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Area Militar General
Malvinas 1982
Inglaterra evaluo invadir Tierra del fuego con Chile
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<blockquote data-quote="Manfred Klaus" data-source="post: 222860" data-attributes="member: 526"><p><strong>detalle de la frustrada operacion mikado</strong></p><p></p><p>Posiblemente sea el último secreto de la guerra de las Malvinas y su relato ayude a hilvanar las suposiciones que se hicieron en la Argentina cuando un helicóptero británico "Sea King" apareció quemado en las cercanías de Punta Arenas, generándole a Chile una de sus más delicadas crisis con nuestro país.</p><p></p><p>Su impecable reconstrucción es obra de Nigel West, el escritor británico que publicará próximamente las operaciones especiales del conflicto angloargentino, que serializa el dominical The Sunday Times. Todo comenzó en los cuarteles del SAS (las fuerzas especiales británicas) en Hereford, en las cercanías de las colinas de Malvern. El sargento Bake V. era posiblemente uno de los más corajudos de su unidad y pidió una entrevista con el mayor John Moss para una conversación franca. Lo habían puesto a cargo de evaluar los riesgos de la Operacion Mikado, un acto suicida para su grupo en pleno conflicto angloargentino. En Hereford y por el rol de los comandos, las jerarquías se diluyen y vale la habilidad y la experiencia. Para el sargento, Mikado era una acción mal concebida y que enviaba al sacrificio al escuadrón B y exigió que se suspendiera. El mayor estaba anonadado porque también compartía las mismas reservas que el sargento. Creían que no debía hacerla el SAS y que desacreditaría a su regimiento. </p><p>Matar y morir</p><p></p><p>En mayo de 1982, la guerra en las Malvinas había comenzado y los pilotos navales argentinos habían usado los mi- siles franceses Exocet en sus aviones Super Etendart contra el destructor británico "Sheffield" después del hundi- miento del crucero "General Belgrano". El efecto fue devastador y los 20 muertos shockearon a Gran Bretaña. La inteligencia británica descubrió que había más Exocet que podrían ser lanzados por los argentinos. Si le pegaban al Hermes o al Invencible, buques madres de su flota, los resultados podrían ser catastróficos. El gabinete de guerra de Margaret Thatcher decidió que los misiles debían ser descubiertos y destruidos. La misión recayó en 65 hombres del Escuadrón B del SAS en una operación secreta que bautizaron Mikado. Debían volar hasta la base naval de Río Grande, en Tierra del Fuego, donde estaban los misiles. Aterrizar en dos Hércules C-130, destruir los misiles, los aviones Super Etendart, matar a los pilotos y refugiarse en Chile, "territorio neutral" con la excusa de un desperfecto técnico. Reagan le advirtió a Thatcher que esta clase de operaciones forzaría la intervención de otros países latinoamericanos en la guerra como Perú y Venezuela. Una operación en el continente crecía en la mente del gabinete de guerra de la Dama de Hierro. </p><p></p><p>Primer reconocimiento</p><p></p><p>Como primer paso, el capitán del SAS Andrew H. viajó hacia Chile bajo la cobertura diplomática de asistente del agregado militar. Su trabajo era reconocer las rutas, la frontera y planear cómo se abastecerían. El comando pretendía infiltrar un grupo desde Chile para dar una alerta temprana e informar al SAS cuando los Super Etendart despegaban de la base de Río Negro. Pero luego se descubrió que los aviones Harriet británicos no alcanzarían a los aviones argentinos antes de que lanzaran su misil Exocet. Después de analizar todas las opciones, se pensó que una operación estilo Entebbe (montada por los israelíes para liberar a rehenes en Uganda) era la ideal. El escuadrón empezó a entrenar en las montañas de Escocia. El general Peter de la Biliere, jefe del SAS, pensaba mandar un helicóptero de avanzada al territorio argentino para el reconocimiento del objetivo, la ubicación de los aviones y del combustible. Pensaban que los Hércules británicos serían detectados 30 millas antes por el radar y recibirían una bienvenida de misiles antiaéreos. Por eso preferían la noche para actuar y aterrizar. Divididos en dos grupos de 15, el proyecto era destruir los aviones, identificar los oficiales y matarlos uno a uno. Si los aviones sobrevivían al aterrizaje y al ataque, escaparían por aire y si no, hacia Chile por la tierra helada y húmeda, un terreno donde los comandos británicos se sienten más que cómodos y se vuelven imbatibles. </p><p></p><p>Misión abortada</p><p></p><p>Las fotos satelitales de los norteamericanos mostraban una estancia cercana a la base, la de Sara Braun. Uno de los comandos dijo que había que matar a todos sus moradores. El 17 de mayo de 1982 partió desde el portaaviones "Invencible" un helicóptero inglés con tres comandos del SAS. Armados, con equipos de comunicación satelital, el grupo se dirigía hacia Río Grande cuando el radar mostró a 20 kilómetros del objetivo que habían sido detectados. Con mirada agonizante, el capitan L. consideró "la misión comprometida". Se miraron entre todos angustiados y decidieron avanzar hacia el oeste, rumbo a Chile, en dirección a Punta Arenas. "Mision abortada" transmiten por el equipo y abandonan el helicóptero. El Ministerio de Defensa británico dice oficialmente que se trató de un aterrizaje de emergencia. Pero el mundo sabe que las fuerzas especiales británicas están operando en el continente argentino o tratando de hacerlo. Los pilotos del SAS parten en ropas civiles en un vuelo de línea de Santiago a Londres. Más tarde hubo otro intento para llevar adelante la Operación Mikado. Pero 8 comandos del escuadron D murieron cuando un helicóptero se cayó al mar al trasladar a integrantes del SAS de un barco al otro en el Atlántico Sur pocas semanas después del primer fracaso. La señal que llegó desde los cuarteles de Hereford fue terminante: la misión suicida de la guerra se pospone. </p><p></p><p>La certeza de Zaratiegui</p><p></p><p>Pero el vicealmirante Horacio Zaratiegui, a cargo de la zona Austral en Tierra del Fuego, siempre tuvo sospechas de las intenciones británicas. Por algo lo habían entrenado los propios ingleses en su Escuela de Inteligencia en Gran Bretaña. Obsesionado con un posible ataque chileno, el oficial creía que había un alianza silenciosa entre Chile y el Reino Unido que le permitiría a los chilenos avanzar desde el oeste en recuerdo del diferendo del Beagle. En 1983 el ex comandante de la zona austral relató lo siguiente: "Nuestros radares observaron que el helicóptero se desplazaba desde el territorio chileno hacia la Argentina. Cruzó la frontera, luego quedó suspendido en el aire por unos minutos y desapareció del radar, clara señal de que había descendido. Volvió a aparecer a los 5 minutos en las cercanías de la planta de combustible y a 5 kilómetros de la estancia de Sara Braun, al sur de Río Grande y casi sobre el mar. Todo esto sucedió la noche antes que se descubriera al `Sea King' incendiado en las cercanías de Punta Arenas. Zaratiegui estaba convencido que el helicóptero británico regresaba de una misión de reconocimiento, con un grupo de comandos que intentaba volar la planta de combustibles de la Bahía de San Sebastián, en Tierra del Fuego. La planta abastecía de nafta especializada JP1 a los 5 aviones Super Etendart franceses, a los 6 aviones israelíes Dagger y a los viejos Neptune de reconocimiento que actuaban contra la flota británica. El helicóptero inglés apareció en las pantallas de los únicos 3 radares de la isla de Tierra del Fuego con capacidad de interceptar señales. El primero en avistarlo fue el cabo operador del buque destructor "Bouchard", que estaba fondeado en la bahía Esperanza. Sin usar el lenguaje cifrado, se lo comunicó a su colega del destructor Piedrabuena que estaba más al norte. También lo detectó el radar de la base aeronaval y diagosticaron que se desplazaba a 90 nudos de velocidad y rumbo 090, con dirección al este. Al día siguiente, seis helicópteros argentinos e infantes de marina se desplazaron por la isla en busca de sus rastros. No encontraron nada. Pero por precaución y a la espera de un ataque, la base de Río Grande había sido minada y se había alistado una compañía de infantes de marina para defenderla. La aviación naval argentina comenzó la guerra con 5 aviones Super Etendart y la finalizó con ellos en perfectas condiciones. Estaban pendientes del envío de Francia otros 9 Super Etendart "que no llegaron durante el conflicto por las presiones británicas, aunque sí lo hicieron sus técnicos" y 25 misiles Exocet. La entrega tardía era inevitable: en la lista de compradores estaba antes Irak, que seguía su guerra contra Irán. </p><p></p><p></p><p>M. L. A.</p><p>Por Oscar Raúl Cardoso</p><p></p><p>Fuente diario CLARIN</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Manfred Klaus, post: 222860, member: 526"] [b]detalle de la frustrada operacion mikado[/b] Posiblemente sea el último secreto de la guerra de las Malvinas y su relato ayude a hilvanar las suposiciones que se hicieron en la Argentina cuando un helicóptero británico "Sea King" apareció quemado en las cercanías de Punta Arenas, generándole a Chile una de sus más delicadas crisis con nuestro país. Su impecable reconstrucción es obra de Nigel West, el escritor británico que publicará próximamente las operaciones especiales del conflicto angloargentino, que serializa el dominical The Sunday Times. Todo comenzó en los cuarteles del SAS (las fuerzas especiales británicas) en Hereford, en las cercanías de las colinas de Malvern. El sargento Bake V. era posiblemente uno de los más corajudos de su unidad y pidió una entrevista con el mayor John Moss para una conversación franca. Lo habían puesto a cargo de evaluar los riesgos de la Operacion Mikado, un acto suicida para su grupo en pleno conflicto angloargentino. En Hereford y por el rol de los comandos, las jerarquías se diluyen y vale la habilidad y la experiencia. Para el sargento, Mikado era una acción mal concebida y que enviaba al sacrificio al escuadrón B y exigió que se suspendiera. El mayor estaba anonadado porque también compartía las mismas reservas que el sargento. Creían que no debía hacerla el SAS y que desacreditaría a su regimiento. Matar y morir En mayo de 1982, la guerra en las Malvinas había comenzado y los pilotos navales argentinos habían usado los mi- siles franceses Exocet en sus aviones Super Etendart contra el destructor británico "Sheffield" después del hundi- miento del crucero "General Belgrano". El efecto fue devastador y los 20 muertos shockearon a Gran Bretaña. La inteligencia británica descubrió que había más Exocet que podrían ser lanzados por los argentinos. Si le pegaban al Hermes o al Invencible, buques madres de su flota, los resultados podrían ser catastróficos. El gabinete de guerra de Margaret Thatcher decidió que los misiles debían ser descubiertos y destruidos. La misión recayó en 65 hombres del Escuadrón B del SAS en una operación secreta que bautizaron Mikado. Debían volar hasta la base naval de Río Grande, en Tierra del Fuego, donde estaban los misiles. Aterrizar en dos Hércules C-130, destruir los misiles, los aviones Super Etendart, matar a los pilotos y refugiarse en Chile, "territorio neutral" con la excusa de un desperfecto técnico. Reagan le advirtió a Thatcher que esta clase de operaciones forzaría la intervención de otros países latinoamericanos en la guerra como Perú y Venezuela. Una operación en el continente crecía en la mente del gabinete de guerra de la Dama de Hierro. Primer reconocimiento Como primer paso, el capitán del SAS Andrew H. viajó hacia Chile bajo la cobertura diplomática de asistente del agregado militar. Su trabajo era reconocer las rutas, la frontera y planear cómo se abastecerían. El comando pretendía infiltrar un grupo desde Chile para dar una alerta temprana e informar al SAS cuando los Super Etendart despegaban de la base de Río Negro. Pero luego se descubrió que los aviones Harriet británicos no alcanzarían a los aviones argentinos antes de que lanzaran su misil Exocet. Después de analizar todas las opciones, se pensó que una operación estilo Entebbe (montada por los israelíes para liberar a rehenes en Uganda) era la ideal. El escuadrón empezó a entrenar en las montañas de Escocia. El general Peter de la Biliere, jefe del SAS, pensaba mandar un helicóptero de avanzada al territorio argentino para el reconocimiento del objetivo, la ubicación de los aviones y del combustible. Pensaban que los Hércules británicos serían detectados 30 millas antes por el radar y recibirían una bienvenida de misiles antiaéreos. Por eso preferían la noche para actuar y aterrizar. Divididos en dos grupos de 15, el proyecto era destruir los aviones, identificar los oficiales y matarlos uno a uno. Si los aviones sobrevivían al aterrizaje y al ataque, escaparían por aire y si no, hacia Chile por la tierra helada y húmeda, un terreno donde los comandos británicos se sienten más que cómodos y se vuelven imbatibles. Misión abortada Las fotos satelitales de los norteamericanos mostraban una estancia cercana a la base, la de Sara Braun. Uno de los comandos dijo que había que matar a todos sus moradores. El 17 de mayo de 1982 partió desde el portaaviones "Invencible" un helicóptero inglés con tres comandos del SAS. Armados, con equipos de comunicación satelital, el grupo se dirigía hacia Río Grande cuando el radar mostró a 20 kilómetros del objetivo que habían sido detectados. Con mirada agonizante, el capitan L. consideró "la misión comprometida". Se miraron entre todos angustiados y decidieron avanzar hacia el oeste, rumbo a Chile, en dirección a Punta Arenas. "Mision abortada" transmiten por el equipo y abandonan el helicóptero. El Ministerio de Defensa británico dice oficialmente que se trató de un aterrizaje de emergencia. Pero el mundo sabe que las fuerzas especiales británicas están operando en el continente argentino o tratando de hacerlo. Los pilotos del SAS parten en ropas civiles en un vuelo de línea de Santiago a Londres. Más tarde hubo otro intento para llevar adelante la Operación Mikado. Pero 8 comandos del escuadron D murieron cuando un helicóptero se cayó al mar al trasladar a integrantes del SAS de un barco al otro en el Atlántico Sur pocas semanas después del primer fracaso. La señal que llegó desde los cuarteles de Hereford fue terminante: la misión suicida de la guerra se pospone. La certeza de Zaratiegui Pero el vicealmirante Horacio Zaratiegui, a cargo de la zona Austral en Tierra del Fuego, siempre tuvo sospechas de las intenciones británicas. Por algo lo habían entrenado los propios ingleses en su Escuela de Inteligencia en Gran Bretaña. Obsesionado con un posible ataque chileno, el oficial creía que había un alianza silenciosa entre Chile y el Reino Unido que le permitiría a los chilenos avanzar desde el oeste en recuerdo del diferendo del Beagle. En 1983 el ex comandante de la zona austral relató lo siguiente: "Nuestros radares observaron que el helicóptero se desplazaba desde el territorio chileno hacia la Argentina. Cruzó la frontera, luego quedó suspendido en el aire por unos minutos y desapareció del radar, clara señal de que había descendido. Volvió a aparecer a los 5 minutos en las cercanías de la planta de combustible y a 5 kilómetros de la estancia de Sara Braun, al sur de Río Grande y casi sobre el mar. Todo esto sucedió la noche antes que se descubriera al `Sea King' incendiado en las cercanías de Punta Arenas. Zaratiegui estaba convencido que el helicóptero británico regresaba de una misión de reconocimiento, con un grupo de comandos que intentaba volar la planta de combustibles de la Bahía de San Sebastián, en Tierra del Fuego. La planta abastecía de nafta especializada JP1 a los 5 aviones Super Etendart franceses, a los 6 aviones israelíes Dagger y a los viejos Neptune de reconocimiento que actuaban contra la flota británica. El helicóptero inglés apareció en las pantallas de los únicos 3 radares de la isla de Tierra del Fuego con capacidad de interceptar señales. El primero en avistarlo fue el cabo operador del buque destructor "Bouchard", que estaba fondeado en la bahía Esperanza. Sin usar el lenguaje cifrado, se lo comunicó a su colega del destructor Piedrabuena que estaba más al norte. También lo detectó el radar de la base aeronaval y diagosticaron que se desplazaba a 90 nudos de velocidad y rumbo 090, con dirección al este. Al día siguiente, seis helicópteros argentinos e infantes de marina se desplazaron por la isla en busca de sus rastros. No encontraron nada. Pero por precaución y a la espera de un ataque, la base de Río Grande había sido minada y se había alistado una compañía de infantes de marina para defenderla. La aviación naval argentina comenzó la guerra con 5 aviones Super Etendart y la finalizó con ellos en perfectas condiciones. Estaban pendientes del envío de Francia otros 9 Super Etendart "que no llegaron durante el conflicto por las presiones británicas, aunque sí lo hicieron sus técnicos" y 25 misiles Exocet. La entrega tardía era inevitable: en la lista de compradores estaba antes Irak, que seguía su guerra contra Irán. M. L. A. Por Oscar Raúl Cardoso Fuente diario CLARIN [/QUOTE]
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