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Experiencias espaciales Argentinas en la Antartida
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<blockquote data-quote="argie" data-source="post: 789021" data-attributes="member: 141"><p><span style="font-size: 18px"><u>ARGENTINA Y LA CONQUISTA DEL ESPACIO</u></span></p><p></p><p><span style="font-size: 12px">-Parte 1-</span></p><p></p><p><em>Por Alberto N. Manfredi (h)</em></p><p></p><p><span style="font-size: 12px">En los años sesenta y setenta, Argentina desarrolló su propio programa espacial, iniciativa que la colocó después de los EE.UU., Rusia, Francia, Canadá y Gran Bretaña, entre las seis únicas naciones empeñadas en la exploración del cosmos. Eran tiempos de progreso e investigación en los que científicos nacionales deban prueba al mundo de su capacidad tecnológica</span></p><p></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/Alfa-Centauro-II.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p><em>Científicos argentinos se disponen a lanzar el primer cohete Alfa Centauro en Pampa de Achala, provincia de Córdoba (Gentileza Juan Parczewski)</em> </p><p></p><p>En 1956 técnicos del Instituto de Experimentaciones Espaciales dispararon desde la provincia de Buenos Aires un cohete Martín Fierro de fabricación nacional, que tras escasos segundos de vuelo, alcanzó los 1700 metros de altura. Se trataba de un pequeño cohete de combustible sólido, sin carga útil, sumamente elemental, de solamente 20 centímetros de largo por 2,5 de diámetro, que sirvió para demostrar a la opinión pública argentina que un grupo de civiles nucleados en una institución científica particular, trabajaban activamente en un proyecto al que muy pocas naciones se hallaban abocadas: la conquista del espacio exterior.</p><p></p><p>Con anterioridad, entre 1947 y 1948, técnicos del Instituto de Investigaciones Científicas de la Fuerza Aérea Argentina encabezados por el ingeniero Ricardo Dyrgalla, desarrollaron un motor cohete de combustible líquido destinado a impulsar proyectiles científicos y militares. El AN-1, tal el nombre del propulsor, tenía un empuje de 320 kg y un tiempo de combustión de 40 segundos, su propelente era ácido nítrico y anilina y para su ensayo se construyó un Banco de Pruebas desde el cual, se hicieron numerosas pruebas, todas ellas exitosas.</p><p></p><p>La gente del Ing. Dyrgalla trabajaba también en la construcción de un cohete llamado Tábano con la idea de probar el propulsante, disparándolo desde un avión.</p><p></p><p>El 20 de octubre del 1949 el motor AN-1 fue probado exitosamente adosándosele una cámara de combustión con camisa de refrigeración regenerativa, con la que se obtuvo un mayor rendimiento y una actividad más prolongada.</p><p></p><p>Cuando el 4 de octubre de 1957 los rusos colocaron en órbita el primer satélite artificial construido por el hombre, el entusiasmo y el interés por la exploración del espacio alcanzaron proporciones inusitadas. Ese interés también sacudió a los científicos de nuestro país quienes, a partir de 1961, pusieron en marcha un exitoso programa que habría de colocar a nuestro país entre las seis primeras naciones comprometidas en la carrera espacial, un hecho trascendente de nuestra historia que, sin embargo, muy pocos argentinos conocen.</p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Comienza la carrera espacial</span></p><p></p><p>El 28 de enero de 1960 el Poder Ejecutivo Nacional creó por decreto la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), dependiente de la Fuerza Aérea Argentina, designando presidente al ingeniero Teófilo M. Tabanera que en mucho había tenido que ver con aquella iniciativa.</p><p></p><p>Oriundo de la provincia de Mendoza, Tabanera obtuvo su diploma de ingeniero en la Universidad Nacional de La Plata, convirtiéndose, con el correr de los años, en importante empresario y uno de los hombres mejor informados de la época en materia de exploración espacial.</p><p>A principios de 1961, Tabanera organizó el Primer Simposio Interamericano de Investigaciones Espaciales con sede en Buenos Aires, que despertó el interés de casi todas las naciones de Latinoamérica e incluso de los EE.UU., representado por el vicepresidente de la Academia Nacional de Ciencias de ese país y otras personalidades del quehacer aeroespacial internacional.</p><p></p><p>El 2 de febrero de 1961 científicos y personal técnico de la Fuerza Aérea Argentina dirigidos por el comodoro ingeniero Aldo Zeoli, lanzaron desde la base militar Santo Tomás, en Pampa de Achala, provincia de Córdoba, el primer cohete APEX A1-02 Alfa Centauro, con la misión de efectuar estudios en la alta atmósfera. El vuelo se llevó a cabo de manera impecable, alcanzándose un éxito sin precedentes en la historia de América Latina.</p><p></p><p>El cohete de una sola etapa, 2,70 metros de largo, 9,4 centímetros de diámetro y 28 kilogramos de peso, trepó hasta una altura de 20 kilómetros de distancia y recogió información de gran valor analizada desde tierra. </p><p></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/Alfa-Centauro.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </p><p><em>El ingeniero aeronáutico Aldo Zeoli junto al R.P. López y personal de Fuerza Aérea tras el exitoso lanzamiento del Alfa Centauro en Pampa de Achala (Gentileza Juan Parczewski)</em> </p><p></p><p>Presenciaron la experiencia ese día, un periodista del diario “Clarín”, oficiales de la FAA, el R.P. López y el presidente de DINFIA (Dirección Nacional de Fabricaciones e Investigaciones Aeronáuticas) brigadier mayor Juan Carlos Pereyra, quien se apresuró notificar el éxito a su par, el brigadier Ramón Amado Abrahin, secretario de Aeronáutica que, a su vez, se lo comunicó de manera inmediata al presidente de la Nación, Dr. Arturo Frondizi.</p><p></p><p>En lanzamientos posteriores, siempre con cohetes Alfa Centauro, se pudo verificar el comportamiento del complejo, el seguimiento de sus cargas útiles y la información recogida durante la experiencia. Según refiere Benjamín Meiojas, “A partir de ese momento nada detendría a los estudiosos, técnicos, científicos y hombres del arma aérea, empeñados en hacer realidad algo que parecía imposible”(1).</p><p></p><p>El éxito alcanzado impulsó a las autoridades nacionales a crear por decreto el Centro de Experimentación y Lanzamientos de Proyectiles Autopropulsados (CELPA), el 27 de junio de 1961.</p><p></p><p><span style="font-size: 15px">El proyecto Beta del Centauro</span></p><p></p><p>A los Alfa Centauro seguirían los APEX-A1-S2-015 Beta Centauro de dos etapas y los Gamma Centauro, de más elevada performance, experiencias con las que se llevarían a cabo mediciones con sistemas telemétricos a bordo, en el caso de los Beta Centauro y pruebas de separación de las segundas etapas y recuperación de cargas útiles por medio de paracaídas. Todas estas pruebas estarían a cargo del comodoro ingeniero Aldo Zeoli y contarían con la bendición del R.P. López, presente en numerosos lanzamientos.</p><p></p><p>El primer disparo de un Beta Centauro tuvo lugar el 30 de septiembre de 1961 a las 14.30 desde Pampa de Achala, primer centro espacial argentino hasta la designación de Chamical, provincia de La Rioja, en 1962. </p><p></p><p>Se trataba de un proyectil de dos etapas mucho más sofisticado que el Alfa Centauro, cuyas dimensiones eran 3,81 metros de largo total por 79,5 centímetros de diámetro máximo y 47,3 kilogramos de peso al momento del lanzamiento. El largo de la primera etapa era de 1,79 metros con un diámetro de 0,094 y una envergadura de 0,50. El peso de la carga útil apenas superaba los 3 kg y el impulso específico del vector fue de 200 segundos, alcanzando una altura máxima de 25 kilómetros.</p><p></p><p>El experimento se llevó a cabo sin inconvenientes, cubriendo las expectativas de todo el equipo.</p><p></p><p>El 13 de octubre se produjo un segundo lanzamiento seguido por un tercero el 10 de mayo de 1962, todos ellos exitosos, hecho que permitió al Instituto de Investigaciones Científicas de las Fuerzas Armadas encarar proyectos de mayor envergadura, tal el caso del Gamma Centauro con el que nuestro país accedería a un nuevo escalafón en materia de desarrollo espacial.</p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Las misiones Gamma Centauro</span></p><p></p><p>A lo largo de todo el año, hasta el 12 de febrero de 1962, las experiencias fueron totalmente exitosas y los avances considerables, con un total de 18 lanzamientos que permitieron alcanzar los objetivos trazados.</p><p></p><p>El 19 de febrero de aquel último año, se efectuaron desde Pampa de Achala cinco nuevos lanzamientos en los que se utilizaron y probaron por primera vez motores Scar 2,65, recuperándose todas las cápsulas con sus respectivas cargas útiles que permitieron la medición de la altitud a la que se producía la separación, la verificación del encendido de la carga fumígena de 16 gramos puesta en el interior del explosor, el control del funcionamiento del equipo telemétrico de a bordo y el desempeño de la carga fumígena de 30 gramos (2).</p><p></p><p>Los avatares de la política argentina no entorpecieron el desarrollo del proyecto espacial. El 28 de marzo de 1962 un golpe militar destituyó al Dr. Frondizi para reemplazarlo por el presidente del Senado, Dr. José María Guido, lo que no impidió que durante todo ese año se efectuaran nuevos lanzamientos que determinaron la alta tecnología que científicos civiles y militares (estos últimos pertenecientes a la Fuerza Aérea Argentina), desarrollaban conjuntamente.</p><p></p><p>El 10 de mayo de 1962 el recientemente creado Centro Experimentación y Lanzamientos de Proyectiles Autopropulsados -CELPA (3) inició sus actividades en la base de Chamical, provincia de La Rioja, suerte de Cabo Cañaveral nacional desde donde se pondrían en marcha experiencias que llamarían la atención de las principales potencias del mundo.</p><p></p><p>El 15 de noviembre se disparó a modo de prueba el Gamma Centauro I, como parte de un proyecto mayor, a efectos de comprobar una vez más el comportamiento dinámico del proyectil. El cohete, con un total de 2,433 metros de largo, 0,134 de diámetro y 27,25 kilogramos de peso despegó en horas de la mañana para trepar hasta una altura máxima de 59 kilómetros, transportando una carga útil de 5 kilogramos de peso a un impulso específico de 225 segundos para la primera etapa y 212 para la segunda. </p><p></p><p>El peso del propulsante de la primer etapa fue de 11,05 kilogramos y el de la segunda de 3,68, siendo el tiempo de vuelo libre entre una y otra, de 18 segundos exactos.</p><p></p><p>Le siguieron, el 19 del mismo mes cinco lanzamientos más de Alfa y Gamma Centauro, con los que se trabajó el perfeccionamiento de las operaciones de despegue de cargas útiles y la medición de altitudes hasta 1964, año en que los científicos argentinos desarrollaron el Orión, vector de proporciones considerables, como veremos más adelante.</p><p></p><p>En el mes de agosto de 1963 el CELPA lanzó desde Chamical cuatro cohetes Gamma Centauro con finalidad de ensayos y pruebas, previo paso a proyectiles de mayores envergaduras, vuelos que finalizaron exitosamente igual que el del 27 de julio de 1964 disparado desde Puente del Inca, provincia de Mendoza, transportando hasta los 35 kilómetros de altitud una carga útil telemétrica destinada a medir la temperatura.</p><p></p><p>La experiencia Gamma Centauro continuó en 1965 con el lanzamiento conjunto de dos cohetes de esa familia desde Chamical, el 6 de febrero de 1965 y otros dos desde la Base Matienzo en la Antártida, siendo la Argentina el tercer país, después de Rusia y los EE.UU, en efectuar experiencias espaciales desde el continente blanco. Los resultados del experimento consistente en el análisis del vuelo y el estudio de los Rayos X en la atmósfera, resultaron exitosos.</p><p></p><p>La experiencia volvió a repetirse dos días después, con el lanzamiento de un Gamma Centauro desde Chamical y otro desde la Base Matienzo, completándose, de ese modo la serie de observaciones iniciadas el día 6 que pusieron a la Argentina en un nuevo primer lugar a nivel internacional con los primeros estudios científicos con cohetes en Latinoamérica.</p><p></p><p>La serie de estudios de Rayos X en la atmósfera continuaron en septiembre con el lanzamiento, desde Chamical, de otros dos Gamma Centauro previos al primer Orión. Para entonces, nuestro país se hallaba enfrascado en el proyecto Centaure francés, lanzando vectores de alta envergadura desde la misma Base CELPA Chamical, según veremos más adelante.</p><p></p><p><span style="font-size: 15px">El cohete Orión</span></p><p></p><p>El siguiente proyecto de los científicos argentinos fue el Orión, consistente en vectores de mucha mayor envergadura, diseñados para efectuar estudios más elevados de la atmósfera terrestre y llevar a cabo experimentos biológicos de magnitud.</p><p></p><p>El primero de esta serie de cohetes, el Orión I, con casi tres metros de longitud por 0,206 de diámetro, fue lanzado en el mes de octubre de 1965 con el objeto de analizar su performance y evaluar los pormenores de su vuelo. El 1 de julio de 1966 se disparó un segundo artefacto de iguales características que portaba en su ojiva instrumental de mayor sofisticación y el 13 de agosto del mismo año se lanzó el primer Orión II con una carga útil de 16 kilogramos, alcanzando su máxima altitud a los 114 kilómetros de la superficie. Este segundo proyectil que medía 3,771 metros de largo por 0,206 centímetros de diámetro alcanzó los 100 kilómetros de altura, portando en su cabeza una carga útil de 25 kilos. Con ellos y con los DIM, la Argentina efectuó mediciones atmosféricas y de velocidad de los vientos hasta una altura de 8000 metros, obteniendo resultados exitosos en un 99% de los casos.</p><p></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/Cohete-Orion.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p><em>Cohete Orión</em></p><p></p><p>Hasta fines de octubre de 1966 la Fuerza Aérea Argentina y el CELPA lanzaron desde Chamical un total de tres Orión II siguiéndole las experiencias conjuntas con los técnicos de los EE.UU., disparando desde la misma base, el 3 de noviembre, cohetes Nike-Cajun 02 que treparon hasta los 130 km de altitud.</p><p></p><p>Desde 1963, el flamante Instituto Civil de Tecnología Espacial (ICTE) puso en marcha el operativo Programa Felino con el objeto de cubrir las necesidades de aprendizaje, adiestramiento y formación de personal, así como chequear materiales y elementos para trabajos más ambiciosos. Este programa llevó a cabo la friolera de 87 lanzamientos en un período de cinco años, de los que solo fracasaron 8, siendo de destacar cohetes como el Gato Negro A-1, el Tigre A-2, el Jaguar A-3, el Leopardo A-4 y el Sonda Pantera A-5. Las misiones lograron importantes avances en la detección y prevención del granizo, ayudando a prevenir un desastre nacional que al país le costaba millones de pesos anuales en pérdidas. </p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Lanzamiento de los primeros seres vivos (Experiencias biológicas)</span> </p><p></p><p>Los científicos del ICTE llevaron a cabo las primeras experiencias biológicas argentinas, lanzando a bordo de un cohete dos pequeñas ratas de laboratorio, Alfa y Gamma, las que, después de alcanzar una altura de 8000 metros, aterrizaron suavemente a bordo de su cápsula, sostenida por un pequeño paracaídas, a solamente 100 metros del lugar de lanzamiento.</p><p></p><p>La Argentina no dejaba de crecer y desarrollar su tecnología en materia espacial. Y ese crecimiento tomó mayores impulsos a partir de julio de 1966, con la política de desarrollo tecnológico implementada por el gobierno del Tte. Gral. (RE) Juan Carlos Onganía.</p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Estudios astronómicos y de la alta atmósfera</span></p><p></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/orion2.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </p><p><em>Orión II en su rampa de lanzamiento (Gentileza Juan Parczewski)</em> </p><p></p><p>Durante todo aquel año se lanzaron desde Chamical cohetes Orión y Judi para estudios meteorológicos, alcanzando el proyecto su punto máximo cuando el 4, 7 y 9 de noviembre la Fuerza Aérea disparó desde la base norteamericana de Wallops Island (Virginia), tres Orión de fabricación nacional, con el propósito de que técnicos de ambos países estudiasen su performance. En la oportunidad, los norteamericanos llevaron a cabo la primer recuperación de una carga útil en el aire, cuando un helicóptero de esa nacionalidad, capturó en pleno descenso, la carga útil de un Orión II argentino.</p><p></p><p>1966 finalizó exitosamente con la operación “Orión-Eclipse”, que se realizó de manera conjunta con Francia y los EE.UU. al dispararse desde una nueva base espacial improvisada en Tartagal, provincia de Salta, tres cohetes Orión II de combustible sólido (12 de noviembre) con el objeto de estudiar un fenómeno astronómico que comprometió a numerosas naciones del mundo. Ese día los científicos lanzaron también dos Titus franceses y un Arcas norteamericano desde un descampado a solo 9 kilómetros de aquella localidad, donde la Argentina montó una improvisada base portátil consistente en un furgón de recepción de telemetría, un grupo electrógeno, sistemas de radar y plataformas de lanzamiento. Las cargas útiles de los vectores nacionales, conjuntamente con los franceses y estadounidenses, obtuvieron resultados más que satisfactorios que permitieron un estudio profundo y exhaustivo del gran eclipse que sumió en penumbras a gran parte de América del Sur.</p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Nuevas experiencias</span></p><p></p><p>Siguieron al Orión, el Canpus I y el Canopus II, de 4,67 metros de largo por 28 de diámetro con 280 kilogramos de peso total y 50 de carga útil cada uno; el Rigel de 6,23 metros de largo por 21 cm. de diámetro, 330 kgs. de peso y una carga útil de 30 kgs., y el Castor, máximo logro de la ingeniería espacial argentina, de 8 metros de largo, por 68,55 centímetros de diámetro, 280 kgs. de peso total y una carga útil de 75 kgs., estos últimos, de dos etapas cada uno. Se trata de vectores de gran envergadura que hicieron de nuestra nación la sexta en desarrollo tecnológico y científico espacial del mundo y la primera en Latinoamérica. Proyectos menores, aunque no menos importantes fueron los del GLAG I, el GLAG II y el DIM.</p><p></p><p>El año 1967 fue de gran actividad para la Base Espacial de Chamical, con 19 lanzamientos, casi todos Judi y Orión. El último de ellos (14 de diciembre), un Orión II, llevó a cabo importantes análisis de los rayos cósmicos, demostrando la capacidad argentina en materia de estudios profundos del espacio exterior.</p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Base espacial de Mar Chiquita</span></p><p></p><p>Ese año se efectuaron también lanzamientos desde una nueva base ubicada en Mar Chiquita, provincia de Buenos Aires, con varios lanzamientos simultáneos efectuados en el mes de septiembre dentro del marco del proyecto denominado “CELPA Atlántico”, destinado a desarrollar y experimentar nuevos proyectiles autopropulsados y analizar su adaptabilidad en la zona próxima al océano, a fin de establecer allí una base de estudios meteorológicos.</p><p></p><p>El 14 de septiembre de 1967 fue disparado desde ese punto un cohete meteorológico norteamericano Arcas 29,336 que a las 16.45 partió de su plataforma, a solo 100 metros de la costa, para ascender a 1200 metros por segundo. Al mismo tiempo se lanzó desde La Rioja un cohete Hasp, también norteamericano, que trepó exitosamente hasta los 70 km. de altura.</p><p></p><p><span style="font-size: 15px">En las fronteras del espacio</span></p><p></p><p>Finalizando el año, la Argentina probó su primer proyecto suborbital de consideraciones, al lanzar desde Chamical, el 17 de diciembre de 1967, el poderoso Rigel R-01 de dos etapas, que en el lapso de 9 minutos trepó hasta los 295 km. de altitud comprobándose el exitoso comportamiento del instrumental de a bordo a pesar de los violentos cambios de temperatura y presión, de las vibraciones y la aceleración que experimentó la nave durante el trayecto. La dimensiones de este nuevo proyectil nos dan una idea de la envergadura del experimento.</p><p></p><p>1968 no fue diferente, intensificándose los lanzamientos de cohetes Judi, Orión II y Arcas norteamericanos.</p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Experiencias biológicas</span></p><p></p><p>Argentina fue también pionera en materia de experiencias biológicas.</p><p></p><p>El 11 de abril de 1967, mientras los ingenieros argentinos trabajaban febrilmente en el desarrollo de un combustible 100% nacional, se concibió el denominado proyecto BIO, consistente en lanzar al espacio a bordo de cohetes telemetrados, pequeños animales de laboratorio a recuperar.</p><p></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/belisario.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </p><p><em>Belisario, primer astronauta argentino en el interior de la cápsula que lo llevó al espacio</em> </p><p></p><p>Para la denominada experiencia BIO I se seleccionó una camada de ratones blancos de raza Wistar, para los cuales se diseñaron cápsulas especiales dotadas del instrumental necesario para su análisis y control durante el trayecto. Los “astronautas” seleccionados fueron los ratones Alejo, Aurelio y Anastasio, quienes constituyeron el primer grupo, seguidos por Braulio, Benito y Belisario, en el segundo y Celedonio, Cipriano y Coco en el tercero (4).</p><p></p><p>Tras una serie de pruebas y estudios fisiológicos, el elegido para el primer vuelo fue Belisario, colocado y sujetado dentro de la cápsula, ubicada en la ojiva especialmente adaptada de un Orión II, disparado exitosamente desde la Escuela de Tropas Aerotransportadas de Córdoba, el 11 de abril de 1967. La ojiva, de 0,278 mm de diámetro, superaba en 0,072 mm a las de experiencias anteriores. </p><p></p><p>El vector, se elevó sin problemas y al cabo de un minuto separó su carga útil que, tras desplegar sin inconvenientes su paracaídas, comenzó a descender lentamente hasta tocar tierra. Los científicos comprobaron aliviados que Belisario se hallaba en perfecto estado de salud aunque sumamente nervioso y que durante el vuelo había perdido 8 gramos de peso.</p><p></p><p>El 19 de mayo de 1967 la carrera espacial argentina se cobró su primera víctima fatal. Ese día, el ratón Celedonio se elevó desde Chamical, a bordo de un Orión II que durante el trayecto funcionó correctamente, vaticinando un nuevo éxito tecnológico. Sin embargo, cuando la cápsula se separó, su paracaídas se enredó en el motor y al no poder desplegarse, provocó el desastre, impactando violentamente contra la superficie y provocando la muerte de su tripulante de manera instantánea. </p><p></p><p>Dos años después, el 30 de agosto de 1969, despegó, también desde Chamical, un nuevo Orión II llevando a bordo a la rata Dalila, del cuarto grupo de roedores espaciales, que alcanzó los 20 km. de altitud a una velocidad de 2850 km/h. Dalila viajó sedada aunque despierta, manteniendo su actividad y parámetros biológicos en perfecto estado, factor que permitió a los científicos del Instituto de Medicina Aeroespacial un minucioso análisis de su organismo en vuelo. </p><p></p><p>La cápsula que trajo a Dalila de regreso se posó suavemente en la copa de un árbol y fue rescatada 45 minutos después, a 17 kilómetros del punto de lanzamiento, por un equipo compuesto por un avión de detección y un helicóptero, ambos de la FAA, dos radares COTAL y un sistema de comunicaciones radioeléctricas de enlace (5). Esta misión, denominada Experiencia Bio II/2, presentó como particularidad una ojiva de mayores dimensiones que las anteriores (Experiencia Bio II/1) ya que su diámetro era de 0,320 mm.</p><p></p><p><a href="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/conquista.htm">http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/conquista.htm</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="argie, post: 789021, member: 141"] [SIZE="5"][U]ARGENTINA Y LA CONQUISTA DEL ESPACIO[/U][/SIZE] [SIZE="3"]-Parte 1-[/SIZE] [I]Por Alberto N. Manfredi (h)[/I] [SIZE="3"]En los años sesenta y setenta, Argentina desarrolló su propio programa espacial, iniciativa que la colocó después de los EE.UU., Rusia, Francia, Canadá y Gran Bretaña, entre las seis únicas naciones empeñadas en la exploración del cosmos. Eran tiempos de progreso e investigación en los que científicos nacionales deban prueba al mundo de su capacidad tecnológica[/SIZE] [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/Alfa-Centauro-II.jpg[/IMG] [I]Científicos argentinos se disponen a lanzar el primer cohete Alfa Centauro en Pampa de Achala, provincia de Córdoba (Gentileza Juan Parczewski)[/I] En 1956 técnicos del Instituto de Experimentaciones Espaciales dispararon desde la provincia de Buenos Aires un cohete Martín Fierro de fabricación nacional, que tras escasos segundos de vuelo, alcanzó los 1700 metros de altura. Se trataba de un pequeño cohete de combustible sólido, sin carga útil, sumamente elemental, de solamente 20 centímetros de largo por 2,5 de diámetro, que sirvió para demostrar a la opinión pública argentina que un grupo de civiles nucleados en una institución científica particular, trabajaban activamente en un proyecto al que muy pocas naciones se hallaban abocadas: la conquista del espacio exterior. Con anterioridad, entre 1947 y 1948, técnicos del Instituto de Investigaciones Científicas de la Fuerza Aérea Argentina encabezados por el ingeniero Ricardo Dyrgalla, desarrollaron un motor cohete de combustible líquido destinado a impulsar proyectiles científicos y militares. El AN-1, tal el nombre del propulsor, tenía un empuje de 320 kg y un tiempo de combustión de 40 segundos, su propelente era ácido nítrico y anilina y para su ensayo se construyó un Banco de Pruebas desde el cual, se hicieron numerosas pruebas, todas ellas exitosas. La gente del Ing. Dyrgalla trabajaba también en la construcción de un cohete llamado Tábano con la idea de probar el propulsante, disparándolo desde un avión. El 20 de octubre del 1949 el motor AN-1 fue probado exitosamente adosándosele una cámara de combustión con camisa de refrigeración regenerativa, con la que se obtuvo un mayor rendimiento y una actividad más prolongada. Cuando el 4 de octubre de 1957 los rusos colocaron en órbita el primer satélite artificial construido por el hombre, el entusiasmo y el interés por la exploración del espacio alcanzaron proporciones inusitadas. Ese interés también sacudió a los científicos de nuestro país quienes, a partir de 1961, pusieron en marcha un exitoso programa que habría de colocar a nuestro país entre las seis primeras naciones comprometidas en la carrera espacial, un hecho trascendente de nuestra historia que, sin embargo, muy pocos argentinos conocen. [SIZE="4"]Comienza la carrera espacial[/SIZE] El 28 de enero de 1960 el Poder Ejecutivo Nacional creó por decreto la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), dependiente de la Fuerza Aérea Argentina, designando presidente al ingeniero Teófilo M. Tabanera que en mucho había tenido que ver con aquella iniciativa. Oriundo de la provincia de Mendoza, Tabanera obtuvo su diploma de ingeniero en la Universidad Nacional de La Plata, convirtiéndose, con el correr de los años, en importante empresario y uno de los hombres mejor informados de la época en materia de exploración espacial. A principios de 1961, Tabanera organizó el Primer Simposio Interamericano de Investigaciones Espaciales con sede en Buenos Aires, que despertó el interés de casi todas las naciones de Latinoamérica e incluso de los EE.UU., representado por el vicepresidente de la Academia Nacional de Ciencias de ese país y otras personalidades del quehacer aeroespacial internacional. El 2 de febrero de 1961 científicos y personal técnico de la Fuerza Aérea Argentina dirigidos por el comodoro ingeniero Aldo Zeoli, lanzaron desde la base militar Santo Tomás, en Pampa de Achala, provincia de Córdoba, el primer cohete APEX A1-02 Alfa Centauro, con la misión de efectuar estudios en la alta atmósfera. El vuelo se llevó a cabo de manera impecable, alcanzándose un éxito sin precedentes en la historia de América Latina. El cohete de una sola etapa, 2,70 metros de largo, 9,4 centímetros de diámetro y 28 kilogramos de peso, trepó hasta una altura de 20 kilómetros de distancia y recogió información de gran valor analizada desde tierra. [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/Alfa-Centauro.jpg[/IMG] [I]El ingeniero aeronáutico Aldo Zeoli junto al R.P. López y personal de Fuerza Aérea tras el exitoso lanzamiento del Alfa Centauro en Pampa de Achala (Gentileza Juan Parczewski)[/I] Presenciaron la experiencia ese día, un periodista del diario “Clarín”, oficiales de la FAA, el R.P. López y el presidente de DINFIA (Dirección Nacional de Fabricaciones e Investigaciones Aeronáuticas) brigadier mayor Juan Carlos Pereyra, quien se apresuró notificar el éxito a su par, el brigadier Ramón Amado Abrahin, secretario de Aeronáutica que, a su vez, se lo comunicó de manera inmediata al presidente de la Nación, Dr. Arturo Frondizi. En lanzamientos posteriores, siempre con cohetes Alfa Centauro, se pudo verificar el comportamiento del complejo, el seguimiento de sus cargas útiles y la información recogida durante la experiencia. Según refiere Benjamín Meiojas, “A partir de ese momento nada detendría a los estudiosos, técnicos, científicos y hombres del arma aérea, empeñados en hacer realidad algo que parecía imposible”(1). El éxito alcanzado impulsó a las autoridades nacionales a crear por decreto el Centro de Experimentación y Lanzamientos de Proyectiles Autopropulsados (CELPA), el 27 de junio de 1961. [SIZE="4"]El proyecto Beta del Centauro[/SIZE] A los Alfa Centauro seguirían los APEX-A1-S2-015 Beta Centauro de dos etapas y los Gamma Centauro, de más elevada performance, experiencias con las que se llevarían a cabo mediciones con sistemas telemétricos a bordo, en el caso de los Beta Centauro y pruebas de separación de las segundas etapas y recuperación de cargas útiles por medio de paracaídas. Todas estas pruebas estarían a cargo del comodoro ingeniero Aldo Zeoli y contarían con la bendición del R.P. López, presente en numerosos lanzamientos. El primer disparo de un Beta Centauro tuvo lugar el 30 de septiembre de 1961 a las 14.30 desde Pampa de Achala, primer centro espacial argentino hasta la designación de Chamical, provincia de La Rioja, en 1962. Se trataba de un proyectil de dos etapas mucho más sofisticado que el Alfa Centauro, cuyas dimensiones eran 3,81 metros de largo total por 79,5 centímetros de diámetro máximo y 47,3 kilogramos de peso al momento del lanzamiento. El largo de la primera etapa era de 1,79 metros con un diámetro de 0,094 y una envergadura de 0,50. El peso de la carga útil apenas superaba los 3 kg y el impulso específico del vector fue de 200 segundos, alcanzando una altura máxima de 25 kilómetros. El experimento se llevó a cabo sin inconvenientes, cubriendo las expectativas de todo el equipo. El 13 de octubre se produjo un segundo lanzamiento seguido por un tercero el 10 de mayo de 1962, todos ellos exitosos, hecho que permitió al Instituto de Investigaciones Científicas de las Fuerzas Armadas encarar proyectos de mayor envergadura, tal el caso del Gamma Centauro con el que nuestro país accedería a un nuevo escalafón en materia de desarrollo espacial. [SIZE="4"]Las misiones Gamma Centauro[/SIZE] A lo largo de todo el año, hasta el 12 de febrero de 1962, las experiencias fueron totalmente exitosas y los avances considerables, con un total de 18 lanzamientos que permitieron alcanzar los objetivos trazados. El 19 de febrero de aquel último año, se efectuaron desde Pampa de Achala cinco nuevos lanzamientos en los que se utilizaron y probaron por primera vez motores Scar 2,65, recuperándose todas las cápsulas con sus respectivas cargas útiles que permitieron la medición de la altitud a la que se producía la separación, la verificación del encendido de la carga fumígena de 16 gramos puesta en el interior del explosor, el control del funcionamiento del equipo telemétrico de a bordo y el desempeño de la carga fumígena de 30 gramos (2). Los avatares de la política argentina no entorpecieron el desarrollo del proyecto espacial. El 28 de marzo de 1962 un golpe militar destituyó al Dr. Frondizi para reemplazarlo por el presidente del Senado, Dr. José María Guido, lo que no impidió que durante todo ese año se efectuaran nuevos lanzamientos que determinaron la alta tecnología que científicos civiles y militares (estos últimos pertenecientes a la Fuerza Aérea Argentina), desarrollaban conjuntamente. El 10 de mayo de 1962 el recientemente creado Centro Experimentación y Lanzamientos de Proyectiles Autopropulsados -CELPA (3) inició sus actividades en la base de Chamical, provincia de La Rioja, suerte de Cabo Cañaveral nacional desde donde se pondrían en marcha experiencias que llamarían la atención de las principales potencias del mundo. El 15 de noviembre se disparó a modo de prueba el Gamma Centauro I, como parte de un proyecto mayor, a efectos de comprobar una vez más el comportamiento dinámico del proyectil. El cohete, con un total de 2,433 metros de largo, 0,134 de diámetro y 27,25 kilogramos de peso despegó en horas de la mañana para trepar hasta una altura máxima de 59 kilómetros, transportando una carga útil de 5 kilogramos de peso a un impulso específico de 225 segundos para la primera etapa y 212 para la segunda. El peso del propulsante de la primer etapa fue de 11,05 kilogramos y el de la segunda de 3,68, siendo el tiempo de vuelo libre entre una y otra, de 18 segundos exactos. Le siguieron, el 19 del mismo mes cinco lanzamientos más de Alfa y Gamma Centauro, con los que se trabajó el perfeccionamiento de las operaciones de despegue de cargas útiles y la medición de altitudes hasta 1964, año en que los científicos argentinos desarrollaron el Orión, vector de proporciones considerables, como veremos más adelante. En el mes de agosto de 1963 el CELPA lanzó desde Chamical cuatro cohetes Gamma Centauro con finalidad de ensayos y pruebas, previo paso a proyectiles de mayores envergaduras, vuelos que finalizaron exitosamente igual que el del 27 de julio de 1964 disparado desde Puente del Inca, provincia de Mendoza, transportando hasta los 35 kilómetros de altitud una carga útil telemétrica destinada a medir la temperatura. La experiencia Gamma Centauro continuó en 1965 con el lanzamiento conjunto de dos cohetes de esa familia desde Chamical, el 6 de febrero de 1965 y otros dos desde la Base Matienzo en la Antártida, siendo la Argentina el tercer país, después de Rusia y los EE.UU, en efectuar experiencias espaciales desde el continente blanco. Los resultados del experimento consistente en el análisis del vuelo y el estudio de los Rayos X en la atmósfera, resultaron exitosos. La experiencia volvió a repetirse dos días después, con el lanzamiento de un Gamma Centauro desde Chamical y otro desde la Base Matienzo, completándose, de ese modo la serie de observaciones iniciadas el día 6 que pusieron a la Argentina en un nuevo primer lugar a nivel internacional con los primeros estudios científicos con cohetes en Latinoamérica. La serie de estudios de Rayos X en la atmósfera continuaron en septiembre con el lanzamiento, desde Chamical, de otros dos Gamma Centauro previos al primer Orión. Para entonces, nuestro país se hallaba enfrascado en el proyecto Centaure francés, lanzando vectores de alta envergadura desde la misma Base CELPA Chamical, según veremos más adelante. [SIZE="4"]El cohete Orión[/SIZE] El siguiente proyecto de los científicos argentinos fue el Orión, consistente en vectores de mucha mayor envergadura, diseñados para efectuar estudios más elevados de la atmósfera terrestre y llevar a cabo experimentos biológicos de magnitud. El primero de esta serie de cohetes, el Orión I, con casi tres metros de longitud por 0,206 de diámetro, fue lanzado en el mes de octubre de 1965 con el objeto de analizar su performance y evaluar los pormenores de su vuelo. El 1 de julio de 1966 se disparó un segundo artefacto de iguales características que portaba en su ojiva instrumental de mayor sofisticación y el 13 de agosto del mismo año se lanzó el primer Orión II con una carga útil de 16 kilogramos, alcanzando su máxima altitud a los 114 kilómetros de la superficie. Este segundo proyectil que medía 3,771 metros de largo por 0,206 centímetros de diámetro alcanzó los 100 kilómetros de altura, portando en su cabeza una carga útil de 25 kilos. Con ellos y con los DIM, la Argentina efectuó mediciones atmosféricas y de velocidad de los vientos hasta una altura de 8000 metros, obteniendo resultados exitosos en un 99% de los casos. [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/Cohete-Orion.jpg[/IMG] [I]Cohete Orión[/I] Hasta fines de octubre de 1966 la Fuerza Aérea Argentina y el CELPA lanzaron desde Chamical un total de tres Orión II siguiéndole las experiencias conjuntas con los técnicos de los EE.UU., disparando desde la misma base, el 3 de noviembre, cohetes Nike-Cajun 02 que treparon hasta los 130 km de altitud. Desde 1963, el flamante Instituto Civil de Tecnología Espacial (ICTE) puso en marcha el operativo Programa Felino con el objeto de cubrir las necesidades de aprendizaje, adiestramiento y formación de personal, así como chequear materiales y elementos para trabajos más ambiciosos. Este programa llevó a cabo la friolera de 87 lanzamientos en un período de cinco años, de los que solo fracasaron 8, siendo de destacar cohetes como el Gato Negro A-1, el Tigre A-2, el Jaguar A-3, el Leopardo A-4 y el Sonda Pantera A-5. Las misiones lograron importantes avances en la detección y prevención del granizo, ayudando a prevenir un desastre nacional que al país le costaba millones de pesos anuales en pérdidas. [SIZE="4"]Lanzamiento de los primeros seres vivos (Experiencias biológicas)[/SIZE] Los científicos del ICTE llevaron a cabo las primeras experiencias biológicas argentinas, lanzando a bordo de un cohete dos pequeñas ratas de laboratorio, Alfa y Gamma, las que, después de alcanzar una altura de 8000 metros, aterrizaron suavemente a bordo de su cápsula, sostenida por un pequeño paracaídas, a solamente 100 metros del lugar de lanzamiento. La Argentina no dejaba de crecer y desarrollar su tecnología en materia espacial. Y ese crecimiento tomó mayores impulsos a partir de julio de 1966, con la política de desarrollo tecnológico implementada por el gobierno del Tte. Gral. (RE) Juan Carlos Onganía. [SIZE="4"]Estudios astronómicos y de la alta atmósfera[/SIZE] [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/orion2.jpg[/IMG] [I]Orión II en su rampa de lanzamiento (Gentileza Juan Parczewski)[/I] Durante todo aquel año se lanzaron desde Chamical cohetes Orión y Judi para estudios meteorológicos, alcanzando el proyecto su punto máximo cuando el 4, 7 y 9 de noviembre la Fuerza Aérea disparó desde la base norteamericana de Wallops Island (Virginia), tres Orión de fabricación nacional, con el propósito de que técnicos de ambos países estudiasen su performance. En la oportunidad, los norteamericanos llevaron a cabo la primer recuperación de una carga útil en el aire, cuando un helicóptero de esa nacionalidad, capturó en pleno descenso, la carga útil de un Orión II argentino. 1966 finalizó exitosamente con la operación “Orión-Eclipse”, que se realizó de manera conjunta con Francia y los EE.UU. al dispararse desde una nueva base espacial improvisada en Tartagal, provincia de Salta, tres cohetes Orión II de combustible sólido (12 de noviembre) con el objeto de estudiar un fenómeno astronómico que comprometió a numerosas naciones del mundo. Ese día los científicos lanzaron también dos Titus franceses y un Arcas norteamericano desde un descampado a solo 9 kilómetros de aquella localidad, donde la Argentina montó una improvisada base portátil consistente en un furgón de recepción de telemetría, un grupo electrógeno, sistemas de radar y plataformas de lanzamiento. Las cargas útiles de los vectores nacionales, conjuntamente con los franceses y estadounidenses, obtuvieron resultados más que satisfactorios que permitieron un estudio profundo y exhaustivo del gran eclipse que sumió en penumbras a gran parte de América del Sur. [SIZE="4"]Nuevas experiencias[/SIZE] Siguieron al Orión, el Canpus I y el Canopus II, de 4,67 metros de largo por 28 de diámetro con 280 kilogramos de peso total y 50 de carga útil cada uno; el Rigel de 6,23 metros de largo por 21 cm. de diámetro, 330 kgs. de peso y una carga útil de 30 kgs., y el Castor, máximo logro de la ingeniería espacial argentina, de 8 metros de largo, por 68,55 centímetros de diámetro, 280 kgs. de peso total y una carga útil de 75 kgs., estos últimos, de dos etapas cada uno. Se trata de vectores de gran envergadura que hicieron de nuestra nación la sexta en desarrollo tecnológico y científico espacial del mundo y la primera en Latinoamérica. Proyectos menores, aunque no menos importantes fueron los del GLAG I, el GLAG II y el DIM. El año 1967 fue de gran actividad para la Base Espacial de Chamical, con 19 lanzamientos, casi todos Judi y Orión. El último de ellos (14 de diciembre), un Orión II, llevó a cabo importantes análisis de los rayos cósmicos, demostrando la capacidad argentina en materia de estudios profundos del espacio exterior. [SIZE="4"]Base espacial de Mar Chiquita[/SIZE] Ese año se efectuaron también lanzamientos desde una nueva base ubicada en Mar Chiquita, provincia de Buenos Aires, con varios lanzamientos simultáneos efectuados en el mes de septiembre dentro del marco del proyecto denominado “CELPA Atlántico”, destinado a desarrollar y experimentar nuevos proyectiles autopropulsados y analizar su adaptabilidad en la zona próxima al océano, a fin de establecer allí una base de estudios meteorológicos. El 14 de septiembre de 1967 fue disparado desde ese punto un cohete meteorológico norteamericano Arcas 29,336 que a las 16.45 partió de su plataforma, a solo 100 metros de la costa, para ascender a 1200 metros por segundo. Al mismo tiempo se lanzó desde La Rioja un cohete Hasp, también norteamericano, que trepó exitosamente hasta los 70 km. de altura. [SIZE="4"]En las fronteras del espacio[/SIZE] Finalizando el año, la Argentina probó su primer proyecto suborbital de consideraciones, al lanzar desde Chamical, el 17 de diciembre de 1967, el poderoso Rigel R-01 de dos etapas, que en el lapso de 9 minutos trepó hasta los 295 km. de altitud comprobándose el exitoso comportamiento del instrumental de a bordo a pesar de los violentos cambios de temperatura y presión, de las vibraciones y la aceleración que experimentó la nave durante el trayecto. La dimensiones de este nuevo proyectil nos dan una idea de la envergadura del experimento. 1968 no fue diferente, intensificándose los lanzamientos de cohetes Judi, Orión II y Arcas norteamericanos. [SIZE="4"]Experiencias biológicas[/SIZE] Argentina fue también pionera en materia de experiencias biológicas. El 11 de abril de 1967, mientras los ingenieros argentinos trabajaban febrilmente en el desarrollo de un combustible 100% nacional, se concibió el denominado proyecto BIO, consistente en lanzar al espacio a bordo de cohetes telemetrados, pequeños animales de laboratorio a recuperar. [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/belisario.jpg[/IMG] [I]Belisario, primer astronauta argentino en el interior de la cápsula que lo llevó al espacio[/I] Para la denominada experiencia BIO I se seleccionó una camada de ratones blancos de raza Wistar, para los cuales se diseñaron cápsulas especiales dotadas del instrumental necesario para su análisis y control durante el trayecto. Los “astronautas” seleccionados fueron los ratones Alejo, Aurelio y Anastasio, quienes constituyeron el primer grupo, seguidos por Braulio, Benito y Belisario, en el segundo y Celedonio, Cipriano y Coco en el tercero (4). Tras una serie de pruebas y estudios fisiológicos, el elegido para el primer vuelo fue Belisario, colocado y sujetado dentro de la cápsula, ubicada en la ojiva especialmente adaptada de un Orión II, disparado exitosamente desde la Escuela de Tropas Aerotransportadas de Córdoba, el 11 de abril de 1967. La ojiva, de 0,278 mm de diámetro, superaba en 0,072 mm a las de experiencias anteriores. El vector, se elevó sin problemas y al cabo de un minuto separó su carga útil que, tras desplegar sin inconvenientes su paracaídas, comenzó a descender lentamente hasta tocar tierra. Los científicos comprobaron aliviados que Belisario se hallaba en perfecto estado de salud aunque sumamente nervioso y que durante el vuelo había perdido 8 gramos de peso. El 19 de mayo de 1967 la carrera espacial argentina se cobró su primera víctima fatal. Ese día, el ratón Celedonio se elevó desde Chamical, a bordo de un Orión II que durante el trayecto funcionó correctamente, vaticinando un nuevo éxito tecnológico. Sin embargo, cuando la cápsula se separó, su paracaídas se enredó en el motor y al no poder desplegarse, provocó el desastre, impactando violentamente contra la superficie y provocando la muerte de su tripulante de manera instantánea. Dos años después, el 30 de agosto de 1969, despegó, también desde Chamical, un nuevo Orión II llevando a bordo a la rata Dalila, del cuarto grupo de roedores espaciales, que alcanzó los 20 km. de altitud a una velocidad de 2850 km/h. Dalila viajó sedada aunque despierta, manteniendo su actividad y parámetros biológicos en perfecto estado, factor que permitió a los científicos del Instituto de Medicina Aeroespacial un minucioso análisis de su organismo en vuelo. La cápsula que trajo a Dalila de regreso se posó suavemente en la copa de un árbol y fue rescatada 45 minutos después, a 17 kilómetros del punto de lanzamiento, por un equipo compuesto por un avión de detección y un helicóptero, ambos de la FAA, dos radares COTAL y un sistema de comunicaciones radioeléctricas de enlace (5). Esta misión, denominada Experiencia Bio II/2, presentó como particularidad una ojiva de mayores dimensiones que las anteriores (Experiencia Bio II/1) ya que su diámetro era de 0,320 mm. [url]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/conquista.htm[/url] [/QUOTE]
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