El pequeño golfo de Fonseca, un entrante del océano Pacífico cuyas costas comparten El Salvador, Nicaragua y Honduras (y que además es la garantía de salida al océano de este país) se ha convertido en un foco de tensión entre estas tres naciones, hasta el punto que el Gobierno que preside el hondureño Porfirio Lobo –electo tras el golpe de Estado de 2009– ha amenazado con hacer uso de su fuerza aérea para defender su derecho de salida al Pacífico. “No tengo que levantar los F-5 para que me abran paso”, advirtió.
El golfo de Fonseca cuenta con una extensión de 3.200 kilómetros cuadrados, apenas más grande que Luxemburgo, y según un fallo emitido por la Corte Internacional de Justicia el 11 de noviembre de 1992, el control de sus aguas debe ser compartido entre los tres pequeños países, que en el pasado protagonizaron tensiones militares por este entrante del océano. El Salvador y Nicaragua cuentan con amplias costas sobre el Pacífico, pero el golfo es la garantía de salida al océano para Honduras, que ha acusado de hostigamiento a sus vecinos.
EL PAÍS
Tegucigalpa afirma que la fuerza naval nicaragüense patrulla armada en la zona, mientras que los militares salvadoreños hostigan a sus pescadores, impidiéndoles trabajar en el golfo. Por ese supuesto hostigamiento fue que tanto Lobo, como su ministro de Defensa, Marlon Pascua, amenazaron con desplegar su fuerza aérea. “Los F5 son una garantía que tiene Honduras para poder ejercer ese derecho de proteger la integridad de su territorio nacional”, dijo Pascua. A esas declaraciones se unió el Comisionado hondureño de Derechos Humanos, Ramón Custodio, quien instó al Gobierno de Lobo a “defender la integridad marítima de Honduras”.
La respuesta de las autoridades salvadoreñas y nicaragüenses fue sosegada. El presidente de El Salvador, Mauricio Funes, envió una carta a Lobo en la que le expresaba su interés de resolver la controversia a través del diálogo. “No son amenazas militaristas lo que necesitan nuestros gobiernos y nuestros pueblos para ponernos de acuerdo”, escribió el líder salvadoreño. Por su parte, el jefe del Ejército de Nicaragua, general Julio César Avilés, dijo que no están realizando actividades extraordinarias en el golfo y que mantienen un patrullaje normal. “Nuestras naves transitan en aguas nacionales”, dijo el general. Por su parte, el canciller salvadoreño, Hugo Martínez, dijo que un nuevo enfrentamiento militar en la región “está únicamente en la cabeza de aquellos que se les detuvo el reloj en épocas anteriores”.
La tensión en el golfo comenzó el año pasado por las denuncias de los pescadores hondureños contra militares salvadoreños y nicaragüenses, por lo que los presidentes de los tres países se reunieron en diciembre en Managua para llegar a un acuerdo fronterizo. La llamada Declaración de Managua, firmada por Funes, Lobo y el nicaragüense Daniel Ortega, establecía un protocolo de entendimiento que los tres gobiernos deben poner en marcha, para convertir al golfo “en una zona de paz, seguridad y desarrollo sostenible”. Los tres mandatarios, sonrientes y estrechándose las manos, ordenaron crear una comisión especial conformada por los cancilleres de los tres países que se encargará de revisar el cumplimiento de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de 1992. “Hemos dejado claro que aquí no cabe ninguna acción bélica, ninguna acción militar”, dijo Ortega entonces.
Para los expertos, sin embargo, la tensión se mantendrá hasta que no se llegue a un acuerdo sostenible sobre la pesca. “Debe respetarse el patrimonio de Nicaragua en el Golfo de Fonseca”, dijo el ex canciller nicaragüense Emilio Álvarez Montalbán. “Me refiero a los bancos de larvas de camarón que existen en la parte sur del Golfo, donde ejerce soberanía nuestro país. El problema es que al no existir señalamiento de la línea divisoria marítima en aquel accidente geográfico entre Honduras y Nicaragua, los pescadores furtivos de esos países se aprovechan para saquear esas reservas valiosas”, agregó. “Esta situación provoca incidentes diarios entre la fuerza naval de Nicaragua, que captura legalmente a los intrusos y les decomisa sus aperos de pesca imponiéndole multas, ocasionando incidentes peligrosos que alterarían la paz”, añadió.
El golfo de Fonseca ya causó fuertes tensiones entre los tres países – que juntos apenas suman 263.000l kilómetros cuadrados, la mitad de España–,en los años ochenta del siglo pasado, cuando tanto El Salvador como Nicaragua estaban inmersas en guerras civiles que dejaron miles de muertos y desplazados. Honduras, además, contaba con bases militares controladas por EE UU en las que recibía entrenamiento y avituallamiento la Contra nicaragüense, que pretendía derribar por las armas al Gobierno sandinista de Managua. Tras los acuerdos de paz de inicios de los noventa, parte del armamento militar de El Salvador y Nicaragua pasó al olvido, oxidándose en los arsenales. Por ejemplo, El Salvador cuenta con patrulleros y navíos con 45 años de servicio, que se encuentran en un estado lamentable, según el sitio de información militar Defensa.com. La supremacía militar aérea en la región la tiene Honduras, y tanto el presidente Lobo, como el ministro de Defensa Pascua, no dudaron en recordárselo a sus vecinos advirtiendo que podrían hacer uso de sus cazas F-5 para “abrirse paso al Pacífico.
ELPAIS.ES
El golfo de Fonseca cuenta con una extensión de 3.200 kilómetros cuadrados, apenas más grande que Luxemburgo, y según un fallo emitido por la Corte Internacional de Justicia el 11 de noviembre de 1992, el control de sus aguas debe ser compartido entre los tres pequeños países, que en el pasado protagonizaron tensiones militares por este entrante del océano. El Salvador y Nicaragua cuentan con amplias costas sobre el Pacífico, pero el golfo es la garantía de salida al océano para Honduras, que ha acusado de hostigamiento a sus vecinos.
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Tegucigalpa afirma que la fuerza naval nicaragüense patrulla armada en la zona, mientras que los militares salvadoreños hostigan a sus pescadores, impidiéndoles trabajar en el golfo. Por ese supuesto hostigamiento fue que tanto Lobo, como su ministro de Defensa, Marlon Pascua, amenazaron con desplegar su fuerza aérea. “Los F5 son una garantía que tiene Honduras para poder ejercer ese derecho de proteger la integridad de su territorio nacional”, dijo Pascua. A esas declaraciones se unió el Comisionado hondureño de Derechos Humanos, Ramón Custodio, quien instó al Gobierno de Lobo a “defender la integridad marítima de Honduras”.
La respuesta de las autoridades salvadoreñas y nicaragüenses fue sosegada. El presidente de El Salvador, Mauricio Funes, envió una carta a Lobo en la que le expresaba su interés de resolver la controversia a través del diálogo. “No son amenazas militaristas lo que necesitan nuestros gobiernos y nuestros pueblos para ponernos de acuerdo”, escribió el líder salvadoreño. Por su parte, el jefe del Ejército de Nicaragua, general Julio César Avilés, dijo que no están realizando actividades extraordinarias en el golfo y que mantienen un patrullaje normal. “Nuestras naves transitan en aguas nacionales”, dijo el general. Por su parte, el canciller salvadoreño, Hugo Martínez, dijo que un nuevo enfrentamiento militar en la región “está únicamente en la cabeza de aquellos que se les detuvo el reloj en épocas anteriores”.
La tensión en el golfo comenzó el año pasado por las denuncias de los pescadores hondureños contra militares salvadoreños y nicaragüenses, por lo que los presidentes de los tres países se reunieron en diciembre en Managua para llegar a un acuerdo fronterizo. La llamada Declaración de Managua, firmada por Funes, Lobo y el nicaragüense Daniel Ortega, establecía un protocolo de entendimiento que los tres gobiernos deben poner en marcha, para convertir al golfo “en una zona de paz, seguridad y desarrollo sostenible”. Los tres mandatarios, sonrientes y estrechándose las manos, ordenaron crear una comisión especial conformada por los cancilleres de los tres países que se encargará de revisar el cumplimiento de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de 1992. “Hemos dejado claro que aquí no cabe ninguna acción bélica, ninguna acción militar”, dijo Ortega entonces.
Para los expertos, sin embargo, la tensión se mantendrá hasta que no se llegue a un acuerdo sostenible sobre la pesca. “Debe respetarse el patrimonio de Nicaragua en el Golfo de Fonseca”, dijo el ex canciller nicaragüense Emilio Álvarez Montalbán. “Me refiero a los bancos de larvas de camarón que existen en la parte sur del Golfo, donde ejerce soberanía nuestro país. El problema es que al no existir señalamiento de la línea divisoria marítima en aquel accidente geográfico entre Honduras y Nicaragua, los pescadores furtivos de esos países se aprovechan para saquear esas reservas valiosas”, agregó. “Esta situación provoca incidentes diarios entre la fuerza naval de Nicaragua, que captura legalmente a los intrusos y les decomisa sus aperos de pesca imponiéndole multas, ocasionando incidentes peligrosos que alterarían la paz”, añadió.
El golfo de Fonseca ya causó fuertes tensiones entre los tres países – que juntos apenas suman 263.000l kilómetros cuadrados, la mitad de España–,en los años ochenta del siglo pasado, cuando tanto El Salvador como Nicaragua estaban inmersas en guerras civiles que dejaron miles de muertos y desplazados. Honduras, además, contaba con bases militares controladas por EE UU en las que recibía entrenamiento y avituallamiento la Contra nicaragüense, que pretendía derribar por las armas al Gobierno sandinista de Managua. Tras los acuerdos de paz de inicios de los noventa, parte del armamento militar de El Salvador y Nicaragua pasó al olvido, oxidándose en los arsenales. Por ejemplo, El Salvador cuenta con patrulleros y navíos con 45 años de servicio, que se encuentran en un estado lamentable, según el sitio de información militar Defensa.com. La supremacía militar aérea en la región la tiene Honduras, y tanto el presidente Lobo, como el ministro de Defensa Pascua, no dudaron en recordárselo a sus vecinos advirtiendo que podrían hacer uso de sus cazas F-5 para “abrirse paso al Pacífico.
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