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El dia en que Getúlio engaño a Perón
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<blockquote data-quote="Huarpe" data-source="post: 95405" data-attributes="member: 82"><p><span style="font-size: 15px">Vocación populista pero no demagógica (Parte III)</span></p><p></p><p>CLAUDIA WASSERMAN</p><p></p><p>Profesora del Programa de Pósgrado en História de la UFRGS,</p><p>autora de Palabra de presidente, entre otros libros</p><p></p><p>Muchos políticos latino-americanos son injustamente llamados populistas. El término, comumente utilizado como sinónimo de demagogia, posee una definición más restrictiva se aplicado a los fenómenos localizados históricamente en la transición de una sociedad exportadora-primaria para una sociedad urbano-industrial en algunos países de América Latina en la primera mitad del siglo 20.</p><p></p><p>En Brasil y en Argentina, por ejemplo, la industrialización hizo emerger sectores sociales nuevos como clases medias, un proletariado y una incipiente burguesía industrial. Esos nuevos sectores, llenos de expectativas de participación política y de acceso a beneficios económicos y sociales, eran frustrados por la presencia de gobiernos autoritarios y excluyentes, como eran, por ejemplo, el rígido sistema de la Primera República en Brasil (1889-1930) y lo de la llamada década infame en Argentina (1930-1943).</p><p></p><p>Vargas y Perón, candidatos a la sucesión de esos gobernantes autoritarios, eran oriundos de las élites, pero inconformados con la situación vigente. Pretendían afirmar el poder de los nuevos grupos urbano-industriales, sin destruir los latifundiários, cuyos productos eran motores de la acumulación capitalista. Pretendían revertir expectativas de las llamadas "clases peligrosas" en programas de armonización de las relaciones sociales, a través de la atención de reivindicaciones, desde que los intereses de las élites no fueran afectados.</p><p></p><p>La aproximación del pueblo fue posible gracias a la atención concreta de demandas como la disminución de la jornada de trabajo, las leyes de protección a los trabajadores, vacaciones remuneradas, la institución de un salario mínimo y otras que compusieron las primeras legislaciones laborales en los dos países.</p><p></p><p>No se trataba, por lo tanto, de manipulación de las masas o mera demagogia.Esos presidentes, para hacer cumplir la sentencia de 1929 del gobernador de Minas Gerais, Antonio Carlos de Andrade, de "Hagamos la Revolución antes que el Pueblo a haga", tuvieron que controlar las clases populares a partir de la conciliación y también de la creación de canales institucionales de participación política, como sindicatos y partidos populistas. Vargas creó el Partido Laboral Brasileño (PTB), mientras Perón creó el Partido Peronista. Fundaron sindicatos vinculados al Estado y al sistema partidario y formalizaron normas para la participación política de las clases populares.</p><p></p><p>La política sindical era presentada como garantía de control de las masas trabajadoras, de la orden y de la paz social.</p><p>Los gobiernos de Vargas y Perón tuvieron también un componente nacionalista muy acentuado.</p><p>Durante la II Guerra Mundial la preocupación de los países céntrales con el conflicto permitió más libertad económica a los gobernantes latinoamericanos. Apoyados en condiciones económicas muy favorables, Vargas y Perón pudieron promover políticas de justicia social y también vislumbraron la posibilidad de un desarrollo capitalista autónomo, lo que redundó en propuestas de nacionalización de puntos estratégicos de la economía en los dos países.</p><p></p><p>Sin embargo, el fracaso del proyecto populista se debió la dos factores. Primero, las relaciones de dependencia con el mercado internacional volvieron a acentuarse en la posguerra, resultando en mayor flujo de excedentes para el Exterior y provocando la fuga de los capitales necesarios a la continuidad del Estado de Bienestar Social. Segundo, las clases populares no tenían intención de aceptar sólo y tan solamente aquello que las élites resolvían conceder; hubo la continuidad de la lucha de los trabajadores por mejores condiciones que, asociada a la efervescencia popular bajo influencia de la Revolución Cubana, acabaron alejando los gobernantes populistas del pueblo.</p><p></p><p>En el final, Getúlio Vargas y Juan Perón acabaron perdiendo todos los apoyos; acusados por las élites de que estén demasiado próximos de las clases populares y que provoquen excitación y resentimientos, por el pueblo fueron llamados fascistas por no atender todas las reivindicaciones y por que reculen en temas estratégicos como la Reforma Agraria, por ejemplo.</p><p>Si, por un lado, la ruptura de la coalición populista revela las condiciones relativamente precarias en las cuáles se verificaba la alianza, por otra parte, no se puede concluir apresuradamente que esos gobernantes eran demagogos, cuyo objetivo era manipular expectativas populares o "engañar" el pueblo con su retórica. Las consignas de "Padre de los Pobres", "El Primer Trabajador" y "Amigo del Pueblo" tuvieron un sentido histórico para la época y llamar populista a cualquier político de hoy día es una ofensa para quien recibe el calificativo, pues el término se hizo peyorativo. También es ofensivo para Vargas y Perón, que no pueden ser comparados a los actuales demagogos de turno.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Huarpe, post: 95405, member: 82"] [SIZE="4"]Vocación populista pero no demagógica (Parte III)[/SIZE] CLAUDIA WASSERMAN Profesora del Programa de Pósgrado en História de la UFRGS, autora de Palabra de presidente, entre otros libros Muchos políticos latino-americanos son injustamente llamados populistas. El término, comumente utilizado como sinónimo de demagogia, posee una definición más restrictiva se aplicado a los fenómenos localizados históricamente en la transición de una sociedad exportadora-primaria para una sociedad urbano-industrial en algunos países de América Latina en la primera mitad del siglo 20. En Brasil y en Argentina, por ejemplo, la industrialización hizo emerger sectores sociales nuevos como clases medias, un proletariado y una incipiente burguesía industrial. Esos nuevos sectores, llenos de expectativas de participación política y de acceso a beneficios económicos y sociales, eran frustrados por la presencia de gobiernos autoritarios y excluyentes, como eran, por ejemplo, el rígido sistema de la Primera República en Brasil (1889-1930) y lo de la llamada década infame en Argentina (1930-1943). Vargas y Perón, candidatos a la sucesión de esos gobernantes autoritarios, eran oriundos de las élites, pero inconformados con la situación vigente. Pretendían afirmar el poder de los nuevos grupos urbano-industriales, sin destruir los latifundiários, cuyos productos eran motores de la acumulación capitalista. Pretendían revertir expectativas de las llamadas "clases peligrosas" en programas de armonización de las relaciones sociales, a través de la atención de reivindicaciones, desde que los intereses de las élites no fueran afectados. La aproximación del pueblo fue posible gracias a la atención concreta de demandas como la disminución de la jornada de trabajo, las leyes de protección a los trabajadores, vacaciones remuneradas, la institución de un salario mínimo y otras que compusieron las primeras legislaciones laborales en los dos países. No se trataba, por lo tanto, de manipulación de las masas o mera demagogia.Esos presidentes, para hacer cumplir la sentencia de 1929 del gobernador de Minas Gerais, Antonio Carlos de Andrade, de "Hagamos la Revolución antes que el Pueblo a haga", tuvieron que controlar las clases populares a partir de la conciliación y también de la creación de canales institucionales de participación política, como sindicatos y partidos populistas. Vargas creó el Partido Laboral Brasileño (PTB), mientras Perón creó el Partido Peronista. Fundaron sindicatos vinculados al Estado y al sistema partidario y formalizaron normas para la participación política de las clases populares. La política sindical era presentada como garantía de control de las masas trabajadoras, de la orden y de la paz social. Los gobiernos de Vargas y Perón tuvieron también un componente nacionalista muy acentuado. Durante la II Guerra Mundial la preocupación de los países céntrales con el conflicto permitió más libertad económica a los gobernantes latinoamericanos. Apoyados en condiciones económicas muy favorables, Vargas y Perón pudieron promover políticas de justicia social y también vislumbraron la posibilidad de un desarrollo capitalista autónomo, lo que redundó en propuestas de nacionalización de puntos estratégicos de la economía en los dos países. Sin embargo, el fracaso del proyecto populista se debió la dos factores. Primero, las relaciones de dependencia con el mercado internacional volvieron a acentuarse en la posguerra, resultando en mayor flujo de excedentes para el Exterior y provocando la fuga de los capitales necesarios a la continuidad del Estado de Bienestar Social. Segundo, las clases populares no tenían intención de aceptar sólo y tan solamente aquello que las élites resolvían conceder; hubo la continuidad de la lucha de los trabajadores por mejores condiciones que, asociada a la efervescencia popular bajo influencia de la Revolución Cubana, acabaron alejando los gobernantes populistas del pueblo. En el final, Getúlio Vargas y Juan Perón acabaron perdiendo todos los apoyos; acusados por las élites de que estén demasiado próximos de las clases populares y que provoquen excitación y resentimientos, por el pueblo fueron llamados fascistas por no atender todas las reivindicaciones y por que reculen en temas estratégicos como la Reforma Agraria, por ejemplo. Si, por un lado, la ruptura de la coalición populista revela las condiciones relativamente precarias en las cuáles se verificaba la alianza, por otra parte, no se puede concluir apresuradamente que esos gobernantes eran demagogos, cuyo objetivo era manipular expectativas populares o "engañar" el pueblo con su retórica. Las consignas de "Padre de los Pobres", "El Primer Trabajador" y "Amigo del Pueblo" tuvieron un sentido histórico para la época y llamar populista a cualquier político de hoy día es una ofensa para quien recibe el calificativo, pues el término se hizo peyorativo. También es ofensivo para Vargas y Perón, que no pueden ser comparados a los actuales demagogos de turno. [/QUOTE]
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Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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