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Area Militar General
Malvinas 1982
El caso Davidoff
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<blockquote data-quote="3-A-202" data-source="post: 889317"><p style="text-align: center"><span style="color: red"><span style="font-size: 18px">Recuerdos de la disputa en el Atlántico Sur</span></span></p><p></p><p>Por Laura Scian</p><p></p><p>Las heridas del conflicto por la soberanía en las islas del Atlántico Sur </p><p>parecen no querer cerrarse. En este artículo se analiza el incidente </p><p>producido en las Islas Georgias del Sur, poco antes de la guerra, </p><p>que tuvieron como protagonista al empresario Constantino Davidoff.</p><p></p><p>El 19 de marzo de 1982 desembarcó en la Isla Georgia del Sur un plantel de </p><p>39 obreros y técnicos argentinos enviados por el empresario </p><p>Constantino Davidoff, de la misma nacionalidad, en cumplimiento de </p><p>un contrato legal con una empresa particular escocesa, la Christian </p><p>Salvesen Ltd., vinculada a la Corona Británica.</p><p>Años anteriores, el empresario, por intermedio de un apoderado suyo, el </p><p>señor Collin Shap, británico naturalizado argentino, se contactó con la </p><p>empresa Salvensen de Edimburgo, la cual</p><p>era arrendataria de los alquileres de la Corona Británica. Tras </p><p>seis anos de estudios y tratativas, se concertó el negocio. El valor de </p><p>los equipos de las ex factorías alcanzaba a los 27 millones de dólares. </p><p>Davidoff viajó a Malvinas, entrevistándose con el gobernador de ellas en</p><p>ese momento, el señor Parker, antes de firmar contrato en Londres. Por su </p><p>parte, Salvensen se dirigió al gobernador de Malvinas por nota informándole </p><p>del negocio.</p><p>El cometido era desguazar tres aldeas factorías balleneras en </p><p>desuso, propiedad de dicha empresa, en las Bahías de Stromness, </p><p>Husvik y Leith, con opción de compra de éstas, su contenido y </p><p>naves en la Isla de San Pedro.</p><p></p><p></p><p>Al arribar a Puerto Leith, la expedición fue acusada por miembros del </p><p>Servicio</p><p>de Exploración Antártica Británica (BAS), dependiente del gobernador </p><p>de Malvinas, de incluir militares dentro del contingente y de realizar </p><p>actos de cuya naturaleza se infería una afirmación de soberanía argentina </p><p>en las Islas.</p><p></p><p></p><p>Previamente a este desembarco, en diciembre de 1981, Davidoff había viajado </p><p>a las Georgias</p><p>en un transporte naval (el ARA Almirante Irizar) para inspeccionar dicha </p><p>estación ballenera</p><p>en Puerto Leith. Ante este viaje, el gobierno británico, a instancias del </p><p>Gobernador Colonial</p><p>de Malvinas, el señor Rex Hunt, presentó una protesta a </p><p>nuestro gobierno, que fue desestimada. No obstante estos hechos, </p><p>la Embajada Británica no le puso al empresario obstáculos para el </p><p>posterior envío de la expedición a fin de cumplimentar el contrato con la </p><p>firma escocesa.</p><p>Al arribar a Puerto Leith, la expedición fue acusada por </p><p>miembros del Servicio de Exploración Antártica Británica (BAS), </p><p>dependiente del gobernador de Malvinas, de incluir militares dentro del </p><p>contingente, y de realizar actos de cuya naturaleza se infería </p><p>una afirmación de soberanía argentina en las Islas: disparo de armas de </p><p>fuego (algunos marineros</p><p>y franceses visitantes habían cazado un ciervo); izamiento de una bandera; </p><p>pertenencia de un buque a la Armada Argentina; rehusamiento de </p><p>los trabajadores a irse y a cumplir formalidades.</p><p>Al principio, la queja principal del BAS fue llevada al capitán del buque, </p><p>dando por sentado que el señor Davidoff era un subordinado de aquél y que </p><p>el viaje era un operativo encubierto.</p><p>El capitán, que sólo ejecutaba un contrato de fletamiento, toma en cuenta </p><p>la situación como un asunto de terceros y se retira con su navío el día </p><p>21.</p><p>Toda esta información, manejada por la prensa y el Parlamento de Gran </p><p>Bretaña, contribuyó</p><p>al empeoramiento de la situación y a diseminar propaganda </p><p>digitada, incitando la ira de la gente. De inmediato acusaron al </p><p>gobierno argentino de haber ordenado dicho desembarco, invadiendo </p><p>las islas, dando a entender que se trataba de una verdadera </p><p>amenaza para los habitantes de Malvinas (entre Malvinas y Georgia hay 800 </p><p>millas de distancia).</p><p>El gobierno argentino negó toda vinculación con el Señor Davidoff y su </p><p>gente, con lo cual todo el proyecto reivindicatorio quedaba desautorizado, </p><p>y negó también que hubiera personal militar entre los obreros. El gobierno </p><p>británico insistió en su postura. Independientemente de ello, la </p><p>investigación posterior comprobó la falsedad de los datos.</p><p>No obstante, el carácter reivindicatorio de soberanía que los británicos </p><p>asignaron a estos actos,</p><p>no era tal en virtud de lo establecido en el acuerdo </p><p>anglo-argentino de comunicaciones de</p><p>1971. En el Art. 2 del mismo, se establece claramente que nada de lo que </p><p>hagan una u otra parte en el área en disputa de las Islas Malvinas, </p><p>significará una ventaja para el que lo hiciere</p><p>a la pretensión de soberanía sobre los territorios en disputa.</p><p>El 23 de marzo, el gobierno británico notificó al argentino que </p><p>expulsaría a los obreros, e invocando la defensa a los súbditos de su </p><p>Reino, envían el buque artillado Endurance, para desalojar a los </p><p>obreros, insinuando que su presencia era una amenaza a los </p><p>habitantes de Malvinas (lo cual es considerado según la Carta de </p><p>la ONU como un acto de agresión), a pesar de que la embajada </p><p>británica conocía perfectamente todo lo relativo a la expedición, </p><p>pues el señor Davidoff la visitó constantemente para consultar cómo debía </p><p>proceder. Más aún,</p><p>a requerimiento de la embajada, accedió a ampliar datos sobre su </p><p>expedición.</p><p></p><p></p><p>El gobierno argentino dispuso entonces la protección militar de los obreros </p><p>e</p><p>hizo desembarcar, el 25 de marzo, a unos 15 Infantes de Marina </p><p>en las Islas</p><p>Georgias, trasladados por el Buque Mercante desarmado Bahía Paraíso.</p><p></p><p></p><p>Al producirse el incidente, la embajada no convocó al empresario para </p><p>pedirle explicaciones.</p><p>Éste, por su parte, no bien se enteró del suceso se apresuró a </p><p>acudir a dicha embajada acompañado por periodistas de la BBC que </p><p>lo habían visitado, a fin de deslindar su responsabilidad por el </p><p>desarrollo de los acontecimientos en las Geogias. Allí se negaron </p><p>a recibirlo. Davidoff les envió una carta documento.</p><p>El gobierno argentino dispuso entonces la protección militar </p><p>de los obreros e hizo desembarcar, el 25 de marzo, a unos 15 </p><p>Infantes de Marina en las Islas Georgias, trasladados por el Buque Mercante </p><p>desarmado Bahía Paraíso.</p><p>Si la Argentina hubiera permitido que los británicos llevaran a cabo esta </p><p>medida sin ofrecer ningún tipo de resistencia, habría significado un </p><p>reconocimiento expreso de la supuesta “soberanía” británica sobre las </p><p>islas, según la denominada Doctrina “stoppel” (doctrina de los actos </p><p>propios).</p><p>La resistencia argentina en este caso fue el anteriormente mencionado buque </p><p>Bahía Paraíso, a</p><p>lo que Gran Bretaña responde intensificando su acción al enviar más buques </p><p>de guerra y al aliarse con el dictador chileno Augusto Pinochet, </p><p>cuya flota iba a recibir órdenes para desplegarse en formación de </p><p>combate.</p><p>Cómo en todo hecho histórico, se encuentra aquí un punto bastante </p><p>controvertido. Hay quienes sostienen que el gobierno británico propuso, a </p><p>fin de terminar con este episodio, que</p><p>los trabajadores sellaran las tarjetas blancas, a modo de visa, y que esto </p><p>fue rechazado por la</p><p>Junta militar que gobernaba nuestro país.</p><p>Otros sostienen que es el propio gobierno argentino quien propone esto. </p><p>Pero a todo esto debe tenerse en cuenta que ya habían partido hacia las </p><p>Georgias buques de guerra británicos como</p><p>el Biscoe, el Bransfield, el submarino nuclear Superb y el </p><p>destructor Exeter, tal como fue reconocido más tarde por la Sra. </p><p>Margaret Thatcher.</p><p>La República Argentina estaba ante un gran dilema. Por propuesta </p><p>del gobernador en Malvinas Rex Hunt, el gobierno británico exigió </p><p>arbitrariamente el sellado de pasaportes en Gritviken o el desalojo por </p><p>la fuerza. En Buenos Aires, mientras tanto, se llevaban a cabo </p><p>negociaciones. Una u otra exigencia habría significado la renuncia de ipso </p><p>y de jure por parte</p><p>de la Argentina a sus derechos en el Atlántico Sur. Entre tanto, la flota </p><p>inglesa avanzaba tras</p><p>el manto de las negociaciones.</p><p>Finalmente, la Argentina pone en práctica, el 25 de marzo, un plan </p><p>estratégico para recuperar</p><p>las islas, frustrando así el proyecto británico para construir la </p><p>“Fortaleza Malvinas”.</p><p>El 30 de marzo, el gobierno británico recibió el informe de sus espías </p><p>locales. En él se decía que ni la Junta había planeado el incidente en </p><p>Georgias, ni el Señor Davidoff tenía nada que</p><p>ver con los planes de la Junta.</p><p></p><p></p><p>Gran Bretaña tenía varias razones por las que necesitaba una guerra de este</p><p>tipo. Entre ellas se encuentra el desmantelamiento que estaba </p><p>padeciendo la</p><p>Marina, por lo que necesitaba urgente una excusa para seguir existiendo.</p><p></p><p></p><p>A pesar de esto, los buques británicos seguían navegando hacia el sur. El </p><p>gobierno argentino,</p><p>tras denunciar a Gran Bretana ante la ONU el 1º de abril, reconquistó las </p><p>Malvinas el día 2. Los buques británicos quedaron en medio del mar, </p><p>con 28.000 hombres. Por su parte, Pinochet pospuso su intervención, </p><p>y luego el gabinete británico le pidió al presidente de EE.UU., </p><p>Ronald Reagan, la Isla de Ascensión, que éste aceptó, traicionando así la </p><p>Doctrina Monroe y el Tratado de Madrid.</p><p>Siguieron entonces los 74 días de cruentos combates, cesando el fuego el 14 </p><p>de junio de 1982,</p><p>y finalizando formalmente la guerra en 1989, tras la firma de paz en los </p><p>acuerdos de Madrid. Cómo es arto conocido, Gran Bretaña tenía varias </p><p>razones por las que necesitaba una guerra</p><p>de este tipo. Entre una de ellas se encuentra el desmantelamiento que </p><p>estaba padeciendo la</p><p>Marina Inglesa, por lo que necesitaba urgente una excusa para seguir </p><p>existiendo.</p><p>Cabe señalar el papel decisivo de la prensa británica, como también el de </p><p>su Parlamento, en</p><p>el diseño de la propaganda destinada a enardecer a la opinión </p><p>pública inglesa, intentando justificar su acción bélica. Entre una de sus </p><p>curiosas estrategias, estuvo la difusión de un video copiado del izamiento </p><p>de la bandera del 3 de abril, en las Islas Georgias, en el que sí había </p><p>Infantes de Marina, presentándolo como si hubiera sido tomado el </p><p>19 de marzo por los propios hombres de Davidoff. Otra de las </p><p>estrategias utilizadas fue dar a entender que el desembarco de la </p><p>expedición había sido en Malvinas y no en Georgias. Estas falsas noticias </p><p>fueron difundidas por todos los órganos de prensa sin </p><p>intervención de las agencias periodísticas y sí al parecer por </p><p>parte de una multimillonaria empresa privada: la Malvinas Island </p><p>Co., cuyo personero era el Sr. Hunt, gobernador de las Malvinas.</p><p>Otras de las curiosidades fueron la actitud del grupo BAS, a </p><p>cargo de Steve Martin, denunciando haber visto personas con uniforme </p><p>militar entre otras denuncias ya mencionadas;</p><p>la actitud del gobernador Hunt negándose a atender a Davidoff y </p><p>acusando al gobierno argentino; y muchas otras que se evidenciaron a lo </p><p>largo del artículo.</p><p>La descripción detallada de este inconveniente, insignificante </p><p>quizás ante el de la sangre derramada por nuestros patriotas, tiene </p><p>como finalidad llegar a la deducción lógica, de que</p><p>fue utilizado como una burda excusa por parte del Gobierno Británico para </p><p>desencadenar el hecho histórico que todos, en mayor o menor medida, </p><p>conocemos: La Guerra del Atlántico Sur.</p><p></p><p><strong>Bibliografía:</strong></p><p>Asociación de Argentinos Descendientes de Británicos e Irlandeses: “Gesta </p><p>Brava”; Buenos</p><p>Aires, 1994.<span style="color: Silver"></span></p><p><span style="color: Silver"></span></p><p><span style="color: Silver"><span style="font-size: 9px">---------- Post added at 12:08 ---------- Previous post was at 12:01 ----------</span></span></p><p><span style="color: Silver"></span></p><p><span style="color: Silver"></span><strong>El vendedor de chatarra que provocó accidentalmente la guerra del Atlántico Sur</strong></p><p></p><p>Daniel Schweimler</p><p></p><p>BBC, Buenos Aires</p><p></p><p>Constantino Davidoff y la guerra de Malvinas</p><p></p><p><img src="http://www.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2010/04/05/100405155453_sp_davidoff_220x170.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p>Mientras Gran Bretaña ha estado involucrada en varios conflictos desde la guerra de las Malvinas, librada hace 28 años, ésta continúa siendo la única guerra para Argentina en varias decenas de años. Un vendedor de chatarra argentino le explicó a la BBC por qué el conflicto armado pudo evitarse.</p><p></p><p>Constantino Davidoff jugó un papel pequeño, pero significativo, en una pequeña pero significativa guerra.</p><p></p><p>A fines de marzo de 1982, un grupo de comerciantes de chatarra argentinos atracó en la distante e inhóspita isla de Georgia del Sur, también denominada San Pedro, a 900 kilómetros el este de las islas Malvinas.</p><p></p><p>Davidoff era el propietario de una compañía contratada para desmantelar una estación ballenera en la isla de propiedad británica. Era un simple trato comercial, pero terminó provocando una guerra y arruinándole la vida.</p><p></p><p>Me reuní con Davidoff en su pequeño y pulcro departamento del barrio de clase obrera de Avellaneda, apenas al sur de Buenos Aires. Todavía comercia chatarra desde un garaje ubicado debajo de su casa. Se acerca a los setenta, viste un traje safari color crema y una gran cruz de oro le cuelga del cuello.</p><p></p><p>Las paredes de su hogar están cubiertas de mapas del Atlántico Sur y cartas de agradecimiento enmarcadas provenientes de grupos de veteranos argentinos con los que ha hablado para contarles su experiencia.</p><p></p><p>"Lo perdí todo, mi casa, mis aviones, mis barcos, mi compañía y, después de todo, mi familia. Simplemente, no fui capaz de defender mis intereses después de la guerra. Estaba demasiado enfermo", me dijo.</p><p>Invasión militar</p><p></p><p>Ha estado tratando de demandar al estado británico por US$200 millones de dólares, "pero los tribunales argentinos son demasiado lentos" - explica - y le dijeron, hace dos años, que tenía que presentar su reclamo ante cortes internacionales.</p><p></p><p>Me dijo que había hecho lo posible por evitar problemas con las autoridades británicas.</p><p></p><p>A fines de 1981, Davidoff visitó al embajador británico en Buenos Aires, habló con las autoridades de las islas Malvinas y firmó un contrato por US$270.000 con los propietarios escoceses de la estación ballenera abandonada. Después, volvió a conversar con el embajador británico para cerciorarse de que ya no había nada más que él debiera hacer.</p><p></p><p>Era un acuerdo comercial. Habría tenido que estar loco para permitir que me lo arruinaran.</p><p></p><p>Constantino Davidoff, comerciante de chatarra</p><p></p><p>Su versión está certificada por el informe del Comité Franks, de 1983, llevado a cabo por las autoridades británicas para explicar los sucesos que condujeron al conflicto.</p><p></p><p>Sin embargo, alguna gente en Londres pensó que el grupo de trabajadores de la chatarra eran la vanguardia de una invasión de la isla de Georgia del Sur por parte del entonces gobierno militar argentino.</p><p></p><p>Se informó que el grupo habría izado la bandera argentina, al son de su himno nacional.</p><p></p><p>Los comandos británicos no tardaron en ser despachados desde las islas Malvinas para llevar a cabo averiguaciones. Los treinta y nueve trabajadores de la chatarra fueron detenidos. Argentina mandó sus soldados a rescatarlos y, mientras estaban en eso, recuperaron las Malvinas.</p><p></p><p></p><p><strong>Se declara la guerra</strong></p><p></p><p>Margaret Thatcher, la primera ministra británica de la época, no vaciló en despachar fuerzas armadas al Atlántico Sur, y los dos países, previamente amigos, se enfrascaron en una guerra que dejó 900 muertos antes de que Argentina se rindiera el 14 de julio.</p><p></p><p>"No había militares entre mis trabajadores. Ni izaron la bandera ni cantaron ningún himno nacional. Era un acuerdo comercial. Habría tenido que estar loco para permitir que me lo arruinaran. Todo lo que hacía falta era una llamada de la embajada británica y habría retirado a mis trabajadores, habría cancelado mi contrato," dice Davidoff. "Se podría haber evitado una guerra"</p><p>Una confitería argentina</p><p></p><p>La situación de las Malvinas es una preocupación constante en Argentina.</p><p></p><p>Davidoff insiste en que Gran Bretaña empezó la guerra al enviar un contingente militar a enfrentar lo que era un asunto civil.</p><p></p><p>Asegura que, a pesar de su querella legal, no tiene ningún resentimiento hacia los británicos.</p><p></p><p>No obstante, como todo argentino que he conocido en los cuatro años que vivo aquí, y los veintitantos en que he venido de visita, cree firmemente que "las Malvinas son argentinas"</p><p>Una preocupación constante</p><p></p><p>Gran Bretaña está perforando en busca de petróleo en las aguas cercanas a las islas. Pero no es el petróleo ni los derechos de pesca lo que altera a la mayoría de los argentinos, sino algo así como un idealista sentido de justicia.</p><p></p><p>Argentina ha estado reclamando las Malvinas desde 1833. Las islas aparecen descritas como territorio argentino en todo atlas escolar. Calles y confiterías llevan el nombre de las islas y hay monumentos a los caídos en todo el territorio. Para Argentina es una preocupación constante.</p><p></p><p>Para la mayoría en Gran Bretaña, la guerra de las Malvinas es una nota histórica al pie de página. Y Londres no negociará su soberanía mientras los más o menos 2.000 isleños digan que prefieren permanecer siendo británicos.</p><p></p><p>"Gran Bretaña ganó la batalla militar, pero está perdiendo la guerra diplomática," explica Davidoff.</p><p></p><p>En febrero, las naciones latinoamericanas y caribeñas votaron, en forma unánime, por respaldar la queja argentina, al tiempo que Buenos aires volvía a insistir en su reclamo ante Naciones Unidas.</p><p></p><p>El comerciante de chatarra cree que alcanzará a ver la bandera albiceleste de Argentina flameando sobre las islas, tal vez en un acuerdo de poder compartido con Gran Bretaña</p><p></p><p>"Argentina tiene mucho que darle a las islas. La guerra no concluyó cuando fue izada la bandera británica", dice Constantino Davidoff, hojeando los documentos sobre la mesa. "Creo en la verdad y la justicia. Cuando se sepa la verdad, tendremos justicia."</p><p></p><p><strong>fuente</strong>: BBC Mundo</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="3-A-202, post: 889317"] [CENTER][COLOR="red"][SIZE="5"]Recuerdos de la disputa en el Atlántico Sur[/SIZE][/COLOR][/CENTER] Por Laura Scian Las heridas del conflicto por la soberanía en las islas del Atlántico Sur parecen no querer cerrarse. En este artículo se analiza el incidente producido en las Islas Georgias del Sur, poco antes de la guerra, que tuvieron como protagonista al empresario Constantino Davidoff. El 19 de marzo de 1982 desembarcó en la Isla Georgia del Sur un plantel de 39 obreros y técnicos argentinos enviados por el empresario Constantino Davidoff, de la misma nacionalidad, en cumplimiento de un contrato legal con una empresa particular escocesa, la Christian Salvesen Ltd., vinculada a la Corona Británica. Años anteriores, el empresario, por intermedio de un apoderado suyo, el señor Collin Shap, británico naturalizado argentino, se contactó con la empresa Salvensen de Edimburgo, la cual era arrendataria de los alquileres de la Corona Británica. Tras seis anos de estudios y tratativas, se concertó el negocio. El valor de los equipos de las ex factorías alcanzaba a los 27 millones de dólares. Davidoff viajó a Malvinas, entrevistándose con el gobernador de ellas en ese momento, el señor Parker, antes de firmar contrato en Londres. Por su parte, Salvensen se dirigió al gobernador de Malvinas por nota informándole del negocio. El cometido era desguazar tres aldeas factorías balleneras en desuso, propiedad de dicha empresa, en las Bahías de Stromness, Husvik y Leith, con opción de compra de éstas, su contenido y naves en la Isla de San Pedro. Al arribar a Puerto Leith, la expedición fue acusada por miembros del Servicio de Exploración Antártica Británica (BAS), dependiente del gobernador de Malvinas, de incluir militares dentro del contingente y de realizar actos de cuya naturaleza se infería una afirmación de soberanía argentina en las Islas. Previamente a este desembarco, en diciembre de 1981, Davidoff había viajado a las Georgias en un transporte naval (el ARA Almirante Irizar) para inspeccionar dicha estación ballenera en Puerto Leith. Ante este viaje, el gobierno británico, a instancias del Gobernador Colonial de Malvinas, el señor Rex Hunt, presentó una protesta a nuestro gobierno, que fue desestimada. No obstante estos hechos, la Embajada Británica no le puso al empresario obstáculos para el posterior envío de la expedición a fin de cumplimentar el contrato con la firma escocesa. Al arribar a Puerto Leith, la expedición fue acusada por miembros del Servicio de Exploración Antártica Británica (BAS), dependiente del gobernador de Malvinas, de incluir militares dentro del contingente, y de realizar actos de cuya naturaleza se infería una afirmación de soberanía argentina en las Islas: disparo de armas de fuego (algunos marineros y franceses visitantes habían cazado un ciervo); izamiento de una bandera; pertenencia de un buque a la Armada Argentina; rehusamiento de los trabajadores a irse y a cumplir formalidades. Al principio, la queja principal del BAS fue llevada al capitán del buque, dando por sentado que el señor Davidoff era un subordinado de aquél y que el viaje era un operativo encubierto. El capitán, que sólo ejecutaba un contrato de fletamiento, toma en cuenta la situación como un asunto de terceros y se retira con su navío el día 21. Toda esta información, manejada por la prensa y el Parlamento de Gran Bretaña, contribuyó al empeoramiento de la situación y a diseminar propaganda digitada, incitando la ira de la gente. De inmediato acusaron al gobierno argentino de haber ordenado dicho desembarco, invadiendo las islas, dando a entender que se trataba de una verdadera amenaza para los habitantes de Malvinas (entre Malvinas y Georgia hay 800 millas de distancia). El gobierno argentino negó toda vinculación con el Señor Davidoff y su gente, con lo cual todo el proyecto reivindicatorio quedaba desautorizado, y negó también que hubiera personal militar entre los obreros. El gobierno británico insistió en su postura. Independientemente de ello, la investigación posterior comprobó la falsedad de los datos. No obstante, el carácter reivindicatorio de soberanía que los británicos asignaron a estos actos, no era tal en virtud de lo establecido en el acuerdo anglo-argentino de comunicaciones de 1971. En el Art. 2 del mismo, se establece claramente que nada de lo que hagan una u otra parte en el área en disputa de las Islas Malvinas, significará una ventaja para el que lo hiciere a la pretensión de soberanía sobre los territorios en disputa. El 23 de marzo, el gobierno británico notificó al argentino que expulsaría a los obreros, e invocando la defensa a los súbditos de su Reino, envían el buque artillado Endurance, para desalojar a los obreros, insinuando que su presencia era una amenaza a los habitantes de Malvinas (lo cual es considerado según la Carta de la ONU como un acto de agresión), a pesar de que la embajada británica conocía perfectamente todo lo relativo a la expedición, pues el señor Davidoff la visitó constantemente para consultar cómo debía proceder. Más aún, a requerimiento de la embajada, accedió a ampliar datos sobre su expedición. El gobierno argentino dispuso entonces la protección militar de los obreros e hizo desembarcar, el 25 de marzo, a unos 15 Infantes de Marina en las Islas Georgias, trasladados por el Buque Mercante desarmado Bahía Paraíso. Al producirse el incidente, la embajada no convocó al empresario para pedirle explicaciones. Éste, por su parte, no bien se enteró del suceso se apresuró a acudir a dicha embajada acompañado por periodistas de la BBC que lo habían visitado, a fin de deslindar su responsabilidad por el desarrollo de los acontecimientos en las Geogias. Allí se negaron a recibirlo. Davidoff les envió una carta documento. El gobierno argentino dispuso entonces la protección militar de los obreros e hizo desembarcar, el 25 de marzo, a unos 15 Infantes de Marina en las Islas Georgias, trasladados por el Buque Mercante desarmado Bahía Paraíso. Si la Argentina hubiera permitido que los británicos llevaran a cabo esta medida sin ofrecer ningún tipo de resistencia, habría significado un reconocimiento expreso de la supuesta “soberanía” británica sobre las islas, según la denominada Doctrina “stoppel” (doctrina de los actos propios). La resistencia argentina en este caso fue el anteriormente mencionado buque Bahía Paraíso, a lo que Gran Bretaña responde intensificando su acción al enviar más buques de guerra y al aliarse con el dictador chileno Augusto Pinochet, cuya flota iba a recibir órdenes para desplegarse en formación de combate. Cómo en todo hecho histórico, se encuentra aquí un punto bastante controvertido. Hay quienes sostienen que el gobierno británico propuso, a fin de terminar con este episodio, que los trabajadores sellaran las tarjetas blancas, a modo de visa, y que esto fue rechazado por la Junta militar que gobernaba nuestro país. Otros sostienen que es el propio gobierno argentino quien propone esto. Pero a todo esto debe tenerse en cuenta que ya habían partido hacia las Georgias buques de guerra británicos como el Biscoe, el Bransfield, el submarino nuclear Superb y el destructor Exeter, tal como fue reconocido más tarde por la Sra. Margaret Thatcher. La República Argentina estaba ante un gran dilema. Por propuesta del gobernador en Malvinas Rex Hunt, el gobierno británico exigió arbitrariamente el sellado de pasaportes en Gritviken o el desalojo por la fuerza. En Buenos Aires, mientras tanto, se llevaban a cabo negociaciones. Una u otra exigencia habría significado la renuncia de ipso y de jure por parte de la Argentina a sus derechos en el Atlántico Sur. Entre tanto, la flota inglesa avanzaba tras el manto de las negociaciones. Finalmente, la Argentina pone en práctica, el 25 de marzo, un plan estratégico para recuperar las islas, frustrando así el proyecto británico para construir la “Fortaleza Malvinas”. El 30 de marzo, el gobierno británico recibió el informe de sus espías locales. En él se decía que ni la Junta había planeado el incidente en Georgias, ni el Señor Davidoff tenía nada que ver con los planes de la Junta. Gran Bretaña tenía varias razones por las que necesitaba una guerra de este tipo. Entre ellas se encuentra el desmantelamiento que estaba padeciendo la Marina, por lo que necesitaba urgente una excusa para seguir existiendo. A pesar de esto, los buques británicos seguían navegando hacia el sur. El gobierno argentino, tras denunciar a Gran Bretana ante la ONU el 1º de abril, reconquistó las Malvinas el día 2. Los buques británicos quedaron en medio del mar, con 28.000 hombres. Por su parte, Pinochet pospuso su intervención, y luego el gabinete británico le pidió al presidente de EE.UU., Ronald Reagan, la Isla de Ascensión, que éste aceptó, traicionando así la Doctrina Monroe y el Tratado de Madrid. Siguieron entonces los 74 días de cruentos combates, cesando el fuego el 14 de junio de 1982, y finalizando formalmente la guerra en 1989, tras la firma de paz en los acuerdos de Madrid. Cómo es arto conocido, Gran Bretaña tenía varias razones por las que necesitaba una guerra de este tipo. Entre una de ellas se encuentra el desmantelamiento que estaba padeciendo la Marina Inglesa, por lo que necesitaba urgente una excusa para seguir existiendo. Cabe señalar el papel decisivo de la prensa británica, como también el de su Parlamento, en el diseño de la propaganda destinada a enardecer a la opinión pública inglesa, intentando justificar su acción bélica. Entre una de sus curiosas estrategias, estuvo la difusión de un video copiado del izamiento de la bandera del 3 de abril, en las Islas Georgias, en el que sí había Infantes de Marina, presentándolo como si hubiera sido tomado el 19 de marzo por los propios hombres de Davidoff. Otra de las estrategias utilizadas fue dar a entender que el desembarco de la expedición había sido en Malvinas y no en Georgias. Estas falsas noticias fueron difundidas por todos los órganos de prensa sin intervención de las agencias periodísticas y sí al parecer por parte de una multimillonaria empresa privada: la Malvinas Island Co., cuyo personero era el Sr. Hunt, gobernador de las Malvinas. Otras de las curiosidades fueron la actitud del grupo BAS, a cargo de Steve Martin, denunciando haber visto personas con uniforme militar entre otras denuncias ya mencionadas; la actitud del gobernador Hunt negándose a atender a Davidoff y acusando al gobierno argentino; y muchas otras que se evidenciaron a lo largo del artículo. La descripción detallada de este inconveniente, insignificante quizás ante el de la sangre derramada por nuestros patriotas, tiene como finalidad llegar a la deducción lógica, de que fue utilizado como una burda excusa por parte del Gobierno Británico para desencadenar el hecho histórico que todos, en mayor o menor medida, conocemos: La Guerra del Atlántico Sur. [B]Bibliografía:[/B] Asociación de Argentinos Descendientes de Británicos e Irlandeses: “Gesta Brava”; Buenos Aires, 1994.[COLOR="Silver"] [SIZE=1]---------- Post added at 12:08 ---------- Previous post was at 12:01 ----------[/SIZE] [/COLOR][B]El vendedor de chatarra que provocó accidentalmente la guerra del Atlántico Sur[/B] Daniel Schweimler BBC, Buenos Aires Constantino Davidoff y la guerra de Malvinas [IMG]http://www.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2010/04/05/100405155453_sp_davidoff_220x170.jpg[/IMG] Mientras Gran Bretaña ha estado involucrada en varios conflictos desde la guerra de las Malvinas, librada hace 28 años, ésta continúa siendo la única guerra para Argentina en varias decenas de años. Un vendedor de chatarra argentino le explicó a la BBC por qué el conflicto armado pudo evitarse. Constantino Davidoff jugó un papel pequeño, pero significativo, en una pequeña pero significativa guerra. A fines de marzo de 1982, un grupo de comerciantes de chatarra argentinos atracó en la distante e inhóspita isla de Georgia del Sur, también denominada San Pedro, a 900 kilómetros el este de las islas Malvinas. Davidoff era el propietario de una compañía contratada para desmantelar una estación ballenera en la isla de propiedad británica. Era un simple trato comercial, pero terminó provocando una guerra y arruinándole la vida. Me reuní con Davidoff en su pequeño y pulcro departamento del barrio de clase obrera de Avellaneda, apenas al sur de Buenos Aires. Todavía comercia chatarra desde un garaje ubicado debajo de su casa. Se acerca a los setenta, viste un traje safari color crema y una gran cruz de oro le cuelga del cuello. Las paredes de su hogar están cubiertas de mapas del Atlántico Sur y cartas de agradecimiento enmarcadas provenientes de grupos de veteranos argentinos con los que ha hablado para contarles su experiencia. "Lo perdí todo, mi casa, mis aviones, mis barcos, mi compañía y, después de todo, mi familia. Simplemente, no fui capaz de defender mis intereses después de la guerra. Estaba demasiado enfermo", me dijo. Invasión militar Ha estado tratando de demandar al estado británico por US$200 millones de dólares, "pero los tribunales argentinos son demasiado lentos" - explica - y le dijeron, hace dos años, que tenía que presentar su reclamo ante cortes internacionales. Me dijo que había hecho lo posible por evitar problemas con las autoridades británicas. A fines de 1981, Davidoff visitó al embajador británico en Buenos Aires, habló con las autoridades de las islas Malvinas y firmó un contrato por US$270.000 con los propietarios escoceses de la estación ballenera abandonada. Después, volvió a conversar con el embajador británico para cerciorarse de que ya no había nada más que él debiera hacer. Era un acuerdo comercial. Habría tenido que estar loco para permitir que me lo arruinaran. Constantino Davidoff, comerciante de chatarra Su versión está certificada por el informe del Comité Franks, de 1983, llevado a cabo por las autoridades británicas para explicar los sucesos que condujeron al conflicto. Sin embargo, alguna gente en Londres pensó que el grupo de trabajadores de la chatarra eran la vanguardia de una invasión de la isla de Georgia del Sur por parte del entonces gobierno militar argentino. Se informó que el grupo habría izado la bandera argentina, al son de su himno nacional. Los comandos británicos no tardaron en ser despachados desde las islas Malvinas para llevar a cabo averiguaciones. Los treinta y nueve trabajadores de la chatarra fueron detenidos. Argentina mandó sus soldados a rescatarlos y, mientras estaban en eso, recuperaron las Malvinas. [B]Se declara la guerra[/B] Margaret Thatcher, la primera ministra británica de la época, no vaciló en despachar fuerzas armadas al Atlántico Sur, y los dos países, previamente amigos, se enfrascaron en una guerra que dejó 900 muertos antes de que Argentina se rindiera el 14 de julio. "No había militares entre mis trabajadores. Ni izaron la bandera ni cantaron ningún himno nacional. Era un acuerdo comercial. Habría tenido que estar loco para permitir que me lo arruinaran. Todo lo que hacía falta era una llamada de la embajada británica y habría retirado a mis trabajadores, habría cancelado mi contrato," dice Davidoff. "Se podría haber evitado una guerra" Una confitería argentina La situación de las Malvinas es una preocupación constante en Argentina. Davidoff insiste en que Gran Bretaña empezó la guerra al enviar un contingente militar a enfrentar lo que era un asunto civil. Asegura que, a pesar de su querella legal, no tiene ningún resentimiento hacia los británicos. No obstante, como todo argentino que he conocido en los cuatro años que vivo aquí, y los veintitantos en que he venido de visita, cree firmemente que "las Malvinas son argentinas" Una preocupación constante Gran Bretaña está perforando en busca de petróleo en las aguas cercanas a las islas. Pero no es el petróleo ni los derechos de pesca lo que altera a la mayoría de los argentinos, sino algo así como un idealista sentido de justicia. Argentina ha estado reclamando las Malvinas desde 1833. Las islas aparecen descritas como territorio argentino en todo atlas escolar. Calles y confiterías llevan el nombre de las islas y hay monumentos a los caídos en todo el territorio. Para Argentina es una preocupación constante. Para la mayoría en Gran Bretaña, la guerra de las Malvinas es una nota histórica al pie de página. Y Londres no negociará su soberanía mientras los más o menos 2.000 isleños digan que prefieren permanecer siendo británicos. "Gran Bretaña ganó la batalla militar, pero está perdiendo la guerra diplomática," explica Davidoff. En febrero, las naciones latinoamericanas y caribeñas votaron, en forma unánime, por respaldar la queja argentina, al tiempo que Buenos aires volvía a insistir en su reclamo ante Naciones Unidas. El comerciante de chatarra cree que alcanzará a ver la bandera albiceleste de Argentina flameando sobre las islas, tal vez en un acuerdo de poder compartido con Gran Bretaña "Argentina tiene mucho que darle a las islas. La guerra no concluyó cuando fue izada la bandera británica", dice Constantino Davidoff, hojeando los documentos sobre la mesa. "Creo en la verdad y la justicia. Cuando se sepa la verdad, tendremos justicia." [B]fuente[/B]: BBC Mundo [/QUOTE]
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