Menú
Inicio
Visitar el Sitio Zona Militar
Foros
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Qué hay de nuevo
Nuevos mensajes
Última actividad
Miembros
Visitantes actuales
Entrar
Registrarse
Novedades
Buscar
Buscar
Buscar sólo en títulos
Por:
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Menú
Entrar
Registrarse
Inicio
Foros
Area Militar General
Malvinas 1982
EXOCET-SUE/Malvinas: Un relato de intrigas...
JavaScript is disabled. For a better experience, please enable JavaScript in your browser before proceeding.
Estás usando un navegador obsoleto. No se pueden mostrar estos u otros sitios web correctamente.
Se debe actualizar o usar un
navegador alternativo
.
Responder al tema
Mensaje
<blockquote data-quote="Stormnacht" data-source="post: 812394" data-attributes="member: 341"><p><strong> El viento frío cruzó el Sena y la lluvia azotó las ventanas del café junto al puente, abierto toda la noche.</strong></p><p><strong> Era un lugar sórdido,muy frecuentado por las prostitutas, pero no en una noche, o mejor, madrugada como ésa, porque eran ya las cinco.</strong></p><p><strong> Acodado en el mostrador, el barman leía un diario,mientras Nikolai Belov, el único parroquiano, bebía café. </strong></p><p><strong> Belov tenía poco mas de cincuenta años, y durante los últimos doce había ejercido como agregado cultural de la Embajada Soviética en París. Vestía traje oscuro de confección inglesa, lo mismo que el abrigo azul. Era un hombre robusto y bien parecido, con una melena plateada que le daba un aire de gran actor. En realidad, era coronel de la KGB.</strong></p><p><strong> El café era bueno.</strong></p><p><strong> - Sírvame otro - pidió al barman -, y un cognac. ¿Ese diario es la primera edición?</strong></p><p><strong> - Salió a las cuatro - asintió el barman -. ¿Quiere hojearlo? Malas noticias para los ingleses en las Malvinas...</strong></p><p><strong> Belov sorbió el cognac y leyó la primera plana. Los Skyhawks argentinos seguían bombardeando la fuerza de operaciones inglesas en San Carlos y el estrecho de las Malvinas.</strong></p><p><strong> - Aquí lo que define es el Exocet - dijo el barman -. Qué arma extraordinaria. ¡Pensar que es francesa! Uno lo lanza a sesenta kilómetros, el misil cae a la superficie y se desliza a tres metros por encima de ella, a poco menos de la velocidad del sonido. Lo leí en un artículo en el <em>Paris Match</em> de ayer. Ese condenado aparato no falla nunca.</strong></p><p><strong> Lo cual no era cierto, pero Belov no tenía ganas de discutir.</strong></p><p><strong> - Es un triunfo de la tecnología francesa - se limitó a decir, alzando la copa, y el barman alzó la suya.</strong></p><p><strong> Una ráfaga de viento y lluvia entró al abrirse la puerta para dar paso a un hombre. Era pequeño, de pelo oscuro, rostro delgado y bigote. Su impermeable chorreaba agua y le costó cerrar su paraguas. Se llamaba Juan García, era el primer secretario del departamento comercial de la Embajada Argentina en París. En realidad era mayor de Inteligencia del Ejército.</strong></p><p><strong> - Nokolai - dijo García en buen francés y tendió la mano al otro con genuina cordialidad -. Me alegro de verte.</strong></p><p><strong> - Lo mismo digo - dijo Belov -. Pide un café. Es excelente, y el cognac te hará bien a la garganta.</strong></p><p><strong> Hizo un gesto al barman y encendió un cigarrillo mientras García se quitaba el impermeable.</strong></p><p><strong> - Dijiste que era urgente - dijo Belov -. Así lo espero. Es una hora horrible para estar en la calle.</strong></p><p><strong> - Es urgente - dijo García -. De la mayor importancia para mi país. ¿Has leído los diarios?</strong></p><p><strong> - Parece que nuestros amigos británicos lo están pasando mal. Otra fragata hundida y un destructor dañado. La cuenta va en aumento.</strong></p><p><strong> - Desgraciadamente, ése es sólo un lado de la moneda - dijo García -. El otro es que la mitad de nuestros bombarderos Skyhaws no vuelven a sus bases. Un nivel de pérdidas inaceptable.</strong></p><p><strong> - Eso significa, hablando con franqueza, que en poco tiempo vosotros no tendréis pilotos. A su vez, la flota británica tiene que soportar los bombardeos en la bahía de las Malvinas y el estrecho de San Carlos, y vosotros todavía tenéis Exocet. El ataque al <em>Sheffield</em> es muy elocuente.</strong></p><p><strong> - Pero no tenemos suficientes - dijo García -. Se lanzaron dos contra el <em> Sheffield</em>, y uno falló por completo. También fallaron en otros ataques. se necesita tiempo para acostumbrarse a semejante arma. Creo que lo hemos logrado. Tenemos buen asesoramiento.</strong></p><p><strong> - ¿De los expertos franceses?</strong></p><p><strong> - El presidente Mitterrand lo negará, pero sí, los franceses nos han ayudado con los lanzamisiles y los sistemas de control. T, desde luego, tenemos un escuadrón de bombarderos Super Etendard, que son esenciales para esta tarea. No conozco el aspecto técnico, pero parece que su sistema de radar es compatible con el Exocet. No se puede decir lo mismo del Mirage.</strong></p><p><strong> García estaba ocultando algo. Belov le dijo con suavidad:</strong></p><p><strong> - Cuéntame, Juan.</strong></p><p><strong> García removió el café. Evidentemente, estaba tenso.</strong></p><p><strong> - Hace un par de días una unidad del Special Air Service británico efectuó un ataque comando a nuestra base en Río Gallegos. Destruyeron seis Super Etendard.</strong></p><p><strong> Belov, que estaba al corriente del hecho hasta sus últimos detalles, asintió comprensivo.</strong></p><p><strong> - Eso habrá reducido vuestra capacidad ofensiva.</strong></p><p><strong> - Desde luego, los demás Etendards se encuentran en bases secretas. Aún nos quedan suficientes para lo que queremos hacer.</strong></p><p><strong> - ¿Qué es?</strong></p><p><strong> - Los británicos tienen dos portaaviones, el Hermes y el Invincible. Si hundios cualquiera de los dos, su cobertura aérea quedará drásticamente reducida. tendrán que retirar la flota.</strong></p><p><strong> - ¿Lo crees posible?</strong></p><p><strong> - Según nuestros expertos es cuestión de tiempo, pero necesitamos más Exocet. - Golpeó con el puño sobre la mesa-. Y los franceses, presionados por la Comunidad Europea, no os los dan.</strong></p><p><strong> - Exactamente.</strong></p><p><strong> - Se dice que los libioos ofrecen su ayuda.</strong></p><p><strong> - ya sabes cómo es Khadafi. habla mucho pero, cuando se decide a hacer algo, ya es tarde.</strong></p><p><strong> Se hizo el silencio y Belov encendió un cigarrillo americano.</strong></p><p><strong> - ¿Qué quieres de mí, amigo mío?</strong></p><p><strong> - Tu gobierno nos ha ayudado mucho. Con discreción, claro. Información proporcionada por el satélite, etc. Muy útil. Sabemos que estáis de nuestra parte en este asunto.</strong></p><p><strong> - No, Juan - dijo Belov -. En esto somos neutrales.</strong></p><p><strong> García dio rienda suelta a su exasperación.</strong></p><p><strong> - Por amor de Dios, deja de finjir, vosotros deseáis la derrota de los ingleses. Os vendría de perillas; semejante derrota sería un golpe psicológico desastroso para la Alianza Atlantica.</strong></p><p><strong> - Pues bien, ¿qué quieres?</strong></p><p><strong> - Exocets. tengo dinero. Está en Ginebra, todo el que haga falta. En oro o la divisa que quieras. Sólo te pido un nombre, un intermediario. No me digas que no puedes hacer nada.</strong></p><p><strong> Nikolai Belov lo contempló por unos instantes y luego miró su reloj.</strong></p><p><strong> - Está bien, déjalo en mis manos. te llamaré más tarde. A tu apartamento, no a la Embajada.</strong></p><p><strong> - ¿Tienes a alguien?</strong></p><p><strong> - Tal vez. Vete. Yo te seguiré.</strong></p><p><strong> García se fue. Una nueva corriente de aire frío barrió el salón. Belov se estremeció, echó una mirada de disgusto al sórdido salón y se puso de pie.</strong></p><p><strong> </strong></p><p><strong> </strong></p><p><strong>Parte 7 </strong></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Stormnacht, post: 812394, member: 341"] [B] El viento frío cruzó el Sena y la lluvia azotó las ventanas del café junto al puente, abierto toda la noche. Era un lugar sórdido,muy frecuentado por las prostitutas, pero no en una noche, o mejor, madrugada como ésa, porque eran ya las cinco. Acodado en el mostrador, el barman leía un diario,mientras Nikolai Belov, el único parroquiano, bebía café. Belov tenía poco mas de cincuenta años, y durante los últimos doce había ejercido como agregado cultural de la Embajada Soviética en París. Vestía traje oscuro de confección inglesa, lo mismo que el abrigo azul. Era un hombre robusto y bien parecido, con una melena plateada que le daba un aire de gran actor. En realidad, era coronel de la KGB. El café era bueno. - Sírvame otro - pidió al barman -, y un cognac. ¿Ese diario es la primera edición? - Salió a las cuatro - asintió el barman -. ¿Quiere hojearlo? Malas noticias para los ingleses en las Malvinas... Belov sorbió el cognac y leyó la primera plana. Los Skyhawks argentinos seguían bombardeando la fuerza de operaciones inglesas en San Carlos y el estrecho de las Malvinas. - Aquí lo que define es el Exocet - dijo el barman -. Qué arma extraordinaria. ¡Pensar que es francesa! Uno lo lanza a sesenta kilómetros, el misil cae a la superficie y se desliza a tres metros por encima de ella, a poco menos de la velocidad del sonido. Lo leí en un artículo en el [I]Paris Match[/I] de ayer. Ese condenado aparato no falla nunca. Lo cual no era cierto, pero Belov no tenía ganas de discutir. - Es un triunfo de la tecnología francesa - se limitó a decir, alzando la copa, y el barman alzó la suya. Una ráfaga de viento y lluvia entró al abrirse la puerta para dar paso a un hombre. Era pequeño, de pelo oscuro, rostro delgado y bigote. Su impermeable chorreaba agua y le costó cerrar su paraguas. Se llamaba Juan García, era el primer secretario del departamento comercial de la Embajada Argentina en París. En realidad era mayor de Inteligencia del Ejército. - Nokolai - dijo García en buen francés y tendió la mano al otro con genuina cordialidad -. Me alegro de verte. - Lo mismo digo - dijo Belov -. Pide un café. Es excelente, y el cognac te hará bien a la garganta. Hizo un gesto al barman y encendió un cigarrillo mientras García se quitaba el impermeable. - Dijiste que era urgente - dijo Belov -. Así lo espero. Es una hora horrible para estar en la calle. - Es urgente - dijo García -. De la mayor importancia para mi país. ¿Has leído los diarios? - Parece que nuestros amigos británicos lo están pasando mal. Otra fragata hundida y un destructor dañado. La cuenta va en aumento. - Desgraciadamente, ése es sólo un lado de la moneda - dijo García -. El otro es que la mitad de nuestros bombarderos Skyhaws no vuelven a sus bases. Un nivel de pérdidas inaceptable. - Eso significa, hablando con franqueza, que en poco tiempo vosotros no tendréis pilotos. A su vez, la flota británica tiene que soportar los bombardeos en la bahía de las Malvinas y el estrecho de San Carlos, y vosotros todavía tenéis Exocet. El ataque al [I]Sheffield[/I] es muy elocuente. - Pero no tenemos suficientes - dijo García -. Se lanzaron dos contra el [I] Sheffield[/I], y uno falló por completo. También fallaron en otros ataques. se necesita tiempo para acostumbrarse a semejante arma. Creo que lo hemos logrado. Tenemos buen asesoramiento. - ¿De los expertos franceses? - El presidente Mitterrand lo negará, pero sí, los franceses nos han ayudado con los lanzamisiles y los sistemas de control. T, desde luego, tenemos un escuadrón de bombarderos Super Etendard, que son esenciales para esta tarea. No conozco el aspecto técnico, pero parece que su sistema de radar es compatible con el Exocet. No se puede decir lo mismo del Mirage. García estaba ocultando algo. Belov le dijo con suavidad: - Cuéntame, Juan. García removió el café. Evidentemente, estaba tenso. - Hace un par de días una unidad del Special Air Service británico efectuó un ataque comando a nuestra base en Río Gallegos. Destruyeron seis Super Etendard. Belov, que estaba al corriente del hecho hasta sus últimos detalles, asintió comprensivo. - Eso habrá reducido vuestra capacidad ofensiva. - Desde luego, los demás Etendards se encuentran en bases secretas. Aún nos quedan suficientes para lo que queremos hacer. - ¿Qué es? - Los británicos tienen dos portaaviones, el Hermes y el Invincible. Si hundios cualquiera de los dos, su cobertura aérea quedará drásticamente reducida. tendrán que retirar la flota. - ¿Lo crees posible? - Según nuestros expertos es cuestión de tiempo, pero necesitamos más Exocet. - Golpeó con el puño sobre la mesa-. Y los franceses, presionados por la Comunidad Europea, no os los dan. - Exactamente. - Se dice que los libioos ofrecen su ayuda. - ya sabes cómo es Khadafi. habla mucho pero, cuando se decide a hacer algo, ya es tarde. Se hizo el silencio y Belov encendió un cigarrillo americano. - ¿Qué quieres de mí, amigo mío? - Tu gobierno nos ha ayudado mucho. Con discreción, claro. Información proporcionada por el satélite, etc. Muy útil. Sabemos que estáis de nuestra parte en este asunto. - No, Juan - dijo Belov -. En esto somos neutrales. García dio rienda suelta a su exasperación. - Por amor de Dios, deja de finjir, vosotros deseáis la derrota de los ingleses. Os vendría de perillas; semejante derrota sería un golpe psicológico desastroso para la Alianza Atlantica. - Pues bien, ¿qué quieres? - Exocets. tengo dinero. Está en Ginebra, todo el que haga falta. En oro o la divisa que quieras. Sólo te pido un nombre, un intermediario. No me digas que no puedes hacer nada. Nikolai Belov lo contempló por unos instantes y luego miró su reloj. - Está bien, déjalo en mis manos. te llamaré más tarde. A tu apartamento, no a la Embajada. - ¿Tienes a alguien? - Tal vez. Vete. Yo te seguiré. García se fue. Una nueva corriente de aire frío barrió el salón. Belov se estremeció, echó una mirada de disgusto al sórdido salón y se puso de pie. Parte 7 [/B] [/QUOTE]
Insertar citas…
Verificación
Libertador de Argentina
Responder
Inicio
Foros
Area Militar General
Malvinas 1982
EXOCET-SUE/Malvinas: Un relato de intrigas...
Este sitio usa cookies. Para continuar usando este sitio, se debe aceptar nuestro uso de cookies.
Aceptar
Más información.…
Arriba