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Area Militar General
Malvinas 1982
"Isla de los Estados" - Homenaje a caidos
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<blockquote data-quote="elinge" data-source="post: 520352" data-attributes="member: 529"><p>Este artículo lo publico Nuestro Mar en el 2006. Es un relato del CF (VGM) Alois Payarola, que se publicara en "La Nueva Provincia" y reprodujera "Nuestro Mar". Creo que bien vale la pena "republicarlo". Adhiero a la expresión solitario"Que Dios y la Patria cubran con su manto de Gloria a todos los héroes caídos en Nuestras Malvinas y nos iluminen para cuidar de los héroes que volvieron".</p><p></p><p><strong>La Epopeya del "Isla de los Estados"</strong></p><p></p><p></p><p><em>Rol del buque y su heroico personal en la gesta por la recuperación de las islas, recordados por el entonces Capitán de Corbeta Alois Payarola.</em></p><p></p><p>El Capitán de Corbeta Alois Payarola de la Armada Argentina, tenía 37 años cuando quedó a cargo del buque transportador "Isla de los Estados", en el marco de la Guerra de las Malvinas.</p><p></p><p>Se trataba de un barco útil para el traslado de mercaderías o pertrechos. Antes de servir a la Armada como herramienta logística, la tripulación estaba constituida, en su totalidad, por civiles.</p><p></p><p>Días previos al 2 de abril, nombraron al bahiense Payarola comandante militar del barco, quien asumió su conducción en Puerto Deseado.</p><p></p><p>A la vez, le indicaron que debía conformar un reducido grupo de personal militar, para cumplir tareas específicas.</p><p></p><p>"Llevamos un cabo enfermero, dos suboficiales para comunicaciones y un teniente de fragata como segundo comandante. Este pequeño grupo era voluntario y salió del crucero "General Belgrano", el cual estaba en reparaciones en Puerto Belgrano. Era marzo del 82", recordó Payarola.</p><p></p><p><strong>La misión del buque, inicialmente, era trasladar recursos humanos y materiales, entre el continente y Malvinas.</strong></p><p></p><p>"Cuando empezó a llegar el personal militar al muelle, la tripulación civil no sabía a qué se debía la presencia de uniformes, fusiles y vehículos: si era el traslado de personal a Puerto Belgrano u otra cosa.</p><p></p><p>"Finalmente, zarpamos y, una vez en alta mar (yo era el único que conocía la operación), informé de la misión al capitán del buque y luego reunimos a toda la tripulación, para decirle que el destino final eran las Malvinas... y que allá íbamos", recordó Payarola.</p><p></p><p>Ese fue, afirmó, uno de los momentos más emocionantes de su vida.</p><p></p><p>"Fue una explosión de euforia. Luego, llegó un momento de silencio, en el que cada uno habrá meditado y pensado: "Bueno, hay que poner las barbas en remojo y hacer lo mejor que se puede... y allá vamos".</p><p></p><p>La tripulación civil también estaba compuesta por extranjeros. No obstante, las diferencias en cuanto al compromiso con la misión a cumplir eran inexistentes.</p><p></p><p>Luego del desembarco militar en Puerto Argentino, el primer buque civil en amarrar fue el "Isla de los Estados", el mismo 2 de abril.</p><p></p><p><strong>En las islas</strong></p><p></p><p>Al llegar a Malvinas, la misión fue cambiada. “Se vio la necesidad de disponer de ese buque para hacer la logística dentro de las islas. El "Isla de los Estados" era un buque que, por su calado y por la experiencia de la tripulación, podía navegar por los canales de las islas. El traslado de elementos del continente fue relegado a buques mercantes de mayor porte, como el "Río Carcarañá" y los de ELMA", comentó Payarola.</p><p></p><p><strong>El "Isla de los Estados" formó parte de las primeras operaciones militares.</strong></p><p></p><p>"Participó de la toma de Ganso Verde, Bahía del Zorro y Río San Carlos", destacó el entonces capitán de corbeta.</p><p></p><p>El "Isla de los Estados" brindaba apoyo llevando combustible y personal a las distintas localidades que el Ejército iba ocupando.</p><p></p><p>"Nos quedamos haciendo esa tarea. Incluso, hacíamos el transbordo de las cargas que traían desde el continente los buques de ELMA que, por su tonelaje, no podían atracar en el pequeño muelle de madera de Puerto Argentino. Fue un trabajo enorme", recordó.</p><p></p><p><strong>La última misión</strong></p><p></p><p>El "Isla de los Estados" nunca dejó de cumplir con las tareas diarias que le eran encomendadas.</p><p></p><p>"A medida que iban pasando los días y se veía que el riesgo era cada vez más grande, la decisión que tomamos fue que todo aquel que, por razones personales o familiares, quisiera volver al continente podía hacerlo. Eso fue algo muy importante, porque permitió que el buque funcionara con ese grado de libertad individual".</p><p></p><p>La única condición que se estableció fue que quienes regresaran al continente fueran cubiertos por algún relevo.</p><p></p><p>"El 10 de mayo, la totalidad de la tripulación era voluntaria", resaltó Payarola.</p><p></p><p>Luego de los primeros ataques ingleses a Puerto Argentino, se ordenó a todos los buques que se encontraban en la zona dispersarse en las distintas caletas, para dificultar la agresión.</p><p></p><p>"Nos dieron la orden de ir al encuentro del "Río Carcarañá", que había quedado dentro del estrecho de San Carlos, de diez kilómetros de ancho, para sacar una cohetera que tenía a bordo en forma experimental, similar a un camión con cohetes adentro, y que el Ejército necesitaba urgentemente", recordó.</p><p></p><p>Era el 10 de mayo y se empezaba a hacer de noche. El área estaba, prácticamente, controlada por los ingleses.</p><p> </p><p><strong>En plena batalla</strong></p><p></p><p>La tripulación del "Isla de los Estados" terminó de embarcar la cohetera y zarpó para cruzar el estrecho de San Carlos y llegar a Puerto Mitre. A una hora de navegación, se escuchó una explosión muy fuerte sobre el buque.</p><p></p><p>"Había estallado una bengala luminosa a unos 200 metros de altura, que iluminó toda el área. Fue una sensación muy fuerte. Como si a una liebre en el campo la enfocaran con un reflector.</p><p></p><p>"Mi primera reacción fue ponerme en comunicación con Puerto Mitre, con un barco argentino que se llamaba "Forrest", para informarle que no nos iluminaran, que éramos nosotros los que nos estábamos acercando y no un buque inglés que podía atacar de noche", recordó Payarola.</p><p></p><p>Rápidamente, desde el "Forrest", informaron que el "Isla de los Estados" no estaba siendo iluminado por argentinos.</p><p></p><p>"A los diez o quince segundos, comenzaron a escucharse las primeras explosiones contra el barco. Nos habían encontrado con un radar de control-tiro de mucha precisión. A bordo, llevábamos combustible de aviación para la Fuerza Aérea(325 mil litros), munición para el Ejército y vehículos de esa arma, de la Prefectura y de la Fuerza Aérea, más el propio combustible del buque.</p><p></p><p>"Tiempo después, supe que los ingleses informaron que habían hundido un petrolero, porque el buque, prácticamente, explotó", expresó Payarola.</p><p></p><p>La hora en que quedó registrado el ataque de la fragata británica "Alacrity" fue las 22.20. Luego de impactar entre cinco y siete proyectiles de 4,5 pulgadas (11,25 cm), continuó su navegación hacia el norte, por el estrecho de San Carlos, sin detenerse a rescatar a los náufragos.</p><p></p><p>"Los que a esa hora no estaban de guardia, habían terminado de cenar o estaban durmiendo. Cuando comenzaron las primeras explosiones, la gente empezó a subir al puente de comando, para saber qué pasaba.</p><p></p><p>"En determinado momento, en el puente, había unas diez personas, de una tripulación total de 25. Fue cuando una explosión enorme, prácticamente, voló el puente por completo", recordó.</p><p></p><p>Después del estallido, el polvo en suspensión, los vidrios rotos y mucha confusión envolvieron el entorno del capitán de corbeta.</p><p></p><p>"Estaba transmitiendo el ataque al buque cuando se sintió la explosión. Habían desaparecido todos los que estaban alrededor mío, quedando nada más que Tulio Panigadi, que era el capitán civil del buque", recordó.</p><p></p><p>Payarola colgó "prolijamente" el equipo de comunicación Motorola que tenía en la mano.</p><p></p><p>"Yo me tocaba y sentía que no me había pasado nada. Se nota que la explosión había barrido todo y pasado a unos 30 centímetros de donde yo estaba", explicó.</p><p></p><p><strong>Caos</strong></p><p></p><p>El "Isla de los Estados" comenzó a escorarse sobre estribor. Los gritos siguieron al estallido, las luces se apagaron y se desató el incendio.</p><p></p><p>"Salí por la banda de babor --lado izquierdo del buque--, un poco al revés de lo que nos habían enseñado, y encontré a Sandoval --Néstor, mayordomo, oriundo de las islas Canarias-- y al marinero Alfonso López --alias "Gallego", nacido en Finisterre, La Coruña, España--, que estaban intentando tirar una balsa al agua. No podían por la posición del buque. Me pidieron ayuda y entre los tres la empujamos al estrecho", recordó.</p><p></p><p>Al minuto, López se arrojó al mar desde la popa del buque y lo siguió Sandoval. Desafortunadamente, un golpe contra la estructura habría causado el deceso de este, cuyo cuerpo fue rescatado y sepultado por las fuerzas argentinas.</p><p></p><p>"Yo me quedé caminando casi sobre el casco. El barco estaba prácticamente horizontal, con los mástiles paralelos al agua. Se veía girar la hélice, mientras se hundía lentamente", recordó Payarola.</p><p></p><p>En ese momento, se sentó sobre el casco.</p><p></p><p>"A medida que se iba hundiendo, se escuchaban otros tipos de explosiones y el fuego no se notaba tanto. Finalmente, me tiré al agua", comentó.</p><p></p><p>Pero la odisea apenas comenzaba: "Acá --afirmó--, empezó una serie de milagros".</p><p></p><p><strong>Sin saber nadar</strong></p><p></p><p>"El gallego López, que no sabía nadar, se tiró y cayó arriba de la balsa. Creo que si se tira un millón de veces más, cae bien sólo una vez y las demás las yerra", contó Payarola.</p><p></p><p>Las dos balsas que tenía el "Isla de los Estados" estaban atadas con un cabo al barco.</p><p></p><p>"El buque se hundía y lo arrastraba al gallego con balsa y todo... Entonces, sacó una navaja marinera y, cuando lo iba a cortar, se le cayó al agua... Se sentó en la balsa y dijo: "Hasta acá llegué".</p><p></p><p><strong>El final parecía inminente.</strong></p><p></p><p>"En ese instante, se nota que, con la presión, ¡Pum!, se cortó el cabo y quedó flotando el gallego en la balsa. El me contó que, en ese momento, se había resignado al destino que parecía tener marcado", comentó Payarola quien, en tanto, se mantenía a flote.</p><p></p><p>El capitán no tenía salvavidas, pero sí una linterna de mano.</p><p></p><p>"Cuando me tiré al agua, no se me apagó más. Tuve principio de congelamiento de pies y manos. La corriente iba paralela a la costa, pero no te acercaba. Me mantuve flotando".</p><p></p><p>Se escuchaban gritos y sobrevolaba un helicóptero inglés "Sea King".</p><p></p><p>"En medio de todo esto, me acerco a nado a un grupo que estaba cerca. Ahí me encontré a Rafael Luzardo y a Antonio Cayo, dos marineros del buque. Se hallaban sobre una balsa que estaba en muy mal estado. Se hundía y tenía muy mala flotabilidad. Nunca me voy a olvidar que me sacaron del agua y me pusieron en un lugar preferencial. Gritaban "¡Viva la Patria! ¡Viva la Patria!".</p><p></p><p>"Estuve un tiempo allí, pero la balsa no daba para tres personas. No sé por qué me volví a tirar al agua. No sé si me impresionó mucho que me sacaran y me dejaran en un lugar privilegiado".</p><p></p><p>Payarola quedó flotando a la deriva por otros diez o quince minutos.</p><p></p><p>"En un momento, vi una especie del bulto negro en el horizonte y, como andaba con una linterna (se nota que vieron esa luz en el agua), se acercaron y me sacaron el marinero López, en la balsa que yo había ayudado a tirar al agua, a cuyo bordo también estaban Panigadi y Bottaro --José, primer oficial--".</p><p></p><p><strong>Con los cuatro a bordo, la balsa perdía flotabilidad.</strong></p><p></p><p>"En un momento, se vio la costa y Panigadi se tiró al agua, alejándose de la balsa en dirección a la costa. El era muy consciente de que, si permanecíamos en la balsa, la corriente nos iba a arrastrar mar afuera y no íbamos a tener ninguna posibilidad".</p><p></p><p>El segundo en saltar de la balsa fue Bottaro, el único que tenía salvavidas.</p><p></p><p>"López me preguntó qué pensaba hacer. Le respondí que, para mí, todavía estábamos lejos de la costa. Fuimos aguantando, aguantando, hasta que, en determinado momento, le dije: "Me parece que me animo a llegar". Até bien firme a la balsa una especie de cabo de unos cincuenta metros y me fui nadando con la otra punta".</p><p></p><p>El capitán logró llegar hasta la costa, ya casi sin fuerzas, con su uniforme, sus botas, sus nervios y sin sentir las manos.</p><p></p><p>En la costa, Payarola tomó conciencia de que debía traer a López tirando del cabo. El gigantesco compromiso hizo que sacara energía de donde prácticamente no había y tiró del cabo hasta perder el conocimiento. López quedó a unos tres metros de la costa.</p><p></p><p>"No sé cuánto tiempo estuve así, pero escuché que López gritó: "¡Se ahoga Bottaro! ¡Se ahoga Bottaro!". Me tiré al agua y saqué a Bottaro. La verdad es que, en esas circunstancias, uno no sabe de dónde saca la fuerza.</p><p></p><p>"El gallego seguía arriba de la balsa. No sabía nadar, así que se quedó ahí".</p><p></p><p>Entonces, desde la balsa, López volvió a dar aviso: "¡Se va Panigadi! ¡Se va Panigadi!". El capitán civil del "Isla de los Estados" había sido el primero en tirarse de la balsa. Nadaba hacia la costa cuando, repentinamente y por la fuerte correntada, perdió el rumbo, giró y nadó en alejamiento.</p><p></p><p>No se lo volvió a ver.</p><p></p><p><strong>En la isla</strong></p><p></p><p>El cansancio los venció y el tiempo transcurrió sin registro: "parecían las 3".</p><p></p><p>Payarola pudo recobrar el conocimiento, pero no las fuerzas. López, que seguía en la balsa, preguntó qué podía hacer.</p><p></p><p>"Yo no tenía fuerzas ni para respirar. Le dije: "Tirate al agua y mové los brazos y las manos, pero desesperado". Se tiró y parecía una licuadora. Había mucha profundidad. Hizo dos metros y, cuando comenzó a hundirse, hizo pie y salió caminando", memoró.</p><p></p><p>El frío en tierra era "infernal" y había comenzado a caer una suave llovizna. Esa noche, murió Bottaro.</p><p></p><p>Si bien habían llegado a tierra, no sabían dónde estában.</p><p></p><p>"Quisimos hacer una cueva, pero era todo piedra, así que quedamos a la intemperie. Tenía una sensación muy fea, porque había unos pajaritos chiquititos, parecidos a los gorriones, que caminaban arriba nuestro como si fuéramos una piedra más", recordó Payarola.</p><p></p><p>Al día siguiente, los dos náufragos subieron una colina y divisaron una pequeña casa, al par de descubrir que estaban en una isla.</p><p></p><p>"Nos pudimos alojar en ese lugar, donde se nota que los ingleses esquilaban las ovejas y guardaban la lana. En los fardos, decía Swan Island; ahí supe que estábamos en isla Cisne".</p><p></p><p>"Nos sacamos la ropa y nos vestimos con arpillera que había en el lugar, para tener puesto algo seco. Por suerte, llovía y se podía juntar agua, que es fundamental, más que la comida", comentó Payarola.</p><p></p><p>Dentro de la casa, también encontraron latas de leche.</p><p></p><p>"Se nota que eran de un regimiento inglés, por su apariencia militar. Además, había un poquito de Quaker --avena--. Dividimos todo en dos raciones. De la balsa, habíamos sacado caramelos y cosas así".</p><p></p><p>Los días siguientes, todas las mañanas, caminaron hasta la costa, de donde alcanzaban a divisar el "Río Carcarañá".</p><p></p><p>Intentábamos hacer señales de todo tipo, hasta que un día nos encontró un barquito que estaba tripulado por gente de la Marina".</p><p></p><p>Se trataba del "Forrest", un barco inglés de pequeñas dimensiones que hacía navegaciones en el ámbito de las islas y había sido confiscado.</p><p></p><p>López y Payarola permanecieron en la isla Cisne desde el 10 hasta el 16 de mayo.</p><p></p><p><strong>A salvo. ¿A salvo?</strong></p><p></p><p>Al encontrarlos, los tripulantes del "Forrest" quedaron sorprendidos: "Habían visto dos especies de monstruos, porque estábamos cubiertos con arpillera y totalmente desfigurados. Nos pidieron que nos identificáramos: "Capitán Payarola y marinero López".</p><p></p><p>"En ese momento, mi mujer se enteró de que estaba con vida, porque del buque avisaron a Puerto Argentino, de Puerto Argentino a Puerto Belgrano y de Puerto Belgrano a mi casa".</p><p></p><p>En el barco, recibieron la mejor atención y suculentos platos de comida. Pero la guerra no había finalizado.</p><p></p><p>A poco de continuar la navegación, dos aviones ingleses sobrevolaron el "Forrest". Las miradas los siguieron desde cubierta y el puente. Las aeronaves parecieron detenerse en su camino imaginario y en lo alto, pero "giraron y se largaron en caída libre sobre el buque.</p><p></p><p>"Pensé que todo iba a repetirse", recordó Payarola. Pero, en el último instante, los aviones, en velocidad, tomaron otra dirección. Sus pilotos habían visualizado el "Río Carcarañá", el cual representó una prioridad en el ataque y resultó ser su víctima.</p><p></p><p>En el "Forrest", mientras comía, el gallego López miraba de reojo una botella en un estante.</p><p></p><p>"¿Qué pasa?", se le preguntó. "Esa botella es mía", aseguró. Se la acercaron y las pruebas quedaron a la vista: las marcas que el gallego le iba haciendo a la botella, según el nivel del whisky que quedaba, para controlar su consumo.</p><p></p><p>Del "Forrest" se había rescatado del mar una suerte de botiquín. Era el del gallego".</p><p></p><p><strong>Mensaje de mayo</strong></p><p></p><p>A medida que pasa el tiempo, lejos de olvidarse, los recuerdos del capitán acrecientan su eco en él.</p><p></p><p><em>"Cuando uno está enfrentado a la muerte en condiciones tan extremas, conoce dónde están los verdaderos valores. Más que entregar la vida, no se puede hacer. A eso tenemos que apuntar todos, a una verdadera unión nacional, a la ayuda a los demás. En definitiva, llegar a ser un buen cristiano", afirmó Payarola.</em></p><p></p><p>López falleció meses atrás, por causas naturales.</p><p></p><p>Payarola vive en Bahía Blanca.</p><p></p><p></p><p></p><p>Douglas Javier León</p><p></p><p><a href="http://www.nuestromar.org/noticia.php?tp=6&nt=8553">http://www.nuestromar.org/noticia.php?tp=6&nt=8553</a></p></blockquote><p></p>
[QUOTE="elinge, post: 520352, member: 529"] Este artículo lo publico Nuestro Mar en el 2006. Es un relato del CF (VGM) Alois Payarola, que se publicara en "La Nueva Provincia" y reprodujera "Nuestro Mar". Creo que bien vale la pena "republicarlo". Adhiero a la expresión solitario"Que Dios y la Patria cubran con su manto de Gloria a todos los héroes caídos en Nuestras Malvinas y nos iluminen para cuidar de los héroes que volvieron". [B]La Epopeya del "Isla de los Estados"[/B] [I]Rol del buque y su heroico personal en la gesta por la recuperación de las islas, recordados por el entonces Capitán de Corbeta Alois Payarola.[/I] El Capitán de Corbeta Alois Payarola de la Armada Argentina, tenía 37 años cuando quedó a cargo del buque transportador "Isla de los Estados", en el marco de la Guerra de las Malvinas. Se trataba de un barco útil para el traslado de mercaderías o pertrechos. Antes de servir a la Armada como herramienta logística, la tripulación estaba constituida, en su totalidad, por civiles. Días previos al 2 de abril, nombraron al bahiense Payarola comandante militar del barco, quien asumió su conducción en Puerto Deseado. A la vez, le indicaron que debía conformar un reducido grupo de personal militar, para cumplir tareas específicas. "Llevamos un cabo enfermero, dos suboficiales para comunicaciones y un teniente de fragata como segundo comandante. Este pequeño grupo era voluntario y salió del crucero "General Belgrano", el cual estaba en reparaciones en Puerto Belgrano. Era marzo del 82", recordó Payarola. [B]La misión del buque, inicialmente, era trasladar recursos humanos y materiales, entre el continente y Malvinas.[/B] "Cuando empezó a llegar el personal militar al muelle, la tripulación civil no sabía a qué se debía la presencia de uniformes, fusiles y vehículos: si era el traslado de personal a Puerto Belgrano u otra cosa. "Finalmente, zarpamos y, una vez en alta mar (yo era el único que conocía la operación), informé de la misión al capitán del buque y luego reunimos a toda la tripulación, para decirle que el destino final eran las Malvinas... y que allá íbamos", recordó Payarola. Ese fue, afirmó, uno de los momentos más emocionantes de su vida. "Fue una explosión de euforia. Luego, llegó un momento de silencio, en el que cada uno habrá meditado y pensado: "Bueno, hay que poner las barbas en remojo y hacer lo mejor que se puede... y allá vamos". La tripulación civil también estaba compuesta por extranjeros. No obstante, las diferencias en cuanto al compromiso con la misión a cumplir eran inexistentes. Luego del desembarco militar en Puerto Argentino, el primer buque civil en amarrar fue el "Isla de los Estados", el mismo 2 de abril. [B]En las islas[/B] Al llegar a Malvinas, la misión fue cambiada. “Se vio la necesidad de disponer de ese buque para hacer la logística dentro de las islas. El "Isla de los Estados" era un buque que, por su calado y por la experiencia de la tripulación, podía navegar por los canales de las islas. El traslado de elementos del continente fue relegado a buques mercantes de mayor porte, como el "Río Carcarañá" y los de ELMA", comentó Payarola. [B]El "Isla de los Estados" formó parte de las primeras operaciones militares.[/B] "Participó de la toma de Ganso Verde, Bahía del Zorro y Río San Carlos", destacó el entonces capitán de corbeta. El "Isla de los Estados" brindaba apoyo llevando combustible y personal a las distintas localidades que el Ejército iba ocupando. "Nos quedamos haciendo esa tarea. Incluso, hacíamos el transbordo de las cargas que traían desde el continente los buques de ELMA que, por su tonelaje, no podían atracar en el pequeño muelle de madera de Puerto Argentino. Fue un trabajo enorme", recordó. [B]La última misión[/B] El "Isla de los Estados" nunca dejó de cumplir con las tareas diarias que le eran encomendadas. "A medida que iban pasando los días y se veía que el riesgo era cada vez más grande, la decisión que tomamos fue que todo aquel que, por razones personales o familiares, quisiera volver al continente podía hacerlo. Eso fue algo muy importante, porque permitió que el buque funcionara con ese grado de libertad individual". La única condición que se estableció fue que quienes regresaran al continente fueran cubiertos por algún relevo. "El 10 de mayo, la totalidad de la tripulación era voluntaria", resaltó Payarola. Luego de los primeros ataques ingleses a Puerto Argentino, se ordenó a todos los buques que se encontraban en la zona dispersarse en las distintas caletas, para dificultar la agresión. "Nos dieron la orden de ir al encuentro del "Río Carcarañá", que había quedado dentro del estrecho de San Carlos, de diez kilómetros de ancho, para sacar una cohetera que tenía a bordo en forma experimental, similar a un camión con cohetes adentro, y que el Ejército necesitaba urgentemente", recordó. Era el 10 de mayo y se empezaba a hacer de noche. El área estaba, prácticamente, controlada por los ingleses. [B]En plena batalla[/B] La tripulación del "Isla de los Estados" terminó de embarcar la cohetera y zarpó para cruzar el estrecho de San Carlos y llegar a Puerto Mitre. A una hora de navegación, se escuchó una explosión muy fuerte sobre el buque. "Había estallado una bengala luminosa a unos 200 metros de altura, que iluminó toda el área. Fue una sensación muy fuerte. Como si a una liebre en el campo la enfocaran con un reflector. "Mi primera reacción fue ponerme en comunicación con Puerto Mitre, con un barco argentino que se llamaba "Forrest", para informarle que no nos iluminaran, que éramos nosotros los que nos estábamos acercando y no un buque inglés que podía atacar de noche", recordó Payarola. Rápidamente, desde el "Forrest", informaron que el "Isla de los Estados" no estaba siendo iluminado por argentinos. "A los diez o quince segundos, comenzaron a escucharse las primeras explosiones contra el barco. Nos habían encontrado con un radar de control-tiro de mucha precisión. A bordo, llevábamos combustible de aviación para la Fuerza Aérea(325 mil litros), munición para el Ejército y vehículos de esa arma, de la Prefectura y de la Fuerza Aérea, más el propio combustible del buque. "Tiempo después, supe que los ingleses informaron que habían hundido un petrolero, porque el buque, prácticamente, explotó", expresó Payarola. La hora en que quedó registrado el ataque de la fragata británica "Alacrity" fue las 22.20. Luego de impactar entre cinco y siete proyectiles de 4,5 pulgadas (11,25 cm), continuó su navegación hacia el norte, por el estrecho de San Carlos, sin detenerse a rescatar a los náufragos. "Los que a esa hora no estaban de guardia, habían terminado de cenar o estaban durmiendo. Cuando comenzaron las primeras explosiones, la gente empezó a subir al puente de comando, para saber qué pasaba. "En determinado momento, en el puente, había unas diez personas, de una tripulación total de 25. Fue cuando una explosión enorme, prácticamente, voló el puente por completo", recordó. Después del estallido, el polvo en suspensión, los vidrios rotos y mucha confusión envolvieron el entorno del capitán de corbeta. "Estaba transmitiendo el ataque al buque cuando se sintió la explosión. Habían desaparecido todos los que estaban alrededor mío, quedando nada más que Tulio Panigadi, que era el capitán civil del buque", recordó. Payarola colgó "prolijamente" el equipo de comunicación Motorola que tenía en la mano. "Yo me tocaba y sentía que no me había pasado nada. Se nota que la explosión había barrido todo y pasado a unos 30 centímetros de donde yo estaba", explicó. [B]Caos[/B] El "Isla de los Estados" comenzó a escorarse sobre estribor. Los gritos siguieron al estallido, las luces se apagaron y se desató el incendio. "Salí por la banda de babor --lado izquierdo del buque--, un poco al revés de lo que nos habían enseñado, y encontré a Sandoval --Néstor, mayordomo, oriundo de las islas Canarias-- y al marinero Alfonso López --alias "Gallego", nacido en Finisterre, La Coruña, España--, que estaban intentando tirar una balsa al agua. No podían por la posición del buque. Me pidieron ayuda y entre los tres la empujamos al estrecho", recordó. Al minuto, López se arrojó al mar desde la popa del buque y lo siguió Sandoval. Desafortunadamente, un golpe contra la estructura habría causado el deceso de este, cuyo cuerpo fue rescatado y sepultado por las fuerzas argentinas. "Yo me quedé caminando casi sobre el casco. El barco estaba prácticamente horizontal, con los mástiles paralelos al agua. Se veía girar la hélice, mientras se hundía lentamente", recordó Payarola. En ese momento, se sentó sobre el casco. "A medida que se iba hundiendo, se escuchaban otros tipos de explosiones y el fuego no se notaba tanto. Finalmente, me tiré al agua", comentó. Pero la odisea apenas comenzaba: "Acá --afirmó--, empezó una serie de milagros". [B]Sin saber nadar[/B] "El gallego López, que no sabía nadar, se tiró y cayó arriba de la balsa. Creo que si se tira un millón de veces más, cae bien sólo una vez y las demás las yerra", contó Payarola. Las dos balsas que tenía el "Isla de los Estados" estaban atadas con un cabo al barco. "El buque se hundía y lo arrastraba al gallego con balsa y todo... Entonces, sacó una navaja marinera y, cuando lo iba a cortar, se le cayó al agua... Se sentó en la balsa y dijo: "Hasta acá llegué". [B]El final parecía inminente.[/B] "En ese instante, se nota que, con la presión, ¡Pum!, se cortó el cabo y quedó flotando el gallego en la balsa. El me contó que, en ese momento, se había resignado al destino que parecía tener marcado", comentó Payarola quien, en tanto, se mantenía a flote. El capitán no tenía salvavidas, pero sí una linterna de mano. "Cuando me tiré al agua, no se me apagó más. Tuve principio de congelamiento de pies y manos. La corriente iba paralela a la costa, pero no te acercaba. Me mantuve flotando". Se escuchaban gritos y sobrevolaba un helicóptero inglés "Sea King". "En medio de todo esto, me acerco a nado a un grupo que estaba cerca. Ahí me encontré a Rafael Luzardo y a Antonio Cayo, dos marineros del buque. Se hallaban sobre una balsa que estaba en muy mal estado. Se hundía y tenía muy mala flotabilidad. Nunca me voy a olvidar que me sacaron del agua y me pusieron en un lugar preferencial. Gritaban "¡Viva la Patria! ¡Viva la Patria!". "Estuve un tiempo allí, pero la balsa no daba para tres personas. No sé por qué me volví a tirar al agua. No sé si me impresionó mucho que me sacaran y me dejaran en un lugar privilegiado". Payarola quedó flotando a la deriva por otros diez o quince minutos. "En un momento, vi una especie del bulto negro en el horizonte y, como andaba con una linterna (se nota que vieron esa luz en el agua), se acercaron y me sacaron el marinero López, en la balsa que yo había ayudado a tirar al agua, a cuyo bordo también estaban Panigadi y Bottaro --José, primer oficial--". [B]Con los cuatro a bordo, la balsa perdía flotabilidad.[/B] "En un momento, se vio la costa y Panigadi se tiró al agua, alejándose de la balsa en dirección a la costa. El era muy consciente de que, si permanecíamos en la balsa, la corriente nos iba a arrastrar mar afuera y no íbamos a tener ninguna posibilidad". El segundo en saltar de la balsa fue Bottaro, el único que tenía salvavidas. "López me preguntó qué pensaba hacer. Le respondí que, para mí, todavía estábamos lejos de la costa. Fuimos aguantando, aguantando, hasta que, en determinado momento, le dije: "Me parece que me animo a llegar". Até bien firme a la balsa una especie de cabo de unos cincuenta metros y me fui nadando con la otra punta". El capitán logró llegar hasta la costa, ya casi sin fuerzas, con su uniforme, sus botas, sus nervios y sin sentir las manos. En la costa, Payarola tomó conciencia de que debía traer a López tirando del cabo. El gigantesco compromiso hizo que sacara energía de donde prácticamente no había y tiró del cabo hasta perder el conocimiento. López quedó a unos tres metros de la costa. "No sé cuánto tiempo estuve así, pero escuché que López gritó: "¡Se ahoga Bottaro! ¡Se ahoga Bottaro!". Me tiré al agua y saqué a Bottaro. La verdad es que, en esas circunstancias, uno no sabe de dónde saca la fuerza. "El gallego seguía arriba de la balsa. No sabía nadar, así que se quedó ahí". Entonces, desde la balsa, López volvió a dar aviso: "¡Se va Panigadi! ¡Se va Panigadi!". El capitán civil del "Isla de los Estados" había sido el primero en tirarse de la balsa. Nadaba hacia la costa cuando, repentinamente y por la fuerte correntada, perdió el rumbo, giró y nadó en alejamiento. No se lo volvió a ver. [B]En la isla[/B] El cansancio los venció y el tiempo transcurrió sin registro: "parecían las 3". Payarola pudo recobrar el conocimiento, pero no las fuerzas. López, que seguía en la balsa, preguntó qué podía hacer. "Yo no tenía fuerzas ni para respirar. Le dije: "Tirate al agua y mové los brazos y las manos, pero desesperado". Se tiró y parecía una licuadora. Había mucha profundidad. Hizo dos metros y, cuando comenzó a hundirse, hizo pie y salió caminando", memoró. El frío en tierra era "infernal" y había comenzado a caer una suave llovizna. Esa noche, murió Bottaro. Si bien habían llegado a tierra, no sabían dónde estában. "Quisimos hacer una cueva, pero era todo piedra, así que quedamos a la intemperie. Tenía una sensación muy fea, porque había unos pajaritos chiquititos, parecidos a los gorriones, que caminaban arriba nuestro como si fuéramos una piedra más", recordó Payarola. Al día siguiente, los dos náufragos subieron una colina y divisaron una pequeña casa, al par de descubrir que estaban en una isla. "Nos pudimos alojar en ese lugar, donde se nota que los ingleses esquilaban las ovejas y guardaban la lana. En los fardos, decía Swan Island; ahí supe que estábamos en isla Cisne". "Nos sacamos la ropa y nos vestimos con arpillera que había en el lugar, para tener puesto algo seco. Por suerte, llovía y se podía juntar agua, que es fundamental, más que la comida", comentó Payarola. Dentro de la casa, también encontraron latas de leche. "Se nota que eran de un regimiento inglés, por su apariencia militar. Además, había un poquito de Quaker --avena--. Dividimos todo en dos raciones. De la balsa, habíamos sacado caramelos y cosas así". Los días siguientes, todas las mañanas, caminaron hasta la costa, de donde alcanzaban a divisar el "Río Carcarañá". Intentábamos hacer señales de todo tipo, hasta que un día nos encontró un barquito que estaba tripulado por gente de la Marina". Se trataba del "Forrest", un barco inglés de pequeñas dimensiones que hacía navegaciones en el ámbito de las islas y había sido confiscado. López y Payarola permanecieron en la isla Cisne desde el 10 hasta el 16 de mayo. [B]A salvo. ¿A salvo?[/B] Al encontrarlos, los tripulantes del "Forrest" quedaron sorprendidos: "Habían visto dos especies de monstruos, porque estábamos cubiertos con arpillera y totalmente desfigurados. Nos pidieron que nos identificáramos: "Capitán Payarola y marinero López". "En ese momento, mi mujer se enteró de que estaba con vida, porque del buque avisaron a Puerto Argentino, de Puerto Argentino a Puerto Belgrano y de Puerto Belgrano a mi casa". En el barco, recibieron la mejor atención y suculentos platos de comida. Pero la guerra no había finalizado. A poco de continuar la navegación, dos aviones ingleses sobrevolaron el "Forrest". Las miradas los siguieron desde cubierta y el puente. Las aeronaves parecieron detenerse en su camino imaginario y en lo alto, pero "giraron y se largaron en caída libre sobre el buque. "Pensé que todo iba a repetirse", recordó Payarola. Pero, en el último instante, los aviones, en velocidad, tomaron otra dirección. Sus pilotos habían visualizado el "Río Carcarañá", el cual representó una prioridad en el ataque y resultó ser su víctima. En el "Forrest", mientras comía, el gallego López miraba de reojo una botella en un estante. "¿Qué pasa?", se le preguntó. "Esa botella es mía", aseguró. Se la acercaron y las pruebas quedaron a la vista: las marcas que el gallego le iba haciendo a la botella, según el nivel del whisky que quedaba, para controlar su consumo. Del "Forrest" se había rescatado del mar una suerte de botiquín. Era el del gallego". [B]Mensaje de mayo[/B] A medida que pasa el tiempo, lejos de olvidarse, los recuerdos del capitán acrecientan su eco en él. [I]"Cuando uno está enfrentado a la muerte en condiciones tan extremas, conoce dónde están los verdaderos valores. Más que entregar la vida, no se puede hacer. A eso tenemos que apuntar todos, a una verdadera unión nacional, a la ayuda a los demás. En definitiva, llegar a ser un buen cristiano", afirmó Payarola.[/I] López falleció meses atrás, por causas naturales. Payarola vive en Bahía Blanca. Douglas Javier León [url]http://www.nuestromar.org/noticia.php?tp=6&nt=8553[/url] [/QUOTE]
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