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Malvinas 1982
El día que le dieron al Sheffield - del libro los 100 días del Alm Sandy Woodward
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<blockquote data-quote="Teseo" data-source="post: 814729" data-attributes="member: 33"><p>En las redes internas, el Capitán puede intercomunicarse con el Oficial de la Guerra Principal hablando al Controlador de Sonar o el Operador de Link dando un resumen al Compilador de Imagen de Superficie, o al Director de Mísiles/Cañón hablando al Director de Superficie, quizás al Jefe de Señales hablándole a su joven señalero en el puente. Puede incluso escuchar a Su Oficial de la Guardia en el puente, levantando la voz, diciendo, “Aeronave, Rojo nueve-cero, bajo, no identificado”. Nunca se para en el extraño mundo inferior de la Sala de Operaciones. Las redes de comunicaciones son una clase de torre de Babel “subterránea”, una masa de palabras y auriculares, micrófonos y extraño lenguaje jargón. La habitación en si misma es un caleidoscopio de información iluminada, un dispersor de dedos en teclas y botones: un lugar en las trincheras de lunáticos, donde usted no ve labios moverse, pero donde voces incorporales no parecen nunca descansar.</p><p></p><p>Y cerca del centro de todo yace el Oficial de Guerra Antiaérea (o Avanzada), asistido por el Oficial Principal de la Guerra. Es su trabajo el de coordinar toda la información y de actuar apropiadamente sobre ella. Decidir si dejar un conjunto de circunstancias llevar a llamar “Estaciones de Acción”, que posee una propia vida en sí misma, con una sucesión de personas automáticamente tomando pasos cuidadosamente ensayados. Cada uno de los cuales solo puede ser detenido por una súbita orden del comandante.</p><p>Es ahora las 1356. Los dos Super Etendard han hecho el pop up hasta los 120 pies por encima del mar. Nivelan y Bedecarratz observa a su pantalla de radar y ve un blip. Sus manos enguantadas se mueven menos de un pie al botón de activación del Exocet. Mayora hace lo mismo.</p><p></p><p>La Sala de Operaciones del Glasgow, como cualquier otra en la fuerza, está empacada con gente sudando debajo de sus trajes. Son las 1356 y 30 segundos. El aire está caliente y la oscuridad parece sumarse. El Grupo de Batalla está todavía solo en “Alerta Blanca” cuando el joven marinero Rose levantó su auricular y pronunció las palabras que luego Paul Hoddinott diría “causaron que el pelo de mi nuca se levantara”.</p><p></p><p>“¡Radar Agave!” bofetea Rose.</p><p></p><p>El AWO del Glasgow, Capitán de Corbeta Nick Hawkyard reacciona instantáneamente: </p><p></p><p>“¿NIVEL DE CONFIANZA?”</p><p></p><p>“¡CERTERO!” dice Rose. “Tengo tres barridos, seguidos por un corto enganche. Marcación…dos-tres-ocho. Modo de búsqueda”</p><p></p><p>Hoddinot se desliza hacia el armario donde se encuentra la gran consola del sistema MAE UAA-1. Él y Hawkyard pueden ver la línea de marcación en la pantalla de Rose, correlacionándose con dos contactos en el radar de Alerta Aérea de Largo Alcance a cuarenta y cinco millas náuticas en la presentación del AWO.</p><p></p><p>“La transmisión ha cesado” reporta Rose.</p><p></p><p>Hawkyard llama en la Línea de Comando Abierta: “AWO al Oficial de Guardia – ir a las Estaciones de Acción, ¡ahora mismo!”.</p><p></p><p>Y arriba en el Puente, el Teniente Navío David Goddard aprieta el botón del sistema intercomunicador transmitiendo “ESTACIONES DE ACCIÓN” a través del buque.</p><p>Hawkyard, en frente de la imagen de su grande y plana pantalla, cabia al circuito de radio UHF anunciando a todos los buques: “¡FLASH!, Este es el Glasgow, Agave…marcación dos-tres-ocho…correlaciona con traza uno-dos-tres-cuatro…rumbo dos-tres-ocho….rango cuatro-cero…Invencible, fuera”</p><p></p><p>Invencible: “Roger, fuera”</p><p></p><p>Entonces Rose llama nuevamente: “Agave reganado – marcación dos-tres-ocho”</p><p>Su Supervisor de Guerra Electrónica sentándose delante de él, confirma la segunda detección. Los operadores de radar del buque, observando sus pantallas de alerta de radar aérea y de superficie, también confirman el contacto: “Dos bogeys. Rumbo dos-tres-ocho. Distancia tres-ocho millas. Traqueando cero-siete-cero. Cuatro-cincuenta nudos”.</p><p></p><p>Hawkyard a Hoddinot: “Esos son los dos Super E. Han hecho el Pop-Up seguramente. Pueden estar a punto de lanzar mísiles”. Y ahora en verdad la Sala de Operaciones del Glasgow en verdad vuelve a la vida. Están ciento por ciento preparados para este evento. Después de todo, precisamente para eso estaban allí.</p><p></p><p>“¡CHAFF!” llama Hawkyard, y a través de la habitación la figura encapuchada del Suboficial Jefe Jan Ames aprieta su dedo contra el botón de lanzamiento de chaff diseñado para activación en caso de rápida emergencia.</p><p></p><p>Hawkyard de nuevo transmite en el circuito de radio al Grupo de Batalla entero: “Este es el Glasgow…” y mientras continúa hablando, súbitamente recuerda que debió decir “Handbrake” nuestro nombre código para el radar Agave. Hawkyard se corrige así mismo rápidamente. “HANDBRAKE” exclama, “MARCACIÓN DOS-TRES-OCHO”.</p><p></p><p>Simultáneamente los dedos del Supervisor de Imagen Aérea, marinero Nevin están tecleando intentando liberar la imagen completa de la incursión entrante, trazas 1234 y 1235 en su circuito de computador inter-buque, Link-10. Entonces, girando para ver su relevo detrás de él listo para el cambio de guardia , el Supervisor de Guerra Electrónica, marinero Hewitt, rápidamente entrega la guardia y acude arriba para ayudar a la recarga de los lanzadores de cohetes chaff. “Nunca”, admitió luego “me había movido a esa velocidad en toda mi vida”.</p><p></p><p>Mientras el marinero se movía, Hawkyard pasó de regresó al UHF e intentó convencer al Comandante de Guerra Anti-Aérea de la Fuerza en el Invincible que esto era de verdad. Pero no estaba teniendo éxito. Hoddinott escuchaba con alarma, como la voz de Hawkyard empezaba a elevarse en frustración, desesperadamente intentando convencer al FWAAC que esto era muy serio y no solo otro “fantasma” nervioso.</p><p></p><p>De nuevo llama “Este es el Glasgow, Traza 1234 – rumbo dos-tres-ocho – distancia tres-cinco – fuerza dos – aproximándose rápido. Traza 1234 correlaciona marcación HANDBRAKE. Invincible, fuera”.</p><p></p><p>FAAWC, quien debe tratar con tres o cuatro “pánicos” similares esa misma mañana, quiere más evidencia. Tanto como le concierne, el llanto “HANDBRAKE” ha sido escuchado más a menudo que el “buenos días” hoy, y no va a comprometer las disminuidas reservas completas de Chaff del Grupo sin una razón sólida.</p><p>Invincible responde: “Roger, fuera”.</p><p>Pero al menos debe saber que el Glasgow estaba seguro de su propia alerta. Cualquiera escuchando la red de Guerra Anti-aérea podía oír los lanzamientos de chaff del Glasgow con su característico “WHOOSH”, el cual se convertiría frecuente en los próximos días.</p><p>Abajo en la cónsola de GE del Glasgow, Rose de nuevo alerta: “HANDBRAKE en modo de enganche”.</p><p></p><p>Bedacarratz en este punto estaba lanzando su misil y Paul Hoddinott siente el pavor de frialdad que te golpea cuando tienes la evidencia certera de que un gran misil está en camino hacia ti. Por los próximos minutos, la técnica es para el Glasgow el ubicarse así mismo cuidadosamente entre las cuatro nubes de Chaff que están estallando encime de él, y que debían engañar al misil fuera de curso para errar a su buque. Pero la chaff deriva con el viento. Y tu debes estar en el patrón. Velocidad y posición debe ser corregida cuidadosamente.</p><p></p><p>Comandante al Oficial de la Guardia en el Puente: Timón fuerte a la izquierda a cero-dos-cinco. Ajustar velocidad para cero relativo al viento”.</p><p></p><p>A las 1402, los pilotos dispararon sus mísiles y giraron a la izquierda. Los Exocet cayeron y se engancharon en sus blancos. Ninguno de los pilotos tenía idea de a que blanco apuntaban sus mísiles ni tampoco deseaban averiguarlo. Solo sabían que un contacto radar había aparecido en sus pantallas en la parte del océano indicado. Y se fueron rápido, descendiendo hacia el océano, en dirección al oeste.</p><p>Nunca los volvimos a detectar.</p><p></p><p>Casi simultáneamente, los dos puntos ámbar, tan pequeños que solo podían ser vistos intermitentemente, aparecieron en el radar del Glasgow, traqueando su camino rápido a través de la pantalla.</p><p></p><p>“¡ZIPPO UNO! ¡BOXEADORES!. En aproximación. Rumbo dos-tres-ocho. Distancia doce millas”.</p><p></p><p>Hoddinott ordenó su sistema de mísiles superficie-aire Sea Dart en acción para derribarlos.</p><p></p><p>Hawkyard llamó de nuevo al Suboficial Jefe Ames, su Director de Mísiles y Cañón. “Tome trazas 1234 y 1235 con Sea Dart”. Pero no funcionó. Sin éxito, el radar de control de fuego no pudo engancharse en los pequeños blancos efímeros a esa distancia. Siguen intentando, pero los puntos siguen desapareciendo. La frustración aumenta y el comandante se enfurece. Hawkyard llama de nuevo al Invincible asesorándoles liberar dos Sea Harrier de la línea de fuego. Pero la Sala de Operaciones en el pequeño portaviones responde que ellos creen que la incursión es falsa.</p><p></p><p>El AWO del Glasgow ahora desesperado, casi escupe en el circuito de radio: “¡NEGATIVO LA FUERZA ESTÁ BAJO ATAQUE!” RAID 1234 Y 1235 MARCACIÓN Y DISTANCIA CORRELACIONAN CON HANDBRAKE”.</p><p></p><p>Invincible todavía no está de acuerdo.<span style="color: Silver"></span></p><p><span style="color: Silver"></span></p><p><span style="color: Silver"><span style="font-size: 9px">---------- Post added at 11:55 ---------- Previous post was at 11:54 ----------</span></span></p><p><span style="color: Silver"></span></p><p><span style="color: Silver"></span>El suboficial jefe Ames, todavía furioso tratando de enganchar al Exocet con el Sea Dart, no puede ayudar a pensar cuanto tomaría al misil impactar su buque, pensando que impactaría al Glasgow a medianía justo donde se encuentra la Sala de Operaciones. Como muchos otros, comenzó a resignarse a su destino.</p><p></p><p>Es el Capitán de Navío Hoddinott quien se da cuenta primero, con enorme alivio que el Glasgow está a salvo. Uno de los mísiles está dirigiéndose hacia el Sheffield y el otro se está perdiendo.</p><p></p><p>Sheffield, con el Capitán de Navío Salt fuera de la Sala de Operaciones, no había, por alguna razón, desplegado sus chaff todavía. Hoddinott luego recordó que le decía a Hawkyard, con preocupación: “¿Qué demonios está pasando en el Sheffield?”.</p><p>La única respuesta que el recibió era de su propio operador que decía que no podía darle respuesta.</p><p></p><p>Veinte millas más lejos, las cosas se estaban moviendo a una conclusión trágica en el pequeño destructor llamado por una ciudad británica de acero destemplado. El problema número uno fue que habían estado transmitiendo con su sistema de comunicaciones satelitales SCOT en un momento crítico cuando los radares de los Super Etendard estaban siendo usados. Esto los borró del Sheffield. </p><p></p><p>La ausencia del Capitán, por coincidencia en su cabina, no fue mal manejo, sino mala suerte. Él estaba perfectamente habilitado para estar en su cabina. El capitán no debe tratar de estar alerta y en la guardia indefinidamente si desea permanecer con efectividad. Debe estar en paz consigo mismo y aprender a confiar en su personal de la guardia.</p><p></p><p>El segundo problema era que la significación de los reportes desde el Glasgow no fue apreciada. Había algún tipo de hueco en su Sala de Operaciones y ninguna acción fue tomada, tampoco fueron las aeronaves o los mísiles detectados en el radar del Sheffield.. Es tentador concluir que si la advertencia del Glasgow hubiese sido aceptada en la Sala de Operaciones del Sheffield, las chaff hubiesen sido disparadas y hubiesen sido efectivas; o que los radares propios del Sheffield hubiesen podido detectar tanto a los aviones Super Etendard como a los mísiles entrantes. Estaban después de todo, cuatro millas más cerca aunque presentando un eco radar más débil al Sheffield que al Glasgow y el Sheffield se había mostrado en excelentes condiciones en dicho procedimiento solo unas pocas semanas atrás durante pruebas de lanzamiento de mísiles en Gibraltar. Ahora en guerra, ¿Cómo podría ser su desempeño menor?.</p><p></p><p>Por la razón que fuese, a las 1403, las Chaff del Sheffield no fueron lanzadas. Arriba en su Puente, el Teniente Navío Peter Walpole y el Teniente Navío Brian Layshon, observando hacia la amura de estribor, detectaron una estela de humo seis pies por encima del mar, casi una milla y viniendo directo a su buque. Solo quedaban segundos. Uno de ellos usó el micrófono de intercomunicación y balbuceó “¡ATAQUE DE MÍSILES, IMPACTO EN LA CUBIERTA!”.</p><p></p><p>El Exocet los impactó a las 1404. A medianía. En el lado de estribor. Unos pies por encima de la línea de agua. Había algunas dudas si su cabeza de guerra no había explotado pero varios hombres murieron instantáneamente. Un incendio mayor se inició lanzando grandes cantidades de calor y humo que causarían que muchos otros también murieran, muchos de ellos en circunstancias heroicas. Sheffield fue el primer buque británico en ser alcanzado por un misil desde la Segunda Guerra Mundial. Hace casi cuarenta años.</p><p></p><p>El hueco en el costado del Sheffield medía cuatro pies por casi quince pies de largo – desde los espacios de máquinas auxiliares a la sala de motores delantera. EL daño de la explosión había ido tan lejos como la estructura baja del puente y el centro del buque se estaba llenando con un humo negro, grueso y sofocante. Los incendios se estaban alimentando del combustible que filtraba y la presión de la bomba anti-incendios principal cayó a cero. Los controles se perdieron pero las grandes turbinas de gas Olympus todavía estaban, milagrosamente, funcionando.</p><p></p><p>Más de veinte millas atrás en la Sala de Operaciones de la Fuerza en el Hermes, estábamos todavía en Alerta de Incursión Aérea Blanca- FAAWC en el Invencible estaba todavía insuficientemente convencido para cambiarla. No estaba escuchando nada de este drama. En realidad estaba parado en la Sala de Operaciones teniendo una conversación con un oficial de staff sobre los planes de la noche de hoy. Cuando, unos pocos minutos después de que el Sheffield fuese impactado, recibimos nuestro primer reporte, faltante tanto en detalles como en impacto inmediato.</p><p></p><p>“Sheffield sufrió una explosión”. Nada más definitivo o descriptivo que eso. Tomé nota, pero permití que el negocio continuara como era usual, todo moviéndose adelante. Eran las 1407Z.</p><p></p><p>¿Explosión? Podía ser todavía cualquier cosa desde donde me encontraba – el inicio de un incendio, una botella de gas explotando, un arma funcionando mal en una prueba. Las posibilidades no tenían fin. Podía ser un torpedo, pero era poco probable que fuese una mina en esta profundidad de las aguas. Podía ser incluso un misil. Los pensamientos pasaban a gran velocidad por mi mente ¿Pero dónde estaban las alertas que debíamos haber recibido en la nave insignia?</p><p></p><p>Esperé pacientemente, diciendo solamente: “¿Todavía estamos en comunicación con el Sheffield?”.</p><p></p><p>Alguien respondió: “Si, señor”. Eso al menos es una buena señal. Con nada sin embargo viniendo de ella, estaba escuchando y observando cuidadosamente las reacciones de los buques y aeronaves cercanas a la escena.</p><p>Arrow y Yarmouth comenzaron a moverse hacia el Sheffield en ayuda. Me parecía sensible: déjalos correr. Y hay un mensaje desde el Glasgow. Está dejando su estación de piquete y dirigiéndose a toda velocidad hacia el Sheffield. Ahora sabemos que algo había pasado. Todavía no exactamente qué. Pero algo serio.</p><p></p><p>Podemos ver a los helicópteros desplazándose a través para ayudar. La imagen se estaba volviendo más clara – y la única cosa en mi cabeza era que fue un misil, la siguiente es que podía suceder de nuevo en cualquier momento ahora. Le di la señal al Glasgow: “No vayas en asistencia del Sheffield. Deja eso para los otros. Ajuste su posición para cubrir al Sheffield”. Es probable innecesario para mi decírselo. Le di otra a la Arrow: “Está a cargo de la escena de acción. Tiene a la Yarmouth y helicópteros para asistencia”.</p><p></p><p>No tenía intención de tomar el cargo en detalles. Y debía mantener al margen de cualquier tentación de hacerlo a menos de que las cosas se hicieran en verdad mal. Después de unos cuantos minutos, finalmente recibimos un mensaje desde el golpeado destructor que había sido impactado por un misil enemigo. Y ahora, desde el Invincible, viene el mensaje para todos los demás: “Hemos sufrido un ataque Etendard. Confirmo, un ataque Etendard. Probablemente usando Exocet”.</p><p></p><p>La información continúa filtrándose aunque lenta y metódicamente. Nada en la variedad “Mantenga la primera página”. Y aunque podía ver a la Arrow y a la Yarmouth y los helicópteros aproximándose a la Sheffield, había una tensión creciente en la Sala de Operaciones de la Insignia en el Hermes. Todos lo podían sentir, como si de alguna manera estuviésemos desamparados y debíamos hacer más. Uno de mis oficiales de staff comentó: “Almirante, ¡debe hacer algo!”. Lo cual es precisamente lo que no debo hacer, reconozco.</p><p></p><p>Le respondí con suficiente gentileza: “No…déjelo así.”</p><p></p><p>No tenía la intención de emitir una corriente de órdenes detalladas, veinte millas del lugar donde se desencadenaba un furioso incendio que si alcanzaba la santabárbara de mísiles Sea Dart haría volar al destructor entero así como a su gente y cualquier otro buque o aeronave cercana. Primero que todo, no sabía precisamente que estaba sucediendo, en segundo lugar, no quería empantanar las comunicaciones de radio y en tercer lugar, mi política era dejar que las comunicaciones fluyeran, para dejar a los hombres altamente adiestrados en el lugar, correr la operación y llamar en caso de cualquier cosa necesaria. Lo que no necesitaban era un cúmulo de preguntas mal informadas e ideas extrañas desde la Insignia. Aparte de ello, confiaba en ellos. En todos ellos, para hacer la cosa correcta, lo suficiente.</p><p></p><p>Habiendo sobrevivido a los primeros indicios de pánico emergentes en mi propia Sala de Operaciones, procedí a divorciarme de los detalles del trabajo de rescate y salvamento. Como cualquier militar, no estaba permitido que entrara en un ataque de pánico en esta clase de ocasiones. Nunca caer en pánico. Y estaba trabajando duro para traer a mi staff una atmósfera que esperaba traería calma y confianza.</p><p></p><p>Me dije a mi mismo en calma: “Ahora tenemos un problema. Hemos perdido probablemente un destructor desde nuestra línea de piquetes en el día cuatro de la guerra. Bueno, siempre esperé dicha pérdida por un tiempo, y también puede esperar que habrá más de lo mismo. No siento ninguna sensación real de shock, al menos no inmediatamente y no puedo permitirme nada emocionalmente primitivo como un deseo de venganza que nuble mi juicio. Solo voy a tratar con esto, como he sido entrenado. Tenemos ahora un “hueco” en nuestra cortina de mísiles, dos buques de la cortina interior se han movilizado. Hay tres de ellos trabajando en el campo izquierdo y ahora mi problema es como desplegar de la mejor manera el resto.</p><p></p><p>Quizás más que la mayoría, yo estaba muy consciente de que un enemigo bien coordinado, podía y debía atacarnos de nuevo, tan pronto como fuera posible mientras estábamos fuera de balance. En ese momento, creía que estábamos en la zona más externa del perímetro exterior de la distancia de ataque Etendard. Así que di instrucciones al Grupo de Batalla, sin apuros, de cambiar rumbo hacia el este, mientras atendíamos a los heridos y decidíamos el futuro del incendiado Sheffield.</p><p>El incendio parecía salirse de control , los hombres del Capitán Salt estaban luchando por agua y necesitaban bombas de achique las cuales les transportamos vía helicóptero. El personal de la Sala de Computadores se mantuvo mucho tiempo en sus puestos tratando de mantener los sistemas de defensa del buque trabajando. Todos ellos murieron. El suboficial jefe Briggs se mantuvo en la Base de Sección de Control de Daños Delantera para arrastrar equipos afuera. Finalmente superado por el humo, también murió.</p><p></p><p>Los helicópteros Sea King bajaron las bombas de agua de la turbina de gas en la cubierta, junto con equipos anti-incendios especiales y aparatos de respiración. Yarmouth roció con spray anti-incendio el costado de estribor del Sheffield y la Arrow el costado de babor con todas las mangueras anti-incendio disponibles. Más mangueras fueron pasadas pero era una batalla horrible y perdida, y el calor se movía inexorablemente hacia adelante, hacia la santabárbara de Sea Dart.</p><p></p><p>Entonces la Yarmouth pensó que oyeron un torpedo en el agua y rompieron para tratar de encontrar el submarino que lo había disparado. Entonces sucedió nuevamente, y de nuevo y de nuevo. En total reportaron creer haber detectado el lanzamiento de nueve torpedos esa tarde. Tiempo después deducimos que el sonido de las hélices que seguían escuchando en su sonar era el de los pequeños dinghis inflables que rodeaban al Sheffield ayudando a combatir las llamas. El comandante de la Yarmouth, Capitán de Fragata Toniy Morton no podía creer esto en ese momento; ¡probablemente todavía no lo cree!.</p><p></p><p>En el medio de la tarde, con el peligro aumentando de una explosión mayor, el Capitán Salt dio la orden de abandonar el buque, y el resto de la tripulación fue evacuado, por helicóptero, y a través de las fragatas.</p><p>Sam Salt llegó al Sheffield poco después. Pude ver, por cierto, que estaba tragado casi al borde del llanto, pero no era menos valiente para aquello, en este día tan terrible. Hicimos lo mejor para hablar en un tono cuestión-de-hechos, para mantenernos a cargo en la situación, pero temo que en mi preocupación, fui menos que simpático. Lo que recuerdo es que estuve consciente de que no podía permitir esta situación salirse de mis manos, mucho más de lo que él podía.</p><p></p><p>El hombre que gritó: “Almirante, usted debe hacer algo”, los nueve torpedos, la tensión de Sam Salt, la mía propia, todos fueron los síntomas del trauma de batalla. De hombres, que en formas diferentes, en sus maneras diferentes, estaban aprendiendo a copar con emociones elevadas. Bastante aparte de aquellos directamente involucrados, ese día fue, en reflexión, un poco de lucha para todos nosotros. Pánico, preocupación y tensión todos son extremadamente infecciosos. Pero la pérdida del destructor no debe ser permitido que domine mi vida.</p><p></p><p>La clave para la gerencia apropiada es control. En mi caso inmediato era el control continuo del Grupo de Batalla y dentro de ello, del control de la situación del Sheffield, el salvamento de vidas, la evasión de riesgos posteriores innecesarios para la vida y por sobre todo, auto control, poniendo de lado el pánico incipiente en todas sus formas. Debía aceptar que el Sheffield ya no era una unidad de línea de frente. Y no quería ver al equipo entero de bomberos a bordo del destructor cuando su santabárbara podía explotar en cualquier momento. Tampoco podía permitir que el enemigo lo encontrara ni tampoco podía permitirme remolcarlo, en caso de que explotara afectando otros buques alrededor.</p><p></p><p>Fueron, en un sentido, los propios argentinos quienes resolvieron el problema inmediato del Sheffield por mí. Obtuvimos indicios de que un submarino argentino podía estarse moviendo en el área cercana al Sheffield para atacar y destruir los buques cercanos en ayuda. No me importaba demasiado dicho tipo de comportamiento. Por lo tanto arreglé un caluroso comité de bienvenida en caso de que apareciera. El Sheffield súbitamente cesó de ser un problema, su nuevo rol era el de ser un “cebo dentado”, flotante y hecho de metal caliente.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Teseo, post: 814729, member: 33"] En las redes internas, el Capitán puede intercomunicarse con el Oficial de la Guerra Principal hablando al Controlador de Sonar o el Operador de Link dando un resumen al Compilador de Imagen de Superficie, o al Director de Mísiles/Cañón hablando al Director de Superficie, quizás al Jefe de Señales hablándole a su joven señalero en el puente. Puede incluso escuchar a Su Oficial de la Guardia en el puente, levantando la voz, diciendo, “Aeronave, Rojo nueve-cero, bajo, no identificado”. Nunca se para en el extraño mundo inferior de la Sala de Operaciones. Las redes de comunicaciones son una clase de torre de Babel “subterránea”, una masa de palabras y auriculares, micrófonos y extraño lenguaje jargón. La habitación en si misma es un caleidoscopio de información iluminada, un dispersor de dedos en teclas y botones: un lugar en las trincheras de lunáticos, donde usted no ve labios moverse, pero donde voces incorporales no parecen nunca descansar. Y cerca del centro de todo yace el Oficial de Guerra Antiaérea (o Avanzada), asistido por el Oficial Principal de la Guerra. Es su trabajo el de coordinar toda la información y de actuar apropiadamente sobre ella. Decidir si dejar un conjunto de circunstancias llevar a llamar “Estaciones de Acción”, que posee una propia vida en sí misma, con una sucesión de personas automáticamente tomando pasos cuidadosamente ensayados. Cada uno de los cuales solo puede ser detenido por una súbita orden del comandante. Es ahora las 1356. Los dos Super Etendard han hecho el pop up hasta los 120 pies por encima del mar. Nivelan y Bedecarratz observa a su pantalla de radar y ve un blip. Sus manos enguantadas se mueven menos de un pie al botón de activación del Exocet. Mayora hace lo mismo. La Sala de Operaciones del Glasgow, como cualquier otra en la fuerza, está empacada con gente sudando debajo de sus trajes. Son las 1356 y 30 segundos. El aire está caliente y la oscuridad parece sumarse. El Grupo de Batalla está todavía solo en “Alerta Blanca” cuando el joven marinero Rose levantó su auricular y pronunció las palabras que luego Paul Hoddinott diría “causaron que el pelo de mi nuca se levantara”. “¡Radar Agave!” bofetea Rose. El AWO del Glasgow, Capitán de Corbeta Nick Hawkyard reacciona instantáneamente: “¿NIVEL DE CONFIANZA?” “¡CERTERO!” dice Rose. “Tengo tres barridos, seguidos por un corto enganche. Marcación…dos-tres-ocho. Modo de búsqueda” Hoddinot se desliza hacia el armario donde se encuentra la gran consola del sistema MAE UAA-1. Él y Hawkyard pueden ver la línea de marcación en la pantalla de Rose, correlacionándose con dos contactos en el radar de Alerta Aérea de Largo Alcance a cuarenta y cinco millas náuticas en la presentación del AWO. “La transmisión ha cesado” reporta Rose. Hawkyard llama en la Línea de Comando Abierta: “AWO al Oficial de Guardia – ir a las Estaciones de Acción, ¡ahora mismo!”. Y arriba en el Puente, el Teniente Navío David Goddard aprieta el botón del sistema intercomunicador transmitiendo “ESTACIONES DE ACCIÓN” a través del buque. Hawkyard, en frente de la imagen de su grande y plana pantalla, cabia al circuito de radio UHF anunciando a todos los buques: “¡FLASH!, Este es el Glasgow, Agave…marcación dos-tres-ocho…correlaciona con traza uno-dos-tres-cuatro…rumbo dos-tres-ocho….rango cuatro-cero…Invencible, fuera” Invencible: “Roger, fuera” Entonces Rose llama nuevamente: “Agave reganado – marcación dos-tres-ocho” Su Supervisor de Guerra Electrónica sentándose delante de él, confirma la segunda detección. Los operadores de radar del buque, observando sus pantallas de alerta de radar aérea y de superficie, también confirman el contacto: “Dos bogeys. Rumbo dos-tres-ocho. Distancia tres-ocho millas. Traqueando cero-siete-cero. Cuatro-cincuenta nudos”. Hawkyard a Hoddinot: “Esos son los dos Super E. Han hecho el Pop-Up seguramente. Pueden estar a punto de lanzar mísiles”. Y ahora en verdad la Sala de Operaciones del Glasgow en verdad vuelve a la vida. Están ciento por ciento preparados para este evento. Después de todo, precisamente para eso estaban allí. “¡CHAFF!” llama Hawkyard, y a través de la habitación la figura encapuchada del Suboficial Jefe Jan Ames aprieta su dedo contra el botón de lanzamiento de chaff diseñado para activación en caso de rápida emergencia. Hawkyard de nuevo transmite en el circuito de radio al Grupo de Batalla entero: “Este es el Glasgow…” y mientras continúa hablando, súbitamente recuerda que debió decir “Handbrake” nuestro nombre código para el radar Agave. Hawkyard se corrige así mismo rápidamente. “HANDBRAKE” exclama, “MARCACIÓN DOS-TRES-OCHO”. Simultáneamente los dedos del Supervisor de Imagen Aérea, marinero Nevin están tecleando intentando liberar la imagen completa de la incursión entrante, trazas 1234 y 1235 en su circuito de computador inter-buque, Link-10. Entonces, girando para ver su relevo detrás de él listo para el cambio de guardia , el Supervisor de Guerra Electrónica, marinero Hewitt, rápidamente entrega la guardia y acude arriba para ayudar a la recarga de los lanzadores de cohetes chaff. “Nunca”, admitió luego “me había movido a esa velocidad en toda mi vida”. Mientras el marinero se movía, Hawkyard pasó de regresó al UHF e intentó convencer al Comandante de Guerra Anti-Aérea de la Fuerza en el Invincible que esto era de verdad. Pero no estaba teniendo éxito. Hoddinott escuchaba con alarma, como la voz de Hawkyard empezaba a elevarse en frustración, desesperadamente intentando convencer al FWAAC que esto era muy serio y no solo otro “fantasma” nervioso. De nuevo llama “Este es el Glasgow, Traza 1234 – rumbo dos-tres-ocho – distancia tres-cinco – fuerza dos – aproximándose rápido. Traza 1234 correlaciona marcación HANDBRAKE. Invincible, fuera”. FAAWC, quien debe tratar con tres o cuatro “pánicos” similares esa misma mañana, quiere más evidencia. Tanto como le concierne, el llanto “HANDBRAKE” ha sido escuchado más a menudo que el “buenos días” hoy, y no va a comprometer las disminuidas reservas completas de Chaff del Grupo sin una razón sólida. Invincible responde: “Roger, fuera”. Pero al menos debe saber que el Glasgow estaba seguro de su propia alerta. Cualquiera escuchando la red de Guerra Anti-aérea podía oír los lanzamientos de chaff del Glasgow con su característico “WHOOSH”, el cual se convertiría frecuente en los próximos días. Abajo en la cónsola de GE del Glasgow, Rose de nuevo alerta: “HANDBRAKE en modo de enganche”. Bedacarratz en este punto estaba lanzando su misil y Paul Hoddinott siente el pavor de frialdad que te golpea cuando tienes la evidencia certera de que un gran misil está en camino hacia ti. Por los próximos minutos, la técnica es para el Glasgow el ubicarse así mismo cuidadosamente entre las cuatro nubes de Chaff que están estallando encime de él, y que debían engañar al misil fuera de curso para errar a su buque. Pero la chaff deriva con el viento. Y tu debes estar en el patrón. Velocidad y posición debe ser corregida cuidadosamente. Comandante al Oficial de la Guardia en el Puente: Timón fuerte a la izquierda a cero-dos-cinco. Ajustar velocidad para cero relativo al viento”. A las 1402, los pilotos dispararon sus mísiles y giraron a la izquierda. Los Exocet cayeron y se engancharon en sus blancos. Ninguno de los pilotos tenía idea de a que blanco apuntaban sus mísiles ni tampoco deseaban averiguarlo. Solo sabían que un contacto radar había aparecido en sus pantallas en la parte del océano indicado. Y se fueron rápido, descendiendo hacia el océano, en dirección al oeste. Nunca los volvimos a detectar. Casi simultáneamente, los dos puntos ámbar, tan pequeños que solo podían ser vistos intermitentemente, aparecieron en el radar del Glasgow, traqueando su camino rápido a través de la pantalla. “¡ZIPPO UNO! ¡BOXEADORES!. En aproximación. Rumbo dos-tres-ocho. Distancia doce millas”. Hoddinott ordenó su sistema de mísiles superficie-aire Sea Dart en acción para derribarlos. Hawkyard llamó de nuevo al Suboficial Jefe Ames, su Director de Mísiles y Cañón. “Tome trazas 1234 y 1235 con Sea Dart”. Pero no funcionó. Sin éxito, el radar de control de fuego no pudo engancharse en los pequeños blancos efímeros a esa distancia. Siguen intentando, pero los puntos siguen desapareciendo. La frustración aumenta y el comandante se enfurece. Hawkyard llama de nuevo al Invincible asesorándoles liberar dos Sea Harrier de la línea de fuego. Pero la Sala de Operaciones en el pequeño portaviones responde que ellos creen que la incursión es falsa. El AWO del Glasgow ahora desesperado, casi escupe en el circuito de radio: “¡NEGATIVO LA FUERZA ESTÁ BAJO ATAQUE!” RAID 1234 Y 1235 MARCACIÓN Y DISTANCIA CORRELACIONAN CON HANDBRAKE”. Invincible todavía no está de acuerdo.[COLOR="Silver"] [SIZE=1]---------- Post added at 11:55 ---------- Previous post was at 11:54 ----------[/SIZE] [/COLOR]El suboficial jefe Ames, todavía furioso tratando de enganchar al Exocet con el Sea Dart, no puede ayudar a pensar cuanto tomaría al misil impactar su buque, pensando que impactaría al Glasgow a medianía justo donde se encuentra la Sala de Operaciones. Como muchos otros, comenzó a resignarse a su destino. Es el Capitán de Navío Hoddinott quien se da cuenta primero, con enorme alivio que el Glasgow está a salvo. Uno de los mísiles está dirigiéndose hacia el Sheffield y el otro se está perdiendo. Sheffield, con el Capitán de Navío Salt fuera de la Sala de Operaciones, no había, por alguna razón, desplegado sus chaff todavía. Hoddinott luego recordó que le decía a Hawkyard, con preocupación: “¿Qué demonios está pasando en el Sheffield?”. La única respuesta que el recibió era de su propio operador que decía que no podía darle respuesta. Veinte millas más lejos, las cosas se estaban moviendo a una conclusión trágica en el pequeño destructor llamado por una ciudad británica de acero destemplado. El problema número uno fue que habían estado transmitiendo con su sistema de comunicaciones satelitales SCOT en un momento crítico cuando los radares de los Super Etendard estaban siendo usados. Esto los borró del Sheffield. La ausencia del Capitán, por coincidencia en su cabina, no fue mal manejo, sino mala suerte. Él estaba perfectamente habilitado para estar en su cabina. El capitán no debe tratar de estar alerta y en la guardia indefinidamente si desea permanecer con efectividad. Debe estar en paz consigo mismo y aprender a confiar en su personal de la guardia. El segundo problema era que la significación de los reportes desde el Glasgow no fue apreciada. Había algún tipo de hueco en su Sala de Operaciones y ninguna acción fue tomada, tampoco fueron las aeronaves o los mísiles detectados en el radar del Sheffield.. Es tentador concluir que si la advertencia del Glasgow hubiese sido aceptada en la Sala de Operaciones del Sheffield, las chaff hubiesen sido disparadas y hubiesen sido efectivas; o que los radares propios del Sheffield hubiesen podido detectar tanto a los aviones Super Etendard como a los mísiles entrantes. Estaban después de todo, cuatro millas más cerca aunque presentando un eco radar más débil al Sheffield que al Glasgow y el Sheffield se había mostrado en excelentes condiciones en dicho procedimiento solo unas pocas semanas atrás durante pruebas de lanzamiento de mísiles en Gibraltar. Ahora en guerra, ¿Cómo podría ser su desempeño menor?. Por la razón que fuese, a las 1403, las Chaff del Sheffield no fueron lanzadas. Arriba en su Puente, el Teniente Navío Peter Walpole y el Teniente Navío Brian Layshon, observando hacia la amura de estribor, detectaron una estela de humo seis pies por encima del mar, casi una milla y viniendo directo a su buque. Solo quedaban segundos. Uno de ellos usó el micrófono de intercomunicación y balbuceó “¡ATAQUE DE MÍSILES, IMPACTO EN LA CUBIERTA!”. El Exocet los impactó a las 1404. A medianía. En el lado de estribor. Unos pies por encima de la línea de agua. Había algunas dudas si su cabeza de guerra no había explotado pero varios hombres murieron instantáneamente. Un incendio mayor se inició lanzando grandes cantidades de calor y humo que causarían que muchos otros también murieran, muchos de ellos en circunstancias heroicas. Sheffield fue el primer buque británico en ser alcanzado por un misil desde la Segunda Guerra Mundial. Hace casi cuarenta años. El hueco en el costado del Sheffield medía cuatro pies por casi quince pies de largo – desde los espacios de máquinas auxiliares a la sala de motores delantera. EL daño de la explosión había ido tan lejos como la estructura baja del puente y el centro del buque se estaba llenando con un humo negro, grueso y sofocante. Los incendios se estaban alimentando del combustible que filtraba y la presión de la bomba anti-incendios principal cayó a cero. Los controles se perdieron pero las grandes turbinas de gas Olympus todavía estaban, milagrosamente, funcionando. Más de veinte millas atrás en la Sala de Operaciones de la Fuerza en el Hermes, estábamos todavía en Alerta de Incursión Aérea Blanca- FAAWC en el Invencible estaba todavía insuficientemente convencido para cambiarla. No estaba escuchando nada de este drama. En realidad estaba parado en la Sala de Operaciones teniendo una conversación con un oficial de staff sobre los planes de la noche de hoy. Cuando, unos pocos minutos después de que el Sheffield fuese impactado, recibimos nuestro primer reporte, faltante tanto en detalles como en impacto inmediato. “Sheffield sufrió una explosión”. Nada más definitivo o descriptivo que eso. Tomé nota, pero permití que el negocio continuara como era usual, todo moviéndose adelante. Eran las 1407Z. ¿Explosión? Podía ser todavía cualquier cosa desde donde me encontraba – el inicio de un incendio, una botella de gas explotando, un arma funcionando mal en una prueba. Las posibilidades no tenían fin. Podía ser un torpedo, pero era poco probable que fuese una mina en esta profundidad de las aguas. Podía ser incluso un misil. Los pensamientos pasaban a gran velocidad por mi mente ¿Pero dónde estaban las alertas que debíamos haber recibido en la nave insignia? Esperé pacientemente, diciendo solamente: “¿Todavía estamos en comunicación con el Sheffield?”. Alguien respondió: “Si, señor”. Eso al menos es una buena señal. Con nada sin embargo viniendo de ella, estaba escuchando y observando cuidadosamente las reacciones de los buques y aeronaves cercanas a la escena. Arrow y Yarmouth comenzaron a moverse hacia el Sheffield en ayuda. Me parecía sensible: déjalos correr. Y hay un mensaje desde el Glasgow. Está dejando su estación de piquete y dirigiéndose a toda velocidad hacia el Sheffield. Ahora sabemos que algo había pasado. Todavía no exactamente qué. Pero algo serio. Podemos ver a los helicópteros desplazándose a través para ayudar. La imagen se estaba volviendo más clara – y la única cosa en mi cabeza era que fue un misil, la siguiente es que podía suceder de nuevo en cualquier momento ahora. Le di la señal al Glasgow: “No vayas en asistencia del Sheffield. Deja eso para los otros. Ajuste su posición para cubrir al Sheffield”. Es probable innecesario para mi decírselo. Le di otra a la Arrow: “Está a cargo de la escena de acción. Tiene a la Yarmouth y helicópteros para asistencia”. No tenía intención de tomar el cargo en detalles. Y debía mantener al margen de cualquier tentación de hacerlo a menos de que las cosas se hicieran en verdad mal. Después de unos cuantos minutos, finalmente recibimos un mensaje desde el golpeado destructor que había sido impactado por un misil enemigo. Y ahora, desde el Invincible, viene el mensaje para todos los demás: “Hemos sufrido un ataque Etendard. Confirmo, un ataque Etendard. Probablemente usando Exocet”. La información continúa filtrándose aunque lenta y metódicamente. Nada en la variedad “Mantenga la primera página”. Y aunque podía ver a la Arrow y a la Yarmouth y los helicópteros aproximándose a la Sheffield, había una tensión creciente en la Sala de Operaciones de la Insignia en el Hermes. Todos lo podían sentir, como si de alguna manera estuviésemos desamparados y debíamos hacer más. Uno de mis oficiales de staff comentó: “Almirante, ¡debe hacer algo!”. Lo cual es precisamente lo que no debo hacer, reconozco. Le respondí con suficiente gentileza: “No…déjelo así.” No tenía la intención de emitir una corriente de órdenes detalladas, veinte millas del lugar donde se desencadenaba un furioso incendio que si alcanzaba la santabárbara de mísiles Sea Dart haría volar al destructor entero así como a su gente y cualquier otro buque o aeronave cercana. Primero que todo, no sabía precisamente que estaba sucediendo, en segundo lugar, no quería empantanar las comunicaciones de radio y en tercer lugar, mi política era dejar que las comunicaciones fluyeran, para dejar a los hombres altamente adiestrados en el lugar, correr la operación y llamar en caso de cualquier cosa necesaria. Lo que no necesitaban era un cúmulo de preguntas mal informadas e ideas extrañas desde la Insignia. Aparte de ello, confiaba en ellos. En todos ellos, para hacer la cosa correcta, lo suficiente. Habiendo sobrevivido a los primeros indicios de pánico emergentes en mi propia Sala de Operaciones, procedí a divorciarme de los detalles del trabajo de rescate y salvamento. Como cualquier militar, no estaba permitido que entrara en un ataque de pánico en esta clase de ocasiones. Nunca caer en pánico. Y estaba trabajando duro para traer a mi staff una atmósfera que esperaba traería calma y confianza. Me dije a mi mismo en calma: “Ahora tenemos un problema. Hemos perdido probablemente un destructor desde nuestra línea de piquetes en el día cuatro de la guerra. Bueno, siempre esperé dicha pérdida por un tiempo, y también puede esperar que habrá más de lo mismo. No siento ninguna sensación real de shock, al menos no inmediatamente y no puedo permitirme nada emocionalmente primitivo como un deseo de venganza que nuble mi juicio. Solo voy a tratar con esto, como he sido entrenado. Tenemos ahora un “hueco” en nuestra cortina de mísiles, dos buques de la cortina interior se han movilizado. Hay tres de ellos trabajando en el campo izquierdo y ahora mi problema es como desplegar de la mejor manera el resto. Quizás más que la mayoría, yo estaba muy consciente de que un enemigo bien coordinado, podía y debía atacarnos de nuevo, tan pronto como fuera posible mientras estábamos fuera de balance. En ese momento, creía que estábamos en la zona más externa del perímetro exterior de la distancia de ataque Etendard. Así que di instrucciones al Grupo de Batalla, sin apuros, de cambiar rumbo hacia el este, mientras atendíamos a los heridos y decidíamos el futuro del incendiado Sheffield. El incendio parecía salirse de control , los hombres del Capitán Salt estaban luchando por agua y necesitaban bombas de achique las cuales les transportamos vía helicóptero. El personal de la Sala de Computadores se mantuvo mucho tiempo en sus puestos tratando de mantener los sistemas de defensa del buque trabajando. Todos ellos murieron. El suboficial jefe Briggs se mantuvo en la Base de Sección de Control de Daños Delantera para arrastrar equipos afuera. Finalmente superado por el humo, también murió. Los helicópteros Sea King bajaron las bombas de agua de la turbina de gas en la cubierta, junto con equipos anti-incendios especiales y aparatos de respiración. Yarmouth roció con spray anti-incendio el costado de estribor del Sheffield y la Arrow el costado de babor con todas las mangueras anti-incendio disponibles. Más mangueras fueron pasadas pero era una batalla horrible y perdida, y el calor se movía inexorablemente hacia adelante, hacia la santabárbara de Sea Dart. Entonces la Yarmouth pensó que oyeron un torpedo en el agua y rompieron para tratar de encontrar el submarino que lo había disparado. Entonces sucedió nuevamente, y de nuevo y de nuevo. En total reportaron creer haber detectado el lanzamiento de nueve torpedos esa tarde. Tiempo después deducimos que el sonido de las hélices que seguían escuchando en su sonar era el de los pequeños dinghis inflables que rodeaban al Sheffield ayudando a combatir las llamas. El comandante de la Yarmouth, Capitán de Fragata Toniy Morton no podía creer esto en ese momento; ¡probablemente todavía no lo cree!. En el medio de la tarde, con el peligro aumentando de una explosión mayor, el Capitán Salt dio la orden de abandonar el buque, y el resto de la tripulación fue evacuado, por helicóptero, y a través de las fragatas. Sam Salt llegó al Sheffield poco después. Pude ver, por cierto, que estaba tragado casi al borde del llanto, pero no era menos valiente para aquello, en este día tan terrible. Hicimos lo mejor para hablar en un tono cuestión-de-hechos, para mantenernos a cargo en la situación, pero temo que en mi preocupación, fui menos que simpático. Lo que recuerdo es que estuve consciente de que no podía permitir esta situación salirse de mis manos, mucho más de lo que él podía. El hombre que gritó: “Almirante, usted debe hacer algo”, los nueve torpedos, la tensión de Sam Salt, la mía propia, todos fueron los síntomas del trauma de batalla. De hombres, que en formas diferentes, en sus maneras diferentes, estaban aprendiendo a copar con emociones elevadas. Bastante aparte de aquellos directamente involucrados, ese día fue, en reflexión, un poco de lucha para todos nosotros. Pánico, preocupación y tensión todos son extremadamente infecciosos. Pero la pérdida del destructor no debe ser permitido que domine mi vida. La clave para la gerencia apropiada es control. En mi caso inmediato era el control continuo del Grupo de Batalla y dentro de ello, del control de la situación del Sheffield, el salvamento de vidas, la evasión de riesgos posteriores innecesarios para la vida y por sobre todo, auto control, poniendo de lado el pánico incipiente en todas sus formas. Debía aceptar que el Sheffield ya no era una unidad de línea de frente. Y no quería ver al equipo entero de bomberos a bordo del destructor cuando su santabárbara podía explotar en cualquier momento. Tampoco podía permitir que el enemigo lo encontrara ni tampoco podía permitirme remolcarlo, en caso de que explotara afectando otros buques alrededor. Fueron, en un sentido, los propios argentinos quienes resolvieron el problema inmediato del Sheffield por mí. Obtuvimos indicios de que un submarino argentino podía estarse moviendo en el área cercana al Sheffield para atacar y destruir los buques cercanos en ayuda. No me importaba demasiado dicho tipo de comportamiento. Por lo tanto arreglé un caluroso comité de bienvenida en caso de que apareciera. El Sheffield súbitamente cesó de ser un problema, su nuevo rol era el de ser un “cebo dentado”, flotante y hecho de metal caliente. [/QUOTE]
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