LA INTELIGENCIA EN LA DIMENSIÓN DE LA LUCHA ELECTRÓNOCA
Por E. Martínez Codó
La Inteligencia Militar es una actividad especial propia de la profesión castrense , tanto en tiempos de paz (acción prevenida) como en tiempos de guerra (acción ejecutiva ) que siempre se ha desarrollado a la par del desarrollo del concepto genérico de la “guarra”, y que más se nota –y se sobre todo se reconoce- en nuestros tiempos. Con la incorporación de la dimensión electrónica. Esta nota pretende resaltar el papel que la misma tiene precisamente en las acciones donde se recurre a los medios electrónicos. Y ese es nuestro propósito: Lograr concienciar al personal sobre la importancia de la misma.
H
emos preferido utilizar los términos “Lucha Electrónica” en lugar de “Guerra Electrónica”, porque esta última no puede concebirse en el marco de una Guerra (sin aditamento alguno), ya que el término “Guerra” comprende el empleo de una serie de medidas de marcha, exploración, ataque, defensa, retardo y retirada que aisladamente y por si solas no pueden decidir la suerte de un conflicto. En efecto, ya lo vaticinó Carl von Clausewitz cuando aseguraba que la Guerra era “la continuación de la paz por otros medios”.
De esta manera resulta (al parecer de quien esto escribe) impropio hablar de una verdadera Guerra, si nos referimos a los conflictos armados donde intervienen tantas armas, medios de lucha y de apoyo logístico que actúan e interactúan en forma conjunta y convergente en un solo fenómeno: la Guerra. Así, no hay lugar para considerar “Guerra de Infantería”, o “Guerra Aérea” ni “Guerra Naval”, etc., desprendidas éstas del factor común y aglutinante que se desarrolla: la “Guerra” entre dos o más naciones. Los medios a que se refería Clausewitz son las armas e instrumentos de apoyo con los cuales se libran las guerras.
En un comienzo, la Guerra fue un acto bélico entre dos o más personas a pie, digamos de infantería. Cuando el hombre aprendió a domar y utilizar el caballo para su empleo personal nació la caballería y, con el andar de los siglos la Guerra fue englobando la lucha o la intervención de las armas y medios que su inteligencia iba desarrollando: las armas de fuego, los medios de lucha química, la mecanización, el blindaje, la aviación, las armas navales, aéreas y mucho más tarde, satelitales y los medios de lucha electrónica, medios que provocaron una verdadera Revolución en los Asuntos Militares (RAM).
Esa revolución fue debida a la utilización de las radiaciones del espectro electromagnético que, como sabemos, es un conjunto de ondas que emiten (espectro de emisión) o absorben (espectro de absorción) las sustancias. Dicha radiación sirve para identificar las sustancias de manera análoga a las huellas dactilar. Pero los pasos que precedieron al descubrimiento de la electrónica duraría algo más de un siglo en lograr un éxito militar trascendente, con el perfeccionamiento del RADAR, como veremos más adelante, en los siglos XIX y XX.
> UN LARGO PERO RÁPIDO PROCESO
En efecto, en el primer tercio del Siglo XIX se produjo en el arte militar una gran RAM: fue registrada con el desarrollo de las redes de comunicaciones eléctricas, la aparición de las armas de retrocarga, de tiro simple y luego automáticas, los cañones sin retroceso de las piezas, y, ya al final de ese siglo y principios del siguiente, el desarrollo de las posibilidades del empleo del aire, la tercera dimensión, con fines militares: la aviación.
De esa manera la Inteligencia Militar, siempre atenta a los avances tecnológicos y a la evolución de los tiempos, sumó a sus tareas propias y específicas de saber o desentrañar ¿dónde se encuentra el enemigo y qué está haciendo y cuáles son sus vulnerabilidades? Una actividad nueva: cómo aprovechar ese despliegue tecnológico para construir una imagen lo más cierta posible de su adversario; cómo definir el factor enemigo.
En 1854, en la Guerra de Crimen, los ingleses lograron unir mediante líneas telegráficas el comando del General FitzRoy Somerset, lord Raglan, instalado en la península, con los comandos de las tropas instalaos en las trincheras. Poco después, en 1857, en la India, los mismos ingleses volvieron a unir sus comandos con las tropas mediante líneas telegráficas que seguían los patrones creados y patentados por Samuel Finley Breese Morse en 1837.
Poco tiempo después, en la Guerra de la Secesión norteamericana (1861-1865) el empleo militar del telégrafo quedó mundialmente aceptado y, paralelamente puesto en la línea de mira de los servicios de Inteligencia para obtener las informaciones que circulaban por aquellos cables telegráficos. Patrullas adelantadas o infiltradas tras las líneas adversarias, espías interceptores y otros medios fueron apareciendo para materializar las interceptaciones sin levantar sospechas o dejar huellas (variaciones de la tensión eléctrica) de sus operaciones clandestinas).
Pocas décadas más tarde, en 1880, el progreso llegó a la telefonía con Graham Bell y cuatro años más tarde el ingeniero italiano Guglielmi (Guillermo) Marconi (1874- 19337), perfeccionó las teorías de la radiodifusión y creó el sistema de radiografía sin hilos que le valió ser distinguido en 1909 con el Premio Nobel en física. En 1904 el ingeniero británico John Ambrosse Fleming (1849-1945) perfeccionó su válvula termoiónica o diodo, aprovechando el efecto que Thomas Alva Edison había descubierto en 1883.
Fue así como la lucha por el eter se desencadenó lo que, con el tiempo, pasó a denominarse SIGINT o sea la hoy conocida Inteligencia de Señales electromagnéticas.
Es de señalar, empero, entre los desarrollos electrónicos más sensibles desde el punto de vista militar, el que tuvo lugar en Gran Bretaña con el RADAR (sigla inglesa de Radio Detection and Ranging = Detección y medición de distancias mediante ondas radiométricas), equipo que fue creado y desarrollado en comienzos en Gran Bretaña en 1935 y puesto en operaciones durante la Batalla Aérea de Inglaterra en 1940-1941, por Sir Robert Wattson Watt (1892-1973) y su ayudan te Arnold Wilkins. La aparición del RADAR constituyó una verdadera sorpresa para la aviación alemana (Luftwaffe) ya que permitía anticipar los lugares que serían atacados y enfrentar oportunamente las amenazas logrando así una superioridad local que venció los esfuerzos alemanes, quienes al final abandonaron sus intentos de reducir la resistencia del pueblo británico mediante los ataques aéreos.
Otro gran paso dado por la electrónica fue el desarrollo del transistor gracias a los estudios realizados en el laboratorio Bell que reemplazó con enormes ventajas a las lámparas o válvulas electrónicas creadas anteriormente para cumplir las funciones de amplificación, oscilación, conmutación o rectificación; además de reducir espacio, evitaba el recalentamiento de los equipos y lograr la miniaturización de los mismos, hasta llegar a los portátiles, o celulares que actualmente se conocen y permiten una gran cantidad de funciones, inclusive la televisión, y los mensajes escritos que pueden ser cifrados para aumentar la seguridad de las comunicaciones, especialmente cuando se trata de órdenes de cumplimiento inmediato.
En ese campo (donde se encuentran, se cruzan, se superponen y se molestan las ondas electromagnéticas, es donde se desarrollan las luchas electrónicas, las cuales en si mismas no constituyen un arma bélica –por ahora- pero si sirven a los fines de la dirección de los misiles, establecer las coordenadas para el fuego de la artillería y de los misiles, comandar a distancia aviones, helicópteros y robots terrestres y navales con explosivos, etc.
Así como los primeros aviones –que eran sólo de observación y reconocimiento- pronto se transformaron en instrumentos de combate y bombardeo, los VNP (Vehículos no piloteados, en inglés UAV ó PPV), han evolucionado hoy en activas máquinas bélicas gracias al desarrollo electrónico.
> PREVENCIONES
La evolución experimentada en la explotación del campo electromagnético y la cibernética sin embargo, presentan varis aspectos que deben tenerse en cuenta; entre ellos podemos citar:
- 1º. Los ingenios y logros alcanzados por la especialidad mencionada, ayudan al hombre, pero no lo reemplazan totalmente, Así vemos que detrás de todo misil o aparato no tripulado; frente a toda pantalla electrónica de control, a toda imagen captada (fotográfica o filmada) está el operador, el ser humano, el hombre o la mujer, que interpreta el significado de las imágenes, o el que decide cuando accionar el botón de disparo.
Existe la creencia de que se dispone de misiles tipo “dispare y olvídese”, pero lo que en realidad no debe olvidarse es que el adversario cuenta con contra medidas electrónicas que pueden anular esa eficacia. Como reconoció hace poco el conocido “futurista corporativo” Jeff Wacker (1) “La inteligencia artificial es un gran fracaso”.
- 2º. El uso masivo o indiscriminado de las ondas electromagnéticas amenaza con desatar el efecto de saturación electrónica que termina por hacer fracasar todas las operaciones, como sucediera el 15 de abril de 1986, cuando en cumplimiento de una orden impartida por el presidente Ronald Reagan se llevó a cabo una represalia por el atentado en una discoteca de Berlín denominada “La Belle”, frecuentada por militares norteamericanos, donde resultaron muertos dos militares norteamericanos y fueron heridos otros 63 de las 200 víctimas registradas en esa oportunidad, La USAF efectuó un ataque aéreo, en el cual participó un escuadrón de aviones F111 en uno de esos ataque de precisión para eliminar al líder libio Muammar al-Gadafi (2).
La operación denominada “El Dorado Canyon”, fue cuidadosamente planificada, las tripulaciones de los F.111 bien seleccionadas y todo prometía resultar un éxito tecnológico seguro, contando incluso con el apoyo de la VI. Flota de la USNAVY, que aportaría sus propios aviones: 14 A-6B Intruder cargados con bombas GBU-50 y aviones EA-6B dotados con equipos de contramedidas electrónicas; A7 Corsair, F/A- 18 Hornet equipados con misiles especiales para la destrucción de radares, provenientes de los portaaviones USS Coral Sea y USS America, así como otros medios de lucha electrónica. Los F-111 portaban y lanzaron bombas con cabezas electrónicas buscadoras de blancos (de una potencia equivalente al poder de 384 bombarderos de la II.GM. Estos aviones F.111 despegaron de las islas británicas y evitaron sobrevolar los territorios de Francia y España (países que no habían concedido permiso para que la USAF sobrevolara sus cielos). Debieron organizar un vuelo extra utilizando el abastecimiento aéreo brindado por 28 aviones tanques KC-110 y KC-135, para finalmente atacar los principales lugares donde se suponía que podría encontrarse el buscado líder libio.
Todo parecía asegurar un franco éxito; pero sucedió todo lo contrario. Tal fue la saturación electrónica sobre las ciudades de Trípoli y Bengazy, así como otros blancos terrestres, que los atacantes vieron con espanto cómo los misiles disparados con guías de radar empezaban a seguir trayectorias erráticas y caían sobre blancos no deseados, como sucedió, por ejemplo, sobre la embajada de Francia en Trípoli. No obstante en el ataque falleció una hija de Gadafi y resultaron heridos otros dos hijos del mismo, al ser bombardeadas las instalaciones de Bab al Aziziya, donde solían vivir los miembros de la familia gobernante.
Todavía hoy es una incógnita establecer cuántos aviones se perdieron y resultaron dañados en aquella operación. La USAF reconoció haber perdido sólo un avión, y eso debido a que cayó y se incendió sobre suelo libio y sus restos fueron fotografiados y publicados en la prensa del país, y cuyo piloto, el capitán Luis Ribas-Dominicci, nacido en Puerto Rico, falleció y su cuerpo carbonizado fue devuelto gracias a una intervención del Papa Juan Pablo II. El cuerpo del acompañante, el capitán Paúl Lorence nunca fue hallado.
Es de destacar que tampoco los medios electrónicos pudieron impedir que dos años después (en diciembre de 1988) terroristas muy sospechados de ser de origen libio, devolvieran el golpe con el atentado registrado contra un avión comercial de la firma norteamericana PanAm que sobrevolaba el en cercanías del pueblo escocés de Lockerbie, en el que fallecieron 270 personas.
Por otro lado, lo sucedido el 11 de setiembre del 2001 con las Torres Gemelas del Word Travel Center, nos releva de todo otro comentario.
- 3º. A pesar de su gran eficacia y continuo perfeccionamiento en el campo de la batalla convencional, donde su oportuna intervención parece haber decidido las campañas militares modernas, la lucha con los medios electrónicos no acaba de hallar los recursos necesarios para vencer en el campo de la guerra irregular, o de la degastante Guerra Fría actual entre Estados Unidos y el Mundo Islámico.
No ha podido demostrar aún su capacidad total para discernir quiénes son y dónde están sus elusivos enemigos. No ha podido aún erradicar el accionar de los elementos terroristas, como prevenir los ataques suicidas donde se inmolan los ejecutores por razones de fe, fanatismo o patriotismo. En pocas palabras, no han surgido aún los medios necesarios para enfrentar con éxito las batallas de la Guerra no convencional asimétrica. Es de notar que los terroristas de Al Qaeda emplean ahora explosivos y medios que por lo general no son detectados por los equipos norteamericano, ingleses o israelíes utilizados en aquellos teatros de operaciones, los cuales son denominados genéricamente como IAD (por Improvised Explosive Device = Artefactos de Explosivos Improvisados AEI), especialmente en los atentados llevados a cabo en las rutas interiores del país, donde casi todos los días se registran hechos de esta naturaleza.
No se ha desarrollado aún un método o instrumento técnico para discernir quiénes y dónde está su enemigo asimétrico y menos aún determinar con certeza los próximos golpes, aspectos e indicios que sí puede proporcionar la simple y sencilla HUMINT clandestina proporcionada por agentes encubiertos e infiltrados en la organización adversaria. De otra manera, la lucha Electró- nica no está en condiciones –por ahora y vaya uno a saber por cuanto tiempo más- reemplazar al “topo”, al “infiltrado”, al “agente encubierto” que conoce “in situ” y participa activamente en la organización y accionar del terrorismo de larga duración como el que se desarrolla actualmente en Medio Oriente y algunas otras partes del planeta.
Los ejemplos que dejan las guerras de Vietnam, Afganistán e Irak demuestran, que a pesar de los éxitos parciales obtenidos, la imposibilidad de vencer a aquellos que emplean procedimientos no convencionales, asimétricos y clandestinos para enfrentar a las tropas convencionales en el marco del Derecho Internacional y en el respeto de los Derechos Humanos, que obran como lógicos frenos morales, frente al conjunto de los pueblos civilizados.
sigue
Willy
Por E. Martínez Codó
La Inteligencia Militar es una actividad especial propia de la profesión castrense , tanto en tiempos de paz (acción prevenida) como en tiempos de guerra (acción ejecutiva ) que siempre se ha desarrollado a la par del desarrollo del concepto genérico de la “guarra”, y que más se nota –y se sobre todo se reconoce- en nuestros tiempos. Con la incorporación de la dimensión electrónica. Esta nota pretende resaltar el papel que la misma tiene precisamente en las acciones donde se recurre a los medios electrónicos. Y ese es nuestro propósito: Lograr concienciar al personal sobre la importancia de la misma.
H
emos preferido utilizar los términos “Lucha Electrónica” en lugar de “Guerra Electrónica”, porque esta última no puede concebirse en el marco de una Guerra (sin aditamento alguno), ya que el término “Guerra” comprende el empleo de una serie de medidas de marcha, exploración, ataque, defensa, retardo y retirada que aisladamente y por si solas no pueden decidir la suerte de un conflicto. En efecto, ya lo vaticinó Carl von Clausewitz cuando aseguraba que la Guerra era “la continuación de la paz por otros medios”.
De esta manera resulta (al parecer de quien esto escribe) impropio hablar de una verdadera Guerra, si nos referimos a los conflictos armados donde intervienen tantas armas, medios de lucha y de apoyo logístico que actúan e interactúan en forma conjunta y convergente en un solo fenómeno: la Guerra. Así, no hay lugar para considerar “Guerra de Infantería”, o “Guerra Aérea” ni “Guerra Naval”, etc., desprendidas éstas del factor común y aglutinante que se desarrolla: la “Guerra” entre dos o más naciones. Los medios a que se refería Clausewitz son las armas e instrumentos de apoyo con los cuales se libran las guerras.
En un comienzo, la Guerra fue un acto bélico entre dos o más personas a pie, digamos de infantería. Cuando el hombre aprendió a domar y utilizar el caballo para su empleo personal nació la caballería y, con el andar de los siglos la Guerra fue englobando la lucha o la intervención de las armas y medios que su inteligencia iba desarrollando: las armas de fuego, los medios de lucha química, la mecanización, el blindaje, la aviación, las armas navales, aéreas y mucho más tarde, satelitales y los medios de lucha electrónica, medios que provocaron una verdadera Revolución en los Asuntos Militares (RAM).
Esa revolución fue debida a la utilización de las radiaciones del espectro electromagnético que, como sabemos, es un conjunto de ondas que emiten (espectro de emisión) o absorben (espectro de absorción) las sustancias. Dicha radiación sirve para identificar las sustancias de manera análoga a las huellas dactilar. Pero los pasos que precedieron al descubrimiento de la electrónica duraría algo más de un siglo en lograr un éxito militar trascendente, con el perfeccionamiento del RADAR, como veremos más adelante, en los siglos XIX y XX.
> UN LARGO PERO RÁPIDO PROCESO
En efecto, en el primer tercio del Siglo XIX se produjo en el arte militar una gran RAM: fue registrada con el desarrollo de las redes de comunicaciones eléctricas, la aparición de las armas de retrocarga, de tiro simple y luego automáticas, los cañones sin retroceso de las piezas, y, ya al final de ese siglo y principios del siguiente, el desarrollo de las posibilidades del empleo del aire, la tercera dimensión, con fines militares: la aviación.
De esa manera la Inteligencia Militar, siempre atenta a los avances tecnológicos y a la evolución de los tiempos, sumó a sus tareas propias y específicas de saber o desentrañar ¿dónde se encuentra el enemigo y qué está haciendo y cuáles son sus vulnerabilidades? Una actividad nueva: cómo aprovechar ese despliegue tecnológico para construir una imagen lo más cierta posible de su adversario; cómo definir el factor enemigo.
En 1854, en la Guerra de Crimen, los ingleses lograron unir mediante líneas telegráficas el comando del General FitzRoy Somerset, lord Raglan, instalado en la península, con los comandos de las tropas instalaos en las trincheras. Poco después, en 1857, en la India, los mismos ingleses volvieron a unir sus comandos con las tropas mediante líneas telegráficas que seguían los patrones creados y patentados por Samuel Finley Breese Morse en 1837.
Poco tiempo después, en la Guerra de la Secesión norteamericana (1861-1865) el empleo militar del telégrafo quedó mundialmente aceptado y, paralelamente puesto en la línea de mira de los servicios de Inteligencia para obtener las informaciones que circulaban por aquellos cables telegráficos. Patrullas adelantadas o infiltradas tras las líneas adversarias, espías interceptores y otros medios fueron apareciendo para materializar las interceptaciones sin levantar sospechas o dejar huellas (variaciones de la tensión eléctrica) de sus operaciones clandestinas).
Pocas décadas más tarde, en 1880, el progreso llegó a la telefonía con Graham Bell y cuatro años más tarde el ingeniero italiano Guglielmi (Guillermo) Marconi (1874- 19337), perfeccionó las teorías de la radiodifusión y creó el sistema de radiografía sin hilos que le valió ser distinguido en 1909 con el Premio Nobel en física. En 1904 el ingeniero británico John Ambrosse Fleming (1849-1945) perfeccionó su válvula termoiónica o diodo, aprovechando el efecto que Thomas Alva Edison había descubierto en 1883.
Fue así como la lucha por el eter se desencadenó lo que, con el tiempo, pasó a denominarse SIGINT o sea la hoy conocida Inteligencia de Señales electromagnéticas.
Es de señalar, empero, entre los desarrollos electrónicos más sensibles desde el punto de vista militar, el que tuvo lugar en Gran Bretaña con el RADAR (sigla inglesa de Radio Detection and Ranging = Detección y medición de distancias mediante ondas radiométricas), equipo que fue creado y desarrollado en comienzos en Gran Bretaña en 1935 y puesto en operaciones durante la Batalla Aérea de Inglaterra en 1940-1941, por Sir Robert Wattson Watt (1892-1973) y su ayudan te Arnold Wilkins. La aparición del RADAR constituyó una verdadera sorpresa para la aviación alemana (Luftwaffe) ya que permitía anticipar los lugares que serían atacados y enfrentar oportunamente las amenazas logrando así una superioridad local que venció los esfuerzos alemanes, quienes al final abandonaron sus intentos de reducir la resistencia del pueblo británico mediante los ataques aéreos.
Otro gran paso dado por la electrónica fue el desarrollo del transistor gracias a los estudios realizados en el laboratorio Bell que reemplazó con enormes ventajas a las lámparas o válvulas electrónicas creadas anteriormente para cumplir las funciones de amplificación, oscilación, conmutación o rectificación; además de reducir espacio, evitaba el recalentamiento de los equipos y lograr la miniaturización de los mismos, hasta llegar a los portátiles, o celulares que actualmente se conocen y permiten una gran cantidad de funciones, inclusive la televisión, y los mensajes escritos que pueden ser cifrados para aumentar la seguridad de las comunicaciones, especialmente cuando se trata de órdenes de cumplimiento inmediato.
En ese campo (donde se encuentran, se cruzan, se superponen y se molestan las ondas electromagnéticas, es donde se desarrollan las luchas electrónicas, las cuales en si mismas no constituyen un arma bélica –por ahora- pero si sirven a los fines de la dirección de los misiles, establecer las coordenadas para el fuego de la artillería y de los misiles, comandar a distancia aviones, helicópteros y robots terrestres y navales con explosivos, etc.
Así como los primeros aviones –que eran sólo de observación y reconocimiento- pronto se transformaron en instrumentos de combate y bombardeo, los VNP (Vehículos no piloteados, en inglés UAV ó PPV), han evolucionado hoy en activas máquinas bélicas gracias al desarrollo electrónico.
> PREVENCIONES
La evolución experimentada en la explotación del campo electromagnético y la cibernética sin embargo, presentan varis aspectos que deben tenerse en cuenta; entre ellos podemos citar:
- 1º. Los ingenios y logros alcanzados por la especialidad mencionada, ayudan al hombre, pero no lo reemplazan totalmente, Así vemos que detrás de todo misil o aparato no tripulado; frente a toda pantalla electrónica de control, a toda imagen captada (fotográfica o filmada) está el operador, el ser humano, el hombre o la mujer, que interpreta el significado de las imágenes, o el que decide cuando accionar el botón de disparo.
Existe la creencia de que se dispone de misiles tipo “dispare y olvídese”, pero lo que en realidad no debe olvidarse es que el adversario cuenta con contra medidas electrónicas que pueden anular esa eficacia. Como reconoció hace poco el conocido “futurista corporativo” Jeff Wacker (1) “La inteligencia artificial es un gran fracaso”.
- 2º. El uso masivo o indiscriminado de las ondas electromagnéticas amenaza con desatar el efecto de saturación electrónica que termina por hacer fracasar todas las operaciones, como sucediera el 15 de abril de 1986, cuando en cumplimiento de una orden impartida por el presidente Ronald Reagan se llevó a cabo una represalia por el atentado en una discoteca de Berlín denominada “La Belle”, frecuentada por militares norteamericanos, donde resultaron muertos dos militares norteamericanos y fueron heridos otros 63 de las 200 víctimas registradas en esa oportunidad, La USAF efectuó un ataque aéreo, en el cual participó un escuadrón de aviones F111 en uno de esos ataque de precisión para eliminar al líder libio Muammar al-Gadafi (2).
La operación denominada “El Dorado Canyon”, fue cuidadosamente planificada, las tripulaciones de los F.111 bien seleccionadas y todo prometía resultar un éxito tecnológico seguro, contando incluso con el apoyo de la VI. Flota de la USNAVY, que aportaría sus propios aviones: 14 A-6B Intruder cargados con bombas GBU-50 y aviones EA-6B dotados con equipos de contramedidas electrónicas; A7 Corsair, F/A- 18 Hornet equipados con misiles especiales para la destrucción de radares, provenientes de los portaaviones USS Coral Sea y USS America, así como otros medios de lucha electrónica. Los F-111 portaban y lanzaron bombas con cabezas electrónicas buscadoras de blancos (de una potencia equivalente al poder de 384 bombarderos de la II.GM. Estos aviones F.111 despegaron de las islas británicas y evitaron sobrevolar los territorios de Francia y España (países que no habían concedido permiso para que la USAF sobrevolara sus cielos). Debieron organizar un vuelo extra utilizando el abastecimiento aéreo brindado por 28 aviones tanques KC-110 y KC-135, para finalmente atacar los principales lugares donde se suponía que podría encontrarse el buscado líder libio.
Todo parecía asegurar un franco éxito; pero sucedió todo lo contrario. Tal fue la saturación electrónica sobre las ciudades de Trípoli y Bengazy, así como otros blancos terrestres, que los atacantes vieron con espanto cómo los misiles disparados con guías de radar empezaban a seguir trayectorias erráticas y caían sobre blancos no deseados, como sucedió, por ejemplo, sobre la embajada de Francia en Trípoli. No obstante en el ataque falleció una hija de Gadafi y resultaron heridos otros dos hijos del mismo, al ser bombardeadas las instalaciones de Bab al Aziziya, donde solían vivir los miembros de la familia gobernante.
Todavía hoy es una incógnita establecer cuántos aviones se perdieron y resultaron dañados en aquella operación. La USAF reconoció haber perdido sólo un avión, y eso debido a que cayó y se incendió sobre suelo libio y sus restos fueron fotografiados y publicados en la prensa del país, y cuyo piloto, el capitán Luis Ribas-Dominicci, nacido en Puerto Rico, falleció y su cuerpo carbonizado fue devuelto gracias a una intervención del Papa Juan Pablo II. El cuerpo del acompañante, el capitán Paúl Lorence nunca fue hallado.
Es de destacar que tampoco los medios electrónicos pudieron impedir que dos años después (en diciembre de 1988) terroristas muy sospechados de ser de origen libio, devolvieran el golpe con el atentado registrado contra un avión comercial de la firma norteamericana PanAm que sobrevolaba el en cercanías del pueblo escocés de Lockerbie, en el que fallecieron 270 personas.
Por otro lado, lo sucedido el 11 de setiembre del 2001 con las Torres Gemelas del Word Travel Center, nos releva de todo otro comentario.
- 3º. A pesar de su gran eficacia y continuo perfeccionamiento en el campo de la batalla convencional, donde su oportuna intervención parece haber decidido las campañas militares modernas, la lucha con los medios electrónicos no acaba de hallar los recursos necesarios para vencer en el campo de la guerra irregular, o de la degastante Guerra Fría actual entre Estados Unidos y el Mundo Islámico.
No ha podido demostrar aún su capacidad total para discernir quiénes son y dónde están sus elusivos enemigos. No ha podido aún erradicar el accionar de los elementos terroristas, como prevenir los ataques suicidas donde se inmolan los ejecutores por razones de fe, fanatismo o patriotismo. En pocas palabras, no han surgido aún los medios necesarios para enfrentar con éxito las batallas de la Guerra no convencional asimétrica. Es de notar que los terroristas de Al Qaeda emplean ahora explosivos y medios que por lo general no son detectados por los equipos norteamericano, ingleses o israelíes utilizados en aquellos teatros de operaciones, los cuales son denominados genéricamente como IAD (por Improvised Explosive Device = Artefactos de Explosivos Improvisados AEI), especialmente en los atentados llevados a cabo en las rutas interiores del país, donde casi todos los días se registran hechos de esta naturaleza.
No se ha desarrollado aún un método o instrumento técnico para discernir quiénes y dónde está su enemigo asimétrico y menos aún determinar con certeza los próximos golpes, aspectos e indicios que sí puede proporcionar la simple y sencilla HUMINT clandestina proporcionada por agentes encubiertos e infiltrados en la organización adversaria. De otra manera, la lucha Electró- nica no está en condiciones –por ahora y vaya uno a saber por cuanto tiempo más- reemplazar al “topo”, al “infiltrado”, al “agente encubierto” que conoce “in situ” y participa activamente en la organización y accionar del terrorismo de larga duración como el que se desarrolla actualmente en Medio Oriente y algunas otras partes del planeta.
Los ejemplos que dejan las guerras de Vietnam, Afganistán e Irak demuestran, que a pesar de los éxitos parciales obtenidos, la imposibilidad de vencer a aquellos que emplean procedimientos no convencionales, asimétricos y clandestinos para enfrentar a las tropas convencionales en el marco del Derecho Internacional y en el respeto de los Derechos Humanos, que obran como lógicos frenos morales, frente al conjunto de los pueblos civilizados.
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Willy