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En el Mando Supremo de Hitler
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<blockquote data-quote="Stormnacht" data-source="post: 775521" data-attributes="member: 341"><p><strong> La respuesta oficial a las últimas proposiciones de Adolf Hitler fue entregada por el embajador inglés. Este salió de Londres alrededor de las cinco de la tarde (hora británica), y tres horas después el avión especial que le conducía aterrizó en el aeródromo de Berlín-Tempelhof. Hitler hizo saber a Henderson que le recibiría, pese a lo intempestivo de la hora. El embajador se dio prisa con la traducción de la nota de su Gobierno, y a las diez y media se hallaba frente al edificio de la Cancillería del Reich con su automóvil. En la entrada que da a la Wilhelmplatz se aguardaban ya el jefe de la Cancillería, doctor Meissner, y un ayudante de Hitler llamado Brückner. La guardia presentó armas y una banda de música hizo redoblar los tambores. Meissner hizo notar que el embajador llevaba su tradicional clavel en la solapa del frac. Durante los días críticos de la cuestión checa en septiembre del año anterior, la solapa de dicha prenda no lucía adorno alguno. Al preguntarle, en aquella ocasión, la causa, Henderson respondió que en realidad nunca había olvidado su costumbre, pero que consideraba impropio, dada la gravedad de la situación, llevar ningún clavel.</strong></p><p><strong> Mirando fijamente a Meissner, el embajador británico le manifestó:</strong></p><p><strong> - Creo también con usted, Herr Staatsminister que la paz puede ser mantenida. Soy portador de buenas noticias; la respuesta del Gobierno de Su Majestad ofrece en todo caso la oportunidad de evitar la guerra.</strong></p><p><strong> Con la sorpresa de Henderson, el Führer estaba notablemente reposado. No actuó como era su costumbre, es decir, asediando a su interlocutor con su interminable monólogo, sino que escuchó en primer lugar lo que el inglés tenía que decirle.</strong></p><p><strong> - La condición que pone Su Excelencia sobre el problema de solventar las diferencias entre Alemania y Polonia mediante conversaciones anglo-germanas merece la plena conformidad del Gobierno de Su Majestad.</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong> Pero, a continuación, Henderson hizo resaltar que Inglaterra cumpliría con sus compromisos con respecto a la república polaca. La Gran Bretaña estaba dispuesta a negociar con el Reich sobre la cuestión polaca únicamente a base de equidad y sin la sombra de la amenaza.</strong></p><p><strong> - El Gobierno de Su Majestad ha recibido ya la promesa del Gobierno polaco de resolver sus diferencias con Alemania por la vía diplomática, que significaría abrir para el mundo excelentes perspectivas de paz. Cualquier paso en falso, empero, acabaría con la posibilidad de un entendimiento entre Gran Bretaña y Alemania en la cuestión de Polonia, y ambos países, lo mismo que casi todo el mundo, se verían abocados a la guerra. Y sería ciertamente una tragedia sin paralelo en la Historia...</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong> En el transcurso de la conversación, que discurría por cauces tranquilos, Henderson trajo a colación la fraternidad de armas anglo-alemana durante las campañas napoleónicas.</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong> - "¡Adelante, camaradas adelante! He prometido al hermano Wellington que lo haría, y no querréis que falte a la palabra empeñada" - exclamó el mariscal Blücher arengando a sus tropas. Desde aquel entonces el citado militar era conocido en Inglaterra con el sobrenombre de "mariscal adelante", lo mismo que en Alemania. Y así como el mariscal Blücher mantuvo su palabra, Inglaterra mantendrá la suya en la cuestión de Polonia.</strong></p><p><strong> </strong></p><p><strong> Hitler se quedó unos instantes pensativo. Era poco antes de medianoche cuando se despidió el embajador. Cerca de la puerta de su gabinete, dijo a Henderson:</strong></p><p><strong> - Contestaré a la nota mañana mismo.</strong></p><p><strong> - El Gobierno de Su Majestad ha empleado dos días en preparar su respuesta. Creo, Excelencia, que en realidad no hay demasiada prisa.</strong></p><p><strong> - ¡Pero yo sí la tengo! - exclamó el Führer, mirando fijamente a su visitante. Y añadió acto seguido -: Y conste que no fanfarroneo.</strong></p><p><strong> - Nosotros tampoco - replicó el embajador británico, en tono de advertencia.</strong></p><p><strong> Meissner acompañó a sir Neville Henderson por la galería de mármol en dirección a la salida. Durante la entrevista, Hitler había citado Danzig y el corredor polaco, y por primera vez la Alta Silesia, manifestado que "el problema tenía que ser solucionado sin demora y en cualquier circunstancia". Henderson comprendía ahora el alcance de tales observaciones, y no pudo por menos que hablar con Meissner acerca de la gravedad de la situación.</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong> - No puede haber duda alguna de que Gran Bretaña y Francia declararán la guerra a Alemania si ésta ataca a Polonia. Parece que Hitler no se halla lo bastante convencido de ello. Tenga en cuenta que mi país no puede actuar de otro modo, pues en tal caso todos perderían la confianza en nuestra capacidad para cumplir con nuestros compromisos.</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong> Meissner informó inmediatamente a Hitler de las palabras de Henderson. Ribbentrop se hallaba asimismo presente en el gabinete de trabajo del Führer.</strong></p><p><strong> - Creo que lo meditarán todavía - exclamó Hitler.</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong> Ribbentrop asintió con la cabeza como aprobando las palabras de Hitler mientras dirigía a su superior miradas que indicaban su absoluta identificación con las ideas del Führer. El ministro de Asuntos Exteriores alemán dijo a su secretario de Estado, Weizsäcker, a la mañana siguiente:</strong></p><p><strong> - En menos de dos meses el asunto de Polonia quedará zanjado, y luego celebraremos una gran conferencia de paz con las potencias occidentales...</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong><img src="http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/hitlerribbentrop.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></strong></p><p><strong><strong> Adolf Hitler y su ministro de Asuntos Exteriores, Ribbentrop.</strong></strong></p><p><strong></strong></p><p><strong></strong></p><p><strong></strong></p><p><strong>Parte 9</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong></strong></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Stormnacht, post: 775521, member: 341"] [B] La respuesta oficial a las últimas proposiciones de Adolf Hitler fue entregada por el embajador inglés. Este salió de Londres alrededor de las cinco de la tarde (hora británica), y tres horas después el avión especial que le conducía aterrizó en el aeródromo de Berlín-Tempelhof. Hitler hizo saber a Henderson que le recibiría, pese a lo intempestivo de la hora. El embajador se dio prisa con la traducción de la nota de su Gobierno, y a las diez y media se hallaba frente al edificio de la Cancillería del Reich con su automóvil. En la entrada que da a la Wilhelmplatz se aguardaban ya el jefe de la Cancillería, doctor Meissner, y un ayudante de Hitler llamado Brückner. La guardia presentó armas y una banda de música hizo redoblar los tambores. Meissner hizo notar que el embajador llevaba su tradicional clavel en la solapa del frac. Durante los días críticos de la cuestión checa en septiembre del año anterior, la solapa de dicha prenda no lucía adorno alguno. Al preguntarle, en aquella ocasión, la causa, Henderson respondió que en realidad nunca había olvidado su costumbre, pero que consideraba impropio, dada la gravedad de la situación, llevar ningún clavel. Mirando fijamente a Meissner, el embajador británico le manifestó: - Creo también con usted, Herr Staatsminister que la paz puede ser mantenida. Soy portador de buenas noticias; la respuesta del Gobierno de Su Majestad ofrece en todo caso la oportunidad de evitar la guerra. Con la sorpresa de Henderson, el Führer estaba notablemente reposado. No actuó como era su costumbre, es decir, asediando a su interlocutor con su interminable monólogo, sino que escuchó en primer lugar lo que el inglés tenía que decirle. - La condición que pone Su Excelencia sobre el problema de solventar las diferencias entre Alemania y Polonia mediante conversaciones anglo-germanas merece la plena conformidad del Gobierno de Su Majestad. Pero, a continuación, Henderson hizo resaltar que Inglaterra cumpliría con sus compromisos con respecto a la república polaca. La Gran Bretaña estaba dispuesta a negociar con el Reich sobre la cuestión polaca únicamente a base de equidad y sin la sombra de la amenaza. - El Gobierno de Su Majestad ha recibido ya la promesa del Gobierno polaco de resolver sus diferencias con Alemania por la vía diplomática, que significaría abrir para el mundo excelentes perspectivas de paz. Cualquier paso en falso, empero, acabaría con la posibilidad de un entendimiento entre Gran Bretaña y Alemania en la cuestión de Polonia, y ambos países, lo mismo que casi todo el mundo, se verían abocados a la guerra. Y sería ciertamente una tragedia sin paralelo en la Historia... En el transcurso de la conversación, que discurría por cauces tranquilos, Henderson trajo a colación la fraternidad de armas anglo-alemana durante las campañas napoleónicas. - "¡Adelante, camaradas adelante! He prometido al hermano Wellington que lo haría, y no querréis que falte a la palabra empeñada" - exclamó el mariscal Blücher arengando a sus tropas. Desde aquel entonces el citado militar era conocido en Inglaterra con el sobrenombre de "mariscal adelante", lo mismo que en Alemania. Y así como el mariscal Blücher mantuvo su palabra, Inglaterra mantendrá la suya en la cuestión de Polonia. Hitler se quedó unos instantes pensativo. Era poco antes de medianoche cuando se despidió el embajador. Cerca de la puerta de su gabinete, dijo a Henderson: - Contestaré a la nota mañana mismo. - El Gobierno de Su Majestad ha empleado dos días en preparar su respuesta. Creo, Excelencia, que en realidad no hay demasiada prisa. - ¡Pero yo sí la tengo! - exclamó el Führer, mirando fijamente a su visitante. Y añadió acto seguido -: Y conste que no fanfarroneo. - Nosotros tampoco - replicó el embajador británico, en tono de advertencia. Meissner acompañó a sir Neville Henderson por la galería de mármol en dirección a la salida. Durante la entrevista, Hitler había citado Danzig y el corredor polaco, y por primera vez la Alta Silesia, manifestado que "el problema tenía que ser solucionado sin demora y en cualquier circunstancia". Henderson comprendía ahora el alcance de tales observaciones, y no pudo por menos que hablar con Meissner acerca de la gravedad de la situación. - No puede haber duda alguna de que Gran Bretaña y Francia declararán la guerra a Alemania si ésta ataca a Polonia. Parece que Hitler no se halla lo bastante convencido de ello. Tenga en cuenta que mi país no puede actuar de otro modo, pues en tal caso todos perderían la confianza en nuestra capacidad para cumplir con nuestros compromisos. Meissner informó inmediatamente a Hitler de las palabras de Henderson. Ribbentrop se hallaba asimismo presente en el gabinete de trabajo del Führer. - Creo que lo meditarán todavía - exclamó Hitler. Ribbentrop asintió con la cabeza como aprobando las palabras de Hitler mientras dirigía a su superior miradas que indicaban su absoluta identificación con las ideas del Führer. El ministro de Asuntos Exteriores alemán dijo a su secretario de Estado, Weizsäcker, a la mañana siguiente: - En menos de dos meses el asunto de Polonia quedará zanjado, y luego celebraremos una gran conferencia de paz con las potencias occidentales... [IMG]http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/hitlerribbentrop.jpg[/IMG] [B] Adolf Hitler y su ministro de Asuntos Exteriores, Ribbentrop.[/B] Parte 9 [/B] [/QUOTE]
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