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Conflictos Contemporáneos
El espionaje interno en los EE.UU.
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<blockquote data-quote="Sebastian" data-source="post: 1380664" data-attributes="member: 8629"><p style="text-align: center"><span style="font-size: 22px"><strong><span style="font-size: 22px"><strong><span style="font-size: 22px">El ‘rebelde’ Snowden puede ser parte de un juego político</span></strong></span></strong></span></p><p></p><p>Continúa el escándalo en torno al espionaje: Edward Snowden, que antes trabajaba para la CIA y reveló los programas de vigilancia policial secreta de la agencia de Seguridad Nacional, ha denunciado que los servicios secretos de Reino Unido -en estrecha colaboración con sus colegas estadounidenses- espiaron a los presidentes y jefes de Gobierno que asistieron a la cumbre del G-20 en 2009, en particular, interceptaron las conversaciones telefónicas del entonces presidente de Rusia, Dmitri Medvédev. Las nuevas filtraciones, sin embargo, no ayudan a comprender qué es lo que sucedió realmente.</p><p></p><p>Cabe recordar que a principios de junio Washington Post y The Guardian publicaron datos sobre el programa PRISM, un proyecto de la a Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EEUU y el FBI habían puesto en marcha para tener acceso directo a los servidores centrales de Google, Facebook, Yahoo y otros gigantes estadounidenses de Internet con el objetivo de obtener datos útiles para los servicios de inteligencia.</p><p></p><p>Éste es el segundo escándalo en torno a las redes globales de ciberespionaje. El PRISM surgió de las cenizas del programa secreto ECHELON del Gobierno de EEUU, que concluyó en 2007 después de que los medios de comunicación y de que la Corte de Inteligencia Extranjera obligaran a la Casa Blanca a cancelarlo.</p><p></p><p>Pero entonces, la existencia de ECHELON fue hecha pública mientras que ahora se trata de una filtración intencionada a los medios de comunicación de documentos, cuya fecha de desclasificación como alto secreto sería en el año 2038.</p><p>“No soy ni un traidor ni un héroe. Sólo soy un americano (...) Creo en la libertad de expresión. Mis intenciones eran buenas, pero también es bueno que la sociedad forme su propia opinión”, explicó Snowden sobre sus motivos.</p><p></p><p>¡Qué bonito! Un luchador solitario contra el sistema, un Robin Hood de la era de la información: ¡qué bien suena y cómo les tiene que gustar a las chicas! Pero algo aquí no cuadra...Parece demasiada casualidad que el escándalo en torno al PRIM haya estallado justo cuando el Presidente Barack Obama y el nuevo primer ministro chino, Xi Jinping, estaban reunidos para tratar algunas de las cuestiones que más preocupan a las dos superpotencias mundiales, entre ellos la seguridad cibernética.</p><p></p><p>Aunque difícilmente fue una jugada táctica: los detalles publicados por los periodistas estadounidenses revelan que Snowden había contactado con los medios en enero de 2013 y les entregó toda la información el 20 de mayo. Ese día abandonó su casa en Hawaii y voló a Hong Kong mientras los diarios empezaron la publicación de los documentos filtrados.</p><p></p><p>De acuerdo. Una coincidencia. Pero ahora viene una nueva ración de secretos: The Guardian escribe, citando a Snowden, que la NSA interceptó las conversaciones telefónicas de Dmitri Medvédev y la delegación rusa durante la cumbre del G-20 en 2009, celebrada en Londres. Los espías de EEUU operaban desde la base de la Fuerza Aérea británica de Menwith Hill, en Yorkshire del Norte, que se considera el centro de espionaje electrónico más grande del mundo.</p><p></p><p>El rotativo británico supone que de este modo los servicios secretos intentaban obtener ventajas en las negociaciones para sus países y plantea una pregunta muy controvertida al respecto: ¿quién es el responsable de que en el territorio de Gran Bretaña los servicios de inteligencia de una gran potencia espíen al líder de otra?</p><p></p><p>¿Y qué otras cosas salen a la luz gracias al trabajo de los agentes de EEUU en Menwith Hill?</p><p>En 1994 Airbus perdió un contrato de 6.000 millones de dólares con Arabia Saudita en favor de la empresa estadounidense Boeing, debido a que las negociaciones entre los europeos y sus interlocutores árabes habían sido interceptadas y la información facilitada a las empresas de EEUU. Quién sabe qué secretos ocultan las redes de comunicación...</p><p></p><p>Tal vez Edward Snowden sea un anarquista solitario pero sus filtraciones consiguieron asestar un fortísimo golpe a EEUU y, además, socavar sus relaciones con el mejor aliado, Gran Bretaña. Y, según los medios, no es toda la información suministrada por Snowden. El goteo continuará...</p><p>Puede que sea una coincidencia. En este caso no ocurrió nada nuevo ni extraordinario. Simplemente los servicios secretos volvieron a “cobrar”. Pero si el caso de Snowden no es una protesta del ejecutivo sino el resultado de un juego bien pensado contra Washington, entonces estamos ante una historia muy interesante.</p><p></p><p>Aún faltan datos para sacar semejantes conclusiones. Pero sobran evidencias para aceptar la versión sobre “la rebelión undividual” de Snowden.</p><p><a href="http://sp.rian.ru/opinion_analysis/20130619/157340781.html">http://sp.rian.ru/opinion_analysis/20130619/157340781.html</a></p><p></p><p style="text-align: center"><span style="font-size: 22px"><strong><span style="font-size: 22px"><strong><span style="font-size: 22px">Privacidad vs. seguridad, guerra perdida</span></strong></span></strong></span></p><p></p><p><span style="font-size: 18px"><strong><span style="font-size: 12px">Es ilusorio pensar que volveremos a un paraíso donde quedemos preservados del afán fisgón</span></strong></span></p><p></p><p>Igual que hay quien sostiene que la única manera segura de mantener los ahorros es guardarlos bajo el colchón, otros creen que para mantener su privacidad solo cabe renunciar al uso de Internet, redes sociales, móviles y demás instrumental electrónico de comunicación. Si los primeros corren un riesgo claro de quedarse sin nada a manos de los amigos de lo ajeno, de los segundos solo puede decirse que han perdido el sentido de la realidad sobre el mundo que habitamos.</p><p></p><p>Las innumerables huellas que dejamos en nuestra actividad diaria (aunque no empleemos teléfonos u ordenadores personales) hace ya mucho tiempo que están siendo rastreadas y registradas por una infinidad de artilugios y utilizadas con muy distintas finalidades. En unos casos el interés es puramente económico, y de ahí que a las compañías comerciales les interese saber qué bienes de consumo nos encandilan, para poder colocarnos sus ofertas, y hasta conocer dónde estamos en cada momento para atraernos a la tienda de la esquina donde nos espera la última novedad. En otros casos, la motivación es política, para conocer nuestras opiniones, inquietudes e intereses, como base para elaborar unos programas electorales a gusto del consumidor, tratando de influir en nuestro voto. A ese ámbito pertenece también el afán del espionaje industrial (público y privado), ansioso por hacerse con patentes e información privilegiada que otorgue ventajas competitivas a quien se decida a emplear estos métodos.</p><p></p><p>Pero desde el trágico 11-S y el arranque de la funesta guerra contra el terror, liderada por la Administración de George W. Bush (y mantenida en buena medida por la actual y por tantos otros Gobiernos, europeos incluidos), esa capacidad intrusiva se ha acelerado exponencialmente en nombre de la sacrosanta seguridad. Todo parece resumirse, como acaba de argumentar <a href="http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/15/actualidad/1371315270_917129.html">un acosado Obama</a>, en que no podemos aspirar al 100% de seguridad y al 100% de privacidad. El colofón inmediato de ese planteamiento es que debemos aceptar un recorte -cada vez más notorio e imparable- del marco de derechos y libertades que nos definen como sociedades abiertas, como única vía para poder garantizar nuestra seguridad.</p><p></p><p>Es a partir de la aceptación de ese supuesto cómo se ha ido produciendo la implantación de redes como Echelon (que cabría calificar hoy como primitiva) y de tantas otras (sea la estadounidense Prisma, que también le ha servido al Gobierno británico para <a href="http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/16/actualidad/1371418142_420329.html">espiar a sus socios en el G-8</a>, o aquellas de las que desconocemos hasta el nombre) capaces de invadir nuestra intimidad individual en nombre de la seguridad colectiva. Si aquella la controlan Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Nueva Zelanda y Australia desde la Guerra Fría, hoy debemos suponer que ha sido superada por otros sistemas desarrollados al hilo de los impresionantes avances tecnológicos en el campo de las telecomunicaciones y del tratamiento de datos a gran escala (baste citar el software Riot, desarrollado por Raytheon).</p><p></p><p>Y para ello nadie ha pedido nuestro consentimiento, sino que sus promotores pretenden convencernos de que basta con un simple acuerdo (secreto) de Gobierno para avalar legalmente unas prácticas que quebrantan las normas básicas del Estado de derecho. Por desgracia, es ilusorio pensar que hay marcha atrás en este proceso y que volveremos a un paraíso donde nuestra individualidad quede preservada del afán fisgón de entidades estatales o privadas que no siempre atienden al bien común. Estamos condenados a vivir bajo la mirada de cámaras que eliminan nuestro anonimato y a dejar rastro de nuestros pasos en todo momento.</p><p></p><p>Visto así, podríamos al menos consolarnos pensando que, gracias a esos métodos, efectivamente nuestra seguridad está hoy mejor garantizada. Pero la cruda realidad nos dice que no solo no es así (ni en clave de lucha contra el terrorismo, ni contra ninguna otra de las amenazas que nos afectan directamente), sino que sin regulación transparente, ese camino lleva en demasiadas ocasiones al abuso y al error (con la complicidad, por cierto, de servidores informáticos que no son tan asépticos como aparentan).</p><p></p><p>Llegados a este punto es fácil escandalizarse por el hecho de que líderes como Vladimir Putin hayan mostrado inmediatamente su comprensión con las medidas estadounidenses (quizás para aliviar su cargo de conciencia por la indisimulada deriva autoritaria que lo caracteriza). Pero más problemático es desnudar a los gobiernos de la Unión Europea cuando pretenden ahora pasar factura a Washington, como si fueran absolutamente inocentes en este terreno (el recuerdo de los vuelos secretos de la CIA viene inmediatamente a la memoria). ¿Qué piensan, por cierto, nuestros gobernantes?</p><p><a href="http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/17/actualidad/1371487237_851726.html">http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/17/actualidad/1371487237_851726.html</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Sebastian, post: 1380664, member: 8629"] [CENTER][SIZE=6][B][SIZE=6][B][SIZE=6]El ‘rebelde’ Snowden puede ser parte de un juego político[/SIZE][/B][/SIZE][/B][/SIZE][/CENTER] Continúa el escándalo en torno al espionaje: Edward Snowden, que antes trabajaba para la CIA y reveló los programas de vigilancia policial secreta de la agencia de Seguridad Nacional, ha denunciado que los servicios secretos de Reino Unido -en estrecha colaboración con sus colegas estadounidenses- espiaron a los presidentes y jefes de Gobierno que asistieron a la cumbre del G-20 en 2009, en particular, interceptaron las conversaciones telefónicas del entonces presidente de Rusia, Dmitri Medvédev. Las nuevas filtraciones, sin embargo, no ayudan a comprender qué es lo que sucedió realmente. Cabe recordar que a principios de junio Washington Post y The Guardian publicaron datos sobre el programa PRISM, un proyecto de la a Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EEUU y el FBI habían puesto en marcha para tener acceso directo a los servidores centrales de Google, Facebook, Yahoo y otros gigantes estadounidenses de Internet con el objetivo de obtener datos útiles para los servicios de inteligencia. Éste es el segundo escándalo en torno a las redes globales de ciberespionaje. El PRISM surgió de las cenizas del programa secreto ECHELON del Gobierno de EEUU, que concluyó en 2007 después de que los medios de comunicación y de que la Corte de Inteligencia Extranjera obligaran a la Casa Blanca a cancelarlo. Pero entonces, la existencia de ECHELON fue hecha pública mientras que ahora se trata de una filtración intencionada a los medios de comunicación de documentos, cuya fecha de desclasificación como alto secreto sería en el año 2038. “No soy ni un traidor ni un héroe. Sólo soy un americano (...) Creo en la libertad de expresión. Mis intenciones eran buenas, pero también es bueno que la sociedad forme su propia opinión”, explicó Snowden sobre sus motivos. ¡Qué bonito! Un luchador solitario contra el sistema, un Robin Hood de la era de la información: ¡qué bien suena y cómo les tiene que gustar a las chicas! Pero algo aquí no cuadra...Parece demasiada casualidad que el escándalo en torno al PRIM haya estallado justo cuando el Presidente Barack Obama y el nuevo primer ministro chino, Xi Jinping, estaban reunidos para tratar algunas de las cuestiones que más preocupan a las dos superpotencias mundiales, entre ellos la seguridad cibernética. Aunque difícilmente fue una jugada táctica: los detalles publicados por los periodistas estadounidenses revelan que Snowden había contactado con los medios en enero de 2013 y les entregó toda la información el 20 de mayo. Ese día abandonó su casa en Hawaii y voló a Hong Kong mientras los diarios empezaron la publicación de los documentos filtrados. De acuerdo. Una coincidencia. Pero ahora viene una nueva ración de secretos: The Guardian escribe, citando a Snowden, que la NSA interceptó las conversaciones telefónicas de Dmitri Medvédev y la delegación rusa durante la cumbre del G-20 en 2009, celebrada en Londres. Los espías de EEUU operaban desde la base de la Fuerza Aérea británica de Menwith Hill, en Yorkshire del Norte, que se considera el centro de espionaje electrónico más grande del mundo. El rotativo británico supone que de este modo los servicios secretos intentaban obtener ventajas en las negociaciones para sus países y plantea una pregunta muy controvertida al respecto: ¿quién es el responsable de que en el territorio de Gran Bretaña los servicios de inteligencia de una gran potencia espíen al líder de otra? ¿Y qué otras cosas salen a la luz gracias al trabajo de los agentes de EEUU en Menwith Hill? En 1994 Airbus perdió un contrato de 6.000 millones de dólares con Arabia Saudita en favor de la empresa estadounidense Boeing, debido a que las negociaciones entre los europeos y sus interlocutores árabes habían sido interceptadas y la información facilitada a las empresas de EEUU. Quién sabe qué secretos ocultan las redes de comunicación... Tal vez Edward Snowden sea un anarquista solitario pero sus filtraciones consiguieron asestar un fortísimo golpe a EEUU y, además, socavar sus relaciones con el mejor aliado, Gran Bretaña. Y, según los medios, no es toda la información suministrada por Snowden. El goteo continuará... Puede que sea una coincidencia. En este caso no ocurrió nada nuevo ni extraordinario. Simplemente los servicios secretos volvieron a “cobrar”. Pero si el caso de Snowden no es una protesta del ejecutivo sino el resultado de un juego bien pensado contra Washington, entonces estamos ante una historia muy interesante. Aún faltan datos para sacar semejantes conclusiones. Pero sobran evidencias para aceptar la versión sobre “la rebelión undividual” de Snowden. [url]http://sp.rian.ru/opinion_analysis/20130619/157340781.html[/url] [CENTER][SIZE=6][B][SIZE=6][B][SIZE=6]Privacidad vs. seguridad, guerra perdida[/SIZE][/B][/SIZE][/B][/SIZE][/CENTER] [SIZE=5][B][SIZE=3]Es ilusorio pensar que volveremos a un paraíso donde quedemos preservados del afán fisgón[/SIZE][/B][/SIZE] Igual que hay quien sostiene que la única manera segura de mantener los ahorros es guardarlos bajo el colchón, otros creen que para mantener su privacidad solo cabe renunciar al uso de Internet, redes sociales, móviles y demás instrumental electrónico de comunicación. Si los primeros corren un riesgo claro de quedarse sin nada a manos de los amigos de lo ajeno, de los segundos solo puede decirse que han perdido el sentido de la realidad sobre el mundo que habitamos. Las innumerables huellas que dejamos en nuestra actividad diaria (aunque no empleemos teléfonos u ordenadores personales) hace ya mucho tiempo que están siendo rastreadas y registradas por una infinidad de artilugios y utilizadas con muy distintas finalidades. En unos casos el interés es puramente económico, y de ahí que a las compañías comerciales les interese saber qué bienes de consumo nos encandilan, para poder colocarnos sus ofertas, y hasta conocer dónde estamos en cada momento para atraernos a la tienda de la esquina donde nos espera la última novedad. En otros casos, la motivación es política, para conocer nuestras opiniones, inquietudes e intereses, como base para elaborar unos programas electorales a gusto del consumidor, tratando de influir en nuestro voto. A ese ámbito pertenece también el afán del espionaje industrial (público y privado), ansioso por hacerse con patentes e información privilegiada que otorgue ventajas competitivas a quien se decida a emplear estos métodos. Pero desde el trágico 11-S y el arranque de la funesta guerra contra el terror, liderada por la Administración de George W. Bush (y mantenida en buena medida por la actual y por tantos otros Gobiernos, europeos incluidos), esa capacidad intrusiva se ha acelerado exponencialmente en nombre de la sacrosanta seguridad. Todo parece resumirse, como acaba de argumentar [URL='http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/15/actualidad/1371315270_917129.html']un acosado Obama[/URL], en que no podemos aspirar al 100% de seguridad y al 100% de privacidad. El colofón inmediato de ese planteamiento es que debemos aceptar un recorte -cada vez más notorio e imparable- del marco de derechos y libertades que nos definen como sociedades abiertas, como única vía para poder garantizar nuestra seguridad. Es a partir de la aceptación de ese supuesto cómo se ha ido produciendo la implantación de redes como Echelon (que cabría calificar hoy como primitiva) y de tantas otras (sea la estadounidense Prisma, que también le ha servido al Gobierno británico para [URL='http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/16/actualidad/1371418142_420329.html']espiar a sus socios en el G-8[/URL], o aquellas de las que desconocemos hasta el nombre) capaces de invadir nuestra intimidad individual en nombre de la seguridad colectiva. Si aquella la controlan Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Nueva Zelanda y Australia desde la Guerra Fría, hoy debemos suponer que ha sido superada por otros sistemas desarrollados al hilo de los impresionantes avances tecnológicos en el campo de las telecomunicaciones y del tratamiento de datos a gran escala (baste citar el software Riot, desarrollado por Raytheon). Y para ello nadie ha pedido nuestro consentimiento, sino que sus promotores pretenden convencernos de que basta con un simple acuerdo (secreto) de Gobierno para avalar legalmente unas prácticas que quebrantan las normas básicas del Estado de derecho. Por desgracia, es ilusorio pensar que hay marcha atrás en este proceso y que volveremos a un paraíso donde nuestra individualidad quede preservada del afán fisgón de entidades estatales o privadas que no siempre atienden al bien común. Estamos condenados a vivir bajo la mirada de cámaras que eliminan nuestro anonimato y a dejar rastro de nuestros pasos en todo momento. Visto así, podríamos al menos consolarnos pensando que, gracias a esos métodos, efectivamente nuestra seguridad está hoy mejor garantizada. Pero la cruda realidad nos dice que no solo no es así (ni en clave de lucha contra el terrorismo, ni contra ninguna otra de las amenazas que nos afectan directamente), sino que sin regulación transparente, ese camino lleva en demasiadas ocasiones al abuso y al error (con la complicidad, por cierto, de servidores informáticos que no son tan asépticos como aparentan). Llegados a este punto es fácil escandalizarse por el hecho de que líderes como Vladimir Putin hayan mostrado inmediatamente su comprensión con las medidas estadounidenses (quizás para aliviar su cargo de conciencia por la indisimulada deriva autoritaria que lo caracteriza). Pero más problemático es desnudar a los gobiernos de la Unión Europea cuando pretenden ahora pasar factura a Washington, como si fueran absolutamente inocentes en este terreno (el recuerdo de los vuelos secretos de la CIA viene inmediatamente a la memoria). ¿Qué piensan, por cierto, nuestros gobernantes? [url]http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/17/actualidad/1371487237_851726.html[/url] [/QUOTE]
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