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Area Militar General
Malvinas 1982
Combates de infantería en Malvinas
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<blockquote data-quote="AIMARA" data-source="post: 542134" data-attributes="member: 1936"><p></p><p></p><p>A espalda de Silva estaba Miño con su sección de ingenieros anfibios, pero del otro lado de la altura y sin camino ni comunicación accesible, pues allí Tumbledown estaba cortado por picos con paredes de hasta diez metros en la vertical. La única manera de comunicarse era por el punto de reunión previamente convenido.</p><p>El flanco izquierdo de asalto británico había escalado el monte por el Noreste de Tumbledown, directamente al Norte, por un sitio por el que no se lo esperaban (la existencia de muchos recovecos desorganizaba toda defensa) Sin embargo los escoceses subieron por allí y a medida que avanzaban gritaban y tiraban con todas las armas.</p><p>Miño y sus hombres, sorprendidos en su flanco, respondieron con fuego de FAL, lanzacohetes y granadas de mano y de fusil. Veían perfectamente los disparos ingleses a través de la estela químicas que marca el trayecto de las trazantes.</p><p>Antes de las 24, Miño le aviso al guardiamarina De Marco cuyo observatorio para dirigir el fuego estaba próximo, que se iba a replegar a un punto intermedio, en dirección al puesto de Comando del teniente Villarraza, enviando a un conscripto hasta la posición de Vázquez para avisarle que se replegaba. Aparentemente por producto del fuego y del ataque que sufría Vázquez, ese hombre no ubico la posición de la 4ta Sección. Lo cierto es que la comunicación no le llegó a Vázquez y que Miño inició el repliegue solamente con sus hombres.</p><p>Cuando la fracción de Miño se replegó de esas posiciones en la cresta militar Norte, el subteniente Silva quedó con sus espaldas desprotegidas y fue entonces que los ingleses lo tomaron por atrás, matando a los cinco soldados que lo acompañaban.</p><p>A la una y veinte de la madrugada y como el enemigo no cedía en su ataque Vázquez llamó por radio al puesto de comando de Compañía del teniente Villarraza. Por varios motivos tenias problemas para comunicarse con su jefe: se había cortado la línea telefónica; ambas posiciones se encontraban en la laderas opuestas de una misma montaña que hacia de pantalla y, como si eso fuera poco, desde la tarde del 13 los ingleses interferían los equipos radioeléctricos hablando y con ruidos. Por ello, a veces la 3ra. O la 2da. Sección retransmitían las comunicaciones.</p><p>-Verde, aquí Verde 4- insistió Vázquez.</p><p>-Verde 4 – fue la respuesta inmediata del puesto de comando de Villarraza.</p><p>-Solicito fuego de mortero sobre mi Sección</p><p>-Recibido</p><p>El suboficial Elbio Cuñe, jefe de la Sección morteros 81 mm dependía de la central de fuego a cargo del teniente de navío Ubaldo Pagani, instalado en el puesto de comando del Batallón 5. Cuando comenzó el ataque sobre las posiciones del teniente Vázquez, Pagani lo liberó y le dijo que se comunicará directamente con el comando Nácar, para hacer más efectivo el apoyo hacia esa Compañía.</p><p>Villarraza retransmitió a Cuñe el pedido de fuego de Vázquez. El suboficial había reglado el tiro sobre la punta que bajaba de Tumbledown a Dos Hermanas, en un pequeño valle de 300 metros delante de la 4ta. Sección. De todas manera tenía que recibir la orden del lugar exacto donde hacia falta el apoyo.</p><p>-Verde, aquí Naranja- dijo respondiendo el llamado de Villarraza.</p><p>-Aquí Verde adelante Naranja</p><p>-Corríjame, va disparo. ¡pum.!- dijo Cuñe.</p><p>Vázquez, que ya había alertado a sus hombres que les caería fuego de morteros, le comunicó a Villarraza la corrección del tiro y éste le retransmitió a Cuñe:</p><p>-Acorte 100, derecha 50.</p><p>-Recibido. Va- respondió Cuñe.</p><p>-Bien, esta en zona batida.</p><p>De inmediato cayeron sobre la 4ta. Sección unas quince salvas, provocando una gran sorpresa entre los británicos, que comenzaron a desbandarse. También hizo fuego el suboficial Lucio Monzón con sus morteros de 60 mm, ubicados a 500 metros a retaguardia de la 4ta Nácar, con seis conscriptos.</p><p>Ese fue un momento muy difícil, durante el cual quien está combatiendo desde su pozo no puede merece adentro y tiene que seguir tirando. Si deja de disparar, el enemigo, que lo tiene localizado perfectamente y que ya está jugado pues el fuego lo toma desprotegido, se le va encima y, como hacían los ingleses, le arroja una granada dentro del pozo o se para en la boca del mismo y vacía un cargador en el interior, ocupando luego ese mismo agujero.</p><p>Además el combate en esas condiciones es totalmente entreverado. A los proyectiles de los morteros de 81 había que sumarle los cohetes, granadas y misiles Milán que tiraban los británicos. Un infierno, donde las distancias entre contendientes no excedían los 8 o 10 metros y donde los disparos de cada uno eran su mejor cubierta. Nadie tenía tiempo de apuntar, sólo de tirar al bulto, sin exponerse demasiado porque con seguridad uno o más enemigos le estaban tirando. Esa situación fomentaba la inseguridad de ambos bandos y dificultaba la precisión de los disparos.</p><p>Ante la intensidad del fuego de morteros, los británicos se replegaron a la posición de partida que habían adoptado para el ataque, en el valle, al Oeste de Tumbledown. Muy pocos quedaron a retaguardia de la 4ta. Sección, escondido detrás de alguna piedra al no poder escapar con el grueso. Era exactamente la 1,30 del 14 de junio.</p><p>El asalto de la Guardia Escocesa de la Reina había sido rechazado. Un silencio absoluto que se prolongó por espacio de media hora se apodero del monte. Ni siquiera había viento y la visibilidad, pese a ser de noche, era buena, luego de haber pasado momentos de niebla cerrada, fuerte lluvia de granizo y nevadas.</p><p>De pronto, ese extraño silencio se rompió con los gritos de los marinos argentinos "Viva la Infantería de Marina", "Vengan, ingleses hijos de ****", " Que Venga la Reina, Carajo", "Vengan que acá esta la 4ta. Sección". Los nervios, la tensión vivida durante más de dos horas de combate ininterrumpido, el cansancio, el miedo, daban paso a un desahogo merecido. Los habían rechazado, que para esos hombres era mucho.</p><p>A los pocos minutos los ánimos los ánimos se tranquilizaron. Vázquez bajo a su pozo para calentarse, pues tenia las manos muy frías, casi sin tacto. De inmediato solicito que le comunicaran las bajas y el estado de la munición, dato que se le paso al teniente Villarraza:</p><p>-Verde, aquí verde 4.</p><p>-Verde.</p><p>-Señor, informo que los ingleses se retiraron, prácticamente se fueron en desbandada, en este momento no hay fuego, Tengo cuatro muertos y tres heridos. Estamos haciendo recuento de munición.</p><p>En la sintética, Vázquez le relato a su jefe lo ocurrido, quien le respondió:</p><p>-Recibido. Pregunto si se va o se queda.</p><p>-Señor, yo no domino del todo la situación pero los ingleses tampoco. Si me envía refuerzos puedo aguantar y de aquí no me saca nadie.</p><p>-Recibido. Espere</p><p>Pasaron unos minutos, los necesarios para que el teniente Villarraza consulte con el puesto de comando del Batallón. El capitán Robacio le respondió que le enviaría refuerzos.</p><p>-Verde 4, aquí Verde</p><p>-Verde 4- contestó Vázquez.</p><p>-Bien, resista, van a ir refuerzos</p><p>-Recibidos</p><p>.Recibidos, Aquí Verde 4, corto</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="AIMARA, post: 542134, member: 1936"] [B][U][/U][/B] A espalda de Silva estaba Miño con su sección de ingenieros anfibios, pero del otro lado de la altura y sin camino ni comunicación accesible, pues allí Tumbledown estaba cortado por picos con paredes de hasta diez metros en la vertical. La única manera de comunicarse era por el punto de reunión previamente convenido. El flanco izquierdo de asalto británico había escalado el monte por el Noreste de Tumbledown, directamente al Norte, por un sitio por el que no se lo esperaban (la existencia de muchos recovecos desorganizaba toda defensa) Sin embargo los escoceses subieron por allí y a medida que avanzaban gritaban y tiraban con todas las armas. Miño y sus hombres, sorprendidos en su flanco, respondieron con fuego de FAL, lanzacohetes y granadas de mano y de fusil. Veían perfectamente los disparos ingleses a través de la estela químicas que marca el trayecto de las trazantes. Antes de las 24, Miño le aviso al guardiamarina De Marco cuyo observatorio para dirigir el fuego estaba próximo, que se iba a replegar a un punto intermedio, en dirección al puesto de Comando del teniente Villarraza, enviando a un conscripto hasta la posición de Vázquez para avisarle que se replegaba. Aparentemente por producto del fuego y del ataque que sufría Vázquez, ese hombre no ubico la posición de la 4ta Sección. Lo cierto es que la comunicación no le llegó a Vázquez y que Miño inició el repliegue solamente con sus hombres. Cuando la fracción de Miño se replegó de esas posiciones en la cresta militar Norte, el subteniente Silva quedó con sus espaldas desprotegidas y fue entonces que los ingleses lo tomaron por atrás, matando a los cinco soldados que lo acompañaban. A la una y veinte de la madrugada y como el enemigo no cedía en su ataque Vázquez llamó por radio al puesto de comando de Compañía del teniente Villarraza. Por varios motivos tenias problemas para comunicarse con su jefe: se había cortado la línea telefónica; ambas posiciones se encontraban en la laderas opuestas de una misma montaña que hacia de pantalla y, como si eso fuera poco, desde la tarde del 13 los ingleses interferían los equipos radioeléctricos hablando y con ruidos. Por ello, a veces la 3ra. O la 2da. Sección retransmitían las comunicaciones. -Verde, aquí Verde 4- insistió Vázquez. -Verde 4 – fue la respuesta inmediata del puesto de comando de Villarraza. -Solicito fuego de mortero sobre mi Sección -Recibido El suboficial Elbio Cuñe, jefe de la Sección morteros 81 mm dependía de la central de fuego a cargo del teniente de navío Ubaldo Pagani, instalado en el puesto de comando del Batallón 5. Cuando comenzó el ataque sobre las posiciones del teniente Vázquez, Pagani lo liberó y le dijo que se comunicará directamente con el comando Nácar, para hacer más efectivo el apoyo hacia esa Compañía. Villarraza retransmitió a Cuñe el pedido de fuego de Vázquez. El suboficial había reglado el tiro sobre la punta que bajaba de Tumbledown a Dos Hermanas, en un pequeño valle de 300 metros delante de la 4ta. Sección. De todas manera tenía que recibir la orden del lugar exacto donde hacia falta el apoyo. -Verde, aquí Naranja- dijo respondiendo el llamado de Villarraza. -Aquí Verde adelante Naranja -Corríjame, va disparo. ¡pum.!- dijo Cuñe. Vázquez, que ya había alertado a sus hombres que les caería fuego de morteros, le comunicó a Villarraza la corrección del tiro y éste le retransmitió a Cuñe: -Acorte 100, derecha 50. -Recibido. Va- respondió Cuñe. -Bien, esta en zona batida. De inmediato cayeron sobre la 4ta. Sección unas quince salvas, provocando una gran sorpresa entre los británicos, que comenzaron a desbandarse. También hizo fuego el suboficial Lucio Monzón con sus morteros de 60 mm, ubicados a 500 metros a retaguardia de la 4ta Nácar, con seis conscriptos. Ese fue un momento muy difícil, durante el cual quien está combatiendo desde su pozo no puede merece adentro y tiene que seguir tirando. Si deja de disparar, el enemigo, que lo tiene localizado perfectamente y que ya está jugado pues el fuego lo toma desprotegido, se le va encima y, como hacían los ingleses, le arroja una granada dentro del pozo o se para en la boca del mismo y vacía un cargador en el interior, ocupando luego ese mismo agujero. Además el combate en esas condiciones es totalmente entreverado. A los proyectiles de los morteros de 81 había que sumarle los cohetes, granadas y misiles Milán que tiraban los británicos. Un infierno, donde las distancias entre contendientes no excedían los 8 o 10 metros y donde los disparos de cada uno eran su mejor cubierta. Nadie tenía tiempo de apuntar, sólo de tirar al bulto, sin exponerse demasiado porque con seguridad uno o más enemigos le estaban tirando. Esa situación fomentaba la inseguridad de ambos bandos y dificultaba la precisión de los disparos. Ante la intensidad del fuego de morteros, los británicos se replegaron a la posición de partida que habían adoptado para el ataque, en el valle, al Oeste de Tumbledown. Muy pocos quedaron a retaguardia de la 4ta. Sección, escondido detrás de alguna piedra al no poder escapar con el grueso. Era exactamente la 1,30 del 14 de junio. El asalto de la Guardia Escocesa de la Reina había sido rechazado. Un silencio absoluto que se prolongó por espacio de media hora se apodero del monte. Ni siquiera había viento y la visibilidad, pese a ser de noche, era buena, luego de haber pasado momentos de niebla cerrada, fuerte lluvia de granizo y nevadas. De pronto, ese extraño silencio se rompió con los gritos de los marinos argentinos "Viva la Infantería de Marina", "Vengan, ingleses hijos de ****", " Que Venga la Reina, Carajo", "Vengan que acá esta la 4ta. Sección". Los nervios, la tensión vivida durante más de dos horas de combate ininterrumpido, el cansancio, el miedo, daban paso a un desahogo merecido. Los habían rechazado, que para esos hombres era mucho. A los pocos minutos los ánimos los ánimos se tranquilizaron. Vázquez bajo a su pozo para calentarse, pues tenia las manos muy frías, casi sin tacto. De inmediato solicito que le comunicaran las bajas y el estado de la munición, dato que se le paso al teniente Villarraza: -Verde, aquí verde 4. -Verde. -Señor, informo que los ingleses se retiraron, prácticamente se fueron en desbandada, en este momento no hay fuego, Tengo cuatro muertos y tres heridos. Estamos haciendo recuento de munición. En la sintética, Vázquez le relato a su jefe lo ocurrido, quien le respondió: -Recibido. Pregunto si se va o se queda. -Señor, yo no domino del todo la situación pero los ingleses tampoco. Si me envía refuerzos puedo aguantar y de aquí no me saca nadie. -Recibido. Espere Pasaron unos minutos, los necesarios para que el teniente Villarraza consulte con el puesto de comando del Batallón. El capitán Robacio le respondió que le enviaría refuerzos. -Verde 4, aquí Verde -Verde 4- contestó Vázquez. -Bien, resista, van a ir refuerzos -Recibidos .Recibidos, Aquí Verde 4, corto [/QUOTE]
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