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Area Militar General
Malvinas 1982
Identifican los restos de un piloto caído en la última misión
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<blockquote data-quote="Argos" data-source="post: 587157" data-attributes="member: 3862"><p>CAPITULO LXXXV</p><p>EL NAVEGADOR</p><p>Este capítulo es un homenaje a los navegadores,</p><p>recordando al Capitán Casado, caído en la noche del</p><p>13 de junio de1982, pocas horas antes del fin del</p><p>conflicto. Es difícil enfrentar el fuego enemigo y seguir</p><p>al frente sin dudas, pero más difícil es hacerlo en las</p><p>manos de otro hombre. Pienso que la valentía debe ser</p><p>mayor.</p><p></p><p>Relata: Capitán Pastran - Piloto de Canberra</p><p>Día: 13 de junio de 1982, a la noche.</p><p></p><p>En el avión que se vuela en la II Brigada Aérea, ubicada en la ciudad de Paraná, es muy</p><p>importante la camaradería y el espíritu de equipo, ya que la tripulación del Canberra está formada</p><p>por un piloto y un navegador. Un equipo era exactamente lo que formamos en toda la guerra con</p><p>mi compañero de promoción, amigo y navegante Capitán Fernando Juan Casado. </p><p>Durante nueve años estuvimos juntos en los mismos destinos; seis años en la II Brigada y tres años en la Escuela de Aviación Militar, hasta que en diciembre retornamos a Paraná.</p><p>También a la guerra fuimos juntos.</p><p>Nuestro indicativo de vuelo ese día era "Baco"</p><p>En la última incursión armada de la Fuerza Aérea Argentina por aire, el día 13 de junio de 1982 a las 22:55 hs., una ve z cumplida la misión y arrojadas las bombas, solo seis horas antes del cese del fuego, nuestro avión fue alcanzado por un misil inglés, cayendo al mar.</p><p>Yo alcancé a eyectarme; él quedó para siempre en nuestras Malvinas. Me invadió la tristeza, pero acepté la voluntad de Dios, ya que solo El sabe lo que tenemos dispuesto.</p><p>Cuando caí al agua, el impacto del frío fue muy fuerte. Rápidamente se congelaron mis manos, por lo que me costaba mucho inflar el bote salvavidas. Mis reacciones eran lentas, pese a que mi cerebro me ordenaba celeridad, pues sabia que en ello me iba la vida; sin el traje antiexposición no hubiera pasado más de un minuto antes de que yo muriera por un paro cardíaco. Gracias a Dios pude inflar mi salvavidas y mi bote, deshacerme del paracaídas y subirme a mi tabla de salvación. En el momento en que no podía inflar el bote pensé que Dios me había abandonado,</p><p>pero luego comprobé que no fue así.</p><p>Luego vino esa terrible noche, temblando de frío y navegando a la luz de las bengalas que se arrojaban en el combate final de Puerto Argentino. Sabía que aunque fuera un poco, mis bombas lanzadas sobre una concentración de tropas y materiales británicos habían retardado el asalto final.</p><p>Tado se iba dando de acuerdo a lo aprendido en mis clases de supervivencia.</p><p>Al llegar a la costa me costó mucho trabajo salir, debido al cansancio de la misión, a la tensión de la eyección y al supremo esfuerzo de la navegación nocturna, en un insignificante botecito por la inmensidad del mar.</p><p>Busqué un refugio para evitar el congelamiento nocturno. Encontré pronto una grieta entre las piedras y me cubrí con el bote de goma. Movía continuamente mis manos y pies, mientras luchaba contra el sueño pues temía no despertar más.</p><p>En la mañana del 14 de Junio comencé a caminar; la de sorientación y el frío eran muchos, hasta que me orienté por un helicóptero que iba desde Darwin hasta Puerto Argentino.</p><p>Mientras caminaba, cantaba y silbaba, tratado de mantener en alto mi ánimo, ya bastante deprimido por haber perdido a mi mejor amigo y por la situación que estaba viviendo.</p><p>Luego fui tomado prisionero por los ingleses que ya dominaban toda la Isla. Realmente me</p><p>trataron muy bien; podría decir que como si hubiese sido uno de ellos.</p><p></p><p></p><p>Fuente - Dios y los Halcones</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Argos, post: 587157, member: 3862"] CAPITULO LXXXV EL NAVEGADOR Este capítulo es un homenaje a los navegadores, recordando al Capitán Casado, caído en la noche del 13 de junio de1982, pocas horas antes del fin del conflicto. Es difícil enfrentar el fuego enemigo y seguir al frente sin dudas, pero más difícil es hacerlo en las manos de otro hombre. Pienso que la valentía debe ser mayor. Relata: Capitán Pastran - Piloto de Canberra Día: 13 de junio de 1982, a la noche. En el avión que se vuela en la II Brigada Aérea, ubicada en la ciudad de Paraná, es muy importante la camaradería y el espíritu de equipo, ya que la tripulación del Canberra está formada por un piloto y un navegador. Un equipo era exactamente lo que formamos en toda la guerra con mi compañero de promoción, amigo y navegante Capitán Fernando Juan Casado. Durante nueve años estuvimos juntos en los mismos destinos; seis años en la II Brigada y tres años en la Escuela de Aviación Militar, hasta que en diciembre retornamos a Paraná. También a la guerra fuimos juntos. Nuestro indicativo de vuelo ese día era "Baco" En la última incursión armada de la Fuerza Aérea Argentina por aire, el día 13 de junio de 1982 a las 22:55 hs., una ve z cumplida la misión y arrojadas las bombas, solo seis horas antes del cese del fuego, nuestro avión fue alcanzado por un misil inglés, cayendo al mar. Yo alcancé a eyectarme; él quedó para siempre en nuestras Malvinas. Me invadió la tristeza, pero acepté la voluntad de Dios, ya que solo El sabe lo que tenemos dispuesto. Cuando caí al agua, el impacto del frío fue muy fuerte. Rápidamente se congelaron mis manos, por lo que me costaba mucho inflar el bote salvavidas. Mis reacciones eran lentas, pese a que mi cerebro me ordenaba celeridad, pues sabia que en ello me iba la vida; sin el traje antiexposición no hubiera pasado más de un minuto antes de que yo muriera por un paro cardíaco. Gracias a Dios pude inflar mi salvavidas y mi bote, deshacerme del paracaídas y subirme a mi tabla de salvación. En el momento en que no podía inflar el bote pensé que Dios me había abandonado, pero luego comprobé que no fue así. Luego vino esa terrible noche, temblando de frío y navegando a la luz de las bengalas que se arrojaban en el combate final de Puerto Argentino. Sabía que aunque fuera un poco, mis bombas lanzadas sobre una concentración de tropas y materiales británicos habían retardado el asalto final. Tado se iba dando de acuerdo a lo aprendido en mis clases de supervivencia. Al llegar a la costa me costó mucho trabajo salir, debido al cansancio de la misión, a la tensión de la eyección y al supremo esfuerzo de la navegación nocturna, en un insignificante botecito por la inmensidad del mar. Busqué un refugio para evitar el congelamiento nocturno. Encontré pronto una grieta entre las piedras y me cubrí con el bote de goma. Movía continuamente mis manos y pies, mientras luchaba contra el sueño pues temía no despertar más. En la mañana del 14 de Junio comencé a caminar; la de sorientación y el frío eran muchos, hasta que me orienté por un helicóptero que iba desde Darwin hasta Puerto Argentino. Mientras caminaba, cantaba y silbaba, tratado de mantener en alto mi ánimo, ya bastante deprimido por haber perdido a mi mejor amigo y por la situación que estaba viviendo. Luego fui tomado prisionero por los ingleses que ya dominaban toda la Isla. Realmente me trataron muy bien; podría decir que como si hubiese sido uno de ellos. Fuente - Dios y los Halcones [/QUOTE]
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Identifican los restos de un piloto caído en la última misión
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