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Futuro de las Fuerzas Navales
Capacidades de la ARA: Estado de situación hasta el 2005
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<blockquote data-quote="sebastian_porras" data-source="post: 253894" data-attributes="member: 18"><p>Como no se entendiò, voy a subir una parte màs completa del anàlisis (no todo, recuerden que consta de 7 capìtulos y esta parte sòlo corresponde al nro.7)</p><p></p><p></p><p></p><p><strong>7.1.4. Una guía para la presente propuesta</strong>. Ella deriva de los elementos de juicio enunciados en los tres puntos precedentes.</p><p></p><p>Se dará precedencia a la incorporación de aquellos medios de empleo más amplio, flexible y poderoso —que suelen ser los más costosos— sobre aquellos que, aunque más fáciles de obtener, solo resuelven parcial y mínimamente el conjunto de las debilidades propias. </p><p></p><p></p><p>* Aunque no serán identificados en este trabajo, serán dados de baja los medios de mayor edad y menor capacidad operativa, y se destinarán su personal y otros recursos que ahora requieren a los nuevos medios que se incorporen. De la misma manera se procederá con aquellos organismos cuyo propósito no contribuya directa o indirectamente a la capacidad operativa de la Armada, y se reestructurarán aquellos cuya actual organización lo permita. </p><p></p><p>* Los medios debieran ser adquiridos escalonados en el tiempo, cuestión de que no tengan que ser modernizados o lleguen al final de su vida casi simultáneamente. Siendo de treinta o más años la vida útil de los buques principales actuales, lo ideal sería renovar su conjunto por tercios.</p><p></p><p></p><p>* Los medios debieran ser adquiridos nuevos pues, a la par de lograrse diseños más ajustados a nuestras necesidades, los costos de sus ciclos de vida podrían resultar menores.</p><p></p><p>* Una adecuada combinación de medios nuevos con otros usados —aptos y con 15 o más años de vida útil remanente serán un paliativo para la situación que enfrentará la Armada los próximos 25 años.</p><p></p><p>* Se debiera aprovechar toda oportunidad favorable para obtener los medios. Por ejemplo, se han rechazado ofertas en los últimos diez años, hechas a precios simbólicos, por portaaviones, fragatas con misiles antiaéreos de largo alcance, buques anfibios, aviones de caza y ataque y otras aeronaves, etc.</p><p></p><p><strong>7.2. Situación de los medios principales de la Armada y su necesaria recuperación, modernización o reemplazo antes del 2016, y algunas de las incorporaciones a realizar antes de ese año</strong></p><p></p><p>Teniendo en cuenta todo lo anterior, se presentará la situación en que se encontraría cada uno de los medios principales de la Armada, qué medidas generales deberían ser tomadas para recuperarlos y modernizarlos, los costos respectivos y su expectativa de vida útil una vez actualizados. También se propondrán los reemplazos y algunas de las incorporaciones que deberían realizarse antes de terminar el 2015.</p><p></p><p><strong>7.2.1. Los cuatro destructores de la clase <em>Almirante Brown</em>.</strong> Responden a la tecnología de diseño y equipamiento de sensores y armas de la década de 1970, de donde tendrían que ser modernizados para ser operativamente aptos. Con más de veinte años de servicio también requieren la recorrida de sus plantas propulsoras, de electricidad y máquinas auxiliares.</p><p></p><p>Su actualización debiera incluir:</p><p></p><p>*Incrementar su capacidad operativa general con la puesta al día del sistema ACCO.</p><p></p><p>* Incrementar su capacidad de supervivencia en combate minimizando su firma radar e infrarroja, agregando paneles de material adecuado en su obra muerta e instalando señuelos infrarrojos.</p><p></p><p>* Incrementar su capacidad antiaérea y antimisil incorporando un radar de búsqueda tridimensional, sustituyendo los montajes 40/70 por armas más modernas, y actualizando los sistemas de CME.</p><p></p><p>* Incrementar, y esto es fundamental, su capacidad antisubmarina, con sonares de profundidad variable o remolcados.</p><p></p><p>* Dotarlos de helicópteros adecuados, medios que serán tratados en el punto 7.2.7.</p><p></p><p>Dados su diseño modular y estado de conservación, las tareas a realizar no implican desafíos insalvables para nuestra industria.</p><p>Esas tareas requerirían de U$S 50 millones por unidad; el 60% correspondería a adquisiciones en el exterior y el resto a los trabajos en el país. Su actualización permitiría prolongar su vida hasta 2025. Se destaca que aun modernizados, no alcanzarán el nivel de los destructores considerados en la Parte 6, porque no es factible dotarlos de un sistema de defensa aérea de área; en realidad, aunque la Armada los denomina “destructores”, en el ambiente naval internacional son considerados fragatas.</p><p></p><p><strong>7.2.2. Las seis corbetas de la clase <em>Espora.</em></strong> En general son válidas las consideraciones hechas para los destructores, con las siguientes particularidades: </p><p></p><p>a) Dos de ellas son de reciente construcción y no presentarían urgencias para recorrer sus plantas propulsoras y máquinas auxiliares. Por otra parte, las tres primeras en entrar en servicio no tienen hangar mientras que las otras tres sí, situación que debería ser normalizada. </p><p></p><p>b) En cuanto a la actualización de sus equipos, las principales diferencias con los destructores serían que no requerirían un radar de búsqueda tridimensional y se deberían reemplazar sus misiles MM-38 por otros actualizados. Los costos correspondientes sumarían unos U$S 180 millones. La actualización</p><p>permitiría prolongar la vida del conjunto hasta 2025/30 y el de las dos más nuevas hasta el 2035. Hay que considerar que aún modernizadas, no habrán alcanzado el nivel de las fragatas consideradas en la Parte 6.</p><p></p><p><strong>7.2.3. Submarinos.</strong> Los dos de la clase San Juan tienen del orden de veinte años de servicio y el Salta más. La puesta a punto y actualización de parte de sus equipos, que requeriría una inversión de unos U$S 60 millones, aseguraría su vida útil hasta 2025 y 2020 respectivamente.</p><p></p><p><strong>7.2.4. Cazaminas.</strong> Se deberían obtener al menos cuatro, para desarrollar doctrina, adquirir experiencia e información específica en nuestras áreas focales y poder enfrentar una emergencia. Usados, se estiman en U$S 20 millones cada uno.</p><p></p><p><strong>7.2.5. Buques que se estarían por incorporar a la Armada.</strong> En el futuro próximo se incorporarían los siguientes: a) Un buque de desembarco dique de la clase francesa Ouragan, que incrementaría en gran medida la capacidad de proyectar nuestra fuerza de desembarco. b) Cinco patrulleros oceánicos adecuados para operaciones en tiempo de paz pero, dada la necesidad de lograr el mejor aprovechamiento de los escasos recursos disponibles y lo expuesto en 6.5., sería muy importante que</p><p>reunieran las capacidades descriptas en ese punto. El costo de construcción de cada uno resultaría así de U$S 35 millones.</p><p></p><p><strong>7.2.6. Aviones basados en tierra de exploración y guerra antisubmarina, y aviones de vigilancia marítima.</strong> Como plataformas, los cuatro P-3 “Orion” tienen vida útil potencial hasta el 2030, pero son obsoletos en equipamiento operativo; actualizarlos costaría U$S 20 millones cada uno. Para alcanzar la cantidad que permitiría una adecuada vigilancia en tiempo de paz y desarrollar por más de 10 días operaciones en un área alejada a más de 600 MN de la costa, serían necesarios otros dos aviones. Por su parte, los cuatro B-200 M actualmente en servicio tienen vida útil potencial hasta el 2020; lo mismo que con los P-3, sería necesario incorporar otros dos y completar su equipamiento. Costo U$S 6 millones.</p><p></p><p><strong>7.2.7. Helicópteros.</strong> Son un complemento indispensable de las fuerzas navales desde hace más de cuatro décadas. Para nuestro caso se deben considerar, entre otros, los siguientes elementos de juicio.</p><p></p><p>* Para ser realmente eficaces en las funciones antisuperficie y antisubmarinas que se les asignan a los helicópteros multipropósito embarcados, su peso máximo de despegue (en adelante PMD) debe ser mayor a las 9 toneladas. Lo mismo con relación a los que se emplean para el desembarco de una fuerza de infantería de marina y sus subsiguientes operaciones en tierra, así como para el abastecimiento de las unidades navales y otras tareas que requieren gran autonomía y/o el traslado de grandes pesos. La Armada cuenta con siete H-3 “Sea King”, cuyo PMD es de unas 10 toneladas; como plataformas tienen vida útil potencial hasta 2030 pero son obsoletos en su equipamiento operativo; como se verá</p><p>a continuación, para embarcarlos se requiere de buques mayores a los que ahora tenemos.</p><p></p><p>* Las dimensiones de los hangares de los destructores clase Almirante Brown y probablemente la resistencia de sus cubiertas, así como la ausencia de sistemas de recobrada con mar gruesa, sólo permiten operar con helicópteros de unas 5 toneladas de PMD que, dada su baja carga útil, no son eficientes helicópteros antisubmarinos. Por su parte, las corbetas clase Espora presentan restricciones mayores y de los nuevos patrulleros oceánicos se desconocen aún sus características pero se estima que sólo serán aptos para operar con helicópteros del último PMD mencionado.</p><p></p><p>* No obstante su poca aptitud para las operaciones antisubmarinas, los helicópteros de alrededor de 5 toneladas de PMD son aptos para el conjunto de las demás funciones que se asignan a los helicópteros embarcados. La Armada no cuenta con helicópteros embarcados de dicho peso de despegue y sólo dispone de cuatro “Fennec” (menos de 3 toneladas de PMD), que apenas son suficientes en cantidad y calidad para la exploración antisuperficie discontinua y muy cercana a sus buques, la designación de blancos para los misiles mar-mar, y el ataque con torpedos antisubmarinos vectoreados desde un buque.</p><p></p><p>* Los helicópteros de alrededor de 5 toneladas de PMD son aptos también para las tareas de control, enlace, transporte liviano, exploración, escolta y ataques que requiere una fuerza de desembarco y las que operan en los ríos y en aguas costeras y restringidas; ellos pueden asimismo ser embarcados en unidades de superficie para complementar su dotación de aeronaves. La Armada dispone para estas funciones de 7 UH-1H “Huey” (PMD unas 5 toneladas) y 5 AIO3 “Alouette III” (PMD menor de 3 toneladas) que no están equipados para las operaciones nocturnas. Además nuestros UH-1H no son aptos para operar embarcados en destructores y corbetas, y carecen de sensores y armamento; modernizados y equipados podrían tener vida útil hasta 2030. Por su parte, los AIO3, que están armados con cañones y misiles, habrán llegado al fin de esa vida alrededor de 2015 y no se justificaría modernizarlos. </p><p></p><p>* Además de sus funciones navales principales, los helicópteros son útiles para las demás funciones de las fuerzas armadas, pero ello no sucede necesariamente en la situación inversa; los helicópteros navales deben satisfacer condiciones de construcción específicas que no se aplican a los demás helicópteros. Asimismo, estas aeronaves sirven para las misiones complementarias de la Armada, en particular la salvaguardia de la vida humana y el apoyo a la comunidad. Teniendo en cuenta todo lo anterior, en particular la falta de aptitud para la lucha antisubmarina de los helicópteros que podrían operar en nuestros destructores, corbetas y patrulleros oceánicos, y aceptando en algunas funciones tolerables disminuciones de capacidades, se propone:</p><p></p><p>* Incrementar a diez los H-3 “Sea King” y modernizarlos, con lo cual su vida útil antisubmarina se extendería hasta el 2025; esta tarea demandaría U$S 80 millones. Resulta ocioso destacar cuál es su importancia para compensar las actuales limitaciones antisubmarinas de la Flota y para embarcarlos se requerirá al menos uno de los buques que se mencionarán en 7.3.1 y 7.3.2.</p><p></p><p>* Obtener ocho helicópteros del mayor tamaño que resulte aceptable para operar en nuestras unidades de superficie, los que sumados a los cuatro “Fennec” actualmente en servicio, permitirían dotar de una aeronave a cada una de esas unidades (se asume que sólo dos tercios de ellas estarán en el mar al mismo tiempo y que sólo el 80% de los helicópteros estará en línea de vuelo). La inversión no debería superar los U$S 120 millones y, a falta de una mejor solución, no se descarta el modelo “Fennec”.</p><p></p><p>* Obtener seis H-3 “Sea King” para el transporte de personal y carga de todas las fuerzas de la Armada; se estima su vida útil hasta el 2030 y su costo, modernizados, en U$S 30 millones. Alternativamente, se podría llevar a diez a los UH-1H “Huey” y modernizarlos, con iguales vida y costos.</p><p></p><p>* Obtener ocho helicópteros del mismo modelo que se adquiera para las unidades de superficie, pero optimizados para el apoyo de una fuerza de desembarco y de las que operan en los ríos y en aguas costeras y restringidas. Dado los menores costos de sus equipos, la inversión no debería superar los U$S 100 millones y, a falta de una mejor solución no se descarta al modelo “Fennec”.</p><p></p><p><strong>7.2.8. Medios de infantería de marina.</strong> Son en general adecuados a la actual situación pero sus vehículos anfibios y de exploración deben ser recorridos y modernizados; su costo y el de otro material a recuperar y adquirir, sería de U$S 50 millones.</p><p></p><p><strong>7.2.9. Restantes medios.</strong> No serán analizados ahora, excepto mencionar que: a) de su conjunto —que puede incluir excepciones deberían ser algunos modernizados y la mayoría reemplazados a más tardar en 2015; el detalle de los que se debieran incorporar se hará más adelante, y b) los aviones embarcados serán tratados en 7.3.1</p><p></p><p></p><p></p><p></p><p></p><p></p><p><strong>7.3. Medios que se deberían incorporar para incrementar exponencialmente las capacidades de la Armada a partir de 2015</strong></p><p></p><p>Una vez recuperados y modernizados los medios actuales e incorporados todos los buques y aeronaves mencionadas, la Armada no habría resuelto todavía sus debilidades principales. En efecto, sólo habría mejorado con un nivel mínimo su capacidad aérea de exploración, guerra antisubmarina y SAR desde la costa —hasta más allá de su Zona Económica Exclusiva- y sustancialmente su capacidad de patrullado marítimo con medios de superficie y aéreos de estas aguas. Asimismo, habrá agregado a su fuerza de desembarco la capacidad de proyectarse con algunos helicópteros, vehículos y otros equipos pesados, y unos 400 hombres más; pero esta capacidad sería perdida alrededor de 2015, por finalizar la vida útil del buque de desembarco nombrado y la de los dos buques que actualmente empleamos como sucedáneo. </p><p></p><p>En cuanto a los destructores y corbetas, los primeros habrían mejorado con sus nuevos sonares y helicópteros su capacidad antisubmarina y antisuperficie, lo cual no implica que hayan alcanzado el nivel requerido pues, cuando se encuentren en alta mar, carecerán de la adecuada cobertura aérea antisubmarina. Asimismo, ambos tipos de buques habrán incrementado su capacidad de defensa antimisil, lo cual no significa que podrían evitarse pérdidas prohibitivas si tuvieran que enfrentar un ataque de superficie o aéreo con misiles antibuque. Concurrentemente, se mantendría sin cambios su muy limitada capacidad de proyectar el poder a tierra.</p><p></p><p>Seguirían entonces sin resolver el conjunto de las debilidades antisuperficie, antisubmarinas, antiaéreas y de proyección de la Flota de Mar, aun dentro de las aguas y sobre las costas de nuestro litoral donde se hubiera hecho presente un enemigo.</p><p></p><p>Como se ha demostrado a lo largo de la Parte 6, la forma más eficaz y económica de lograrlo sería con un portaaviones y su grupo aeronaval, el cual debería estar ya incorporado en 2016. Teniendo en cuenta la importancia de estos buques y las objeciones que suelen esgrimirse en cuanto a la factibilidad y aceptabilidad de contar con ellos, se impone ampliar su análisis; para no cortar el hilo de la exposición, se lo hace por separado en el anexo “A” de este trabajo. Al portaaviones deberían</p><p>agregarse un buque de proyección anfibia, también antes de 2016.</p><p></p><p><strong>7.3.1. Un nuevo portaaviones y su grupo aeronaval.</strong> El costo de construir en el país un portaaviones de unas 30.000 toneladas sería del orden de los U$S 600 millones, de los cuales aproximadamente el 25% correspondería al costo de la mano de obra directa y otro 10% a los conceptos “proporcionales al numeral” y “habitabilidad” que, con otros materiales y trabajos importantes, pueden ser contratados a industrias locales, incentivando su desarrollo y generando puestos de trabajo indirectos. Al costo del buque debe agregarse el de sus aeronaves, que se estimarán a continuación.</p><p></p><p>* <strong>Helicópteros antisubmarinos.</strong> Fueron tratados en 7.2.7 (10 H-3 “Sea King” que costarían U$S 80 millones).</p><p></p><p>* <strong>Aviones de exploración embarcados</strong>. Se cuenta con 5 “Turbotracker” que como plataforma tienen vida útil potencial hasta 2030, pero que son obsoletos en su equipamiento operativo; actualizarlos para que mejoren su capacidad de exploración antisuperficie y adquieran una limitada pero muy adecuada capacidad de detectar aeronaves y misiles en vuelo, a baja altura y a gran distancia de la fuerza, y controlar aviones interceptores, costaría un total de U$S 40 millones.</p><p></p><p>* <strong>Aviones de caza y ataque embarcados.</strong> Como plataformas, nuestros once “Super Etendar” tienen vida útil potencial hasta 2025, pero son obsoletos en su equipamiento operativo; su actualización costaría U$S 55 millones e incorporar otros nueve 90 millones; un total de U$S 145 millones. Probablemente y costando del orden de U$S 300 millones, se puedan adquirir usados y modernizar veinte aviones de capacidades muy superiores y con vida útil hasta 2030; este monto es el que se contabilizará en esta propuesta. Éstos podrían ser de despegue corto y aterrizaje vertical (STOVL), como el “Harrier II” de la infantería de marina de los EE.UU., y ser transformados en el país al modelo “PLUS”, como lo está haciendo España. Esta opción no requeriría de catapultas y cables de frenado en el portaaviones propuesto (88), pero más importante es la ventaja de los aviones STOVL de también poder operar en el buque de proyección anfibia que será considerado en 7.3.2, y de esa manera contar con un buque desde donde operar —con limitaciones— cuando el portaaviones no estuviera disponible, o bien contar con dos buques que permitirían multiplicar por 1,5 o más los aviones disponibles para obtener y mantener el control del mar o proyectarse a tierra. Los aviones en exceso sobre los 20 considerados para la Armada podrían ser aportados por la Fuerza Aérea Argentina, si ésta también incorporara aviones de ese tipo.</p><p></p><p>En resumen, el costo total de construir un portaaviones y dotarlo de su grupo aeronaval embarcado sería de U$S 1.020 millones. Recordando las cantidades de unidades de superficie y sus helicópteros que se pueden reemplazar con dicho buque y sus aeronaves (ver 6.5.2. y 6.5.3), lo expuesto en otras partes de este trabajo, y en particular en el Anexo “Alfa”, debiera quedar claro que incorporar uno de ellos no sólo permitiría compensar de la manera más económica posible buena parte de las actuales carencias de la Armada, sino que también permitiría potenciar sustancialmente sus presentes capacidades y por carácter transitivo, las de las otras Fuerzas Armadas y las de nuestros posibles aliados (ver Anexo puntos A.1. y A.2.); a esto hay que agregar sus capacidades para apoyar la política exterior de la Nación (A.3.) y su utilidad para dar asistencia humanitaria (A.4.). Por supuesto, aquí nos estamos desenvolviendo en el campo de lo que es Apto, Factible y Aceptable para un país de nuestro potencial económico; sobre las realidades que presentan otros condicionantes no se las tratarán ahora; los mismos pueden ser de las características que se analizarán en A.5.</p><p></p><p><strong>7.3.2. Buque de proyección anfibia.</strong> El buque de desembarco de la clase Ouragan que se incorporaría próximamente finalizaría su vida útil alrededor de 2015. El buque que lo reemplace debería responder a las características generales del buque de proyección anfibia descripto en 6.11.2. Con él sería posible desembarcar por superficie y aire a un equipo de combate de más de 900 hombres, y a parte de sus correspondientes apoyos de armas, vehículos de combate y logística en general, así como a todos los helicópteros necesarios para sus operaciones en tierra. Además, este buque podría operar con aeronaves STOVL de caza y ataque (ver 7.3.1.). Todas estas capacidades harán que para este buque sean de aplicación, con las diferencias del caso, las consideraciones hechas para un portaaviones. Se estima que construirlo en el país costaría —a valores actuales— U$S 600 millones.</p><p></p><p><strong>7.4. Medios que deberían ser incorporados entre 2016 y 2025</strong></p><p></p><p>Surge de los tiempos de vida útil remanente de los medios que deberían ser modernizados y adquiridos usados hasta fines de 2015 que, el conjunto de ellos, debería ser reemplazado entre los años 2020 y 2030, cuestión de no encontrarnos otra vez con una situación tan difícil como la que enfrentamos ahora. Así, antes de llegar a esos años límite, se deberían comenzar a incorporar otros que aseguren continuar —y acrecentar— después de 2030, las capacidades que se adquieran en la primera etapa (2008/2015). Un adecuado equilibrio entre medios adquiridos nuevos y usados permitiría, con los que se incorporen a partir de 2016, contar con una importante masa crítica hasta más allá de 2045.</p><p></p><p><strong>7.4.1. Destructores con capacidad de defensa antiaérea de área.</strong> Además de su aptitud para la lucha antisubmarina y antisuperficie y de aportar un mayor poder defensivo antimisil que los demás buques, ellos tienen la vital capacidad de poder negar a largas distancias la ventaja de la altura a la aviación enemiga, obligándola a aproximarse al ras de las aguas, dificultándole así la detección y designación de sus blancos y/o el uso de bombas inteligentes y facilitando su interceptación por los cazas</p><p>propios; son aptos también para la defensa antiaérea y antimisil (balísticos) de ciudades costeras. Así, estos buques, de más de 5.000 toneladas, se convierten en el requerimiento de mayor precedencia entre las unidades de superficie. Se estima su costo actual en U$S 600 millones cada uno. Los dos primeros debieran estar incorporados a más tardar en 2020.</p><p></p><p><strong>7.4.2. Fragatas y corbetas.</strong> Hacia 2025 los cuatro destructores de la clase Almirante Brown y dos de las corbetas de la clase Espora se encontrarán al límite de su vida útil, con alrededor de cuarenta años de servicio sobre sus quillas. Ese conjunto debería ser reemplazado para ese entonces por cuatro fragatas de más de 4.000 toneladas y dos corbetas de unas 3.000 toneladas, con un costo estimado actual, respectivamente, de U$S 400 y 150 millones cada una.</p><p></p><p><strong>7.4.3. Submarinos.</strong> Nuestros tres submarinos finalizarán su vida útil entre 2020 y 2025. Para no perder y acrecentar capacidad tan importante deben ser reemplazados por cuatro unidades. Su costo actual es de U$S 400 millones cada uno.</p><p></p><p><strong>7.4.4. Buque de desembarco dique.</strong> El buque de proyección anfibia que se incorporaría en 2015 no resultaría aún suficiente para transportar y proyectar una fuerza de desembarco a nivel de batallón y sus correspondientes apoyos de armas, vehículos de combate y logística en general, pues aún serían necesarios otros dos buques que respondan a las características generales de los buques de desembarco dique descriptos en 6.11.2. Se debería incorporar como mínimo a uno de ellos; a</p><p>valores actuales, se estima su costo en U$S 250 millones.</p><p></p><p><strong>7.4.5. Helicópteros embarcados.</strong> Los destructores y fragatas que se incorporen a partir de 2020 deberán tener la capacidad de operar con helicópteros multipropósito de adecuada capacidad antisubmarina, que se recuerda, recién se logra cuando son de más de 9 toneladas de PMD; éstos deberían ser embarcados a razón de dos por buque. Sus costos nuevos se estiman hoy en U$S 36 millones. A medida que se incorporen estos helicópteros se darán de baja a los H-3 “Sea King” antisubmarinos. Las corbetas y patrulleros oceánicos utilizarán los de 5 toneladas de PMD considerados en 7.2.7. pero, los buques de estos tipos que se construyan en el futuro, deberían ser capaces de embarcar a los de 10 toneladas.</p><p></p><p><strong>7.4.6. Medios de infantería de marina.</strong> Dada su variedad no se presentará un detalle pero se deben contemplar nuevos vehículos anfibios como los que está desarrollando la Infantería de Marina de los EE.UU., una sección de tanques principales de batalla (MBT), vehículos blindados de exploración, sistemas antitanques y antiaéreos de última generación, e ingenieros, etc. Las inversiones a partir de 2016 sumarán hasta 2025 no menos de U$S 300 millones, si es que se pretende que la fuerza de desembarco de la Flota logre un objetivo contra la oposición, por ejemplo, de un equipo de combate mecanizado con nivel de batallón.</p><p></p><p><strong>7.4.7. Otros medios.</strong> En razón de su diversidad y por tratarse aquí sólo de los medios principales y más costosos, no serán analizados individualmente, pero serán listados en el punto 7.6.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="sebastian_porras, post: 253894, member: 18"] Como no se entendiò, voy a subir una parte màs completa del anàlisis (no todo, recuerden que consta de 7 capìtulos y esta parte sòlo corresponde al nro.7) [B]7.1.4. Una guía para la presente propuesta[/B]. Ella deriva de los elementos de juicio enunciados en los tres puntos precedentes. Se dará precedencia a la incorporación de aquellos medios de empleo más amplio, flexible y poderoso —que suelen ser los más costosos— sobre aquellos que, aunque más fáciles de obtener, solo resuelven parcial y mínimamente el conjunto de las debilidades propias. * Aunque no serán identificados en este trabajo, serán dados de baja los medios de mayor edad y menor capacidad operativa, y se destinarán su personal y otros recursos que ahora requieren a los nuevos medios que se incorporen. De la misma manera se procederá con aquellos organismos cuyo propósito no contribuya directa o indirectamente a la capacidad operativa de la Armada, y se reestructurarán aquellos cuya actual organización lo permita. * Los medios debieran ser adquiridos escalonados en el tiempo, cuestión de que no tengan que ser modernizados o lleguen al final de su vida casi simultáneamente. Siendo de treinta o más años la vida útil de los buques principales actuales, lo ideal sería renovar su conjunto por tercios. * Los medios debieran ser adquiridos nuevos pues, a la par de lograrse diseños más ajustados a nuestras necesidades, los costos de sus ciclos de vida podrían resultar menores. * Una adecuada combinación de medios nuevos con otros usados —aptos y con 15 o más años de vida útil remanente serán un paliativo para la situación que enfrentará la Armada los próximos 25 años. * Se debiera aprovechar toda oportunidad favorable para obtener los medios. Por ejemplo, se han rechazado ofertas en los últimos diez años, hechas a precios simbólicos, por portaaviones, fragatas con misiles antiaéreos de largo alcance, buques anfibios, aviones de caza y ataque y otras aeronaves, etc. [B]7.2. Situación de los medios principales de la Armada y su necesaria recuperación, modernización o reemplazo antes del 2016, y algunas de las incorporaciones a realizar antes de ese año[/B] Teniendo en cuenta todo lo anterior, se presentará la situación en que se encontraría cada uno de los medios principales de la Armada, qué medidas generales deberían ser tomadas para recuperarlos y modernizarlos, los costos respectivos y su expectativa de vida útil una vez actualizados. También se propondrán los reemplazos y algunas de las incorporaciones que deberían realizarse antes de terminar el 2015. [B]7.2.1. Los cuatro destructores de la clase [I]Almirante Brown[/I].[/B] Responden a la tecnología de diseño y equipamiento de sensores y armas de la década de 1970, de donde tendrían que ser modernizados para ser operativamente aptos. Con más de veinte años de servicio también requieren la recorrida de sus plantas propulsoras, de electricidad y máquinas auxiliares. Su actualización debiera incluir: *Incrementar su capacidad operativa general con la puesta al día del sistema ACCO. * Incrementar su capacidad de supervivencia en combate minimizando su firma radar e infrarroja, agregando paneles de material adecuado en su obra muerta e instalando señuelos infrarrojos. * Incrementar su capacidad antiaérea y antimisil incorporando un radar de búsqueda tridimensional, sustituyendo los montajes 40/70 por armas más modernas, y actualizando los sistemas de CME. * Incrementar, y esto es fundamental, su capacidad antisubmarina, con sonares de profundidad variable o remolcados. * Dotarlos de helicópteros adecuados, medios que serán tratados en el punto 7.2.7. Dados su diseño modular y estado de conservación, las tareas a realizar no implican desafíos insalvables para nuestra industria. Esas tareas requerirían de U$S 50 millones por unidad; el 60% correspondería a adquisiciones en el exterior y el resto a los trabajos en el país. Su actualización permitiría prolongar su vida hasta 2025. Se destaca que aun modernizados, no alcanzarán el nivel de los destructores considerados en la Parte 6, porque no es factible dotarlos de un sistema de defensa aérea de área; en realidad, aunque la Armada los denomina “destructores”, en el ambiente naval internacional son considerados fragatas. [B]7.2.2. Las seis corbetas de la clase [I]Espora.[/I][/B] En general son válidas las consideraciones hechas para los destructores, con las siguientes particularidades: a) Dos de ellas son de reciente construcción y no presentarían urgencias para recorrer sus plantas propulsoras y máquinas auxiliares. Por otra parte, las tres primeras en entrar en servicio no tienen hangar mientras que las otras tres sí, situación que debería ser normalizada. b) En cuanto a la actualización de sus equipos, las principales diferencias con los destructores serían que no requerirían un radar de búsqueda tridimensional y se deberían reemplazar sus misiles MM-38 por otros actualizados. Los costos correspondientes sumarían unos U$S 180 millones. La actualización permitiría prolongar la vida del conjunto hasta 2025/30 y el de las dos más nuevas hasta el 2035. Hay que considerar que aún modernizadas, no habrán alcanzado el nivel de las fragatas consideradas en la Parte 6. [B]7.2.3. Submarinos.[/B] Los dos de la clase San Juan tienen del orden de veinte años de servicio y el Salta más. La puesta a punto y actualización de parte de sus equipos, que requeriría una inversión de unos U$S 60 millones, aseguraría su vida útil hasta 2025 y 2020 respectivamente. [B]7.2.4. Cazaminas.[/B] Se deberían obtener al menos cuatro, para desarrollar doctrina, adquirir experiencia e información específica en nuestras áreas focales y poder enfrentar una emergencia. Usados, se estiman en U$S 20 millones cada uno. [B]7.2.5. Buques que se estarían por incorporar a la Armada.[/B] En el futuro próximo se incorporarían los siguientes: a) Un buque de desembarco dique de la clase francesa Ouragan, que incrementaría en gran medida la capacidad de proyectar nuestra fuerza de desembarco. b) Cinco patrulleros oceánicos adecuados para operaciones en tiempo de paz pero, dada la necesidad de lograr el mejor aprovechamiento de los escasos recursos disponibles y lo expuesto en 6.5., sería muy importante que reunieran las capacidades descriptas en ese punto. El costo de construcción de cada uno resultaría así de U$S 35 millones. [B]7.2.6. Aviones basados en tierra de exploración y guerra antisubmarina, y aviones de vigilancia marítima.[/B] Como plataformas, los cuatro P-3 “Orion” tienen vida útil potencial hasta el 2030, pero son obsoletos en equipamiento operativo; actualizarlos costaría U$S 20 millones cada uno. Para alcanzar la cantidad que permitiría una adecuada vigilancia en tiempo de paz y desarrollar por más de 10 días operaciones en un área alejada a más de 600 MN de la costa, serían necesarios otros dos aviones. Por su parte, los cuatro B-200 M actualmente en servicio tienen vida útil potencial hasta el 2020; lo mismo que con los P-3, sería necesario incorporar otros dos y completar su equipamiento. Costo U$S 6 millones. [B]7.2.7. Helicópteros.[/B] Son un complemento indispensable de las fuerzas navales desde hace más de cuatro décadas. Para nuestro caso se deben considerar, entre otros, los siguientes elementos de juicio. * Para ser realmente eficaces en las funciones antisuperficie y antisubmarinas que se les asignan a los helicópteros multipropósito embarcados, su peso máximo de despegue (en adelante PMD) debe ser mayor a las 9 toneladas. Lo mismo con relación a los que se emplean para el desembarco de una fuerza de infantería de marina y sus subsiguientes operaciones en tierra, así como para el abastecimiento de las unidades navales y otras tareas que requieren gran autonomía y/o el traslado de grandes pesos. La Armada cuenta con siete H-3 “Sea King”, cuyo PMD es de unas 10 toneladas; como plataformas tienen vida útil potencial hasta 2030 pero son obsoletos en su equipamiento operativo; como se verá a continuación, para embarcarlos se requiere de buques mayores a los que ahora tenemos. * Las dimensiones de los hangares de los destructores clase Almirante Brown y probablemente la resistencia de sus cubiertas, así como la ausencia de sistemas de recobrada con mar gruesa, sólo permiten operar con helicópteros de unas 5 toneladas de PMD que, dada su baja carga útil, no son eficientes helicópteros antisubmarinos. Por su parte, las corbetas clase Espora presentan restricciones mayores y de los nuevos patrulleros oceánicos se desconocen aún sus características pero se estima que sólo serán aptos para operar con helicópteros del último PMD mencionado. * No obstante su poca aptitud para las operaciones antisubmarinas, los helicópteros de alrededor de 5 toneladas de PMD son aptos para el conjunto de las demás funciones que se asignan a los helicópteros embarcados. La Armada no cuenta con helicópteros embarcados de dicho peso de despegue y sólo dispone de cuatro “Fennec” (menos de 3 toneladas de PMD), que apenas son suficientes en cantidad y calidad para la exploración antisuperficie discontinua y muy cercana a sus buques, la designación de blancos para los misiles mar-mar, y el ataque con torpedos antisubmarinos vectoreados desde un buque. * Los helicópteros de alrededor de 5 toneladas de PMD son aptos también para las tareas de control, enlace, transporte liviano, exploración, escolta y ataques que requiere una fuerza de desembarco y las que operan en los ríos y en aguas costeras y restringidas; ellos pueden asimismo ser embarcados en unidades de superficie para complementar su dotación de aeronaves. La Armada dispone para estas funciones de 7 UH-1H “Huey” (PMD unas 5 toneladas) y 5 AIO3 “Alouette III” (PMD menor de 3 toneladas) que no están equipados para las operaciones nocturnas. Además nuestros UH-1H no son aptos para operar embarcados en destructores y corbetas, y carecen de sensores y armamento; modernizados y equipados podrían tener vida útil hasta 2030. Por su parte, los AIO3, que están armados con cañones y misiles, habrán llegado al fin de esa vida alrededor de 2015 y no se justificaría modernizarlos. * Además de sus funciones navales principales, los helicópteros son útiles para las demás funciones de las fuerzas armadas, pero ello no sucede necesariamente en la situación inversa; los helicópteros navales deben satisfacer condiciones de construcción específicas que no se aplican a los demás helicópteros. Asimismo, estas aeronaves sirven para las misiones complementarias de la Armada, en particular la salvaguardia de la vida humana y el apoyo a la comunidad. Teniendo en cuenta todo lo anterior, en particular la falta de aptitud para la lucha antisubmarina de los helicópteros que podrían operar en nuestros destructores, corbetas y patrulleros oceánicos, y aceptando en algunas funciones tolerables disminuciones de capacidades, se propone: * Incrementar a diez los H-3 “Sea King” y modernizarlos, con lo cual su vida útil antisubmarina se extendería hasta el 2025; esta tarea demandaría U$S 80 millones. Resulta ocioso destacar cuál es su importancia para compensar las actuales limitaciones antisubmarinas de la Flota y para embarcarlos se requerirá al menos uno de los buques que se mencionarán en 7.3.1 y 7.3.2. * Obtener ocho helicópteros del mayor tamaño que resulte aceptable para operar en nuestras unidades de superficie, los que sumados a los cuatro “Fennec” actualmente en servicio, permitirían dotar de una aeronave a cada una de esas unidades (se asume que sólo dos tercios de ellas estarán en el mar al mismo tiempo y que sólo el 80% de los helicópteros estará en línea de vuelo). La inversión no debería superar los U$S 120 millones y, a falta de una mejor solución, no se descarta el modelo “Fennec”. * Obtener seis H-3 “Sea King” para el transporte de personal y carga de todas las fuerzas de la Armada; se estima su vida útil hasta el 2030 y su costo, modernizados, en U$S 30 millones. Alternativamente, se podría llevar a diez a los UH-1H “Huey” y modernizarlos, con iguales vida y costos. * Obtener ocho helicópteros del mismo modelo que se adquiera para las unidades de superficie, pero optimizados para el apoyo de una fuerza de desembarco y de las que operan en los ríos y en aguas costeras y restringidas. Dado los menores costos de sus equipos, la inversión no debería superar los U$S 100 millones y, a falta de una mejor solución no se descarta al modelo “Fennec”. [B]7.2.8. Medios de infantería de marina.[/B] Son en general adecuados a la actual situación pero sus vehículos anfibios y de exploración deben ser recorridos y modernizados; su costo y el de otro material a recuperar y adquirir, sería de U$S 50 millones. [B]7.2.9. Restantes medios.[/B] No serán analizados ahora, excepto mencionar que: a) de su conjunto —que puede incluir excepciones deberían ser algunos modernizados y la mayoría reemplazados a más tardar en 2015; el detalle de los que se debieran incorporar se hará más adelante, y b) los aviones embarcados serán tratados en 7.3.1 [B]7.3. Medios que se deberían incorporar para incrementar exponencialmente las capacidades de la Armada a partir de 2015[/B] Una vez recuperados y modernizados los medios actuales e incorporados todos los buques y aeronaves mencionadas, la Armada no habría resuelto todavía sus debilidades principales. En efecto, sólo habría mejorado con un nivel mínimo su capacidad aérea de exploración, guerra antisubmarina y SAR desde la costa —hasta más allá de su Zona Económica Exclusiva- y sustancialmente su capacidad de patrullado marítimo con medios de superficie y aéreos de estas aguas. Asimismo, habrá agregado a su fuerza de desembarco la capacidad de proyectarse con algunos helicópteros, vehículos y otros equipos pesados, y unos 400 hombres más; pero esta capacidad sería perdida alrededor de 2015, por finalizar la vida útil del buque de desembarco nombrado y la de los dos buques que actualmente empleamos como sucedáneo. En cuanto a los destructores y corbetas, los primeros habrían mejorado con sus nuevos sonares y helicópteros su capacidad antisubmarina y antisuperficie, lo cual no implica que hayan alcanzado el nivel requerido pues, cuando se encuentren en alta mar, carecerán de la adecuada cobertura aérea antisubmarina. Asimismo, ambos tipos de buques habrán incrementado su capacidad de defensa antimisil, lo cual no significa que podrían evitarse pérdidas prohibitivas si tuvieran que enfrentar un ataque de superficie o aéreo con misiles antibuque. Concurrentemente, se mantendría sin cambios su muy limitada capacidad de proyectar el poder a tierra. Seguirían entonces sin resolver el conjunto de las debilidades antisuperficie, antisubmarinas, antiaéreas y de proyección de la Flota de Mar, aun dentro de las aguas y sobre las costas de nuestro litoral donde se hubiera hecho presente un enemigo. Como se ha demostrado a lo largo de la Parte 6, la forma más eficaz y económica de lograrlo sería con un portaaviones y su grupo aeronaval, el cual debería estar ya incorporado en 2016. Teniendo en cuenta la importancia de estos buques y las objeciones que suelen esgrimirse en cuanto a la factibilidad y aceptabilidad de contar con ellos, se impone ampliar su análisis; para no cortar el hilo de la exposición, se lo hace por separado en el anexo “A” de este trabajo. Al portaaviones deberían agregarse un buque de proyección anfibia, también antes de 2016. [B]7.3.1. Un nuevo portaaviones y su grupo aeronaval.[/B] El costo de construir en el país un portaaviones de unas 30.000 toneladas sería del orden de los U$S 600 millones, de los cuales aproximadamente el 25% correspondería al costo de la mano de obra directa y otro 10% a los conceptos “proporcionales al numeral” y “habitabilidad” que, con otros materiales y trabajos importantes, pueden ser contratados a industrias locales, incentivando su desarrollo y generando puestos de trabajo indirectos. Al costo del buque debe agregarse el de sus aeronaves, que se estimarán a continuación. * [B]Helicópteros antisubmarinos.[/B] Fueron tratados en 7.2.7 (10 H-3 “Sea King” que costarían U$S 80 millones). * [B]Aviones de exploración embarcados[/B]. Se cuenta con 5 “Turbotracker” que como plataforma tienen vida útil potencial hasta 2030, pero que son obsoletos en su equipamiento operativo; actualizarlos para que mejoren su capacidad de exploración antisuperficie y adquieran una limitada pero muy adecuada capacidad de detectar aeronaves y misiles en vuelo, a baja altura y a gran distancia de la fuerza, y controlar aviones interceptores, costaría un total de U$S 40 millones. * [B]Aviones de caza y ataque embarcados.[/B] Como plataformas, nuestros once “Super Etendar” tienen vida útil potencial hasta 2025, pero son obsoletos en su equipamiento operativo; su actualización costaría U$S 55 millones e incorporar otros nueve 90 millones; un total de U$S 145 millones. Probablemente y costando del orden de U$S 300 millones, se puedan adquirir usados y modernizar veinte aviones de capacidades muy superiores y con vida útil hasta 2030; este monto es el que se contabilizará en esta propuesta. Éstos podrían ser de despegue corto y aterrizaje vertical (STOVL), como el “Harrier II” de la infantería de marina de los EE.UU., y ser transformados en el país al modelo “PLUS”, como lo está haciendo España. Esta opción no requeriría de catapultas y cables de frenado en el portaaviones propuesto (88), pero más importante es la ventaja de los aviones STOVL de también poder operar en el buque de proyección anfibia que será considerado en 7.3.2, y de esa manera contar con un buque desde donde operar —con limitaciones— cuando el portaaviones no estuviera disponible, o bien contar con dos buques que permitirían multiplicar por 1,5 o más los aviones disponibles para obtener y mantener el control del mar o proyectarse a tierra. Los aviones en exceso sobre los 20 considerados para la Armada podrían ser aportados por la Fuerza Aérea Argentina, si ésta también incorporara aviones de ese tipo. En resumen, el costo total de construir un portaaviones y dotarlo de su grupo aeronaval embarcado sería de U$S 1.020 millones. Recordando las cantidades de unidades de superficie y sus helicópteros que se pueden reemplazar con dicho buque y sus aeronaves (ver 6.5.2. y 6.5.3), lo expuesto en otras partes de este trabajo, y en particular en el Anexo “Alfa”, debiera quedar claro que incorporar uno de ellos no sólo permitiría compensar de la manera más económica posible buena parte de las actuales carencias de la Armada, sino que también permitiría potenciar sustancialmente sus presentes capacidades y por carácter transitivo, las de las otras Fuerzas Armadas y las de nuestros posibles aliados (ver Anexo puntos A.1. y A.2.); a esto hay que agregar sus capacidades para apoyar la política exterior de la Nación (A.3.) y su utilidad para dar asistencia humanitaria (A.4.). Por supuesto, aquí nos estamos desenvolviendo en el campo de lo que es Apto, Factible y Aceptable para un país de nuestro potencial económico; sobre las realidades que presentan otros condicionantes no se las tratarán ahora; los mismos pueden ser de las características que se analizarán en A.5. [B]7.3.2. Buque de proyección anfibia.[/B] El buque de desembarco de la clase Ouragan que se incorporaría próximamente finalizaría su vida útil alrededor de 2015. El buque que lo reemplace debería responder a las características generales del buque de proyección anfibia descripto en 6.11.2. Con él sería posible desembarcar por superficie y aire a un equipo de combate de más de 900 hombres, y a parte de sus correspondientes apoyos de armas, vehículos de combate y logística en general, así como a todos los helicópteros necesarios para sus operaciones en tierra. Además, este buque podría operar con aeronaves STOVL de caza y ataque (ver 7.3.1.). Todas estas capacidades harán que para este buque sean de aplicación, con las diferencias del caso, las consideraciones hechas para un portaaviones. Se estima que construirlo en el país costaría —a valores actuales— U$S 600 millones. [B]7.4. Medios que deberían ser incorporados entre 2016 y 2025[/B] Surge de los tiempos de vida útil remanente de los medios que deberían ser modernizados y adquiridos usados hasta fines de 2015 que, el conjunto de ellos, debería ser reemplazado entre los años 2020 y 2030, cuestión de no encontrarnos otra vez con una situación tan difícil como la que enfrentamos ahora. Así, antes de llegar a esos años límite, se deberían comenzar a incorporar otros que aseguren continuar —y acrecentar— después de 2030, las capacidades que se adquieran en la primera etapa (2008/2015). Un adecuado equilibrio entre medios adquiridos nuevos y usados permitiría, con los que se incorporen a partir de 2016, contar con una importante masa crítica hasta más allá de 2045. [B]7.4.1. Destructores con capacidad de defensa antiaérea de área.[/B] Además de su aptitud para la lucha antisubmarina y antisuperficie y de aportar un mayor poder defensivo antimisil que los demás buques, ellos tienen la vital capacidad de poder negar a largas distancias la ventaja de la altura a la aviación enemiga, obligándola a aproximarse al ras de las aguas, dificultándole así la detección y designación de sus blancos y/o el uso de bombas inteligentes y facilitando su interceptación por los cazas propios; son aptos también para la defensa antiaérea y antimisil (balísticos) de ciudades costeras. Así, estos buques, de más de 5.000 toneladas, se convierten en el requerimiento de mayor precedencia entre las unidades de superficie. Se estima su costo actual en U$S 600 millones cada uno. Los dos primeros debieran estar incorporados a más tardar en 2020. [B]7.4.2. Fragatas y corbetas.[/B] Hacia 2025 los cuatro destructores de la clase Almirante Brown y dos de las corbetas de la clase Espora se encontrarán al límite de su vida útil, con alrededor de cuarenta años de servicio sobre sus quillas. Ese conjunto debería ser reemplazado para ese entonces por cuatro fragatas de más de 4.000 toneladas y dos corbetas de unas 3.000 toneladas, con un costo estimado actual, respectivamente, de U$S 400 y 150 millones cada una. [B]7.4.3. Submarinos.[/B] Nuestros tres submarinos finalizarán su vida útil entre 2020 y 2025. Para no perder y acrecentar capacidad tan importante deben ser reemplazados por cuatro unidades. Su costo actual es de U$S 400 millones cada uno. [B]7.4.4. Buque de desembarco dique.[/B] El buque de proyección anfibia que se incorporaría en 2015 no resultaría aún suficiente para transportar y proyectar una fuerza de desembarco a nivel de batallón y sus correspondientes apoyos de armas, vehículos de combate y logística en general, pues aún serían necesarios otros dos buques que respondan a las características generales de los buques de desembarco dique descriptos en 6.11.2. Se debería incorporar como mínimo a uno de ellos; a valores actuales, se estima su costo en U$S 250 millones. [B]7.4.5. Helicópteros embarcados.[/B] Los destructores y fragatas que se incorporen a partir de 2020 deberán tener la capacidad de operar con helicópteros multipropósito de adecuada capacidad antisubmarina, que se recuerda, recién se logra cuando son de más de 9 toneladas de PMD; éstos deberían ser embarcados a razón de dos por buque. Sus costos nuevos se estiman hoy en U$S 36 millones. A medida que se incorporen estos helicópteros se darán de baja a los H-3 “Sea King” antisubmarinos. Las corbetas y patrulleros oceánicos utilizarán los de 5 toneladas de PMD considerados en 7.2.7. pero, los buques de estos tipos que se construyan en el futuro, deberían ser capaces de embarcar a los de 10 toneladas. [B]7.4.6. Medios de infantería de marina.[/B] Dada su variedad no se presentará un detalle pero se deben contemplar nuevos vehículos anfibios como los que está desarrollando la Infantería de Marina de los EE.UU., una sección de tanques principales de batalla (MBT), vehículos blindados de exploración, sistemas antitanques y antiaéreos de última generación, e ingenieros, etc. Las inversiones a partir de 2016 sumarán hasta 2025 no menos de U$S 300 millones, si es que se pretende que la fuerza de desembarco de la Flota logre un objetivo contra la oposición, por ejemplo, de un equipo de combate mecanizado con nivel de batallón. [B]7.4.7. Otros medios.[/B] En razón de su diversidad y por tratarse aquí sólo de los medios principales y más costosos, no serán analizados individualmente, pero serán listados en el punto 7.6. [/QUOTE]
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