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Historia Militar
Julio 1807 - 2º Invasion Inglesa
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<blockquote data-quote="Black_Jack" data-source="post: 642519" data-attributes="member: 3771"><p><strong><em>El león inglés, domado.</em></strong></p><p></p><p>Después del combate, se produce una gran dispersión de hombres. El Tercio de Gallegos, según cuenta Cerviño, se replegó hacia la Plaza Mayor en el mejor orden que pudieron. <strong><em>Entre la noche del 2 al 3 julio, que pasó a la historia como la "noche triste", porque la ciudad se encontraba a merced del enemigo</em></strong> y Liniers andaba por la Chacarita de los Colegiales. Chacra proviene del quechua - un idioma indígena -, que significa "campo", Chacarita viene a ser como "campito"; y de los Colegiales, porque era el lugar del Colegio Real de San Carlos - actual Nacional Buenos Aires- en donde los estudiantes iban a recrearse; y que hoy constituyen dos barrios con esos nombres.</p><p></p><p>Mientras tanto, el Tercio de Gallegos y el tercer batallón de la Legión de Patricios estaban en la Plaza Mayor, en donde, un civil, el Alcalde Don Martín de Álzaga, tomó la gran decisión de toda la guerra. Este vasco empezó a organizar la resistencia, a levantar trincheras, poner cañones, organizar a la población y a las tropas. Así los atacantes tenían que pasar por unas calles en donde las casas tenían unas pesadas puertas, que poseían unos cerrojos con unas llaves enormes, imposibles de voltearlas, las paredes eran aproximadamente de un metro y medio de espesor, que a ni a cañonazos casi se las podían derribar; y recibían disparos desde los agujeros de las terrazas, que existían para el desagüe de la lluvia. De esta manera el soldado local estaba totalmente protegido por una fortaleza y el británico venía por un desfiladero que era un verdadero matadero, y en cuanto los invasores rompían una puerta, como las terrazas estaban conectadas, los soldados españoles escapaban rápidamente, lo cual proporcionaba una fabulosa guerra de guerrillas.</p><p></p><p>Sorprendido Liniers de que no se había conquistado la ciudad, vuelve con sus hombres y se suma a la defensa de Álzaga. Así renace la esperanza y el optimismo. El día 5 de julio fue la gran batalla por la defensa. Los ingleses fueron tomando algunas posiciones en donde izaban sus banderas. Las columnas de ataque se realizaron en tres grandes direcciones, el centro hacia la Plaza Mayor; la izquierda tomaría El Retiro; y el ala derecha se encaminó hasta la ribera sur del río para amenazar la Plaza Mayor, donde estaba el Fuerte.</p><p></p><p>Pero aquí viene el acto más heroico de toda la defensa de Buenos Aires, como fue la lucha por la Plaza de Toros, algo no todos saben que existió en la ciudad y que estaba en lo que hoy es el Círculo Militar y la Plaza San Martín. Allí estaba ubicado el cuartel de El Retiro, en donde estaba el arsenal de la ciudad. Además, sobre la barranca, había una batería de cañones que apuntaban hacia el río, pero que habían sido clavados - o sea inutilizándolos con un clavo en el agujero por donde va la mecha - para que no fueran usados por los ingleses si tomaban esa posición que era sumamente estratégica, porque la flota, que estaba fuera de alcance pero frente al Retiro, podía realizar un desembarco allí, y uniéndose a las tropas que provenían de tierra, tomar El Retiro y bombardear la Plaza Mayor.</p><p></p><p>Era seguro que uno de los ataques se iba dirigir hacia ese lugar, por lo cual se destacó a una compañía de Patricios; una de marineros - de la Real Marina Española -; otra de Pardos y Morenos, como asistentes de artillería; y la compañía de granaderos del Tercio de Gallegos, mandada por el capitán Jacobo Adrián Varela (1758-1818) nacido en La Coruña (Galicia), padre de Florencio Varela y entre cuya descendencia se cuentan varios próceres con ese apellido. <strong><em>En total eran alrededor de 600, que mantuvieron un duro combate hasta que empezaron a acabarse las municiones. Se ordenó a algunos soldados, de Pardos y Morenos, ir a buscarlas a los depósitos. Cuando llegaron descubrieron que estaba cerrado con llave. Como es de suponer en estos casos nadie tenía la llave y tampoco se podía romper la puerta de un pistoletazo:svengo:</em></strong>. La situación era desesperada para el comandante de El Retiro, <strong><em>el capitán de la marina española Juan Gutiérrez de la ******. Algunos dicen que se mareó, otros que se acobardó, o que la situación lo superó; lo cierto es que el liderazgo en ese momento no apareció por ningún lado</em></strong>. Varela propuso abrir una brecha - con los últimos tres cartuchos - en el cerco enemigo para luego evacuar al resto de la tropa. Mientras se mantenían las deliberaciones, el capitán gallego, sin autorización, se dirigió con algunos de sus hombres y, al grito de Santiago, encabezó un ataque <strong><em>con la espada en la mano y descalzo</em></strong>, porque las botas se le habían enterrado en un barrial. Los gallegos abrieron fuego una vez y realizaron una carga a bayoneta calada que consiguió crear un hueco en las líneas inglesas. <strong><em>Retornó para decirle al resto</em></strong>, que todavía discutía, que ya podían salir y así se pudo evacuar casi una tercera parte de las tropas. Los ingleses, comandados por Auchmuty, comenzaron a reagruparse y contraatacaron. Allí fue herido mortalmente el teniente de navío Cándido de Lasala. Un monolito, enfrente de la Plaza San Martín a la salida del subte, puesto por la Infantería de Marina recuerda al primer caído de ese cuerpo militar.</p><p></p><p>El ataque final a Buenos Aires se produjo en el Convento de Santo Domingo. Este lugar fue ocupado por el general Robert Crawfurd, que era el militar inglés de mayor graduación dentro de la ciudad, ya que Whitelocke estaba en el cuartel general en Miserere, en la casa de William White, contrabandista y comerciante de esclavos negros, que fue el aliado local y el guía de las tropas británicas.</p><p></p><p>Crawfurd estaba en el Convento de Santo Domingo, cuando llegó Varela con sus granaderos y tomó por asalto, desde atrás, a una columna británica. <strong><em>Un hecho sumamente curioso sucedió en este lugar. Los ingleses manifestaron sus intenciones de rendirse y avanzaron para formalizar la rendición un oficial británico y Varela, que le preguntó si el cañón que tenían allí enfrente, apuntándolos, estaba descargado. El inglés afirmó que sí. Entonces Varela sacó el sable y lo introdujo en el cañón, motivo por el cual el artillero le tiró un bayonetazo que le pegó en el costado, y otro soldado, también ofendido porque se había dudado de la palabra de un oficial británico, le pega en el vacío</em></strong>, según dice un cronista de la época. Pero Varela había actuado con muy buen tino porque <strong><em>realmente estaba cargado el cañón</em></strong>.</p><p></p><p>También es digno de mencionar Bernardo Pampillo, capitán de la 7ª Compañía del Tercio de Gallegos, que según consta en varios documentos, pedía ayuda para buscar a los enemigos y volvía al combate, cruzaba por arriba de las azoteas, traía prisioneros, andaba por todas parte y con su personalidad incitaba a todos a la lucha.</p><p></p><p>Finalmente Pampillo fue quien tuvo a su cargo la rendición del último bastión británico, o sea el Convento de Santo Domingo, al recibir en sus manos la espada del general Crawford, en la tarde del 5 de julio de 1807. En las capitulaciones, firmadas el 7, Whitelocke aceptó retirarse del Río de la Plata en un plazo de dos meses, devolver Montevideo e intercambiar los prisioneros.</p><p></p><p></p><p>Bueno el articulo muy extenso y lo pueden ver completo aca <a href="http://www.almargen.com.ar/sitio/seccion/historia/tercio2/">http://www.almargen.com.ar/sitio/seccion/historia/tercio2/</a></p><p></p><p>Autor:</p><p>Pablo Rodríguez Leirado</p></blockquote><p></p>
[QUOTE="Black_Jack, post: 642519, member: 3771"] [B][I]El león inglés, domado.[/I][/B] Después del combate, se produce una gran dispersión de hombres. El Tercio de Gallegos, según cuenta Cerviño, se replegó hacia la Plaza Mayor en el mejor orden que pudieron. [B][I]Entre la noche del 2 al 3 julio, que pasó a la historia como la "noche triste", porque la ciudad se encontraba a merced del enemigo[/I][/B] y Liniers andaba por la Chacarita de los Colegiales. Chacra proviene del quechua - un idioma indígena -, que significa "campo", Chacarita viene a ser como "campito"; y de los Colegiales, porque era el lugar del Colegio Real de San Carlos - actual Nacional Buenos Aires- en donde los estudiantes iban a recrearse; y que hoy constituyen dos barrios con esos nombres. Mientras tanto, el Tercio de Gallegos y el tercer batallón de la Legión de Patricios estaban en la Plaza Mayor, en donde, un civil, el Alcalde Don Martín de Álzaga, tomó la gran decisión de toda la guerra. Este vasco empezó a organizar la resistencia, a levantar trincheras, poner cañones, organizar a la población y a las tropas. Así los atacantes tenían que pasar por unas calles en donde las casas tenían unas pesadas puertas, que poseían unos cerrojos con unas llaves enormes, imposibles de voltearlas, las paredes eran aproximadamente de un metro y medio de espesor, que a ni a cañonazos casi se las podían derribar; y recibían disparos desde los agujeros de las terrazas, que existían para el desagüe de la lluvia. De esta manera el soldado local estaba totalmente protegido por una fortaleza y el británico venía por un desfiladero que era un verdadero matadero, y en cuanto los invasores rompían una puerta, como las terrazas estaban conectadas, los soldados españoles escapaban rápidamente, lo cual proporcionaba una fabulosa guerra de guerrillas. Sorprendido Liniers de que no se había conquistado la ciudad, vuelve con sus hombres y se suma a la defensa de Álzaga. Así renace la esperanza y el optimismo. El día 5 de julio fue la gran batalla por la defensa. Los ingleses fueron tomando algunas posiciones en donde izaban sus banderas. Las columnas de ataque se realizaron en tres grandes direcciones, el centro hacia la Plaza Mayor; la izquierda tomaría El Retiro; y el ala derecha se encaminó hasta la ribera sur del río para amenazar la Plaza Mayor, donde estaba el Fuerte. Pero aquí viene el acto más heroico de toda la defensa de Buenos Aires, como fue la lucha por la Plaza de Toros, algo no todos saben que existió en la ciudad y que estaba en lo que hoy es el Círculo Militar y la Plaza San Martín. Allí estaba ubicado el cuartel de El Retiro, en donde estaba el arsenal de la ciudad. Además, sobre la barranca, había una batería de cañones que apuntaban hacia el río, pero que habían sido clavados - o sea inutilizándolos con un clavo en el agujero por donde va la mecha - para que no fueran usados por los ingleses si tomaban esa posición que era sumamente estratégica, porque la flota, que estaba fuera de alcance pero frente al Retiro, podía realizar un desembarco allí, y uniéndose a las tropas que provenían de tierra, tomar El Retiro y bombardear la Plaza Mayor. Era seguro que uno de los ataques se iba dirigir hacia ese lugar, por lo cual se destacó a una compañía de Patricios; una de marineros - de la Real Marina Española -; otra de Pardos y Morenos, como asistentes de artillería; y la compañía de granaderos del Tercio de Gallegos, mandada por el capitán Jacobo Adrián Varela (1758-1818) nacido en La Coruña (Galicia), padre de Florencio Varela y entre cuya descendencia se cuentan varios próceres con ese apellido. [B][I]En total eran alrededor de 600, que mantuvieron un duro combate hasta que empezaron a acabarse las municiones. Se ordenó a algunos soldados, de Pardos y Morenos, ir a buscarlas a los depósitos. Cuando llegaron descubrieron que estaba cerrado con llave. Como es de suponer en estos casos nadie tenía la llave y tampoco se podía romper la puerta de un pistoletazo:svengo:[/I][/B]. La situación era desesperada para el comandante de El Retiro, [B][I]el capitán de la marina española Juan Gutiérrez de la ******. Algunos dicen que se mareó, otros que se acobardó, o que la situación lo superó; lo cierto es que el liderazgo en ese momento no apareció por ningún lado[/I][/B]. Varela propuso abrir una brecha - con los últimos tres cartuchos - en el cerco enemigo para luego evacuar al resto de la tropa. Mientras se mantenían las deliberaciones, el capitán gallego, sin autorización, se dirigió con algunos de sus hombres y, al grito de Santiago, encabezó un ataque [B][I]con la espada en la mano y descalzo[/I][/B], porque las botas se le habían enterrado en un barrial. Los gallegos abrieron fuego una vez y realizaron una carga a bayoneta calada que consiguió crear un hueco en las líneas inglesas. [B][I]Retornó para decirle al resto[/I][/B], que todavía discutía, que ya podían salir y así se pudo evacuar casi una tercera parte de las tropas. Los ingleses, comandados por Auchmuty, comenzaron a reagruparse y contraatacaron. Allí fue herido mortalmente el teniente de navío Cándido de Lasala. Un monolito, enfrente de la Plaza San Martín a la salida del subte, puesto por la Infantería de Marina recuerda al primer caído de ese cuerpo militar. El ataque final a Buenos Aires se produjo en el Convento de Santo Domingo. Este lugar fue ocupado por el general Robert Crawfurd, que era el militar inglés de mayor graduación dentro de la ciudad, ya que Whitelocke estaba en el cuartel general en Miserere, en la casa de William White, contrabandista y comerciante de esclavos negros, que fue el aliado local y el guía de las tropas británicas. Crawfurd estaba en el Convento de Santo Domingo, cuando llegó Varela con sus granaderos y tomó por asalto, desde atrás, a una columna británica. [B][I]Un hecho sumamente curioso sucedió en este lugar. Los ingleses manifestaron sus intenciones de rendirse y avanzaron para formalizar la rendición un oficial británico y Varela, que le preguntó si el cañón que tenían allí enfrente, apuntándolos, estaba descargado. El inglés afirmó que sí. Entonces Varela sacó el sable y lo introdujo en el cañón, motivo por el cual el artillero le tiró un bayonetazo que le pegó en el costado, y otro soldado, también ofendido porque se había dudado de la palabra de un oficial británico, le pega en el vacío[/I][/B], según dice un cronista de la época. Pero Varela había actuado con muy buen tino porque [B][I]realmente estaba cargado el cañón[/I][/B]. También es digno de mencionar Bernardo Pampillo, capitán de la 7ª Compañía del Tercio de Gallegos, que según consta en varios documentos, pedía ayuda para buscar a los enemigos y volvía al combate, cruzaba por arriba de las azoteas, traía prisioneros, andaba por todas parte y con su personalidad incitaba a todos a la lucha. Finalmente Pampillo fue quien tuvo a su cargo la rendición del último bastión británico, o sea el Convento de Santo Domingo, al recibir en sus manos la espada del general Crawford, en la tarde del 5 de julio de 1807. En las capitulaciones, firmadas el 7, Whitelocke aceptó retirarse del Río de la Plata en un plazo de dos meses, devolver Montevideo e intercambiar los prisioneros. Bueno el articulo muy extenso y lo pueden ver completo aca [URL="http://www.almargen.com.ar/sitio/seccion/historia/tercio2/"]http://www.almargen.com.ar/sitio/seccion/historia/tercio2/[/URL] Autor: Pablo Rodríguez Leirado [/QUOTE]
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