Menú
Inicio
Visitar el Sitio Zona Militar
Foros
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Qué hay de nuevo
Nuevos mensajes
Última actividad
Miembros
Visitantes actuales
Entrar
Registrarse
Novedades
Buscar
Buscar
Buscar sólo en títulos
Por:
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Menú
Entrar
Registrarse
Inicio
Foros
Area Militar General
Historia Militar
Campañas expedicionarias al desierto 1823-1883....
JavaScript is disabled. For a better experience, please enable JavaScript in your browser before proceeding.
Estás usando un navegador obsoleto. No se pueden mostrar estos u otros sitios web correctamente.
Se debe actualizar o usar un
navegador alternativo
.
Responder al tema
Mensaje
<blockquote data-quote="TORDO79" data-source="post: 2257980" data-attributes="member: 3802"><p>Continua....</p><p></p><p><strong>CAMPAÑA DE ADOLFO ALSINA (16 de abril de 1876)</strong></p><p></p><p>Pero cuando NICOLÁS AVELLANEDA llegó a la presidencia de la Nación en 1874, le encomendó a su Ministro de Guerra, el doctor ADOLFO ALSINA, que se hiciera cargo de este problema y que le presentara un plan de acción para terminar con esta situación que alteraba el normal desarrollo del país. En 1875, ALSINA, le presentó al gobierno un plan que definió como destinado a poblar el desierto y no a destruirlo. El complicado problema del avance de la línea de frontera y conquista de la extensa pampa, había sido proyectado desde el tiempo del coloniaje por los virreyes del Plata y por todos los gobernantes de la Argentina. Se reconocían las grandes ventajas que reportaría el aseguramiento de la línea de fronteras y se consideraba de urgente necesidad, pero de difícil realización, a causa de las múltiples dificultades que primeramente había que resolver; ya por el peligro de la anarquía latente que fermentaba en los estados provinciales, ya por el malestar reinante, en el orden social y político, temiéndose, por consiguiente, estallara de un momento para otro la guerra civil. Las pasiones políticas mantenían los ánimos en alto grado de tensión, habiéndose olvidado nuestros prohombres que la codicia de orgullosas naciones buscaba cualquier pretexto para aplicar la arbitraria ley del “uti posidetis” en nuestras ricas y dilatadas regiones despobladas. Por otra parte, el mal más grave con que tropezaba el gobierno era la carencia absoluta de recursos: nuestro estado financiero se encontraba en lamentable bancarrota. Entonces ¿cómo llevar a expedicionar un ejército sin armamento, sin equipo ni proveeduría, careciendo hasta de los indispensables elementos de movilidad, a ocupar puntos estratégicos en la pampa desconocida?. ¿Cómo ejecutar tan arriesgada excursión, en la que los soldados tenían que combatir, desde la primera hasta la última jornada, con numerosos indígenas envalentonados, bien montados y armados?. Para complicar más la cuestión, no faltaban quienes asegurasen ser conocedores de las pampas inhospitalarias y presagiaban, pintando con colores tétricos y siniestros, desastrosos resultados. Con relatos espeluznantes afirmaban que el ejército sería sacrificado, una vez que afrontara empresa tan temeraria e irrealizable. Toda la prensa nacional de esa época, al unísono, opinaba y sostenía ser aventura descabellada, puesto que ni los virreyes, ni gobierno alguno, habían podido solucionar problema tan complejo y delicado. ¡Hasta el cansancio ensordecían con luctuosos relatos de la suerte que corrió la infortunada expedición al desierto, cuando el General BARTOLOMÉ MITRE, salió a traer la llave de la frontera, con un poderoso ejército, cuyas fuerzas sólo pudieron llegar hasta Sierra Chica, siendo allí rodeado por los belicosos indios, quienes los obligaron a retornar al Azul con las monturas al hombro, después de dejar el campo cubierto con caballos desgarrados!. Como se ve, pues, en consideración de estos antecedentes y otros informes desconsoladores, se creía utópico y absurdo emprender semejante operación. Tanto más cuanto que el mismo general Mitre había afirmado, en un discurso que pasarían, ¡trescientos años más para recién pensar en la conquista del desierto!.</p><p>ALSINA despejó la incógnita aplicando aquel conocido proverbio, que asegura que “el querer es poder y el poder es un deber”. Tenemos que Alsina, sin ser militar profesional, concibe un vasto plan de ofensa y defensa fronteriza y lo ejecuta poniéndose al frente de las fuerzas. Introdujo grandes innovaciones en el sistema de combatir en la guerra con el indígena. Cambió de armamento a los cuerpos de caballería, dejándolos en condiciones de combatir cuerpo a cuerpo con mayores ventajas; sacando al ejército de la vergonzosa táctica defensiva por la ofensiva y más tarde cuando sus planes se pusieron en marcha, se puso al frente de sus tropas y fue notable su actividad: templando y levantando el espíritu abatido y decaído del soldado, recorriendo todos los caminos con sus soldados, repasando sus planes, y analizando los informes que le llegan. Consulta la situación con los Fuertes y equipa ligeras columnas, que cada comandante, desprendido del resto de ellas, marchará a operar sobre las mismas tolderías de los indios (ver “Adolfo Alsina y la Campaña al Desierto” en Crónicas).</p><p></p><p><strong>Un frustrado Tratado de Paz.</strong></p><p></p><p>Pero antes de lanzar su ataque, busca otros caminos para poner fin a esta situación y firmó un Tratado de Paz con el cacique JUAN JOSÉ CATRIEL, sólo para ser roto corto tiempo después cuando éste atacó junto al cacique NAMUNCURÁ, los poblados de Tres Arroyos, Tandil, Azul (Buenos Aires) y otros pueblos y granjas en un ataque incluso más sangriento que el de 1872. ALSINA respondió atacando a los originarios, forzándolos a retroceder y a dejar los fortines en su camino hacia el sur para proteger los territorios conquistados.</p><p></p><p><strong>Murió el cacique CALFUCURÁ (3 de junio de 1875)</strong></p><p></p><p>El 26 de julio de 1875, el Ministro ALSINA dispone que el Sargento Mayor de Ingenieros FEDERICO MELCHER se traslade a Bahía Blanca y se reúna con el Mayor FELIPE CARONTI y otros vecinos conocedores del camino que hay que recorrer para llegar a “Puán”, “Carhué” y “Guaminí”, saliendo desde Bahía Blanca o desde “Sauce Corto” y le ordena que “llevando los instrumentos que le sean necesarios, levante los Planos de ese camino, llegando hasta “Carhué”.</p><p></p><p><strong>Nace la idea de construír una zanja</strong></p><p></p><p>El 20 de marzo de 1876 el doctor ALSINA, optando por un sistema defensivo para contener a los malones que asolaban la frontera interior sur y para dificultarles el traslado hacia sus tolderías del ganado que robaban, dispuso construír una nueva frontera interior avanzada y fundar a su amparo, pueblos y colonias. Esta nueva frontera se consolidaría con la instalación de nuevos fortines que estarían comunicados por líneas telegráficas entre sí y con las Comandancias instaladas a retaguardia, en los fortines ya existentes La nueva frontera sería reforzada por un profundo zanjón que desde Bahía Blanca llegara hasta la laguna “La Amarga”, en el sur de Córdoba. En los considerandos de la resolución ministerial, el doctor Alsina afirmaba que “el plan del Poder Ejecutivo era contra el desierto para poblarlo y no contra los indios para destruirlos”</p><p></p><p><strong>30 de marzo de 1876</strong></p><p></p><p>Se inicia la construcción de la “zanja de Alsina”. Cumpliendo una orden del Ministro de Guerra y Marina doctor Adolfo ALSINA, el ingeniero francés ALFREDO EBELOT inicia la construcción de la “Zanja de Alsina”, un profundo zanjón de alrededor de 600 kilómetros, que iba desde Bahía Blanca hasta la laguna “La Amarga”, en el sur de Córdoba, con el objeto de imponer una barrera a los malones indígenas. Para instalar la nueva frontera en el sur de la provincia de Buenos Aires que proponía el Ministro ADOLFO ALSINA, el 15 de abril de 1876, cinco Divisiones se dirigieron hacia los objetivos designados: el Coronel NELSON a “Italó”, el Coronel VILLEGAS a “Trenque Lauquen”, el Coronel FREYRE a “Guaminí” y los Coroneles LEVALLE y MALDONADO a “Pigüé, “Carhué” y “Puán”.</p><p></p><p><strong>Fundación de Carhué</strong></p><p></p><p>El 24 de abril de 1876, el Coronel NICOLÁS LEVALLE fundó el pueblo de Carhué, acto, que sumado a su rápida ocupación, aseguró la frontera sur en un inmenso territorio, que a partir de ese entonces, se incorporó definitivamente a la integridad nacional. Carhué sirvió luego de campamento base, durante la campaña del Río Negro y allí, el 26 de abril de 1879, se firmó la orden de partida de la Expedición al desierto que se realizó bajo el mando del General ROCA</p><p></p><p><strong>Un reclamo de la sociedad para terminar con la barbarie</strong></p><p></p><p>En el editorial del diario La Prensa, del 15 de julio de 1876, se le demandaba al Congreso de la Nación, que no permaneciera indiferente ante la grave situación que se había creado en la campaña. El terror y el saqueo que estaban sufriendo los pobladores de la campaña en la provincia de Buenos Aires, asaltados permanentemente por indígenas hostiles, ya había tomado proporciones alarmantes y se estaban produciendo graves daños a la economía de la región, por las grandes pérdidas de ganado que estos asaltos provocaban. El artículo terminaba alertando sobre el peligro que acarreaba esta situación en territorios, que ya conquistados en 1872, habían vuelto al dominio de la barbarie, por la inoperancia de los gobiernos”</p><p></p><p>15 de junio de 1877</p><p></p><p>El ingeniero ALFREDO EBELOT informa al gobierno que ha finalizado la construcción de la zanja que se le ha ordenado y que luego se hará conocer como “la zanja de Alsina”.</p><p>Los aborígenes continuaron con sus ataques para alzarse con el ganado de las chacras en la provincia de Buenos Aires y el sur de la provincia de Mendoza, pero la presencia de esa zanja, les creaba dificultades para escapar con los animales. La marcha se les hacía más lenta y la detención a la que los obligaba ese obstáculo, facilitaba la acción de las patrullas que habían salido a perseguirlos. Frustrados sus intentos de pillaje, muchos originarios que no sólo sufrieron de hambre sino que también la venganza del hombre blanco, decidieron unirse a las granjas-estancias para trabajar para ellos a cambio de comida y refugio, pero la gran mayoría prefirió seguir con su resistencia.</p><p></p><p><strong>ROCA sucede a ALSINA como Ministro de Guerra</strong></p><p></p><p>El 2 de enero de 1878 el entonces Presidente de la Nación doctor NICOLÁS AVELLANEDA nombró Ministro de la guerra al General JULIO ARGENTINO ROCA, en reemplazo del doctor ADOLFO ALSINA que había fallecido el 29 de diciembre de 1877.</p><p>El 30 de julio de 1878, los caciques BAIGORRITA Y EPUMER acuerdan una tregua con el Gobierno Nacional.</p><p></p><p><strong>Se aprueba un inversión extraordinaria para financiar la Campaña al Desierto</strong></p><p></p><p>El 14 de setiembre de 1878 la Cámara de Diputados de la Nación aprobó un proyecto de ley que autorizaba al Poder Ejecutivo a invertir 1.600.000 pesos, para establecer la línea de fronteras sobre la margen izquierda de los ríos Negro y Neuquén, “previo sometimiento o desalojo de los indios bárbaros de la pampa, desde el río Quinto y Diamante hasta los mencionados”.</p><p>El General ROCA en oposición con la estrategia empleada por su antecesor, el doctor ALSINA, consideraba que “la política de contención en las fronteras no había dado resultado” y creía que la única solución contra la amenaza de los indígenas era “subyugarlos, incorporarlos a nuestras leyes y costumbres y si no aceptaban eso, expulsarlos de los territorios que ocupaban. Consideraba que la inmensa mayoría de quienes se oponían a la presencia del blanco, no eran los pobladores originarios, sino que eran tribus naturales de Chile (araucanos y mapuches), que luego de exterminar a los verdaderos originarios, se habían apoderado de estas tierras, que encontraban más promisorias que las suyas..</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="TORDO79, post: 2257980, member: 3802"] Continua.... [B]CAMPAÑA DE ADOLFO ALSINA (16 de abril de 1876)[/B] Pero cuando NICOLÁS AVELLANEDA llegó a la presidencia de la Nación en 1874, le encomendó a su Ministro de Guerra, el doctor ADOLFO ALSINA, que se hiciera cargo de este problema y que le presentara un plan de acción para terminar con esta situación que alteraba el normal desarrollo del país. En 1875, ALSINA, le presentó al gobierno un plan que definió como destinado a poblar el desierto y no a destruirlo. El complicado problema del avance de la línea de frontera y conquista de la extensa pampa, había sido proyectado desde el tiempo del coloniaje por los virreyes del Plata y por todos los gobernantes de la Argentina. Se reconocían las grandes ventajas que reportaría el aseguramiento de la línea de fronteras y se consideraba de urgente necesidad, pero de difícil realización, a causa de las múltiples dificultades que primeramente había que resolver; ya por el peligro de la anarquía latente que fermentaba en los estados provinciales, ya por el malestar reinante, en el orden social y político, temiéndose, por consiguiente, estallara de un momento para otro la guerra civil. Las pasiones políticas mantenían los ánimos en alto grado de tensión, habiéndose olvidado nuestros prohombres que la codicia de orgullosas naciones buscaba cualquier pretexto para aplicar la arbitraria ley del “uti posidetis” en nuestras ricas y dilatadas regiones despobladas. Por otra parte, el mal más grave con que tropezaba el gobierno era la carencia absoluta de recursos: nuestro estado financiero se encontraba en lamentable bancarrota. Entonces ¿cómo llevar a expedicionar un ejército sin armamento, sin equipo ni proveeduría, careciendo hasta de los indispensables elementos de movilidad, a ocupar puntos estratégicos en la pampa desconocida?. ¿Cómo ejecutar tan arriesgada excursión, en la que los soldados tenían que combatir, desde la primera hasta la última jornada, con numerosos indígenas envalentonados, bien montados y armados?. Para complicar más la cuestión, no faltaban quienes asegurasen ser conocedores de las pampas inhospitalarias y presagiaban, pintando con colores tétricos y siniestros, desastrosos resultados. Con relatos espeluznantes afirmaban que el ejército sería sacrificado, una vez que afrontara empresa tan temeraria e irrealizable. Toda la prensa nacional de esa época, al unísono, opinaba y sostenía ser aventura descabellada, puesto que ni los virreyes, ni gobierno alguno, habían podido solucionar problema tan complejo y delicado. ¡Hasta el cansancio ensordecían con luctuosos relatos de la suerte que corrió la infortunada expedición al desierto, cuando el General BARTOLOMÉ MITRE, salió a traer la llave de la frontera, con un poderoso ejército, cuyas fuerzas sólo pudieron llegar hasta Sierra Chica, siendo allí rodeado por los belicosos indios, quienes los obligaron a retornar al Azul con las monturas al hombro, después de dejar el campo cubierto con caballos desgarrados!. Como se ve, pues, en consideración de estos antecedentes y otros informes desconsoladores, se creía utópico y absurdo emprender semejante operación. Tanto más cuanto que el mismo general Mitre había afirmado, en un discurso que pasarían, ¡trescientos años más para recién pensar en la conquista del desierto!. ALSINA despejó la incógnita aplicando aquel conocido proverbio, que asegura que “el querer es poder y el poder es un deber”. Tenemos que Alsina, sin ser militar profesional, concibe un vasto plan de ofensa y defensa fronteriza y lo ejecuta poniéndose al frente de las fuerzas. Introdujo grandes innovaciones en el sistema de combatir en la guerra con el indígena. Cambió de armamento a los cuerpos de caballería, dejándolos en condiciones de combatir cuerpo a cuerpo con mayores ventajas; sacando al ejército de la vergonzosa táctica defensiva por la ofensiva y más tarde cuando sus planes se pusieron en marcha, se puso al frente de sus tropas y fue notable su actividad: templando y levantando el espíritu abatido y decaído del soldado, recorriendo todos los caminos con sus soldados, repasando sus planes, y analizando los informes que le llegan. Consulta la situación con los Fuertes y equipa ligeras columnas, que cada comandante, desprendido del resto de ellas, marchará a operar sobre las mismas tolderías de los indios (ver “Adolfo Alsina y la Campaña al Desierto” en Crónicas). [B]Un frustrado Tratado de Paz.[/B] Pero antes de lanzar su ataque, busca otros caminos para poner fin a esta situación y firmó un Tratado de Paz con el cacique JUAN JOSÉ CATRIEL, sólo para ser roto corto tiempo después cuando éste atacó junto al cacique NAMUNCURÁ, los poblados de Tres Arroyos, Tandil, Azul (Buenos Aires) y otros pueblos y granjas en un ataque incluso más sangriento que el de 1872. ALSINA respondió atacando a los originarios, forzándolos a retroceder y a dejar los fortines en su camino hacia el sur para proteger los territorios conquistados. [B]Murió el cacique CALFUCURÁ (3 de junio de 1875)[/B] El 26 de julio de 1875, el Ministro ALSINA dispone que el Sargento Mayor de Ingenieros FEDERICO MELCHER se traslade a Bahía Blanca y se reúna con el Mayor FELIPE CARONTI y otros vecinos conocedores del camino que hay que recorrer para llegar a “Puán”, “Carhué” y “Guaminí”, saliendo desde Bahía Blanca o desde “Sauce Corto” y le ordena que “llevando los instrumentos que le sean necesarios, levante los Planos de ese camino, llegando hasta “Carhué”. [B]Nace la idea de construír una zanja[/B] El 20 de marzo de 1876 el doctor ALSINA, optando por un sistema defensivo para contener a los malones que asolaban la frontera interior sur y para dificultarles el traslado hacia sus tolderías del ganado que robaban, dispuso construír una nueva frontera interior avanzada y fundar a su amparo, pueblos y colonias. Esta nueva frontera se consolidaría con la instalación de nuevos fortines que estarían comunicados por líneas telegráficas entre sí y con las Comandancias instaladas a retaguardia, en los fortines ya existentes La nueva frontera sería reforzada por un profundo zanjón que desde Bahía Blanca llegara hasta la laguna “La Amarga”, en el sur de Córdoba. En los considerandos de la resolución ministerial, el doctor Alsina afirmaba que “el plan del Poder Ejecutivo era contra el desierto para poblarlo y no contra los indios para destruirlos” [B]30 de marzo de 1876[/B] Se inicia la construcción de la “zanja de Alsina”. Cumpliendo una orden del Ministro de Guerra y Marina doctor Adolfo ALSINA, el ingeniero francés ALFREDO EBELOT inicia la construcción de la “Zanja de Alsina”, un profundo zanjón de alrededor de 600 kilómetros, que iba desde Bahía Blanca hasta la laguna “La Amarga”, en el sur de Córdoba, con el objeto de imponer una barrera a los malones indígenas. Para instalar la nueva frontera en el sur de la provincia de Buenos Aires que proponía el Ministro ADOLFO ALSINA, el 15 de abril de 1876, cinco Divisiones se dirigieron hacia los objetivos designados: el Coronel NELSON a “Italó”, el Coronel VILLEGAS a “Trenque Lauquen”, el Coronel FREYRE a “Guaminí” y los Coroneles LEVALLE y MALDONADO a “Pigüé, “Carhué” y “Puán”. [B]Fundación de Carhué[/B] El 24 de abril de 1876, el Coronel NICOLÁS LEVALLE fundó el pueblo de Carhué, acto, que sumado a su rápida ocupación, aseguró la frontera sur en un inmenso territorio, que a partir de ese entonces, se incorporó definitivamente a la integridad nacional. Carhué sirvió luego de campamento base, durante la campaña del Río Negro y allí, el 26 de abril de 1879, se firmó la orden de partida de la Expedición al desierto que se realizó bajo el mando del General ROCA [B]Un reclamo de la sociedad para terminar con la barbarie[/B] En el editorial del diario La Prensa, del 15 de julio de 1876, se le demandaba al Congreso de la Nación, que no permaneciera indiferente ante la grave situación que se había creado en la campaña. El terror y el saqueo que estaban sufriendo los pobladores de la campaña en la provincia de Buenos Aires, asaltados permanentemente por indígenas hostiles, ya había tomado proporciones alarmantes y se estaban produciendo graves daños a la economía de la región, por las grandes pérdidas de ganado que estos asaltos provocaban. El artículo terminaba alertando sobre el peligro que acarreaba esta situación en territorios, que ya conquistados en 1872, habían vuelto al dominio de la barbarie, por la inoperancia de los gobiernos” 15 de junio de 1877 El ingeniero ALFREDO EBELOT informa al gobierno que ha finalizado la construcción de la zanja que se le ha ordenado y que luego se hará conocer como “la zanja de Alsina”. Los aborígenes continuaron con sus ataques para alzarse con el ganado de las chacras en la provincia de Buenos Aires y el sur de la provincia de Mendoza, pero la presencia de esa zanja, les creaba dificultades para escapar con los animales. La marcha se les hacía más lenta y la detención a la que los obligaba ese obstáculo, facilitaba la acción de las patrullas que habían salido a perseguirlos. Frustrados sus intentos de pillaje, muchos originarios que no sólo sufrieron de hambre sino que también la venganza del hombre blanco, decidieron unirse a las granjas-estancias para trabajar para ellos a cambio de comida y refugio, pero la gran mayoría prefirió seguir con su resistencia. [B]ROCA sucede a ALSINA como Ministro de Guerra[/B] El 2 de enero de 1878 el entonces Presidente de la Nación doctor NICOLÁS AVELLANEDA nombró Ministro de la guerra al General JULIO ARGENTINO ROCA, en reemplazo del doctor ADOLFO ALSINA que había fallecido el 29 de diciembre de 1877. El 30 de julio de 1878, los caciques BAIGORRITA Y EPUMER acuerdan una tregua con el Gobierno Nacional. [B]Se aprueba un inversión extraordinaria para financiar la Campaña al Desierto[/B] El 14 de setiembre de 1878 la Cámara de Diputados de la Nación aprobó un proyecto de ley que autorizaba al Poder Ejecutivo a invertir 1.600.000 pesos, para establecer la línea de fronteras sobre la margen izquierda de los ríos Negro y Neuquén, “previo sometimiento o desalojo de los indios bárbaros de la pampa, desde el río Quinto y Diamante hasta los mencionados”. El General ROCA en oposición con la estrategia empleada por su antecesor, el doctor ALSINA, consideraba que “la política de contención en las fronteras no había dado resultado” y creía que la única solución contra la amenaza de los indígenas era “subyugarlos, incorporarlos a nuestras leyes y costumbres y si no aceptaban eso, expulsarlos de los territorios que ocupaban. Consideraba que la inmensa mayoría de quienes se oponían a la presencia del blanco, no eran los pobladores originarios, sino que eran tribus naturales de Chile (araucanos y mapuches), que luego de exterminar a los verdaderos originarios, se habían apoderado de estas tierras, que encontraban más promisorias que las suyas.. [/QUOTE]
Insertar citas…
Verificación
¿Cuanto es 2 mas 6? (en letras)
Responder
Inicio
Foros
Area Militar General
Historia Militar
Campañas expedicionarias al desierto 1823-1883....
Este sitio usa cookies. Para continuar usando este sitio, se debe aceptar nuestro uso de cookies.
Aceptar
Más información.…
Arriba