Menú
Inicio
Visitar el Sitio Zona Militar
Foros
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Qué hay de nuevo
Nuevos mensajes
Última actividad
Miembros
Visitantes actuales
Entrar
Registrarse
Novedades
Buscar
Buscar
Buscar sólo en títulos
Por:
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Menú
Entrar
Registrarse
Inicio
Foros
Area Militar General
Malvinas 1982
Combates de infantería en Malvinas
JavaScript is disabled. For a better experience, please enable JavaScript in your browser before proceeding.
Estás usando un navegador obsoleto. No se pueden mostrar estos u otros sitios web correctamente.
Se debe actualizar o usar un
navegador alternativo
.
Responder al tema
Mensaje
<blockquote data-quote="Willypicapiedra" data-source="post: 542042" data-attributes="member: 162"><p><strong>sigue anterior</strong></p><p></p><p>El mes de Junio comenzó con durísimos combates que arrojaron como resultado un cerco a Puerto Argentino y una intensa lluvia de proyectiles sobre las posiciones propias buscando quebrar el espíritu de n el suelo, pero los gritos del Soldado Minutti (excelente radiooperador y camarada) los sacaron de su trance: “Mi Subteniente, Guanes y Todde están heridos”. Corrieron hacia allí, el segundo tenía una esquirla en su tobillo y Guanes había sufrido la amputación de sus miembros. Rápidamente fueron en su ayuda, Tode, valientemente pidió que asistan a su compañero primero por lo que el Soldado Uboldi y otro camarada lo cargaron en sus espaldas, desapareciendo bajo el fuego enemigo, en la osclucha. Esto no hizo mas que preparar e incrementar las medidas de seguridad, racionar el uso de los visores nocturnos “Litton” y preparar posiciones a retaguardia con munición y raciones para el caso de perder el contacto o necesitar un repliegue. Se hicieron ensayos del movimiento y se reconocieron calles entre las trampas y minas terrestres. Nada quedó librado al azar y la ansiedad en las posiciones era calmada con el rezo diario del Santo Rosario (no se suspendía bajo ningún motivo); el deseo de medir fuerzas, “que vengan de una vez” era la frase mas escuchada por ese entonces. La noche del 11 al 12 los aprestos realizados por los británicos en el monte Kent, el adelantamiento de su artillería y la lluvia endemoniada de proyectiles anunciaban la acción. Existía la firme convicción que esa “era la noche”. </p><p></p><p>Aproximadamente a las 20 horas (oscuro y sin visibilidad) el puesto adelantado del Cabo 1ro Zapata envió al Soldado Roldán para advertir sobre el comienzo del avance británico por parte de los Paracaidistas del Para 2 y del Para 3 (que habían sido martillados todo el día por el fuego de la propia Artillería reglado por los integrantes de la Sección, la mas cercana al enemigo) en dirección al Monte Longdon, posición del RI 7. Una vez delatado el ataque por un británico que pisó una mina, los paracaidistas intentaron un desplazamiento por el valle. Allí se encontraron con las ametralladoras de la 3ra Sección que les abrieron el fuego; eso y la certeza de que se poseían armas antitanque (los Soldados Uboldi, Strizzi y Gómez eran sus eficaces apuntadores) evitó el desplazamiento de sus vehículos Scimitar y Scorpion en el asalto. </p><p></p><p>Con el transcurrir de las horas la Sección fue testigo de uno de los combates mas heroicos de la guerra. Los paracaidistas británicos atacaron con convicción pero una y otra vez fueron rechazados. Era emocionante ver el cielo iluminado por las bengalas y las trazantes rebotando contra las rocas. La posición de ametralladora mas cercana al enemigo disparaba con precisión sangrienta para hacer una pausa durante la que éste devolvía el fuego con furia, mas cuando creía que no habría sobrevivientes… volvía a escupir munición como si fuese una fortaleza… esos hombres si que poseían atributos… pero a pesar de ese derroche de coraje pronto el Longdon se fue acallando y el combate se hizo mas lejano.</p><p></p><p>El fuego insistente sobre las cresta del cerro Dos Hermanas indicaba que se acercaba el momento decisivo. Los hombres se prepararon para el combate en medio de los bramidos ensordecedores de las explosiones, prepararon sus armas y se acomodaron en sus posiciones para tener buen campo de tiro. Los apuntadores de ametralladora revisaron las marcas hechas en sus afustes y leyeron por vez mil la carta de distancias, mientras los apuntadores de lanzacohetes colocaban en sus cañones los proyectiles que habían cuidado como bebés desde su llegada. Cada uno revisaba sus elementos y su misión. Era el momento esperado y –aunque con miedo- nadie se dejaría vencer; el Jefe de Sección les había dicho: “la diferencia entre un héroe y un cobarde es que uno se deja vencer por el miedo y el otro no”. Comenzó el movimiento británico pero sorpresivamente cambió de dirección… nadie venía por el frente!! Solo ráfagas esporádicas que golpeaban contra la turba y las incesantes explosiones del fuego de apoyo… que pasaba? El tiempo transcurría y el combate se hacía mas cercano pero… a retaguardia!! Se oían las voces y los gritos de furia de los Soldados del Regimiento de Infantería 4 (RI 4), sus ametralladoras de 12,7mmm ya se habían acallado y se recibía fuego desde la cresta del cerro, quedando así en posición de absoluta desventaja. El Jefe de la fracción vecina, el Subteniente Corbella, que se encontraba próximo al enemigo, envió al valeroso Sargento 1ro Sergio Ruíz, quien atravesó la zona batida en medio de la metralla, para alertarnos de la situación. </p><p></p><p>El Subteniente ordenó dar frente hacia atrás y prepararse mientras los ingleses llegaban; en ese momento, un estafeta del Comando de la Compañía corrió arriesgando su vida para avisar: “replegarse a la posición de repliegue 1”; esa era la señal de abandonar la posición. Allí, disciplinadamente y en medio de los disparos, la Sección se mezcló con los infantes del RI4 en repliegue y marchó al lugar de reunión, no sin antes recoger algunos heridos como el Subteniente Jiménez Corbalán (que enceguecido por una explosión, clamaba por reunirse con su gente). Al llegar, fueron informados que el cerro había prácticamente caído en manos de los ingleses, el combate era tan cercano que se mezclaban los disparos propios y ajenos. Pero la Compañía B no se rendiría así nomás, tampoco se replegaría sin combatir… el plan consideraba (y así lo habían coordinado a fines de Mayo el Jefe de Sector y el Comandante del BIM 5) reforzar las posiciones de la Infantería de Marina. En el cerro nada había por hacer y Kent, Wall, Challenger y Longdon habían caído. Así, con pesar, se recogió munición de las reservas pero -para el cruce del valle- se dejaron las magníficas raciones “C/F” aligerando la carga. Las retaguardias de combate quedaron a órdenes del Jefe de la 2da Sección, el Subteniente Franco y la 3ra Sección le dejó un grupo de sus mejores hombres para ello. Es difícil combatir como retaguardia y hay que tener realmente mucho espíritu de sacrificio y camaradería para hacerlo, se requiere de mucho coraje para ver a la propia tropa replegarse y quedarse..., sacrificando la vida por ellos si fuese necesario…</p><p></p><p>El enemigo comenzó sus disparos de armas automáticas y sus morteros y cohetes golpeaban con precisión milimétrica la resistencia sorpresiva en su avance. Guanes, Todde, Poltronieri y otros mas disparaban empeñosamente sus armas contra los ingleses que se vieron forzados a detener el avance. Nuevamente el espectáculo del Longdon se repitió, las armas escupían fuego ruidosamente. El Jefe de la 3ra Sección trataba de sacar a sus últimos soldados, cubierto por el fuego de la retaguardia, cuando se escuchó un terrible estruendo en medio de los últimos hombres que esperaban para encolumnarse. El Subteniente La Madrid y el Soldado Di Sciulo fueron levantados por la explosión que les arrancó el casco y los dejó atontados euridad de la noche, hacia las posiciones suplementarias. Eso fue un claro ejemplo de camaradería y valor, realizar un cruce sin cubiertas y bajo el fuego enemigo a riesgo de la propia vida… solo el convencimiento en la causa que se sirve puede vencer el instinto de supervivencia humano y superar el temor de morir. Entretanto Guanes rápidamente comenzó a desvanecerse pese a los torniquetes y el auxilio del Soldado Médico Goñi quien diagnosticó que “ya nada podemos hacer” así el Jefe de Sección y otros camaradas se quedaron con él rezando a la virgen de Caacupé de la cual era devoto y con su fusil en la mano murió serenamente y sin dolor...(1)</p><p></p><p>Pero la situación no permitía quedarse allí, el resto de su gente también esperaba por lo que -previo dejar un jalón para que los británicos lo hallaran y enterraran- los últimos integrantes de la Sección iniciaron su repliegue… el cerro Dos Hermanas había caído y como no queriéndose ir, habían dejado allí a uno de sus integrantes.</p><p></p><p>El Jefe de Sección y las retaguardias de combate comenzaron a cruzar el valle velozmente para reunirse con su gente. Un telón caía y uno nuevo comenzaba a descorrerse.</p><p></p><p>Este episodio es digno de destacar porque es paradigmático, ninguno de los muertos de la Sección lo hizo con un disparo en la espalda (hecho reconocido hasta por los propios británicos) Guanes fue el primero pero no el único de la lista. Esto prueba que el Soldado Argentino no es el llorón que las películas y noticieros nacionales se cansaron de mostrar luego de la rendición; Antes bien, como él, todos cayeron gritando e insultando al oponente, mordiendo pero no odiando. Murieron con su cara al viento helado de las islas y con el pecho desnudo desafiando al enemigo. Vendieron cara su muerte y como Guanes en éste caso, salvando las vidas de sus camaradas que no pudieron así ser blanco de los británicos. Gracias a su acción, se evitó que muchos otros quedasen en el camino.</p><p></p><p>El cruce fue hábilmente guiado por un hombre del BIM 5; con las primeras luces, la Compañía al completo se encontraba en la ladera Este del cerro Tumbledown ocupando posiciones; Tode (sin una queja) y Jiménez Corbalán habían sido depositados en el Puesto Socorro que la Armada poseía en el cerro. Pronto un Land Rover los trasladaba para su atención… </p><p></p><p>Todo el día 12 lo pasaron protegiendo el valle que conducía a Puerto Argentino. Pese a lo duro del momento, la gente se ocultaba en los huecos de las rocas y preparaba su refugio para la noche en la que, seguramente, los británicos iniciarían la segunda fase de la operación. Ellos también necesitaban reorganizarse, los combates habían sido mas duros de los esperado y debían revisar sus planes…. Eso no evitaba que siguiesen enviando sus fuegos endemoniados. A lo lejos se veía a sus helicópteros trasladando carga, y columnas de tropa desplazándose. La situación en el frente había quedado en manos de algunos integrantes del RI 7; una fracción del Regimiento 3 (RI 3); y mas cercanos a los británicos: el BIM 5 (listo para mostrar su eficiencia) y la Compañía B del Regimiento de Infantería 6. </p><p></p><p>Un hecho para destacar (aunque risueño) pinta de cuerpo entero el espíritu que animaba a la fracción: como dijimos, el cruce se hizo con el mínimo equipo necesario y la noche llegaba sin tener comida o abrigo… sería realmente dura. Los Soldados Di Sciulo, Montoya y otros mas, se infiltraron nuevamente en el cerro Dos Hermanas regresando con algunas mantas y raciones que compartieron con sus camaradas (aún sabiendo que serían severamente reprendidos por su Jefe de Sección, quien fingiendo enojo, los retó orgulloso de los hombres que comandaba), también informaron que los británicos ya habían retirado el cuerpo de Guanes lo que trajo un cierto alivio al pensar que ya no estaría solo y abandonado.</p><p></p><p>Esa noche fue inolvidable pero la mas tranquila de los últimos días. Puerto Argentino había apagado sus luces, replegado su artillería y destruído el ex cuartel de los Royal Marines; sus llamas, como fantasmas, se veían desde la distancia. Ya no se observaban vehículos ni movimientos a retaguardia… al frente, solo alguna bengala que preanunciaba los fuegos de la artillería surcaba los aires… el día había sido alegrado solo por el sonido de los cañones propios de 155 mm que hacían temblar la tierra en el Dos Hermanas y Longdon y por una fragata británica que tocada, huyó humeando su osadía mar adentro… Otro hecho digno de destacar (y que da por tierra con muchas difamaciones) fue la visita en pleno bombardeo británico del Comandante de la Xma Brigada de Infantería Mecanizada y Comandante de la Agrupación Ejército Puerto Argentino, el ya fallecido Grl Jofré, quien saludó a la tropa y cumplió posteriormente su palabra enviando mas munición (y hasta le cedió sus guantes a un soldado que los había perdido en el repliegue). Si hubo un momento en toda la guerra para estar lejos de primera línea… ¡¡ése era el momento!!</p><p></p><p>Así transcurrió el día, solo interrumpido por el fuego del enemigo y los disparos de armas automáticas a la distancia… pero los británicos habían comenzado la segunda fase y estaban dispuestos a completarla. Concentraron sus fuerzas en una pinza en torno a las posiciones de la infantería de marina.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Willypicapiedra, post: 542042, member: 162"] [b]sigue anterior[/b] El mes de Junio comenzó con durísimos combates que arrojaron como resultado un cerco a Puerto Argentino y una intensa lluvia de proyectiles sobre las posiciones propias buscando quebrar el espíritu de n el suelo, pero los gritos del Soldado Minutti (excelente radiooperador y camarada) los sacaron de su trance: “Mi Subteniente, Guanes y Todde están heridos”. Corrieron hacia allí, el segundo tenía una esquirla en su tobillo y Guanes había sufrido la amputación de sus miembros. Rápidamente fueron en su ayuda, Tode, valientemente pidió que asistan a su compañero primero por lo que el Soldado Uboldi y otro camarada lo cargaron en sus espaldas, desapareciendo bajo el fuego enemigo, en la osclucha. Esto no hizo mas que preparar e incrementar las medidas de seguridad, racionar el uso de los visores nocturnos “Litton” y preparar posiciones a retaguardia con munición y raciones para el caso de perder el contacto o necesitar un repliegue. Se hicieron ensayos del movimiento y se reconocieron calles entre las trampas y minas terrestres. Nada quedó librado al azar y la ansiedad en las posiciones era calmada con el rezo diario del Santo Rosario (no se suspendía bajo ningún motivo); el deseo de medir fuerzas, “que vengan de una vez” era la frase mas escuchada por ese entonces. La noche del 11 al 12 los aprestos realizados por los británicos en el monte Kent, el adelantamiento de su artillería y la lluvia endemoniada de proyectiles anunciaban la acción. Existía la firme convicción que esa “era la noche”. Aproximadamente a las 20 horas (oscuro y sin visibilidad) el puesto adelantado del Cabo 1ro Zapata envió al Soldado Roldán para advertir sobre el comienzo del avance británico por parte de los Paracaidistas del Para 2 y del Para 3 (que habían sido martillados todo el día por el fuego de la propia Artillería reglado por los integrantes de la Sección, la mas cercana al enemigo) en dirección al Monte Longdon, posición del RI 7. Una vez delatado el ataque por un británico que pisó una mina, los paracaidistas intentaron un desplazamiento por el valle. Allí se encontraron con las ametralladoras de la 3ra Sección que les abrieron el fuego; eso y la certeza de que se poseían armas antitanque (los Soldados Uboldi, Strizzi y Gómez eran sus eficaces apuntadores) evitó el desplazamiento de sus vehículos Scimitar y Scorpion en el asalto. Con el transcurrir de las horas la Sección fue testigo de uno de los combates mas heroicos de la guerra. Los paracaidistas británicos atacaron con convicción pero una y otra vez fueron rechazados. Era emocionante ver el cielo iluminado por las bengalas y las trazantes rebotando contra las rocas. La posición de ametralladora mas cercana al enemigo disparaba con precisión sangrienta para hacer una pausa durante la que éste devolvía el fuego con furia, mas cuando creía que no habría sobrevivientes… volvía a escupir munición como si fuese una fortaleza… esos hombres si que poseían atributos… pero a pesar de ese derroche de coraje pronto el Longdon se fue acallando y el combate se hizo mas lejano. El fuego insistente sobre las cresta del cerro Dos Hermanas indicaba que se acercaba el momento decisivo. Los hombres se prepararon para el combate en medio de los bramidos ensordecedores de las explosiones, prepararon sus armas y se acomodaron en sus posiciones para tener buen campo de tiro. Los apuntadores de ametralladora revisaron las marcas hechas en sus afustes y leyeron por vez mil la carta de distancias, mientras los apuntadores de lanzacohetes colocaban en sus cañones los proyectiles que habían cuidado como bebés desde su llegada. Cada uno revisaba sus elementos y su misión. Era el momento esperado y –aunque con miedo- nadie se dejaría vencer; el Jefe de Sección les había dicho: “la diferencia entre un héroe y un cobarde es que uno se deja vencer por el miedo y el otro no”. Comenzó el movimiento británico pero sorpresivamente cambió de dirección… nadie venía por el frente!! Solo ráfagas esporádicas que golpeaban contra la turba y las incesantes explosiones del fuego de apoyo… que pasaba? El tiempo transcurría y el combate se hacía mas cercano pero… a retaguardia!! Se oían las voces y los gritos de furia de los Soldados del Regimiento de Infantería 4 (RI 4), sus ametralladoras de 12,7mmm ya se habían acallado y se recibía fuego desde la cresta del cerro, quedando así en posición de absoluta desventaja. El Jefe de la fracción vecina, el Subteniente Corbella, que se encontraba próximo al enemigo, envió al valeroso Sargento 1ro Sergio Ruíz, quien atravesó la zona batida en medio de la metralla, para alertarnos de la situación. El Subteniente ordenó dar frente hacia atrás y prepararse mientras los ingleses llegaban; en ese momento, un estafeta del Comando de la Compañía corrió arriesgando su vida para avisar: “replegarse a la posición de repliegue 1”; esa era la señal de abandonar la posición. Allí, disciplinadamente y en medio de los disparos, la Sección se mezcló con los infantes del RI4 en repliegue y marchó al lugar de reunión, no sin antes recoger algunos heridos como el Subteniente Jiménez Corbalán (que enceguecido por una explosión, clamaba por reunirse con su gente). Al llegar, fueron informados que el cerro había prácticamente caído en manos de los ingleses, el combate era tan cercano que se mezclaban los disparos propios y ajenos. Pero la Compañía B no se rendiría así nomás, tampoco se replegaría sin combatir… el plan consideraba (y así lo habían coordinado a fines de Mayo el Jefe de Sector y el Comandante del BIM 5) reforzar las posiciones de la Infantería de Marina. En el cerro nada había por hacer y Kent, Wall, Challenger y Longdon habían caído. Así, con pesar, se recogió munición de las reservas pero -para el cruce del valle- se dejaron las magníficas raciones “C/F” aligerando la carga. Las retaguardias de combate quedaron a órdenes del Jefe de la 2da Sección, el Subteniente Franco y la 3ra Sección le dejó un grupo de sus mejores hombres para ello. Es difícil combatir como retaguardia y hay que tener realmente mucho espíritu de sacrificio y camaradería para hacerlo, se requiere de mucho coraje para ver a la propia tropa replegarse y quedarse..., sacrificando la vida por ellos si fuese necesario… El enemigo comenzó sus disparos de armas automáticas y sus morteros y cohetes golpeaban con precisión milimétrica la resistencia sorpresiva en su avance. Guanes, Todde, Poltronieri y otros mas disparaban empeñosamente sus armas contra los ingleses que se vieron forzados a detener el avance. Nuevamente el espectáculo del Longdon se repitió, las armas escupían fuego ruidosamente. El Jefe de la 3ra Sección trataba de sacar a sus últimos soldados, cubierto por el fuego de la retaguardia, cuando se escuchó un terrible estruendo en medio de los últimos hombres que esperaban para encolumnarse. El Subteniente La Madrid y el Soldado Di Sciulo fueron levantados por la explosión que les arrancó el casco y los dejó atontados euridad de la noche, hacia las posiciones suplementarias. Eso fue un claro ejemplo de camaradería y valor, realizar un cruce sin cubiertas y bajo el fuego enemigo a riesgo de la propia vida… solo el convencimiento en la causa que se sirve puede vencer el instinto de supervivencia humano y superar el temor de morir. Entretanto Guanes rápidamente comenzó a desvanecerse pese a los torniquetes y el auxilio del Soldado Médico Goñi quien diagnosticó que “ya nada podemos hacer” así el Jefe de Sección y otros camaradas se quedaron con él rezando a la virgen de Caacupé de la cual era devoto y con su fusil en la mano murió serenamente y sin dolor...(1) Pero la situación no permitía quedarse allí, el resto de su gente también esperaba por lo que -previo dejar un jalón para que los británicos lo hallaran y enterraran- los últimos integrantes de la Sección iniciaron su repliegue… el cerro Dos Hermanas había caído y como no queriéndose ir, habían dejado allí a uno de sus integrantes. El Jefe de Sección y las retaguardias de combate comenzaron a cruzar el valle velozmente para reunirse con su gente. Un telón caía y uno nuevo comenzaba a descorrerse. Este episodio es digno de destacar porque es paradigmático, ninguno de los muertos de la Sección lo hizo con un disparo en la espalda (hecho reconocido hasta por los propios británicos) Guanes fue el primero pero no el único de la lista. Esto prueba que el Soldado Argentino no es el llorón que las películas y noticieros nacionales se cansaron de mostrar luego de la rendición; Antes bien, como él, todos cayeron gritando e insultando al oponente, mordiendo pero no odiando. Murieron con su cara al viento helado de las islas y con el pecho desnudo desafiando al enemigo. Vendieron cara su muerte y como Guanes en éste caso, salvando las vidas de sus camaradas que no pudieron así ser blanco de los británicos. Gracias a su acción, se evitó que muchos otros quedasen en el camino. El cruce fue hábilmente guiado por un hombre del BIM 5; con las primeras luces, la Compañía al completo se encontraba en la ladera Este del cerro Tumbledown ocupando posiciones; Tode (sin una queja) y Jiménez Corbalán habían sido depositados en el Puesto Socorro que la Armada poseía en el cerro. Pronto un Land Rover los trasladaba para su atención… Todo el día 12 lo pasaron protegiendo el valle que conducía a Puerto Argentino. Pese a lo duro del momento, la gente se ocultaba en los huecos de las rocas y preparaba su refugio para la noche en la que, seguramente, los británicos iniciarían la segunda fase de la operación. Ellos también necesitaban reorganizarse, los combates habían sido mas duros de los esperado y debían revisar sus planes…. Eso no evitaba que siguiesen enviando sus fuegos endemoniados. A lo lejos se veía a sus helicópteros trasladando carga, y columnas de tropa desplazándose. La situación en el frente había quedado en manos de algunos integrantes del RI 7; una fracción del Regimiento 3 (RI 3); y mas cercanos a los británicos: el BIM 5 (listo para mostrar su eficiencia) y la Compañía B del Regimiento de Infantería 6. Un hecho para destacar (aunque risueño) pinta de cuerpo entero el espíritu que animaba a la fracción: como dijimos, el cruce se hizo con el mínimo equipo necesario y la noche llegaba sin tener comida o abrigo… sería realmente dura. Los Soldados Di Sciulo, Montoya y otros mas, se infiltraron nuevamente en el cerro Dos Hermanas regresando con algunas mantas y raciones que compartieron con sus camaradas (aún sabiendo que serían severamente reprendidos por su Jefe de Sección, quien fingiendo enojo, los retó orgulloso de los hombres que comandaba), también informaron que los británicos ya habían retirado el cuerpo de Guanes lo que trajo un cierto alivio al pensar que ya no estaría solo y abandonado. Esa noche fue inolvidable pero la mas tranquila de los últimos días. Puerto Argentino había apagado sus luces, replegado su artillería y destruído el ex cuartel de los Royal Marines; sus llamas, como fantasmas, se veían desde la distancia. Ya no se observaban vehículos ni movimientos a retaguardia… al frente, solo alguna bengala que preanunciaba los fuegos de la artillería surcaba los aires… el día había sido alegrado solo por el sonido de los cañones propios de 155 mm que hacían temblar la tierra en el Dos Hermanas y Longdon y por una fragata británica que tocada, huyó humeando su osadía mar adentro… Otro hecho digno de destacar (y que da por tierra con muchas difamaciones) fue la visita en pleno bombardeo británico del Comandante de la Xma Brigada de Infantería Mecanizada y Comandante de la Agrupación Ejército Puerto Argentino, el ya fallecido Grl Jofré, quien saludó a la tropa y cumplió posteriormente su palabra enviando mas munición (y hasta le cedió sus guantes a un soldado que los había perdido en el repliegue). Si hubo un momento en toda la guerra para estar lejos de primera línea… ¡¡ése era el momento!! Así transcurrió el día, solo interrumpido por el fuego del enemigo y los disparos de armas automáticas a la distancia… pero los británicos habían comenzado la segunda fase y estaban dispuestos a completarla. Concentraron sus fuerzas en una pinza en torno a las posiciones de la infantería de marina. [/QUOTE]
Insertar citas…
Verificación
¿Cuanto es 2 mas 6? (en letras)
Responder
Inicio
Foros
Area Militar General
Malvinas 1982
Combates de infantería en Malvinas
Este sitio usa cookies. Para continuar usando este sitio, se debe aceptar nuestro uso de cookies.
Aceptar
Más información.…
Arriba