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<blockquote data-quote="HernanF" data-source="post: 1083520" data-attributes="member: 7964"><p><span style="font-size: 18px"><strong>El pueblo egipcio se vuelca nuevamente a las calles.</strong></span></p><p></p><p>El fin de semana pasado, la marcha de la transición política egipcia se complicó seriamente. Una vez más la Plaza Tahir, en El Cairo, fue el escenario central de duros enfrentamientos entre miles de manifestantes y policías y militares. Otras protestas estallaron también en Alejandría, Suez y Port Said. El saldo fue trágico: siete muertos y más de 900 heridos, en dos días de verdaderas batallas campales callejeras.</p><p>La ira e impaciencia de la gente no tiene ya como blanco al depuesto ex presidente Hosni Mubarak, sino a los propios militares, personalizados en quien fuera -por veinte años- el Ministro de Defensa de Mubarak, el actual jefe del gobierno interino, el Mariscal de Campo Mohamed Hussein Tantawi, que encabeza el llamado Consejo de las Fuerzas Armadas.</p><p>Ni las nubes de gases lacrimógenos, ni la lluvia de perdigones, ni el impacto de las balas de goma, fueron capaces de alejar o silenciar a los manifestantes, que exigen el rápido fin del gobierno militar y la confección de una nueva "hoja de ruta", que los aleje del poder lo más clara y rápidamente posible.</p><p>Hay elecciones parlamentarias -las primeras verdaderamente libres en seis décadas de dictadura militar- previstas para el próximo lunes 28 de noviembre, las que debieran extenderse escalonadamente hasta el próximo mes de marzo. Se trata del primer paso de una "hoja de ruta" cada vez más cuestionada.</p><p>Para los militares, tener que postergarlas sería complicar las cosas, en extremo. Porque de alguna manera se interrumpiría un proceso que creen en marcha. Ocurre que, una vez electo, el nuevo parlamento debería elegir nada menos que a los encargados de proyectar una nueva Constitución para Egipto. Sancionada que ella sea, se convocaría -recién entonces- a elecciones presidenciales. Hablamos del 2013 o quizás más.</p><p>Hasta entonces, los militares planean seguir aferrados al poder, conduciendo lo que ellos mismos han diseñado: una lenta transición. Y esto irrita cada vez más a la gente, que -viendo en ellos la continuidad del régimen de Mubarak- aspira a sacarlos del sitial del poder sin demasiadas demoras y terminar así con el autoritarismo contra el que se han rebelado.</p><p>Cancelar o postergar las elecciones que han sido convocadas podría abrir una verdadera Caja de Pandora. Pero también es cierto que en medio del caos no puede haber elecciones que se tengan por normales.</p><p>Por primera vez, la Hermandad Musulmana y los Salafistas (los islámicos de posturas más conservadoras) están manifestando oficialmente en las calles, exigiendo la rápida salida de los militares. Se manifiestan codo a codo con los elementos más jóvenes y liberales que en su momento pusieran en marcha la "primavera árabe" en Egipto.</p><p>La nueva ola de indignación popular estalló cuando los militares hicieron conocer una propuesta de pautas básicas que, en su entender, debería adoptar la nueva Constitución. Dos de ellas resultaron previsiblemente inaceptables. Primero, que los militares tengan autonomía presupuestaria y no estén claramente sometidos al poder civil, asegurando así el mantenimiento de sus actuales prebendas. Segundo, que ellos asuman el papel de "garantes de la legitimidad constitucional".</p><p>Al encontrar una explicable y fuerte resistencia política inmediata, los militares cambiaron prestamente de rumbo, mostrando en el camino alguna debilidad, y sugirieron para ellos el rol de "preservar la unidad" de Egipto, aceptando además someterse a la ley, como todas las demás instituciones del Estado, lo que incluye que el presidente del país sea tenido como comandante en jefe de las fuerzas armadas del país.</p><p>La tensión ha crecido enormemente y desde el plano de la política los dirigentes solicitan la postergación de las próximas elecciones parlamentarias, de manera de poder discutir, en paralelo, una nueva "hoja de ruta" -más corta y precisa- para la transición que está en marcha. Una pulseada que recién empieza, de final incierto.</p><p></p><p><strong><em>Fuente</em>: </strong><strong>La Nación por Emilio Cárdenas 21.11.2011</strong></p><p></p><p>.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="HernanF, post: 1083520, member: 7964"] [SIZE=5][B]El pueblo egipcio se vuelca nuevamente a las calles.[/B][/SIZE] El fin de semana pasado, la marcha de la transición política egipcia se complicó seriamente. Una vez más la Plaza Tahir, en El Cairo, fue el escenario central de duros enfrentamientos entre miles de manifestantes y policías y militares. Otras protestas estallaron también en Alejandría, Suez y Port Said. El saldo fue trágico: siete muertos y más de 900 heridos, en dos días de verdaderas batallas campales callejeras. La ira e impaciencia de la gente no tiene ya como blanco al depuesto ex presidente Hosni Mubarak, sino a los propios militares, personalizados en quien fuera -por veinte años- el Ministro de Defensa de Mubarak, el actual jefe del gobierno interino, el Mariscal de Campo Mohamed Hussein Tantawi, que encabeza el llamado Consejo de las Fuerzas Armadas. Ni las nubes de gases lacrimógenos, ni la lluvia de perdigones, ni el impacto de las balas de goma, fueron capaces de alejar o silenciar a los manifestantes, que exigen el rápido fin del gobierno militar y la confección de una nueva "hoja de ruta", que los aleje del poder lo más clara y rápidamente posible. Hay elecciones parlamentarias -las primeras verdaderamente libres en seis décadas de dictadura militar- previstas para el próximo lunes 28 de noviembre, las que debieran extenderse escalonadamente hasta el próximo mes de marzo. Se trata del primer paso de una "hoja de ruta" cada vez más cuestionada. Para los militares, tener que postergarlas sería complicar las cosas, en extremo. Porque de alguna manera se interrumpiría un proceso que creen en marcha. Ocurre que, una vez electo, el nuevo parlamento debería elegir nada menos que a los encargados de proyectar una nueva Constitución para Egipto. Sancionada que ella sea, se convocaría -recién entonces- a elecciones presidenciales. Hablamos del 2013 o quizás más. Hasta entonces, los militares planean seguir aferrados al poder, conduciendo lo que ellos mismos han diseñado: una lenta transición. Y esto irrita cada vez más a la gente, que -viendo en ellos la continuidad del régimen de Mubarak- aspira a sacarlos del sitial del poder sin demasiadas demoras y terminar así con el autoritarismo contra el que se han rebelado. Cancelar o postergar las elecciones que han sido convocadas podría abrir una verdadera Caja de Pandora. Pero también es cierto que en medio del caos no puede haber elecciones que se tengan por normales. Por primera vez, la Hermandad Musulmana y los Salafistas (los islámicos de posturas más conservadoras) están manifestando oficialmente en las calles, exigiendo la rápida salida de los militares. Se manifiestan codo a codo con los elementos más jóvenes y liberales que en su momento pusieran en marcha la "primavera árabe" en Egipto. La nueva ola de indignación popular estalló cuando los militares hicieron conocer una propuesta de pautas básicas que, en su entender, debería adoptar la nueva Constitución. Dos de ellas resultaron previsiblemente inaceptables. Primero, que los militares tengan autonomía presupuestaria y no estén claramente sometidos al poder civil, asegurando así el mantenimiento de sus actuales prebendas. Segundo, que ellos asuman el papel de "garantes de la legitimidad constitucional". Al encontrar una explicable y fuerte resistencia política inmediata, los militares cambiaron prestamente de rumbo, mostrando en el camino alguna debilidad, y sugirieron para ellos el rol de "preservar la unidad" de Egipto, aceptando además someterse a la ley, como todas las demás instituciones del Estado, lo que incluye que el presidente del país sea tenido como comandante en jefe de las fuerzas armadas del país. La tensión ha crecido enormemente y desde el plano de la política los dirigentes solicitan la postergación de las próximas elecciones parlamentarias, de manera de poder discutir, en paralelo, una nueva "hoja de ruta" -más corta y precisa- para la transición que está en marcha. Una pulseada que recién empieza, de final incierto. [B][I]Fuente[/I]: [/B][B]La Nación por Emilio Cárdenas 21.11.2011[/B] . [/QUOTE]
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