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En el Mando Supremo de Hitler
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<blockquote data-quote="Stormnacht" data-source="post: 775519" data-attributes="member: 341"><p><strong> La respuesta de los ingleses a las proposiciones de Hitler no podía ser más amistosa, tanto en el fondo como en la forma. Sólo en dos de los puntos el Gobierno británico pensaba de otro modo que el Führer. Uno de ellos era lo relativo a la cuestión de las fronteras de Polonia, sobre el cual el Gobierno de Su Majestad era del parecer de que ese tema tan delicado no podía ser decidido por Alemania, sino que en ello era necesaria la aquiescencia de la Unión Soviética, Francia, Gran Bretaña e Italia. Inglaterra estaba dispuesta a tratar de la posible devolución a Alemania de sus antiguas posesiones de ultramar siempre y cuando se procediese a la desmovilización de la Wehrmacht. El punto número seis fue rechazado categóricamente, pues Inglaterra consideraba el contenido del mismo como altamente humillante para el prestigio y los intereses del Imperio británico.</strong></p><p><strong> Dahlerus retuvo punto por punto la respuesta británica a la nota del Führer. A las siete de la tarde del mismo día tomó un avión para regresar a Berlín, en cuyo aeródromo aterrizó a las once. Allí le esperaba ya un automóvil que a toda velocidad lo trasladó a la residencia oficial de Goering en la Leipzigerstrasse.</strong></p><p><strong> A las dos y media de la madrugada informaron a Dahlerus en su habitación del Hotel Esplanade, que Adolf Hitler aceptaba todos los extremos contenidos en la nota provicional británica. Goering indicó a Dahlerus que la respuesta definitiva sería entregada por sir Henderson.</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong> - Si todo coincide con los informes verbales que usted ha traído de Londres... - prosiguió Goering -, la paz está a salvo. Tal vez sería conveniente que rogara usted a Londres que no se hiciera pública la nota provisional del Gobierno británico hasta que el Führer la tenga en su poder.</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong> Dahlerus pidió comunicación con la embajada inglesa, pero el encargado de negocios, sir George Ogilvie-Forbes, había salido ya para su domicilio particular. Este funcionario ignoraba entonces el viaje de Birger Dahlerus. El Foreign Office no había pensado que Dahlerus podría ponerse en contacto con la Embajada inglesa en Berlín, y por tal motivo informó algo tarde a la citada Embajada. Puesto en contacto con la residencia del mismo funcionario, éste creyó que se trataba de algún demente; además, se halla furioso por haber sido turbado su descanso. No obstante, regresó a la Embajada y allí oyó el informe de Birger Dahlerus.</strong></p><p><strong> Los ojos del inglés no se apartaban del rostro del sueco. "Desde luego, tiene todas las trazas de parecer una persona absolutamente normal...", pensó sir George Ogilvie-Forbes. No obstante, todo aquello le parecía bastante irreal. El encargado de negocios británico no podía ocultar la irónica sonrisa que le brillaba en los ojos. A las tres de la madrugada un empleado de la Embajada irrumpió en el gabinete llevando un mensaje, descifrado ya, recién llegado de Londres en cuyo texto citaba el nombre de Dahlerus. El rostro del funcionario inglés mudó por completo.; con la mayor cortesía y atención Ogilvie-Forbes escuchó lo que el sueco tenía que decirle. Acto seguido telegrafió a Londres informando tal y como le había indicado ese notable míster Dahlerus...</strong></p><p><strong> Eran las seis de la mañana cuando el sueco salía de la Embajada inglesa para regresar a su hotel, e inmediatamente después alcanzó en las cercanías de Postdam el tren especial que conducía a Goering.</strong></p><p><strong> </strong></p><p><strong> - ¿Ha comunicado usted los deseos del Führer? - le preguntó Goering.</strong></p><p><strong> Al contestar Dahlerus afirmativamente, Goering prosiguió, con gran satisfacción:</strong></p><p><strong> - En tal caso, la paz ha sido salvada...</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong></strong></p><p><strong><img src="http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/Goeringfestejo.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></strong></p><p><strong><strong>Festejando antes de tiempo...</strong></strong></p><p><strong></strong></p><p><strong></strong></p><p><strong></strong></p><p><strong>Parte 7</strong></p><p><strong></strong></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Stormnacht, post: 775519, member: 341"] [B] La respuesta de los ingleses a las proposiciones de Hitler no podía ser más amistosa, tanto en el fondo como en la forma. Sólo en dos de los puntos el Gobierno británico pensaba de otro modo que el Führer. Uno de ellos era lo relativo a la cuestión de las fronteras de Polonia, sobre el cual el Gobierno de Su Majestad era del parecer de que ese tema tan delicado no podía ser decidido por Alemania, sino que en ello era necesaria la aquiescencia de la Unión Soviética, Francia, Gran Bretaña e Italia. Inglaterra estaba dispuesta a tratar de la posible devolución a Alemania de sus antiguas posesiones de ultramar siempre y cuando se procediese a la desmovilización de la Wehrmacht. El punto número seis fue rechazado categóricamente, pues Inglaterra consideraba el contenido del mismo como altamente humillante para el prestigio y los intereses del Imperio británico. Dahlerus retuvo punto por punto la respuesta británica a la nota del Führer. A las siete de la tarde del mismo día tomó un avión para regresar a Berlín, en cuyo aeródromo aterrizó a las once. Allí le esperaba ya un automóvil que a toda velocidad lo trasladó a la residencia oficial de Goering en la Leipzigerstrasse. A las dos y media de la madrugada informaron a Dahlerus en su habitación del Hotel Esplanade, que Adolf Hitler aceptaba todos los extremos contenidos en la nota provicional británica. Goering indicó a Dahlerus que la respuesta definitiva sería entregada por sir Henderson. - Si todo coincide con los informes verbales que usted ha traído de Londres... - prosiguió Goering -, la paz está a salvo. Tal vez sería conveniente que rogara usted a Londres que no se hiciera pública la nota provisional del Gobierno británico hasta que el Führer la tenga en su poder. Dahlerus pidió comunicación con la embajada inglesa, pero el encargado de negocios, sir George Ogilvie-Forbes, había salido ya para su domicilio particular. Este funcionario ignoraba entonces el viaje de Birger Dahlerus. El Foreign Office no había pensado que Dahlerus podría ponerse en contacto con la Embajada inglesa en Berlín, y por tal motivo informó algo tarde a la citada Embajada. Puesto en contacto con la residencia del mismo funcionario, éste creyó que se trataba de algún demente; además, se halla furioso por haber sido turbado su descanso. No obstante, regresó a la Embajada y allí oyó el informe de Birger Dahlerus. Los ojos del inglés no se apartaban del rostro del sueco. "Desde luego, tiene todas las trazas de parecer una persona absolutamente normal...", pensó sir George Ogilvie-Forbes. No obstante, todo aquello le parecía bastante irreal. El encargado de negocios británico no podía ocultar la irónica sonrisa que le brillaba en los ojos. A las tres de la madrugada un empleado de la Embajada irrumpió en el gabinete llevando un mensaje, descifrado ya, recién llegado de Londres en cuyo texto citaba el nombre de Dahlerus. El rostro del funcionario inglés mudó por completo.; con la mayor cortesía y atención Ogilvie-Forbes escuchó lo que el sueco tenía que decirle. Acto seguido telegrafió a Londres informando tal y como le había indicado ese notable míster Dahlerus... Eran las seis de la mañana cuando el sueco salía de la Embajada inglesa para regresar a su hotel, e inmediatamente después alcanzó en las cercanías de Postdam el tren especial que conducía a Goering. - ¿Ha comunicado usted los deseos del Führer? - le preguntó Goering. Al contestar Dahlerus afirmativamente, Goering prosiguió, con gran satisfacción: - En tal caso, la paz ha sido salvada... [IMG]http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/Goeringfestejo.jpg[/IMG] [B]Festejando antes de tiempo...[/B] Parte 7 [/B] [/QUOTE]
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Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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