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Area Militar General
Malvinas 1982
Combates de infantería en Malvinas
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<blockquote data-quote="AIMARA" data-source="post: 542135" data-attributes="member: 1936"><p></p><p>Poco duro la tregua del primer ataque. Exactamente a las dos, apenas media hora después de retirarse, los británicos lanzaron una segunda ola de asaltos, pero con tropas "frescas": habían reemplazado a los hombres de la Guardia Escocesa que combatieron la primera vez, por otro de las mismas unidades, descansado y con todo su armamento. </p><p>-¡Señor! ¡Se vienen de nuevo! grito uno de los vigías desde la boca de un poso cercano a Vázquez, quien, con la mirada de su cuerpo fuera, comenzó a dirigir las alarmas sobre determinados blancos, a pedir el estado de la munición y básicamente a dar las órdenes de fuego. </p><p>De nuevo el combate generalizado, todos tirando contra quien estuviese cerca. Otra vez el infierno del combate de infantería, donde se entremezclaba el tableteo de las ametralladoras, las explosiones de granadas, cohetes y proyectiles de diverso calibre, los disparos de los fusiles y los gritos de los heridos.</p><p>A las 12,30, el grupo del suboficial primero Julio Castillo, en el extremo derecho de la sesión trataba de contener la embestida enemiga., con Castillo estaba el cabo segundo Almilcar Tejada, que habían viajado a Malvinas con el teniente Vázquez y el dragoneante José Luis Galarza, un muchacho que se habría destacado en ese grado y a quien Castillo quería como un hijo "Ese es mi pollo" decía con orgullo. </p><p>Tres soldados británicos salieron de atrás de un montículo rocoso y disparando mientras corrían, mataron a la joven Galarza. El cabo Tejada, echado a unos siete metros de distancia, giró la ametralladora MG con la que hacía fuego hacia el sur y comenzó a disparar en dirección al enemigo, derribando a los que se acercaban a la carrera. </p><p>Castillo, al ver la forma en que habían caído su de dragoneante, se incorporó, furioso, en momentos en que otros tres ingleses avanzaban hacia él, desde unos 15 a 20 metros. </p><p>_ ¡Ingleses hijos de punta a! _ grito e intentó disparar su fusil automático. Pero un tiro en el pecho que salió por la espalda abriéndole una herida de 20 centímetros, lo tiró hacia atrás violentamente. </p><p>Tejada giro otra vez la ametralladora y disparos sucesivas ráfaga hasta que los tres ingleses cayeron. Se arrastró hasta Castillo, con la esperanza de que hubiera querido, pero surge ese había fallecido instantáneamente (*). </p><p>Castillo, Tejada y Galarza habrían aguantado estoicamente el avance enemigo, ya que el extremo derecho de la 4ta Sección, donde ellos estaba, era el sitio que recibía todo los ataques. Los británicos que desde el oeste llegaban al centro y la de izquierda de la Nácar, habían pasado primero por el extremo derecho donde eran "filtrados" por el Castillo y tejada Sólo en el primer asalto avanzaron por el Sur y por el Oeste.</p><p>Con la muerte de Castillo, tejada pasó a ser el único jefe que le quedaba a Vázquez en la punta derecha de su sección. El único para la base órdenes y alentar a la tropa. </p><p>El teniente Silva intentaba defenderse como podía. El combate y eran intensísimo y el enemigo aparecía detrás de una piedra tanto a tres metros como a veinte. Dos de los conscriptos que estaban con él cayeron herido por una ráfaga de ametralladora. Sin dar un instante Silva dejó la protección de su pozo y comenzó a arrastrar a uno de los conscriptos, buscando el reparo de una roca. Casi treinta metros lo separaban de lo que estimo que era un buen refugio para ese hombre que, de todas maneras, sin tiempo ni medios para curarlo moriría en poco minutos más.</p><p>Quédate aquí _ y le dijo, tratando de la le animó _. Te pondrá bien. En cuanto pueda regresaré a buscarte. Por favor no te mueva. </p><p>El conscriptos con sus dos manos tomándose el estómago del que brotaba mucha sangre, miro fijó a su jefe, en silencio, sin pronunciar palabra, tal vez de despidiéndose para siempre. </p><p>_ Tranquilo, tranquilo. Regreso enseguida _ insistió Silva. </p><p>Arrastrándose y evitando ser un blanco del nutrido fuego, hizo el camino de vuelta. Jadeando, se metió en el pozo donde estaba un FAP abandonado, pues el soldado a cargo había sido muerto, y comenzó a disparar hasta que se le trabó. </p><p>_ ¡Alcánzame algo para tirar! _ le pidió al conscriptos Rodríguez, de la sección del teniente Vázquez.</p><p>Rodríguez, que estaba ubicado cerca, se aproximó y le entrego un fusil. </p><p>_ Gracias, algo es algo _ dijo Silva intentando que una sonrisa se dibujaba en su cara en merecida. </p><p>Poco a poco, en una avance en perfecta formación los británicos se fueron afianzando. Las bajas de los hombres de la nácar fueron en aumento, al mismo tiempo que se le incrementa el número de los ingleses mezclados entre los pozos de la sección. </p><p>¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué durante el primer asalto y pese a la intensidad del combate de los infantes argentinos tuvieron tan pocas bajas? La respuesta surge un ante un rápido análisis: porque la cuarta sección estaba entera y había apoyo mutuo entre los conscriptos. Cada pozo era apoyado por los pozos de sus costados. Cada uno protegía la espalda de lo otro, el costado del otro. De ahí que los ingleses tuvieron que combatir no contra un pozo sino contra varios a la vez. </p><p>Pero en el segundo asalto, los británicos comenzaron a utilizarse una táctica que rápidamente le dio muy buenos resultados: tres o cuatro hombres, agazapado a diez o doce metros de distancia, se levantaban simultáneamente y corría en dirección al pozo más cercano. Se le podía tirar a matar a uno o dos, pero un paro de ellos llegaba al pozo matando a los que allí estaban. Un precio caro, pero cuando así procedían el resultado era siempre el mismo. Las granadas de mano en esos casos eran inútiles. los infantes argentinos utilizaban granadas americanas M-67, inservibles para frenar a un hombre que se acercaba corriendo a un pozo, ya que sólo explotaba con 5 o 6 segundos de retardo, por lo que las distancia de combate cuerpo a cuerpo la tornaban inapropiadas. </p><p>Así paulatinamente, la desproporción de las fuerzas de hizo cada vez más evidente. A Vázquez, más que las bajas, le preocupaba no poder sacarse de encima a sus enemigos; impedir que fueran ocupando las posiciones en la forma en que lo estaban haciendo. Le pidió a Fochesatto que lo comunicara con el teniente Villarraza:</p><p>_Verde, aquí Verde 4.</p><p>_Verde</p><p>_ ¿Que ocurre con los refuerzos?</p><p>_Aguante que están por salir.</p><p>_Recibido. </p><p>Minutos antes de las tres de la madrugada, un soldado de ejército se arrastró hasta el pozo donde estaba Vázquez y grito: </p><p>-¡Mi teniente! ¡Mi teniente! Le dieron al subteniente Silva. </p><p>_ ¿Qué le pasó?</p><p>_ Le dieron un tiro en el pecho y uno en el brazo tira sangre por la boca (**)</p><p>_ ¿Está vivo?</p><p>_ Si mi teniente. </p><p>_ Bueno, arrástralo con cuidado, mételo en un pozo y trata de hacerle alguna curación. </p><p>"¿Qué puedo hacer?", "¿Que le puedo decir?", pensó Vázquez. Pero cinco minutos después el mismo soldado regresó. </p><p>_ Mi teniente, el subteniente Silva murió. </p><p>Vázquez perdía así un oficial muy valioso, que permanentemente arengaba a sus hombres para que combatieran y que transmitía las órdenes en forma constante, allí donde la voz de Vázquez no llegaba. </p><p>¿Qué había movido al soldado a regresar para avisar que Silva había muerto? ¿Para que arriesgarse?</p><p>Esa necesidad de informar tan sólo la muerte de un jefe hay que buscarla en un sentimiento que se da en todo combatiente: no hay peor cosa para el que maten a su jefe. Lo destruye. Su jefe, que es la única esperanza de salvación, por qué es el que más sabe. Si el jefe, que es el más adiestrado y el que más sabe murió, ¿qué esperanza le queda a él, que sabe menos y esta menos adiestrado? ¿Quién lo sacará de problema? Además su jefe, por la misma rutina de la vida militar, es el que atiende los problemas de los subordinados. Ha muerto quien atendía sus problemas. Y ahora ¿Quién se ocupara de él? ¿Quien le va a decir "córrete de ahí que te van a matar" o "cubrir" o "apunta para allá"? ¿Quien va a organizar el repliegue? Nadie.</p><p>El jefe en combate y todo. De ahí que con la muerte de los jefes se incrementa de inmediato la muerte de los subordinados. Caen en la desesperanza, en la desorientación, en la inseguridad, y es cuando los conscriptos comienzan a tener reacciones dubitativos, temerosa, inseguras, sobre todo en el combate cercano, en el que sobrevive el que tienen reflejo más aptos. El otro no. </p><p>Ese conscripto se arriesgó dos veces por dos motivos: primero, quiso ver la posibilidad de que salven a su superior herido, y segundo, si su jefe moría quería ser tomado por otro, escapar a la idea de que quedaba desprotegido. Una reacción muy humana. Una de las tantas facetas de la guerra. </p><p>Vázquez no tuvo tiempo de pensar en la muerte del subteniente Silva. Una ametralladora comenzó a tirarle desde una pared de piedra ubicada un poco más arriba de su pozo. Lo británicos lo tenían perfectamente localizado y ni bien asomaba la cabeza para impartir órdenes, recibía una andada de proyectiles. No podía dejar de dirigir el fuego, aún en un forma entrecortada. "Te voy a reventar", dijo entre dientes, con rabia, y tomando una granada antitanque la disparó en dirección a la ametralladora que le vomitar fuego. De inmediato tiro otra, era la suerte no lo acompañaba: una pego la base de la piedra y la otra siguió de largo. Era inútil, no podía abatidos . </p><p>_ ¡ Gasco! ¡Gasco! ¡ Tírale a esa ametralladora! _ grito Vázquez aún conscripto ubicado a su izquierda y al que había ascendido ese mismo día. "Cosas de guerra", pensó. Se había tomado la atribución de ascenderlo a dragoneante en pleno combate, pues le tenía mucha confianza. </p><p>_ ¡ Gasco! ¡Gasco! ¡ No seas hijo de ****! ¡ No me dejes solo ahora !</p><p>Sabía que el conscripto estaba vivo. Entonces, ¿ por qué no contestaba?</p><p>El dragoneante estaba tratando de destrabar la ametralladora. "Menos mal", exclamó cuando logró hacerla funcionar. Sin perdía el tiempo dirigió el fuego hacia quienes atacaban a Vázquez, dejándolo fuera de combate. </p><p>La situación era desesperante. Vázquez decidió bajar para hablar por radio, lo que generalmente y estaba a cargo del suboficial Fochesatto, pero cuando se trataba de algo muy importante lo hacia personalmente. </p><p>Alentar al pozo, lo primero que hizo fue apretar la tecla del equipo; en forma instantánea desaparecido el ruido característico de los aparatos que están receptando. Bajo tierra se escuchaba bien todo lo que ocurría afuera: las explosiones, los gritos, los disparos. Las detonaciones hacían temblar el suelo y estremecían a esos hombres que, sin embargo, ya les importaba poco la forma en que morirían. Eran conscientes de que posiblemente no saliesen con vida de ese pozo. Pero también estaban convencidos de que los ingleses no se le llevarían de arriba. </p><p>De pronto alguien hablo en inglés, ahí nomás, casi la boca del pozo. Vázquez y Fochesatto se quedaron petrificados. </p><p>_¡Al diablo ! ¡ No van a meter una "pepa" por el agujero ! _ exclamó Fochesatto.</p><p>Vázquez tenían la costumbre de dejar afuera dos fusiles, uno con la granada antitanque puesta y apuntando en una dirección y el otro en dirección opuesta. </p><p>En la desesperación se llevó por delante la radio, pero igual saltó fuera del pozo y tomo el fusil que tenía más a mano: el de la granada antitanque. A unos 7 metros, tirado cuerpo a tierra, de costado, un soldado británico hablaba por radio, y listo para meter una granada dentro del pozo, Vázquez no lo pensó dos veces; apuntó y disparó. El proyectil antitanque que pego a menos de medio metro del inglés, cuyo cuerpo saltó desplazado. </p><p>En esos instantes, en el medio sector oeste del teniente Vázquez, pero más hacía la derecha, un inglés llegó hasta uno de los pozos de zorro. El conscripto Feliz Ernesto Aguirre, a unos 30 metros vio al enemigo pero le falto rapidez para deducir si era un ingles o no, algo perfectamente aceptable teniendo en cuenta la confusión propia del momento, dado que el ataque británico era incesante. </p><p>_¡Si, es un inglés ! _ exclamó Aguirre y disparó su fusil. </p><p>Fue tarde. Un segundo antes de recibir un impacto en la espalda, el soldado tuvo tiempo de activar una granada de mano incendiarias y arrojarla dentro del pozo. El estallido fue inmediato. Lenguas de fuego salieron del interior, como buscando más víctimas. Un soldado salió rápidamente. Era una tea humana. Sin titubear se desprendió una manta en forma de poncho, revolcándose por el suelo. Le pareció increíble que no estuviese quemado. Como un resorte se irguió y giro la cabeza en uno y otros sentido buscando un arma. A poca distancia había un fusil, lo tomó, se arrastro hasta otro pozo y se metió en un interior para seguir combatiendo. </p><p>Vázquez volvió a comunicarse con el teniente Villarraza. </p><p>_ ¿Que pasa con los refuerzos? _ exclamó sin ocultar su preocupación. </p><p>_Ya están marchando, están en camino _ fue la respuesta, una mentira piadosas, ya que los refuerzos no se habían puesto en marcha. </p><p>Lo cierto era que el apoyo que necesitaba Vázquez y no llegaba y la situación empeoraba cada vez más. Las bajas iban en aumento. Munición no abundaban., En ese instante, Vázquez tomo una decisión: solicitar nuevamente fuego de artillería. </p><p>_Que tiren los morteros _ pidió por radio en un intento por sacarse de encima a los ingleses . </p><p>_ No, los morteros no porque en estos momentos están cumpliendo otra misión de fuego. </p><p>_ Bueno, entonces que tiren los 106 _ reclamo refiriéndose a la sección de morteros 106,6 mm, con seis piezas ubicada retaguardia entre el puesto de comandos del teniente Villarraza y el BIM 5 . </p><p>_ Recibido. </p><p>Pocos minutos después, los proyectiles de los mortero comenzaron a hacer temblar lugar, aliviando algo las presiones de los británicos, pero sólo un breve tiempo. </p><p>A las 3,30 de la madrugada, la ametralladora ubicada en el centro de la 4ta sección quedó sin municiones. El conscripto Aguirre y otros tres hombres que la servían continuaron disparando con sus fusiles. </p><p>A las 4, la ametralladora del extremo izquierdo envió una aviso "Munición consumida". Hasta esa hora Vázquez había mantenido el control sobre su sección. Sus ordenes eran cumplidas y se le informaba de cuanto ocurría, incluida la bajas que se iban produciendo. Sin duda, el sector más afectado era el centro y el del extremo derecho. </p><p>A partir de las 4,30, los ingleses comenzaron a ocupar los pozos de zorro. Ni en mataban hombre le sacaban y se metían en ellos. Así las cosas, los infantes de marina se encontraron con que a 7 o 10 metros a la izquierda o a la derecha, a atrás o adelante, en el sitio donde pocos minutos antes estaba un compañero, era ocupado por un enemigo.</p><p>La situación se había tornado desesperante, insostenible. Cada vez habría más ingleses disparando sorpresivamente desde los pozos. Vázquez sabía que no podía resistir mucho tiempo más. Tampoco disponía de mucho tiempo para pensar. Entonces tomó la decisión: batir la sección con su propio mortero calibre 60, con los cincuenta y cuatro proyectiles disponible . Una decisión terrible, el verdadero manotazo de abogado. Otra cosa no podía hacer. Salvo rendirse o morir irremediablemente. El intento valía la por. </p><p>Como el mortero es un arma de tiro cuervo, si se lo colocaba bien parado, tiene una distancia mínima de disparo. La única forma de batir su propia posiciones es sacándole el bípode. Eso fue precisamente lo que hicieron: le sacaron las patas, le pusieron dos cajones de municiones para sostener los... Y quedó paradito. </p><p>_Rótela _ dijo Vázquez dirigiéndose al dragoneante que hacía las veces de jefe de pieza , secundado por el conscripto Güida y otro al que aprobaban "Pankuka" _ ¿Tiene Güida puesto el guantes ?</p><p>_ Sí señor. Está listo.</p><p>Güida con un guante colocado en su mano derecha para protegerlo de calentamiento de el tubo, sostenía con la otra el proyectil. Con sus ojos fijos en el mortero , esperaba ansioso la orden para el primer disparo.</p><p>_¡Fuego !_ gritó Vázquez.</p><p>Comenzaron por el extremo derecho de la posición que ocupaba, pasando por el Centro y llegando al extremo izquierdo. Uno tras otro fueron explotando, provocando temblores y abundante humo y terronazos. En vano intentaron corregir la dirección de los disparos: un tubo sostenidos por cajones y con inclinación dada por la mano de un soldado, no podía asegurar mucha precisión. Los resultados fueron pobres; a pesar de sufrir numerosas bajas, los ingleses no retrocedieron. </p><p>Además de ser muchos, estaba bien protegido en los pozos de zorro. </p><p>_¡Esto se va al carajo! _ exclamó Vázquez _:Así no podemos continuar por mucho tiempo más .A ver si puedo comunicarme con el comando. Se acercó a la radio y comenzó a llamar al capitán Robacio. </p><p>_ Señor, aquí el teniente Vázquez _ dijo con voz angustiada. </p><p>Sí, capitán Robacio. Estábamos tratando de comunicarnos con usted. En gran parte del peso del combate esta centrada en su sección. ¿Qué quiere que hagamos?</p><p>_ Señor. ¡Tire con los obuses contra nosotros! </p><p>El pedido significaba ser batido por la propia artillería, nada menos que con abuse de 105 mm, los proyectiles más grandes que tenían y capaces de destruir los pozo de zorro. De todas formas no saldrían vivos.</p><p>Robacio alejó el tubo de su oreja y dudo un instante. </p><p>_ Pero Vázquez... </p><p>_Señor, por favor, tire ya mismo. Esto es insostenible.</p><p>_Bien, así lo haré. Continuemos al habla.</p><p>Se dio vuelta y dirigiéndose a su ayudante le dijo:</p><p>- Ordene abrir fuego con los 105 sobre las posiciones del teniente Vázquez.</p><p>Ya mismo. Pronto.</p><p>El primer disparo cayó lejos del blanco, exactamente a unos 500 metros. El terreno muy blando de las Islas y la intensa actividad a la que habían sido sometidas las piezas de artillería terminaron por desencajarlas totalmente.</p><p>- Señor, mando corrección, Alargar 900, derecha 500 - exclamo Vázquez.</p><p>Normalmente, la corrección en un tiro de artillería no es tan exagerada. De ahí la respuesta del capitán Robacio:</p><p>- Tranquilícese Vázquez. Esa corrección es imposible.</p><p>Tapando el tubo del teléfono de campaña, le dijo a su ayudante:</p><p>- Este pobre pibe, ya debe estar mal de la cabeza.</p><p>Pero Vázquez no estaba mal de la cabeza. Realmente el disparo había pegado lejos. Como el segundo tiro tardaba en llegar, el teniente gritó desesperado:</p><p>- ¡ Que esperan! ¡Tiren! ¡Tiren! ¡Nos están haciendo pelota!</p><p>Llega el segundo tiro. Largo, lejos de la posición.</p><p>- ¡Pero esta artillería de mierd@, no sirve para un carajo! ¡Métanse los cañones en el culo!</p><p>Vázquez estaba hablando nada menos que con su comandante. La muerte segura de él y de sus hombres lo desesperaba. Quería detener a los ingleses a toda costa. Tenia que hacerlo. No había otra alternativa.</p><p>De pronto, el tercer tiro pegó en la Sección.</p><p>- ¡Bien! ¡Así! ¡Así! - grito por radio -. Bien, señor, así. Señor perdóneme.</p><p>- Esta bien, hijo. Trate de aguantar _ dijo Robacio consiente del difícil momento por el que estaban pasando sus hombres.</p><p>A partir de ese momento los obuses de 105 comenzaron a batir la posición guiados por el oficial de la central de fuego de la batería de artillería, teniente Oscar González, un intimo amigo de Vázquez, que sabia perfectamente que estaba tirando contra su amigo y que lo más probable es que éste muriera ante el tremendo poder de fuego de esas piezas.</p><p>Pocos minutos después cesó el infierno desatado por las explosiones. Sin embargo, los ingleses estaban ahí, en su pozos.</p><p></p><p>Aproximadamente a las 5, el enemigo inicio su tercer asalto, en el que no hubo pausa como ocurrió entre el primero y el segundo, sino que al no quedar tantos británicos combatiendo, apareció otra oleada de refresco. La otra diferencia con las dos anteriores fue que no ocurrió de manera orgánica, no atacaron en perfecta formación.</p><p>Otra vez Vázquez reclamó los refuerzos, obteniendo una repuesta similar;</p><p>"Están en camino". Entonces insistió con el apoyo de los morteros de 81 mm del suboficial Cuñe, quien a pesar de tener otras misiones de fuego, había estado batiendo la zona de Vázquez con tres de sus piezas.</p><p>Pero Cuñe también tenia sus problemas. La insistencia de sus disparos les ocasionaba serios inconvenientes a los británicos en su avance. Desde el sur una fragata intentaba silenciarlo, pero su sección estaba al pie de Monte William, en un ángulo muerto donde los proyectiles no podían alcanzarlo. En cambio si recibía los impactos de dos morteros de 120 mm, abandonados en Dos Hermanas por tropas del RI-4, los que no tuvieron tiempo de destruirlos.</p><p>Mas tarde un buque Británico intento ubicar la posición de Cuñe. Este se comunico con el puesto de comando del BIM 5 desde donde le informaron que una fragata, en dirección al aeropuerto estaba tirando hacia Monte William.</p><p>Cuñe y el Cabo Principal Ramón Molina, tomaron el tiempo de bólido de los proyectiles de ese buque, desde el estampido de la boca del cañón hasta que caía, de manera tal que teniendo listos los morteros, los disparaban justo cuando caían los tiros del buque. Así, se confundían los explosiones del fuego enemigo con el fogonazo que se produce cuando es disparado el mortero, visible a mucha distancia.</p><p>A las 05:30 hs. Vázquez perdió el control efectivo de la sección. Ya no existía la cadena de hombres para retransmitir las órdenes.</p><p>La sección estaba cortada. Cada uno combatía por su pozo. Cada pozo era un mundo. Cada pozo una guerra. Cada uno peleaba por su pozo y por su vida. Así de simple.</p><p>A las 05:30 hs. Lo que había sido la 4ta. Sección ( mas los soldados del Subteniente Silva) estaba reducida a unos veinte o veintidós hombres. Había comenzado a agotarse la munición. Ante esa circunstancia tenían dos posibilidades: una quedarse en el pozo y rezar para que no les sucediera nada; la otra calar bayonetas… y a combatir.</p><p>Bayoneta. Una palabra que inspira miedo a cualquier soldado, por bueno que sea, por entrenado que esté. Esa lucha desagradable, a la cual se va, generalmente, con escasa practica, no cabria en la mente de ninguna persona que piense en la guerra, nada menos que a fines del siglo XX. Una guerra donde la electrónica y la sofisticación están a la orden del día. Sin embargo, los marinos del BIM 5 combatieron con bayoneta. Y los ingleses, adiestrados o no para ese combate cuerpo a cuerpo, apelaron sin dudar a ese elemento. Hasta los que estaban armados con Sterling.</p><p>Poco a poco los Británicos fueron ocupando los escasos pozos que quedaban en poder de los hombres del teniente Vázquez, bien matando a los que quedaban adentro, bien hiriéndolos y tomándolos prisioneros. Esto es algo para destacar .cuando podían tomaban prisioneros. Y tomar un prisioneros en esas sircunstancias, cuando a 10 metros el enemigo se defendía como podía, tirando con lo que tenía a su alcance, es un hecho que hablo muy bien de los británicos, ya que salvo la vida de muchos hombres.</p><p> <strong><u>CAE LA 4ta SECCIÓN</u></strong></p><p>A las 7de la mañana, noche cerrada pues amanecía aproximadamente a las 08:30 quedaban combatiendo solo tres pozos: el de Vázquez y uno a cada ladote este. El resto no combatía, ya casi no se escuchaban disparos.</p><p>El pozo de la derecha consumió toda la munición, por lo cual el conscripto Acosta se metió adentro y se quedo quieto, esperando que dios lo ayudase. En ese momento Vázquez tomo la radio y se comunico con el Capitán Robacio pidiéndole a los gritos:</p><p>- señor, ¡donde están los refuerzos que todavía no llegaron? No tengo mas munición, la gente no Combate, no contestan mis ordenes. No sé si están vivos o muertos.</p><p>Era la verdad. Vázquez no sabía si no combatían porque no querían pelear más o si no lo hacían porque no tenían mas municiones o estaban muertos. Desde las 4 de la madrugada no todos le habían informado ” munición consumida” . El daba una orden, pedía una información, pero nadie le contestaba </p><p>- aguante que van los refuerzos.</p><p>- Pero señor no aguanto más ¿que hago?.</p><p>En ese momento se escucho una fuerte detonación. Era en el pozo que estaba a la izquierda, a unos 8 metros de distancia. Allí estaban los conscriptos Güida y Pérez, en un primer momento integrantes de la dotación del mortero de 60; al quedar sin munición, habían continuado combatiendo con fusiles.</p><p>Cuando Güida se quedo sin municiones para su fusil, tres británicos se le fueron encima. Solo atino a meterse dentro del pozo, un enemigo a la carrera se acerco y metió una granada de fósforo en el interior. La explosión fue tremenda. Las esquirlas le perforaron las piernas, los pulmones. Los gases no le permitían respirar, Güida salio arrastrándose y tosiendo intensamente. El mismo ingles lo estaba esperando… con una ráfaga de Sterling afortunadamente con mala puntería pues solo una bala impacto en su espalda.</p><p>Güida no murió y su enemigo no quiso rematarlo, lo ayudo a incorporarse y lo tomo prisionero, aun grave como estaba.</p><p>El único pozo que quedaba era el de Vázquez, pero este solo tenia 10 proyectiles en el cargador de su fusil. Entonces tomo la decisión.</p><p>- fochesatto – le dijo al suboficial que compartía el pozo- se acabo todo ya no va mas. me voy a rendir.</p><p>- ¿rompemos la radio, señor?</p><p>- - si vamos</p><p>Cuando Vázquez asomo la cabeza , encontró a tres ingleses abundándole. Dos con fusiles FAL y uno con Sterling, los tres con bayoneta calada, esperando que saliese a solo 5 meteros de distancia. La primera reacción que tuvo fue meterse nuevamente con la rapidez de un topo. Como no escucho ningún disparo, saco una mano y grito.</p><p>-¡no tiren! ¡No tiren! </p><p>- esta bien salga de ahí.</p><p>- voy a salir. Si escucha un solo tiro salga y reviente a los que pueda. Si me dan a mi, también la liga usted.</p><p>- Esta bien señor- dijo Fochesatto mientras estrechaba la mano de su jefe. </p><p>Vázquez salio del pozo con las manos en la nuca. Sin dominar bien el idioma trato de hacerse entender.</p><p>- Soy el teniente Carlos Vázquez, jefe de las tropas de este lugar. No tiren más sobre mi gente que voy a ordenar que ellos no disparen más.</p><p>- -esta bien hable con ellos</p><p>- Vázquez grito lo más fuerte que pudo.</p><p>- Atención la 4ta. sección les habla el teniente Vázquez. La sección no combatirá más. Dejen sus armas y las posiciones y acérquense a mi pozo, con las manos en la nuca. Quédense tranquilos se va a respetar sus vidas.</p><p>Vázquez se quedo mirando. No salía nadie. Recién en ese momento tomo conciencia de las bajas que había tenido. Unos segundos después salieron cuatro hombres, todo lo que había quedado de la sección. No todos habían muerto, pero o estaban heridos y no podían moverse del pozo o ya los habían tomado prisioneros.</p><p>Vázquez tenía en su chaleco de combate una pistola. No sabía cuantos proyectiles le quedaban, pero tenía algunos. En ese instante un oficial escocés que observaba, un poco más alejado, lo que allí ocurría, se acerco y le dijo:</p><p>- entrégueme la pistola.</p><p>- Vázquez obedeció y cuando el oficial hizo prueba de mecanismos se le escapo un tiro que casi roza su cabeza( pensó Vázquez si este se mata a mi me amasijan) si inmutarse descargo el arma y se la guardo.</p><p>Comenzó a caminar en dirección a un soldado británico herido con el estomago abierto por una herida muy grande, gritaba de dolor. No era el único, muchos hombres eran retirados a pulso por enfermeros. A los muertos los dejaban en el lugar, para ser recogidos luego. El cuadro era dantescote por si, se completaba con una gran cantidad de equipo disperso por todos lados. El combate había sido terrible.</p><p>- señor – dijo Vázquez antes que el oficial se alejara – solicito permiso para revisar los pozos. Hay soldados heridos y si no los sacamos de ahí y les damos intención médica se van a morir.</p><p>- - lo lamento , pero por razones de seguridad no podrán ser revisados hasta el amanecer.</p><p>- Pero señor …</p><p>- Quédese tranquilo que ni bien amanezca yo mismo me encargare de que se revisen y recuperen a sus heridos(*). Si lo desea puedo acompañarlo para que reconozca sus muertos, los que se encuentran fuera de los pozos.</p><p>- Los Primeros cuerpos que vio fueron los de los 5 soldados del EA , que dos días atrás se habían incorporado a su sección, por lo que no conocía sus nombres. En todos los casos se agachaba, revisaba las chapas de identificación, pero ninguna estaba grabada, Del ultimo soldado extrajo de sus bolsillos una estampita de la virgen de lujan, una llave y un pequeño candado.</p><p>- esto lo guardare de recuerdo – dijo con voz entrecortada- quisiera saber como te llamas, aunque sea eso solo.</p><p>Siguió caminando. El oficial y tres soldados lo vigilaban a pocos metros. De pronto, se detuvo al lado de uno de sus conscriptos , de apellido Serles. “una onda expansiva” pensó al ver el cuerpo Hinchado. En su mano derecha apretaba una granada. Otro de sus hombres estaba muerto sobre una ametralladora, abrazándola, como , como no queriendo desprenderse de ella.</p><p>-¿No podemos darles sepultura? – dijo Vázquez.</p><p>- no de eso nos encargaremos después. Ahora usted y su gente tiene que venir conmigo.</p><p>Así finaliza el combate de la 4ta sección de la Compañía Nácar.</p><p>(*) Al día siguiente Vázquez se entero que el oficial Escocés había cumplido con su palabra y gracias a esa actitud se salvaron varios conscriptos. Entre ellos Khin a quien Vázquez consideraba muerto, luego de haberles curado precariamente una herida grave en el estomago. Es de destacar el buen trato que dieron los británicos a los heridos argentinos y la esmerada atención medica. Que estos recibieron.</p><p>Fuente libro de guerra del BIM 5 </p><p>Y libro BIM5 de Emilio Villarino</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="AIMARA, post: 542135, member: 1936"] [B][U][/U][/B] Poco duro la tregua del primer ataque. Exactamente a las dos, apenas media hora después de retirarse, los británicos lanzaron una segunda ola de asaltos, pero con tropas "frescas": habían reemplazado a los hombres de la Guardia Escocesa que combatieron la primera vez, por otro de las mismas unidades, descansado y con todo su armamento. -¡Señor! ¡Se vienen de nuevo! grito uno de los vigías desde la boca de un poso cercano a Vázquez, quien, con la mirada de su cuerpo fuera, comenzó a dirigir las alarmas sobre determinados blancos, a pedir el estado de la munición y básicamente a dar las órdenes de fuego. De nuevo el combate generalizado, todos tirando contra quien estuviese cerca. Otra vez el infierno del combate de infantería, donde se entremezclaba el tableteo de las ametralladoras, las explosiones de granadas, cohetes y proyectiles de diverso calibre, los disparos de los fusiles y los gritos de los heridos. A las 12,30, el grupo del suboficial primero Julio Castillo, en el extremo derecho de la sesión trataba de contener la embestida enemiga., con Castillo estaba el cabo segundo Almilcar Tejada, que habían viajado a Malvinas con el teniente Vázquez y el dragoneante José Luis Galarza, un muchacho que se habría destacado en ese grado y a quien Castillo quería como un hijo "Ese es mi pollo" decía con orgullo. Tres soldados británicos salieron de atrás de un montículo rocoso y disparando mientras corrían, mataron a la joven Galarza. El cabo Tejada, echado a unos siete metros de distancia, giró la ametralladora MG con la que hacía fuego hacia el sur y comenzó a disparar en dirección al enemigo, derribando a los que se acercaban a la carrera. Castillo, al ver la forma en que habían caído su de dragoneante, se incorporó, furioso, en momentos en que otros tres ingleses avanzaban hacia él, desde unos 15 a 20 metros. _ ¡Ingleses hijos de punta a! _ grito e intentó disparar su fusil automático. Pero un tiro en el pecho que salió por la espalda abriéndole una herida de 20 centímetros, lo tiró hacia atrás violentamente. Tejada giro otra vez la ametralladora y disparos sucesivas ráfaga hasta que los tres ingleses cayeron. Se arrastró hasta Castillo, con la esperanza de que hubiera querido, pero surge ese había fallecido instantáneamente (*). Castillo, Tejada y Galarza habrían aguantado estoicamente el avance enemigo, ya que el extremo derecho de la 4ta Sección, donde ellos estaba, era el sitio que recibía todo los ataques. Los británicos que desde el oeste llegaban al centro y la de izquierda de la Nácar, habían pasado primero por el extremo derecho donde eran "filtrados" por el Castillo y tejada Sólo en el primer asalto avanzaron por el Sur y por el Oeste. Con la muerte de Castillo, tejada pasó a ser el único jefe que le quedaba a Vázquez en la punta derecha de su sección. El único para la base órdenes y alentar a la tropa. El teniente Silva intentaba defenderse como podía. El combate y eran intensísimo y el enemigo aparecía detrás de una piedra tanto a tres metros como a veinte. Dos de los conscriptos que estaban con él cayeron herido por una ráfaga de ametralladora. Sin dar un instante Silva dejó la protección de su pozo y comenzó a arrastrar a uno de los conscriptos, buscando el reparo de una roca. Casi treinta metros lo separaban de lo que estimo que era un buen refugio para ese hombre que, de todas maneras, sin tiempo ni medios para curarlo moriría en poco minutos más. Quédate aquí _ y le dijo, tratando de la le animó _. Te pondrá bien. En cuanto pueda regresaré a buscarte. Por favor no te mueva. El conscriptos con sus dos manos tomándose el estómago del que brotaba mucha sangre, miro fijó a su jefe, en silencio, sin pronunciar palabra, tal vez de despidiéndose para siempre. _ Tranquilo, tranquilo. Regreso enseguida _ insistió Silva. Arrastrándose y evitando ser un blanco del nutrido fuego, hizo el camino de vuelta. Jadeando, se metió en el pozo donde estaba un FAP abandonado, pues el soldado a cargo había sido muerto, y comenzó a disparar hasta que se le trabó. _ ¡Alcánzame algo para tirar! _ le pidió al conscriptos Rodríguez, de la sección del teniente Vázquez. Rodríguez, que estaba ubicado cerca, se aproximó y le entrego un fusil. _ Gracias, algo es algo _ dijo Silva intentando que una sonrisa se dibujaba en su cara en merecida. Poco a poco, en una avance en perfecta formación los británicos se fueron afianzando. Las bajas de los hombres de la nácar fueron en aumento, al mismo tiempo que se le incrementa el número de los ingleses mezclados entre los pozos de la sección. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué durante el primer asalto y pese a la intensidad del combate de los infantes argentinos tuvieron tan pocas bajas? La respuesta surge un ante un rápido análisis: porque la cuarta sección estaba entera y había apoyo mutuo entre los conscriptos. Cada pozo era apoyado por los pozos de sus costados. Cada uno protegía la espalda de lo otro, el costado del otro. De ahí que los ingleses tuvieron que combatir no contra un pozo sino contra varios a la vez. Pero en el segundo asalto, los británicos comenzaron a utilizarse una táctica que rápidamente le dio muy buenos resultados: tres o cuatro hombres, agazapado a diez o doce metros de distancia, se levantaban simultáneamente y corría en dirección al pozo más cercano. Se le podía tirar a matar a uno o dos, pero un paro de ellos llegaba al pozo matando a los que allí estaban. Un precio caro, pero cuando así procedían el resultado era siempre el mismo. Las granadas de mano en esos casos eran inútiles. los infantes argentinos utilizaban granadas americanas M-67, inservibles para frenar a un hombre que se acercaba corriendo a un pozo, ya que sólo explotaba con 5 o 6 segundos de retardo, por lo que las distancia de combate cuerpo a cuerpo la tornaban inapropiadas. Así paulatinamente, la desproporción de las fuerzas de hizo cada vez más evidente. A Vázquez, más que las bajas, le preocupaba no poder sacarse de encima a sus enemigos; impedir que fueran ocupando las posiciones en la forma en que lo estaban haciendo. Le pidió a Fochesatto que lo comunicara con el teniente Villarraza: _Verde, aquí Verde 4. _Verde _ ¿Que ocurre con los refuerzos? _Aguante que están por salir. _Recibido. Minutos antes de las tres de la madrugada, un soldado de ejército se arrastró hasta el pozo donde estaba Vázquez y grito: -¡Mi teniente! ¡Mi teniente! Le dieron al subteniente Silva. _ ¿Qué le pasó? _ Le dieron un tiro en el pecho y uno en el brazo tira sangre por la boca (**) _ ¿Está vivo? _ Si mi teniente. _ Bueno, arrástralo con cuidado, mételo en un pozo y trata de hacerle alguna curación. "¿Qué puedo hacer?", "¿Que le puedo decir?", pensó Vázquez. Pero cinco minutos después el mismo soldado regresó. _ Mi teniente, el subteniente Silva murió. Vázquez perdía así un oficial muy valioso, que permanentemente arengaba a sus hombres para que combatieran y que transmitía las órdenes en forma constante, allí donde la voz de Vázquez no llegaba. ¿Qué había movido al soldado a regresar para avisar que Silva había muerto? ¿Para que arriesgarse? Esa necesidad de informar tan sólo la muerte de un jefe hay que buscarla en un sentimiento que se da en todo combatiente: no hay peor cosa para el que maten a su jefe. Lo destruye. Su jefe, que es la única esperanza de salvación, por qué es el que más sabe. Si el jefe, que es el más adiestrado y el que más sabe murió, ¿qué esperanza le queda a él, que sabe menos y esta menos adiestrado? ¿Quién lo sacará de problema? Además su jefe, por la misma rutina de la vida militar, es el que atiende los problemas de los subordinados. Ha muerto quien atendía sus problemas. Y ahora ¿Quién se ocupara de él? ¿Quien le va a decir "córrete de ahí que te van a matar" o "cubrir" o "apunta para allá"? ¿Quien va a organizar el repliegue? Nadie. El jefe en combate y todo. De ahí que con la muerte de los jefes se incrementa de inmediato la muerte de los subordinados. Caen en la desesperanza, en la desorientación, en la inseguridad, y es cuando los conscriptos comienzan a tener reacciones dubitativos, temerosa, inseguras, sobre todo en el combate cercano, en el que sobrevive el que tienen reflejo más aptos. El otro no. Ese conscripto se arriesgó dos veces por dos motivos: primero, quiso ver la posibilidad de que salven a su superior herido, y segundo, si su jefe moría quería ser tomado por otro, escapar a la idea de que quedaba desprotegido. Una reacción muy humana. Una de las tantas facetas de la guerra. Vázquez no tuvo tiempo de pensar en la muerte del subteniente Silva. Una ametralladora comenzó a tirarle desde una pared de piedra ubicada un poco más arriba de su pozo. Lo británicos lo tenían perfectamente localizado y ni bien asomaba la cabeza para impartir órdenes, recibía una andada de proyectiles. No podía dejar de dirigir el fuego, aún en un forma entrecortada. "Te voy a reventar", dijo entre dientes, con rabia, y tomando una granada antitanque la disparó en dirección a la ametralladora que le vomitar fuego. De inmediato tiro otra, era la suerte no lo acompañaba: una pego la base de la piedra y la otra siguió de largo. Era inútil, no podía abatidos . _ ¡ Gasco! ¡Gasco! ¡ Tírale a esa ametralladora! _ grito Vázquez aún conscripto ubicado a su izquierda y al que había ascendido ese mismo día. "Cosas de guerra", pensó. Se había tomado la atribución de ascenderlo a dragoneante en pleno combate, pues le tenía mucha confianza. _ ¡ Gasco! ¡Gasco! ¡ No seas hijo de ****! ¡ No me dejes solo ahora ! Sabía que el conscripto estaba vivo. Entonces, ¿ por qué no contestaba? El dragoneante estaba tratando de destrabar la ametralladora. "Menos mal", exclamó cuando logró hacerla funcionar. Sin perdía el tiempo dirigió el fuego hacia quienes atacaban a Vázquez, dejándolo fuera de combate. La situación era desesperante. Vázquez decidió bajar para hablar por radio, lo que generalmente y estaba a cargo del suboficial Fochesatto, pero cuando se trataba de algo muy importante lo hacia personalmente. Alentar al pozo, lo primero que hizo fue apretar la tecla del equipo; en forma instantánea desaparecido el ruido característico de los aparatos que están receptando. Bajo tierra se escuchaba bien todo lo que ocurría afuera: las explosiones, los gritos, los disparos. Las detonaciones hacían temblar el suelo y estremecían a esos hombres que, sin embargo, ya les importaba poco la forma en que morirían. Eran conscientes de que posiblemente no saliesen con vida de ese pozo. Pero también estaban convencidos de que los ingleses no se le llevarían de arriba. De pronto alguien hablo en inglés, ahí nomás, casi la boca del pozo. Vázquez y Fochesatto se quedaron petrificados. _¡Al diablo ! ¡ No van a meter una "pepa" por el agujero ! _ exclamó Fochesatto. Vázquez tenían la costumbre de dejar afuera dos fusiles, uno con la granada antitanque puesta y apuntando en una dirección y el otro en dirección opuesta. En la desesperación se llevó por delante la radio, pero igual saltó fuera del pozo y tomo el fusil que tenía más a mano: el de la granada antitanque. A unos 7 metros, tirado cuerpo a tierra, de costado, un soldado británico hablaba por radio, y listo para meter una granada dentro del pozo, Vázquez no lo pensó dos veces; apuntó y disparó. El proyectil antitanque que pego a menos de medio metro del inglés, cuyo cuerpo saltó desplazado. En esos instantes, en el medio sector oeste del teniente Vázquez, pero más hacía la derecha, un inglés llegó hasta uno de los pozos de zorro. El conscripto Feliz Ernesto Aguirre, a unos 30 metros vio al enemigo pero le falto rapidez para deducir si era un ingles o no, algo perfectamente aceptable teniendo en cuenta la confusión propia del momento, dado que el ataque británico era incesante. _¡Si, es un inglés ! _ exclamó Aguirre y disparó su fusil. Fue tarde. Un segundo antes de recibir un impacto en la espalda, el soldado tuvo tiempo de activar una granada de mano incendiarias y arrojarla dentro del pozo. El estallido fue inmediato. Lenguas de fuego salieron del interior, como buscando más víctimas. Un soldado salió rápidamente. Era una tea humana. Sin titubear se desprendió una manta en forma de poncho, revolcándose por el suelo. Le pareció increíble que no estuviese quemado. Como un resorte se irguió y giro la cabeza en uno y otros sentido buscando un arma. A poca distancia había un fusil, lo tomó, se arrastro hasta otro pozo y se metió en un interior para seguir combatiendo. Vázquez volvió a comunicarse con el teniente Villarraza. _ ¿Que pasa con los refuerzos? _ exclamó sin ocultar su preocupación. _Ya están marchando, están en camino _ fue la respuesta, una mentira piadosas, ya que los refuerzos no se habían puesto en marcha. Lo cierto era que el apoyo que necesitaba Vázquez y no llegaba y la situación empeoraba cada vez más. Las bajas iban en aumento. Munición no abundaban., En ese instante, Vázquez tomo una decisión: solicitar nuevamente fuego de artillería. _Que tiren los morteros _ pidió por radio en un intento por sacarse de encima a los ingleses . _ No, los morteros no porque en estos momentos están cumpliendo otra misión de fuego. _ Bueno, entonces que tiren los 106 _ reclamo refiriéndose a la sección de morteros 106,6 mm, con seis piezas ubicada retaguardia entre el puesto de comandos del teniente Villarraza y el BIM 5 . _ Recibido. Pocos minutos después, los proyectiles de los mortero comenzaron a hacer temblar lugar, aliviando algo las presiones de los británicos, pero sólo un breve tiempo. A las 3,30 de la madrugada, la ametralladora ubicada en el centro de la 4ta sección quedó sin municiones. El conscripto Aguirre y otros tres hombres que la servían continuaron disparando con sus fusiles. A las 4, la ametralladora del extremo izquierdo envió una aviso "Munición consumida". Hasta esa hora Vázquez había mantenido el control sobre su sección. Sus ordenes eran cumplidas y se le informaba de cuanto ocurría, incluida la bajas que se iban produciendo. Sin duda, el sector más afectado era el centro y el del extremo derecho. A partir de las 4,30, los ingleses comenzaron a ocupar los pozos de zorro. Ni en mataban hombre le sacaban y se metían en ellos. Así las cosas, los infantes de marina se encontraron con que a 7 o 10 metros a la izquierda o a la derecha, a atrás o adelante, en el sitio donde pocos minutos antes estaba un compañero, era ocupado por un enemigo. La situación se había tornado desesperante, insostenible. Cada vez habría más ingleses disparando sorpresivamente desde los pozos. Vázquez sabía que no podía resistir mucho tiempo más. Tampoco disponía de mucho tiempo para pensar. Entonces tomó la decisión: batir la sección con su propio mortero calibre 60, con los cincuenta y cuatro proyectiles disponible . Una decisión terrible, el verdadero manotazo de abogado. Otra cosa no podía hacer. Salvo rendirse o morir irremediablemente. El intento valía la por. Como el mortero es un arma de tiro cuervo, si se lo colocaba bien parado, tiene una distancia mínima de disparo. La única forma de batir su propia posiciones es sacándole el bípode. Eso fue precisamente lo que hicieron: le sacaron las patas, le pusieron dos cajones de municiones para sostener los... Y quedó paradito. _Rótela _ dijo Vázquez dirigiéndose al dragoneante que hacía las veces de jefe de pieza , secundado por el conscripto Güida y otro al que aprobaban "Pankuka" _ ¿Tiene Güida puesto el guantes ? _ Sí señor. Está listo. Güida con un guante colocado en su mano derecha para protegerlo de calentamiento de el tubo, sostenía con la otra el proyectil. Con sus ojos fijos en el mortero , esperaba ansioso la orden para el primer disparo. _¡Fuego !_ gritó Vázquez. Comenzaron por el extremo derecho de la posición que ocupaba, pasando por el Centro y llegando al extremo izquierdo. Uno tras otro fueron explotando, provocando temblores y abundante humo y terronazos. En vano intentaron corregir la dirección de los disparos: un tubo sostenidos por cajones y con inclinación dada por la mano de un soldado, no podía asegurar mucha precisión. Los resultados fueron pobres; a pesar de sufrir numerosas bajas, los ingleses no retrocedieron. Además de ser muchos, estaba bien protegido en los pozos de zorro. _¡Esto se va al carajo! _ exclamó Vázquez _:Así no podemos continuar por mucho tiempo más .A ver si puedo comunicarme con el comando. Se acercó a la radio y comenzó a llamar al capitán Robacio. _ Señor, aquí el teniente Vázquez _ dijo con voz angustiada. Sí, capitán Robacio. Estábamos tratando de comunicarnos con usted. En gran parte del peso del combate esta centrada en su sección. ¿Qué quiere que hagamos? _ Señor. ¡Tire con los obuses contra nosotros! El pedido significaba ser batido por la propia artillería, nada menos que con abuse de 105 mm, los proyectiles más grandes que tenían y capaces de destruir los pozo de zorro. De todas formas no saldrían vivos. Robacio alejó el tubo de su oreja y dudo un instante. _ Pero Vázquez... _Señor, por favor, tire ya mismo. Esto es insostenible. _Bien, así lo haré. Continuemos al habla. Se dio vuelta y dirigiéndose a su ayudante le dijo: - Ordene abrir fuego con los 105 sobre las posiciones del teniente Vázquez. Ya mismo. Pronto. El primer disparo cayó lejos del blanco, exactamente a unos 500 metros. El terreno muy blando de las Islas y la intensa actividad a la que habían sido sometidas las piezas de artillería terminaron por desencajarlas totalmente. - Señor, mando corrección, Alargar 900, derecha 500 - exclamo Vázquez. Normalmente, la corrección en un tiro de artillería no es tan exagerada. De ahí la respuesta del capitán Robacio: - Tranquilícese Vázquez. Esa corrección es imposible. Tapando el tubo del teléfono de campaña, le dijo a su ayudante: - Este pobre pibe, ya debe estar mal de la cabeza. Pero Vázquez no estaba mal de la cabeza. Realmente el disparo había pegado lejos. Como el segundo tiro tardaba en llegar, el teniente gritó desesperado: - ¡ Que esperan! ¡Tiren! ¡Tiren! ¡Nos están haciendo pelota! Llega el segundo tiro. Largo, lejos de la posición. - ¡Pero esta artillería de mierd@, no sirve para un carajo! ¡Métanse los cañones en el culo! Vázquez estaba hablando nada menos que con su comandante. La muerte segura de él y de sus hombres lo desesperaba. Quería detener a los ingleses a toda costa. Tenia que hacerlo. No había otra alternativa. De pronto, el tercer tiro pegó en la Sección. - ¡Bien! ¡Así! ¡Así! - grito por radio -. Bien, señor, así. Señor perdóneme. - Esta bien, hijo. Trate de aguantar _ dijo Robacio consiente del difícil momento por el que estaban pasando sus hombres. A partir de ese momento los obuses de 105 comenzaron a batir la posición guiados por el oficial de la central de fuego de la batería de artillería, teniente Oscar González, un intimo amigo de Vázquez, que sabia perfectamente que estaba tirando contra su amigo y que lo más probable es que éste muriera ante el tremendo poder de fuego de esas piezas. Pocos minutos después cesó el infierno desatado por las explosiones. Sin embargo, los ingleses estaban ahí, en su pozos. Aproximadamente a las 5, el enemigo inicio su tercer asalto, en el que no hubo pausa como ocurrió entre el primero y el segundo, sino que al no quedar tantos británicos combatiendo, apareció otra oleada de refresco. La otra diferencia con las dos anteriores fue que no ocurrió de manera orgánica, no atacaron en perfecta formación. Otra vez Vázquez reclamó los refuerzos, obteniendo una repuesta similar; "Están en camino". Entonces insistió con el apoyo de los morteros de 81 mm del suboficial Cuñe, quien a pesar de tener otras misiones de fuego, había estado batiendo la zona de Vázquez con tres de sus piezas. Pero Cuñe también tenia sus problemas. La insistencia de sus disparos les ocasionaba serios inconvenientes a los británicos en su avance. Desde el sur una fragata intentaba silenciarlo, pero su sección estaba al pie de Monte William, en un ángulo muerto donde los proyectiles no podían alcanzarlo. En cambio si recibía los impactos de dos morteros de 120 mm, abandonados en Dos Hermanas por tropas del RI-4, los que no tuvieron tiempo de destruirlos. Mas tarde un buque Británico intento ubicar la posición de Cuñe. Este se comunico con el puesto de comando del BIM 5 desde donde le informaron que una fragata, en dirección al aeropuerto estaba tirando hacia Monte William. Cuñe y el Cabo Principal Ramón Molina, tomaron el tiempo de bólido de los proyectiles de ese buque, desde el estampido de la boca del cañón hasta que caía, de manera tal que teniendo listos los morteros, los disparaban justo cuando caían los tiros del buque. Así, se confundían los explosiones del fuego enemigo con el fogonazo que se produce cuando es disparado el mortero, visible a mucha distancia. A las 05:30 hs. Vázquez perdió el control efectivo de la sección. Ya no existía la cadena de hombres para retransmitir las órdenes. La sección estaba cortada. Cada uno combatía por su pozo. Cada pozo era un mundo. Cada pozo una guerra. Cada uno peleaba por su pozo y por su vida. Así de simple. A las 05:30 hs. Lo que había sido la 4ta. Sección ( mas los soldados del Subteniente Silva) estaba reducida a unos veinte o veintidós hombres. Había comenzado a agotarse la munición. Ante esa circunstancia tenían dos posibilidades: una quedarse en el pozo y rezar para que no les sucediera nada; la otra calar bayonetas… y a combatir. Bayoneta. Una palabra que inspira miedo a cualquier soldado, por bueno que sea, por entrenado que esté. Esa lucha desagradable, a la cual se va, generalmente, con escasa practica, no cabria en la mente de ninguna persona que piense en la guerra, nada menos que a fines del siglo XX. Una guerra donde la electrónica y la sofisticación están a la orden del día. Sin embargo, los marinos del BIM 5 combatieron con bayoneta. Y los ingleses, adiestrados o no para ese combate cuerpo a cuerpo, apelaron sin dudar a ese elemento. Hasta los que estaban armados con Sterling. Poco a poco los Británicos fueron ocupando los escasos pozos que quedaban en poder de los hombres del teniente Vázquez, bien matando a los que quedaban adentro, bien hiriéndolos y tomándolos prisioneros. Esto es algo para destacar .cuando podían tomaban prisioneros. Y tomar un prisioneros en esas sircunstancias, cuando a 10 metros el enemigo se defendía como podía, tirando con lo que tenía a su alcance, es un hecho que hablo muy bien de los británicos, ya que salvo la vida de muchos hombres. [B][U]CAE LA 4ta SECCIÓN[/U][/B] A las 7de la mañana, noche cerrada pues amanecía aproximadamente a las 08:30 quedaban combatiendo solo tres pozos: el de Vázquez y uno a cada ladote este. El resto no combatía, ya casi no se escuchaban disparos. El pozo de la derecha consumió toda la munición, por lo cual el conscripto Acosta se metió adentro y se quedo quieto, esperando que dios lo ayudase. En ese momento Vázquez tomo la radio y se comunico con el Capitán Robacio pidiéndole a los gritos: - señor, ¡donde están los refuerzos que todavía no llegaron? No tengo mas munición, la gente no Combate, no contestan mis ordenes. No sé si están vivos o muertos. Era la verdad. Vázquez no sabía si no combatían porque no querían pelear más o si no lo hacían porque no tenían mas municiones o estaban muertos. Desde las 4 de la madrugada no todos le habían informado ” munición consumida” . El daba una orden, pedía una información, pero nadie le contestaba - aguante que van los refuerzos. - Pero señor no aguanto más ¿que hago?. En ese momento se escucho una fuerte detonación. Era en el pozo que estaba a la izquierda, a unos 8 metros de distancia. Allí estaban los conscriptos Güida y Pérez, en un primer momento integrantes de la dotación del mortero de 60; al quedar sin munición, habían continuado combatiendo con fusiles. Cuando Güida se quedo sin municiones para su fusil, tres británicos se le fueron encima. Solo atino a meterse dentro del pozo, un enemigo a la carrera se acerco y metió una granada de fósforo en el interior. La explosión fue tremenda. Las esquirlas le perforaron las piernas, los pulmones. Los gases no le permitían respirar, Güida salio arrastrándose y tosiendo intensamente. El mismo ingles lo estaba esperando… con una ráfaga de Sterling afortunadamente con mala puntería pues solo una bala impacto en su espalda. Güida no murió y su enemigo no quiso rematarlo, lo ayudo a incorporarse y lo tomo prisionero, aun grave como estaba. El único pozo que quedaba era el de Vázquez, pero este solo tenia 10 proyectiles en el cargador de su fusil. Entonces tomo la decisión. - fochesatto – le dijo al suboficial que compartía el pozo- se acabo todo ya no va mas. me voy a rendir. - ¿rompemos la radio, señor? - - si vamos Cuando Vázquez asomo la cabeza , encontró a tres ingleses abundándole. Dos con fusiles FAL y uno con Sterling, los tres con bayoneta calada, esperando que saliese a solo 5 meteros de distancia. La primera reacción que tuvo fue meterse nuevamente con la rapidez de un topo. Como no escucho ningún disparo, saco una mano y grito. -¡no tiren! ¡No tiren! - esta bien salga de ahí. - voy a salir. Si escucha un solo tiro salga y reviente a los que pueda. Si me dan a mi, también la liga usted. - Esta bien señor- dijo Fochesatto mientras estrechaba la mano de su jefe. Vázquez salio del pozo con las manos en la nuca. Sin dominar bien el idioma trato de hacerse entender. - Soy el teniente Carlos Vázquez, jefe de las tropas de este lugar. No tiren más sobre mi gente que voy a ordenar que ellos no disparen más. - -esta bien hable con ellos - Vázquez grito lo más fuerte que pudo. - Atención la 4ta. sección les habla el teniente Vázquez. La sección no combatirá más. Dejen sus armas y las posiciones y acérquense a mi pozo, con las manos en la nuca. Quédense tranquilos se va a respetar sus vidas. Vázquez se quedo mirando. No salía nadie. Recién en ese momento tomo conciencia de las bajas que había tenido. Unos segundos después salieron cuatro hombres, todo lo que había quedado de la sección. No todos habían muerto, pero o estaban heridos y no podían moverse del pozo o ya los habían tomado prisioneros. Vázquez tenía en su chaleco de combate una pistola. No sabía cuantos proyectiles le quedaban, pero tenía algunos. En ese instante un oficial escocés que observaba, un poco más alejado, lo que allí ocurría, se acerco y le dijo: - entrégueme la pistola. - Vázquez obedeció y cuando el oficial hizo prueba de mecanismos se le escapo un tiro que casi roza su cabeza( pensó Vázquez si este se mata a mi me amasijan) si inmutarse descargo el arma y se la guardo. Comenzó a caminar en dirección a un soldado británico herido con el estomago abierto por una herida muy grande, gritaba de dolor. No era el único, muchos hombres eran retirados a pulso por enfermeros. A los muertos los dejaban en el lugar, para ser recogidos luego. El cuadro era dantescote por si, se completaba con una gran cantidad de equipo disperso por todos lados. El combate había sido terrible. - señor – dijo Vázquez antes que el oficial se alejara – solicito permiso para revisar los pozos. Hay soldados heridos y si no los sacamos de ahí y les damos intención médica se van a morir. - - lo lamento , pero por razones de seguridad no podrán ser revisados hasta el amanecer. - Pero señor … - Quédese tranquilo que ni bien amanezca yo mismo me encargare de que se revisen y recuperen a sus heridos(*). Si lo desea puedo acompañarlo para que reconozca sus muertos, los que se encuentran fuera de los pozos. - Los Primeros cuerpos que vio fueron los de los 5 soldados del EA , que dos días atrás se habían incorporado a su sección, por lo que no conocía sus nombres. En todos los casos se agachaba, revisaba las chapas de identificación, pero ninguna estaba grabada, Del ultimo soldado extrajo de sus bolsillos una estampita de la virgen de lujan, una llave y un pequeño candado. - esto lo guardare de recuerdo – dijo con voz entrecortada- quisiera saber como te llamas, aunque sea eso solo. Siguió caminando. El oficial y tres soldados lo vigilaban a pocos metros. De pronto, se detuvo al lado de uno de sus conscriptos , de apellido Serles. “una onda expansiva” pensó al ver el cuerpo Hinchado. En su mano derecha apretaba una granada. Otro de sus hombres estaba muerto sobre una ametralladora, abrazándola, como , como no queriendo desprenderse de ella. -¿No podemos darles sepultura? – dijo Vázquez. - no de eso nos encargaremos después. Ahora usted y su gente tiene que venir conmigo. Así finaliza el combate de la 4ta sección de la Compañía Nácar. (*) Al día siguiente Vázquez se entero que el oficial Escocés había cumplido con su palabra y gracias a esa actitud se salvaron varios conscriptos. Entre ellos Khin a quien Vázquez consideraba muerto, luego de haberles curado precariamente una herida grave en el estomago. Es de destacar el buen trato que dieron los británicos a los heridos argentinos y la esmerada atención medica. Que estos recibieron. Fuente libro de guerra del BIM 5 Y libro BIM5 de Emilio Villarino [/QUOTE]
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Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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Combates de infantería en Malvinas
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