, transportando parte del instrumental necesario para el desarrollo de la experiencia y del personal calificado que habría de llevarla a cabo, encabezado por el vicecomodoro ingeniero Miguel Sánchez Peña. El resto ya había sido trasladado desde el mes de septiembre del año anterior en un C-47 especialmente preparado para vuelos de apoyo sin escala desde Río Gallegos. El experimento consistía en un lanzamiento conjunto de cohetes y globos sonda con el objeto de estudiar las condiciones de radiación Roentgen y meteorológicas en la alta atmósfera. El 6 de febrero de 1965 se lanzó desde Matienzo el primero de los tres Gamma Centauro transportando en su carga útil un delicado cristal plástico montado sobre un fototubo, que debía convertir la energía electromagnética de los rayos de la alta atmósfera en energía lumínica a efectos de dar mayor impulso a sus propulsantes. Ese efecto se analizaría desde tierra con un transmisor telemétrico, almacenándose en grabadores fotomagnéticos. El 7 se disparó el segundo vector y el día ocho el último, seguidos por un globo sonda con el mismo instrumental cada uno mientras la base espacial de Chamical hacía lo propio disparando en simultáneo otros dos Gamma Centauro. La operación fue coronada por el éxito (7). [B][CENTER]Alcanzando el espacio exterior[/CENTER][/B] La coronación de la carrera espacial argentina llegó con el desarrollo del poderoso cohete Castor con el que los ingenieros argentinos alcanzaron las fronteras mismas del espacio exterior, a cuyo límite habían llegado, oportunamente, con los Rigel. El Castor pesaba 280 kg, su carga útil 75 kg y su peso propulsante total 852 kg, distribuidos en 680 los de su primera etapa y 172 los de la segunda. Las dimensiones de la nave eran de una longitud total de 8,40 m, de los que 3,36 pertenecían a la primera etapa con un diámetro de 69 cm, siendo su impulso específico de 220 seg. Lo que comúnmente se dice, un cohete de envergadura. La primera etapa del complejo estaba compuesta por cuatro poderosos cohetes Canopus y la segunda por otro similar, que en su ojiva portaba la carga útil. El primer lanzamiento tuvo lugar el 22 de diciembre de 1969 desde Chamical, dentro del denominado proyecto “Experiencia Navidad”, unas horas antes del viaje del mono Juan, oportunidad en la que solo se utilizó la primera etapa, sin ponerse en marcha la segunda. Por ese motivo, el complejo solo alcanzó los 70 km. de altura pero con los resultados esperados, dejando conformes a los técnicos del IIAE y de la Fuerza Aérea Argentina. Un año después, el 16 de diciembre la Fuerza Aérea disparó otro Castor X-2, en cuya ojiva llevaba instrumental fotográfico para tomas de gran altura, seguido ese mismo día por dos Canopus dentro de lo que se dio en llamar Operativo Ñahí. El vehículo trepó exitosamente hasta los 500 km de altitud, un record histórico para América Latina, superando la que en años posteriores tendrían las estaciones orbitales soviéticas y la Estación Espacial Internacional, que gira en torno a la Tierra a 354 km de altura. Solo para darnos una idea de la magnitud de la misión, vaya como referencia que los vuelos suborbitales de los dos primeros astronautas norteamericanos, Alan Sheppard y Virgil I. Grissom, solo alcanzaron los 187 kilómetros, con una duración de 15 minutos cada uno. Una experiencia similar tuvo lugar el 22 de diciembre de 1973, con otro cohete de idénticas características lanzado también desde Chamical, para el estudio de la alta atmósfera. Nuevos lanzamientos desde la Antártida En 1975 se puso en marcha el Operativo Experiencia EGANI con el lanzamiento de dos Castor desde la Base Antártica Marambio, desplazándose al personal técnico, los cohetes, carga útil, rampa de lanzamiento y demás equipos desde Córdoba y Buenos Aires, en un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina. La rampa de lanzamiento fue similar a la utilizada por cohetes americanos Nike-Cajun en Chamical, adaptada en los talleres del IIAE de Córdoba. Aviones Twin Otter y una pista preparada para recibir aeronaves tipo C-130 fueron acondicionados para el proyecto, montándose un equipo de radares “Rawin set” para facilitar el seguimiento y la comunicación con los cohetes y los puestos de observación en el continente, así como también con dos aviones de observación de la NASA que sobrevolarían el Atlántico a la altura de Nueva York. El principal objetivo de la experiencia fue el estudio de los campos eléctricos y magnéticos en altura, los puntos neutros, la temperatura y el perfil de electrones, para lo que fue empleada una carga útil desarrollada por el IIAE en cooperación con el Instituto Max Planck- MPE de Garching, Alemania, consistente en una mezcla especial que incluyó una carga hueca capaz de formar una nube ionizada que produciría un chorro de electrones viajando como en un tubo desde la Antártida hasta el punto magnético fijado en el hemisferio Norte a la altura de Nueva York. Los datos serían enviados por telemetría a la estación de recepción en tierra, en tanto la nube ionizada sería visualizada y registrada por cámaras fotográficas desde puntos de observación en Tandil (Prov. de Buenos Aires) y desde el observatorio de El Leoncito en la provincia de San Juan. Los aviones de la NASA registrarían con cámaras de TV el pasaje de la nube que, como dato de interés, fue observada directamente por su tripulación cuando volaba próxima a la isla de Manhattan. El 30 de septiembre de 1975 se lanzó desde Marambio el primero de los vectores, seguido por el segundo el 3 de octubre del mismo año. El éxito fue rotundo y sirvió para que las potencias del mundo se interesasen en los proyectos realizados por nuestro país. [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/castor.jpg[/IMG] [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/castor2.jpg[/IMG] Fuente:[url]www.reconquistaydefensa.org.ar[/url] saludos [/QUOTE]
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