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Area Militar General
Malvinas 1982
El Ataque al Portaaviones HMS Invencible
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<blockquote data-quote="Aries...aquí Mercurio" data-source="post: 424350" data-attributes="member: 2670"><p>Muchas gracias 2P-111 por su explicación. Muy buena.</p><p></p><p>Quería compartir con Uds. el relato del contralmirante (R.E.) Horacio Mayorga quién formó parte de la Comisión de Análisis de Acciones de Combate, como Uds. saben, este grupo fue creado por la Armada Argentina para estudiar, evaluar y extraer conclusiones del conflicto del Atlántico Sur. </p><p></p><p>Sepan disculparme si esta información fue analizada en otro lugar, pero creo oportuno recordarla para colaborar de alguna manera en esta muy interesante discusión.</p><p></p><p>Felicitaciones a todos.</p><p></p><p>En el siguiente relato se refiere al ataque al HMS Sheffield el día 4 de Mayo.</p><p></p><p>"Todo comenzó con un vuelo de exploración, que curiosamente no estaba directamente ligado a la conducción de un ataque con Super Etendard sino a una exploración antisuperficie para verificar si el área estaba libre de buques enemigos, y permitir así la llegada a Puerto Argentino de tres aviones C-130, Hércules, de la Fuerza Aérea Argentina, con abastecimientos para la isla. Así partió el avión Neptune, de la Primera Escuadrilla Aeronaval de Exploración, sin protección alguna pues nadie podía proveerla por razones de autonomía. Diseñado en 1954 este avión había rendido en la Argentina todo lo que podía dar, es un modelo viejo del que es difícil conseguir repuestos y que con sus sensores disminuidos no daba mayores seguridades en su operación. Pero aún así intervino en el conflicto. La Escuadrilla contaba solamente con dos aviones de ese tipo y en similar estado. </p><p>El Neptune, comandado por el (Capitan de Corbeta Ernesto Proni Leston )*(1) , despegó a las 04.00 del 4 de mayo y se internó en el mar, con un arrumbamiento que lo llevaba inicialmente por el sur de Malvinas, antes de rodearlas totalmente. Poseía un elemental sistema MAE (Medida de Apoyo Electrónico) que podía proveerle un pobre aviso de haber sido iluminado por un radar enemigo. En otras palabras, al no ser muy confiable este sensor, podía darse el caso de volar, casi ciego, hacia un buque equipado con misiles. El tiempo era malo, con nubes bajas, lo que si bien por un lado dificultaba el vuelo, por otro le daba cobertura visual contra el enemigo. La forma de operar era la clásica. Se volaba bajo y cuando había que hacer una emisión radar para investigar se ascendía con rapidez hasta unos 1.000 metros, se hacía el barrido descendiendo luego rápidamente con un sensible cambio de rumbo para dificultar la posible detección o el seguimiento por radar del enemigo, si era descubierto. A las 05.00 obtuvo el primer contacto, pero fue informado por su Comando que se trataba del Aviso ARA Comodoro Same/lera, en su estación de salvamento. A las 07.00 se le informó que Puerto Argentino estaba bajo ataque, lo que eliminaba la posibilidad del vuelo de los 3 C-130. El explorador se mantuvo en el área esperando órdenes. En mitad de su tarea, el radar quedó fuera de servicio, pero en lugar de anular la misión y regresar, actitud que nadie le habría reprochado, se trabajó afanosamente en pleno vuelo para lograr su reparación. </p><p></p><p>A las 07.50, recuperado el equipo, se obtuvo un nuevo contacto sobre un "duende" mediano, que los sorprendió pues el análisis de su emisión radar lo mostraba corno un buque de guerra, posiblemente destructor misilístico tipo D-42. Una de las naves más modernas de Gran Bretaña. Se informó al Comando de la Fuerza Aeronaval FT 80 y se dio su posición y datos de radar. Estaba a 85 millas al sur de Puerto Argentino, y a 90 millas al este del Neptune. Casi con seguridad también el buque había detectado al explorador, por las indicaciones del MAE. Minutos después se le ordenó mantener contacto discreto sobre ese "duende", quedando definitivamente anulada la exploración para los C-130. Así lo hicieron, pero en cada ascenso y barrido radar que se realizaba para verificar novedades del "duende" comprobaron que el enemigo volvía a tenerlo inmediatamente en su pantalla; en una oportunidad se escucharon las comunicaciones de transferencia a una Patrulla Aérea de Combate, de una estación a otra, para interceptarlo. </p><p></p><p>La emisión radar propia de las 08.45 trajo otra sorpresa. La pantalla presentaba tres ecos; al anterior se había sumado uno grande y otro mediano, todos a 60 millas de distancia. El explorador continuó con sus maniobras evasivas, alejándose en distintas piernas hacia el sur. En ese período, al hacer nuevas pruebas de radar volvieron a quemarse sus cristales. Su Comando estaba en conocimiento de este inconveniente por lo que se le pidió que informara la posición de los buques a las 10.30 —cosa que se cumplió—; el Neptune presumía, con razón, que estos datos contribuirían a una misión de Super Etendard en desarrollo. En su último ascenso para utilizar el radar comprobó que había sido detectado nuevamente. Dio la posición de los blancos, retomó su vuelo rasante y se alejó de la zona, para aterrizar, luego de siete horas de vuelo total, en conocimiento ahora de que los Super Etendard estaban en camino. Para éstos, ése iba a ser el único ataque efectuado casi de acuerdo con la planificación clásica, que exigía exploración antisuperficie previa al despegue para dar una posición inicial del objetivo y su constitución y mantenerse luego en contacto para actualizar la posición antes del ataque. </p><p></p><p>Con la ubicación inicial del enemigo a unas 100 millas al sur de Puerto Argentino y aproximadamente a 380 millas de la Base Aeronaval Río Grande, el Comando de la Aviación Naval ordenó el despegue de los Super Etendard, a las 09-45. El binomio encargado de la misión estaba constituido por el capitán de corbeta A. Bedacarratz, Segundo Comandante de la Escuadrilla y el teniente de fragata A. Mayora, quienes luego del despegue ascendieron rápidamente hasta los 4.500 metros, proa al punto de encuentro con el avión tanque KC-130 de la Fuerza Aérea. Tanto el vuelo como la maniobra de transferencia de combustible se realizaron, como es disciplina de esa Unidad Aeronaval en el más estricto silencio. Entre ambos aviones de ataque sólo existían comunicaciones por señas, y a veces el entendimiento entre ambos pilotos era tal que podían prescindir de ellas. </p><p></p><p>A las 10.04, una vez completado el reabastecimiento, se desengancharon de las mangueras del avión tanquero y a 250 millas del blanco comenzaron la fase final del ataque. A medida que se acercaban al objetivo, mientras las condiciones meteorológicas empeoraban, empezaron a recibir débiles señales de alarma en sus equipos MAE, que los alertaban de que radares enemigos los estaban iluminando en una primera fase de detección. Iniciaron el descenso a ras del mar, un mar oscuro, con blancas olas que contrastaban su color y que los veían pasar a 800 km por hora. El tiempo era decididamente malo, con chubascos y bancos de niebla que disminuían la visibilidad a 1.000 metros, mientras que un colchón de nubes les daba un techo de 150 metros. A las 10.30, como se ha dicho, el avión explorador les dio su informe final sobre los blancos que tenía en su pantalla, y cerró su mensaje con una última palabra no contemplada en el severo léxico naval para estas comunicaciones operativas: "Aries, aquí Mercurio: confirmo duende grande y dos medianos en 52° 33' 5" Sur y 57" 40' 5" Oeste; otro mediano en 52O 48'5" Sur y 57O 31' 5" Oeste... Suerte".</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Aries...aquí Mercurio, post: 424350, member: 2670"] Muchas gracias 2P-111 por su explicación. Muy buena. Quería compartir con Uds. el relato del contralmirante (R.E.) Horacio Mayorga quién formó parte de la Comisión de Análisis de Acciones de Combate, como Uds. saben, este grupo fue creado por la Armada Argentina para estudiar, evaluar y extraer conclusiones del conflicto del Atlántico Sur. Sepan disculparme si esta información fue analizada en otro lugar, pero creo oportuno recordarla para colaborar de alguna manera en esta muy interesante discusión. Felicitaciones a todos. En el siguiente relato se refiere al ataque al HMS Sheffield el día 4 de Mayo. "Todo comenzó con un vuelo de exploración, que curiosamente no estaba directamente ligado a la conducción de un ataque con Super Etendard sino a una exploración antisuperficie para verificar si el área estaba libre de buques enemigos, y permitir así la llegada a Puerto Argentino de tres aviones C-130, Hércules, de la Fuerza Aérea Argentina, con abastecimientos para la isla. Así partió el avión Neptune, de la Primera Escuadrilla Aeronaval de Exploración, sin protección alguna pues nadie podía proveerla por razones de autonomía. Diseñado en 1954 este avión había rendido en la Argentina todo lo que podía dar, es un modelo viejo del que es difícil conseguir repuestos y que con sus sensores disminuidos no daba mayores seguridades en su operación. Pero aún así intervino en el conflicto. La Escuadrilla contaba solamente con dos aviones de ese tipo y en similar estado. El Neptune, comandado por el (Capitan de Corbeta Ernesto Proni Leston )*(1) , despegó a las 04.00 del 4 de mayo y se internó en el mar, con un arrumbamiento que lo llevaba inicialmente por el sur de Malvinas, antes de rodearlas totalmente. Poseía un elemental sistema MAE (Medida de Apoyo Electrónico) que podía proveerle un pobre aviso de haber sido iluminado por un radar enemigo. En otras palabras, al no ser muy confiable este sensor, podía darse el caso de volar, casi ciego, hacia un buque equipado con misiles. El tiempo era malo, con nubes bajas, lo que si bien por un lado dificultaba el vuelo, por otro le daba cobertura visual contra el enemigo. La forma de operar era la clásica. Se volaba bajo y cuando había que hacer una emisión radar para investigar se ascendía con rapidez hasta unos 1.000 metros, se hacía el barrido descendiendo luego rápidamente con un sensible cambio de rumbo para dificultar la posible detección o el seguimiento por radar del enemigo, si era descubierto. A las 05.00 obtuvo el primer contacto, pero fue informado por su Comando que se trataba del Aviso ARA Comodoro Same/lera, en su estación de salvamento. A las 07.00 se le informó que Puerto Argentino estaba bajo ataque, lo que eliminaba la posibilidad del vuelo de los 3 C-130. El explorador se mantuvo en el área esperando órdenes. En mitad de su tarea, el radar quedó fuera de servicio, pero en lugar de anular la misión y regresar, actitud que nadie le habría reprochado, se trabajó afanosamente en pleno vuelo para lograr su reparación. A las 07.50, recuperado el equipo, se obtuvo un nuevo contacto sobre un "duende" mediano, que los sorprendió pues el análisis de su emisión radar lo mostraba corno un buque de guerra, posiblemente destructor misilístico tipo D-42. Una de las naves más modernas de Gran Bretaña. Se informó al Comando de la Fuerza Aeronaval FT 80 y se dio su posición y datos de radar. Estaba a 85 millas al sur de Puerto Argentino, y a 90 millas al este del Neptune. Casi con seguridad también el buque había detectado al explorador, por las indicaciones del MAE. Minutos después se le ordenó mantener contacto discreto sobre ese "duende", quedando definitivamente anulada la exploración para los C-130. Así lo hicieron, pero en cada ascenso y barrido radar que se realizaba para verificar novedades del "duende" comprobaron que el enemigo volvía a tenerlo inmediatamente en su pantalla; en una oportunidad se escucharon las comunicaciones de transferencia a una Patrulla Aérea de Combate, de una estación a otra, para interceptarlo. La emisión radar propia de las 08.45 trajo otra sorpresa. La pantalla presentaba tres ecos; al anterior se había sumado uno grande y otro mediano, todos a 60 millas de distancia. El explorador continuó con sus maniobras evasivas, alejándose en distintas piernas hacia el sur. En ese período, al hacer nuevas pruebas de radar volvieron a quemarse sus cristales. Su Comando estaba en conocimiento de este inconveniente por lo que se le pidió que informara la posición de los buques a las 10.30 —cosa que se cumplió—; el Neptune presumía, con razón, que estos datos contribuirían a una misión de Super Etendard en desarrollo. En su último ascenso para utilizar el radar comprobó que había sido detectado nuevamente. Dio la posición de los blancos, retomó su vuelo rasante y se alejó de la zona, para aterrizar, luego de siete horas de vuelo total, en conocimiento ahora de que los Super Etendard estaban en camino. Para éstos, ése iba a ser el único ataque efectuado casi de acuerdo con la planificación clásica, que exigía exploración antisuperficie previa al despegue para dar una posición inicial del objetivo y su constitución y mantenerse luego en contacto para actualizar la posición antes del ataque. Con la ubicación inicial del enemigo a unas 100 millas al sur de Puerto Argentino y aproximadamente a 380 millas de la Base Aeronaval Río Grande, el Comando de la Aviación Naval ordenó el despegue de los Super Etendard, a las 09-45. El binomio encargado de la misión estaba constituido por el capitán de corbeta A. Bedacarratz, Segundo Comandante de la Escuadrilla y el teniente de fragata A. Mayora, quienes luego del despegue ascendieron rápidamente hasta los 4.500 metros, proa al punto de encuentro con el avión tanque KC-130 de la Fuerza Aérea. Tanto el vuelo como la maniobra de transferencia de combustible se realizaron, como es disciplina de esa Unidad Aeronaval en el más estricto silencio. Entre ambos aviones de ataque sólo existían comunicaciones por señas, y a veces el entendimiento entre ambos pilotos era tal que podían prescindir de ellas. A las 10.04, una vez completado el reabastecimiento, se desengancharon de las mangueras del avión tanquero y a 250 millas del blanco comenzaron la fase final del ataque. A medida que se acercaban al objetivo, mientras las condiciones meteorológicas empeoraban, empezaron a recibir débiles señales de alarma en sus equipos MAE, que los alertaban de que radares enemigos los estaban iluminando en una primera fase de detección. Iniciaron el descenso a ras del mar, un mar oscuro, con blancas olas que contrastaban su color y que los veían pasar a 800 km por hora. El tiempo era decididamente malo, con chubascos y bancos de niebla que disminuían la visibilidad a 1.000 metros, mientras que un colchón de nubes les daba un techo de 150 metros. A las 10.30, como se ha dicho, el avión explorador les dio su informe final sobre los blancos que tenía en su pantalla, y cerró su mensaje con una última palabra no contemplada en el severo léxico naval para estas comunicaciones operativas: "Aries, aquí Mercurio: confirmo duende grande y dos medianos en 52° 33' 5" Sur y 57" 40' 5" Oeste; otro mediano en 52O 48'5" Sur y 57O 31' 5" Oeste... Suerte". [/QUOTE]
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