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Conflictos Contemporáneos
Conflicto Armenia - Azerbaiyán en Nagorno Karabaj
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<blockquote data-quote="Barbanegra" data-source="post: 2029530" data-attributes="member: 10064"><p style="text-align: center"><u><span style="font-size: 22px"><strong>El conflicto del Alto Karabaj vuelve a inquietar al Cáucaso</strong></span></u></p><p>¿Tendrá la comunidad internacional que vérselas con el recrudecimiento de una vieja guerra en el Cáucaso del Sur, a causa de un enclave montañoso controlado por Armenia en suelo de Azerbaiyán? Esta pregunta cobra actualidad después de que, en abril, se reavivaran los enfrentamientos bélicos en el Alto Karabaj, escenario de uno de los conflictos territoriales legados por la Unión Soviética. Azerbaiyán ha elevado la presión sobre Moscú, París y Washington para recuperar el territorio objeto de conflicto.</p><p></p><p>En Bakú no hay una respuesta única sobre cómo solucionar el contencioso congelado desde 1994, cuando Armenia y Azerbaiyán acordaron un alto el fuego y un marco negociador (el grupo de Minsk, copresidido por Rusia, Francia y EE UU) que Azerbaiyán considera estancado. “El statu quo basado en la ocupación de parte de nuestro territorio es inaceptable e insostenible”, afirma Hikmat Hajiyev, portavoz del Ministerio de Exteriores.</p><p></p><p>Armenia controla el Alto Karabaj propiamente dicho (NKO, la región autónoma soviética de 4.000 kilómetros cuadrados) y una zona circundante (siete distritos y 8.000 kilómetros cuadrados) a modo de zona de seguridad. De entrada, Bakú apuesta por la diplomacia y explota el efecto de la “guerra de los cuatro días” (del 2 al 5 de abril pasados), en la que recuperó 20 kilómetros cuadrados, incluidas unas estratégicas posiciones montañosas.</p><p></p><p>Los azerbaiyanos sostienen que los armenios deben comenzar por retirarse de la zona circundante a NKO. Bakú quiere una mayor implicación de los copresidentes del grupo de Minsk, que, según Bahar Murádova, la vicepresidenta del Parlamento, “pueden ejercer más presión sobre Armenia”. “Dirigen el mundo, ¿acaso, no pueden obligar a Armenia a sacar sus tropas de aquí?”, exclama Murádova, oriunda de la zona bajo control armenio.</p><p></p><p>Si Armenia no se deja convencer, la gran incógnita es si Azerbaiyán se arriesgará a apostar por la vía militar o si la amenaza se difuminará, como otras veces.</p><p></p><p>Los armenios eran la comunidad mayoritaria en la autonomía soviética de NKO, de donde la minoría azerbaiyana tuvo que huir en sucesivas oleadas de violencia a partir de 1988, cuando la región subordinada a Azerbaiyán decidió unirse a Armenia. Como resultado, los armenios huyeron de los territorios controlados por Bakú. Entre las dos comunidades se conserva un alto nivel de animosidad.</p><p></p><p>Armenia podría empezar a devolver el “cinturón de seguridad” tal vez con dos de los siete distritos que ocupa, según Rasim Musabékov, diputado y especialista en temas internacionales. “Hay que aprovechar el momento. Si en junio y julio no hay progreso, habrá un desarrollo negativo porque la atención se desviará hacia otros temas”, afirma el diputado. Sin embargo, Hikmat Hajiyev se muestra evasivo en la determinación de fechas y habla de hasta “un año” como plazo para progresar en las negociaciones en el grupo de Minsk.</p><p></p><p>Armenia hace hincapié en el carácter de “paquete” de las negociaciones, no acepta la devolución de la zona de seguridad sin contrapartidas y exige garantías para un estatus aceptable del Alto Karabaj, lo que supone autodeterminación e independencia. Azerbaiyán apuesta por una solución escalonada y una amplia autonomía bajo la jurisdicción de Bakú, lo que, según Musabékov, “equivaldría a una independencia” pero “sin formalizarla jurídicamente como tal”.</p><p></p><p>Los analistas subrayan que la guerra de abril ha disipado “mitos” tales como “la superioridad militar de los armenios” y la “inferioridad crónica de los militares azerbaiyanos”. Los azerbaiyanos dicen experimentar una nueva confianza en sí mismos y creen que por primera vez se refleja el peso demográfico y económico del país petrolero frente a Armenia. “El nivel de preparación de las Fuerzas Armadas ha aumentado mucho y no se les escatiman ni explosivos ni equipo”, dice Musabékov.</p><p></p><p>Los azerbaiyanos, al igual que los armenios, reciben armas de Rusia, pero aseguran que su éxito en abril se basó en el armamento israelí, que incluye drones y lanzamisiles. Los militares azerbaiyanos se forman en Turquía, según programas de entrenamiento de la OTAN. Azerbaiyán tiene un acuerdo estratégico con Turquía, pero este documento, dice Musabékov, no implica una cláusula de defensa automática en caso de ataque.</p><p></p><p>Medios políticos críticos temen que el Alto Karabaj pueda utilizarse para cohesionar a la sociedad en torno al presidente Ilham Alíyev y para desviar la atención de los ciudadanos de los problemas económicos y sociales por el recorte de ingresos procedentes del petróleo, las devaluaciones del manat (la divisa azerbaiyana) y las turbulencias bancarias.</p><p></p><p>En cuestiones de integridad territorial, no obstante, hay coincidencias entre la línea oficial y la oposición, incluso en un movimiento como Real (Alternativa Republicana), cuyo dirigente, Ilgar Mamédov, fue condenado a siete años de cárcel por su posición política. “Si el Gobierno decidiera tomar el Alto Karabaj, la sociedad lo respaldaría y, si la guerra fuera victoriosa, todo el mundo apoyaría a Alíyev. Hoy la tolerancia a los costes de la guerra es mayor que en el pasado”, afirma Toral Ismaílov, miembro de Real.</p><p></p><p>Si Alíyev tuviera éxito, su posición como líder se reforzaría, pero si fracasara, correría riesgos. El Consejo de Seguridad de la ONU podría obligar a Azerbaiyán a interrumpir una hipotética ofensiva y los azerbaiyanos, pedirle cuentas al presidente. Si Azerbaiyán persistiera, Rusia podría intervenir de forma indirecta en apoyo de Armenia y el conflicto podría incluso ampliarse y agravarse respecto a su estado actual.</p><p></p><p>Ambas partes juegan la guerra psicológica, lo que dificulta la evaluación del peso real de sus palabras. De Armenia llegan amenazas de fabricar una bomba nuclear sucia, utilizando residuos de una vieja central nuclear y también de reconocer a NKO, lo que, para Azerbaiyán, supondría el fin de las negociaciones.</p><p></p><p>En Azerbaiyán hay cierto resquemor hacia Rusia, en tanto que aliada militar de Armenia, pero los representantes oficiales subrayan que quieren mantener sus buenas relaciones con Moscú y desarrollar intereses comunes, entre ellos el corredor Norte-Sur (de Irán al Báltico) y las exportaciones agrícolas al mercado ruso, así como coordinar posiciones como productores de energía.</p><p></p><p><a href="http://internacional.elpais.com/internacional/2016/06/02/actualidad/1464891795_046432.html">http://internacional.elpais.com/internacional/2016/06/02/actualidad/1464891795_046432.html</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Barbanegra, post: 2029530, member: 10064"] [CENTER][U][SIZE=6][B]El conflicto del Alto Karabaj vuelve a inquietar al Cáucaso[/B][/SIZE][/U][/CENTER] ¿Tendrá la comunidad internacional que vérselas con el recrudecimiento de una vieja guerra en el Cáucaso del Sur, a causa de un enclave montañoso controlado por Armenia en suelo de Azerbaiyán? Esta pregunta cobra actualidad después de que, en abril, se reavivaran los enfrentamientos bélicos en el Alto Karabaj, escenario de uno de los conflictos territoriales legados por la Unión Soviética. Azerbaiyán ha elevado la presión sobre Moscú, París y Washington para recuperar el territorio objeto de conflicto. En Bakú no hay una respuesta única sobre cómo solucionar el contencioso congelado desde 1994, cuando Armenia y Azerbaiyán acordaron un alto el fuego y un marco negociador (el grupo de Minsk, copresidido por Rusia, Francia y EE UU) que Azerbaiyán considera estancado. “El statu quo basado en la ocupación de parte de nuestro territorio es inaceptable e insostenible”, afirma Hikmat Hajiyev, portavoz del Ministerio de Exteriores. Armenia controla el Alto Karabaj propiamente dicho (NKO, la región autónoma soviética de 4.000 kilómetros cuadrados) y una zona circundante (siete distritos y 8.000 kilómetros cuadrados) a modo de zona de seguridad. De entrada, Bakú apuesta por la diplomacia y explota el efecto de la “guerra de los cuatro días” (del 2 al 5 de abril pasados), en la que recuperó 20 kilómetros cuadrados, incluidas unas estratégicas posiciones montañosas. Los azerbaiyanos sostienen que los armenios deben comenzar por retirarse de la zona circundante a NKO. Bakú quiere una mayor implicación de los copresidentes del grupo de Minsk, que, según Bahar Murádova, la vicepresidenta del Parlamento, “pueden ejercer más presión sobre Armenia”. “Dirigen el mundo, ¿acaso, no pueden obligar a Armenia a sacar sus tropas de aquí?”, exclama Murádova, oriunda de la zona bajo control armenio. Si Armenia no se deja convencer, la gran incógnita es si Azerbaiyán se arriesgará a apostar por la vía militar o si la amenaza se difuminará, como otras veces. Los armenios eran la comunidad mayoritaria en la autonomía soviética de NKO, de donde la minoría azerbaiyana tuvo que huir en sucesivas oleadas de violencia a partir de 1988, cuando la región subordinada a Azerbaiyán decidió unirse a Armenia. Como resultado, los armenios huyeron de los territorios controlados por Bakú. Entre las dos comunidades se conserva un alto nivel de animosidad. Armenia podría empezar a devolver el “cinturón de seguridad” tal vez con dos de los siete distritos que ocupa, según Rasim Musabékov, diputado y especialista en temas internacionales. “Hay que aprovechar el momento. Si en junio y julio no hay progreso, habrá un desarrollo negativo porque la atención se desviará hacia otros temas”, afirma el diputado. Sin embargo, Hikmat Hajiyev se muestra evasivo en la determinación de fechas y habla de hasta “un año” como plazo para progresar en las negociaciones en el grupo de Minsk. Armenia hace hincapié en el carácter de “paquete” de las negociaciones, no acepta la devolución de la zona de seguridad sin contrapartidas y exige garantías para un estatus aceptable del Alto Karabaj, lo que supone autodeterminación e independencia. Azerbaiyán apuesta por una solución escalonada y una amplia autonomía bajo la jurisdicción de Bakú, lo que, según Musabékov, “equivaldría a una independencia” pero “sin formalizarla jurídicamente como tal”. Los analistas subrayan que la guerra de abril ha disipado “mitos” tales como “la superioridad militar de los armenios” y la “inferioridad crónica de los militares azerbaiyanos”. Los azerbaiyanos dicen experimentar una nueva confianza en sí mismos y creen que por primera vez se refleja el peso demográfico y económico del país petrolero frente a Armenia. “El nivel de preparación de las Fuerzas Armadas ha aumentado mucho y no se les escatiman ni explosivos ni equipo”, dice Musabékov. Los azerbaiyanos, al igual que los armenios, reciben armas de Rusia, pero aseguran que su éxito en abril se basó en el armamento israelí, que incluye drones y lanzamisiles. Los militares azerbaiyanos se forman en Turquía, según programas de entrenamiento de la OTAN. Azerbaiyán tiene un acuerdo estratégico con Turquía, pero este documento, dice Musabékov, no implica una cláusula de defensa automática en caso de ataque. Medios políticos críticos temen que el Alto Karabaj pueda utilizarse para cohesionar a la sociedad en torno al presidente Ilham Alíyev y para desviar la atención de los ciudadanos de los problemas económicos y sociales por el recorte de ingresos procedentes del petróleo, las devaluaciones del manat (la divisa azerbaiyana) y las turbulencias bancarias. En cuestiones de integridad territorial, no obstante, hay coincidencias entre la línea oficial y la oposición, incluso en un movimiento como Real (Alternativa Republicana), cuyo dirigente, Ilgar Mamédov, fue condenado a siete años de cárcel por su posición política. “Si el Gobierno decidiera tomar el Alto Karabaj, la sociedad lo respaldaría y, si la guerra fuera victoriosa, todo el mundo apoyaría a Alíyev. Hoy la tolerancia a los costes de la guerra es mayor que en el pasado”, afirma Toral Ismaílov, miembro de Real. Si Alíyev tuviera éxito, su posición como líder se reforzaría, pero si fracasara, correría riesgos. El Consejo de Seguridad de la ONU podría obligar a Azerbaiyán a interrumpir una hipotética ofensiva y los azerbaiyanos, pedirle cuentas al presidente. Si Azerbaiyán persistiera, Rusia podría intervenir de forma indirecta en apoyo de Armenia y el conflicto podría incluso ampliarse y agravarse respecto a su estado actual. Ambas partes juegan la guerra psicológica, lo que dificulta la evaluación del peso real de sus palabras. De Armenia llegan amenazas de fabricar una bomba nuclear sucia, utilizando residuos de una vieja central nuclear y también de reconocer a NKO, lo que, para Azerbaiyán, supondría el fin de las negociaciones. En Azerbaiyán hay cierto resquemor hacia Rusia, en tanto que aliada militar de Armenia, pero los representantes oficiales subrayan que quieren mantener sus buenas relaciones con Moscú y desarrollar intereses comunes, entre ellos el corredor Norte-Sur (de Irán al Báltico) y las exportaciones agrícolas al mercado ruso, así como coordinar posiciones como productores de energía. [URL]http://internacional.elpais.com/internacional/2016/06/02/actualidad/1464891795_046432.html[/URL] [/QUOTE]
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Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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