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<blockquote data-quote="HernanF" data-source="post: 1633146" data-attributes="member: 7964"><p>Si se quiere combatir al Estado Islámico, hay que combatir también a Arabia Saudita, el verdadero mentor de todos estos movimientos violentos.</p><p></p><p></p><p><span style="font-size: 18px"><strong>No podés comprender al EIIL/ISIS si no conocés la historia del wahabismo en Arabia Saudita</strong> [Resumen]</span></p><p></p><p>La dramática llegada de Daech (ISIS/EIIL) a la realidad de Irak ha sobresaltado a muchos en occidente. Muchos quedaron perplejos, y horrorizados, por su violencia y su evidente magnetismo para la juventud sunnita. Pero más que eso, ellos encuentran la ambivalencia de Arabia Saudita ante esta manifestación tan preocupante como inexplicable y se preguntan, “¿Entienden los sauditas que el ISIS/EIIL los amenaza a ellos también?”</p><p>Parece, ahora mismo, que la elite dirigente de Arabia Saudita está dividida. Algunos aplauden que el ISIS luche contra el “fuego” chiíta iraní con el “fuego” sunnita; que un nuevo estado sunnita empiece a tomar forma en el mismo corazón de lo que ellos consideran como patrimonio sunnita histórico; dirigidos por la estricta ideología salafista de Daech.</p><p>Otros sauditas son más temerosos, y recuerdan la historia de la rebelión contra Abd-al Aziz por el Wahabista Ikhwan (este Ikhwan no tiene nada que ver con la Hermandad Musulmana Ikhwan; todas las referencias adicionales a continuación son al Wahhabist Ikhwan, y no a la Hermandad Musulmana Ikhwan), pero que casi implosionó al Wahabismo y a la casa Al-Saud a fines de los años 1920.</p><p>Muchos sauditas están profundamente molestos por las doctrinas radicales de Daech (ISIS/EIIL) y comienzan a cuestionar algunos aspectos de discurso y de conducción de Arabia Saudita.</p><p></p><p><strong>La dualidad saudita</strong></p><p></p><p>La discordia interna y las tensas relaciones de Arabia Saudita sobre el ISIS sólo pueden ser entendidas tomando la inherente (y persistente) dualidad que está en el núcleo del maquillaje doctrinal del Reino y sus orígenes históricos.</p><p>Un hilo dominante de la identidad saudita pertenece directamente a Muhammad ibn Abd Al-Wahhab (el fundador de Wahabismo), y el uso de su excluyente puritanismo radical fue puesto por Ibn Saud. (Éste era entonces no más que un líder menor, entre muchos, que continuamente atacaba a las tribus Beduinas en los desiertos desesperadamente pobres del Nejd.)</p><p>El segundo hilo de esta dualidad desconcertante, se relaciona precisamente con el cambio subsecuente del Rey Abd-al Aziz hacia la estructura de Estado en los años 1920: su contención de la violencia Ikhwani (con el fin de tener una posición diplomática como estado nación con Gran Bretaña y Norteamérica); su institucionalización del impulso Wahabista original, y la subsecuente apropiación de la canilla de petrodólares que se levanta oportunamente en los años 1970, para canalizar la volátil corriente Ikhwani lejos de casa hacia el exterior, difundiendo una revolución cultural, más bien una revolución violenta a través del mundo musulmán.</p><p>Pero esta “revolución cultural” no era ningún reformismo dócil. Era una revolución basada en el odio jacobino de Abd al-Wahhab llevado hasta la putrefacción y al desviacionismo que percibían todos de él, de ahí su llamada a purgar al Islam de todas sus herejías e idolatrías.</p><p></p><p><strong>Musulmanes impostores</strong></p><p></p><p>Como Taymiyyah antes que él, Abd al-Wahhab creía que el período en el que el profeta Mahoma permaneció en Medina era el ideal de la sociedad musulmana el "<em>best of times</em>", al que todos los musulmanes deberían aspirar a emular (esto, esencialmente es el Salafismo).</p><p>Taymiyyah le había declarado la guerra al chiismo, al sufismo y a la filosofía griega. Él habló claro, también contra la visita de la tumba del profeta y la celebración de su cumpleaños, declarando que tal comportamiento representaba una mera imitación de la adoración cristiana de Jesús como Dios (idolatría). Abd al-Wahhab asimiló toda esta enseñanza tempranamente, declarando que “cualquier duda o vacilación” de parte de un creyente con respecto a su reconocimiento de esta interpretación particular del Islam debería “privar al hombre de la inmunidad de su propiedad y de su vida”</p><p>Uno de los principios rectores de la doctrina de Abd al-Wahhab se transformó en un pensamiento clave de los takfiri. Conforme a la doctrina takfiri, Abd Al-Wahhab y sus seguidores podrían juzgar como infieles a musulmanes que se comprometieran en actividades que en ningún modo podría decirse que usurparían la soberanía de las Autoridades absolutas (es decir, el Rey). Abd Al-Wahhab denunció a todos los musulmanes que honraban a los muertos, a los santos, o a los ángeles. Él creyó que esos sentimientos quitaron mérito al servilismo completo que hay que sentir hacia Dios, y sólo a Dios. El Islam de Wahabi prohíbe cualquier rezo a santos y a parientes muertos, peregrinaciones a tumbas y mezquitas especiales, festivales religiosos que celebran santorales, el festejo del cumpleaños del Profeta Mahoma, y hasta prohíbe el uso de lápidas sepultando a los muertos.</p><p></p><p>La conformidad exigida por Abd al-Wahhab, debía ser demostrada de modo físico y tangible. Él sostuvo que todos los musulmanes debían jurar individualmente su fidelidad a un único líder musulmán (a un Califa, si hubiera). “Aquellos que no se adecuen a esta visión deberían ser matados, sus mujeres e hijas violadas, y sus posesiones confiscadas, escribió”. La lista de apóstatas que merecen la muerte incluyó a los chiitas, al sufismo y a otras denominaciones musulmanas, que Abd Al-Wahhab no consideraba como musulmanas en absoluto.</p><p>No hay nada entonces que diferencie hasta aquí al Wahabismo del ISIS/EIIL. La grieta surgiría sólo más tarde: con la posterior institucionalización de la doctrina de Abd al-Wahhab de Mahoma conocida como “Un Gobernante. Una autoridad. Una Mezquita”, estos tres pilares tomados respectivamente para referirse al rey saudita, la autoridad absoluta del Wahabismo oficial, y su control de “la palabra” (es decir, la mezquita).</p><p>Esta es la grieta, el ISIS/EIIL rechaza estos tres pilares en los cuales descansan actualmente todas las autoridades sunnitas, haciendo del ISIS, que en otros aspectos respeta al Wahabismo, una amenaza profunda para Arabia Saudita.</p><p></p><p><strong>La historia se repite con el ISIS</strong></p><p></p><p>No es difícil de entender como la fundación del Estado Islámico por ISIS en el Irak actual podría resonar entre aquellos que recuerdan esta historia. En efecto, la moral del Wahabismo del siglo XVIII no se marchitó del todo en el Nejd, pero resurgió cuando el Imperio Otomano sufrió un colapso entre el caos de la Primera guerra mundial.</p><p>Los Al Saud, en este renacido sigo XX, fueron conducidos por el lacónico y políticamente astuto Abd-al Aziz, quién, uniendo las díscolas tribus Beduinas, lanzó el “Ikhwan” saudita con el espíritu de los enfrentamientos proselitistas previos de Abd-al Wahhab e Ibn Saud.</p><p>El Ikhwan era una reencarnación del temprano pero feroz movimiento vanguardista semiautónomo de wahabistas moralistas armados que casi consiguió hacerse de Arabia a principios del siglo XIX. Del mismo modo que antes, el Ikhwan otra vez tuvo éxito en la captura de La Meca, Medina y Jeddah entre 1914 y 1926. Abd-al Aziz, sin embargo, comenzó a sentir que sus intereses más amplios eran amenazados por un “Jacobinismo” revolucionario exhibido por el Ikhwan. El Ikhwan lo rechazó, conduciendo a una guerra civil que duró hasta los años 1930, cuando el Rey los liquidó: los acribilló.</p><p>Para este rey, (Abd-al Aziz), las simples verdades de las décadas anteriores erosionaban. El petróleo estaba siendo descubierto en la península. Gran Bretaña y Norteamérica cortejaban a Abd-al Aziz, pero todavía estaban inclinados a apoyar a Sharif Husain como el único gobernante legítimo de Arabia. Los sauditas tenían que desarrollar una postura diplomática más sofisticada.</p><p>Entonces el Wahabismo fue enérgicamente cambiado desde un movimiento de jihad revolucionaria y purificación takfiri teológica, a un movimiento conservador en lo social, político, teológico y religioso (la da'wa / llamada Islámica) y para la justificación de la institución que sostiene la lealtad a la familia real saudita y el poder absoluto del Rey.</p><p>Pero el acercamiento del Ikhwan saudita al Islam no murió en los años 1930. Se retiró, pero se mantuvo en algunas partes del sistema, de ahí surge la dualidad que observamos hoy en la actitud saudita hacia el ISIS/EIIL.</p><p>Por un lado, el ISIS es profundamente Wahabista. Por otro lado, es ultra radical de un modo diferente. Podría ser visto esencialmente como un movimiento correctivo al contemporáneo Wahabismo.</p><p>El ISIS es un movimiento “post Medina”: se asemeja a las acciones de los dos primeros Califas, más que al propio Profeta Mahoma, como una fuente de emulación, y esto forzosamente rechaza el reclamo saudita de autoridad gobernante.</p><p>Cuando la monarquía saudita en la era del petróleo se transformó en una institución cada vez más inflada, la llamada del mensaje de Ikhwan ganó la tierra (a pesar de la campaña de modernización del Rey Faisal). “El acercamiento al Ikhwan” disfrutado por varios, contó con el apoyo de muchos hombres y mujeres prominentes y jeques. En cierto modo, Osama bin Laden fue precisamente el representante de un florecimiento tardío de este acercamiento Ikhwani.</p><p>Hoy, el deslegitimizado ISIS/EIIL que cuestiona la legitimidad del Rey, no parece ser problemático, parece un retorno a los verdaderos orígenes del proyecto saudita-Wahab.</p><p>En el colaborativo manejo de la región por los sauditas y Occidente en la búsqueda de varios proyectos occidentales (contando al socialismo, al Ba'athismo, al Nasserismo, a la influencia soviética e iraní), los políticos occidentales han destacado su modelo elegido de Arabia Saudita (riqueza, modernización e influencia), pero decidieron ignorar el impulso Wahabista.</p><p>Después de todo, los movimientos islamistas más radicales fueron percibidos por los servicios de inteligencia occidentales como más eficaces para derribar a la URSS en Afganistán, y para combatir a líderes del Medio Oriente y a estados.</p><p></p><p>¿Por qué deberíamos estar sorprendidos entonces, si el mandato del príncipe saudita pro-occidental Bandar, que maneja la insurgencia en Siria contra el presidente Assad, hizo emerger un movimiento vanguardista violento neo-Ikhwan que induce miedo y se llama ISIS/EIIL?</p><p>¿Y por qué deberíamos estar sorprendidos, conociendo un poco al Wahabismo, que los insurgentes “moderados” en Siria se transformarían en algo extraño como el mítico unicornio?</p><p>¿Por qué deberíamos haber imaginado que este Wahabismo radical crearía moderados? ¿O por qué deberíamos imaginar que una doctrina de “Un líder. Una autoridad. Una mezquita: adhiérase o será asesinado” al final podría conducir hacia la moderación o la tolerancia?</p><p>O, quizás, nunca lo imaginamos.</p><p></p><p><strong>The World Post by Alastair Crooke 08/28/2014</strong></p><p></p><p><img src="http://i.imgur.com/tEtopUd.jpg?1" alt="" class="fr-fic fr-dii fr-draggable " style="" /></p><p></p><p><a href="http://www.huffingtonpost.com/alastair-crooke/isis-wahhabism-saudi-arabia_b_5717157.html?utm_hp_ref=tw">http://www.huffingtonpost.com/alastair-crooke/isis-wahhabism-saudi-arabia_b_5717157.html?utm_hp_ref=tw</a></p><p></p><p>.</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="HernanF, post: 1633146, member: 7964"] Si se quiere combatir al Estado Islámico, hay que combatir también a Arabia Saudita, el verdadero mentor de todos estos movimientos violentos. [SIZE=5][B]No podés comprender al EIIL/ISIS si no conocés la historia del wahabismo en Arabia Saudita[/B] [Resumen][/SIZE] La dramática llegada de Daech (ISIS/EIIL) a la realidad de Irak ha sobresaltado a muchos en occidente. Muchos quedaron perplejos, y horrorizados, por su violencia y su evidente magnetismo para la juventud sunnita. Pero más que eso, ellos encuentran la ambivalencia de Arabia Saudita ante esta manifestación tan preocupante como inexplicable y se preguntan, “¿Entienden los sauditas que el ISIS/EIIL los amenaza a ellos también?” Parece, ahora mismo, que la elite dirigente de Arabia Saudita está dividida. Algunos aplauden que el ISIS luche contra el “fuego” chiíta iraní con el “fuego” sunnita; que un nuevo estado sunnita empiece a tomar forma en el mismo corazón de lo que ellos consideran como patrimonio sunnita histórico; dirigidos por la estricta ideología salafista de Daech. Otros sauditas son más temerosos, y recuerdan la historia de la rebelión contra Abd-al Aziz por el Wahabista Ikhwan (este Ikhwan no tiene nada que ver con la Hermandad Musulmana Ikhwan; todas las referencias adicionales a continuación son al Wahhabist Ikhwan, y no a la Hermandad Musulmana Ikhwan), pero que casi implosionó al Wahabismo y a la casa Al-Saud a fines de los años 1920. Muchos sauditas están profundamente molestos por las doctrinas radicales de Daech (ISIS/EIIL) y comienzan a cuestionar algunos aspectos de discurso y de conducción de Arabia Saudita. [B]La dualidad saudita[/B] La discordia interna y las tensas relaciones de Arabia Saudita sobre el ISIS sólo pueden ser entendidas tomando la inherente (y persistente) dualidad que está en el núcleo del maquillaje doctrinal del Reino y sus orígenes históricos. Un hilo dominante de la identidad saudita pertenece directamente a Muhammad ibn Abd Al-Wahhab (el fundador de Wahabismo), y el uso de su excluyente puritanismo radical fue puesto por Ibn Saud. (Éste era entonces no más que un líder menor, entre muchos, que continuamente atacaba a las tribus Beduinas en los desiertos desesperadamente pobres del Nejd.) El segundo hilo de esta dualidad desconcertante, se relaciona precisamente con el cambio subsecuente del Rey Abd-al Aziz hacia la estructura de Estado en los años 1920: su contención de la violencia Ikhwani (con el fin de tener una posición diplomática como estado nación con Gran Bretaña y Norteamérica); su institucionalización del impulso Wahabista original, y la subsecuente apropiación de la canilla de petrodólares que se levanta oportunamente en los años 1970, para canalizar la volátil corriente Ikhwani lejos de casa hacia el exterior, difundiendo una revolución cultural, más bien una revolución violenta a través del mundo musulmán. Pero esta “revolución cultural” no era ningún reformismo dócil. Era una revolución basada en el odio jacobino de Abd al-Wahhab llevado hasta la putrefacción y al desviacionismo que percibían todos de él, de ahí su llamada a purgar al Islam de todas sus herejías e idolatrías. [B]Musulmanes impostores[/B] Como Taymiyyah antes que él, Abd al-Wahhab creía que el período en el que el profeta Mahoma permaneció en Medina era el ideal de la sociedad musulmana el "[I]best of times[/I]", al que todos los musulmanes deberían aspirar a emular (esto, esencialmente es el Salafismo). Taymiyyah le había declarado la guerra al chiismo, al sufismo y a la filosofía griega. Él habló claro, también contra la visita de la tumba del profeta y la celebración de su cumpleaños, declarando que tal comportamiento representaba una mera imitación de la adoración cristiana de Jesús como Dios (idolatría). Abd al-Wahhab asimiló toda esta enseñanza tempranamente, declarando que “cualquier duda o vacilación” de parte de un creyente con respecto a su reconocimiento de esta interpretación particular del Islam debería “privar al hombre de la inmunidad de su propiedad y de su vida” Uno de los principios rectores de la doctrina de Abd al-Wahhab se transformó en un pensamiento clave de los takfiri. Conforme a la doctrina takfiri, Abd Al-Wahhab y sus seguidores podrían juzgar como infieles a musulmanes que se comprometieran en actividades que en ningún modo podría decirse que usurparían la soberanía de las Autoridades absolutas (es decir, el Rey). Abd Al-Wahhab denunció a todos los musulmanes que honraban a los muertos, a los santos, o a los ángeles. Él creyó que esos sentimientos quitaron mérito al servilismo completo que hay que sentir hacia Dios, y sólo a Dios. El Islam de Wahabi prohíbe cualquier rezo a santos y a parientes muertos, peregrinaciones a tumbas y mezquitas especiales, festivales religiosos que celebran santorales, el festejo del cumpleaños del Profeta Mahoma, y hasta prohíbe el uso de lápidas sepultando a los muertos. La conformidad exigida por Abd al-Wahhab, debía ser demostrada de modo físico y tangible. Él sostuvo que todos los musulmanes debían jurar individualmente su fidelidad a un único líder musulmán (a un Califa, si hubiera). “Aquellos que no se adecuen a esta visión deberían ser matados, sus mujeres e hijas violadas, y sus posesiones confiscadas, escribió”. La lista de apóstatas que merecen la muerte incluyó a los chiitas, al sufismo y a otras denominaciones musulmanas, que Abd Al-Wahhab no consideraba como musulmanas en absoluto. No hay nada entonces que diferencie hasta aquí al Wahabismo del ISIS/EIIL. La grieta surgiría sólo más tarde: con la posterior institucionalización de la doctrina de Abd al-Wahhab de Mahoma conocida como “Un Gobernante. Una autoridad. Una Mezquita”, estos tres pilares tomados respectivamente para referirse al rey saudita, la autoridad absoluta del Wahabismo oficial, y su control de “la palabra” (es decir, la mezquita). Esta es la grieta, el ISIS/EIIL rechaza estos tres pilares en los cuales descansan actualmente todas las autoridades sunnitas, haciendo del ISIS, que en otros aspectos respeta al Wahabismo, una amenaza profunda para Arabia Saudita. [B]La historia se repite con el ISIS[/B] No es difícil de entender como la fundación del Estado Islámico por ISIS en el Irak actual podría resonar entre aquellos que recuerdan esta historia. En efecto, la moral del Wahabismo del siglo XVIII no se marchitó del todo en el Nejd, pero resurgió cuando el Imperio Otomano sufrió un colapso entre el caos de la Primera guerra mundial. Los Al Saud, en este renacido sigo XX, fueron conducidos por el lacónico y políticamente astuto Abd-al Aziz, quién, uniendo las díscolas tribus Beduinas, lanzó el “Ikhwan” saudita con el espíritu de los enfrentamientos proselitistas previos de Abd-al Wahhab e Ibn Saud. El Ikhwan era una reencarnación del temprano pero feroz movimiento vanguardista semiautónomo de wahabistas moralistas armados que casi consiguió hacerse de Arabia a principios del siglo XIX. Del mismo modo que antes, el Ikhwan otra vez tuvo éxito en la captura de La Meca, Medina y Jeddah entre 1914 y 1926. Abd-al Aziz, sin embargo, comenzó a sentir que sus intereses más amplios eran amenazados por un “Jacobinismo” revolucionario exhibido por el Ikhwan. El Ikhwan lo rechazó, conduciendo a una guerra civil que duró hasta los años 1930, cuando el Rey los liquidó: los acribilló. Para este rey, (Abd-al Aziz), las simples verdades de las décadas anteriores erosionaban. El petróleo estaba siendo descubierto en la península. Gran Bretaña y Norteamérica cortejaban a Abd-al Aziz, pero todavía estaban inclinados a apoyar a Sharif Husain como el único gobernante legítimo de Arabia. Los sauditas tenían que desarrollar una postura diplomática más sofisticada. Entonces el Wahabismo fue enérgicamente cambiado desde un movimiento de jihad revolucionaria y purificación takfiri teológica, a un movimiento conservador en lo social, político, teológico y religioso (la da'wa / llamada Islámica) y para la justificación de la institución que sostiene la lealtad a la familia real saudita y el poder absoluto del Rey. Pero el acercamiento del Ikhwan saudita al Islam no murió en los años 1930. Se retiró, pero se mantuvo en algunas partes del sistema, de ahí surge la dualidad que observamos hoy en la actitud saudita hacia el ISIS/EIIL. Por un lado, el ISIS es profundamente Wahabista. Por otro lado, es ultra radical de un modo diferente. Podría ser visto esencialmente como un movimiento correctivo al contemporáneo Wahabismo. El ISIS es un movimiento “post Medina”: se asemeja a las acciones de los dos primeros Califas, más que al propio Profeta Mahoma, como una fuente de emulación, y esto forzosamente rechaza el reclamo saudita de autoridad gobernante. Cuando la monarquía saudita en la era del petróleo se transformó en una institución cada vez más inflada, la llamada del mensaje de Ikhwan ganó la tierra (a pesar de la campaña de modernización del Rey Faisal). “El acercamiento al Ikhwan” disfrutado por varios, contó con el apoyo de muchos hombres y mujeres prominentes y jeques. En cierto modo, Osama bin Laden fue precisamente el representante de un florecimiento tardío de este acercamiento Ikhwani. Hoy, el deslegitimizado ISIS/EIIL que cuestiona la legitimidad del Rey, no parece ser problemático, parece un retorno a los verdaderos orígenes del proyecto saudita-Wahab. En el colaborativo manejo de la región por los sauditas y Occidente en la búsqueda de varios proyectos occidentales (contando al socialismo, al Ba'athismo, al Nasserismo, a la influencia soviética e iraní), los políticos occidentales han destacado su modelo elegido de Arabia Saudita (riqueza, modernización e influencia), pero decidieron ignorar el impulso Wahabista. Después de todo, los movimientos islamistas más radicales fueron percibidos por los servicios de inteligencia occidentales como más eficaces para derribar a la URSS en Afganistán, y para combatir a líderes del Medio Oriente y a estados. ¿Por qué deberíamos estar sorprendidos entonces, si el mandato del príncipe saudita pro-occidental Bandar, que maneja la insurgencia en Siria contra el presidente Assad, hizo emerger un movimiento vanguardista violento neo-Ikhwan que induce miedo y se llama ISIS/EIIL? ¿Y por qué deberíamos estar sorprendidos, conociendo un poco al Wahabismo, que los insurgentes “moderados” en Siria se transformarían en algo extraño como el mítico unicornio? ¿Por qué deberíamos haber imaginado que este Wahabismo radical crearía moderados? ¿O por qué deberíamos imaginar que una doctrina de “Un líder. Una autoridad. Una mezquita: adhiérase o será asesinado” al final podría conducir hacia la moderación o la tolerancia? O, quizás, nunca lo imaginamos. [B]The World Post by Alastair Crooke 08/28/2014[/B] [IMG]http://i.imgur.com/tEtopUd.jpg?1[/IMG] [url]http://www.huffingtonpost.com/alastair-crooke/isis-wahhabism-saudi-arabia_b_5717157.html?utm_hp_ref=tw[/url] . [/QUOTE]
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