Derruido
Colaborador
El futuro de la Fuerza Aérea Brasilera
Nov-10-09 - por Ignacio J. Osacar (Coordinador de la Comisión de Defensa del CENM)
La Estrategia Nacional de Defensa (END) divulgada a fines del 2008 define claros lineamientos para el desarrollo del poder aeroespacial de Brasil en el corto, mediano y largo plazo, sin embargo un elemento fundamental para esa transformación es contar con 120 cazas de última generación, lo que actualmente pareciera acercarse a una definición.
Se establece que los objetivos estratégicos que orientan la misión de la Fuerza Aérea Brasilera (FAB) en el marco de la END son: otorgar prioridad a la observación y vigilancia aérea, adquirir el poder necesario para asegurar la superioridad aérea local, obtener capacidad para operar en forma conjunta con las otras Fuerzas en lugares determinados del territorio y alcanzar el pleno dominio del poder aeroestratégico, organizado en torno a las propias capacidades.
Referido a la observación y vigilancia aérea, se reafirma la necesidad de ejercer esa capacidad sobre el territorio nacional y las aguas jurisdiccionales para monitorear el sobrevuelo de amenazas. Esta estrategia será implementada mediante un cerco, constituido por sucesivas líneas de detección de blancos, que permitirán establecer la velocidad de respuesta requerida.
Para esta tarea se cuenta con el Sistema de Defensa Aeroespacial Brasilero (SISDABRA), que será responsable de una de las líneas, conformando un complejo de observación y vigilancia que contará con satélites geostacionarios y de reconocimiento, con sus propios vehículos lanzadores, y de aviones de inteligencia. Estos medios deberán disponer de sensores y de comunicaciones con tecnología bajo absoluto dominio brasilero.
Con este mismo fin el Comando de Defensa Aeroespacial Brasilero (COMDABRA) será reforzado como núcleo de la defensa aeroespacial, desempeñándose como cabeza directora e integradora de todos los medios de observación y vigilancia del país.
Es destacable que la industria nacional de defensa deberá orientarse en desarrollos que permitan obtener la independencia tecnológica, como en el caso de los sistemas GPS u otros sistemas de señales extranjeros. Se puntualiza que dicho logro se obtendrá mediante la adecuada elección de coparticipación con otros países.
La Fuerza Aérea tendrá la misión de asegurar la superioridad aérea local, en el marco de cualquier hipótesis de conflicto, con la finalidad de favorecer las operaciones de las otras dos Fuerzas. Aquí surge el primer desafío, que es evitar la falta de protección aérea durante el lapso de los años 2015 a 2025, en el cual deberán reemplazarse los actuales aviones de combate por otros. Los actuales Mirage 2000, F-5M y AMX A-1 deberían comenzar a ser sustituidos en los próximos 2 años. Los nuevos aviones deberán estar provistos de armas inteligentes, inclusive con sistemas inerciales que permitan dirigir el fuego al blanco con precisión y "más allá del alcance visual".
Los tres competidores finales son el Boeing F-18 Hornet norteamericano, el Saab Grippen NG sueco y el Dassault Rafale francés.
Otra exigencia es el desarrollo de la capacidad de operar conjuntamente con el Ejército y la Armada, como si fueran una sola Fuerza, en la región del país que se delimite como Teatro de Operaciones. Para ese cometido se requiere: número suficiente de aviones de transporte para desplazar la Reserva Estratégica, disponer de sistemas de armas de gran precisión que discrimine blancos enemigos en medio de tropas amigas y suficientes aviones de transporte, para apoyar la estrategia de presencia del Ejército en la región Amazónica y Centro-Oeste.
Por la naturaleza pacífica de Brasil y su opción por una actitud estratégica defensiva, el poder aeroestratégico se debe organizar alrededor de capacidades y no respecto a un enemigo determinado. Los medios fundamentales que deberán integrar esas capacidades incluirán sistemas de armas, apoyos cartográficos y medios de inteligencia.
En el complejo científico-tecnológico localizado en San José dos Campos se deberá priorizar la formación de los cuadros de técnicos civiles y militares para alcanzar la independencia tecnológica. Este centro desarrollará proyectos tecnológicos que no solo signifiquen transformaciones de profundidad innovadora para el combate, sino que también tengan aplicación en otras áreas de carácter civil. El centro de Investigaciones Científicas de la Aeronaútica (CTA) mantendrá vinculaciones con las empresas privadas como custodio de los intereses del Estado. Ante la vulnerabilidad estratégica que significa esta concentración, se promoverá la descentralización de algunas instalaciones sensibles del complejo hacia otros lugares geográficos.
Se determina que lo más urgente en la actualidad es definir el reemplazo de los aviones de combate actualmente en servicio para el periodo 2015-2025, tras agotarse progresivamente la posibilidad de extender su vida útil de los mismos mediante modernizaciones de sus sistemas de armas, aviónica o componentes de su estructura.
Este cuadro genera un dilema, cual es invertir en la adquisición de capacitación tecnológica, para la futura fabricación independiente de aviones de altas prestaciones, sin quedar desguarnecido de protección aérea durante el lapso en que se obtenga ese objetivo.
En principio se rechaza la adopción de soluciones extremas, como es comprar directamente en el mercado internacional un caza de última generación, o bien invertir en la modernización de los aviones actuales, en proyectos de aviones no tripulados, en proyectos binacionales para el caza tripulado futuro y en la formación del núcleo de científicos y técnicos.
La decisión recomendada es híbrida, favoreciendo la adquisición de un avión que ocupe el lapso temporal requerido, pero creando las condiciones para la fabricación nacional de un caza tripulado.
En ese plano una opción es acordar la coparticipación con un país o países para proyectar y fabricar en Brasil un modelo sucedáneo de última generación, que se encuentre ofertado en el mercado internacional, perfeccionando las limitaciones técnicas de la versión actual, como podría ser radio de acción, empuje, invisibilidad, etc. La otra alternativa sería comprar un avión en condiciones que contemplen la transferencia integral de tecnología, incluyendo la tecnología del proyecto y los denominados "códigos-fuentes". Esta compra totalizaría un número mínimo de maquinas que asegurará la transferencia de esas tecnologías. Seguidamente, una empresa brasilera comenzaría la producción del avión, bajo control del Estado brasilero. La compra inicial propuesta sería de 36 aviones.
Se afirma que la resolución será el resultado de las circunstancias y la negociación, dando preferencia a la alternativa que minimice la dependencia tecnológica o política en relación con el proveedor. Se busca evitar que el proveedor, al impedir la transferencia de componentes o repuestos, pueda pretender dificultar o influir las iniciativas de defensa del Brasil.
Finalmente quedan definidas las tres directrices estratégicas que marcarán la evolución transformadora de la Fuerza Aérea, que son la ejecución de acciones referidas a las tecnologías y capacitaciones que permitan operar en red entre sus propios componentes y con las otras Fuerzas, el progreso de los programas de desarrollo de aeronaves no tripuladas de vigilancia y de combate y la integración con las actividades espaciales.
La visión estratégica aeroespacial brasilera es ambiciosa y constituye un salto al futuro que posicionaría al Brasil en un lugar de superioridad indiscutida sobre el resto de los países de la región, sin embargo, la dimensión, complejidad y complementación de los distintos elementos del proyecto, exigen materializar acciones que implican decisiones políticas en lo inmediato, para revertir un trayecto de postergaciones y cancelaciones que afectaron al mismo en los últimos años.
Fuentes:
www.defesa.gov.br consultado 9-11-09
"Balance Militar de America del Sur" Nueva Mayoría, Buenos Aires 2008
http://www.nuevamayoria.com/index.php?option=com_content&task=view&id=1926&Itemid=30
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Nov-10-09 - por Ignacio J. Osacar (Coordinador de la Comisión de Defensa del CENM)
La Estrategia Nacional de Defensa (END) divulgada a fines del 2008 define claros lineamientos para el desarrollo del poder aeroespacial de Brasil en el corto, mediano y largo plazo, sin embargo un elemento fundamental para esa transformación es contar con 120 cazas de última generación, lo que actualmente pareciera acercarse a una definición.
Se establece que los objetivos estratégicos que orientan la misión de la Fuerza Aérea Brasilera (FAB) en el marco de la END son: otorgar prioridad a la observación y vigilancia aérea, adquirir el poder necesario para asegurar la superioridad aérea local, obtener capacidad para operar en forma conjunta con las otras Fuerzas en lugares determinados del territorio y alcanzar el pleno dominio del poder aeroestratégico, organizado en torno a las propias capacidades.
Referido a la observación y vigilancia aérea, se reafirma la necesidad de ejercer esa capacidad sobre el territorio nacional y las aguas jurisdiccionales para monitorear el sobrevuelo de amenazas. Esta estrategia será implementada mediante un cerco, constituido por sucesivas líneas de detección de blancos, que permitirán establecer la velocidad de respuesta requerida.
Para esta tarea se cuenta con el Sistema de Defensa Aeroespacial Brasilero (SISDABRA), que será responsable de una de las líneas, conformando un complejo de observación y vigilancia que contará con satélites geostacionarios y de reconocimiento, con sus propios vehículos lanzadores, y de aviones de inteligencia. Estos medios deberán disponer de sensores y de comunicaciones con tecnología bajo absoluto dominio brasilero.
Con este mismo fin el Comando de Defensa Aeroespacial Brasilero (COMDABRA) será reforzado como núcleo de la defensa aeroespacial, desempeñándose como cabeza directora e integradora de todos los medios de observación y vigilancia del país.
Es destacable que la industria nacional de defensa deberá orientarse en desarrollos que permitan obtener la independencia tecnológica, como en el caso de los sistemas GPS u otros sistemas de señales extranjeros. Se puntualiza que dicho logro se obtendrá mediante la adecuada elección de coparticipación con otros países.
La Fuerza Aérea tendrá la misión de asegurar la superioridad aérea local, en el marco de cualquier hipótesis de conflicto, con la finalidad de favorecer las operaciones de las otras dos Fuerzas. Aquí surge el primer desafío, que es evitar la falta de protección aérea durante el lapso de los años 2015 a 2025, en el cual deberán reemplazarse los actuales aviones de combate por otros. Los actuales Mirage 2000, F-5M y AMX A-1 deberían comenzar a ser sustituidos en los próximos 2 años. Los nuevos aviones deberán estar provistos de armas inteligentes, inclusive con sistemas inerciales que permitan dirigir el fuego al blanco con precisión y "más allá del alcance visual".
Los tres competidores finales son el Boeing F-18 Hornet norteamericano, el Saab Grippen NG sueco y el Dassault Rafale francés.
Otra exigencia es el desarrollo de la capacidad de operar conjuntamente con el Ejército y la Armada, como si fueran una sola Fuerza, en la región del país que se delimite como Teatro de Operaciones. Para ese cometido se requiere: número suficiente de aviones de transporte para desplazar la Reserva Estratégica, disponer de sistemas de armas de gran precisión que discrimine blancos enemigos en medio de tropas amigas y suficientes aviones de transporte, para apoyar la estrategia de presencia del Ejército en la región Amazónica y Centro-Oeste.
Por la naturaleza pacífica de Brasil y su opción por una actitud estratégica defensiva, el poder aeroestratégico se debe organizar alrededor de capacidades y no respecto a un enemigo determinado. Los medios fundamentales que deberán integrar esas capacidades incluirán sistemas de armas, apoyos cartográficos y medios de inteligencia.
En el complejo científico-tecnológico localizado en San José dos Campos se deberá priorizar la formación de los cuadros de técnicos civiles y militares para alcanzar la independencia tecnológica. Este centro desarrollará proyectos tecnológicos que no solo signifiquen transformaciones de profundidad innovadora para el combate, sino que también tengan aplicación en otras áreas de carácter civil. El centro de Investigaciones Científicas de la Aeronaútica (CTA) mantendrá vinculaciones con las empresas privadas como custodio de los intereses del Estado. Ante la vulnerabilidad estratégica que significa esta concentración, se promoverá la descentralización de algunas instalaciones sensibles del complejo hacia otros lugares geográficos.
Se determina que lo más urgente en la actualidad es definir el reemplazo de los aviones de combate actualmente en servicio para el periodo 2015-2025, tras agotarse progresivamente la posibilidad de extender su vida útil de los mismos mediante modernizaciones de sus sistemas de armas, aviónica o componentes de su estructura.
Este cuadro genera un dilema, cual es invertir en la adquisición de capacitación tecnológica, para la futura fabricación independiente de aviones de altas prestaciones, sin quedar desguarnecido de protección aérea durante el lapso en que se obtenga ese objetivo.
En principio se rechaza la adopción de soluciones extremas, como es comprar directamente en el mercado internacional un caza de última generación, o bien invertir en la modernización de los aviones actuales, en proyectos de aviones no tripulados, en proyectos binacionales para el caza tripulado futuro y en la formación del núcleo de científicos y técnicos.
La decisión recomendada es híbrida, favoreciendo la adquisición de un avión que ocupe el lapso temporal requerido, pero creando las condiciones para la fabricación nacional de un caza tripulado.
En ese plano una opción es acordar la coparticipación con un país o países para proyectar y fabricar en Brasil un modelo sucedáneo de última generación, que se encuentre ofertado en el mercado internacional, perfeccionando las limitaciones técnicas de la versión actual, como podría ser radio de acción, empuje, invisibilidad, etc. La otra alternativa sería comprar un avión en condiciones que contemplen la transferencia integral de tecnología, incluyendo la tecnología del proyecto y los denominados "códigos-fuentes". Esta compra totalizaría un número mínimo de maquinas que asegurará la transferencia de esas tecnologías. Seguidamente, una empresa brasilera comenzaría la producción del avión, bajo control del Estado brasilero. La compra inicial propuesta sería de 36 aviones.
Se afirma que la resolución será el resultado de las circunstancias y la negociación, dando preferencia a la alternativa que minimice la dependencia tecnológica o política en relación con el proveedor. Se busca evitar que el proveedor, al impedir la transferencia de componentes o repuestos, pueda pretender dificultar o influir las iniciativas de defensa del Brasil.
Finalmente quedan definidas las tres directrices estratégicas que marcarán la evolución transformadora de la Fuerza Aérea, que son la ejecución de acciones referidas a las tecnologías y capacitaciones que permitan operar en red entre sus propios componentes y con las otras Fuerzas, el progreso de los programas de desarrollo de aeronaves no tripuladas de vigilancia y de combate y la integración con las actividades espaciales.
La visión estratégica aeroespacial brasilera es ambiciosa y constituye un salto al futuro que posicionaría al Brasil en un lugar de superioridad indiscutida sobre el resto de los países de la región, sin embargo, la dimensión, complejidad y complementación de los distintos elementos del proyecto, exigen materializar acciones que implican decisiones políticas en lo inmediato, para revertir un trayecto de postergaciones y cancelaciones que afectaron al mismo en los últimos años.
Fuentes:
www.defesa.gov.br consultado 9-11-09
"Balance Militar de America del Sur" Nueva Mayoría, Buenos Aires 2008
http://www.nuevamayoria.com/index.php?option=com_content&task=view&id=1926&Itemid=30
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La Fuerza Aérea tendrá la misión de asegurar la superioridad aérea local, en el marco de cualquier hipótesis de conflicto, con la finalidad de favorecer las operaciones de las otras dos Fuerzas. Aquí surge el primer desafío, que es evitar la falta de protección aérea durante el lapso de los años 2015 a 2025, en el cual deberán reemplazarse los actuales aviones de combate por otros. Los actuales Mirage 2000, F-5M y AMX A-1 deberían comenzar a ser sustituidos en los próximos 2 años. Los nuevos aviones deberán estar provistos de armas inteligentes, inclusive con sistemas inerciales que permitan dirigir el fuego al blanco con precisión y "más allá del alcance visual".