Menú
Inicio
Visitar el Sitio Zona Militar
Foros
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Qué hay de nuevo
Nuevos mensajes
Última actividad
Miembros
Visitantes actuales
Entrar
Registrarse
Novedades
Buscar
Buscar
Buscar sólo en títulos
Por:
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Menú
Entrar
Registrarse
Inicio
Foros
Area Militar General
Malvinas 1982
Combates de infantería en Malvinas
JavaScript is disabled. For a better experience, please enable JavaScript in your browser before proceeding.
Estás usando un navegador obsoleto. No se pueden mostrar estos u otros sitios web correctamente.
Se debe actualizar o usar un
navegador alternativo
.
Responder al tema
Mensaje
<blockquote data-quote="Willypicapiedra" data-source="post: 542043" data-attributes="member: 162"><p><strong>sigue anterior</strong></p><p></p><p>Poco ya les quedaba de su apreciación inicial y se jugaron a todo o nada sin una reserva digna en caso de fracasar. Eso prueba la clase de enemigo a la cual se enfrentaban.</p><p></p><p>Los Gurkas (hasta el momento inactivos) y los Scotish Guards abandonaron las posiciones de partida e iniciaron su aproximación a los Montes Tumbledown y Williams aprovechando la oscuridad y protegidos por un intenso fuego terrestre y naval que hacía temblar el cerro. El Jefe de la 3ra Sección reunió algunos de sus hombres (estaban desperdigados por toda la cresta del cerro) y los arengó para el combate final. Era claro que la noche sería larga, no obstante eso no los privó de descansar (hasta el Jefe de Sección se quedó dormido y hubiese sufrido el congelamiento de sus piernas si no hubiese sido por la habilidad el Cabo 1ro Zapata, veterano de la montaña…) había que reservar fuerzas para el último aliento.</p><p></p><p>Desde las posiciones se oía el furioso combate que los infantes de marina estaban librando, las municiones trazantes y los tiros de apoyo largos silbaban sobre la Sección. Pesada, a la medianoche el ruido y los gritos eran intensos; el Soldado Britos, estafeta del Teniente 1ro Abella, Jefe de la Compañía, llegó transmitiendo la órden al Jefe de la Sección de presentarse en el Puesto Comando. A grandes zancadas trepó hasta las posiciones. Allí esperaban: el Jefe de Compañía, Teniente 1ro Abella; el Jefe del Sector; el Encargado de la Compañía y otros mas. El Mayor Jaimet ordenó al Subteniente La Madrid que reuniera a su fracción y la preparase para atacar; el Batallón de Infantería de Marina estaba siendo sobrepasado y era necesario aliviar la presión. Con el corazón escapando de su pecho, reunió a su gente pero su órden no llegó a todos y el tiempo urgía. Los dos últimos hombres, por la distancia en que se encontraban, nunca llegaron a enterarse (hasta el día de hoy sienten que se perdieron una parte de la guerra, y faltaron a sus camaradas... como si hubiese sido su culpa!!!). El Subteniente pronto extrañaría en el cerro a ese cañón de 90 mm.</p><p></p><p>Con su gente encolumnada detrás suyo marchó hacia el Puesto Comando de la Compañía Nácar del BIM 5 guiado por el Teniente de Corbeta Aquino; dejó sus hombres ocultos en las rocas y concurrió a recibir órdenes. Al bramido del viento y la nieve se sumaba el rugido de los cañones. El suelo temblaba y gigantescas bengalas con su silbido siniestro transformaban la noche en día. El Teniente de Navío Villaraza Comandante de la Compañía, lacónico, empapó de la situación al Jefe de la Sección no sin antes recordarle que la Infantería de Marina no se rendiría y que esperaba que esa fuese su posición. Luego de tomarse un jugo del cajón que oficiaba las veces de escritorio, el subteniente se retiró a reunirse con sus hombres, seguido por el sonido de la radio que informaba al Comandante de la Compañía la situación caótica de la primera línea en todos sus frentes.</p><p></p><p>Una bengala iluminó los rostros cansados de sus soldados, sus ojos brillaban con decisión pero sus caras flacas evidenciaban el desgaste de los últimos días. Se sintió conmovido por esos hombres que lejos de intentar una excusa, se levantaban lentamente, tomaban sus armas y lo seguían. Todo era un desborde; a retaguardia, la confusión del intercambio de disparos de los integrantes del BIM 5 -algunos ya mezclados en combate cuerpo a cuerpo-; al flanco derecho las restantes secciones de la Compañía envueltas en combate por el fuego y hacia el mar el combate en Monte Williams. Las ráfagas enemigas buscaban por todas partes un cuerpo para alojarse. </p><p></p><p>Cuando ordenó “seguirme” nadie dudó. Un nudo atenazaba su pecho… que ejemplo, que valor, que sentido del deber irradiaban sus hombres. Tomó rápidamente su fusil y siguió al Teniente de Corbeta Aquino, un Suboficial y un soldado. En el trayecto las bengalas los iluminaban y la sección se “inmovilizaba” cómicamente para que su aproximación no fuese percibida. Una vez llegados a una altura la situación adelante se hizo confusa. Era necesario un reconocimiento previo para no caer en manos del enemigo que disparaba en su dirección y hacia la primera línea, generando un caos difícil de comprender. El Jefe de Sección, el Suboficial de Marina y el Soldado Arrúa cruzaron un pequeño valle en silencio. Pasaron por una posición donde desde una radio llamaban a un operador que tal vez ya nunca contestaría y al llegar al centro del valle el Suboficial de la Armada mostró por el visor nocturno que quienes se encontraban a corta distancia no eran propia tropa… eran británicos. Situación increíble se había generado, en medio de un valle pelado a merced del enemigo!!. Los ingleses abrieron fuego impidiendo la reunión con el resto de la sección. Arrúa y el Subteniente se ocultaron detrás de una roca, aunque sería por poco tiempo. El resto de la Sección, para no delatar su ubicación (desventajosa por cierto) no había contestado el fuego. Fue allí, (mas por instinto que por valor) que el Subteniente tomó una granada para fusil y la disparó hacia el lugar donde se veía a quien comandaba la operación. Con la explosión se oyeron algunos cuerpos cayendo. La confusión generada les permitió reunirse con su gente. Mientras llegaban, los británicos se alertaron de un enemigo no detectado y comenzaron a disparar. El Teniente Aquino, pese a los disparos, se paró sobre una roca y con gritos desafiantes comenzó a disparar en dirección a ellos. Su acción permitió la reunión con la fracción y desplegar para el combate, pero también fue un modelo de valor que retempló su espíritu.</p><p></p><p>La Sección se hizo fuerte en el cerro y combatió con fiereza durante toda la noche. Cada ráfaga británica era respondida por otra igual. Con el transcurrir del tiempo el enemigo comenzó a ganar la espalda y la situación se hizo complicada. No obstante, cada vez que creían haber silenciado las ametralladoras, Horisberger y Poltronieri disparaban nuevamente con sus cañones al rojo. El lanzacohetes restante agotó su munición contra los nidos de ametralladoras y lentamente la situación comenzó a desbalancearse. Sin apoyo de morteros, sin radios, sin visores, sin cohetes y casi sin munición los infantes venderían cara la posición; el Jefe de la Sección se vio envuelto en un diálogo en inglés intentando confundir –sin éxito- a los británicos. Repentinamente la ametralladora de Horisberger (2) se trabó, dos veces esperó una pausa de fuego para regular los gases sin éxito. Una ráfaga en su pecho lo arrojó hacia atrás. El Jefe de Sección y otro soldado llegaron a su lado para verlo morir sin un quejido con su ametralladora aún en los brazos. La situación comenzó a descontrolarse pero los británicos no conseguían tomar la cresta. Las trazantes levantaban lluvias de piedras, las bengalas daban un toque lúgubre al lugar y las explosiones de los cohetes y misiles daban la sensación de que en el lugar la temperatura era mas elevada aunque hiciese frío y nevase. Algunos hombres empezaron a caer heridos y otras armas a silenciarse. En su cubierta de rocas eran alcanzados por el fuego Gómez y Ramos; cerca de ellos y mas hacia el oeste Duarte y hacia atrás Peralta. La posición donde estaba el Soldado Delfino con su Jefe de Grupo y otros mas cayó recién cuando estos estaban casi sin munición. Los Soldados Rodríguez (3), Balvidares (4) y Bordón (5), tomaron cargadores abandonados de las posiciones y eran de los pocos que aún tenían munición. No pensaban siquiera en rendirse y cayeron disparando contra los ingleses que intentaban avanzar por el flanco derecho para rodear la posición obligándolos a replegarse. Si lo hubiesen logrado, toda la fracción hubiese caído bajo sus disparos.... Inmediatamente fueron heridos en otro pozo Adorno y Pedeuboy intentando detener una fracción británica que avanzaba por su derecha . El Soldado Delfino y otros mas permanecieron en sus trincheras hasta que sin munición, fueron capturados.</p><p></p><p>El Jefe de Sección reunió a las bocas de fuego que aún le quedaban perdiendo contacto con el Grupo del Cabo Palomo; sin radios ni munición, decidió tratar de salvar a sus hombres. Era hora de replegarse. Ordenadamente, disparando y apoyándose mutuamente, comenzaron a descender del cerro pero otro obstáculo esperaba, el enemigo les había cortado la retirada. Fue en ese instante que una voz milagrosa gritó: “por acá”. Era el Subteniente Robredo y Venencia, Jefe de la Sección Apoyo de la Ca B, quien junto con el Sargento 1ro Corbalán y una ametralladora comenzaron a disparar a los británicos, los que al encontrarse con una nueva resistencia detuvieron su avance. Así, saltando entre las rocas, cayendo una y otra vez, la sección salió de la zona batida con las municiones trazantes picando entre sus piernas… </p><p></p><p>Al ir replegándose se ubicaron en posición nuevamente entre las rocas para disparar, era suicida jugar a la ruleta rusa. Los pocos hombres reunidos decidieron nuevamente vender cara su vida y comenzaron el fuego. Allí cayó heroicamente empuñando su fusil FAP en automático Walter Becerra (6), aquel que siempre hablaba de su novia en las noches de mate en las posiciones… Cayó también Echave (7) combatiendo con furia (quien, agotada su munición le pidió a su Jefe de Sección la pistola para morir matando). Nadie corrió ni huyo, el caos se adueñó del lugar pero no de sus almas. Así, agotados pero sin entregarse, las primeras luces del 14 de junio vieron a una Sección diezmada pero no vencida llegando a la base del cerro protegidos por la ametralladora de Poltronieri (8), quien, en un acto mas que heroico se quedó nuevamente para proteger el repliegue..</p><p></p><p>El Combate llegaba a su fin, luego de casi 6 horas de combate la “Right Flank” de los Guardias Escoceses, superior tres veces en número había conquistado el objetivo; a derecha e izquierda espesas estelas de humo se elevaban del cerro y en medio de ellas, largas columnas del BIM 5 iniciaban su repliegue organizadamente. Al encontrarse con su Jefe de Compañía y el Jefe de Sector, el joven oficial descargó su impotencia con un grueso epíteto y se preparó para reunir lo que quedaba de su gente. Pocos habían salido, algunos cayeron prisioneros en la posición, otros heridos y muertos… solo 23 hombres de 47 se encontraban en la base del cerro cuando los ingleses desataron una cerrada barrera de fuego en la entrada a Puerto Argentino para frenar el avance. Una fracción del Regimiento de Infantería 3, mezclada con algunos integrantes del Regimiento de Infantería 25, había quedado del otro lado de la bahía. El Teniente 1ro Abella ordenó reunir la gente que se pudiese y abrir el fuego contra las posiciones que se habían ocupado minutos antes para posibilitar su repliegue. Hecho esto con éxito, se continuó el avance en dirección al pueblo. El Jefe de Sección, el Sargento Echeverría, el Cabo 1ro Zapata, los cabos Palomo y Fernández, los Soldados Minutti, Montoya y otros soldados (mezclados con el Subteniente Franco e integrantes de su Sección) se dedicaron a tratar de destruir todo lo utilizable a su paso y consiguieron cruzar la barrera de fuego en la entrada de Puerto Argentino (no sin antes esperar una pausa de fuego dentro de la caldera de una casa abandonada).</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Willypicapiedra, post: 542043, member: 162"] [b]sigue anterior[/b] Poco ya les quedaba de su apreciación inicial y se jugaron a todo o nada sin una reserva digna en caso de fracasar. Eso prueba la clase de enemigo a la cual se enfrentaban. Los Gurkas (hasta el momento inactivos) y los Scotish Guards abandonaron las posiciones de partida e iniciaron su aproximación a los Montes Tumbledown y Williams aprovechando la oscuridad y protegidos por un intenso fuego terrestre y naval que hacía temblar el cerro. El Jefe de la 3ra Sección reunió algunos de sus hombres (estaban desperdigados por toda la cresta del cerro) y los arengó para el combate final. Era claro que la noche sería larga, no obstante eso no los privó de descansar (hasta el Jefe de Sección se quedó dormido y hubiese sufrido el congelamiento de sus piernas si no hubiese sido por la habilidad el Cabo 1ro Zapata, veterano de la montaña…) había que reservar fuerzas para el último aliento. Desde las posiciones se oía el furioso combate que los infantes de marina estaban librando, las municiones trazantes y los tiros de apoyo largos silbaban sobre la Sección. Pesada, a la medianoche el ruido y los gritos eran intensos; el Soldado Britos, estafeta del Teniente 1ro Abella, Jefe de la Compañía, llegó transmitiendo la órden al Jefe de la Sección de presentarse en el Puesto Comando. A grandes zancadas trepó hasta las posiciones. Allí esperaban: el Jefe de Compañía, Teniente 1ro Abella; el Jefe del Sector; el Encargado de la Compañía y otros mas. El Mayor Jaimet ordenó al Subteniente La Madrid que reuniera a su fracción y la preparase para atacar; el Batallón de Infantería de Marina estaba siendo sobrepasado y era necesario aliviar la presión. Con el corazón escapando de su pecho, reunió a su gente pero su órden no llegó a todos y el tiempo urgía. Los dos últimos hombres, por la distancia en que se encontraban, nunca llegaron a enterarse (hasta el día de hoy sienten que se perdieron una parte de la guerra, y faltaron a sus camaradas... como si hubiese sido su culpa!!!). El Subteniente pronto extrañaría en el cerro a ese cañón de 90 mm. Con su gente encolumnada detrás suyo marchó hacia el Puesto Comando de la Compañía Nácar del BIM 5 guiado por el Teniente de Corbeta Aquino; dejó sus hombres ocultos en las rocas y concurrió a recibir órdenes. Al bramido del viento y la nieve se sumaba el rugido de los cañones. El suelo temblaba y gigantescas bengalas con su silbido siniestro transformaban la noche en día. El Teniente de Navío Villaraza Comandante de la Compañía, lacónico, empapó de la situación al Jefe de la Sección no sin antes recordarle que la Infantería de Marina no se rendiría y que esperaba que esa fuese su posición. Luego de tomarse un jugo del cajón que oficiaba las veces de escritorio, el subteniente se retiró a reunirse con sus hombres, seguido por el sonido de la radio que informaba al Comandante de la Compañía la situación caótica de la primera línea en todos sus frentes. Una bengala iluminó los rostros cansados de sus soldados, sus ojos brillaban con decisión pero sus caras flacas evidenciaban el desgaste de los últimos días. Se sintió conmovido por esos hombres que lejos de intentar una excusa, se levantaban lentamente, tomaban sus armas y lo seguían. Todo era un desborde; a retaguardia, la confusión del intercambio de disparos de los integrantes del BIM 5 -algunos ya mezclados en combate cuerpo a cuerpo-; al flanco derecho las restantes secciones de la Compañía envueltas en combate por el fuego y hacia el mar el combate en Monte Williams. Las ráfagas enemigas buscaban por todas partes un cuerpo para alojarse. Cuando ordenó “seguirme” nadie dudó. Un nudo atenazaba su pecho… que ejemplo, que valor, que sentido del deber irradiaban sus hombres. Tomó rápidamente su fusil y siguió al Teniente de Corbeta Aquino, un Suboficial y un soldado. En el trayecto las bengalas los iluminaban y la sección se “inmovilizaba” cómicamente para que su aproximación no fuese percibida. Una vez llegados a una altura la situación adelante se hizo confusa. Era necesario un reconocimiento previo para no caer en manos del enemigo que disparaba en su dirección y hacia la primera línea, generando un caos difícil de comprender. El Jefe de Sección, el Suboficial de Marina y el Soldado Arrúa cruzaron un pequeño valle en silencio. Pasaron por una posición donde desde una radio llamaban a un operador que tal vez ya nunca contestaría y al llegar al centro del valle el Suboficial de la Armada mostró por el visor nocturno que quienes se encontraban a corta distancia no eran propia tropa… eran británicos. Situación increíble se había generado, en medio de un valle pelado a merced del enemigo!!. Los ingleses abrieron fuego impidiendo la reunión con el resto de la sección. Arrúa y el Subteniente se ocultaron detrás de una roca, aunque sería por poco tiempo. El resto de la Sección, para no delatar su ubicación (desventajosa por cierto) no había contestado el fuego. Fue allí, (mas por instinto que por valor) que el Subteniente tomó una granada para fusil y la disparó hacia el lugar donde se veía a quien comandaba la operación. Con la explosión se oyeron algunos cuerpos cayendo. La confusión generada les permitió reunirse con su gente. Mientras llegaban, los británicos se alertaron de un enemigo no detectado y comenzaron a disparar. El Teniente Aquino, pese a los disparos, se paró sobre una roca y con gritos desafiantes comenzó a disparar en dirección a ellos. Su acción permitió la reunión con la fracción y desplegar para el combate, pero también fue un modelo de valor que retempló su espíritu. La Sección se hizo fuerte en el cerro y combatió con fiereza durante toda la noche. Cada ráfaga británica era respondida por otra igual. Con el transcurrir del tiempo el enemigo comenzó a ganar la espalda y la situación se hizo complicada. No obstante, cada vez que creían haber silenciado las ametralladoras, Horisberger y Poltronieri disparaban nuevamente con sus cañones al rojo. El lanzacohetes restante agotó su munición contra los nidos de ametralladoras y lentamente la situación comenzó a desbalancearse. Sin apoyo de morteros, sin radios, sin visores, sin cohetes y casi sin munición los infantes venderían cara la posición; el Jefe de la Sección se vio envuelto en un diálogo en inglés intentando confundir –sin éxito- a los británicos. Repentinamente la ametralladora de Horisberger (2) se trabó, dos veces esperó una pausa de fuego para regular los gases sin éxito. Una ráfaga en su pecho lo arrojó hacia atrás. El Jefe de Sección y otro soldado llegaron a su lado para verlo morir sin un quejido con su ametralladora aún en los brazos. La situación comenzó a descontrolarse pero los británicos no conseguían tomar la cresta. Las trazantes levantaban lluvias de piedras, las bengalas daban un toque lúgubre al lugar y las explosiones de los cohetes y misiles daban la sensación de que en el lugar la temperatura era mas elevada aunque hiciese frío y nevase. Algunos hombres empezaron a caer heridos y otras armas a silenciarse. En su cubierta de rocas eran alcanzados por el fuego Gómez y Ramos; cerca de ellos y mas hacia el oeste Duarte y hacia atrás Peralta. La posición donde estaba el Soldado Delfino con su Jefe de Grupo y otros mas cayó recién cuando estos estaban casi sin munición. Los Soldados Rodríguez (3), Balvidares (4) y Bordón (5), tomaron cargadores abandonados de las posiciones y eran de los pocos que aún tenían munición. No pensaban siquiera en rendirse y cayeron disparando contra los ingleses que intentaban avanzar por el flanco derecho para rodear la posición obligándolos a replegarse. Si lo hubiesen logrado, toda la fracción hubiese caído bajo sus disparos.... Inmediatamente fueron heridos en otro pozo Adorno y Pedeuboy intentando detener una fracción británica que avanzaba por su derecha . El Soldado Delfino y otros mas permanecieron en sus trincheras hasta que sin munición, fueron capturados. El Jefe de Sección reunió a las bocas de fuego que aún le quedaban perdiendo contacto con el Grupo del Cabo Palomo; sin radios ni munición, decidió tratar de salvar a sus hombres. Era hora de replegarse. Ordenadamente, disparando y apoyándose mutuamente, comenzaron a descender del cerro pero otro obstáculo esperaba, el enemigo les había cortado la retirada. Fue en ese instante que una voz milagrosa gritó: “por acá”. Era el Subteniente Robredo y Venencia, Jefe de la Sección Apoyo de la Ca B, quien junto con el Sargento 1ro Corbalán y una ametralladora comenzaron a disparar a los británicos, los que al encontrarse con una nueva resistencia detuvieron su avance. Así, saltando entre las rocas, cayendo una y otra vez, la sección salió de la zona batida con las municiones trazantes picando entre sus piernas… Al ir replegándose se ubicaron en posición nuevamente entre las rocas para disparar, era suicida jugar a la ruleta rusa. Los pocos hombres reunidos decidieron nuevamente vender cara su vida y comenzaron el fuego. Allí cayó heroicamente empuñando su fusil FAP en automático Walter Becerra (6), aquel que siempre hablaba de su novia en las noches de mate en las posiciones… Cayó también Echave (7) combatiendo con furia (quien, agotada su munición le pidió a su Jefe de Sección la pistola para morir matando). Nadie corrió ni huyo, el caos se adueñó del lugar pero no de sus almas. Así, agotados pero sin entregarse, las primeras luces del 14 de junio vieron a una Sección diezmada pero no vencida llegando a la base del cerro protegidos por la ametralladora de Poltronieri (8), quien, en un acto mas que heroico se quedó nuevamente para proteger el repliegue.. El Combate llegaba a su fin, luego de casi 6 horas de combate la “Right Flank” de los Guardias Escoceses, superior tres veces en número había conquistado el objetivo; a derecha e izquierda espesas estelas de humo se elevaban del cerro y en medio de ellas, largas columnas del BIM 5 iniciaban su repliegue organizadamente. Al encontrarse con su Jefe de Compañía y el Jefe de Sector, el joven oficial descargó su impotencia con un grueso epíteto y se preparó para reunir lo que quedaba de su gente. Pocos habían salido, algunos cayeron prisioneros en la posición, otros heridos y muertos… solo 23 hombres de 47 se encontraban en la base del cerro cuando los ingleses desataron una cerrada barrera de fuego en la entrada a Puerto Argentino para frenar el avance. Una fracción del Regimiento de Infantería 3, mezclada con algunos integrantes del Regimiento de Infantería 25, había quedado del otro lado de la bahía. El Teniente 1ro Abella ordenó reunir la gente que se pudiese y abrir el fuego contra las posiciones que se habían ocupado minutos antes para posibilitar su repliegue. Hecho esto con éxito, se continuó el avance en dirección al pueblo. El Jefe de Sección, el Sargento Echeverría, el Cabo 1ro Zapata, los cabos Palomo y Fernández, los Soldados Minutti, Montoya y otros soldados (mezclados con el Subteniente Franco e integrantes de su Sección) se dedicaron a tratar de destruir todo lo utilizable a su paso y consiguieron cruzar la barrera de fuego en la entrada de Puerto Argentino (no sin antes esperar una pausa de fuego dentro de la caldera de una casa abandonada). [/QUOTE]
Insertar citas…
Verificación
Libertador de Argentina
Responder
Inicio
Foros
Area Militar General
Malvinas 1982
Combates de infantería en Malvinas
Este sitio usa cookies. Para continuar usando este sitio, se debe aceptar nuestro uso de cookies.
Aceptar
Más información.…
Arriba