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En el Mando Supremo de Hitler
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<blockquote data-quote="Stormnacht" data-source="post: 775539" data-attributes="member: 341"><p><img src="http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/ape9gm.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p><img src="http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/ensamble.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p>Pronto comenzaría la más sangrienta y terrible de las guerras, abarcaría a prácticamente todo el planeta...</p><p></p><p>Queda el epílogo, y algunos iniciales retazos del libro de H.S. Hegner, una obra basada en las intricadas y turbias negociaciones político-diplomáticas de preguerra que intenté subir de a poco, empero hay cuestiones de orden geopolítico, hegemónicos propios de una era de poderes contrastados que en verdad envolvieron a todos los partícipes de aquella tragedia humana. En mi humilde opinión, mi convicción es que hubo culpablidades y debilidades mutuas de las Fuerzas del Eje y las Fuerzas Aliadas, pues como dije, era básicamente una cuestión de poder, pues las únicas víctimas fueron, son y serán los ciudadanos. Algo que se ha repetió a lo largo de toda la historia humana. No pretendo extenderme más, acaso baste con transcribir un par de párrafos más. Queda en cada uno sacar las conclusiones del caso. Tal vez haya otras líneas de otro origen en otra oportunidad.</p><p></p><p></p><p><strong> EL DESENLACE</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong></strong></p><p><strong> En Berlín, gran cantidad de incendios elevaban sus enormes llamaradas hacia el cielo. Más de un centenar de ataques aéreos habían convertido en montones de ruinas grandes extensiones de aquella vasta urbe de cuatro millones de moradores. Los "pulmones" de la capital del Reich, el Parque Zoológico, antaño legítimo orgullo de los berlineses, semejaba un paisaje lunar. Los troncos quemados de los árboles centenarios parecían patíbulos ennegrecidos. Berlín se había convertido en Sodoma y Gomorra del siglo XX, sobre el cual habían caído las bombas de azufre de la destrucción. Sólo las columnas triunfales erigidas en recuerdo de la victoriosa campaña de 1870-71 seguéna erguidas en medio de tanta desolación...</strong></p><p><strong> Entre esa selva de fuego y ruinas se refugiaba, cual araña en su tela, el Führer del Gran Reich, Adolf Hitler. Antes de que dieran comienzo los ataques aéreos en gran escala mandó construir un refugio en el patio de la Cancillería, a dieciséis metros bajo tierra. Em dicho lugar celebró, el 20 de abril de 1945, su quincuagésimo sexto aniversario.</strong></p><p><strong> Seis años antes, el 20 de abril de 1939, había llegado al apogeo de su poder. Los regimientos de la Wehrmacht desfilaban ante él y esa formidable máquina militar había conocido faustas jornadas en sus campañas relámpago frente a Polonia, Dinamarca, Noruega, Francia, Bélgica, Holanda, Yugoslavia y Grecia. Las divisiones alemanas llegaron hasta las puertas de Alejandría, Moscú y Leningrado, y en agosto de 1942 los cazadores de montaña alemanes colocaron la bandera de la cruz gamada en la cima del monte Elbruz, en el Cáucaso...</strong></p><p><strong> Durante el invierno de 1942-43 la situación mudó de faz. Para todo aquel que quería ver, el declive comenzó con la batalla de Stalingrado. El día 12 de mayo de 1943 capitularon las últimas fuerzas alemanas que habían luchado en el norte de Africa, y apenas cuatro meses más tarde Italia firmaba el armisticio por separado. En el año 1944 se perdieron los territorios ocupados de Francia, los Balcanes y otras zonas...</strong></p><p><strong> Pocos días antes habían caído en manos soviéticas Koenigsberg y Viena, y un cuerpo del Ejército americano alcanzó el río Elba a la altura de Wittenberger el 13 de abril. Dos días después las divisiones acorazadas americanas luchaban en Chemnitz, Sajonia, y fuerzas francesas tomaron posesión de Baden-Baden. El 16 de abril la cuenca del Ruhr pasó a manos del adversario, y el día 20, fecha del cumpleaños del Führer, los americanos se apoderaron de Nuremberg, la orgullosa ciudad de los "Días del Partido", cuyos barrios medievales fueron destruidos el 21 de febrero de 1945 por una incursión aérea del enemigo. El I Cuerpo de Ejército ruso, al mando del mariscal Zukov, consiguió romper las líneas alemanas por el Oder, al frente de cuatro mil carros blindados y ahora se hallaba a las puertas de Berlín.</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong> - ¡Mis generales son unos ineptos! - gritaba Hitler -. ¡Canallas y traidores! ¡Si no han defendido el río es prueba de que no lo han querido hacer, pues cualquiera es capaz de organizar la defensa tras un cuerso de agua!</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong> Con ambos brazos apoyados sobre la mesa en la que se hallaba extendida la carta geográfica del frente de combate, examinaba minuciosamente la situación de las posiciones enemigas. El avance del I Cuerpo del Ejército ucraniano, al mando del mariscal Koniev, por el Neisse y su progresión hacia el Norte demostraba bien a las claras las intenciones del Estado Mayor del Ejército rojo. La ciudad de Berlín iba a ser separada del resto de Alemania y asediada.</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong> - ¿Cuántos cañones de campaña se producen? - preguntó Adolf Hitler a su ministro de Armamento y Producción, Albert Speer.</strong></p><p><strong> - Ciento sesenta.</strong></p><p><strong> - ¡Quiero que se produzcan novecientos! ¿Cuántos proyectiles antiaéreos?</strong></p><p><strong> - Veinte mil...</strong></p><p><strong> - ¡Quiero que sean dos millones! - se volvió hacia donde estaban sus oficiales ocupados en el departamento de cartografía del refugio -. Mi capital no caerá jamás en manos enemigas. Desde 1906, ningún soldado extranjero ha hollado el suelo de la capital...</strong></p><p><strong> - ¡Mein Führer! - dijo uno de sus ayudantes -. Arriba en el jardín hay varias personas que quieren felicitarle.</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong> Se operó en Hitler una de sus frecuentes transformaciones. El cuerpo pareció erguirse de repente. Seguido de Goebbels y un ayudante, ascendió por la escalera, cojeando visiblemente y respirando con dificultad. Todos sabían que para Hitler era muy penoso subir escaleras, pero con gran energía intentó dar la impresión de que no tenía achaque ninguno, y que para él no era motivo de cansancio el subir un centenar de peldaños...</strong></p><p><strong> Arriba, en el jardín de la Cancillería, que había recibido los impactos de las bombas con tanta intensidad como el vecino Parque Zoológico, había un grupo de oficiales de alto rango, una comisión de miembros de su guardia personal, soldados y elementos de las Juventudes Hitlerianas. Se adelantó u orador para felicitar a Hitler en nombre de todos, expresando su confianza en la victoria final.</strong></p><p><strong> Uno e los miembros de las Juventudes Hitlerianas, bajo el mando de su jefe Axmann, había defendido el puente del Havel en el frente occidental, con el objeto de dejar expedito el paso a las unidades que debían acuidir en defensa de la capital, Berlín, y valiéndose de un racimo de granadas de mano había puesto fuera de combate un carro blindado soviético. El muchacho tenía dieciséis años y su aspecto era el de un niño. Hitler le puso la Cruz de Hierro en su guerrera, demasiado grande para él, y le mandó de nuevo al frente...</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong></strong></p><p><strong>Parte 21</strong></p><p><strong>Hasta aquí llego, perdón, ya es tarde, y hay cosas que me retrotraen a dolores de familia y de algunos conocidos de ambos bandos... Tampoco puedo ni quiero agregar más fotos para illustrar el relato.</strong></p><p><strong></strong></p><p><strong>Sólo me queda enviarles mis estimados saludos! Que todos estemos bien!</strong></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Stormnacht, post: 775539, member: 341"] [IMG]http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/ape9gm.jpg[/IMG] [IMG]http://i63.photobucket.com/albums/h154/cactus-1/ensamble.jpg[/IMG] Pronto comenzaría la más sangrienta y terrible de las guerras, abarcaría a prácticamente todo el planeta... Queda el epílogo, y algunos iniciales retazos del libro de H.S. Hegner, una obra basada en las intricadas y turbias negociaciones político-diplomáticas de preguerra que intenté subir de a poco, empero hay cuestiones de orden geopolítico, hegemónicos propios de una era de poderes contrastados que en verdad envolvieron a todos los partícipes de aquella tragedia humana. En mi humilde opinión, mi convicción es que hubo culpablidades y debilidades mutuas de las Fuerzas del Eje y las Fuerzas Aliadas, pues como dije, era básicamente una cuestión de poder, pues las únicas víctimas fueron, son y serán los ciudadanos. Algo que se ha repetió a lo largo de toda la historia humana. No pretendo extenderme más, acaso baste con transcribir un par de párrafos más. Queda en cada uno sacar las conclusiones del caso. Tal vez haya otras líneas de otro origen en otra oportunidad. [B] EL DESENLACE En Berlín, gran cantidad de incendios elevaban sus enormes llamaradas hacia el cielo. Más de un centenar de ataques aéreos habían convertido en montones de ruinas grandes extensiones de aquella vasta urbe de cuatro millones de moradores. Los "pulmones" de la capital del Reich, el Parque Zoológico, antaño legítimo orgullo de los berlineses, semejaba un paisaje lunar. Los troncos quemados de los árboles centenarios parecían patíbulos ennegrecidos. Berlín se había convertido en Sodoma y Gomorra del siglo XX, sobre el cual habían caído las bombas de azufre de la destrucción. Sólo las columnas triunfales erigidas en recuerdo de la victoriosa campaña de 1870-71 seguéna erguidas en medio de tanta desolación... Entre esa selva de fuego y ruinas se refugiaba, cual araña en su tela, el Führer del Gran Reich, Adolf Hitler. Antes de que dieran comienzo los ataques aéreos en gran escala mandó construir un refugio en el patio de la Cancillería, a dieciséis metros bajo tierra. Em dicho lugar celebró, el 20 de abril de 1945, su quincuagésimo sexto aniversario. Seis años antes, el 20 de abril de 1939, había llegado al apogeo de su poder. Los regimientos de la Wehrmacht desfilaban ante él y esa formidable máquina militar había conocido faustas jornadas en sus campañas relámpago frente a Polonia, Dinamarca, Noruega, Francia, Bélgica, Holanda, Yugoslavia y Grecia. Las divisiones alemanas llegaron hasta las puertas de Alejandría, Moscú y Leningrado, y en agosto de 1942 los cazadores de montaña alemanes colocaron la bandera de la cruz gamada en la cima del monte Elbruz, en el Cáucaso... Durante el invierno de 1942-43 la situación mudó de faz. Para todo aquel que quería ver, el declive comenzó con la batalla de Stalingrado. El día 12 de mayo de 1943 capitularon las últimas fuerzas alemanas que habían luchado en el norte de Africa, y apenas cuatro meses más tarde Italia firmaba el armisticio por separado. En el año 1944 se perdieron los territorios ocupados de Francia, los Balcanes y otras zonas... Pocos días antes habían caído en manos soviéticas Koenigsberg y Viena, y un cuerpo del Ejército americano alcanzó el río Elba a la altura de Wittenberger el 13 de abril. Dos días después las divisiones acorazadas americanas luchaban en Chemnitz, Sajonia, y fuerzas francesas tomaron posesión de Baden-Baden. El 16 de abril la cuenca del Ruhr pasó a manos del adversario, y el día 20, fecha del cumpleaños del Führer, los americanos se apoderaron de Nuremberg, la orgullosa ciudad de los "Días del Partido", cuyos barrios medievales fueron destruidos el 21 de febrero de 1945 por una incursión aérea del enemigo. El I Cuerpo de Ejército ruso, al mando del mariscal Zukov, consiguió romper las líneas alemanas por el Oder, al frente de cuatro mil carros blindados y ahora se hallaba a las puertas de Berlín. - ¡Mis generales son unos ineptos! - gritaba Hitler -. ¡Canallas y traidores! ¡Si no han defendido el río es prueba de que no lo han querido hacer, pues cualquiera es capaz de organizar la defensa tras un cuerso de agua! Con ambos brazos apoyados sobre la mesa en la que se hallaba extendida la carta geográfica del frente de combate, examinaba minuciosamente la situación de las posiciones enemigas. El avance del I Cuerpo del Ejército ucraniano, al mando del mariscal Koniev, por el Neisse y su progresión hacia el Norte demostraba bien a las claras las intenciones del Estado Mayor del Ejército rojo. La ciudad de Berlín iba a ser separada del resto de Alemania y asediada. - ¿Cuántos cañones de campaña se producen? - preguntó Adolf Hitler a su ministro de Armamento y Producción, Albert Speer. - Ciento sesenta. - ¡Quiero que se produzcan novecientos! ¿Cuántos proyectiles antiaéreos? - Veinte mil... - ¡Quiero que sean dos millones! - se volvió hacia donde estaban sus oficiales ocupados en el departamento de cartografía del refugio -. Mi capital no caerá jamás en manos enemigas. Desde 1906, ningún soldado extranjero ha hollado el suelo de la capital... - ¡Mein Führer! - dijo uno de sus ayudantes -. Arriba en el jardín hay varias personas que quieren felicitarle. Se operó en Hitler una de sus frecuentes transformaciones. El cuerpo pareció erguirse de repente. Seguido de Goebbels y un ayudante, ascendió por la escalera, cojeando visiblemente y respirando con dificultad. Todos sabían que para Hitler era muy penoso subir escaleras, pero con gran energía intentó dar la impresión de que no tenía achaque ninguno, y que para él no era motivo de cansancio el subir un centenar de peldaños... Arriba, en el jardín de la Cancillería, que había recibido los impactos de las bombas con tanta intensidad como el vecino Parque Zoológico, había un grupo de oficiales de alto rango, una comisión de miembros de su guardia personal, soldados y elementos de las Juventudes Hitlerianas. Se adelantó u orador para felicitar a Hitler en nombre de todos, expresando su confianza en la victoria final. Uno e los miembros de las Juventudes Hitlerianas, bajo el mando de su jefe Axmann, había defendido el puente del Havel en el frente occidental, con el objeto de dejar expedito el paso a las unidades que debían acuidir en defensa de la capital, Berlín, y valiéndose de un racimo de granadas de mano había puesto fuera de combate un carro blindado soviético. El muchacho tenía dieciséis años y su aspecto era el de un niño. Hitler le puso la Cruz de Hierro en su guerrera, demasiado grande para él, y le mandó de nuevo al frente... Parte 21 Hasta aquí llego, perdón, ya es tarde, y hay cosas que me retrotraen a dolores de familia y de algunos conocidos de ambos bandos... Tampoco puedo ni quiero agregar más fotos para illustrar el relato. Sólo me queda enviarles mis estimados saludos! Que todos estemos bien![/B] [/QUOTE]
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Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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