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Area Militar General
Malvinas 1982
Entrevistas y Relatos - Pilotos FAA y ARA
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<blockquote data-quote="Pedraso" data-source="post: 1464840" data-attributes="member: 10150"><p><img src="http://www.sherv.net/cm/emoticons/eating/eating.gif" class="smilie" loading="lazy" alt="hmbrt" title="Hambriento hmbrt" data-shortname="hmbrt" /> <span style="font-size: 12px">Sr para revivir este tema, les dejo un relato ya conocido pero que no deja de ser importante para futuros investigadores de Malvinas.</span></p><p><span style="font-size: 12px"> Saludos de la ROU <a href="http://imgur.com/oDdUMad"><img src="http://i.imgur.com/oDdUMad.gif" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></span></p><p></p><p><span style="font-size: 12px"><strong><u>UN EPISODIO DE LA GUERRA DE LAS MALVINAS RELATO DE UN PILOTO NAVAL</u></strong></span></p><p></p><p><span style="font-size: 12px"><strong><u>Capitán de Navío José César ARCA</u></strong></span></p><p><span style="font-size: 12px"><a href="http://imgur.com/Q481TaB"><img src="http://i.imgur.com/Q481TaB.png" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></span></p><p><span style="font-size: 12px">El Capitán de Navío de la Armada Argentina José Cesar Arca, nació en Corrientes el 17 de junio de 1950.</span></p><p><span style="font-size: 12px">El 1º de marzo de 1969 ingresó a la Escuela Naval Militar, de la cual egresó como Guardiamarina y Licenciado en Sistemas Navales el 30 de diciembre de 1972.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Entre los años 1974 y 1981 realiza su capacitación como Aviador Naval; especializándose en “Caza y ataque”.</span></p><p><span style="font-size: 12px">En 1988 y 1993 se capacitó como Oficial de Estado Mayor, en su país y en la República de Venezuela, respectivamente.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Tiene una amplia experiencia como Piloto Aeronaval, pues a lo largo de toda su carrera prestó servicios en diferentes destinos y todos los niveles orgánicos dentro de la Aviación Naval, desde piloto de escuadrillas de Caza y Ataque, hasta Comandante de Fuerza Aeronaval.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Sirvió además como Sub Director de la Escuela Naval Militar y Agregado de Defensa y Naval a la Embajada de su país en la República Oriental del Uruguay.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Combatiente en la guerra del Atlántico Sur, con particular destaque en el suceso que da lugar a este relato, el CN Arca fue condecorado por su Armada en 1982 por “Honor al Valor en Combate”, por el Congreso de su país en 1991 en reconocimiento a los Combatientes de Malvinasy por la Armada Uruguaya por su gestión como Agregado Naval.</span></p><p><span style="font-size: 12px">El 21 de mayo de 1982 se realizó la mayor operación aérea de combate de la historia argentina atacando a las fuerzas británicas que desembarcaban en San Carlos.</span></p><p><span style="font-size: 12px">De tal manera, la Aviación Naval y la Fuerza Aérea desarrollaron más de 50 operaciones de bombardeo sobre los buques y la cabeza de playa enemiga, logrando varios blancos y sufriendo dolorosas bajas.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Lo siguiente es el relato del entonces Teniente de Navío José César Arca, uno de los pilotos que participó en la incursión que hundió la fragata HMS ARDENT, acción en la que su avión, un A-4Q, recibió varios impactos de un Harrier, debiendo eyectarse sobre Puerto Argentino.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Me tomó por sorpresa la recuperación de las islas el histórico 2 de abril de 1982, porque no esperaba un acontecimiento de ese tipo. En ese momento me encontraba en Francia, donde realizaba un curso de manejo avanzado de los Súper Etendart; pero pasaron los primeros días con el lógico nerviosismo del caso y no me requirieron, por lo que decidí retornar al país para participar del conflicto. Inicialmente pasé a prestar servicios en el portaviones 25 DE MAYO, desde el cual realizamos varias misiones de interceptación, la función básica del Douglas A-4Q Skyhawk, que pilotamos.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Luego, al detectarse una grave amenaza submarina por el hundimiento del crucero BELGRANO, el portaviones debió retornar a puerto.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Debido a ello nos trasladamos a la base de Río Grande para operar desde ese punto.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Desde allí decolamos para la misión del 21 de mayo, a la sazón, mi bautizo de guerra.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Ese día, en las primeras horas de la mañana, se detecta el desembarco de la flota inglesa en la Bahía de San Carlos y a partir de ese momento se inicia una oleada de ataques del continente hacia las islas. Realmente, por el cúmulo de aviones que salían en sus misiones, no daban abasto las aeronaves de reabastecimiento con que contaba la Fuerza Aérea y por lógica nuestras prioridades no estaban en dicho reabastecimiento, sino en llegar a destino y atacar nuestros blancos, que no eran otros que los buques enemigos.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Ese 21 de mayo, mi vuelo fue sin reabastecimiento, lo que limitaba seriamente la operación. Haciendo el cálculo con perfiles de vuelo bajo y sin comprometerse a un enfrentamiento con otro avión, podía regresar al punto de partida después de realizar la misión, con solo 6 minutos de autonomía.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Cualquier error de apreciación o una ruta con meteorología adversa, por ejemplo, implicaban quedarme sin combustible y desaparecer en el medio del océano.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Participábamos tres A-4Q. El mando había determinado los objetivos: un buque que salía por el sur del Estrecho de San Carlos con averías y, como segundo blanco, los restantes barcos que estaban desembarcando en el puerto de San Carlos.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Pero nunca nos toparíamos con ese buque averiado, entre otras cosas porque en su zona sur el estrecho tiene unos 50 Km. Por lo que no se ve de una costa a la otra. Ese buque sí existió, pero nosotros nunca lo vimos, motivo por el cual tanto el capitán Philippi, como el teniente Márquez y yo, pasamos raudamente esas aguas hacia el segundo objetivo.</span></p><p><a href="http://imgur.com/W94UpuR"><img src="http://i.imgur.com/W94UpuR.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p><span style="font-size: 12px">Cuando ya estábamos volando sobre la costa de la Isla Soledad, detectamos otro buque evolucionando en medio del estrecho, muy próximo al lugar del desembarco.</span></p><p><span style="font-size: 12px">El mando nos había informado que había una PAC (patrulla aérea de combate), esperándonos sobre ese punto. En realidad nos pidieron que abortáramos la misión porque los Sea Harriers tienen un control positivo, es decir, sus radares están funcionando y detectan cualquier avión enemigo que se acerque para derribarlos.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Nuestros aviones no contaban con un dispositivo similar que nos señalara cuando estábamos iluminados por un radar. Cuando se produjo dicha comunicación solicitando que regresáramos al continente, nos miramos casi cara a cara -ya que en una formación cerrada como la que volábamos estábamos a unos 4 o 5 metros ala a ala- y allí decidimos seguir. Desde este momento en adelante los sucesos se dieron en forma vertiginosa.</span></p><p><span style="font-size: 12px">De súbito veo los mástiles de una nave y creyendo que es nuestro primer objetivo le digo al Líder: “-Ahí está el buque, vamoshacia él”. Pero Philippi me contesta: “-No;esperemos hasta estar a 90º del buque”. Era una decisión acertada del Líder porque la computadora de tiro de la nave no podía discernir entre nuestros aviones y la tierra, ya que volábamos sobre la línea de costa y a unos 3 a 4 metros de altura. Así, su sistema de control no resolvía la ecuación tiro y, como son sistemas automáticos, no disparaban.</span></p><p><span style="font-size: 12px">En el momento en que dábamos un giro brusco a la izquierda para iniciar el ataque comenzamos recibir una andanada de proyectiles, formando una cortina de fuego con sus explosiones y sus piques en el agua.</span></p><p><span style="font-size: 12px">En ese instante crucial, que me pareció durar un siglo y medio, cuando trato de disparar, se me traban los dos cañones.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Tuvimos la fortuna de que no nos impactaran en esa delicada instancia de aproximación al blanco, que duró 40 segundos aproximadamente.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Logré observar cómo nos lanzaban un misil que pude evitar girando un poco a la izquierda. Realmente, el destino quiso que ninguna esquirla, ningún proyectil hiciera impacto directo en nuestros aviones.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Íbamos muy rasantes, pegados al agua, pero para que los lanzamientos de las bombas fueran eficaces tuvimos, simultáneamente, que trepar rápidamente a unos 100 a 150 metros de altura. En ese instante yo, que seguía al Líder, debía mantener una “distancia” equivalente a 19 segundos de vuelo para resguardarme de la deflagración de las bombas que él lanzara sobre el blanco, pero como venía acelerado con máxima potencia, volaba sólo a 7 segundos detrás.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Por ello, cuando el Líder asciende para medir los parámetros de lanzamiento, veo la salida de sus cuatro bombas que se orientan en el padrón de tiro prestablecido y observo que la cuarta explota de lleno en la popa del buque. La explosión fue dantesca y no tuve otra alternativa que pasar dentro de su columna de fuego y humo y así, a la vez que le decía a Philippi: “Uno y en la popa”, logré lanzar mis bombas.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Mientras atravesaba esa bola de hierro candente escucho a Márquez que me dice: “-Otro impacto y en la popa, señor”.</span></p><p><a href="http://imgur.com/C6UFjBd"><img src="http://i.imgur.com/C6UFjBd.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p><span style="font-size: 12px">Y así, luego de haber impactado al blanco con dos bombas, logramos los tres aviones salir del ataque, escapando paralelamente al margen del canal, dejando al buque herido de muerte.</span></p><p><span style="font-size: 12px">A mi izquierda a 300 metros identifico al Líder y a mi derecha, entre unos 300 a 500 metros a Márquez. Philippi ordena volver por la misma ruta. Pero no pasaron 15 segundos cuando Márquez dice: “¡Ahí estánlos Harrrier!” (Fueron sus “últimas palabras”. Cuando miré hacia donde él estaba volando no lo vi más. Luego, con el tiempo, nos enteramos por las cartas de Clay Morel que su avión fue derribado por cañones de 30 mm explotando en el aire).</span></p><p><span style="font-size: 12px">Al volver la vista hacia el Líder veo que un Sea Harrier le lanza un primer SideWinder que, luego de una corta trayectoria, se introduce en el tubo de chorro, destruyendo al avión de Philippi quien, afortunadamente, se eyecta en ese mismo instante (pasaría tres días a la intemperie; evacuado luego en helicóptero a Puerto Argentino).</span></p><p><span style="font-size: 12px">Concentrar mi atención en ello fue un error, pues me distraje por algunos segundos mirando este desenlace y perdiendo de vista al Harrier. Cuando lo ubico nuevamente, estaba detrás, tirándome con cañones de 30mm. No tenía mucho para pensar: combatir o huir, si ello era posible, pues tenía claro que mi avión representaba una tecnología de 1950 y ante un Sea Harrrier con tecnología de punta de 1980; era mucha la desigualdad en el combate.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Realmente, al tener los cañones trabados, mi única alternativa para entrar en combate de avión a avión era procurar chocar contra él y así derribarlo.</span></p><p><a href="http://imgur.com/mV6rGlm"><img src="http://i.imgur.com/mV6rGlm.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p><span style="font-size: 12px">La primera ráfaga que me dispara Morel, la recibo en el ala derecha y a raíz de esto y de la proximidad que tengo con la superficie del agua- no más de tres metros- casi impacto con ella y sólo atino a tratar de controlar el avión e ir en busca de ese Harrier para “romper” la línea de tiro.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Pero recibo de mi izquierda otra ráfaga con las mismas consecuencias. Me preparo a eyectar ya que quedo con falla hidráulica total, sin oxigeno ni buena parte de la energía eléctrica. Tiro los ya endurecidos controles manuales para levitar el avión que volaba a una velocidad de 450 nudos, fuera de todo parámetro previsto en los manuales.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Adrizo el avión y voy al encuentro de un Harrier, que hacía fuego a discreción.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Mi combate estimo que duró entre 40 y 60 segundos y observo que finalmente se aleja.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Años después de la guerra, me comuniqué con el piloto británico, el capitán Clay</span></p><p><span style="font-size: 12px">Morel, quién me contó que se decidió a abortar su ataque pues no tenía municiones y estaba en el límite de su autonomía de vuelo para volver al portaviones.</span></p><p><span style="font-size: 12px">De tal manera, decido dirigirme a Puerto Argentino por la costa tratando de evitar Pradera del Ganso (Goose Green), volando con controles manuales, rasante y a 500 nudos, mientras observaba que la cantidad de combustible solo marcaba 1.100 libras, a raíz de las pérdidas sufridas por los seis impactos recibidos en el ala izquierda y cuatro en la derecha.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Mi siguiente preocupación era evitar la colisión con la tierra por las precarias condiciones con que volaba y consiguientemente comunicar mi acercamiento a</span></p><p><span style="font-size: 12px">Puerto Argentino para evitar que dispararan contra mi avión. Luego de insistentes llamados logré comunicarme con un helicóptero del Ejército que estaba en vuelo en la zona y le pido retransmita mis mensajes, alertando a la Central de Operaciones de Combate que estaba en aproximación. También en ese momento escucho por mi canal una comunicación en inglés de dos Harriers y decido no seguir emitiendo.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Continúo mi navegación y ayudándome con una carta identifico la estancia Fitz Roy y dada la cercanía me comunico nuevamente con Puerto Argentino, desde donde me dicen: “-Te tenemos en el radar,eyecta”. En ese momento no me pareció una buena decisión y le dije que no. Mi intención era arribar con el avión y el operador estuvo de acuerdo conmigo. En mi última aproximación tuve la fortuna de ser avistado por un Infante de Marina nuestro, que anticipó la información de mi arribo al área.</span></p><p><a href="http://imgur.com/DeGlJH7"><img src="http://i.imgur.com/DeGlJH7.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p><span style="font-size: 12px">Luego supe que los dos Harriers habían disparado sobre mí sus cañones retirándose inmediatamente. A raíz de este trance, impactante, conmovedor y asombroso y pese a estar a la vista de Puerto Argentino, no distingo el aeródromo, por lo que tengo que ser guiado a la pista. Allí, por cuestiones de seguridad, no había ningún equipo de ayuda a la navegación encendido. En todo este momento, el comodoro Ianarello- que era quién operaba el control y comunicaciones desde la Torre de Control - me trataba de dar tranquilidad, pues creo que, al escuchar mi voz, se imaginaba la situación que estaba viviendo. “-Ves la pista”, me dice, y yo le contesto: “-No, no veo”. Es que yo veía en general y no en particular; el stress del combate no me dejaba ver con el discernimiento necesario. Resuelvo entonces iniciar el procedimiento para aterrizar.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Procedo a bajar el tren de aterrizaje y el indicador me señala, “rueda de nariz yrueda derecha, la izquierda insegura”. Demoro la pasada otros diez segundos y le manifiesto por radio a Ianarello que iba a pasar sobre la Torre para que verificase el estado del tren. Una vez ejecutado este giro me dice:”- mirá, el tren izquierdo no está,está solamente el agujero y puedo verel cielo a través de la cantidad de agujerosque tiene el avión; andá y eyectá en la bahía.”</span></p><p><span style="font-size: 12px">No tuve otro remedio. Mi intención era poder aterrizar el avión y salvar la máquina que tan noble me fue. Oriento el avión mar adentro y asciendo a 2.500 pies, sobre el punto de eyección que me habían dado. Me saco por completo la máscara de oxígeno que tenía prendida de un solo lado para poder hablar y con la mano derecha- luego se descubrió que tenía fracturada la muñeca- eyecté con la cortina superior. Es este un momento difícil en el cual uno no sabe cuál va a ser el resultado en el instante siguiente a la eyección. Pese a todo se actúa totalmente automatizado. Luego de una explosión violenta y sentir la sensación de estar haciendo piruetas en el asiento durante la salida, me encuentro colgado del paracaídas y envuelto en un silencio casi absoluto. No se tiene capacidad para moverse, ni para razonar.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Pero el avión no me quiere abandonar, ya que hizo un suave giro descendente y me enfrentó para llevarme por delante como reprochándome el abandono, continuando luego su espiral descendente. Esto ocurre en dos giros consecutivos mientras yo descendía con el paracaídas hasta que, dado el peligro que me acechaba, la artillería de tierra abre fuego y logra derribar mi avión.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Luego, algunos bromistas mal intencionados, han asegurado que el avión volaba mejor solo que cuando yo lo piloteaba.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Simultáneamente con esta situación tragicómica, completo el procedimiento de inflar el chaleco salvavidas, sacarme los guantes y, ante la proximidad del agua, largo el bote y me preparo para desprenderme de los “fittings” al hacer contacto con la superficie.</span></p><p><a href="http://imgur.com/irtWiqG"><img src="http://i.imgur.com/irtWiqG.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></a></p><p><span style="font-size: 12px">Una vez en el mar, flotando incómodo por la molestia del paquete del bote que no se desprendió, se me acerca un helicóptero del ejército (modelo UH-1H) para iniciar el rescate. Esta máquina estaba artillada y no tenía medios para izarme, por lo que se me arrojó una cuerda común que en dos oportunidades se cortó por no soportar mi peso.</span></p><p><span style="font-size: 12px">El helicóptero en reiteradas oportunidades puso sus esquíes dentro del agua e inclusive hasta tocó la superficie con su parte central y me rozó la cabeza dos veces, ante la desesperación de quienes lo operaban, que estaban tan cerca físicamente para sacarme, pero tan lejos en lo que a medios apropiados se refiere.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Pasaron cerca de 20 minutos luchando para trepar al helicóptero y al no conseguirlo y sentir ya congelamiento en pies y manos, decidí gritarles que se alejaran para replantear la situación.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Había tragado bastante agua y ya que estaba peleando duro con el oleaje y pasaban los minutos, resolví desprenderme finalmente del bote y del equipo de sobrevivencia y nadar a la costa- pese a mi fatiga- que estaba a unos 500 metros. Esta última alternativa me pareció positiva pues continuaba confiando en mi estado físico. Fue así que me saqué hasta el chaleco salvavidas y comencé a nadar con el traje anti-exposición y botas hacia la costa. Las olas oscilaban entre 1,5 y 3 metros y la temperatura del agua rondaba los 5 grados. Cuando faltaban unos 200 o 300 metros me gritan que no podía acercarme porque la playa estaba minada.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Dada esta situación no tenía otra posibilidad que reintentar con el helicóptero.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Procedí a llamarlo por medio de señas, ya que se encontraba en posición de colgado en mis proximidades. Sabía con seguridad que sería una de mis últimas alternativas de poder sobrevivir. Entonces, el capitán Svendsen, que tenía un dominio total sobre su helicóptero, realiza una audaz maniobra y logra meter los esquís dentro del mar embravecido. De tal forma, apelando al poco resto de energía que me quedaba, logré poner una de mis piernas en el esquí y agarrado con manos y pies en una suerte de montar a caballo pero invertido y apelando al artillero que me aferraba le grité:</span></p><p><span style="font-size: 12px">“-¡Ahora o nunca!”.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Automáticamente Svendsen procedió a llevarme en esas condiciones hasta un lugar seguro, donde luego de estar colgado a un metro del suelo procedí a soltarme cayendo pesadamente de espaldas a tierra, entre las piedras del terreno. Allí, el helicóptero se posa a unos metros y me recogen en forma normal para llevarme al hospital.</span></p><p><span style="font-size: 12px">El cansancio me vencía y la fatiga física y mental era desmedida. Los ojos se me cerraban, pero el artillero que me llevaba entre sus brazos, a puros cachetazos, impidió que durmiera.</span></p><p><span style="font-size: 12px">En contados minutos estuve en el hospital donde recibí el tratamiento adecuado a mi condición.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Hasta aquí el relato del actual Capitán de Navío en retiro José Arca, cuya desinteresada y amplia colaboración agradecemos muy sinceramente.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Finalizamos esta nota transcribiendo una respuesta del CN Arca en una entrevista periodística, cuyo contenido nos parece muy valioso y motivador de múltiples reflexiones que permiten generalizar a partir de una vivencia personal: “………El 21 de mayo a mí me tocó demostrar lo que sabía, lo que me enseñó la nación, la patria. Yo estoy orgulloso de haber participado en esta gesta porque lo que siempre me enseñaron en la escuela primaria y secundaria: que las Malvinas son argentinas, yo lo pude defender. No analizo el aspecto político, ni el religioso, ni el ético, simplemente el conflicto.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Cuando la patria necesitó de nosotros ahí estuvimos y esto fue reconocido en el mundo entero, bajo ese punto de vista estoy muy orgulloso de haber defendido mi patria.</span></p><p><span style="font-size: 12px">Tengo tres hijos y muchas veces me preguntaron: ¿Por qué en el momento del conflicto una parte del país luchaba y la otra estaba bailando?, estaba de festejo. ¿Por qué, si la Argentina es de todos va un grupo al combate y el resto estaba pendiente de un mundial de fútbol? Yo a esas preguntas no sé qué contestar.”</span></p><p><span style="font-size: 12px">Un episodio de la guerra de las Malvinas – Abril 2012</span></p><p><span style="font-size: 12px">Páginas 57 a 62</span></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Pedraso, post: 1464840, member: 10150"] hmbrt [SIZE=3]Sr para revivir este tema, les dejo un relato ya conocido pero que no deja de ser importante para futuros investigadores de Malvinas. Saludos de la ROU [URL=http://imgur.com/oDdUMad][IMG]http://i.imgur.com/oDdUMad.gif[/IMG][/URL][/SIZE] [SIZE=3][B][U]UN EPISODIO DE LA GUERRA DE LAS MALVINAS RELATO DE UN PILOTO NAVAL[/U][/B][/SIZE] [SIZE=3][B][U]Capitán de Navío José César ARCA[/U][/B] [URL=http://imgur.com/Q481TaB][IMG]http://i.imgur.com/Q481TaB.png[/IMG][/URL] El Capitán de Navío de la Armada Argentina José Cesar Arca, nació en Corrientes el 17 de junio de 1950. El 1º de marzo de 1969 ingresó a la Escuela Naval Militar, de la cual egresó como Guardiamarina y Licenciado en Sistemas Navales el 30 de diciembre de 1972. Entre los años 1974 y 1981 realiza su capacitación como Aviador Naval; especializándose en “Caza y ataque”. En 1988 y 1993 se capacitó como Oficial de Estado Mayor, en su país y en la República de Venezuela, respectivamente. Tiene una amplia experiencia como Piloto Aeronaval, pues a lo largo de toda su carrera prestó servicios en diferentes destinos y todos los niveles orgánicos dentro de la Aviación Naval, desde piloto de escuadrillas de Caza y Ataque, hasta Comandante de Fuerza Aeronaval. Sirvió además como Sub Director de la Escuela Naval Militar y Agregado de Defensa y Naval a la Embajada de su país en la República Oriental del Uruguay. Combatiente en la guerra del Atlántico Sur, con particular destaque en el suceso que da lugar a este relato, el CN Arca fue condecorado por su Armada en 1982 por “Honor al Valor en Combate”, por el Congreso de su país en 1991 en reconocimiento a los Combatientes de Malvinasy por la Armada Uruguaya por su gestión como Agregado Naval. El 21 de mayo de 1982 se realizó la mayor operación aérea de combate de la historia argentina atacando a las fuerzas británicas que desembarcaban en San Carlos. De tal manera, la Aviación Naval y la Fuerza Aérea desarrollaron más de 50 operaciones de bombardeo sobre los buques y la cabeza de playa enemiga, logrando varios blancos y sufriendo dolorosas bajas. Lo siguiente es el relato del entonces Teniente de Navío José César Arca, uno de los pilotos que participó en la incursión que hundió la fragata HMS ARDENT, acción en la que su avión, un A-4Q, recibió varios impactos de un Harrier, debiendo eyectarse sobre Puerto Argentino. Me tomó por sorpresa la recuperación de las islas el histórico 2 de abril de 1982, porque no esperaba un acontecimiento de ese tipo. En ese momento me encontraba en Francia, donde realizaba un curso de manejo avanzado de los Súper Etendart; pero pasaron los primeros días con el lógico nerviosismo del caso y no me requirieron, por lo que decidí retornar al país para participar del conflicto. Inicialmente pasé a prestar servicios en el portaviones 25 DE MAYO, desde el cual realizamos varias misiones de interceptación, la función básica del Douglas A-4Q Skyhawk, que pilotamos. Luego, al detectarse una grave amenaza submarina por el hundimiento del crucero BELGRANO, el portaviones debió retornar a puerto. Debido a ello nos trasladamos a la base de Río Grande para operar desde ese punto. Desde allí decolamos para la misión del 21 de mayo, a la sazón, mi bautizo de guerra. Ese día, en las primeras horas de la mañana, se detecta el desembarco de la flota inglesa en la Bahía de San Carlos y a partir de ese momento se inicia una oleada de ataques del continente hacia las islas. Realmente, por el cúmulo de aviones que salían en sus misiones, no daban abasto las aeronaves de reabastecimiento con que contaba la Fuerza Aérea y por lógica nuestras prioridades no estaban en dicho reabastecimiento, sino en llegar a destino y atacar nuestros blancos, que no eran otros que los buques enemigos. Ese 21 de mayo, mi vuelo fue sin reabastecimiento, lo que limitaba seriamente la operación. Haciendo el cálculo con perfiles de vuelo bajo y sin comprometerse a un enfrentamiento con otro avión, podía regresar al punto de partida después de realizar la misión, con solo 6 minutos de autonomía. Cualquier error de apreciación o una ruta con meteorología adversa, por ejemplo, implicaban quedarme sin combustible y desaparecer en el medio del océano. Participábamos tres A-4Q. El mando había determinado los objetivos: un buque que salía por el sur del Estrecho de San Carlos con averías y, como segundo blanco, los restantes barcos que estaban desembarcando en el puerto de San Carlos. Pero nunca nos toparíamos con ese buque averiado, entre otras cosas porque en su zona sur el estrecho tiene unos 50 Km. Por lo que no se ve de una costa a la otra. Ese buque sí existió, pero nosotros nunca lo vimos, motivo por el cual tanto el capitán Philippi, como el teniente Márquez y yo, pasamos raudamente esas aguas hacia el segundo objetivo.[/SIZE] [URL=http://imgur.com/W94UpuR][IMG]http://i.imgur.com/W94UpuR.jpg[/IMG][/URL] [SIZE=3]Cuando ya estábamos volando sobre la costa de la Isla Soledad, detectamos otro buque evolucionando en medio del estrecho, muy próximo al lugar del desembarco. El mando nos había informado que había una PAC (patrulla aérea de combate), esperándonos sobre ese punto. En realidad nos pidieron que abortáramos la misión porque los Sea Harriers tienen un control positivo, es decir, sus radares están funcionando y detectan cualquier avión enemigo que se acerque para derribarlos. Nuestros aviones no contaban con un dispositivo similar que nos señalara cuando estábamos iluminados por un radar. Cuando se produjo dicha comunicación solicitando que regresáramos al continente, nos miramos casi cara a cara -ya que en una formación cerrada como la que volábamos estábamos a unos 4 o 5 metros ala a ala- y allí decidimos seguir. Desde este momento en adelante los sucesos se dieron en forma vertiginosa. De súbito veo los mástiles de una nave y creyendo que es nuestro primer objetivo le digo al Líder: “-Ahí está el buque, vamoshacia él”. Pero Philippi me contesta: “-No;esperemos hasta estar a 90º del buque”. Era una decisión acertada del Líder porque la computadora de tiro de la nave no podía discernir entre nuestros aviones y la tierra, ya que volábamos sobre la línea de costa y a unos 3 a 4 metros de altura. Así, su sistema de control no resolvía la ecuación tiro y, como son sistemas automáticos, no disparaban. En el momento en que dábamos un giro brusco a la izquierda para iniciar el ataque comenzamos recibir una andanada de proyectiles, formando una cortina de fuego con sus explosiones y sus piques en el agua. En ese instante crucial, que me pareció durar un siglo y medio, cuando trato de disparar, se me traban los dos cañones. Tuvimos la fortuna de que no nos impactaran en esa delicada instancia de aproximación al blanco, que duró 40 segundos aproximadamente. Logré observar cómo nos lanzaban un misil que pude evitar girando un poco a la izquierda. Realmente, el destino quiso que ninguna esquirla, ningún proyectil hiciera impacto directo en nuestros aviones. Íbamos muy rasantes, pegados al agua, pero para que los lanzamientos de las bombas fueran eficaces tuvimos, simultáneamente, que trepar rápidamente a unos 100 a 150 metros de altura. En ese instante yo, que seguía al Líder, debía mantener una “distancia” equivalente a 19 segundos de vuelo para resguardarme de la deflagración de las bombas que él lanzara sobre el blanco, pero como venía acelerado con máxima potencia, volaba sólo a 7 segundos detrás. Por ello, cuando el Líder asciende para medir los parámetros de lanzamiento, veo la salida de sus cuatro bombas que se orientan en el padrón de tiro prestablecido y observo que la cuarta explota de lleno en la popa del buque. La explosión fue dantesca y no tuve otra alternativa que pasar dentro de su columna de fuego y humo y así, a la vez que le decía a Philippi: “Uno y en la popa”, logré lanzar mis bombas. Mientras atravesaba esa bola de hierro candente escucho a Márquez que me dice: “-Otro impacto y en la popa, señor”.[/SIZE] [URL=http://imgur.com/C6UFjBd][IMG]http://i.imgur.com/C6UFjBd.jpg[/IMG][/URL] [SIZE=3]Y así, luego de haber impactado al blanco con dos bombas, logramos los tres aviones salir del ataque, escapando paralelamente al margen del canal, dejando al buque herido de muerte. A mi izquierda a 300 metros identifico al Líder y a mi derecha, entre unos 300 a 500 metros a Márquez. Philippi ordena volver por la misma ruta. Pero no pasaron 15 segundos cuando Márquez dice: “¡Ahí estánlos Harrrier!” (Fueron sus “últimas palabras”. Cuando miré hacia donde él estaba volando no lo vi más. Luego, con el tiempo, nos enteramos por las cartas de Clay Morel que su avión fue derribado por cañones de 30 mm explotando en el aire). Al volver la vista hacia el Líder veo que un Sea Harrier le lanza un primer SideWinder que, luego de una corta trayectoria, se introduce en el tubo de chorro, destruyendo al avión de Philippi quien, afortunadamente, se eyecta en ese mismo instante (pasaría tres días a la intemperie; evacuado luego en helicóptero a Puerto Argentino). Concentrar mi atención en ello fue un error, pues me distraje por algunos segundos mirando este desenlace y perdiendo de vista al Harrier. Cuando lo ubico nuevamente, estaba detrás, tirándome con cañones de 30mm. No tenía mucho para pensar: combatir o huir, si ello era posible, pues tenía claro que mi avión representaba una tecnología de 1950 y ante un Sea Harrrier con tecnología de punta de 1980; era mucha la desigualdad en el combate. Realmente, al tener los cañones trabados, mi única alternativa para entrar en combate de avión a avión era procurar chocar contra él y así derribarlo.[/SIZE] [URL=http://imgur.com/mV6rGlm][IMG]http://i.imgur.com/mV6rGlm.jpg[/IMG][/URL] [SIZE=3]La primera ráfaga que me dispara Morel, la recibo en el ala derecha y a raíz de esto y de la proximidad que tengo con la superficie del agua- no más de tres metros- casi impacto con ella y sólo atino a tratar de controlar el avión e ir en busca de ese Harrier para “romper” la línea de tiro. Pero recibo de mi izquierda otra ráfaga con las mismas consecuencias. Me preparo a eyectar ya que quedo con falla hidráulica total, sin oxigeno ni buena parte de la energía eléctrica. Tiro los ya endurecidos controles manuales para levitar el avión que volaba a una velocidad de 450 nudos, fuera de todo parámetro previsto en los manuales. Adrizo el avión y voy al encuentro de un Harrier, que hacía fuego a discreción. Mi combate estimo que duró entre 40 y 60 segundos y observo que finalmente se aleja. Años después de la guerra, me comuniqué con el piloto británico, el capitán Clay Morel, quién me contó que se decidió a abortar su ataque pues no tenía municiones y estaba en el límite de su autonomía de vuelo para volver al portaviones. De tal manera, decido dirigirme a Puerto Argentino por la costa tratando de evitar Pradera del Ganso (Goose Green), volando con controles manuales, rasante y a 500 nudos, mientras observaba que la cantidad de combustible solo marcaba 1.100 libras, a raíz de las pérdidas sufridas por los seis impactos recibidos en el ala izquierda y cuatro en la derecha. Mi siguiente preocupación era evitar la colisión con la tierra por las precarias condiciones con que volaba y consiguientemente comunicar mi acercamiento a Puerto Argentino para evitar que dispararan contra mi avión. Luego de insistentes llamados logré comunicarme con un helicóptero del Ejército que estaba en vuelo en la zona y le pido retransmita mis mensajes, alertando a la Central de Operaciones de Combate que estaba en aproximación. También en ese momento escucho por mi canal una comunicación en inglés de dos Harriers y decido no seguir emitiendo. Continúo mi navegación y ayudándome con una carta identifico la estancia Fitz Roy y dada la cercanía me comunico nuevamente con Puerto Argentino, desde donde me dicen: “-Te tenemos en el radar,eyecta”. En ese momento no me pareció una buena decisión y le dije que no. Mi intención era arribar con el avión y el operador estuvo de acuerdo conmigo. En mi última aproximación tuve la fortuna de ser avistado por un Infante de Marina nuestro, que anticipó la información de mi arribo al área.[/SIZE] [URL=http://imgur.com/DeGlJH7][IMG]http://i.imgur.com/DeGlJH7.jpg[/IMG][/URL] [SIZE=3]Luego supe que los dos Harriers habían disparado sobre mí sus cañones retirándose inmediatamente. A raíz de este trance, impactante, conmovedor y asombroso y pese a estar a la vista de Puerto Argentino, no distingo el aeródromo, por lo que tengo que ser guiado a la pista. Allí, por cuestiones de seguridad, no había ningún equipo de ayuda a la navegación encendido. En todo este momento, el comodoro Ianarello- que era quién operaba el control y comunicaciones desde la Torre de Control - me trataba de dar tranquilidad, pues creo que, al escuchar mi voz, se imaginaba la situación que estaba viviendo. “-Ves la pista”, me dice, y yo le contesto: “-No, no veo”. Es que yo veía en general y no en particular; el stress del combate no me dejaba ver con el discernimiento necesario. Resuelvo entonces iniciar el procedimiento para aterrizar. Procedo a bajar el tren de aterrizaje y el indicador me señala, “rueda de nariz yrueda derecha, la izquierda insegura”. Demoro la pasada otros diez segundos y le manifiesto por radio a Ianarello que iba a pasar sobre la Torre para que verificase el estado del tren. Una vez ejecutado este giro me dice:”- mirá, el tren izquierdo no está,está solamente el agujero y puedo verel cielo a través de la cantidad de agujerosque tiene el avión; andá y eyectá en la bahía.” No tuve otro remedio. Mi intención era poder aterrizar el avión y salvar la máquina que tan noble me fue. Oriento el avión mar adentro y asciendo a 2.500 pies, sobre el punto de eyección que me habían dado. Me saco por completo la máscara de oxígeno que tenía prendida de un solo lado para poder hablar y con la mano derecha- luego se descubrió que tenía fracturada la muñeca- eyecté con la cortina superior. Es este un momento difícil en el cual uno no sabe cuál va a ser el resultado en el instante siguiente a la eyección. Pese a todo se actúa totalmente automatizado. Luego de una explosión violenta y sentir la sensación de estar haciendo piruetas en el asiento durante la salida, me encuentro colgado del paracaídas y envuelto en un silencio casi absoluto. No se tiene capacidad para moverse, ni para razonar. Pero el avión no me quiere abandonar, ya que hizo un suave giro descendente y me enfrentó para llevarme por delante como reprochándome el abandono, continuando luego su espiral descendente. Esto ocurre en dos giros consecutivos mientras yo descendía con el paracaídas hasta que, dado el peligro que me acechaba, la artillería de tierra abre fuego y logra derribar mi avión. Luego, algunos bromistas mal intencionados, han asegurado que el avión volaba mejor solo que cuando yo lo piloteaba. Simultáneamente con esta situación tragicómica, completo el procedimiento de inflar el chaleco salvavidas, sacarme los guantes y, ante la proximidad del agua, largo el bote y me preparo para desprenderme de los “fittings” al hacer contacto con la superficie.[/SIZE] [URL=http://imgur.com/irtWiqG][IMG]http://i.imgur.com/irtWiqG.jpg[/IMG][/URL] [SIZE=3]Una vez en el mar, flotando incómodo por la molestia del paquete del bote que no se desprendió, se me acerca un helicóptero del ejército (modelo UH-1H) para iniciar el rescate. Esta máquina estaba artillada y no tenía medios para izarme, por lo que se me arrojó una cuerda común que en dos oportunidades se cortó por no soportar mi peso. El helicóptero en reiteradas oportunidades puso sus esquíes dentro del agua e inclusive hasta tocó la superficie con su parte central y me rozó la cabeza dos veces, ante la desesperación de quienes lo operaban, que estaban tan cerca físicamente para sacarme, pero tan lejos en lo que a medios apropiados se refiere. Pasaron cerca de 20 minutos luchando para trepar al helicóptero y al no conseguirlo y sentir ya congelamiento en pies y manos, decidí gritarles que se alejaran para replantear la situación. Había tragado bastante agua y ya que estaba peleando duro con el oleaje y pasaban los minutos, resolví desprenderme finalmente del bote y del equipo de sobrevivencia y nadar a la costa- pese a mi fatiga- que estaba a unos 500 metros. Esta última alternativa me pareció positiva pues continuaba confiando en mi estado físico. Fue así que me saqué hasta el chaleco salvavidas y comencé a nadar con el traje anti-exposición y botas hacia la costa. Las olas oscilaban entre 1,5 y 3 metros y la temperatura del agua rondaba los 5 grados. Cuando faltaban unos 200 o 300 metros me gritan que no podía acercarme porque la playa estaba minada. Dada esta situación no tenía otra posibilidad que reintentar con el helicóptero. Procedí a llamarlo por medio de señas, ya que se encontraba en posición de colgado en mis proximidades. Sabía con seguridad que sería una de mis últimas alternativas de poder sobrevivir. Entonces, el capitán Svendsen, que tenía un dominio total sobre su helicóptero, realiza una audaz maniobra y logra meter los esquís dentro del mar embravecido. De tal forma, apelando al poco resto de energía que me quedaba, logré poner una de mis piernas en el esquí y agarrado con manos y pies en una suerte de montar a caballo pero invertido y apelando al artillero que me aferraba le grité: “-¡Ahora o nunca!”. Automáticamente Svendsen procedió a llevarme en esas condiciones hasta un lugar seguro, donde luego de estar colgado a un metro del suelo procedí a soltarme cayendo pesadamente de espaldas a tierra, entre las piedras del terreno. Allí, el helicóptero se posa a unos metros y me recogen en forma normal para llevarme al hospital. El cansancio me vencía y la fatiga física y mental era desmedida. Los ojos se me cerraban, pero el artillero que me llevaba entre sus brazos, a puros cachetazos, impidió que durmiera. En contados minutos estuve en el hospital donde recibí el tratamiento adecuado a mi condición. Hasta aquí el relato del actual Capitán de Navío en retiro José Arca, cuya desinteresada y amplia colaboración agradecemos muy sinceramente. Finalizamos esta nota transcribiendo una respuesta del CN Arca en una entrevista periodística, cuyo contenido nos parece muy valioso y motivador de múltiples reflexiones que permiten generalizar a partir de una vivencia personal: “………El 21 de mayo a mí me tocó demostrar lo que sabía, lo que me enseñó la nación, la patria. Yo estoy orgulloso de haber participado en esta gesta porque lo que siempre me enseñaron en la escuela primaria y secundaria: que las Malvinas son argentinas, yo lo pude defender. No analizo el aspecto político, ni el religioso, ni el ético, simplemente el conflicto. Cuando la patria necesitó de nosotros ahí estuvimos y esto fue reconocido en el mundo entero, bajo ese punto de vista estoy muy orgulloso de haber defendido mi patria. Tengo tres hijos y muchas veces me preguntaron: ¿Por qué en el momento del conflicto una parte del país luchaba y la otra estaba bailando?, estaba de festejo. ¿Por qué, si la Argentina es de todos va un grupo al combate y el resto estaba pendiente de un mundial de fútbol? Yo a esas preguntas no sé qué contestar.” Un episodio de la guerra de las Malvinas – Abril 2012 Páginas 57 a 62[/SIZE] [/QUOTE]
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