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Experiencias espaciales Argentinas en la Antartida
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<blockquote data-quote="argie" data-source="post: 789022" data-attributes="member: 141"><p><u><span style="font-size: 18px">ARGENTINA Y LA CONQUISTA DEL ESPACIO</span></u></p><p></p><p><span style="font-size: 12px">-Parte 2-</span></p><p></p><p><em>Por Alberto N. Manfredi (h)</em></p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Operación Navidad</span></p><p></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/monojuan.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p><em>Mono misionero de raza caí. A esta especie pertenecieron Juan y otros simios utilizados en nuestras experiencias espaciales</em> </p><p></p><p>A comienzos de 1969 la Argentina comenzó a desarrollar las misiones Canopus y Rigel con el lanzamiento al espacio de cohetes de mucha mayor envergadura, de una y dos etapas.</p><p></p><p>La familia del Canopus I contaba con vectores de 4 metros de longitud por 0,278.5 de diámetro y motores mucho más sofisticados. A estos proyectiles le siguieron los Canopus II, con un largo de 4,724 metros y a éstos una versión adaptada de 5,019.5 de longitud con una ojiva de 0,320, para experiencias biológicas. </p><p></p><p>Al igual que los Beta y Gamma Centauro, los Rigel disponían de dos etapas aunque de mayores proporciones, lo que les permitió alcanzar altitudes superiores a los 400 kilómetros (6).</p><p></p><p>Estas dos familias de cohetes fueron utilizadas para la realización de experiencias tecnológicas y biológicas de mayor envergadura que colocaron a nuestro país en un plano de desarrollo que solo ostentaban, hasta ese momento, EE.UU. Rusia y Francia. </p><p></p><p>El 23 de diciembre de 1969, en horas de la noche, la Fuerza Aérea Argentina junto a técnicos y científicos de la Universidad Nacional de Tucumán efectuaron el lanzamiento de un poderoso Rigel 04 de dos etapas, en el que viajaba un mono caí misionero cazado especialmente por la Gendarmería Nacional en plena selva. El simio, de dos años de edad, 1400 gramos de peso y 30 centímetros de altura, recibió el nombre de Juan.</p><p></p><p>Aquel día, ante científicos, autoridades y periodistas nacionales, los técnicos y asistentes del proyecto colocaron a Juan en el interior de la cápsula “Amanecer” y a las 06.30 de la madrugada dispararon el proyectil hacia los cielos, trepando exitosamente hasta una altura de 60 km. en un vuelo de 8 minutos de duración. El animal viajó en un ambiente rico en oxígeno y baja proporción de anhídrido carbónico y humedad; se controló su sistema respiratorio, se le efectuaron electrocardiogramas y se mantuvo la temperatura de su cuerpo en equilibrio, todo ello además de diversos controles hechos al vector mediante instrumental telemétrico de larga distancia. La cápsula y su tripulante fueron recuperadas sin problemas por un helicóptero de la Fuerza Aérea demostrando una vez más que la Argentina seguía dando pasos de gigante en el campo de la exploración espacial.</p><p></p><p>Debido al éxito alcanzado con la Operación Navidad, los científicos del Instituto Civil de Tecnología Espacial decidieron efectuar una segunda misión dentro del denominado Operativo Antropos, lanzando el 1 de febrero de 1970, desde Coronel Brandsen (PBA), un cohete Pantera X-1, a bordo del cual, fue instalada una monita hembra caí, a la que habían estado adaptando en días anteriores, a pruebas de fuerza centrífuga.</p><p></p><p>El vuelo se llevó a cabo sin problemas en lo referente al funcionamiento del vehículo y sus mecanismos de transmisión, pero al desacoplar la cápsula, el paracaídas no se abrió y la misma se precipitó a tierra, pereciendo su tripulante de manera instantánea.</p><p></p><p>Pese al parcial fracaso, la Argentina siguió experimentando sus cohetes científicos de manera exitosa por más de una década.</p><p></p><p>Del mismo modo que en 1968, en 1969 se concretaron numerosos lanzamientos de cohetes Orión, Canopus, Rigel, Centaure franceses y hasta un Nike Apache norteamericano, todos desde Chamical y con resultados satisfactorios.</p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Experiencias antárticas</span></p><p></p><p>Nuestro país fue la tercer nación, después de Rusia y EE.UU, en efectuar lanzamientos espaciales desde el continente antártico.</p><p></p><p>En septiembre de 1963 el Instituto de Investigación Aeronáutica y Espacial (IIAE) de Córdoba proyectó lanzamientos desde la Antártida, motivo por el cual se comenzó a trabajar activamente en el diseño de cohetes; montaje de laboratorios de electrónica de radiaciones y túneles de viento que brindarían el soporte técnico necesario para su concreción. </p><p></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/matienzo.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </p><p><em>La Argentina fue la tercer nación del mundo en efectuar lanzamientos desde la Antártida</em> </p><p></p><p>Se contaba además con un equipo veterano en materia de planificación y realización de lanzamientos, tanto nacionales como extranjeros, a través de la intensa actividad realizada en Chamical, entre las que son dignas de mención las experiencias Ion-Aer y Nube de Sodio, algunas de las cuales se desarrollaron en colaboración con equipos franceses y norteamericanos.</p><p></p><p>El objetivo de la misión consistía en medir la radiación cósmica, en forma simultánea desde la Base Matienzo (Antártida) y el Centro de Experimentación y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados (CELPA) de Chamical, provincia de La Rioja, distantes a 3950 km. uno de otro. Las cargas útiles, es decir, el instrumental de a bordo, fueron desarrolladas por el Laboratorio de Radiaciones y los cohetes por el Departamento de Diseño y Producción Espacial del IIAE.</p><p></p><p>El 5 de febrero de 1965 llegó a la Base Matienzo, sobre el islote Larsen del archipiélago volcánico Munatak Foca, un avión Douglas matrícula TA-05, transportando parte del instrumental necesario para el desarrollo de la experiencia y del personal calificado que habría de llevarla a cabo, encabezado por el vicecomodoro ingeniero Miguel Sánchez Peña. El resto ya había sido trasladado desde el mes de septiembre del año anterior en un C-47 especialmente preparado para vuelos de apoyo sin escala desde Río Gallegos. El experimento consistía en un lanzamiento conjunto de cohetes y globos sonda con el objeto de estudiar las condiciones de radiación Roentgen y meteorológicas en la alta atmósfera.</p><p></p><p>El 6 de febrero de 1965 se lanzó desde Matienzo el primero de los tres Gamma Centauro transportando en su carga útil un delicado cristal plástico montado sobre un fototubo, que debía convertir la energía electromagnética de los rayos de la alta atmósfera en energía lumínica a efectos de dar mayor impulso a sus propulsantes. Ese efecto se analizaría desde tierra con un transmisor telemétrico, almacenándose en grabadores fotomagnéticos. El 7 se disparó el segundo vector y el día ocho el último, seguidos por un globo sonda con el mismo instrumental cada uno mientras la base espacial de Chamical hacía lo propio disparando en simultáneo otros dos Gamma Centauro. La operación fue coronada por el éxito (7).</p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Alcanzando el espacio exterior</span> </p><p></p><p>La coronación de la carrera espacial argentina llegó con el desarrollo del poderoso cohete Castor con el que los ingenieros argentinos alcanzaron las fronteras mismas del espacio exterior, a cuyo límite habían llegado, oportunamente, con los Rigel.</p><p></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/castor.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </p><p><em>Cohete Castor (Gentileza Juan Parczewski)</em></p><p></p><p>El Castor pesaba 280 kg, su carga útil 75 kg y su peso propulsante total 852 kg, distribuidos en 680 los de su primera etapa y 172 los de la segunda. Las dimensiones de la nave eran de una longitud total de 8,40 m, de los que 3,36 pertenecían a la primera etapa con un diámetro de 69 cm, siendo su impulso específico de 220 seg. Lo que comúnmente se dice, un cohete de envergadura.</p><p></p><p>La primera etapa del complejo estaba compuesta por cuatro poderosos cohetes Canopus y la segunda por otro similar, que en su ojiva portaba la carga útil.</p><p></p><p>El primer lanzamiento tuvo lugar el 22 de diciembre de 1969 desde Chamical, dentro del denominado proyecto “Experiencia Navidad”, unas horas antes del viaje del mono Juan, oportunidad en la que solo se utilizó la primera etapa, sin ponerse en marcha la segunda. Por ese motivo, el complejo solo alcanzó los 70 km. de altura pero con los resultados esperados, dejando conformes a los técnicos del IIAE y de la Fuerza Aérea Argentina. </p><p></p><p>Un año después, el 16 de diciembre la Fuerza Aérea disparó otro Castor X-2, en cuya ojiva llevaba instrumental fotográfico para tomas de gran altura, seguido ese mismo día por dos Canopus dentro de lo que se dio en llamar Operativo Ñahí. El vehículo trepó exitosamente hasta los 500 km de altitud, un record histórico para América Latina, superando la que en años posteriores tendrían las estaciones orbitales soviéticas y la Estación Espacial Internacional, que gira en torno a la Tierra a 354 km de altura. Solo para darnos una idea de la magnitud de la misión, vaya como referencia que los vuelos suborbitales de los dos primeros astronautas norteamericanos, Alan Sheppard y Virgil I. Grissom, solo alcanzaron los 187 kilómetros, con una duración de 15 minutos cada uno.</p><p></p><p>Una experiencia similar tuvo lugar el 22 de diciembre de 1973, con otro cohete de idénticas características lanzado también desde Chamical, para el estudio de la alta atmósfera. </p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Nuevos lanzamientos desde la Antártida</span></p><p></p><p>En 1975 se puso en marcha el Operativo Experiencia EGANI con el lanzamiento de dos Castor desde la Base Antártica Marambio, desplazándose al personal técnico, los cohetes, carga útil, rampa de lanzamiento y demás equipos desde Córdoba y Buenos Aires, en un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina. La rampa de lanzamiento fue similar a la utilizada por cohetes americanos Nike-Cajun en Chamical, adaptada en los talleres del IIAE de Córdoba. Aviones Twin Otter y una pista preparada para recibir aeronaves tipo C-130 fueron acondicionados para el proyecto, montándose un equipo de radares “Rawin set” para facilitar el seguimiento y la comunicación con los cohetes y los puestos de observación en el continente, así como también con dos aviones de observación de la NASA que sobrevolarían el Atlántico a la altura de Nueva York. </p><p></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/castor2.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </p><p><em>El proyecto Castor llegó a ser el de mayor envergadura de toda Latinoamérica (Gentileza Juan Parczewski)</em> </p><p></p><p>El principal objetivo de la experiencia fue el estudio de los campos eléctricos y magnéticos en altura, los puntos neutros, la temperatura y el perfil de electrones, para lo que fue empleada una carga útil desarrollada por el IIAE en cooperación con el Instituto Max Planck- MPE de Garching, Alemania, consistente en una mezcla especial que incluyó una carga hueca capaz de formar una nube ionizada que produciría un chorro de electrones viajando como en un tubo desde la Antártida hasta el punto magnético fijado en el hemisferio Norte a la altura de Nueva York. Los datos serían enviados por telemetría a la estación de recepción en tierra, en tanto la nube ionizada sería visualizada y registrada por cámaras fotográficas desde puntos de observación en Tandil (Prov. de Buenos Aires) y desde el observatorio de El Leoncito en la provincia de San Juan. Los aviones de la NASA registrarían con cámaras de TV el pasaje de la nube que, como dato de interés, fue observada directamente por su tripulación cuando volaba próxima a la isla de Manhattan.</p><p></p><p>El 30 de septiembre de 1975 se lanzó desde Marambio el primero de los vectores, seguido por el segundo el 3 de octubre del mismo año. El éxito fue rotundo y sirvió para que las potencias del mundo se interesasen en los proyectos realizados por nuestro país. </p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Experiencias conjuntas</span> </p><p></p><p>La Argentina fue mucho más allá de lo esperado al disparar otros dos Castor desde la base aeroespacial peruana de Punta Lobos, el 21 y 22 de marzo de 1979 respectivamente, efectuando ambas naciones importantes estudios de las nubes de iones. </p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Argentina frena su avance en materia espacial</span> </p><p></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/condor.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </p><p><em>Cóndor II. El proyecto que no fue</em> </p><p></p><p>El desarrollo tecnológico y científico espacial argentino tuvo su apogeo entre los años 1966 y 1970, cuando se destinaron al mismo amplias partidas presupuestarias, demostrando el gobierno de turno especial interés por tales actividades. Las experiencias siguieron con notable impulso hasta 1973 y comenzaron a decaer, lentamente hasta principios de los ochenta. El 10 de diciembre de 1981 despegó desde Chamical el último cohete científico de fabricación nacional, el Tauro, misión que selló una etapa de dos décadas de desarrollo y éxito tecnológico sin precedentes en América del Sur. Esta nueva serie de proyectiles dotados de sofisticados equipos de medición e instrumental fotográfico llevó a cabo con éxito, bajo la dirección del comodoro ingeniero Ricardo Vicente Maggi, misiones de relevamiento de los recursos naturales muy provechosos para el estudio geográfico y económico del país. Los Tauro T-01 medían casi ocho metros de longitud por 0,278.5 de diámetro y disponían de dos etapas, la primera de 2,487 metros y la segunda de 5,179.8. Los Tauro T-09, de las mismas características, sufrieron algunas modificaciones en su estructura que les permitieron mayor dinámica de vuelo. El proyecto alcanzó su auge en 1981 siempre bajo la dirección del Com. Ing. Maggi, continuando el camino emprendido por los ingenieros Tabanera y Zeoli.</p><p></p><p>En esos años la Fuerza Aérea Argentina emprendió con especial dedicación el ambicioso proyecto de los poderosos misiles Alacrán y Cóndor II desarrollados en la base aérea de Falda del Carmen hasta 1993 año en que el gobierno nacional decidió desactivarlo.</p><p></p><p>La Argentina había sido pionera latinoamericana en materia de desarrollo espacial. Cuando Brasil, que hoy la ha superado ampliamente, lanzó desde Barreira do Inferno su primer cohete Sonda (16 de diciembre de 1965) hacía casi cinco años que el Alfa Centauro había surcado nuestros cielos; habían quedado atrás las experiencias Beta y Gamma Centauro y se iniciaba la puesta en marcha del proyecto Orión con el que se alcanzaron las mismas fronteras del espacio exterior. Los restantes países de la región comenzarían sus carreras mucho tiempo después. El tímido intento chileno del cohete Rayo desarrollado a partir de 1985 “bajo gran secreto”, terminó en el más estrepitoso fracaso, tal como lo señalaron en su momento importantes medios de prensa de aquel país (9). Perú recién lanzaría el Paulet I su primer cohete científico, el 26 de diciembre de 2005 y México marchaba a la zaga, con lanzamientos esporádicos entre 1963 y 1979</p><p>Como dice el ingeniero Pablo de León, presidente de la Asociación Argentina de Tecnología Espacial, hoy científico de la NASA: “Lamentablemente por las deficientes políticas de los diversos gobiernos argentinos, su inoperancia, su falta de interés en el desarrollo nacional, su miopía y su falta de visión, la Argentina perdió su capacidad aeronáutica y espacial tan duramente conseguida. El punto llegó a su nivel más bajo a principios de los ’90 cuando se canceló el Proyecto Cóndor, se desmantelaron las instalaciones de Falda del Carmen, se cerró el IIAE, se cedió la Fabrica Militar de Aviones a una empresa extranjera, se disolvió la CNIE, etc.”</p><p></p><p>Una vez más, la Argentina había demostrado al mundo su capacidad científica y tecnológica. Sus propios gobiernos, sobre todos los surgidos a partir de 1983, se encargaron de frenar tan extraordinario impulso.</p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Ing. Teófilo M. Tabanera</span> </p><p></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/tabanera.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </p><p><em>Ing. Teófilo M. Tabanera por Ramón Columba</em> </p><p></p><p>Nacido en Mendoza en 1912, Teófilo Melchor Tabanera fue, sin ninguna duda, uno de los principales impulsores del desarrollo y la tecnología espacial argentina. Graduado de ingeniero electromecánico en la Universidad Nacional de La Plata en 1936, efectuó viajes de estudio a los EE.UU. y Europa. Con anterioridad, se había desempeñado como dibujante en la empresa del ferrocarril y en YPF. </p><p></p><p>Tras desempeñarse eficazmente como profesional en YPF y Gas del Estado, trabajo en la construcción del oleoducto Mendoza-San Lorenzo y el gasoducto La Plata- Buenos Aires. Siendo gerente de la empresa Electrodinie, dirigió la construcción de la primera línea de alta tensión entre Buenos Aires y Santa Fe.</p><p></p><p>Pero donde Tabanera habría de destacar sería en el campo de la tecnología espacial. Siendo profesor titular de Física y Matemáticas de la Universidad de La Plata, dio forma a la Comisión Nacional del Espacio de la que fue su primer presidente, suerte de antecesora de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) de la que también fue titular por espacio de una década.</p><p></p><p>En 1945 fue designado miembro de la Sociedad Británica Interplanetaria y de la Sociedad Americana de Cohetes de los EE.UU. y posteriormente representó a nuestro país en el Congreso Mundial de Energía celebrado en La Haya, Holanda, en 1947.</p><p></p><p>El afán de estudio y exploración del ingeniero Tabanera lo llevó a fundar entre 1948 y 1949 la Asociación Argentina Interplanetaria, prestigiosa entidad científica que presidió hasta 1959 y que habría de convertirse en la </p><p>Asociación de Ciencias Espaciales de la Argentina. Desde ahí se dedicó con afán a impulsar el desarrollo de un programa espacial propio, hecho que le valió no solo el reconocimiento de otras naciones latinoamericanas que lo llamaron a integrar los directorios de sus nacientes instituciones sino de las principales potencias del mundo, conocedoras de su capacidad y talento. El mismo año en que fundó la Asociación Argentina Interplanetaria fue invitado al Primer Congreso Internacional de Astronáutica, organizado por la prestigiosa Universidad de La Sorbona, en París. Durante el mismo, quedó constituida la Federación Internacional de Astronáutica (FAI) de la que Tabanera fue designado vicepresidente por cinco períodos consecutivos.</p><p></p><p>En 1969 el ingeniero Tabanera organizó y fue anfitrión del congreso de la FAI en la ciudad de Mar del Plata, al que se dieron cita los más importantes científicos de Occidente, incluyendo los de EE.UU. y Francia.</p><p></p><p>Tabanera no solo se dedicó a organizar y enseñar sino también a difundir. Además de dirigir por más de diez años la única revista especializada en ciencia espacial y astronáutica de Latinoamérica, fue autor de varios libros especializados, destacando entre ellos La exploración del Espacio, La Astronáutica, Qué es la Astronáutica, Satélites y Educación, El hombre ante el Espacio, Argentina ante el reto del tercer milenio y un apéndice en la obra Cohetes, proyectiles dirigidos y hombres en el Espacio de Willy Ley (Ediciones Pomaire). Fue autor de numerosos artículos publicados en revistas especializadas (el primero de ellos en 1931, cuando tenía 19 años de edad) y conferencias dictadas en el país y en el exterior, una de las más importantes en la sesión de las Naciones Unidas en 1969 celebrada en Viena, donde habló de la educación a distancia a través de satélites para toda Latinoamérica. </p><p>Según refiere Juan Parczewski en su completo site, de donde hemos obtenido algunos de los datos aquí expuestos, en 1971 Tabanera propuso un estudio detallado de cómo organizar mejor la educación en áreas remotas a través de la televisión vía satélite. También asistió a todos los lanzamientos lunares del programa Apolo y al primer lanzamiento, en 1981, del trasbordador espacial, a poco de producirse su fallecimiento.</p><p></p><p>“Teófilo Tabanera trajo la era espacial a Argentina, y la puso en contacto con las personas y las organizaciones internacionales dedicadas a la promoción de la exploración espacial” (10).</p><p></p><p>En honor a la memoria de tan distinguido científico, le fue impuesto su nombre al Centro Espacial de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CNAE), situado a 30 kilómetros de la ciudad de Córdoba.</p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Comodoro ingeniero Aldo Zeoli</span></p><p></p><p>El otro gran artífice de la carrera espacial argentina fue, sin ninguna duda, el comodoro ingeniero Aldo Zeoli, militar y profesional nacido en Rosario, provincia de Santa Fe, el 3 de junio de 1916.</p><p></p><p>Graduado en la Escuela Industrial de la Nación en 1938, ingresó al año siguiente en la histórica Universidad Nacional de Córdoba, donde se recibió de ingeniero aeronáutico en 1943, especializado en proyectos y cálculos. </p><p></p><p><img src="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/Aldo-Zeoli.jpg" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /> </p><p><em>Ing. Aeronáutico Comodoro Aldo Zeoli (Gentileza Juan Parczewski. Fotografías de Adrián Aldo Zeoli)</em> </p><p></p><p>Dada su probada capacidad y mientras se desempeñaba en el Instituto Aerotécnico, el brigadier mayor Juan I. San Martín, ministro de Aeronáutica, lo invitó a incorporarse a la Fuerza Aérea Argentina con el grado de primer teniente, efectuando viajes de instrucción a Inglaterra. A su regreso, tras varios destinos en diferentes puntos del país, fue ascendido a vicecomodoro, incorporándose a la Fábrica Militar de Aviones en 1960, cuando se lo designó jefe de Armamento y de Vehículos Espaciales. Desde ese puesto daría impulso al programa espacial de la Fuerza Aérea con apoyo de personal del Instituto Aerotécnico con el que desarrollaría el cohete Alfa Centauro, verdadero logro de la tecnología nacional.</p><p></p><p>Tras ser lanzado con éxito el primero de aquella serie de cohetes, el ingeniero Zeóli viajó a los EE.UU. para firmar convenios con las autoridades de la NASA, que a corto plazo habrían de redundar positivamente en el programa espacial argentino.</p><p></p><p>A partir de ese momento, el ingeniero Zeóli se abocó de lleno al desarrollo del proyecto espacial dando impulso a las misiones Alfa, Beta y Gamma Centauro, Orión, Canopus, Rigel y Castor con los que nuestro país estuvo a la cabeza de la carrera espacial en América Latina.</p><p></p><p>Designado presidente del Instituto Aeroespacial, brindó asesoramiento a la Fuerza Aérea Argentina en materia de combustible autopropulsante para cohetes, en un intento por que nuestra nación lograse desarrollar un vehículo capaz de colocar un satélite en órbita, cosa que muchos años después se conseguiría con el Proyecto “Cóndor”. Es de destacar el apoyo que siempre buscó en las distintas universidades del país y la labor intelectual que llevó a cabo dictando conferencias.</p><p></p><p><span style="font-size: 15px">Com. Ing. (R) Ricardo Vicente Maggi</span></p><p></p><p>Militar y técnico aeroespacial argentino, integrante de la Fuerza Aérea, graduado de ingeniero aeronáutico tuvo a su cargo el Proyecto Tauro entre los años setenta y ochenta, proyectiles dotados de instrumental fotográfico y equipos de medición con los que se efectuaron estudios y relevamientos de los recursos naturales de nuestro país hasta 1981.</p><p></p><p>--------------------------------------------------------------------------------</p><p></p><p><em><span style="font-size: 15px">Notas</span></em></p><p></p><p>1- Benjamín Meiojas, “Cohetes en la Argentina”, parte II; Biblioteca de la Fuerza Aérea Argentina, 623.451-519 (82), p. 84</p><p></p><p>2- Idem</p><p></p><p>3- Creado por decreto del Poder Ejecutivo Nacional el 27 de junio de 1961</p><p></p><p>4- Benjamín Meiojas, Op. sit, parte I, 629.19, p. 50 (82)</p><p></p><p>5- Niotti, Hugo F. L. “Recordando la experiencia Bio I”, Revista “Aeroespacio” Nº 533; enero/febrero de 2000</p><p></p><p>6- Las medidas del cohete Rigel eran: Longitud total: 6,237 metros; 1ª Etapa: 2,155 metros; 2ª Etapa: 4,082 metros. Diámetro 1ª Etapa: 0,278 metros; 2ª Etapa: 0,206 metros</p><p></p><p>7- Benjamín Meiojas, op. cit. parte I, 629.19 (82). P.53</p><p></p><p>8- Los dos primeros viajes norteamericanos, el de los astronautas Alan Sheppard (5 de mayo de 1961) y Virgil “Gus” Grissom (21 de julio del mismo año) solo fueron vuelos suborbitales, es decir, simples saltos de 187 kms en los que apenas se alcanzaba el espacio exterior. Durante muchísimos años se creyó que el primer hombre en el espacio había sido el ruso Yuri Gagarin, que el 12 de abril de 1961 a bordo del Vostok 1 dio una vuelta completa a la Tierra y regresó sano y salvo seguido el 6 de agosto de 1961 por Germán Titov en el Vostok II, primer hombre en permanecer más de veinticuatro horas en el cosmos. Sin embargo, tras la caída del régimen soviético, se supo que cinco días antes Rusia había enviado a otro hombre al espacio, Sergei Vladimir Ilyushin, portador de un apellido emblemático en materia de desarrollo aeronáutico por ser su padre el famoso diseñador de aviones. Ilyushin orbitó tres veces la Tierra pero una falla en el sistema de descenso a su regreso, hizo que su nave efectuase un aterrizaje de emergencia en China. De una cápsula prácticamente destrozada, las autoridades chinas extrajeron a un cosmonauta moribundo al que tuvieron un año internado en un hospital militar bajo estricto secreto de Estado. Los soviéticos lograron recuperar a su hombre al cabo de muchas negociaciones y mantuvieron en el más absoluto secreto el vuelo. Las torpes autoridades comunistas creyeron perjudiciales para su prestigio, las vicisitudes del vuelo. </p><p></p><p>9- “La Nación”, Santiago de Chile, domingo 17 de agosto de 2003</p><p></p><p>10- Juan Parczewski, www.jpcoheteria.com.ar/web/Personalidades/Tabanera/tabanera.htm </p><p></p><p><a href="http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/conquista.htm">http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/conquista.htm</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="argie, post: 789022, member: 141"] [U][SIZE="5"]ARGENTINA Y LA CONQUISTA DEL ESPACIO[/SIZE][/U] [SIZE="3"]-Parte 2-[/SIZE] [I]Por Alberto N. Manfredi (h)[/I] [SIZE="4"]Operación Navidad[/SIZE] [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/monojuan.jpg[/IMG] [I]Mono misionero de raza caí. A esta especie pertenecieron Juan y otros simios utilizados en nuestras experiencias espaciales[/I] A comienzos de 1969 la Argentina comenzó a desarrollar las misiones Canopus y Rigel con el lanzamiento al espacio de cohetes de mucha mayor envergadura, de una y dos etapas. La familia del Canopus I contaba con vectores de 4 metros de longitud por 0,278.5 de diámetro y motores mucho más sofisticados. A estos proyectiles le siguieron los Canopus II, con un largo de 4,724 metros y a éstos una versión adaptada de 5,019.5 de longitud con una ojiva de 0,320, para experiencias biológicas. Al igual que los Beta y Gamma Centauro, los Rigel disponían de dos etapas aunque de mayores proporciones, lo que les permitió alcanzar altitudes superiores a los 400 kilómetros (6). Estas dos familias de cohetes fueron utilizadas para la realización de experiencias tecnológicas y biológicas de mayor envergadura que colocaron a nuestro país en un plano de desarrollo que solo ostentaban, hasta ese momento, EE.UU. Rusia y Francia. El 23 de diciembre de 1969, en horas de la noche, la Fuerza Aérea Argentina junto a técnicos y científicos de la Universidad Nacional de Tucumán efectuaron el lanzamiento de un poderoso Rigel 04 de dos etapas, en el que viajaba un mono caí misionero cazado especialmente por la Gendarmería Nacional en plena selva. El simio, de dos años de edad, 1400 gramos de peso y 30 centímetros de altura, recibió el nombre de Juan. Aquel día, ante científicos, autoridades y periodistas nacionales, los técnicos y asistentes del proyecto colocaron a Juan en el interior de la cápsula “Amanecer” y a las 06.30 de la madrugada dispararon el proyectil hacia los cielos, trepando exitosamente hasta una altura de 60 km. en un vuelo de 8 minutos de duración. El animal viajó en un ambiente rico en oxígeno y baja proporción de anhídrido carbónico y humedad; se controló su sistema respiratorio, se le efectuaron electrocardiogramas y se mantuvo la temperatura de su cuerpo en equilibrio, todo ello además de diversos controles hechos al vector mediante instrumental telemétrico de larga distancia. La cápsula y su tripulante fueron recuperadas sin problemas por un helicóptero de la Fuerza Aérea demostrando una vez más que la Argentina seguía dando pasos de gigante en el campo de la exploración espacial. Debido al éxito alcanzado con la Operación Navidad, los científicos del Instituto Civil de Tecnología Espacial decidieron efectuar una segunda misión dentro del denominado Operativo Antropos, lanzando el 1 de febrero de 1970, desde Coronel Brandsen (PBA), un cohete Pantera X-1, a bordo del cual, fue instalada una monita hembra caí, a la que habían estado adaptando en días anteriores, a pruebas de fuerza centrífuga. El vuelo se llevó a cabo sin problemas en lo referente al funcionamiento del vehículo y sus mecanismos de transmisión, pero al desacoplar la cápsula, el paracaídas no se abrió y la misma se precipitó a tierra, pereciendo su tripulante de manera instantánea. Pese al parcial fracaso, la Argentina siguió experimentando sus cohetes científicos de manera exitosa por más de una década. Del mismo modo que en 1968, en 1969 se concretaron numerosos lanzamientos de cohetes Orión, Canopus, Rigel, Centaure franceses y hasta un Nike Apache norteamericano, todos desde Chamical y con resultados satisfactorios. [SIZE="4"]Experiencias antárticas[/SIZE] Nuestro país fue la tercer nación, después de Rusia y EE.UU, en efectuar lanzamientos espaciales desde el continente antártico. En septiembre de 1963 el Instituto de Investigación Aeronáutica y Espacial (IIAE) de Córdoba proyectó lanzamientos desde la Antártida, motivo por el cual se comenzó a trabajar activamente en el diseño de cohetes; montaje de laboratorios de electrónica de radiaciones y túneles de viento que brindarían el soporte técnico necesario para su concreción. [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/matienzo.jpg[/IMG] [I]La Argentina fue la tercer nación del mundo en efectuar lanzamientos desde la Antártida[/I] Se contaba además con un equipo veterano en materia de planificación y realización de lanzamientos, tanto nacionales como extranjeros, a través de la intensa actividad realizada en Chamical, entre las que son dignas de mención las experiencias Ion-Aer y Nube de Sodio, algunas de las cuales se desarrollaron en colaboración con equipos franceses y norteamericanos. El objetivo de la misión consistía en medir la radiación cósmica, en forma simultánea desde la Base Matienzo (Antártida) y el Centro de Experimentación y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados (CELPA) de Chamical, provincia de La Rioja, distantes a 3950 km. uno de otro. Las cargas útiles, es decir, el instrumental de a bordo, fueron desarrolladas por el Laboratorio de Radiaciones y los cohetes por el Departamento de Diseño y Producción Espacial del IIAE. El 5 de febrero de 1965 llegó a la Base Matienzo, sobre el islote Larsen del archipiélago volcánico Munatak Foca, un avión Douglas matrícula TA-05, transportando parte del instrumental necesario para el desarrollo de la experiencia y del personal calificado que habría de llevarla a cabo, encabezado por el vicecomodoro ingeniero Miguel Sánchez Peña. El resto ya había sido trasladado desde el mes de septiembre del año anterior en un C-47 especialmente preparado para vuelos de apoyo sin escala desde Río Gallegos. El experimento consistía en un lanzamiento conjunto de cohetes y globos sonda con el objeto de estudiar las condiciones de radiación Roentgen y meteorológicas en la alta atmósfera. El 6 de febrero de 1965 se lanzó desde Matienzo el primero de los tres Gamma Centauro transportando en su carga útil un delicado cristal plástico montado sobre un fototubo, que debía convertir la energía electromagnética de los rayos de la alta atmósfera en energía lumínica a efectos de dar mayor impulso a sus propulsantes. Ese efecto se analizaría desde tierra con un transmisor telemétrico, almacenándose en grabadores fotomagnéticos. El 7 se disparó el segundo vector y el día ocho el último, seguidos por un globo sonda con el mismo instrumental cada uno mientras la base espacial de Chamical hacía lo propio disparando en simultáneo otros dos Gamma Centauro. La operación fue coronada por el éxito (7). [SIZE="4"]Alcanzando el espacio exterior[/SIZE] La coronación de la carrera espacial argentina llegó con el desarrollo del poderoso cohete Castor con el que los ingenieros argentinos alcanzaron las fronteras mismas del espacio exterior, a cuyo límite habían llegado, oportunamente, con los Rigel. [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/castor.jpg[/IMG] [I]Cohete Castor (Gentileza Juan Parczewski)[/I] El Castor pesaba 280 kg, su carga útil 75 kg y su peso propulsante total 852 kg, distribuidos en 680 los de su primera etapa y 172 los de la segunda. Las dimensiones de la nave eran de una longitud total de 8,40 m, de los que 3,36 pertenecían a la primera etapa con un diámetro de 69 cm, siendo su impulso específico de 220 seg. Lo que comúnmente se dice, un cohete de envergadura. La primera etapa del complejo estaba compuesta por cuatro poderosos cohetes Canopus y la segunda por otro similar, que en su ojiva portaba la carga útil. El primer lanzamiento tuvo lugar el 22 de diciembre de 1969 desde Chamical, dentro del denominado proyecto “Experiencia Navidad”, unas horas antes del viaje del mono Juan, oportunidad en la que solo se utilizó la primera etapa, sin ponerse en marcha la segunda. Por ese motivo, el complejo solo alcanzó los 70 km. de altura pero con los resultados esperados, dejando conformes a los técnicos del IIAE y de la Fuerza Aérea Argentina. Un año después, el 16 de diciembre la Fuerza Aérea disparó otro Castor X-2, en cuya ojiva llevaba instrumental fotográfico para tomas de gran altura, seguido ese mismo día por dos Canopus dentro de lo que se dio en llamar Operativo Ñahí. El vehículo trepó exitosamente hasta los 500 km de altitud, un record histórico para América Latina, superando la que en años posteriores tendrían las estaciones orbitales soviéticas y la Estación Espacial Internacional, que gira en torno a la Tierra a 354 km de altura. Solo para darnos una idea de la magnitud de la misión, vaya como referencia que los vuelos suborbitales de los dos primeros astronautas norteamericanos, Alan Sheppard y Virgil I. Grissom, solo alcanzaron los 187 kilómetros, con una duración de 15 minutos cada uno. Una experiencia similar tuvo lugar el 22 de diciembre de 1973, con otro cohete de idénticas características lanzado también desde Chamical, para el estudio de la alta atmósfera. [SIZE="4"]Nuevos lanzamientos desde la Antártida[/SIZE] En 1975 se puso en marcha el Operativo Experiencia EGANI con el lanzamiento de dos Castor desde la Base Antártica Marambio, desplazándose al personal técnico, los cohetes, carga útil, rampa de lanzamiento y demás equipos desde Córdoba y Buenos Aires, en un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina. La rampa de lanzamiento fue similar a la utilizada por cohetes americanos Nike-Cajun en Chamical, adaptada en los talleres del IIAE de Córdoba. Aviones Twin Otter y una pista preparada para recibir aeronaves tipo C-130 fueron acondicionados para el proyecto, montándose un equipo de radares “Rawin set” para facilitar el seguimiento y la comunicación con los cohetes y los puestos de observación en el continente, así como también con dos aviones de observación de la NASA que sobrevolarían el Atlántico a la altura de Nueva York. [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/castor2.jpg[/IMG] [I]El proyecto Castor llegó a ser el de mayor envergadura de toda Latinoamérica (Gentileza Juan Parczewski)[/I] El principal objetivo de la experiencia fue el estudio de los campos eléctricos y magnéticos en altura, los puntos neutros, la temperatura y el perfil de electrones, para lo que fue empleada una carga útil desarrollada por el IIAE en cooperación con el Instituto Max Planck- MPE de Garching, Alemania, consistente en una mezcla especial que incluyó una carga hueca capaz de formar una nube ionizada que produciría un chorro de electrones viajando como en un tubo desde la Antártida hasta el punto magnético fijado en el hemisferio Norte a la altura de Nueva York. Los datos serían enviados por telemetría a la estación de recepción en tierra, en tanto la nube ionizada sería visualizada y registrada por cámaras fotográficas desde puntos de observación en Tandil (Prov. de Buenos Aires) y desde el observatorio de El Leoncito en la provincia de San Juan. Los aviones de la NASA registrarían con cámaras de TV el pasaje de la nube que, como dato de interés, fue observada directamente por su tripulación cuando volaba próxima a la isla de Manhattan. El 30 de septiembre de 1975 se lanzó desde Marambio el primero de los vectores, seguido por el segundo el 3 de octubre del mismo año. El éxito fue rotundo y sirvió para que las potencias del mundo se interesasen en los proyectos realizados por nuestro país. [SIZE="4"]Experiencias conjuntas[/SIZE] La Argentina fue mucho más allá de lo esperado al disparar otros dos Castor desde la base aeroespacial peruana de Punta Lobos, el 21 y 22 de marzo de 1979 respectivamente, efectuando ambas naciones importantes estudios de las nubes de iones. [SIZE="4"]Argentina frena su avance en materia espacial[/SIZE] [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/condor.jpg[/IMG] [I]Cóndor II. El proyecto que no fue[/I] El desarrollo tecnológico y científico espacial argentino tuvo su apogeo entre los años 1966 y 1970, cuando se destinaron al mismo amplias partidas presupuestarias, demostrando el gobierno de turno especial interés por tales actividades. Las experiencias siguieron con notable impulso hasta 1973 y comenzaron a decaer, lentamente hasta principios de los ochenta. El 10 de diciembre de 1981 despegó desde Chamical el último cohete científico de fabricación nacional, el Tauro, misión que selló una etapa de dos décadas de desarrollo y éxito tecnológico sin precedentes en América del Sur. Esta nueva serie de proyectiles dotados de sofisticados equipos de medición e instrumental fotográfico llevó a cabo con éxito, bajo la dirección del comodoro ingeniero Ricardo Vicente Maggi, misiones de relevamiento de los recursos naturales muy provechosos para el estudio geográfico y económico del país. Los Tauro T-01 medían casi ocho metros de longitud por 0,278.5 de diámetro y disponían de dos etapas, la primera de 2,487 metros y la segunda de 5,179.8. Los Tauro T-09, de las mismas características, sufrieron algunas modificaciones en su estructura que les permitieron mayor dinámica de vuelo. El proyecto alcanzó su auge en 1981 siempre bajo la dirección del Com. Ing. Maggi, continuando el camino emprendido por los ingenieros Tabanera y Zeoli. En esos años la Fuerza Aérea Argentina emprendió con especial dedicación el ambicioso proyecto de los poderosos misiles Alacrán y Cóndor II desarrollados en la base aérea de Falda del Carmen hasta 1993 año en que el gobierno nacional decidió desactivarlo. La Argentina había sido pionera latinoamericana en materia de desarrollo espacial. Cuando Brasil, que hoy la ha superado ampliamente, lanzó desde Barreira do Inferno su primer cohete Sonda (16 de diciembre de 1965) hacía casi cinco años que el Alfa Centauro había surcado nuestros cielos; habían quedado atrás las experiencias Beta y Gamma Centauro y se iniciaba la puesta en marcha del proyecto Orión con el que se alcanzaron las mismas fronteras del espacio exterior. Los restantes países de la región comenzarían sus carreras mucho tiempo después. El tímido intento chileno del cohete Rayo desarrollado a partir de 1985 “bajo gran secreto”, terminó en el más estrepitoso fracaso, tal como lo señalaron en su momento importantes medios de prensa de aquel país (9). Perú recién lanzaría el Paulet I su primer cohete científico, el 26 de diciembre de 2005 y México marchaba a la zaga, con lanzamientos esporádicos entre 1963 y 1979 Como dice el ingeniero Pablo de León, presidente de la Asociación Argentina de Tecnología Espacial, hoy científico de la NASA: “Lamentablemente por las deficientes políticas de los diversos gobiernos argentinos, su inoperancia, su falta de interés en el desarrollo nacional, su miopía y su falta de visión, la Argentina perdió su capacidad aeronáutica y espacial tan duramente conseguida. El punto llegó a su nivel más bajo a principios de los ’90 cuando se canceló el Proyecto Cóndor, se desmantelaron las instalaciones de Falda del Carmen, se cerró el IIAE, se cedió la Fabrica Militar de Aviones a una empresa extranjera, se disolvió la CNIE, etc.” Una vez más, la Argentina había demostrado al mundo su capacidad científica y tecnológica. Sus propios gobiernos, sobre todos los surgidos a partir de 1983, se encargaron de frenar tan extraordinario impulso. [SIZE="4"]Ing. Teófilo M. Tabanera[/SIZE] [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/tabanera.jpg[/IMG] [I]Ing. Teófilo M. Tabanera por Ramón Columba[/I] Nacido en Mendoza en 1912, Teófilo Melchor Tabanera fue, sin ninguna duda, uno de los principales impulsores del desarrollo y la tecnología espacial argentina. Graduado de ingeniero electromecánico en la Universidad Nacional de La Plata en 1936, efectuó viajes de estudio a los EE.UU. y Europa. Con anterioridad, se había desempeñado como dibujante en la empresa del ferrocarril y en YPF. Tras desempeñarse eficazmente como profesional en YPF y Gas del Estado, trabajo en la construcción del oleoducto Mendoza-San Lorenzo y el gasoducto La Plata- Buenos Aires. Siendo gerente de la empresa Electrodinie, dirigió la construcción de la primera línea de alta tensión entre Buenos Aires y Santa Fe. Pero donde Tabanera habría de destacar sería en el campo de la tecnología espacial. Siendo profesor titular de Física y Matemáticas de la Universidad de La Plata, dio forma a la Comisión Nacional del Espacio de la que fue su primer presidente, suerte de antecesora de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) de la que también fue titular por espacio de una década. En 1945 fue designado miembro de la Sociedad Británica Interplanetaria y de la Sociedad Americana de Cohetes de los EE.UU. y posteriormente representó a nuestro país en el Congreso Mundial de Energía celebrado en La Haya, Holanda, en 1947. El afán de estudio y exploración del ingeniero Tabanera lo llevó a fundar entre 1948 y 1949 la Asociación Argentina Interplanetaria, prestigiosa entidad científica que presidió hasta 1959 y que habría de convertirse en la Asociación de Ciencias Espaciales de la Argentina. Desde ahí se dedicó con afán a impulsar el desarrollo de un programa espacial propio, hecho que le valió no solo el reconocimiento de otras naciones latinoamericanas que lo llamaron a integrar los directorios de sus nacientes instituciones sino de las principales potencias del mundo, conocedoras de su capacidad y talento. El mismo año en que fundó la Asociación Argentina Interplanetaria fue invitado al Primer Congreso Internacional de Astronáutica, organizado por la prestigiosa Universidad de La Sorbona, en París. Durante el mismo, quedó constituida la Federación Internacional de Astronáutica (FAI) de la que Tabanera fue designado vicepresidente por cinco períodos consecutivos. En 1969 el ingeniero Tabanera organizó y fue anfitrión del congreso de la FAI en la ciudad de Mar del Plata, al que se dieron cita los más importantes científicos de Occidente, incluyendo los de EE.UU. y Francia. Tabanera no solo se dedicó a organizar y enseñar sino también a difundir. Además de dirigir por más de diez años la única revista especializada en ciencia espacial y astronáutica de Latinoamérica, fue autor de varios libros especializados, destacando entre ellos La exploración del Espacio, La Astronáutica, Qué es la Astronáutica, Satélites y Educación, El hombre ante el Espacio, Argentina ante el reto del tercer milenio y un apéndice en la obra Cohetes, proyectiles dirigidos y hombres en el Espacio de Willy Ley (Ediciones Pomaire). Fue autor de numerosos artículos publicados en revistas especializadas (el primero de ellos en 1931, cuando tenía 19 años de edad) y conferencias dictadas en el país y en el exterior, una de las más importantes en la sesión de las Naciones Unidas en 1969 celebrada en Viena, donde habló de la educación a distancia a través de satélites para toda Latinoamérica. Según refiere Juan Parczewski en su completo site, de donde hemos obtenido algunos de los datos aquí expuestos, en 1971 Tabanera propuso un estudio detallado de cómo organizar mejor la educación en áreas remotas a través de la televisión vía satélite. También asistió a todos los lanzamientos lunares del programa Apolo y al primer lanzamiento, en 1981, del trasbordador espacial, a poco de producirse su fallecimiento. “Teófilo Tabanera trajo la era espacial a Argentina, y la puso en contacto con las personas y las organizaciones internacionales dedicadas a la promoción de la exploración espacial” (10). En honor a la memoria de tan distinguido científico, le fue impuesto su nombre al Centro Espacial de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CNAE), situado a 30 kilómetros de la ciudad de Córdoba. [SIZE="4"]Comodoro ingeniero Aldo Zeoli[/SIZE] El otro gran artífice de la carrera espacial argentina fue, sin ninguna duda, el comodoro ingeniero Aldo Zeoli, militar y profesional nacido en Rosario, provincia de Santa Fe, el 3 de junio de 1916. Graduado en la Escuela Industrial de la Nación en 1938, ingresó al año siguiente en la histórica Universidad Nacional de Córdoba, donde se recibió de ingeniero aeronáutico en 1943, especializado en proyectos y cálculos. [IMG]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/Aldo-Zeoli.jpg[/IMG] [I]Ing. Aeronáutico Comodoro Aldo Zeoli (Gentileza Juan Parczewski. Fotografías de Adrián Aldo Zeoli)[/I] Dada su probada capacidad y mientras se desempeñaba en el Instituto Aerotécnico, el brigadier mayor Juan I. San Martín, ministro de Aeronáutica, lo invitó a incorporarse a la Fuerza Aérea Argentina con el grado de primer teniente, efectuando viajes de instrucción a Inglaterra. A su regreso, tras varios destinos en diferentes puntos del país, fue ascendido a vicecomodoro, incorporándose a la Fábrica Militar de Aviones en 1960, cuando se lo designó jefe de Armamento y de Vehículos Espaciales. Desde ese puesto daría impulso al programa espacial de la Fuerza Aérea con apoyo de personal del Instituto Aerotécnico con el que desarrollaría el cohete Alfa Centauro, verdadero logro de la tecnología nacional. Tras ser lanzado con éxito el primero de aquella serie de cohetes, el ingeniero Zeóli viajó a los EE.UU. para firmar convenios con las autoridades de la NASA, que a corto plazo habrían de redundar positivamente en el programa espacial argentino. A partir de ese momento, el ingeniero Zeóli se abocó de lleno al desarrollo del proyecto espacial dando impulso a las misiones Alfa, Beta y Gamma Centauro, Orión, Canopus, Rigel y Castor con los que nuestro país estuvo a la cabeza de la carrera espacial en América Latina. Designado presidente del Instituto Aeroespacial, brindó asesoramiento a la Fuerza Aérea Argentina en materia de combustible autopropulsante para cohetes, en un intento por que nuestra nación lograse desarrollar un vehículo capaz de colocar un satélite en órbita, cosa que muchos años después se conseguiría con el Proyecto “Cóndor”. Es de destacar el apoyo que siempre buscó en las distintas universidades del país y la labor intelectual que llevó a cabo dictando conferencias. [SIZE="4"]Com. Ing. (R) Ricardo Vicente Maggi[/SIZE] Militar y técnico aeroespacial argentino, integrante de la Fuerza Aérea, graduado de ingeniero aeronáutico tuvo a su cargo el Proyecto Tauro entre los años setenta y ochenta, proyectiles dotados de instrumental fotográfico y equipos de medición con los que se efectuaron estudios y relevamientos de los recursos naturales de nuestro país hasta 1981. -------------------------------------------------------------------------------- [I][SIZE="4"]Notas[/SIZE][/I] 1- Benjamín Meiojas, “Cohetes en la Argentina”, parte II; Biblioteca de la Fuerza Aérea Argentina, 623.451-519 (82), p. 84 2- Idem 3- Creado por decreto del Poder Ejecutivo Nacional el 27 de junio de 1961 4- Benjamín Meiojas, Op. sit, parte I, 629.19, p. 50 (82) 5- Niotti, Hugo F. L. “Recordando la experiencia Bio I”, Revista “Aeroespacio” Nº 533; enero/febrero de 2000 6- Las medidas del cohete Rigel eran: Longitud total: 6,237 metros; 1ª Etapa: 2,155 metros; 2ª Etapa: 4,082 metros. Diámetro 1ª Etapa: 0,278 metros; 2ª Etapa: 0,206 metros 7- Benjamín Meiojas, op. cit. parte I, 629.19 (82). P.53 8- Los dos primeros viajes norteamericanos, el de los astronautas Alan Sheppard (5 de mayo de 1961) y Virgil “Gus” Grissom (21 de julio del mismo año) solo fueron vuelos suborbitales, es decir, simples saltos de 187 kms en los que apenas se alcanzaba el espacio exterior. Durante muchísimos años se creyó que el primer hombre en el espacio había sido el ruso Yuri Gagarin, que el 12 de abril de 1961 a bordo del Vostok 1 dio una vuelta completa a la Tierra y regresó sano y salvo seguido el 6 de agosto de 1961 por Germán Titov en el Vostok II, primer hombre en permanecer más de veinticuatro horas en el cosmos. Sin embargo, tras la caída del régimen soviético, se supo que cinco días antes Rusia había enviado a otro hombre al espacio, Sergei Vladimir Ilyushin, portador de un apellido emblemático en materia de desarrollo aeronáutico por ser su padre el famoso diseñador de aviones. Ilyushin orbitó tres veces la Tierra pero una falla en el sistema de descenso a su regreso, hizo que su nave efectuase un aterrizaje de emergencia en China. De una cápsula prácticamente destrozada, las autoridades chinas extrajeron a un cosmonauta moribundo al que tuvieron un año internado en un hospital militar bajo estricto secreto de Estado. Los soviéticos lograron recuperar a su hombre al cabo de muchas negociaciones y mantuvieron en el más absoluto secreto el vuelo. Las torpes autoridades comunistas creyeron perjudiciales para su prestigio, las vicisitudes del vuelo. 9- “La Nación”, Santiago de Chile, domingo 17 de agosto de 2003 10- Juan Parczewski, [url]www.jpcoheteria.com.ar/web/Personalidades/Tabanera/tabanera.htm[/url] [url]http://www.reconquistaydefensa.org.ar/_historia/espacio/conquista.htm[/url] [/QUOTE]
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Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
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