Narcotráfico / En los próximos dias, habrá un radar del ejército en Salta
Indefensos ante el tráfico aéreo de drogas
La falta de controles eficaces y de leyes para interceptar los vuelos ilegales hacen cada vez más vulnerable al espacio aéreo del país
A fin de 2008, el decomiso de 297 kg de cocaína en Santiago del Estero
Foto: Archivo
Daniel Gallo
LA NACION
Hace pocos días la Corte Suprema de Justicia de la Nación tomó la denuncia de los tribunales salteños y reclamó al gobierno nacional la "inmediata" colocación de radares en la frontera con Bolivia para desalentar los vuelos del narcotráfico. El pedido desnudó una realidad: el Estado está prácticamente indefenso frente al tráfico aéreo de drogas.
Cada año crece el ingreso de estupefacientes y el espacio aéreo argentino es cada vez más vulnerable. Fueron tantas las incursiones ilegales que la Justicia graficó esa situación con una frase contundente: llueve droga en el Norte.
Según la información remitida por el gobierno nacional al Departamento de Estado norteamericano, durante 2008 más de 100 toneladas de marihuana se secuestraron ese año y, también, unas siete toneladas de cocaína. Pero eso es sólo una porción pequeña de la circulación de estupefacientes en el país.
Esta situación llevó al diputado misionero Miguel Angel Iturrieta (Frente para la Victoria) a presentar un proyecto para la disuasión o derribo de aviones del narcotráfico. Una iniciativa similar había sido impulsada hace un año por los diputados Eugenio Burzaco y Francisco de Narváez (aliados en Unión Pro), pero aún no prosperaron (ver aparte).
La exigencia de soluciones expresada por el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, tendrá un parche de urgencia en los próximos días. El magistrado se reunirá con el ministro de Justicia, Julio Alak, y con la ministra de Defensa, Nilda Garré y, en ese encuentro, escuchará la respuesta oficial: en breve, será instalado en Salta un radar de tiro antiaéreo del Ejército Argentino.
Ese aparato, según agregaron a LA NACION altas fuentes militares, es probado desde hace meses en Las Lomitas, Formosa. Se comprobó que la señal que transmite es compatible con los equipos de la Fuerza Aérea.
Hoy el tráfico aéreo de drogas sólo puede ser interceptado desde tierra por un trabajo artesanal de inteligencia de las fuerzas de seguridad federales, pero no es suficiente.
Este mes fueron condenados en Córdoba los miembros de una banda que traficaba droga con una avioneta. El juicio en el Tribunal Oral N° 2 de Jesús María puede servir para ejemplificar lo que ocurre hoy en el aire.
En 2007, se desbarató la citada operación al capturar 500 kg de marihuana que era llevada desde Paraguay hacia lugares de aterrizaje clandestino en el sur de Córdoba. Se comprobó en la investigación judicial que ese grupo ingresaba cada semana, por lo menos, dos toneladas de esa droga. La red operó durante meses antes de ser desbaratada, sin saber cuánta droga habían ingresado en el país.
Estadísticas secretas
Tampoco hay certezas sobre la cantidad de droga secuestrada en la Argentina. Desde hace tres años que LA NACION requiere esa información, pero el Gobierno decidió que esas estadísticas son un secreto de Estado.
Los datos de este año sólo pueden conocerse por los informes parciales que las fuerzas de seguridad dan cuando hacen un operativo específico. Y no todos son notificados públicamente. Un relevamiento de las comunicaciones de cada acción determina un volumen de captura de marihuana de 41.581 kg. Las fuerzas de seguridad calculan de manera oficial que esa cantidad de droga está valuada en unos 123 millones de pesos en el mercado ilegal.
Sólo en Misiones, entre la Gendarmería Nacional y la Prefectura Naval secuestraron unas 32 toneladas de marihuana, según informaciones parciales dadas a conocer.
En esa zona, están instalados los dos radares móviles de la Fuerza Aérea. Con un alcance de unos 350 km, los radares TPS43 empezaron a funcionar en 2000, en la región Nordeste. La zona conocida como Triple Frontera fue el objetivo inicial de las miradas. Un equipo se montó en el aeropuerto de Posadas y el restante, en el de Resistencia.
Según agregaron las mismas fuentes militares, en los últimos días, hay iniciativas en marcha para contar con más radares. Para detectar un vuelo ilegal se necesita un sistema militar, pues los radares civiles requieren la colaboración de la aeronave para facilitar un tránsito seguro. No es el caso de los aviones del narcotráfico.
Pocos aviones y obsoletos
Entonces, las alternativas en camino demandarán varios meses. Por lo pronto, dos viejos radares controlan el aire y se sumará el ya citado del Ejército, de menos alcance porque es de tiro aéreo y no de control.
Hoy la Fuerza Aérea tiene pocas aeronaves disponibles para cumplir con la misión de proteger el espacio aéreo. Al igual que las otras fuerzas, según consignaron altas fuentes militares, hace dos meses la aeronáutica recibió el aviso que sólo podía ejecutar el 60 por ciento del presupuesto operativo para este año.
Además, se agregó, la mayoría de los aviones de intercepción y combate de la Fuerza Aérea no pueden siquiera despegar por obsoletos.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1179438&pid=7405397&toi=6279
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Brasil, el mejor sistema de radarización de la región
Su alcance llega a la Argentina; los casos de Colombia y Ecuador
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Brasil tiene el mejor sistema de radarización en América del Sur. En Brasilia se encuentra el sistema de vigilancia que recibe la señal de radares, con una cobertura total del enorme territorio brasileño.
Los radares colocados cerca de la frontera con la Argentina visualizan también el tráfico en el litoral de nuestro país. Por un acuerdo entre las carteras militares de ambas naciones, esa información también es observada al mismo tiempo en el sistema de vigilancia de la Fuerza Aérea Argentina, por lo que una parte de nuestro país está controlado gracias a los radares brasileños.
El presidente Lula da Silva firmó en 2004 la ley que permite el derribo de aeronaves que vuelen sin permiso sobre territorio brasileño. Consta de pasos de averiguación, intimidación y destrucción. Y cinco años después de promulgar su ley de derribo, Brasil abrió fuego.
Ocurrió, por primera vez, en junio pasado, cuando un avión de combate brasileño disparó ráfagas de cañón como advertencia sobre una avioneta que se negaba a acatar la orden de aterrizaje. Ese fue el séptimo paso de una escala de ocho puntos que regulan el uso de las armas sobre aeronaves en infracción. El último peldaño en esa estrategia es el tiro de destrucción del blanco. No se llegó a eso porque la avioneta aterrizó de inmediato en una ruta en el estado amazónico de Rondonia.
El Ministerio de Defensa de Brasil divulgó el video en el que se observa el operativo, el aviso visual, la puesta del avión ilegal en la mira del avión de combate, los disparos y el aterrizaje. No fue un error esa captura. Al ser revisada la aeronave en tierra se descubrieron 196 kilogramos de cocaína que habían sido enviados desde Bolivia.
Según el sistema desarrollado y aplicado por Brasil, en primer lugar se intercepta la aeronave intrusa -Brasil tiene presupuesto y aviones para sostener patrullas aéreas de combate- con un reconocimiento visual a distancia para verificar la matrícula.
Procedimiento
Si el chequeo de datos en el centro de control indica que se trata de un vuelo no autorizado, el caza brasileño buscará contactarse por radio con la aeronave perseguida; si no obtiene respuesta, el piloto de combate formará su avión cerca de la avioneta desconocida para hacer señales visuales tendientes a obligarlo a aterrizar.
Si las sucesivas maniobras de acercamiento visual fracasan, queda habilitado el disparo de balas trazadoras [munición que deja estelas visibles de intenso color naranja] en forma paralela al vuelo irregular. Si la avioneta advertida intenta escapar, se ordena la destrucción. Brasil aún no ejecutó ese paso.
Las polémicas alrededor de las leyes de derribo remiten a lo ocurrido en los años 90 en Perú, donde una confusión entre el piloto de combate y la tripulación de una avioneta terminó en la muerte de miembros de una congregación religiosa que fueron derribados por error.
Esa fue la falla que frenó otros proyectos para contener a los vuelos ilegales. Las reglas de empeñamiento [la normativa para hacer fuego] aprobadas por Brasil establecieron los pasos previos de control y advertencia para evitar muertes de personas inocentes. Esa certeza de que el derribo de un avión provocará inevitablemente el deceso de aquellos que fueran a bordo también es uno de los fuertes obstáculos a este tipo de leyes. Uno de los miedos de los gobiernos es encontrar entre los restos de una avioneta del narcotráfico el cuerpo de un menor de edad que pudiera estar en la aeronave.
Colombia es el otro país que tiene una ley de derribos, pero su situación es muy especial por la combinación de las grandes zonas de producción de cocaína y la acción de la guerrilla.
En tanto, este mes anunció que estudia poner en práctica una norma similar el presidente venezolano, Hugo Chávez, cuyas compras militares desataron una carrera armamentista en la región.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1179439