Derruido
Colaborador
0355-S-03
(S.-355/03)
Proyecto de declaración
El Senado de la Nación
DECLARA:
Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo nacional inicie las gestiones necesarias para la renovación del material aéreo de combate con que cuenta la Fuerza Aérea Argentina, especialmente en materia de aparatos con capacidad de intercepción, sin perjuicio de la actualización o potenciación del material existente que sea conveniente retener a fin de mantener el equilibrio estratégico regional, ante las adquisiciones de material aéreo realizadas por la República de Chile y las que prevé realizar en breve la República Federativa de Brasil; procurando prioritariamente entre las alternativas posibles, aquellas que permitan satisfacer la indicada necesidad con el mínimo costo posible.
Rubén A. Martí.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
El cumplimiento de la misión fundamental que deben cumplir las fuerzas armadas de disuadir y en su caso, rechazar cualquier agresión armada externa, impuesta por la ley 23.554 de defensa nacional y, en particular, de la Fuerza Aérea Argentina, de disuadir y en caso necesario ejecutar las acciones y operaciones aéreas que posibiliten obtener los objetivos determinados por la conducción estratégica militar para contribuir a la defensa nacional –entre otras competencias de dicha institución– requiere –entre otros muchos aspectos– contar con material aéreo de combate de alta tecnología.
Se ha escrito respecto de la disuasión, que “…La disuasión tiende a impedir que una potencia adversa tome la decisión de emplear sus armas o, más generalmente, que actúe o reaccione frente a una situación dada, mediante la existencia de un conjunto de disposiciones que constituyan una amenaza suficiente. Por tanto, es un resultado psicológico el que se busca mediante una amenaza. Semejante resultado psicológico procede de la combinación de un cálculo que lleva a comparar el riesgo a correr con el envite, y el temor producido por los riesgos con las incógnitas del conflicto. El cálculo se deriva del estudio de los datos materiales. El temor nace de factores psicológicos complejos de orden político, social, moral, etcétera. Tales factores se encuentran con frecuencia vinculados al cálculo material, aunque a veces resulten independientes de él…” (André Beaufre, Disuasión y estrategia).
Ha sido señalado en el mismo sentido por muchos autores, que dos de los requisitos fundamentales para la existencia de disuasión son la capacidad para imponer costos inaceptables al eventual agresor, y la credibilidad fundada tanto en la aludida capacidad, como en la certeza de que tales costos habrán de ser impuestos, en el caso de cometerse la agresión. Como puede advertirse, la eficacia disuasiva de las fuerzas armadas no se deriva solamente de factores espirituales –que también juegan un rol fundamental– sino también de aspectos materiales que deben ser satisfechos. Es decir, que para cumplir su misión fundamental, deben contar con adecuados medios materiales.
Desde hace tiempo, la Fuerza Aérea Argentina, que otrora ostentara la primacía en América del Sur, afronta serias limitaciones en lo relativo a material aéreo y especialmente material aéreo de combate.
Habiendo concluido el conflicto Malvinas con grandes pérdidas de su material –ya en esa época, en su mayoría, bastante antiguo– se abstuvo de procurar una importante renovación de su material durante los últimos tiempos del gobierno militar. A excepción de algún material que llegó durante la guerra, de limitada utilidad, de una adquisición de aviones de adiestramiento a Brasil, y de la producción local del IA 63 Pampa, la única renovación significativa de material por parte de la Argentina fue la adquisición del 36 Mc Donnell Douglas A-4 M Skyhawk II, aparato subsónico, última edición de un avión cuya construcción finalizó en 1979. Modernizado por Smith Industries y Lockheed Argentina mejorando la planta de propulsión, con nueva aviónica, con el agregado de un radar Westinghouse APG-66 con capacidades reducidas, puede ser considerado como un razonablemente adecuado avión de ataque, pero no posee capacidades significativas de intercepción y en definitiva es muy inferior a aviones más modernos.
En materia de intercepción, las capacidades argentinas se ven reducidas al 12 Dassault Mirage III E-A, aparatos cuyas tres décadas de antigüedad en la Argentina y cuatro en el mundo los han dejado en condición de virtual obsolescencia. Aunque susceptibles hasta cierto punto de modernización y actualización, ello también plantea el problema de sus crecientes costos de mantenimiento, dado que se trata de mantener un avión cuya fabricación ha cesado desde hace mucho tiempo y cuyos repuestos son costosos. Finalmente, aun modernizados, sus capacidades serán sensiblemente inferiores a las de un avión de otra generación. Aunque la Argentina cuenta también con otros aviones de ataque (especialmente IAI Dagger Finger –versión israelí del Mirage V–) y Mirage V Mara, continúa tratándose de aviones antiguos, cuya actualización plantea problemas similares a los analizados).
Cabe señalar que en Sudamérica son ya varios los países que cuentan con aviones de una generación posterior y de capacidades notoriamente superiores. A Venezuela, primer país en la región en contar con el General Dynamics (hoy Lockheed Martin) F-16 Fighting Falcon de la serie inicial A, se agregó Perú –que cuenta con la fuerza aérea más poderosa de la región– con 19 aviones MIG-29S Fulcrum, 12 Dassault Mirage 2000, 18 Sukhoi 25 Frogfoot y 12 Sukhoi 22 Fitter J, entre otros aviones. En cuanto a Chile, su conocida adquisición de 10 aviones Lockheed Martin F-16 C/D Fighting Falcon pone el broche de oro a una cómoda superioridad sobre la Argentina en esta materia, basada en 12 Northrop F-5E y F-5F, aviones antiguos pero modernizados (Tigre III), 16 Mirage 50 (actualizados al Standard Pantera) y 15 Mirage 5DA y 5DE Elkan (actualizados conforme normas NATO).
El caso de Brasil es de particular interés. Aunque hasta el momento en esta materia pareció haber procurado compensar calidad con número, basándose en el AMX producido por Embrear en cooperación con Alitalia, junto al Mirage III-E modernizados por Israel y aviones F5E-F5F modernizados, la situación parece próxima a dar un vuelco muy sustancial con la convocatoria a licitación para renovar su flota aérea de combate con la incorporación de un avión de una generación posterior (Programa FX).
En ese sentido, las propuestas efectuadas por Lockheed Martin F-16C Fighting Falcon, SAAB/BAe JAS-39 Gripen (basado en el modelo sudafricano), Dassault/Embraer Mirage 2000BR (-5 Mk2), RSK-MIG Mig-29SMT e o KnAAPO Su-35 –con obligación de transferencia de tecnología como requisito contractual– y, en especial, la propuesta de asociación entre la multifacético Embraer con Dassault para la producción del Mirage 2000/5BR –versión brasileña de este moderno cazabombardero francés–, cuyas capacidades –al menos, en Francia incluyen el nuevo misil aire-aire de alcance medio (50 km) y cabezas buscadoras intercambiables Matra Mica, que aparece como una de las candidatas más firmes– parecen plantear un panorama de cambio fundamental para Brasil en esta materia de concretarse esta posibilidad; las capacidades en la materia de Brasil –que incluirían la fabricación del avión– serán realmente formidables. Aunque esta posibilidad ha sido momentáneamente postergada por el nuevo gobierno brasileño, en breve será nuevamente replanteada.
La Argentina, pese a su difícil situación económica, difícilmente pueda permitirse la persistencia de un desbalance regional tan significativo, sin correr riesgos.
Esa situación no es sólo percibida desde aquí. En una revista de origen alemán, publicada en español, de gran circulación en América latina (“Tecnología Militar”, Nº 3/02) en un estudio sobre el poderío aéreo en América del Sur, del columnista José Miguel Pizarro Ovalle, se afirma en el capítulo referido a la Argentina:
“Para una nación del tamaño y peso estratégico de la Argentina, el verse reducida a poseer una fuerza aérea de sólo 36 aviones de apoyo aéreo estrecho (AEE) de 40 años de edad cada uno, como los A-4 AR Fightinghawks, es una realidad realmente impresionante…”.
Impresionante es, sin duda.
Por esa razón, cabe pensar en soluciones.
La más obvia parecería ser utilizar la condición de Major non-NATO ally que posee la Argentina y, en consecuencia, procurar obtener la provisión por parte de los Estados Unidos de América a precio preferencial, de Lockheed F-16 usados. Los Estados Unidos tiene gran provisión de estos aviones, hoy afectados a la defensa del territorio continental y fundamentalmente a la guardia nacional aérea de ese país.
Siendo la precedente la alternativa que pareciera a primera vista más factible desde el punto de vista económico, no cabría descartar otras, como la posible asociación con Brasil en el proyecto antedicho, u otras que pudieran presentarse.
Siendo la concreción de este aspecto materia propia de las facultades del Poder Ejecutivo, cabe al Senado de la Nación poner de manifiesto la preocupación que la situación antedicha causa y su deseo de que se busquen soluciones.
Por todo lo expuesto, pongo el presente a consideración de mis pares, solicitando su apoyo.
Rubén A. Martí.
–A la Comisión de Defensa Nacional.
(S.-355/03)
Proyecto de declaración
El Senado de la Nación
DECLARA:
Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo nacional inicie las gestiones necesarias para la renovación del material aéreo de combate con que cuenta la Fuerza Aérea Argentina, especialmente en materia de aparatos con capacidad de intercepción, sin perjuicio de la actualización o potenciación del material existente que sea conveniente retener a fin de mantener el equilibrio estratégico regional, ante las adquisiciones de material aéreo realizadas por la República de Chile y las que prevé realizar en breve la República Federativa de Brasil; procurando prioritariamente entre las alternativas posibles, aquellas que permitan satisfacer la indicada necesidad con el mínimo costo posible.
Rubén A. Martí.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
El cumplimiento de la misión fundamental que deben cumplir las fuerzas armadas de disuadir y en su caso, rechazar cualquier agresión armada externa, impuesta por la ley 23.554 de defensa nacional y, en particular, de la Fuerza Aérea Argentina, de disuadir y en caso necesario ejecutar las acciones y operaciones aéreas que posibiliten obtener los objetivos determinados por la conducción estratégica militar para contribuir a la defensa nacional –entre otras competencias de dicha institución– requiere –entre otros muchos aspectos– contar con material aéreo de combate de alta tecnología.
Se ha escrito respecto de la disuasión, que “…La disuasión tiende a impedir que una potencia adversa tome la decisión de emplear sus armas o, más generalmente, que actúe o reaccione frente a una situación dada, mediante la existencia de un conjunto de disposiciones que constituyan una amenaza suficiente. Por tanto, es un resultado psicológico el que se busca mediante una amenaza. Semejante resultado psicológico procede de la combinación de un cálculo que lleva a comparar el riesgo a correr con el envite, y el temor producido por los riesgos con las incógnitas del conflicto. El cálculo se deriva del estudio de los datos materiales. El temor nace de factores psicológicos complejos de orden político, social, moral, etcétera. Tales factores se encuentran con frecuencia vinculados al cálculo material, aunque a veces resulten independientes de él…” (André Beaufre, Disuasión y estrategia).
Ha sido señalado en el mismo sentido por muchos autores, que dos de los requisitos fundamentales para la existencia de disuasión son la capacidad para imponer costos inaceptables al eventual agresor, y la credibilidad fundada tanto en la aludida capacidad, como en la certeza de que tales costos habrán de ser impuestos, en el caso de cometerse la agresión. Como puede advertirse, la eficacia disuasiva de las fuerzas armadas no se deriva solamente de factores espirituales –que también juegan un rol fundamental– sino también de aspectos materiales que deben ser satisfechos. Es decir, que para cumplir su misión fundamental, deben contar con adecuados medios materiales.
Desde hace tiempo, la Fuerza Aérea Argentina, que otrora ostentara la primacía en América del Sur, afronta serias limitaciones en lo relativo a material aéreo y especialmente material aéreo de combate.
Habiendo concluido el conflicto Malvinas con grandes pérdidas de su material –ya en esa época, en su mayoría, bastante antiguo– se abstuvo de procurar una importante renovación de su material durante los últimos tiempos del gobierno militar. A excepción de algún material que llegó durante la guerra, de limitada utilidad, de una adquisición de aviones de adiestramiento a Brasil, y de la producción local del IA 63 Pampa, la única renovación significativa de material por parte de la Argentina fue la adquisición del 36 Mc Donnell Douglas A-4 M Skyhawk II, aparato subsónico, última edición de un avión cuya construcción finalizó en 1979. Modernizado por Smith Industries y Lockheed Argentina mejorando la planta de propulsión, con nueva aviónica, con el agregado de un radar Westinghouse APG-66 con capacidades reducidas, puede ser considerado como un razonablemente adecuado avión de ataque, pero no posee capacidades significativas de intercepción y en definitiva es muy inferior a aviones más modernos.
En materia de intercepción, las capacidades argentinas se ven reducidas al 12 Dassault Mirage III E-A, aparatos cuyas tres décadas de antigüedad en la Argentina y cuatro en el mundo los han dejado en condición de virtual obsolescencia. Aunque susceptibles hasta cierto punto de modernización y actualización, ello también plantea el problema de sus crecientes costos de mantenimiento, dado que se trata de mantener un avión cuya fabricación ha cesado desde hace mucho tiempo y cuyos repuestos son costosos. Finalmente, aun modernizados, sus capacidades serán sensiblemente inferiores a las de un avión de otra generación. Aunque la Argentina cuenta también con otros aviones de ataque (especialmente IAI Dagger Finger –versión israelí del Mirage V–) y Mirage V Mara, continúa tratándose de aviones antiguos, cuya actualización plantea problemas similares a los analizados).
Cabe señalar que en Sudamérica son ya varios los países que cuentan con aviones de una generación posterior y de capacidades notoriamente superiores. A Venezuela, primer país en la región en contar con el General Dynamics (hoy Lockheed Martin) F-16 Fighting Falcon de la serie inicial A, se agregó Perú –que cuenta con la fuerza aérea más poderosa de la región– con 19 aviones MIG-29S Fulcrum, 12 Dassault Mirage 2000, 18 Sukhoi 25 Frogfoot y 12 Sukhoi 22 Fitter J, entre otros aviones. En cuanto a Chile, su conocida adquisición de 10 aviones Lockheed Martin F-16 C/D Fighting Falcon pone el broche de oro a una cómoda superioridad sobre la Argentina en esta materia, basada en 12 Northrop F-5E y F-5F, aviones antiguos pero modernizados (Tigre III), 16 Mirage 50 (actualizados al Standard Pantera) y 15 Mirage 5DA y 5DE Elkan (actualizados conforme normas NATO).
El caso de Brasil es de particular interés. Aunque hasta el momento en esta materia pareció haber procurado compensar calidad con número, basándose en el AMX producido por Embrear en cooperación con Alitalia, junto al Mirage III-E modernizados por Israel y aviones F5E-F5F modernizados, la situación parece próxima a dar un vuelco muy sustancial con la convocatoria a licitación para renovar su flota aérea de combate con la incorporación de un avión de una generación posterior (Programa FX).
En ese sentido, las propuestas efectuadas por Lockheed Martin F-16C Fighting Falcon, SAAB/BAe JAS-39 Gripen (basado en el modelo sudafricano), Dassault/Embraer Mirage 2000BR (-5 Mk2), RSK-MIG Mig-29SMT e o KnAAPO Su-35 –con obligación de transferencia de tecnología como requisito contractual– y, en especial, la propuesta de asociación entre la multifacético Embraer con Dassault para la producción del Mirage 2000/5BR –versión brasileña de este moderno cazabombardero francés–, cuyas capacidades –al menos, en Francia incluyen el nuevo misil aire-aire de alcance medio (50 km) y cabezas buscadoras intercambiables Matra Mica, que aparece como una de las candidatas más firmes– parecen plantear un panorama de cambio fundamental para Brasil en esta materia de concretarse esta posibilidad; las capacidades en la materia de Brasil –que incluirían la fabricación del avión– serán realmente formidables. Aunque esta posibilidad ha sido momentáneamente postergada por el nuevo gobierno brasileño, en breve será nuevamente replanteada.
La Argentina, pese a su difícil situación económica, difícilmente pueda permitirse la persistencia de un desbalance regional tan significativo, sin correr riesgos.
Esa situación no es sólo percibida desde aquí. En una revista de origen alemán, publicada en español, de gran circulación en América latina (“Tecnología Militar”, Nº 3/02) en un estudio sobre el poderío aéreo en América del Sur, del columnista José Miguel Pizarro Ovalle, se afirma en el capítulo referido a la Argentina:
“Para una nación del tamaño y peso estratégico de la Argentina, el verse reducida a poseer una fuerza aérea de sólo 36 aviones de apoyo aéreo estrecho (AEE) de 40 años de edad cada uno, como los A-4 AR Fightinghawks, es una realidad realmente impresionante…”.
Impresionante es, sin duda.
Por esa razón, cabe pensar en soluciones.
La más obvia parecería ser utilizar la condición de Major non-NATO ally que posee la Argentina y, en consecuencia, procurar obtener la provisión por parte de los Estados Unidos de América a precio preferencial, de Lockheed F-16 usados. Los Estados Unidos tiene gran provisión de estos aviones, hoy afectados a la defensa del territorio continental y fundamentalmente a la guardia nacional aérea de ese país.
Siendo la precedente la alternativa que pareciera a primera vista más factible desde el punto de vista económico, no cabría descartar otras, como la posible asociación con Brasil en el proyecto antedicho, u otras que pudieran presentarse.
Siendo la concreción de este aspecto materia propia de las facultades del Poder Ejecutivo, cabe al Senado de la Nación poner de manifiesto la preocupación que la situación antedicha causa y su deseo de que se busquen soluciones.
Por todo lo expuesto, pongo el presente a consideración de mis pares, solicitando su apoyo.
Rubén A. Martí.
–A la Comisión de Defensa Nacional.