Menú
Inicio
Visitar el Sitio Zona Militar
Foros
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Qué hay de nuevo
Nuevos mensajes
Última actividad
Miembros
Visitantes actuales
Entrar
Registrarse
Novedades
Buscar
Buscar
Buscar sólo en títulos
Por:
Nuevos mensajes
Buscar en los foros
Menú
Entrar
Registrarse
Inicio
Foros
Area Militar General
Malvinas 1982
Historias francesas de la gesta de Malvinas
JavaScript is disabled. For a better experience, please enable JavaScript in your browser before proceeding.
Estás usando un navegador obsoleto. No se pueden mostrar estos u otros sitios web correctamente.
Se debe actualizar o usar un
navegador alternativo
.
Responder al tema
Mensaje
<blockquote data-quote="HernanF" data-source="post: 1444000" data-attributes="member: 7964"><p><strong>El desafío geopolítico</strong></p><p></p><p>Las islas Malvinas se encuentran en el Atlántico Sur, vasta región que tiene como base a la Antártida y que se comunica con otros dos océanos: el Océano Índico en el sur de África y el océano Pacífico en el sur del continente americano.</p><p>Si se observan los continentes, los países y las tierras que rodean al Atlántico Sur, comprobaremos que éstos contienen considerables riquezas para el futuro de la humanidad. De un costado, Sudáfrica, Namibia, Angola, Zaire, Congo, etc, con sus yacimientos petroleros y minerales; del otro lado, Brasil, Uruguay y Argentina que constituyen una de las regiones más aptas del planeta para la producción agrícola y la ganadería en sus variadas formas.</p><p>En lo que concierne a la Antártida, resulta que la parte de este continente bañada por las aguas del Atlántico Sur es la que se considera como la más rica en recursos minerales e icticolas. Argentina reclama un sector en la Antártida idéntico al reivindicado por Gran Bretaña. En 1959, los dos países firmaron en Washington el tratado Antártico. El Tratado congeló las reivindicaciones territoriales y, por consiguiente, no reconoce soberanías particulares sobre el territorio antártico.</p><p>El futuro de la Antártida es incierto. El tratado actual expira en 1989 y en ese momento una decisión deberá ser tomada. Estados Unidos y la URSS ya declararon que ellos reconocen como sector a reclamar los "360 grados", es decir, todo el continente; este lenguaje significa que los dos países son favorables a la internacionalización de la Antártida.</p><p>Justo detrás de la idea categórica de la internacionalización, se esconde también una realidad, los países desarrollados serán los verdaderos beneficiarios de este nuevo status. Ellos disponen de los medios y la tecnología necesaria para explotar las riquezas del continente blanco. Si la idea de internacionalización puede en principio servir para el conjunto de la humanidad, se impone un control y una reglamentación estricta para evitar que la Antártida se transforme en un asunto de un puñado de ricos en el planeta.</p><p>El Atlántico Sur oculta también importantes riquezas submarinas que se encuentran sobre todo cerca de la región sudoccidental, es decir, cerca de las islas Malvinas. Es así que los geólogos argentinos, norteamericanos, soviéticos e incluso el Foreign Office estiman en alrededor de 20.000 millones de metros cúbicos el potencial petrolero de la región. El krill es también una importante fuente de proteínas y, cerca de Malvinas y las islas Georgias, es posible pescar sin depredación un volumen anual de 90 millones de toneladas, cifra superior a la pesca anual de todos los países sobre todos los mares del planeta, al día de hoy.</p><p>En 1976, Lord Shackleton emprende por cuenta del gobierno británico una misión en las islas Malvinas, y es interesante señalar unas observaciones hechas en el informe final presentado al Foreign Office: “La estructura económica, en particular la propiedad de casi todas las explotaciones rurales, en manos de empresas registradas en Gran Bretaña pero no en las islas, y la ausencia de instituciones financieras (bancos por ejemplo), con una falta de oportunidades de inversiones claramente definidas, provocó un drenaje perpetuo de los fondos del archipiélago hacia Gran Bretaña. De esta manera, la actividad económica falla desde la base para la expansión y su disponibilidad de capital tiende a disminuir. La emigración gradual tiene ya más de cuarenta años, por lo menos, con la lógica declinación de las poblaciones”. “El modelo de actividad económica y de colonización definido históricamente conlleva a una estructura social muy dividida”.</p><p>Después de haber analizado las posibilidades económicas de la región, y en particular el potencial petrolero, Lord Shackleton concluye en “la imposibilidad para Inglaterra de concretar totalmente sola el desarrollo de las islas en algunos sectores de la industria y, en consecuencia, tiene necesidad de contar con el apoyo argentino”. Es después de la misión de Shackleton, que acarrea un estudio más preciso sobre las riquezas de las Malvinas, que Gran Bretaña decide congelar las negociaciones en curso con Argentina sobre el status futuro de las islas.</p><p></p><p>Agregamos también algunas cifras reveladoras. En 1965, el tránsito marítimo petrolero por el Atlántico Sur es de 800.000 barriles por día. En 1976, esa cifra alcanza los 18 millones de barriles por día y hoy se sitúa en 65 millones de barriles por día. Por el camino del Cabo circulan actualmente 24.000 buques al año, es decir, el 45% del tráfico comercial mundial, el 50% del petróleo importado por Estados Unidos y el 80% del petróleo importado por Gran Bretaña. Debemos tener en cuenta también que los buques de guerra y en particular los portaaviones y los submarinos nucleares no pueden utilizar el canal de Panamá o el de Suez debido a sus dimensiones y a su tonelaje, lo que los hace muy vulnerables en caso de guerra generalizada. En esta región, se encuentran las islas Malvinas, situadas casi en la entrada del estrecho de Magallanes y próximos al pasaje de Drake y al canal de Beagle, cercanos también a uno de los accesos al continente antártico, islas que se disputan Gran Bretaña y Argentina desde hace 150 años.</p><p>Es evidente, como lo demostramos a lo largo de este artículo, que las islas Malvinas pertenecen a Argentina, por referencia a sus derechos históricos, pero también por el hecho de que se sitúan en una zona geográficamente argentina y no inglesa.</p><p>Argentina tiene un diferendo de antigua data con los chilenos a propósito del canal de Beagle y de las islas que se encuentran en el sur de este canal. Inglaterra fue el árbitro de esta disputa. Pero fue un grosero error confiar un arbitraje tan delicado a una potencia que tenía intereses en la región. Argentina eligió, en efecto, como juez en este asunto, a quien ocupa después de casi un siglo y medio una parte de su territorio, un juez que, lejos de ser imparcial, tiende naturalmente a favorecer a una de las partes. Así, es muy evidente que Chile y Gran Bretaña se pongan de acuerdo para beneficiarse del debilitamiento de Argentina. Lord Chalfont se asombra de la conducta de los chilenos durante el conflicto de Malvinas. Sin embargo no es nada asombroso, si se tiene en cuenta el conjunto de intereses en juego en la región.</p><p>En cuanto a Brasil, si bien es cierto que desde hace mucho tiempo fue rival de Argentina sobre el continente latinoamericano, también está claro que Brasilia no desea enfrentarse a un condominio anglo-chileno en el Atlántico Sur. Brasil tiene sus propias teorías sobre esta región del mundo y, de la misma manera que un control absoluto de Argentina sobre esta zona del mundo sería muy mal visto por Itamaraty, una fuerte presencia inglesa en las Malvinas, aumentada por la de los chilenos en el Beagle, sería también mal vista por Brasil.</p><p>El conflicto de Malvinas también reveló otra dimensión del problema: ¿cuáles son las intenciones de Estados Unidos en esta región? Los norteamericanos alimentan también intenciones en el Atlántico Sur y sobre las Malvinas en particular. La instalación de una base aeronaval en las islas presentaría una ventaja de importancia para el control de una parte del continente antártico como también para el control militar, el transporte y el comercio en el estrecho de Magallanes. La solución "tripartita" propuesta por Alexander Haig en el curso del conflicto de Malvinas respondía a los intereses de Estados Unidos en la región.</p><p>Gran Bretaña y, en menor medida, el gobierno chileno pueden sacar provecho de la presencia norteamericana en las islas Malvinas. Pero Brasil, Argentina y otros países latinoamericanos no ganarán nada al encontrarse frente a una presencia permanente de una de las dos superpotencias en el Atlántico Sur.</p><p>Brasil, primero, porque mantiene una política exterior más o menos independiente frente a Estados Unidos. Su dependencia frente a los países árabes para sus importaciones de petróleo y los lazos tejidos con los países africanos hacen de la política exterior brasileña un obstáculo para la estrategia norteamericana en el Atlántico Sur. Por su parte, Argentina, socio económico privilegiado de la URSS desde hace algunos años y país competidor de Estados Unidos en los mercados internacionales, tiene un interés a largo plazo en desarrollar una política independiente en esta zona del mundo.</p><p></p><p><span style="font-size: 15px"><strong><em>Continúa</em></strong>...</span></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="HernanF, post: 1444000, member: 7964"] [B]El desafío geopolítico[/B] Las islas Malvinas se encuentran en el Atlántico Sur, vasta región que tiene como base a la Antártida y que se comunica con otros dos océanos: el Océano Índico en el sur de África y el océano Pacífico en el sur del continente americano. Si se observan los continentes, los países y las tierras que rodean al Atlántico Sur, comprobaremos que éstos contienen considerables riquezas para el futuro de la humanidad. De un costado, Sudáfrica, Namibia, Angola, Zaire, Congo, etc, con sus yacimientos petroleros y minerales; del otro lado, Brasil, Uruguay y Argentina que constituyen una de las regiones más aptas del planeta para la producción agrícola y la ganadería en sus variadas formas. En lo que concierne a la Antártida, resulta que la parte de este continente bañada por las aguas del Atlántico Sur es la que se considera como la más rica en recursos minerales e icticolas. Argentina reclama un sector en la Antártida idéntico al reivindicado por Gran Bretaña. En 1959, los dos países firmaron en Washington el tratado Antártico. El Tratado congeló las reivindicaciones territoriales y, por consiguiente, no reconoce soberanías particulares sobre el territorio antártico. El futuro de la Antártida es incierto. El tratado actual expira en 1989 y en ese momento una decisión deberá ser tomada. Estados Unidos y la URSS ya declararon que ellos reconocen como sector a reclamar los "360 grados", es decir, todo el continente; este lenguaje significa que los dos países son favorables a la internacionalización de la Antártida. Justo detrás de la idea categórica de la internacionalización, se esconde también una realidad, los países desarrollados serán los verdaderos beneficiarios de este nuevo status. Ellos disponen de los medios y la tecnología necesaria para explotar las riquezas del continente blanco. Si la idea de internacionalización puede en principio servir para el conjunto de la humanidad, se impone un control y una reglamentación estricta para evitar que la Antártida se transforme en un asunto de un puñado de ricos en el planeta. El Atlántico Sur oculta también importantes riquezas submarinas que se encuentran sobre todo cerca de la región sudoccidental, es decir, cerca de las islas Malvinas. Es así que los geólogos argentinos, norteamericanos, soviéticos e incluso el Foreign Office estiman en alrededor de 20.000 millones de metros cúbicos el potencial petrolero de la región. El krill es también una importante fuente de proteínas y, cerca de Malvinas y las islas Georgias, es posible pescar sin depredación un volumen anual de 90 millones de toneladas, cifra superior a la pesca anual de todos los países sobre todos los mares del planeta, al día de hoy. En 1976, Lord Shackleton emprende por cuenta del gobierno británico una misión en las islas Malvinas, y es interesante señalar unas observaciones hechas en el informe final presentado al Foreign Office: “La estructura económica, en particular la propiedad de casi todas las explotaciones rurales, en manos de empresas registradas en Gran Bretaña pero no en las islas, y la ausencia de instituciones financieras (bancos por ejemplo), con una falta de oportunidades de inversiones claramente definidas, provocó un drenaje perpetuo de los fondos del archipiélago hacia Gran Bretaña. De esta manera, la actividad económica falla desde la base para la expansión y su disponibilidad de capital tiende a disminuir. La emigración gradual tiene ya más de cuarenta años, por lo menos, con la lógica declinación de las poblaciones”. “El modelo de actividad económica y de colonización definido históricamente conlleva a una estructura social muy dividida”. Después de haber analizado las posibilidades económicas de la región, y en particular el potencial petrolero, Lord Shackleton concluye en “la imposibilidad para Inglaterra de concretar totalmente sola el desarrollo de las islas en algunos sectores de la industria y, en consecuencia, tiene necesidad de contar con el apoyo argentino”. Es después de la misión de Shackleton, que acarrea un estudio más preciso sobre las riquezas de las Malvinas, que Gran Bretaña decide congelar las negociaciones en curso con Argentina sobre el status futuro de las islas. Agregamos también algunas cifras reveladoras. En 1965, el tránsito marítimo petrolero por el Atlántico Sur es de 800.000 barriles por día. En 1976, esa cifra alcanza los 18 millones de barriles por día y hoy se sitúa en 65 millones de barriles por día. Por el camino del Cabo circulan actualmente 24.000 buques al año, es decir, el 45% del tráfico comercial mundial, el 50% del petróleo importado por Estados Unidos y el 80% del petróleo importado por Gran Bretaña. Debemos tener en cuenta también que los buques de guerra y en particular los portaaviones y los submarinos nucleares no pueden utilizar el canal de Panamá o el de Suez debido a sus dimensiones y a su tonelaje, lo que los hace muy vulnerables en caso de guerra generalizada. En esta región, se encuentran las islas Malvinas, situadas casi en la entrada del estrecho de Magallanes y próximos al pasaje de Drake y al canal de Beagle, cercanos también a uno de los accesos al continente antártico, islas que se disputan Gran Bretaña y Argentina desde hace 150 años. Es evidente, como lo demostramos a lo largo de este artículo, que las islas Malvinas pertenecen a Argentina, por referencia a sus derechos históricos, pero también por el hecho de que se sitúan en una zona geográficamente argentina y no inglesa. Argentina tiene un diferendo de antigua data con los chilenos a propósito del canal de Beagle y de las islas que se encuentran en el sur de este canal. Inglaterra fue el árbitro de esta disputa. Pero fue un grosero error confiar un arbitraje tan delicado a una potencia que tenía intereses en la región. Argentina eligió, en efecto, como juez en este asunto, a quien ocupa después de casi un siglo y medio una parte de su territorio, un juez que, lejos de ser imparcial, tiende naturalmente a favorecer a una de las partes. Así, es muy evidente que Chile y Gran Bretaña se pongan de acuerdo para beneficiarse del debilitamiento de Argentina. Lord Chalfont se asombra de la conducta de los chilenos durante el conflicto de Malvinas. Sin embargo no es nada asombroso, si se tiene en cuenta el conjunto de intereses en juego en la región. En cuanto a Brasil, si bien es cierto que desde hace mucho tiempo fue rival de Argentina sobre el continente latinoamericano, también está claro que Brasilia no desea enfrentarse a un condominio anglo-chileno en el Atlántico Sur. Brasil tiene sus propias teorías sobre esta región del mundo y, de la misma manera que un control absoluto de Argentina sobre esta zona del mundo sería muy mal visto por Itamaraty, una fuerte presencia inglesa en las Malvinas, aumentada por la de los chilenos en el Beagle, sería también mal vista por Brasil. El conflicto de Malvinas también reveló otra dimensión del problema: ¿cuáles son las intenciones de Estados Unidos en esta región? Los norteamericanos alimentan también intenciones en el Atlántico Sur y sobre las Malvinas en particular. La instalación de una base aeronaval en las islas presentaría una ventaja de importancia para el control de una parte del continente antártico como también para el control militar, el transporte y el comercio en el estrecho de Magallanes. La solución "tripartita" propuesta por Alexander Haig en el curso del conflicto de Malvinas respondía a los intereses de Estados Unidos en la región. Gran Bretaña y, en menor medida, el gobierno chileno pueden sacar provecho de la presencia norteamericana en las islas Malvinas. Pero Brasil, Argentina y otros países latinoamericanos no ganarán nada al encontrarse frente a una presencia permanente de una de las dos superpotencias en el Atlántico Sur. Brasil, primero, porque mantiene una política exterior más o menos independiente frente a Estados Unidos. Su dependencia frente a los países árabes para sus importaciones de petróleo y los lazos tejidos con los países africanos hacen de la política exterior brasileña un obstáculo para la estrategia norteamericana en el Atlántico Sur. Por su parte, Argentina, socio económico privilegiado de la URSS desde hace algunos años y país competidor de Estados Unidos en los mercados internacionales, tiene un interés a largo plazo en desarrollar una política independiente en esta zona del mundo. [SIZE=4][B][I]Continúa[/I][/B]...[/SIZE] [/QUOTE]
Insertar citas…
Verificación
Guerra desarrollada entre Argentina y el Reino Unido en 1982
Responder
Inicio
Foros
Area Militar General
Malvinas 1982
Historias francesas de la gesta de Malvinas
Este sitio usa cookies. Para continuar usando este sitio, se debe aceptar nuestro uso de cookies.
Aceptar
Más información.…
Arriba